Por el respeto y la dignidad de las servidoras domésticas

Mons. José Rafael Quirós Quirós
Arzobispo Metropolitano de San José

El pasado 29 de julio, la Iglesia recordó la memoria de Santa Marta, cuyo nombre procede del arameo y significa dama o señora. Fue ella quien recibió a Jesús “en su casa de Betania”, donde se afanó por los quehaceres del hogar y la atención de su huésped (cf. Lc 10, 38-41). En la Arquidiócesis de San José hemos querido encomendar a su intercesión, de modo especial, a las servidoras domésticas por el inmenso, y a la vez, discreto servicio que prestan.

Con ello, queremos reconocer a estas valientes mujeres trabajadoras el aporte fundamental en nuestra sociedad; sin ignorar que a menudo enfrentan condiciones laborales precarias, bajos salarios, falta de protección legal y hasta violaciones de sus derechos fundamentales.

En una alocución, el Papa Francisco interpelaba a los empleadores en los siguientes términos: Pienso en tantas empleadas del hogar que ganan el pan con su trabajo: humilladas, despreciadas… Pero ¿cómo la trata (a tu empleada doméstica)? ¿Le pagas lo justo, le das las vacaciones pertinentes, es una persona o un animal la que te ayuda en casa?” (Papa Francisco, 16 de febrero del 2018).

Escuchar sus voces es una cuestión de justicia y equidad, pues todas las personas, sin importar su ocupación, merecen ser tratadas con dignidad y que se respeten sus derechos humanos y laborales. De ahí, la defensa de las garantías y protecciones que les otorga la normativa vigente, trátese de nacionales o extranjeras.

Muchas de ellas trabajan jornadas excesivas no remuneradas, sin límites claros entre su tiempo de trabajo y su tiempo personal. Algunas trabajadoras no tienen acceso a beneficios de la seguridad social, póliza de riesgo del trabajo o vacaciones pagadas.

Una especial preocupación representa el hecho de que las servidoras domésticas pueden ser especialmente vulnerables a abusos físicos, emocionales y sexuales; debido a la naturaleza privada y aislada que ofrece su ambiente de trabajo; a la informalidad de sus contratos de trabajo, a la baja escolaridad y muchas veces por tratarse de mujeres migrantes. Al garantizar protecciones legales y promover la conciencia sobre estos problemas, podemos ayudar a prevenir abusos y brindarles un entorno seguro.

Así, es importante abogar por políticas laborales justas; promover la ratificación e implementación de convenios sobre trabajo decente; fomentar la educación sobre los derechos laborales; señalar la especificidad de los trabajos y cuidados que tendrá la trabajadora doméstica, sin abusar de ella; reconocer la relación laboral y la dependencia con el empleador; suscitar el pago de tiempo extra; y apoyar a organizaciones y sindicatos que luchan por los derechos de estas trabajadoras.

Que la memoria litúrgica de Santa Marta se convierta en una verdadera plataforma para hacer visibles a estas servidoras y que, de una u otra forma, todos contribuyamos a esta causa alentando un trato justo, respetuoso y digno hacia ellas en nuestros propios hogares y comunidades.

Imagen: https://www.radiofides.co.cr