Rondalla de la UCR: Un espacio para aprender música y rescatar tradiciones en Golfito

Rondalla de la UCR

Jóvenes estudiantes y vecinos de Golfito integran la Rondalla Universitaria. Foto cortesía del proyecto.

Mientras el sol brilla en el intenso calor de Golfito, cada tarde de jueves un grupo de jóvenes se juntan en un aula universitaria por amor a la música. Al ritmo de las guitarras y la percusión, entonan con sus voces canciones tradicionales de su país y de su región, pasando de la cumbia al calypso y al tambito guanacasteco, entre carcajadas, sudor y baile.

La rondalla del recinto de la Universidad de Costa Rica (UCR) en Golfito es tanto un espacio de exploración artística para los jóvenes, estudiantes o vecinos; como de rescate de identidad cultural, pues en su repertorio se cuentan conocidas canciones como Caña dulce, Caballito nicoyano, Cabin In the Wata y Puerto Viejo, a las que se suman piezas creadas por artistas de la zona, como “Amor golfiteño” de Carlos Campos, músico local.

Este ensamble musical nació a raíz del proyecto “Fortalecimiento de las artes desde el Recinto de Golfito” (EC-459), cuyo objetivo según su coordinador, John Ramírez, es potenciar la cultura musical y artística en niños y jóvenes del cantón al tiempo que se preserva, promueve y difunde la cultura local.

El proceso de creación y consolidación del grupo, contó Ramírez, comenzó con una investigación sobre la música y los artistas de la zona, seguido de una convocatoria abierta a la comunidad. “Recibí llamadas de unas 25 personas, algunas que me preguntaban si daba clases de guitarra porque no sabían. Allí apareció la necesidad de dar clases de guitarra que se empezaron a dar el año pasado para esas personas; para poder incorporarlas luego a la rondalla, que comenzó con unos 11 integrantes. Cinco son estudiantes universitarios y otros seis que son músicos de la zona que tocan guitarra, bajo y hay percusionistas”.

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La Rondalla del Recinto de Golfito participó en la Expo UCR 2018 interpretando canciones costarricenses y de compositores locales. Foto cortesía del proyecto.

El docente cuenta que comenzaron a tocar y cantar música tradicional costarricense. Conforme se afianzaba el grupo, los mismos jóvenes empezaron a sugerir piezas de músicos locales que conocían. “Así supe de Carlos Campos, un señor que tiene unas canciones de Río Claro, de Golfito, de Pavones. Los chicos propusieron tocar esas canciones y entonces decidimos incluir música de acá. Empezamos a recopilar las partituras, a escribir la música escrita, a ensamblar las diferentes voces y ahora ya es parte del repertorio”.

“Como músico me siento muy contento de ser el director de esta rondalla, de poder enriquecer y facilitarle a estos jóvenes el proceso de aprendizaje, pero como costarricense creo que una rondalla en Golfito tiene un valor inapreciable”, dice Ramírez.

“A mí me parece ‘súper demasiado chiva’ la experiencia”, dice Dorian Patiño, de 23 años y vecino de la comunidad, “el año pasado hasta pude tener un taller con el baterista de Malpaís, me estuvo dando unos cursos de lectura rítmica y he avanzado un montón. Es como increíble y me hace muy feliz, la verdad me llena mucho poder invertir mi tiempo en algo que me gusta y no invertir el tiempo en algo que me absorbe la vida”.

Patiño cuenta que desde los 8 años “es como si su vida girara en torno a la música, nada más”. Ha aprendido por su propia cuenta a tocar distintos instrumentos y cuando se dio cuenta que estaban abiertas las audiciones para formar parte de la rondalla decidió intentarlo. En los instrumentos que audicionó, aprobó y desde entonces ha podido acceder a una educación musical más formalmente, en una región en la que considera el estado tiene muy marginados los eventos sociales o culturales. “No hay apoyo a los músicos o a los artistas. El estado no nos da ningún apoyo para organizar eventos donde todos podamos ir y participar, darnos a conocer y que todo el mundo diga ‛qué chiva lo que tenemos aquí’, hasta la fecha no se ha dado”, cuenta el joven, para quien en este contexto, la rondalla adquiere adicional relevancia.

Para Ramírez, docente a cargo del proyecto, hace falta mayor reconocimiento local del importante trabajo que hace el grupo. “A nivel de la comunidad la rondalla funge como un grupo musical, los chiquillos llegan a tocar y nada mas, no lo ven como un ente que puede aportar a la comunidad. A veces la gente no tiene esa mística de creer en ellos, entonces falta apoyo, pero yo como músico creo que van a hacer grandes proyectos”.

 

Daniela Muñoz Solano

Unidad de Comunicación Vicerrectoría de Acción Social

 

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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