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Semana Santa un alto para reflexionar

Hay que reconocer que la Semana Santa se ha transformado como se transforma la cultura y la vida. Antes no había tanto estrés ni carreras… hoy el mundo gira a gran velocidad y la mayoría de gente se deja arrastrar en ese remolino de horas veloces, comidas rápidas y ajetreos fulminantes.

Antes se trabajaba hasta media Semana Santa, ahora se toma como una semana vacacional y empieza el éxodo a las playas, montañas, ríos y lugares de descanso.

Para una gran cantidad de personas la Semana Santa se convirtió en simples vacaciones que permiten ir a las playas, visitar familiares, salir a los ríos, descansar y hasta pasarse de copas dejando gran cantidad de basura.

Hoy debemos reconocer que la Fe y la religiosidad han cambiado y en muchos aspectos se ha pasado de una Fe basada en el miedo, en el temor, a una Fe más reflexiva y de más acción.

Antes por ejemplo la gente no salía de la casa los días Santos, ni se bañaban en ríos, ni manejaban vehículos, ni se prendía la radio, incluso el viernes Santo no se prendía el fuego. Todo por un miedo inculcado a que le podía pasar algo. Había gente que afirmaba que el que se bañaba el viernes santo en un río se convertía en pescado y muchos, por pura curiosidad, se iban a bañar para ver si era cierto.

Pero todo esto fue cambiando hacia una fe más madura que entiende los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección como la historia general de la humanidad y la historia particular de cada persona. Por eso en las homilías se relaciona constantemente la pasión que sufren muchas personas en el mundo de hoy, la muerte que persigue a mucha gente vestida de hambre, guerra, drogas, avaricia y también la resurrección de familias, pueblos y personas que logran salir adelante y hacen que la luz triunfe sobre las tinieblas, que la vida triunfe sobre la muerte.

Aprovechemos esta Semana Santa para detener nuestro paso y saquemos el espacio para reflexionar en nuestra vida particular y comunitaria. Esa reflexión nos hará crecer espiritualmente y prepararnos para seguir nuestro peregrinar.

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