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Etiqueta: Arturo Montero Vega

Cien años de buena poesía – Una conmemoración necesaria: El poeta Arturo Montero Vega vive en la memoria literaria

El 23 de setiembre de 1924, las apacibles colinas del cantón de Naranjo ven nacer a su poeta por excelencia. Hijo de Arístides Montero Segura y Eraida Vega Castro, el aura lírica ya le tenía un campo reservado a este noble hijo.

Pero la noticias no solo se quedan en esa memorable fecha. Recientemente la Universidad de Costa Rica, el 12 de junio de 2024, llevó a cabo una magna asamblea en donde se piden disculpas a profesores y estudiantes, por el hostigamiento y expulsión que sufrieron en 1948, resultado de la persecución del gobierno de la Segunda República. Arturo Montero Vega, fue víctima de esos acontecimientos.

De abogado, militante y poeta está hecha la anatomía de ARTURO MONETERO VEGA, pues en él se reúnen todas esas cualidades. Sí, su protocolo estuvo abierto a la defensa de las causas populares, de los humildes de su tierra; su militancia es su riguroso estudio de la filosofía, del marxismo-leninismo y las orientaciones ideológicas de su tío Alejandro y su hermano Álvaro. Pero también como poeta retomó de KWAJA SHAMSUDIN MOHAMAD (gazeles) y KAYYAM HAFIZ (rubayyates) la rosa como ideologema y de NERUDA Y MARTÍ, la palabra sencilla.

Si pudiéramos parafrasear a Roland Bartes que lengua, estilo y forma transitan en los versos de Montero Vega, a través de ese canal de la palabra sencilla. Ahí en ese elemento tiene anclaje ese “punto de grado cero que tiene la escritura”, esa particular forma poética que logra individualizar al poeta y darle esa permanencia que tuvo lugar en 19521, con el poema Vesperal.

Montero Vega no solo es el poeta de Naranjo, al contrario es el poeta que se tiene como referente en los talleres literarios, en los festivales internacionales de la juventud, en los talleres de zapatería, ebanistería y en el surco mañanero que abren los campesinos en nuestra tierra.

“Poemas de la revolución” (1969) “Le digo al hombre”. (1971) y otros de sus textos son referentes obligados en las tertulias políticas y en la Escuela de Cuadros del Partido Vanguardia Popular.

Obreros, artesanos, campesinos, intelectuales y militantes se identifican y se encuentran en esas formas puras y plásticas que ofrecen sus poemas. En uno de sus poemas, del texto “Le digo al hombre”, leemos:

“Le digo al hombre que reclame
el poder de su ojos y sus manos…
Le digo al hombre que reclame
su manera de ser
su fundamento” (Montero, 1971:12-13)

Ciertamente cada poeta es único, exclusivo, por eso nos parece muy pertinente como lo expresa Jorge Bustamante cuando indica lo siguiente:

“…es una forma privilegiada de hablar, un mecanismo que permite ver el mundo con ojos curiosos con mente observadora y tener la capacidad  de transformarlo con palabras…” (Semanario Universidad, 2001:11).

El ritmo de vida que enfrenta nuestro dilecto poeta transcurre en ese mundo visto por el analista citado, su acción transcurre entre la vida militante, su estudio, su protocolo, la familia y la poesía. Sucesivamente en cada espacio, Montero dedica su tiempo y va articulando para cada uno de ellos su ternura y el amor. Por eso su obra poética es tan permanente.

Si quisiéramos entrañarnos un poco más en sus versos, digámoslo de manera muy concreta y puntual, los temas del erotismo, la lucha de clases, los héroes, lo cotidiano y la resistencia histórica están presentes. La rosa deviene como un ideologema. En “Había” del texto Raíces (1973) señala:

“…me había yo graduado
Bachiller en las rosas…”
(Montero,1973:6).

Más adelante, el mismo texto citado, en el poema “Quisiera”, escribe:

“O en la forma sencilla de crear las hierbas
en el rocío de las rosas.”

No en vano escribirá su hermoso poemario: “Mis tres rosas rojas”.

Pero su militancia, como intelectual orgánico, da a sus personajes en la poesía un gran sentido de humanidad y espiritualidad.  Los héroes, no son seres ficticios, no son antojadizamente referentes abstractos, son nuestros ciudadanos con sus virtudes y defectos que nos hacen ser parte de nuestra memoria colectiva.

En cualquiera de sus textos, el lector sabrá que la poesía de Montero Vega no miente, describe y poetiza una realidad concreta. Por ejemplo, en el poema: “Nuestro partido”, se descubre fácilmente lo que decimos cuando el poeta señala lo siguiente:

“Nuestro Partido está
donde se pudre el hombre
en opresión maldita.

Allí grita
y quema el mesón
entre unos fuegos idos,
o resucitados
o sin nombre”

Pero veamos otros versos tan cercanos y tan llenos de espiritualidad y militancia. La forma en que el poeta dibuja la ternura y el amor nos sorprende a todos, especialmente en ese bello poema que dedica a Nidia, su compañera de ruta, de vida y de la cotidianidad. Introduce, asimismo, un título muy sugestivo: “Que voy a hacer yo…” y nos dice:

“Que voy a hacer yo
cuando no tenga
el apretón de manos
de tu inmensa ternura

Que voy a hacer yo
cuando no tenga
la dulcísima gracia
de tu presencia.”

Los cantos poéticos a Carlos Luis Fallas, a la paz, a Vietnam, a los mártires del Codo del Diablo, a Presbere, a Coyoche (Garabito), al secretario general del PVP, Manuel Mora Valverde a Carmen Lyra, a Jorge Debravo, son una bella antología de historia hecha poesía. Sin lugar, por esa razón y el uso magistral de la palabra sencilla, hicieron de Montero Vega, el poeta de la revolución del siglo XX.

Cuando escribe “Mi abuelo es marinero”, da al personaje Félix Arcadio Montero su verdadero rolo histórico. Es, ciertamente, un acercamiento de amor, pero contextualizando al personaje histórico en su verdadera dimensión política-

Unas pocas palabras finales. La madurez de la poesía de Arturo Montero Vega, le otorga muchas otras valiosas características, pero quiero destacar una que, para mi gusto personal, debe ser tomada en consideración para los noveles poetas y aún para los poetas consagrados; me refiero a la forma en que logra rematar siempre el final de sus poemas, digámoslo con el mismo título de algunos de sus textos, son “Poemas para sembrar los sueños”, son “POEMAS DE AHORA Y SIEMPRE”

Muchas gracias.

Trino Barrantes Araya

Correo-e: camilosantamaria775@gmail.com

Conmemoración de los 100 años del natalicio de Arturo Montero Vega

El Programa de Posgrado en la Enseñanza del Castellano y la Literatura, el Programa de Educación Continua de la Sede de Occidente y el Liceo Experimental Bilingüe de Naranjo tienen el honor de invitarle a la conmemoración de los 100 años del natalicio de Arturo Montero Vega, destacado intelectual y figura clave en la literatura y política de nuestro país.

La actividad se llevará a cabo el lunes 23 de septiembre de 2024 en las instalaciones del Liceo Experimental Bilingüe de Naranjo, a partir de la 1:30 p.m. con una conferencia magistral a cargo del poeta y profesor universitario, Dr. Carlos Francisco Monge.

Posteriormente, a las 2:10 p.m., se realizará una mesa redonda titulada “Arturo Montero Vega: literatura y política”, en la que participarán importantes académicos como M.L. Trino Barrantes Araya, Dr. Francisco Rodríguez Cascante y Dr. Walter Antillón Montealegre. La moderación estará a cargo de la Mag. Marianela Fernández Abarca.

Esta jornada será una excelente oportunidad para rendir homenaje a la vida y legado de Arturo Montero Vega, así como para reflexionar sobre su contribución a la cultura y pensamiento nacional. No se pierda esta ocasión especial. ¡Le esperamos!

CINCO POETAS

Manuel Delgado

No sé qué caminos tuvieron que andar estos cinco poetas para caer en mis manos. Vinieron en una antología de poesía de estudiantes la cual, a su vez, es el resultado de un concurso organizado por el Consejo Estudiantil Universitario (el antecesor de la FEUCR) y escogidos por un tribunal conformado por Arturo Agüero Chaves (quien también hace el prólogo), León Pacheco Solano y José Fabio Garnier, tremendo trío.

La antología tiene mi edad, que no es poca. Se editó en 1952, en un momento en que el país se hallaba sumido en los sopores de la guerra civil, con sus odios, su represión antipopular y su falta de esperanza. Algo así da a entender Arturo Agüero.

A dos de esos cinco jóvenes poetas los conocemos por sus actividades políticas, pero casi por nada más. Guillermo Villalobos Arce fue un destacado dirigente del Partido Unificación Nacional, el antecesor del PUSC. Más tarde publicó obra poética, pero ninguna antología o historia de la literatura, hasta donde sé, se ocupa de ella. El otro es Enrique Obregón Valverde, quien sigue activo en las filas del Partido Liberación Nacional.

Villalobos Arce, por cierto, fue uno de los estudiantes señalados como “colaboracionistas” del derrocado gobierno de Picado y sancionados con la expulsión por dos años. Es uno de los partidarios del calderonismo o del comunismo que fueron perseguidos en una decisión odiosa por la que la Universidad acaba de pedir perdón. Su poesía, que no menciona el hecho, está transida de ese dolor de la derrota y la persecución.

Salvador Jiménez Canossa, otro de este quinteto, es también desconocido para el gran público, aunque él desarrolló un importante a las letras y a la poesía misma, con varias obras publicadas.

El cuarto en esta lista, Alfonso Ulloa Zamora, también pisa apenas el umbral del recuerdo, pese a que fue académico de la lengua y autor de unos nueve poemarios. Lo menciona, aunque no muy elogiosamente, el filósofo y escritor Luis Barahona en su libro “Lo real y lo imaginario”. Alberto Baeza, que en su obra “Evolución de la poesía costarricense” hace un análisis breve de Jiménez Canossa y de Montero Vega, apenas si lo menciona al final. Para mí, es de lo más sólido que incluye esta antología, en especial por su “Canto a un árbol derribado”, que más tarde aparecerá en algunas publicaciones.

Arturo Montero Vega, el quinto en esta lista, es el más conocido y antologado del grupo. Militante comunista, siempre buscó con su obra la denuncia y la solidaridad con los trabajadores. Fue, como dice un autor, “Poesía civil, narrativa, conversacional, que reclama, al lado de la estructuración lírica, una dimensión ética y moral, en consonancia con las modulaciones de la poesía social latinoamericana”. Se le llamó parte de “la generación perdida”, quizá porque la represión física y el aislamiento cultural a la que fueron sometidos los derrotados después de la guerra del 48. “He estado solo en mi patria recogiendo el dolor y el esfuerzo de mi pueblo”, dijo.

¿Cuál es el ambiente de esta antología? El de la postguerra, con heridas tan hondas como las causadas en Villalobos Arce y en el entorno de Montero Vega. Por eso hay en ella cierta desazón, nostalgia: “No puedo ahora/recordar la tierra/la inmensa madre tierra negra y fértil” (Ulloa Zamora); “Entonces mi dolor viene de lejos./Desde que el compañero,/aquel que dibujaba a escondidas,/que sabía la voz de los colores,/se hundió en el bananal/ verde y espeso.” (Villalobos Arce).

Pero es quizá el grito expresionista de Montero Vega el que irrumpe desde lo prohibido. Para el tribunal, la asociación estudiantil y la universidad misma, premiar y publicar esos versos que suenan a manifiesto político, a clara protesta, a denuncia airada, constituye un acto de valentía. Con todo el poemario sucede, pero sobre todo con el amplio trabajo dedicado a Carmen Lyra, la que acaba de morir en el exilio, la que vino muerta para ser enterrada de manera casi clandestina, la que sigue peleando con su ejemplo. No es la Chavela maestra o escritora, no; es Chavela, “camarada de Manuel [Mora]/y amiga mía,/compañera de todos los obreros y víctima a largo plazo de la tiranía.” Ese poema es de 1949, y fue leído en el sepelio de la heroína.

Me hubiera gustado saber más de esos muchachos que conformaban la directiva del Consejo Estudiantil Universitario. Ignoro todo de ellos. A uno, sin embargo, lo conocí muy bien y lo admiré como se debe. Se trata de Rodrigo Carazo Odio.

(En la foto de 1956 aparecen Alfonso Ulloa, primero en primera fila, y Salvador Jiménez Canossa, segundo en tercera fila. Junto a ellos, en el mismo orden, Carlos Rafael Duverrán, Joaquín García Monge, Gonzalo Dobles, José Basileo Acuña y Julián Marchena. En segunda fila a: Teodoro Martén, Carlos Luis Fallas, Arturo Echeverría Loría y Manuel Segura Méndez. En tercera fila a: Jorge Gallardo, Fabián Dobles, Manuel Picado y Carlos Luis Sáenz).

En el veinte aniversario del deceso del poeta Arturo Montero Vega: 23 de setiembre 1924 – 28 de octubre de 2002

Arturo Montero Vega. Imagen: https://www.editorialcostarica.com/

Por Trino Barrantes Araya
Email: camilosantamaria775@gmail.com
Naranjo, Alajuela, sábado 15 de octubre de 2022

Arturo Montero Vega nació en Naranjo, provincia de Alajuela, el 23 de setiembre de 1924. Cursó sus estudios primarios en la Escuela central de Naranjo y la Escuela Mauro Fernández y Porfirio Brenes. Hizo sus estudios de Bachillerato en el Liceo de Costa Rica. Ingresó a la Universidad de Costa Rica, donde realiza estudios de Derecho, Filosofía y Letras, hasta el título conducente de Abogado y Notario. La circunstancia histórica donde se inscribe este poeta resulta muy rica y profunda en contradicciones sociales. El 28 de octubre de 2002, se da el deceso del poeta Montero Vega.

Su vasta obra poética, 15 textos publicados, forman el testimonio vivo de su compromiso con la poesía Entre los títulos publicados que nos ofrece el autor, están los siguientes:

Vesperal. Imprenta Elena, 1951
Cinco poetas universitarios. Editorial Aurora Social, Ltda.,1952
Mis tres Rosas Rojas. Editorial Aurora Social, Ltda., 1955
Poemas de la Revolución. Ediciones Revolución, 1969
Rosa y Espada. Imprenta Lehmann, 1969
Le digo al Hombre. Editorial Costa Rica, 1971
Aquí Están Mis Palabras. Litografía Centauro,1972
Raíces. Litografía Centauro,1973
Poemas Escogidos. Editorial Costa Rica, 1975
Poemas de Ahora y Siempre. Talleres de Impresiones Centauro, S.A.,
 1975
Poemas Para Sembrar los Sueños. Editorial Costa Rica,1977
Poemas Escogidos. (2da Edición). Editorial Costa Rica,1996
 – Dos rosas más. Presentado con el pseudónimo de Pablo Presbere
 (Edit. C.R, 1994).
Patria y Poesía. (Obra póstuma). Editorial EUNED, 2004
Poesías completas. Computación Laser de Centroamérica, 2006

Su rica producción poética le valió las siguientes distinciones:

Premio del Torneo Cultural Estudiantil Centroamericano. Rama: Poesía. Poema: «Tengo Diez dedos como Diez Sonrisas». 30 de junio de 1952.
Premio Escuela de Pedagogía. Poema: «Metamorfosis», 1955.
Premio de la Revista de la Unión Internacional de Estudiantes.
 «Yo tengo un Canto por la Paz del Mundo», julio 1959.

Este último poema fue traducido a todos los idiomas en que se publicaba dicha revista.

Con esos elementos iniciales, Atrevámonos a preguntar a Arturo Montero Vega, que es para él la poesía. En su poema: La poesía, nos dice:

“Desde que yo recuerdo
estoy alerta como gacela sorprendida
como gorrión hurtándole a la gravedad su sino,
sufro por cada palabra en cada verso
y deploro cada cosa que se me ha ido”
(Montero,2004:49).

La crítica literaria sitúa al poeta Montero Vega, como parte de una «generación». Aunque hablar de generación en tanto categoría real y concreta; no es lo más correcto. No obstante, el mismo Montero lo expresa de la siguiente manera:

» A mis amigos poetas, casi todos de la generación del cincuenta: Mario Picado, Carlos Rafael Duveverrán, Alfredo Sancho, Salvador Jiménez, Enrique Mora, Carlos Luis Altamirano, Eunice Odio, Virginia Grüter, Ana Antillón y otros más /…/ No cabe duda de que ellos constituyen un período glorioso de nuestra poesía y son herederos auténticos de nuestros dos grandes poetas: Carlos Luis Sáenz y Julián Marchena» (Montero,1977:7)

Su propia poesía así lo expresa:

¡Y al final de la brega
hermano mío,
cogerás de la mano a tu Marcos Ramírez,
porque entonces habrá nacido la simiente,
estarán los campos florecidos,
el pan se comerá con el sudor de la frente…”
(Montero,1969:44)

Los poetas ubicados, por fecha de nacimiento, entre los años de 1915-1930, que conforman la generación del 50, comparten algunos rasgos comunes Debe tenerse presente que ya para dicho período la situación literaria era muy distinta, porque hasta el mismo vanguardismo europeo había periclitado. Entre algunas de las características más representativas de los poetas d esta generación, podemos leer lo que expresa el autor:

«…Trata del estado de la sociedad o de ciertas desigualdades e injusticias que existen en ella /…/ Estas se refieren a todo un sector o grupo, a varios, o a la totalidad de la sociedad…» (1968: XVI)

Por su parte, Baeza Flores, en su artículo: «El ritmo de las generaciones», (habla de cinco generaciones) nos dice, respecto a la tercera generación, lo siguiente:

«La generación de los nacidos entre 1915 y 1930 es una generación viajera y del compromiso social. (Subrayado nuestro) La integran: Ninfa Santos (1916), Alfredo Cardona Peña (1917), Fabián Dobles (1918), Joaquín Gutiérrez (1918), Victoria Garrón (1920), Eunice Odio (1922), Salvador Jiménez Canossa (1922), Enrique Mora Salas(1923), Alfredo Sancho (1924), Arturo Montero Vega (1924).[…] Me parece que los dos polos de atracción de esta generación son Alfredo Cardona Peña y Mario Picado. El uno está, por su edad, al comienzo de la generación, y el otro está al final» (1978:20).

Carlos Francisco Monge al analizar el período que el denomina: «Las generaciones de vanguardia”, (formado por dos generaciones principales) y cuyo inicio lo ubica en 1940, agrega al respecto:

«La «primera generación» de vanguardia está constituida por los poetas nacidos entre 1917 y 1927, cuya obra inicial apareció hacia 1946. Eunice Odio, Alfredo Sánchez, Arturo Montero Vega, Salvador Jiménez Canossa, Victoria Urbano y Eduardo Jenkins Dobles. La vigencia de esta generación coincide en buena medida con la siguiente, que la sucede casi de modo inmediato. En todo caso se ubica entre 1950 y 1960. Los libros más importantes […] son[…] Vesperal (1950), y Mis tres rosas rojas (1955) de Arturo Montero Vega» (1992:25 y 26).

Pero retomemos aquí al poeta que conmemoramos el día de hoy. Debemos de tener presente, sin embargo, que el lenguaje sencillo, plural, militante y social de Arturo Montero Vega, le da su sello particular, a su creación poética. El poeta Montero Vega, lo refiere así:

«Yo escribo para el hombre. Nunca he escrito para mí mismo. Tal vez por esto, desde mis primeros versos me incliné hacia la poesía social. Durante muchos años he estado solo en mi Patria recogiendo el dolor y el esfuerzo de mi pueblo. Y en este camino he andado en busca de una poesía clara para que mi mensaje pueda ser captado. Lograr una poesía de una alta calidad poética, pero que al mismo tiempo pueda ser leída y comprendida por muchos” (Duverran, 1972:370).

Lo importante de lo citado anteriormente es reconocer que, en la poesía que nos ofrece Arturo Montero, las transformaciones de las sociedades tienen mucho en común. Podríamos decir que la poesía en este poeta está a la par de la sociedad y a la vez, la sociedad se sitúa a la par de la poesía de Montero.

El texto queda definido como una práctica social, que tiene lugar en la base productiva de bienes simbólicos en los que intervienen otras prácticas sociales y a la vez, la legitimidad del texto queda definida por la militancia que asume el poeta como compromiso social. En la poesía la afinidad, la semejanza, en poetas diferentes generacionalmente, puede ocurrir con más frecuencia de lo que uno imagina; y es que, debe tenerse presente, en el imaginario colectivo se entrecruzan miles de marcas y huellas discursivas que hacen lo anterior posible. Leamos los siguientes versos:

“Yo quiero unas manos encendidas
y unos ojos del tamaño de lo que tú me pidas,
para darle al obrero la mano, la vivienda y la comida,
y todo el peso de mis heridas”
(Montero,169:49)

Para ir finalizando esta pequeña semblanza. Arturo Montero Vega observa a un sujeto histórico («hombre/mujer») concreto, un miembro de una sociedad específica y perteneciente a una clase social dada. Es un sujeto histórico que procura romper su estado, su situación objetiva mediante el escape de la libertad a la que el poeta adhiere y sobre la cual a través de su poesía ofrece como canal de evasión., y a la vez de construcción. De tal suerte, digamos entonces lo siguiente; el discurso poético de Montero se resuelve a favor de las clases populares. Su narrativa y discurso son enunciación, tiene un entorno que le da existencia, contingencia; por eso su proyecto de escritura privilegia a la voz de las clases contestatarias, al obrero, al proletariado, a las y los campesinos, al intelectual orgánico, a todas y todos ellos les otorga y les da la palabra. En su poesía, lo social y el compromiso político está justamente dicho en el texto, en el discurso, en la palabra sencilla que es parte de la argamasa de esta poesía que no renuncia a las figuras literarias, pero que se hace asequible para un público más amplio. Leemos:

“Dame su mano y dásela al obrero,
abre tus ojos al ocaso,
y llénate las manos de esas penas
y de lagrimas vivas esos ojos”
(Montero,1969:54)

A veces sus poemas asumen una visión conceptualista, otras son un proceso de monitoreo que, desde la conciencia del poeta, su conciencia de clase y militante va hacia sus hermanos de conciencia, como él decide llamarlos. Con una simplicidad en sus versos, las ideas se explican de por sí, son suficientemente explícitas, sin elucubraciones abstractas o trampas hermenéuticas. Que mejor para demostrar lo anterior, la lectura de estos versos:

“Mi poesía sencilla
como el viento en las ramas
como la luz del alba
como la Patria Amada”
(Montero,2004:25).

El diálogo poético supone un espacio de comunión. Así, por ejemplo, en el poema «Digo», el verbo refiere al concepto AMAR, y a la vez este sustantivo (amor) nos lleva a un sujeto colectivo más amplio, el pueblo, a las grandes mayorías explotadas, ninguneadas y marginadas; a lo que Montero Vega vive y construye como poeta y militante. Ahí radica, sin ninguna duda, la virtud de la poética de Montero Vega.

¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!