Invertir en prevención no solo salva vidas, sino que es la única forma de garantizar la sostenibilidad del sistema de salud. Dr. Álvaro Salas.
Álvaro Vega Sánchez, sociólogo.
En la presentación del libro Reto Salud Siglo XXI, resultado del acopio de valiosas ideas y propuestas de destacados y destacadas profesionales de la salud costarricenses, fruto de diálogos y debates impulsados por el economista Dr. Jorge Woodbridge, el expresidente de la Caja Costarricense de Seguros Social, el Dr. Álvaro Salas, en su exposición retomó la idea, que ha venido difundiendo en diversos medios, sobre la necesidad de ampliar el modelo de medicina preventiva y comunitaria, ahora centrando los esfuerzos en especializar a un importante número de médicos, incluso a la mayoría de médicos generales, en Medicina Familiar y Comunitaria.
Dos hitos fundamentales han marcado el derrotero de la salud pública en nuestro país: la creación de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), en el marco de la virtuosa reforma social de la década de 1940, y la creación de los Equipos Básicos de Atención Integral en Salud (EBAIS) en la década de 1990, siendo precisamente el Dr. Salas uno de sus principales impulsores. Y ahora, para ampliar y profundizar los servicios de salud pública, el Dr. Salas, con gran visión y sensibilidad, está apostando por fortalecer el modelo que prioriza la atención especializada de las enfermedades en sus etapas iniciales y fomenta una cultura de la solidaridad familiar y comunitaria.
En este sentido, la propuesta plantea, por un lado, brindar una atención temprana e integral a pacientes por parte de médicos especialistas, con mayor capacidad resolutiva, y, por otro, de potenciar al máximo el aporte de la familia y la comunidad en su papel de promotores y fiscalizadores de la salud de sus miembros. En este aspecto, también se contribuiría a reducir significativamente las listas de espera, talón de Aquiles de la Caja, al contar con médicos cuya especialización garantiza mejores diagnósticos y tratamientos oportunos. Estamos, así, ante una revolución más en materia de salud pública que podría contribuir no sólo a un mejor bienestar para un mayor número, sino también a ahorrar más, debido a los altos costos que significa atender a los pacientes con enfermedades crónicas avanzadas.
Por otra parte, impulsar la especialización médica en estas dimensiones implica una cuantiosa inversión, pero con resultados a mediano y largo plazo que se traducirán en una mejor calidad de vida para todos los costarricenses, especialmente de los sectores más vulnerables, y un ahorro sustantivo para el sistema de salud pública. Efectivamente, según la propuesta buena parte de la capacitación se ofrecería por parte de médicos de los hospitales regionales, lo que implicaría menos costos y un uso más eficiente de los recursos profesionales disponibles. Al respecto, se destaca en el libro referido: “La medicina preventiva se ha convertido en el eje fundamental para enfrentar los desafíos del sistema de salud en Costa Rica. En un contexto donde el envejecimiento poblacional, las enfermedades crónicas y los altos costos médicos continúan en aumento, la prevención emerge como la más costo-efectiva y humana para garantizar el bienestar de la población”.
Un Estado con visión de futuro, como corresponde, no debería escatimar esfuerzos y recursos para acoger y concretar esta propuesta. Por lo demás, la deuda social del Estado con el país, y no sólo con La Caja, es cuantiosa y debe ser atendida bajo el criterio de emergencia nacional. Una oportunidad que se presenta, cuando se ha venido renqueando en las finanzas públicas, por lo que se tiene que apuntar a inversiones estratégicas que garanticen logros propios, venidos a menos, de un Estado Social de Derecho que décadas atrás supo apostar con visión de futuro por la salud y la educación. No podemos bajar la guardia en un campo como el de la salud pública, que ha contribuido de manera fundamental a garantizar índices significativos en desarrollo humano, en un país que llegó a disputar los primeros lugares en este aspecto en América Latina. Contamos con ideas, recurso humano potenciable y compromiso y entrega por parte de un excelente personal en salud, solo falta voluntad política para catapultar al país, de nuevo, hacia niveles superiores en desarrollo humano.
Sí, como bien lo concibe el Dr. Salas, se trata de una revolución pacífica en salud pública que nos depararía generaciones más sanas porque estarían mejor educadas en el cultivo de hábitos y acciones personales, familiares y comunitarias para prevenir las enfermedades y elevar la calidad de vida, fruto también de un modelo que contribuye a fomentar la solidaridad humana y social. Parafraseando al pedagogo Paulo Freire, “Nadie se cura solo, nadie cura a nadie, nos curamos en comunión”. De concretarse esta valiosa iniciativa el país estaría, una vez más, contribuyendo a relanzar el sistema de salud pública, cimentado en valores de justicia solidaria, que fueron fundamentales en la construcción del Estado Social de Derecho.
Hagamos realidad esta iniciativa de uno de nuestros insignes médicos, el Dr. Álvaro Salas que, al lado de tantos otros y otras trabajadoras de la salud, ha sabido recoger y proyectar la rica herencia de la gran Reforma Social, la que a su vez tuvo como antecedente particular a las pioneras de los servicios universales y gratuitos en salud, las parteras de nuestros pueblos campesinos.
Si de algo está urgido nuestro pequeño país es de revitalizar una cultura de la solidaridad y la afectividad en un mundo donde la frivolidad nos está conduciendo a niveles insoportables de violencia, injusticia y desigualdad. Una propuesta como la del Dr. Salas, que parte de un concepto de salud como bienestar humano y social, nos compromete como sociedad a actuar con más generosidad con tal de que todos podamos disfrutar de los bienes y servicios, de manera equitativa, para vivir dignamente.