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Etiqueta: COVID-19

Soñamos una vida plena

¿Por qué seguir viviendo/luchando en medio de esta pandemia?

Jorge Luis Hernández Cascante

¿Por qué seguir viviendo/luchando en medio de esta pandemia?

Quizás porque soñamos una vida plena o sea llena, completa.

Y ahora que estamos guardados en el capullo familiar, ¿vida plena?

¿Qué es eso para vos?

Entretanto piensas sobre esto de vida plena, se alarga la reclusión y cada día más deseosos de soltar vuelo como mariposa en libertad.

Vale aplicar esa metáfora, porque a la vez somos eso:

  1. oruga arrastrando dificultades y defectos
  2. a la vez capullo en oscuridad
  3. y también mariposa en vuelo, con capacidades, sin límites.

Todo en este ahora que vivimos.

Una vida plena, desde mi experiencia, podría ser:

– esta vida, tal cual es,

– con las personas a nuestro lado, tal cual son

– quizás con más agradecimiento a lo extraordinario en lo ordinario en nuestra vida (Acá vale y vale, recordar a Einstein: «Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro»)

– asombrado en cada inmensidad cada detalle; como niño/a ante el mar

– superando, resolviendo limitaciones, roces; dando lo mejor cada día

– en lo posible aportando a la belleza y alegría; con esperanza, con propuesta

– a la vez aprovechando cada sitio o espacio, como lugar y momento de creación o propuesta.

¡Seguimos!

 

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Podemos convertirnos en instrumento de paz

¿Por qué seguir viviendo/luchando en medio de esta pandemia?

Jorge Luis Hernández Cascante

¿Por qué seguir viviendo/luchando en medio de esta pandemia?

Porque podemos convertirnos en instrumento de paz, serenidad.

¿Podríamos intentar convertir el rencor, la ira, la dureza de corazón en paz, serenidad?

A veces es difícil. Si que lo es, pero; no fuimos hechos para solo deambular, comer y dormir cada día.

Sí para empresas grandes, y para dar lo mejor en cada oportunidad.

Llenar de luz y esperanza cada estancia y momento y aportar paz hoy, en donde estamos cada uno/a, ese es una razón de vida ahora.

Esa es una buena y grande empresa personal.

Odio, injuria, duda, desesperación, oscuridad, tristeza, resentimientos, obstinación, soberbia, peleas, el deseo de venganza, la ira.

Todos estos sentimientos afloran entre nosotros y más si nos sentimos recluidos.

Por ello, aperados, acorazados de humildad nos toca la tarea.

Y con ella trascendemos y encontramos y damos sentido, ahí donde quizás reina el desorden, rencor, lucha y conflicto.

¡Seguimos!

Anexo, por si quieres leer o reflexionar:

“Donde haya odio que yo lleve amor, donde haya ofensa que yo lleve perdón, donde haya discordia que yo lleve la unión, donde haya duda, que yo lleve la fe, donde haya error, que yo lleve la verdad, donde haya desesperación que yo lleve la esperanza, donde haya tristeza que yo lleve la alegría, donde haya tinieblas, que yo lleve la luz. Concédeme que yo no busque ser consolado, sino consolar. Ser comprendido, sino comprender. Ser amado, sino amar. Porque: dando se recibe, perdonando se es perdonado, muriendo se resucita a la vida eterna”.

San Francisco de Asís, Pag 266

 

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El ahora, es toda la vida que tenemos

¿Por qué seguir viviendo/luchando en medio de esta pandemia?

Jorge Luis Hernández Cascante

¿Por qué seguir viviendo/luchando en medio de esta pandemia?

Quizás porque, el ahora, es toda la vida que tenemos, no hay más; y en este ahora, nos corresponde dar lo mejor, nuestro mejor y mayor esfuerzo.

No estamos obligados a ser el primero en esta loca carrera del competir, pero si a dar siempre lo mejor de sí, de uno mismo.

Eso. Por eso …éntrele, hazlo, no importa cómo termine; en todo caso será una gran, grata experiencia, lo demás se vuelve secundario.

Nuestra tarea, dar paz, ganarles terreno a las dificultades crecientes, ¡dar lo mejor!

La crisis nos inunda, es carencia, aislamiento; aun así, siempre tendremos la posibilidad de optar por llenar de paz nuestro corazón.

Esa es tarea cotidiana y está ahí, nos espera en la familia, los vecinos, la comunidad, el país.

Dar lo mejor de vos mismo/a, ese es tu trabajo y aporte cada día, así que no te pierdas en buscar excusas, o pensar que no puedes, o que ya hiciste todo lo posible, o que no es para vos porque eres poca cosa.

Hoy, estos días; da tu mejor versión, ¡da lo mejor!

¡Seguimos!

 

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Días recluidos y estrechez de recursos pasarán

¿Por qué seguir viviendo/luchando en medio de esta pandemia?

Jorge Luis Hernández Cascante

¿Por qué seguir viviendo/luchando en medio de esta pandemia?

Estos días recluidos y esta estrechez de recursos también pasarán.

Adelante veremos que esto fue también; porque la vida es corta y cada vez, la prisa la acorta aún más.

(Y como dice el chiste: “no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista”).

Con el alba nacimos.

Y la mañana de sol nos vio crecer, en el mediodía de nuestra vida crecemos y procuramos nuestra familia, oficio, profesión, nuestra empresa o patrimonio.

Un rato para compartir, otro para mirar, admirar, agradecer, aportar y ya el descanso.

Es tan corta que no vale dedicarla a guardar rencores, acumular cosas, abrir tristezas, o reclamar como si la vida nos debiera algo.

Quizás, en algunos casos; desde el nacer, papás y otros se esmeran por colocarnos en un castillo de fragancias y pétalos.

Así, como centro del mundo, nuestro ego crece y no admite tropiezos ni enfermedad.

Entonces pretendemos ser un narciso, un centro de la escena.

Así, equivocados, crecemos como eternos, aunque sólo somos un suspiro de vida, un instante de creación, un remolino que toma forma y luego desaparece en el río de la vida.

Lo bueno es que, vos, yo, seamos recordados, no por estorbo o impertinencia; sino por la bondad y servicio en este ahora tan corto que nos corresponde estar acá.

¡Seguimos!

 

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Covid-19: UNA colabora en abordaje de salud mental de la población

La solidaridad social y el apoyo mutuo son el mayor valor y el mejor recurso que tenemos los costarricenses para afrontar esta emergencia con nuestras familias y comunidades, afirma Raúl Ortega, representante de la Escuela de Psicología de la UNA en la Mesa Técnica Operativa de Salud Mental y Apoyo Psicosocial, y experto en intervención psicosocial en situaciones de emergencia y desastre.

El nuevo coronavirus representa una emergencia muy particular, con posibles implicaciones hacia los diferentes grupos poblacionales en condición de vulnerabilidad que hay en el país, entre los cuales se encuentra el personal de primera respuesta.

“Si bien es cierto que es posible desarrollar habilidades y recursos para trabajar sin consecuencias significativas en un entorno complejo como una emergencia o un desastre, todas las personas pueden estar expuestas a sentir malestar o a verse impactadas por las experiencias que tienen que abordar estos días, siendo estas consecuencias respuestas normales frente a una situación de alta exigencia emocional, cognitiva y corporal”, afirma el psicólogo Raúl Ortega, de la Escuela de Psicología de la Universidad Nacional (UNA) y representante de esa unidad académica en la Mesa Técnica Operativa de Salud Mental y Apoyo Psicosocial, coordinada por el Ministerio de Salud, durante esta emergencia sanitaria.

Además de participar en la labor estratégica que realiza esta Mesa Técnica de orientar las acciones en materia de salud mental y acompañamiento psicosocial para todo el país, Ortega –por su formación en intervención psicosocial en situaciones de emergencia y desastre- colabora en la coordinación con profesionales de otras instituciones (Ministerio de Salud, CCSS, CNE y UCR, principalmente) para la implementación de la Estrategia de Acompañamiento Psicosocial en grupos en condición de vulnerabilidad, así como la de un equipo que ha establecido los lineamientos para acompañar a profesionales del Ministerio de Salud, de la Línea 1322, y, otras instituciones públicas del país, en el autocuidado y el desarrollo de estrategias para afrontar las demandas de esta emergencia, la cual presenta características diferenciadas frente a situaciones críticas vividas en el pasado en nuestro país.

Posibles consecuencias psicosociales en una emergencia particular

En primer lugar, -destaca Ortega- se trata de una emergencia que ha afectado a todo el territorio nacional y no tiene una temporalidad establecida claramente; es decir, no se sabe exactamente cuándo va a terminar, lo que implica que su atención se mantiene de forma constante.

En el caso de los equipos de primera respuesta, que deben estar funcionando para abordar o reducir los efectos de la covid-19, no solo se exponen al rigor de la emergencia, sino también a jornadas de trabajo que pueden ser sobreextendidas, en las que deben hacer frente a situaciones de alta complejidad.

En segundo lugar, en la actual situación sanitaria, al estado de alerta que habitualmente se activa en una emergencia, se le suma la disminución del descanso y el miedo a contagiarse o ser fuente de contagio para otras personas. “De esta manera, las personas que tienen que salir a trabajar a la calle o estar en contacto con otros, para luego retornar a su casa, pueden sentir esa frustración y ese miedo de forma más significativa”, enfatizó el especialista de la Escuela de Psicología. Asimismo, otras personas pueden responder inapropiadamente por ese miedo, con conductas de odio y rechazo hacia profesionales de la salud o personas sospechosas o contagiadas por COVID-19.

En tercer lugar, es usual que las personas expuestas a las consecuencias de una emergencia o un desastre tengan una sensación de falta de control, la que en este caso puede ser más intensa, debido a la incertidumbre que rodea a la situación del nuevo coronavirus, tanto en el país como en el mundo.

Por último, dada la instrucción de mantener la distancia, en el caso de la covid-19, las personas pueden no disponer de los vínculos interpersonales, que en otras circunstancias, constituirían un recurso de apoyo físico y emocional para hacer frente a las posibles consecuencias de una situación de emergencia.

Frente a estas condiciones de sobrecarga emocional, el acompañamiento psicológico y psicosocial en esta emergencia con características tan particulares, es especialmente importante para facilitar a las personas el afrontamiento de esta situación. Y el equipo, coordinado desde la Mesa Técnica Operativa de Salud Mental y Apoyo Psicosocial, ha llevado adelante esta tarea, que también supone, en este caso, el reto de realizarla a distancia, por medios digitales o por teléfono, a diferencia de otras emergencias, en las cuales éste se hace de forma presencial, individualmente o en pequeños grupos, donde se pueden abordar directamente las necesidades o los efectos de la situación vivida.

Además, el especialista de la Escuela de Psicología considera relevante mencionar que, así como hay factores de riesgo que pueden potenciar los efectos de las situaciones de emergencia en la salud mental de las personas, también existen factores protectores que actúan como moderadores de estos efectos a corto, mediano y largo plazo.

Entre los factores de riesgo, se encuentran las condiciones de género, exclusión o desigualdad en general, que existan para una población o en un territorio particular.

Mientras tanto, entre los factores protectores, destaca el respeto a las diferencias, y, sobretodo, la solidaridad, el apoyo mutuo, como el más importante de los factores protectores. “Este factor es parte de la esencia de la población costarricense en situaciones de emergencia” –subraya el psicólogo Raúl Ortega- “y si bien se vuelve un reto en tiempos de distancia física, se puede seguir dando de muchas formas, estando presentes mediante un mensaje, una llamada, un paquete de arroz…”

“Por tanto” –concluye-, “la solidaridad social y el apoyo mutuo son nuestro mayor valor y el mejor recurso para afrontar esta emergencia con nuestras familias y comunidades”.

***Mayores detalles con periodista Oficina de Comunicación 8334-4150.

 

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Política Nacional en tiempos de COVID-19

El Observatorio de la Política Nacional, OPNA, le invita al conversatorio «Política Nacional en tiempos de COVID-19» este miércoles 6 de mayo a las 6:00 p.m. vía Zoom y que también será transmitido por medio del Facebook del Observatorio.

El OPNA solicita la divulgación que pueda hacer de la invitación a sus allegados y contactos. Además, a partir de hoy puede consultar sus informes y otros productos en: www.opna.ucr.ac.cr

 

Imagen de portada ilustrativa.

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Reflexiones de cuarentena

Adriano Corrales Arias*

            Probablemente nunca sabremos si el conavid-19 fue creado en un laboratorio o es una mutación genética de los miles de virus que pululan en la naturaleza y que cíclicamente nos atacan como las gripes estacionarias. Hay variadas teorías y muchas especulaciones al respecto, incluso acusaciones de países a países. Un grupo de inversionistas y políticos usamericanos hace unas semanas presentó una demanda contra China por la supuesta creación del virus en un laboratorio de Wuhan. Por lo contrario, muchos analistas, incluso usamericanos, infieren que el virus se creó en Estados Unidos para causar un daño profundo en la economía china. ¡Vaya a usted a saber!

            Lo cierto del caso es que enfrentamos una de las crisis más graves de los últimos siglos. Ya no solo por la pandemia, que ha causado y sigue causando miles de muertes en diversas partes del planeta, sino por el frenazo que ha sufrido la economía a escala mundial. Prácticamente toda la estructura productiva y financiera del globo ha entrado en recesión, al menos en una pausa que golpea a miles de trabajadores y productores de aquí y acullá. La crisis se amplía como un enorme hoyo vacío que podría hacer colapsar a muchos países pequeños e incluso grandes. De hecho, la hasta ahora supuesta economía más amplia y competitiva, la de Estados Unidos, está seriamente golpeada y parece que no se repondrá en el corto tiempo. El gigante se tambalea dramáticamente, su presidente y equipo de gobierno lucen desconcertados, erráticos y, para variar, prepotentes, guerreristas.

            Huelga decir que en países tan afectados como Italia y España, y el mismo Estados Unidos, como hemos dicho, fueron aplicadas la teorías neoliberales a ultranza como un fuerte shock político. (En América Latina países que no invirtieron en sistemas de salud: Ecuador, República Dominicana, Honduras, Colombia, y muchos más). Muchas de las instituciones, incluidas las de la salud y los seguros, fueron privatizadas o tercerizadas o, sencillamente, dejadas sin presupuesto ni personal idóneo para favorecer a la empresa privada, es decir, a la farmacéutica y a los servicios privados de salud. He allí el meollo de tan macabras escenas como las que nos ha tocado ver por la televisión o en las redes sociales. Está claro entonces que el problema no es tanto el virus como la economía capitalista con la contrarreforma neoliberal, la cual pretendía y pretende (en nuestro país) empequeñecer el estado trasladando sus responsabilidades al mundo privado, es decir, al mundo de los negocios. Ahora sabemos que los negocios no resuelven asuntos estratégicos colectivos (sociales) de vida o muerte, como los de la salud humana.

            Alrededor de este sombrío panorama se tejen también distintas teorías e hipótesis pos pandemia. ¿Cómo será el mundo que sobrevendrá a esta nefasta crisis? Filósofos, investigadores, políticos, escritores, artistas y demasiados aficionados, se animan a lanzar variados escenarios y mundos posibles, muchos distópicos, otros utópicos. Para algunos es el fin del capitalismo neoliberal y entonces sobrevendrá una suerte de comunismo consensuado (Zizek). Para otros el capitalismo sobrevivirá y retornará con más fuerza (Byun-Chul Han). Y hay quienes sostienen una posición intermedia (Judith Butler, Atilio Borón, et al), lo que resulte será más o menos un híbrido entre ambas concepciones, es decir, un socialismo democrático o socialdemócrata donde el estado recupere su protagonismo estratégico; en otras palabras, un renacimiento del Estado Social de Derecho. Son posibilidades y tendencias.

            Lo cierto de todo es que estamos en una transición fuerte y por tanto, dolorosa; mejor dicho, en una espesa encrucijada. A veces parece una guerra global planeada contra los pobres y desvalidos, especialmente los ancianos, y dirigida por fuerzas oscuras y extraordinarias. Hacia dónde nos llevará esta encrucijada es lo incierto. Pero no cabe duda de que el mundo será absolutamente distinto. El sacudón interno que hemos padecido y padecemos sostenidamente, nos ha hecho recapacitar, reflexionar y meditar sobre el mundo que queremos para nosotros y para quienes nos seguirán. Son millones de personas alrededor del mundo las que en este momento meditan, oran, reflexionan, crean y proyectan un mundo más humano donde mujeres y hombres convivamos con mayor armonía, igualdad y justicia. Es el mundo que habremos de construir desde nuestros corazones, desde el cambio radical de conciencia que ya se percibe y se presiente.

            La pandemia, natural o inducida, casual o agendada, nos ha colocado frente a un enorme espejo cóncavo donde hemos mirado todas nuestras falencias y errores, nuestros fantasmas y monstruos (sí, los que ha creado la razón; ¡gracias querido Goya), los horrores de una civilización que cambió los dioses por el mercado y al ser humano y sus valores más preciados por mercancías tangibles e intangibles. Pero también nuestras virtudes y potencias, nuestras capacidades de resiliencia, compasión y entrega. Tocará abrazarnos, tomarnos de las manos y echar a andar, pero todos unidos como en el poema “Masa” del grande César Vallejo. Y con la conciencia cósmica de que el planeta es nuestra gran casa, la de todas y todos; y que solamente la solidaridad, la empatía y la paz, permitirán la construcción de sociedades más justas e igualitarias que nos permitan sobrevivir como especie.

*Escritor.

Imagen: https://museogoya.ibercaja.es/obras/el-sueno-de-la-razon-produce-monstruos

De la pandemia a la partenogénesis

Arnoldo Mora Rodríguez

Como si estuviéramos ante una nueva versión del dios Jano, un fantasma de doble rostro recorre el mundo; se trata de un solo fantasma pero con dos rostros: el uno que mira hacia atrás, el otro hacia adelante. Ambos ya son conocidos por la humanidad; el uno nos da una visión del pasado, el otro atisba el futuro; el uno es una pesadilla, el otro un sueño; ambos constituyen una muestra indeleble de lo que es la cultura occidental. La pesadilla fue anunciada por el fantasma como el anuncio de la tragedia que envuelve el trono de Dinamarca, según el célebre drama de Shakespeare; el otro rostro lanza la primera frase del no menos célebre Manifiesto de 1848 en que Carlos Marx y Federico Engels proclaman que un nuevo salvador ha venido al mundo: el proletariado (“los pobres de la tierra” diría hoy la teología de la liberación, en una frase que evoca a José Martí, tanto como al Sermón de la Montaña).

En mi reclusión de estas semanas en mi casa, se han dado cita en mi mente estos dos fantasmas, mientras veo a la humanidad sumida en los dolores de un parto, que anuncia que el terror apocalíptico de las pestes debe convertirse en grito de esperanza ante el advenimiento de una nueva época, tal como, a inicios del segundo milenio lo proclamara el monje calabrese Joaquín de Fiori. La evocación de ese teólogo medieval no es gratuita, ni casual. Hoy vivimos el fin del segundo milenio de la cristiandad y el inicio del tercero; el año 2000 no fue sólo el comienzo del nuevo siglo, el XXI, sino igualmente el inicio de un nuevo milenio, el tercero. Pero, para saber hacia dónde vamos, debemos primero conocer de dónde venimos. En vísperas del primer milenio Julio César crea el modelo de Estado que le permitirá a Occidente dominar el mundo, al convertir la República de Roma en el Imperio Romano; seis años antes del año con que comenzó nuestra era nace, según hay consenso entre los historiadores actuales, el personaje histórico más influyente de la historia hasta el momento actual: el judío Yeoshua de Nazareth, llamado Jesucristo, según la terminología del griego coiné imperante como lengua franca de la Cuenca del Mediterráneo en esa época. En el año mil en la Edad Media cristiana, se vive como cosmovisión la versión milenarista de la teología, según la cual, con la llegada del año mil, retornaría Cristo a juzgar a los pueblos y, con ello, la humanidad tal como la conocemos, habría llegado a su fin, sólo habría el cielo y el infierno, el primero para los justos y el segundo para los perversos; la profecía del Apocalipsis se habría cumplido, por lo que la historia de la humanidad y la humanidad misma no sería nunca más la misma, se acababa un mundo y se daba inicio a otro, radicalmente nuevo, calificado por Fiori como la era del Espíritu Santo, en que la iglesia jerárquica desaparecería y daría inicio la era de la libertad de los hijos de Dios…Pero resultó que Cristo no regresó ni se acabó el mundo; todo lo contrario, el papado, que como centro de poder absoluto se venía paulatina pero inexorablemente confirmando, llenando así el vacío provocado por la decadencia del Imperio creado por Carlo Magno y el nacimiento de lo que se llamará Europa; el papado lanzaría Las Cruzadas, con lo que se iniciaba la conquista del Mediterráneo y la expansión planetaria del Occidente Cristiano como potencia dominante…hasta el presente. Desde entonces Occidente ha emprendido una cruzada que abarca el planeta entero, que se inicia con el “descubrimiento” de todo un Nuevo Mundo más allá de “la Mar Océano”, como llamaban los conquistadores españoles al actual Océano Atlántico; el pequeño pero poderoso militarmente reino de Castilla lograba la proeza histórica de forjar el primer imperio en el cual “no se ponía el sol”. Se requerirán cuatro siglos para que surja otro imperio absolutamente planetario, el británico, que será amo del universo durante todo un siglo: desde la Batalla de Waterloo (1815) hasta la 1ra. Guerra Mundial (1914). El último imperio de Occidente, el Norteamericano, hegemónico después de la 2da.Guerra Mundial (1940) llega, con el nuevo siglo y con el nuevo milenio, a su fin; con ello, como decía el último primer ministro laborista Gordon Brown en la Cumbre de Dabos del 2008:”West is over”.

La actual pandemia, la más planetaria que conoce la historia, ha puesto dramáticamente en evidencia que estamos siendo testigos de la más grande revolución política, social y cultural que pone fin a dos mil años de hegemonía mundial de la Cristiandad Occidental. Pero no por ello la humanidad o la historia se acaban; un nuevo orden mundial se gesta construido por un nuevo sujeto histórico: un ser humano con conciencia o identidad planetaria, dado que los actuales desafíos a los que afronta la especie ya no son regionales sino planetarios; por eso, en cada decisión que tomemos, se pone en juego la sobrevivencia misma de la especie. Nunca como ahora que el homo sapiens ha acumulado la mayor cantidad de poder que especie viviente alguna haya logrado en la evolución, el espectro de la muerte nos acompañará tanto como la euforia provocada por la conciencia de disfrutar de un poder cuasi infinito; viviremos entre la pesadilla y el ensueño. Como lo vislumbró Shakespeare poniendo al fantasma del padre de Hamlet a denunciar la podredumbre oculta tras los oropeles de un trono real, que haría que los tiempos de gloria de la corona danesa se convertirían en una sangrienta pesadilla. Pero también estos tiempos de cambio anuncian el advenimiento de lo que Nietzsche denominó “aurora” de un nuevo día, que se convirtió en el motor que ha movido todas las revueltas de los movimientos populares, cuyo programa de acción fue redactado en 1848 por Marx y Engels; recurriendo a la terminología de Teilhard de Chardin, para ello debemos transitar “de la divergencia a la convergencia”. Hasta el momento actual, la especie ha sobrevivido; ahora debe aprender, so pena de extinción, a convivir; debemos pasar de la sociedad (instinto gregario propio de casi todas las especias de mamíferos) a la comunidad conformada por personas solidarias; lo cual sólo se logra cambiando de escala de valores. La concepción antropológica que identifica ser humano con individuo debe ceder el paso a lo que la doctrina social de la Iglesia, inspirada en la filosofía de Aristóteles, denomina “ser social”. Ante este reto no somos libres, si por tal entendemos el ejercicio de lo que San Agustín denominaba “libre albedrío”.

La humanidad afronta el fantasma del suicidio colectivo en cuatro desafíos. A partir de Agosto de 1945 (Hiroshima y Nagasaki) vivimos bajo la sombra ominosa del hongo nuclear; luego en 1968 el Club de Roma anuncia que la destrucción de las especies vivientes desenmascara el mito de una sociedad del despilfarro, basada en una industrialización llevada a cabo a contrapelo de una ética ecológica; ya en este siglo, un diminuto virus le ha quitado la corona al homo sapiens y se ha convertido en el apocalíptico ángel de la muerte, desenmascarando la destrucción de los más elementales valores humanos perpetrado por el capitalismo salvaje, que se nutre de la nefasta ideología neoliberal. Sólo nos resta acabar con el cuarto ángel exterminador, cual es la dictadura mediática, propulsora de las falsas noticias. Cuatro guerras mundiales: la nuclear, la ecológica, las pandemias y el imperio mediático de la infamia y la mentira. Sólo venciendo esas amenazas de destrucción masiva, que pondrían fin a la especie humana, podremos construir una paz auténtica como espacio de convivencia digna de seres humanos, tal como sería la era mesiánica proclamada por la esperanza escatológica de la teología de la historia de inspiración judeocristiana. Habríamos así pasado del horror de la pesadilla al embeleso del ensueño; de la tragedia de Hamlet a la edad de oro anunciada en el Manifiesto de 1848. De la pandemia a la partenogénesis.

Foto: UCR

La realidad de la deuda pública y la solución correcta y posible

Óscar Madrigal

11 MIL MILLONES DE COLONES POR DÍA es lo que tiene que pagar Costa Rica diariamente por la deuda pública. Al mes representa ¢330 mil millones de colones.

Para poder dimensionar esta cantidad, podríamos decir que con ese monto se le podría dar un subsidio de ¢125.000 colones mensuales a 2.640.000 personas. Más de la totalidad de la fuerza de trabajo del país.

De esos ¢330 mil millones mensuales, el 80% corresponde al pago de intereses. Casi no abonamos nada a la deuda.

Solo en intereses pagamos los costarricenses ¢264.000 millones de colones POR MES.

El servicio de la deuda, calculado en dólares, cada mes es de $582 millones de dólares. Es superior al préstamo que dará el FMI y por el cual está poniendo como condición vender activos del Estado.

El Gobierno pretende resolver los problemas sobre más endeudamiento. Tiene planeada la aprobación de unos $3.100 millones de dólares para paliar la crisis.

De tal manera que con solo cinco meses de moratoria de la deuda podría tener una cantidad igual o superior a todo el endeudamiento previsto, con los condicionamientos e hipoteca aún mayor sobre el futuro del país.

Sin una moratoria de la deuda, es decir, sin una posposición del pago de la deuda, el país no saldría bien librado de esta crisis. No se trata de no pagar, sino de lograr 12 o 24 meses de posposición de los pagos.

Con un año de moratoria el Gobierno podría disponer de ¢4,01 billones de colones, lo cual le permitiría tener los recursos suficientes para la reactivación económica, el impulso a infraestructura incluyendo el tren eléctrico y la subvención a los trabajadores y trabajadores y empresarios golpeados por la crisis.

¿Es imposible una moratoria? En el plano internacional se están dando condiciones inmejorables; hasta el FMI y el BM hablan de moratoria a los países más pobres. Respecto a la deuda interna habría que buscar los mecanismos para ajustar el principal y los intereses a un año plazo.

El Presidente Alvarado hizo un llamado a la comunidad internacional a finales del mes de marzo donde dijo: “asistencia financiera otorgada… deberían ser excepcionales en cuanto a interés, periodo de gracia y tiempo de pago. Debe a su vez, avanzarse con un arreglo de pago de las carteras existentes, y eventualmente disponer la suspensión de pagos”.

El Presidente plantea una vía correcta y posible: hacer un arreglo de pago de las deudas existentes, lo que significa una especie de moratoria de la deuda. Pero aún más el Presidente habla de la eventualidad de una SUSPENSIÓN DE PAGOS.

Esta es la salida menos traumática y más humana a la crisis actual y venidera.

(Los datos utilizados son con fundamento en el Ministerio de Hacienda).

La peor peste: la pobreza

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

         El principal y gran desafío que enfrentamos como país es aplanar las curvas en ascenso de la desigualdad y el desempleo, generadoras de la peor peste: la pobreza.

         Según el economista Leiner Vargas, la tasa de desempleo del 12.4% podría duplicarse después de la pandemia, alcanzando a más de 650. 0000 desempleados, y si a eso se le suma el subempleo del creciente sector informal la pobreza aumentará dramáticamente. En desigualdad estamos entre los mejores: ocupamos el octavo lugar a nivel mundial y el sexto lugar entre los países de América Latina.

         El país logró avances significativos en contener la desigualdad y el empobrecimiento con el pacto social y político de los años 1940, que nos heredó la Costa Rica de los niños calzados y una robusta institucionalidad social, con la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) a la cabeza.

         Gracias a esa institución y sus visionarios fundadores, estamos logrando aplanar la curva del COVID-19. Seguimos viviendo de las glorias pasadas, porque para contener la peste de la pobreza, aplanando las curvas de la desigualdad y el desempleo, no tenemos una clase política visionaria y a la altura de los tiempos que vive el país.   

         Fue en la década de 1980 cuando se inició el camino escabroso hacia la ruptura de este pacto, con la aplicación de los Programas de Ajuste Estructural (PAES), por parte del bipartidismo: Partido Liberación Nacional y Partido Unidad Social Cristiana (PLUSC), atendiendo a las recetas neoliberales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM). Estas políticas empobrecieron al país, incrementaron la desigualdad y bajaron su perfil de clase media. Hoy, el FMI vuelve a sus recetas con su añejo telele de recomendar al país vender activos.

         Esa ruptura alcanza su punto culminante en el actual gobierno del Partido Acción Ciudadana (PAC), del señor Carlos Alvarado, que ha venido a profundizar los índices de desempleo y subempleo, protegiendo a los ricos y sus empresas y desprotegiendo a los trabajadores; precarizando a la clase media y profundizando la pobreza. Y en un contexto de pandemia, se castiga el ingreso de los trabajadores y pensionados del sector público, para ofrecer dadivas a los pobres que no alcanzan a satisfacer sus necesidades básicas.

         Una vez más se evade la responsabilidad histórica, ética y política, de hacer que los ricos, de una vez por todas, paguen los impuestos como ricos. Es lamentable que se prefiera quebrar la Caja y hasta el país, con tal de no tocar las arcas llenas de los nuevos ricos.

         Estamos ante una nueva clase política multipartidista que cogobierna para una oligarquía neoliberal frívola y egoísta, hoy representada en el país por la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada (UCCAEP) y defendida por la “dictadura mediática”.

         Para ocultar esta complicidad, se inventan y promueven planes salvadores –“pan y circo”, para el pueblo–, tales como el Plan Escudo y el Plan Avancemos en el gobierno del señor Oscar Arias (2006-2010), cuya modalidad se vuelve a reciclar con el Plan Fiscal de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas y el Plan Proteger en el gobierno actual.

         Este juego de aparentar gobernar a favor de los pobres cuando realmente se “Protege” a los ricos, es la estrategia propagandística utilizada para obtener dividendos político-electorales, por parte de una nueva clase política parasitaria que busca prebendas salariales o vínculos con el mundo de los grandes negocios: comerciantes de la política o “políticos empresarios”. 

         La realidad es que este cogobierno multipartidista, aliado incondicional de esta oligarquía empresarial, financiera y mediática, está contribuyendo a que cada día la peste de la pobreza cobre más víctimas.

         Sin embargo, “no hay mal que dure cien años ni cuerpo (pueblo) que lo resista”. El cogobierno de unidad nacional, para salvar a los ricos y hundir a los pobres y a la clase media, tiene sus días contados, aunque las encuestas coyunturalmente lo favorezcan.

         Estamos a las puertas del nuevo pacto social y político anti-oligárquico para la revitalización del Estado Social de Derecho. La única opción para aplanar la curva de la desigualdad y del desempleo y eliminar la peor peste: la pobreza.

Foto: Semanario Universidad