El pasado 6 de noviembre se inició en Egipto, la No. 27 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Con la participación de casi 200 países y hasta el 18 de noviembre, varios miles de participantes (presenciales y virtuales) estarán discutiendo la búsqueda de acuerdos para atender los cada vez más graves efectos negativos que produce el Cambio Climático. Algo agravado por la guerra y la crisis económica mundial.
Con el contexto de que la temperatura de la atmósfera del planeta se ha incrementado en 1,2 grados respecto a los niveles preindustriales, con concentraciones de CO2 a 421,95 ppm (parte por millón) a abril del 2022 con una clara tendencia creciente y con la ausencia de tres de los países más contaminantes: China, Rusia y la India; la perspectiva de éxito de esta conferencia es similar a las de las 26 conferencias anteriores. Es decir: muchas conversaciones, muchas negociaciones y un éxito parcial (por no llamarle fracaso rotundo) que no se traduce en cambios verdaderamente efectivos.
Ante esta situación se hace necesario plantear un urgente cambio de estrategia en la lucha contra el Cambio Climático. Cambio que debe empezar por comprender que la lucha no solo se limita al Cambio Climático, sino para todos los límites planetarios que tienen la Ecosfera terrestre en un severo estado de desequilibrio. Existen soluciones y se requieren de acuerdos globales, pero a diferencia de lo que hasta ahora se ha discutido y “hecho”, se ocupan acciones concretas de tipo local, pero ubicuas en todo el planeta. Analizamos aquí algunos lineamientos de este urgente cambio de estrategia.
Anomalías climáticas en incremento: una anomalía climática es una desviación del valor de un elemento del clima respecto a su valor normal. Para identificarlas se reconocen las diferencias entre un evento climático en un determinado lugar y la condición promedio de ese factor respecto a la latitud y longitud geográfica de ese territorio.
En otras palabras, las anomalías climáticas son los eventos extraordinarios, no esperados y desconocidos para los pobladores de determinado lugar del planeta.
En los últimos 10 años las anomalías climáticas se han incrementado en frecuencia y extensión. Hay muchos ejemplos de esas anomalías: grandes sequías en Europa y Sudamérica, olas de calor en el ártico, inundaciones extraordinarias en zonas áridas de Asia, cada vez más fuertes heladas en el hemisferio norte y más frecuencia de alternancia de grandes lluvias en los trópicos y sequías extremas.
Cada año se rompen récords de temperaturas más elevadas o más bajas o de mayores lluvias en muchos lugares del mundo. Eso no es casual. Se vincula directamente con el aumento de la temperatura de la atmósfera planetaria y ésta, a su vez, al contenido de CO2 que también sigue en crecimiento.
No se requiere se experto en cambio climático para saber que la situación está cambiando rápidamente y que está desmejorando año con año.
El 2030 es nuestro límite crítico: en el 2015 el Acuerdo París se propuso como objetivo primordial el tratar de fortalecer la respuesta mundial al cambio climático, limitando el aumento de la temperatura mundial muy por debajo de los 2 grados centígrados, al tiempo que se continue con los esfuerzos para limitarlo a 1,5 grados.
Las actuales proyecciones de aumento de la temperatura es que esta alcanzará el límite 1,5 grados muy cerca del 2030 que, originalmente, se pensó ocurriría en el 2050. Este límite de 1,5 grados se considera un límite crítico, de no retorno, que tendrá severas consecuencias ambientales en todo el planeta.
Consecuencias como por ejemplo la pérdida de los arrecifes coralinos de todo el mundo, el incremento en la pérdida de bosques y ecosistemas, las sequías y la desertificación con la consecuente pérdida de suelos, el deshielo de las capas polares y el incremento del nivel del mar, además de un aumento de las anomalías climáticas. Desde el punto de visto humano esto se traduce en pobreza, enfermedades, hambre y migración, entre otras calamidades.
El 2030 no solo representa un límite crítico en materia de Cambio Climático, sino también en otros temas ambientales vinculados (límites planetarios), como pérdida en la biodiversidad terrestre y marina, la pérdida de calidad ambiental por contaminación, la disminución significativa de los reservorios de agua dulce y toda la cadena de impactos que se generan de estos eventos y entre los que destacan la disminución en la producción agroalimentaria y el desarrollo de zoonosis que pueden derivar en nuevas pandemias.
Estrategia de descarbonización: los objetivos planteados por el Acuerdo de París del 2015 (que empezó a regir desde el 2020) ahora, en el 2022, a la luz de la realidad que afrontamos, resultan tímidos y muy laxos, basados en la buena voluntad de los países en aplicar acciones concretas, fundamentadas principalmente en la descarbonización de las economías. Algo que, evidentemente, no está lográndose de forma objetiva, todo lo contrario, parece que, a pesar de tantas conversaciones y negociaciones, seguimos avanzando en sentido contrario.
Los datos de la ONU de octubre del 2021 señalaban que las emisiones de CO2, por sí solas, alcanzaban las 33 gigatoneladas en 2021 (una gigatonelada equivale a mil millones de toneladas). Cuando se consideran todos los demás GEI (gases de efecto invernadero como el metano, óxido nitroso y fluorocarbonos), las emisiones anuales son cercanas a los 60 GtCO2e (gigatoneladas de CO2 equivalente).
Por lo tanto, para tener la oportunidad de alcanzar el objetivo de 1,5°C, se deben reducir casi a la mitad las emisiones de GEI. Para el objetivo de 2°C, la necesidad adicional es menor: una caída en las emisiones anuales de 13 GtCO2e para 2030. Estos objetivos no se están logrando con la descarbonización, la tendencia global, es contraria, pues se están dando incrementos en la producción de gases de efecto invernadero.
Incluso en Europa, que ha sido baluarte en la lucha contra el Cambio Climático, se empiezan a levantar voces cada vez más fuertes que cuestionan decisiones dirigidas a la reducción de emisiones. En medio de una economía de guerra, cuando hay carencias de energía, algunos lineamientos originales parecen poco lógicos y alimentan las opiniones de que se trata más de temas ideológicos y de negocio para algunos que un verdadero conjunto de acciones efectivas. Algo que a la luz de los avances obtenidos sigue generando muchas dudas.
Por otro lado, el hecho de que los tres países (China, Rusia y la India) que producen mayor cantidad de emisiones (40 % del total) no formen parte de la estrategia de reducción de emisiones, tampoco ayuda a dar más confianza y seguridad en el camino que se sigue.
Cambios estratégicos: la reducción de emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero es muy importante, pero no debe ser la única medida en la lucha contra el cambio climático. Se requieren implementar y reforzar otras medidas concretas y efectivas que permitan que los países que hasta ahora no se han integrado, se incentiven a hacerlo.
Esas medidas deben llevar a que el trabajo se haga de forma local, a escala de los gobiernos locales de cada país del mundo y con la participación efectiva de su población. Además, las medidas a implementar deben ser multiobjetivo, es decir que además de capturar carbono y ralentizar los efectos del cambio climático, sirvan para restaurar suelos, bosques y recuperar la biodiversidad que se está perdiendo aceleradamente junto con la calidad ambiental de la Ecosfera terrestre. También deben promover el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de esos gobiernos locales.
La agricultura y la ganadería convencionales deben cambiar hacia la producción regenerativa que contribuya también a restaurar suelos y ecosistemas y a disminuir la contaminación del suelo y de las aguas superficiales y subterráneas, así como de los océanos.
La protección de los bosques tropicales y boreales existentes es muy importante. Pero para evitar llegar al límite de 1,5 grados, se requiere desarrollar desde ahora y hasta el 2030 al menos 250 millones de hectáreas de bosques tropicales en América Latina, África, Asia y Oceanía.
El financiamiento de estos nuevos bosques debe provenir de la producción y consumo de hidrocarburos y otros combustibles fósiles de forma tal que por cada tonelada de CO2 que se utilice, se garantice que se financiarán, por lo menos, dos toneladas de CO2 almacenado en bosques existentes y en nuevos bosques y suelos regenerativos.
Esta inversión es prioritaria no solo en la lucha contra el cambio climático, sino contra todos los límites planetarios cuyo punto de inflexión está cerca y que, juntos, contribuyen al desequilibrio de la Ecosfera terrestre. Además, como hemos señalado, la inversión en bosques, suelos y biodiversidad en países tropicales (la gran mayoría países pobres) ayudará a resolver problemas sociales y educativos en esta región, incluyendo temas muy sensibles como la migración hacia los países de primer mundo.
También, como hemos señalado ya, la selección de los territorios para el desarrollo de nuevos bosques tropicales y para la agricultura y la ganadería regenerativa tiene que hacerse con un efectivo y eficiente criterio técnico establecido mediante el ordenamiento y la planificación territorial.
Se debe garantizar que, a pesar del trabajo por restaurar el equilibrio de la Ecosfera terrestre y luchar contra el Cambio Climático, el progreso humano debe continuar, pero de una forma sustentable, no contaminante, basado en una economía circular que garantice crecimiento y desarrollo socioeconómico de los países. Los problemas ambientales actuales tienen que corregirse.
Cuando hacemos los números para la implementación de esta estrategia complementaria vemos que, si son posibles siempre que se logre un acuerdo real, efectivo y obligatorio entre los países, en particular los del primer mundo. Lo llamativo de todo esto es que la inversión necesaria es menor a la que se hace en gastos militares.
Sabemos que el camino no es fácil, y por eso, se requiere un esfuerzo extraordinario. Dentro de este esfuerzo es vital que le demos una gran importancia al tiempo. No es posible que sigamos dejar pasar el tiempo como si no estuviéramos en una auténtica emergencia planetaria.
Debemos empezar lo antes posible y por eso, la COP requiere ser profundamente reestructurada hacia un nuevo acuerdo global para restaurar el equilibrio de la Ecosfera terrestre y para ralentizar los efectos del Cambio Climático. Requerimos de acciones concretas y efectivas dentro de un nuevo derrotero global.
*El autor es geólogo ambiental, especialista en ordenamiento y planificación del territorio, gestión del riesgo y evaluación ambiental, con más de 25 años de experiencia. Durante los últimos 15 años se ha especializado en el trabajo por la restauración del equilibrio de la Ecosfera terrestre y la lucha contra el Cambio Climático.
“Juré solemnemente que mi familia sería siempre lo primero y que la crisis climática sería la máxima prioridad en mi carrera profesional.”
“El ritmo de destrucción ha empeorado y la necesidad urgente de una respuesta se ha hecho aún más acuciante.” (Al Gore. “Una Verdad Incómoda. La crisis planetaria de calentamiento global y cómo afrontarla.” Barcelona, España. Gedisa editorial. Primera edición, 2007)
Unas palabras introductorias
En el año 2007, Albert Gore Jr., mejor conocido como Al Gore, se le concedió el Premio Nobel de la Paz. Fue apenas seis años después de haber ejercido como vicepresidente de Los Estados Unidos, junto a Bill Clinton en calidad de presidente. El período de gobierno de ambos se había prolongado del año 1993 al 2001. La motivación esencial que tuvo el jurado que lo premió con el “Nobel” fue debida a su contribución a la reflexión y acción mundial contra el cambio climático.
En los ocho años que fungió como uno de los dos líderes del gobierno estadounidense Gore, entre otras tareas quedó sumergido en la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global, de un modo que, no lo había hecho nunca un dirigente gubernamental de ese nivel en el gobierno federal; ni hasta el momento lo ha repetido ninguno otro, incluyendo a Barak Obama, cuyos aportes y atestados en este campo fueron muy destacados también.
Se inmiscuyó tanto en la tarea, en gran parte auto encomendada, que logró obtener una visualización completa de la magnitud de la crisis climática en la que desde entonces se abatía la humanidad, a causa principalmente de la contaminación provocada por la quema de los hidrocarburos para mover la gran industria contemporánea. En la introducción al libro suyo que hemos citado, “Una Verdad Incómoda”, el exvicepresidente quiso dejar constancia de varios hechos extraordinariamente peligrosos, nos dijo:
1. Hay una verdad incómoda para la especie humana; aunque según la posición que se ocupe en la estructura productiva y social, cada sector posee diversos grados de responsabilidad. Es incómoda, porque como dijera el propio Al Gore: “…los humanos son la causa del calentamiento global actual y que, a menos que actuemos rápidamente, las consecuencias para nuestro hogar planetario podrían ser irreversibles.” (Cfr. Ibidem). Sí, las consecuencias catastróficas podrían ser irreversibles para el planeta en su conjunto y, desde luego para la vida, en todas sus manifestaciones en él; tengamos en cuenta que este aserto fue expresado hace ya 15 años. ¿Hemos logrado revertir el proceso de calentamiento global y sus consecuencias?
2. Los científicos, el mundo en su conjunto ha constatado con abundantes pruebas que, los ciclos de la naturaleza “están cambiando profundamente”; la evidencia la constatamos en carne propia tras los eventos extremos que están ocurriendo ya en la tierra, ya en el agua; también la encontramos en el hielo que se licúa y en la nieve que se derrite, durante las olas de calor y las sequías, en los ojos de los huracanes y en las lágrimas de los refugiados del mundo. (Cfr. Ibid.) En el otro extremo, se presentan, cada vez con mayor frecuencia, temperaturas extremadamente bajas (más allá de lo normal), que convierten extensas zonas del mundo habitadas, en regiones inhóspitas durante los inviernos. La situación es de emergencia planetaria nos espetó también Al Gore, desde aquellos distantes años. ¿hemos logrado revertir el cambio climático?
3. Desde el “Tratado de Kioto” en Japón, año 1997, (hace 25 años, remarco), los líderes mundiales se atrevieron a pasar de un mero diagnóstico del calentamiento global y sus causas, para bosquejar un “Tratado”, cuya meta principal consistió en ´controlar la contaminación que produce el calentamiento global´. ¿Es que acaso estamos tan siquiera cerca de haber alcanzado la meta o, por el contrario, aquellas causas generadoras del calentamiento del clima se han exacerbado?
4. Ahora nos enfrentamos con mayor agudeza que nunca, dijo también el exvicepresidente Gore, a la desaparición de especies enteras de animales y plantas derivado de la acción depredadora de los humanos sobre la Tierra. El fenómeno es equiparable con la extinción masiva de los dinosaurios de la faz de este planeta, se cree que provocado entonces por el impacto colosal de un ‘gigantesco asteroide’ contra el Planeta que habitamos. Es decir, hace 2.200 millones de años el cambio climático y el desastre ecológico provocado que, entre otros desastres acabó con la vida de los dinosaurios, se debió a un fenómeno natural; hoy, el impacto sobre el Planeta proviene de la acción humana que, ha provocado la contaminante carbonización de la economía en todo el mundo y amenaza con extinguir la vida en todas sus manifestaciones.
Las políticas públicas medioambientales y la ‘Gobernanza’
En artículos anteriores, nos hemos referido a lo insoslayable que resulta para cualquier país de la tierra hoy, impulsar una estrategia concertada, integral, y con perspectiva de mediano o largo plazo, para enfrentar los persistentes fenómenos de la desigualdad y la pobreza que tienen en ascuas y envilecida a una gran parte de la población mundial. Los mismos gobiernos donde esto ocurre, carecen de una verdadera ‘Gobernanza’, puesto que nada produce más inestabilidad política e inquietud social que la miseria y las brechas sociales, entre ellas las de género, las de carácter étnico que afectan a minorías discriminadas, así como las brechas digitales y tecnológicas en general entre las naciones y al interior de ellas. Esto, los científicos sociales y politólogos lo han constatado fehacientemente y los organismos internacionales más democráticos, como la CEPAL o el PNUD, lo tienen debidamente documentado. No hay ‘Gobernanza’, sin una atención constante y mediante políticas públicas eficaces y alianzas público-privadas que brinden atención a la desigualdad y la pobreza.
Del mismo modo, no podrá hablarse de ‘Gobernanza’, en el sentido que la hemos definido en estos ensayos, sin incorporar a este concepto, políticas públicas sistemáticas, constantes, participativas, evaluables y relativas a la protección medioambiental. La postergación de la adopción de políticas de desarrollo sostenibles y sustentables con el planeta, con la vida y los ecosistemas, que permitan revertir el calentamiento global y el cambio climático, no hacen sino aproximarnos como humanidad a peores catástrofes que las que hemos visto y padecido; ya que, nos están empobreciendo aun más a todos. Continuar postergando las soluciones, largamente recomendadas por la ciencia, para eliminar la carbonización y la contaminación ambiental es de una irresponsabilidad incomparable con nada. Las consecuencias de la contaminación producen secuelas acumulativas.
De ahí que, nadie, ninguna nación por pequeña e insignificante que parezca, con mayor razón las que son grandes y poderosas, tiene derecho a desentenderse de la contaminación y el calentamiento del clima que hemos provocado con el uso intensivo de los hidrocarburos y otros contaminantes. Fenómenos del clima que hace treinta o cuarenta años, permitían un margen de tiempo a los gobiernos para que pudiesen organizarse y enfrentar o incluso prever los eventos (al menos algunos de ellos) hoy los tenemos encima, golpeándonos continuamente y con efectos devastadores. ¿Quiénes son los más afectados? Como siempre las personas más sufrientes por carecer de recursos económicos, educativos y de salud de calidad; son aquellos mismos que se han visto privados también del acceso a la tecnología y despojados de los bienes inmateriales, pero muy reales de la cultura; en pocas palabras, no son otras que las poblaciones subalternas de la sociedad, las más vulnerables de la tierra. Como dijera Martin Luther King JR: “Estamos ante el hecho, mis amigos, de que el mañana es hoy.”
El tiempo se agotó, la temperatura promedio del planeta ya está 1,2 grados centígrados por encima del nivel promedio de la época preindustrial de mediados del siglo XIX. Nos encontramos preocupantemente cerca de alcanzar como promedio los 1.5 grados centígrados por encima del promedio de la era preindustrial. Límite establecido por los científicos, por encima del cual el clima comenzará a tornarse cada vez más inhóspito. Si no se logra detener el calentamiento de la atmósfera y llegamos a 2 grados centígrados (apenas 0,8 grados centígrados superior a lo que tenemos hoy), la vida se hará insostenible. Debe tenerse presente que, los últimos 8 años han sido los más caliente de la historia moderna de la humanidad.
Por estas razones, repito ahora una frase feliz que le acabo de escuchar al académico MSC. Fernando Mora: “El cambio climático es un tema no solo ambiental, es de desarrollo.” De lo anterior se desprende que, hoy la Gobernanza solo puede prevalecer en aquellos países cuyas políticas públicas estén encausadas a brindar verdadera participación en la toma de decisiones a la sociedad civil; aquellas que logren con eficacia y eficiencia encaminarse a abatir la desigualdad y la pobreza e incorporen al mismo tiempo, medidas apropiadas para descarbonizar la economía sustituyendo cada vez más el uso de hidrocarburos (combustibles fósiles), por energías limpias e introducir políticas ambientales adecuadas para coadyuvar a ralentizar el calentamiento de la atmósfera que hemos causado.
Mauricio Gutiérrez. Foro Confluencia Solidaria / Escuela de Química UCR
La descarbonización de las actividades humanas
La lucha contra el cambio climático causado por la emisión excesiva de gases de efecto invernadero (CO2, metano, etc.) es uno de los principales retos de la sociedad humana contemporánea. La principal fuente antropogénica de gases de efecto invernadero es el CO2 que se emite del uso de combustibles fósiles (gas natural, derivados del petróleo y carbón mineral) en diversas actividades humanas, como el transporte, procesos industriales, calefacción, generación de electricidad, etc. Por lo tanto, para evitar los peores efectos del cambio climático (que ya está ocurriendo) es necesario reemplazar, en todas estas actividades humanas, los combustibles fósiles por alternativas que no resulten en emisiones netas de gases de efecto invernadero. A esto se le conoce como descarbonización.
Hidrógeno gris vs. hidrógeno verde
El hidrógeno (H2) es un gas que se puede usar como combustible. La ventaja con respecto a los combustibles fósiles es que el producto de su combustión no es CO2, sino agua. El hidrógeno no solo es un gran combustible, sino que también es esencial en varios procesos industriales de importancia global, notablemente la producción de amoniaco, materia prima de los fertilizantes sintéticos y otros materiales.
¿De dónde sacamos el hidrógeno? Por ser tan reactivo, la concentración de hidrógeno en la atmósfera es bajísima, por lo que es necesario sintetizarlo de alguna forma. Actualmente, la mayoría del hidrógeno (alrededor del 95%) se produce a partir de combustibles fósiles, en particular gas natural (metano) por medio de un proceso llamado reformado con vapor, en el que se mezcla el gas con vapor de agua a altas temperaturas [1]. Esta es la opción más barata, pero tiene una huella de carbono alta, puesto que no solo se produce hidrógeno, sino también CO2. Al hidrógeno producido a partir de fuentes fósiles se le conoce como hidrógeno gris. En este caso el “gris” tiene una connotación de sucio o contaminante.
Otra alternativa (actualmente más cara) para producir hidrógeno es a partir de la llamada electrólisis del agua. En este proceso se usa electricidad para separar el agua en sus dos componentes: oxígeno e hidrógeno [2]. La clave es que si la electricidad que se aplica al agua proviene de fuentes con una baja huella de carbono (energía solar, eólica, etc.), entonces habremos logrado reducir drásticamente la huella de carbono de la producción de hidrógeno. A esto se le conoce como hidrógeno verde. En este caso el “verde” tiene una connotación de limpio y ecológico.
De esta forma, los colores se usan como indicadores cualitativos de la huella de carbono asociada a la producción del hidrógeno. En un extremo del espectro está el hidrógeno gris, con la huella de carbono más alta, mientras que en el extremo opuesto está el hidrógeno verde. En el medio hay otros colores, como el azul, que denota un hidrógeno con una huella de carbono intermedia, en el que se utiliza el proceso de reformado con vapor, pero luego el CO2 resultante se atrapa y se almacena para que no salga a la atmosfera. Para una explicación más completa de los diferentes “colores” del hidrógeno, se puede revisar [3].
Hacia la economía del hidrógeno
La visión que tienen en mente varios grupos importantes a nivel mundial es que en una sociedad futura descarbonizada el hidrógeno verde tomará el papel que tienen actualmente los combustibles fósiles. Se usará este hidrógeno con baja huella de carbono en el transporte, procesos industriales, calefacción, almacenamiento de energía, etc. A esto se le conoce como la economía del hidrógeno [4]. También se podría usar otra sustancia derivada del hidrógeno que sea más fácilmente transportable. Por ejemplo, también se ha estado hablando de una posible economía del amoniaco [5]. Lo importante es que el material que se utilice para almacenar y transportar la energía tenga una huella de carbono baja.
Si en la sociedad actual los países “bendecidos” con yacimientos de combustibles fósiles gozan de enormes privilegios, en el futuro serán los países “bendecidos” con amplias fuentes de energía renovable barata los privilegiados. Bajo esta visión, en la futura economía del hidrógeno verde, un país como Costa Rica podría aprovechar su constante sol, generosos vientos, poderosos ríos y fuerte calor subterráneo para convertirse en una potencia exportadora de la nueva gran commodity: el hidrógeno verde. Países como Chile, con gran potencial solar y eólico, incluso ya han desarrollado estrategias nacionales para convertirse en futuras potencias exportadoras de hidrógeno verde [6]. En Costa Rica, recientemente una empresa internacional anunció su interés de instalar una planta de hidrógeno verde y ya firmó una carta de entendimiento con el ICE [7, 8].
¿Quiénes están promoviendo el hidrógeno verde y por qué?
La visión de la economía del hidrógeno verde se está discutiendo cada vez más en diversos sectores internacionales, incluidos gobiernos, agencias supranacionales, empresas privadas y think-tanks. Está siendo promovida apasionadamente de forma abierta y a veces encubierta por grandes compañías (particularmente petroleras) y organizaciones internacionales afines a los intereses de estas compañías como el World Economic Forum (WEF). Basta con hacer una búsqueda rápida en Google con las palabras clave “green hydrogen world economic forum” para ver las numerosas publicaciones que esta organización ha hecho con respecto a este tema solo en el último año. Las grandes compañías petroleras finalmente han reconocido abiertamente (aunque lo sabían desde un principio) que el cambio climático es un problema grave para la humanidad. También reconocen que los gobiernos del mundo se están moviendo (lentamente, pero a fin de cuentas moviendo) hacia la descarbonización. Lo que las grandes compañías quieren es lograr mantener, en el futuro descarbonizado, el poder económico que actualmente gozan. Para esto es necesario que la transformación energética no sea demasiado rápida (para que les dé tiempo de adaptarse sin sufrir muchas pérdidas) y, sobre todo, que no sea demasiado revolucionaria, en el sentido de que no se alteren las relaciones de poder actualmente existentes en el mercado. En particular, las grandes compañías no quieren perder sus millonarios activos de capital y pretenden reconvertir toda la infraestructura usada para el almacenamiento y transporte de petróleo para ser usada con hidrógeno. Para esto, están promoviendo una transición primero a hidrógeno azul (para que no sea demasiado rápida) y eventualmente a hidrógeno verde, siempre con la mira en utilizar la infraestructura existente [9].
Todo esto no quiere decir que el hidrógeno verde sea malo, irremediablemente perpetuador de las relaciones actuales de poder o que no sea una idea que Costa Rica deba considerar. Sin embargo, sí es crucial entender quienes lo están promoviendo y cuáles son sus intereses. La pregunta que debemos tratar de responder como sociedad es si, en este contexto, los intereses del pueblo de Costa Rica y, en general, los pueblos del Sur Global tienen espacio en esta visión de la economía del hidrógeno. La respuesta no es obvia a priori. Yo personalmente no tengo una respuesta final, pero sí algunas consideraciones.
¿Tiene sentido producir hidrógeno verde a gran escala en Costa Rica?
El hidrógeno verde que se produciría en Costa Rica podría consumirse en el mercado nacional o podría exportarse. A nivel nacional la prioridad es descarbonizar el transporte. Como bien lo ha apuntado el Plan Nacional de Descarbonización [10] y otros reportes, el sector transporte es el que produce mayores emisiones en Costa Rica. Por lo tanto, es imperativo sustituir los combustibles fósiles en este sector.
Resulta útil clasificar el transporte en dos grandes grupos: terrestre y de otro tipo (marítimo, aéreo). Para el transporte terrestre, ya ha sido ampliamente documentado que el hidrógeno (incluso el verde) está lejos de ser la mejor opción [11]. Es más efectivo electrificar el transporte; es decir, usar la electricidad para movilizar el vehículo directamente (en el caso de un tren eléctrico, por ejemplo) o para cargar una batería que luego va a ser usada para proveer la electricidad para movilizar el vehículo (en el caso de buses, carros, motos eléctricas, por ejemplo). Resulta sumamente ineficiente utilizar esta electricidad para generar hidrógeno, almacenarlo, transportarlo y luego quemarlo en un vehículo en vez de usar la electricidad directamente para impulsar el vehículo. En el pasado algunas personas en el país han sugerido producir hidrógeno verde para descarbonizar la flotilla vehicular. Esto sería extremadamente ineficiente e innecesariamente costoso.
Por otro lado, a diferencia del transporte terrestre, el transporte marítimo y aéreo, es sumamente difícil de electrificar. Se pueden electrificar pequeñas embarcaciones y aeronaves usando las mismas baterías que usaría un carro eléctrico [12]. Sin embargo, no es viable electrificar grandes buques transoceánicos o grandes jets porque las baterías necesarias serían prohibitivamente grandes [13]. Lo mismo ocurre con vehículos pesados para transporte terrestre, como algunos camiones. En este caso sí tiene sentido considerar el hidrógeno verde como una opción. También tiene sentido considerar el hidrógeno verde como sustituto de combustibles fósiles en procesos industriales. El papel de este tipo de industria en la economía costarricense es muy pequeño, por lo que este sería hidrógeno que probablemente se exportaría. Sin embargo, también es posible que el acceso a hidrógeno verde barato sirva para impulsar este tipo de industria en el país. En todo caso, lo cierto es que en un mundo post-fósil probablemente habrá mucha demanda internacional por hidrógeno verde para ser exportado desde un país con amplias fuentes de energía renovable como Costa Rica.
El siguiente paso sería cuantificar de forma precisa y completa cuál será el impacto ecológico y social de los posibles grandes proyectos de producción de hidrógeno verde. Incluso el hidrógeno verde tiene una huella de carbono y una huella material asociadas. Es imprescindible responder: ¿Cuál será la huella de carbono de los materiales necesarios para producir los equipos? Por ahora, en términos de electricidad, Costa Rica se encuentra en una posición privilegiada dado que la demanda eléctrica es considerablemente inferior a la capacidad de generación. En este escenario es fácil imaginar esta capacidad extra siendo aprovechada para producir hidrógeno verde. Pero cuando la demanda alcance la capacidad instalada, ¿se aumentará la capacidad instalada? ¿Cuáles serán las fuentes de electricidad para producir el hidrógeno? ¿Serán sobre todo fuentes hídricas? Está bien documentado que la hidroelectricidad no es limpia en un sentido amplio, aunque sea renovable y su huella de carbono no sea tan alta como otras fuentes [14, 15]. ¿Será energía solar y eólica? ¿Serán plantas del ICE o plantas privadas? También está bien documentado que la generación privada le ha costado caro al ICE y al pueblo de Costa Rica [16]. ¿Dónde se construirán los proyectos de producción de hidrógeno verde? ¿Tomará la batuta el ICE, RECOPE y otras instituciones públicas o serán iniciativas de empresas transnacionales o quizás sociedades público-privada? Todas estas son preguntas cruciales que deben ser exploradas de forma seria, transparente y democrática.
También es importante considerar que existen otras opciones para producir combustibles para transporte marítimo y aéreo y para la industria pesada. Una alternativa muy interesante son los biocombustibles; es decir, combustibles derivados de sistemas biológicos, en particular plantas. Dependiendo de la región geográfica los biocombustibles pueden tener más sentido que el hidrógeno verde. Por ejemplo, si quisiéramos sustituir el diesel usado en los grandes buques transoceánicos, en los países nórdicos, con poco sol, pero bastante viento y buen recurso hídrico, tiene más sentido producir hidrógeno verde que producir biodiesel a partir de palma aceitera (que ni siquiera crece a esas latitudes). Por otro lado, en un país tropical como Costa Rica, con mucho sol todo el año, puede tener más sentido producir biodiesel a partir de palma aceitera u otro cultivo. Resulta interesante que desde los grandes centros de poder mundial se esté hablando tanto de hidrógeno verde y no tanto de biocombustibles, pero un país tropical como Brasil ha implementado durante décadas programas de biocombustibles muy exitosos que le ha permitido lograr un nivel considerable de descarbonización y un alto grado de soberanía energética [17].
Por otro lado, está bien documentado que los biocombustibles pueden tener un impacto social y ecológico considerablemente negativo [18] y es necesario, en el caso particular de Costa Rica, cuantificarlo y contrastarlo con el impacto del hidrógeno verde. También se requiere de ciencia: investigación en cultivos más eficientes para producir biocombustibles y en otros procesos para generar biomateriales. En última instancia, la pregunta de si los biocombustibles son una mejor opción que el hidrógeno verde no ha sido respondida de forma contundente a nivel global y dependerá de las condiciones de cada región en particular. Esta es una pregunta de carácter empírico que solo una evaluación basada en la evidencia científica puede responder.
El calentamiento global como un problema mayoritariamente político-económico y la necesidad de nuevas formas de organización social
Finalmente, en contraste con la forma como usualmente se presenta en buena parte de los medios de comunicación y campañas políticas, el cambio climático es un problema primordialmente de carácter político-económico y no técnico. Si bien el abordaje técnico es imprescindible y se necesita mucha investigación científica, desarrollo tecnológico y construcción de infraestructura para lograr una descarbonización completa, el aspecto político-económico tiene un peso mayor [19].
El grueso del calentamiento global está siendo causado por el consumo excesivo en los países del Norte Global (así como las élites económicas en otras partes del mundo) [20]. Estas emisiones están íntimamente ligadas al extractivismo y a relaciones comerciales de carácter neocolonial, puesto que los niveles altísimos de consumo se sostienen por una transferencia de recursos a muy bajo precio del Sur Global al Norte Global, así como una mano de obra sumamente barata en los países del Sur Global enfocada en producir bienes consumidos sobre todo en el Norte Global. Es decir, el calentamiento global es una criatura de las relaciones de poder capitalistas a escala planetaria [21] y es crucial politizar la descarbonización [22].
Esto, en cierto modo, es una buena noticia, porque significa que en vez de estar desconectadas o, aún peor, ser contradictorias, la lucha contra el cambio climático y la lucha contra la desigualdad y por la construcción de relaciones más equitativas entre los pueblos están completamente alineadas. Por lo tanto, el abordaje técnico tiene necesariamente que ir de la mano con el abordaje político-económico.
Para lograr esto, se necesitan tomar varias medidas. En primer lugar, es imprescindible reducir los niveles de consumo ecológicamente insostenibles, particularmente en los países del Norte Global [23]. Será mucho más fácil descarbonizar una economía más reducida que una economía en perpetuo crecimiento innecesario. Discuto tres ejemplos para ilustrar cómo un abordaje meramente técnico es insuficiente si no se complementa con un abordaje político-económico que promueva la reducción en el consumo:
En el sector transporte: es necesario implementar medidas que desincentiven el transporte privado motorizado (carros) y más bien incentiven el transporte colectivo (trenes, buses) y no motorizado (bicicletas). Esto hará que lograr una electrificación (y por lo tanto descarbonización) sea mucho más fácil y barato. Además, la huella de carbono y huella material de un esquema basado en transporte colectivo serán menores que las de uno basado en transporte privado, aunque ambos sean totalmente electrificados, porque la producción de carros y baterías requiere de energía y materiales [24]. De este modo, el abordaje técnico (electrificación) se complementaría con el abordaje político-económico-social (promoción del transporte colectivo)
En el sector agrícola: se necesita promover el uso de fertilizantes orgánicos producidos a partir de compost como sustituto de fertilizantes sintéticos. Como se mencionó en una de las secciones anteriores, uno de los usos industriales más importantes del hidrógeno es en la síntesis de amoniaco, que a su vez se usa para producir fertilizantes sintéticos. La huella de carbono de estos fertilizantes es enorme. Entonces, si bien el abordaje técnico es crucial (usar hidrógeno verde en vez de gris en la síntesis del amoniaco), es igual o incluso más importante un abordaje más holístico y cuestionar la necesidad de producir la enorme cantidad de fertilizante sintético que se produce actualmente. Está bien documentado que una agricultura basada en fertilizantes orgánicos a partir de compost, aunque de rendimientos ligeramente menores, es totalmente viable y más sostenible en el largo plazo [25]. Este abordaje beneficiaría particularmente a un país como Costa Rica que importa la totalidad de sus fertilizantes, lo que lo deja a merced de eventos a nivel internacional fuera de su control [26].
Aunque este ejemplo no aplica a Costa Rica, es pertinente para muchos países con inviernos fríos. En el sector vivienda: es necesario promover la construcción de edificios de apartamentos (en los que el calor escapa más lentamente) en vez de casas individuales (en las que el calor escapa más rápidamente). De nuevo, el abordaje técnico (uso de hidrógeno u otro combustible con baja huella de carbono para calefacción o uso de bombas de calor) necesariamente tiene que complementarse con un abordaje más holístico que permita una reducción en el consumo mediante un cambio en ciertas prácticas sociales.
Por lo tanto, se necesita un compromiso por parte de los gobiernos, sobre todo los de los países del Norte Global, donde el consumo es particularmente alto, de promover prácticas que reduzcan drásticamente el consumo material y energético. Un primer paso, insuficiente pero necesario, sería implementar impuestos altamente progresivos, como un impuesto a la riqueza, para reducir el poder adquisitivo de los grupos más ricos de la sociedad, quienes tienen niveles de consumo y huellas de carbono ecológicamente insostenibles [27]. Esto no solo hará la parte técnica de la descarbonización más fácil, sino que también ayudará a crear sociedades más justas, al reducir la concentración de poder económico y político.
Por otra parte, para países del Sur Global como Costa Rica, vale la pena preguntarse por qué, en última instancia, se querría exportar hidrógeno verde. La respuesta parece ser porque en general no tenemos mucho dinero y necesitamos dólares para importar bienes que no producimos acá. Eso está bien, pero entonces en paralelo se debería implementar un programa ambicioso de sustitución de importaciones, para lograr producir localmente muchos de los bienes que importamos, especialmente los de importancia estratégica, como alimentos, productos médicos como vacunas, etc. [28]. Es decir, debemos construir lo que generalmente se conoce como soberanía alimentaria y tecnológica. Además, la dinámica actual a nivel global es que los países pobres tienden a exportar productos de bajo valor añadido (como materias primas), así como productos y servicios no esenciales (café, turismo, etc.) a bajo precio, muchas veces con un alto costo ambiental, y tienden a importar productos de alto valor añadido a un mayor precio (vacunas, productos electrónicos, etc.). Esta dinámica asimétrica perpetúa una dependencia terrible y es precisamente lo que permite la extracción multi-billonaria de recursos del Sur Global por parte del Norte Global y su consumo ecológicamente insostenible [29]. Claramente, como sociedad global debemos acabar con esta dinámica. Si en el futuro el hidrógeno verde tomara el papel que tiene actualmente el petróleo, ¿se habrá acabado con esta dinámica o se mantendrá, pero con otro producto?
Para poder garantizar prosperidad sostenible para sus poblaciones, Costa Rica y los países del Sur Global tienen que construir economías descarbonizadas, pero también resilientes. Tienen que construir soberanías o agencias alimentarias, energéticas, tecnológicas y monetarias [30]; es decir, construir la capacidad de producir alimentos (incluidos sus insumos como fertilizantes) [31], energía, tecnologías cruciales (como vacunas) localmente, así como disminuir y eventualmente eliminar las deudas pública y privada en monedas extranjeras [32]. Esto dotaría al país de una enorme resiliencia y protegería a la población de los efectos perjudiciales del aumento en los precios internacionales de productos esenciales que importamos, como está ocurriendo actualmente [33]. Además, tienen que librarse de la dinámica de exportación de materias primas a bajo precio e importación de productos de alto valor añadido a alto precio, así como formar alianzas Sur-Sur que les permitan avanzar estos proyectos [34]. La pregunta que nos toca responder es si es posible encajar la promesa del hidrógeno verde dentro de esta visión de un mundo más equitativo, próspero, sostenible y resiliente.
La electrólisis del agua a pequeña escala es un experimento lo suficientemente sencillo como para hacerlo en la casa y se realiza en los cursos introductorios de Química.
[19] No pretendo tampoco subvalorar la importancia del aspecto técnico en la lucha contra el cambio climático. De hecho, en dos ocasiones he impartido un curso en la Escuela de Química enfocado en la Química de la Descarbonización, en el que precisamente nos enfocamos en toda la investigación científica y tecnológica asociada a la descarbonización: nuevos materiales para celdas solares, nuevos diseños para baterías, nuevos procesos para producción de biocombustibles, transmisión de electricidad eficiente, energía nuclear segura, hidrógeno verde, descarbonización de procesos químicos como producción de amoniaco, cemento, asfalto y acero, etc.
[24] La huella material y la huella de carbono asociadas a la minería de los componentes necesarios para producir vehículos eléctricos (litio, cobalto, etc.) aún no ha sido cuantificada de forma completa y exacta. Sería ingenuo pensar que sustituir todos los vehículos privados de combustión por vehículos eléctricos de baterías sin promover la colectivización del transporte es ecológicamente sostenible.
[26] De hecho, en los últimos meses el precio de los fertilizantes sintéticos ha aumentado considerablemente por el aumento del precio internacional del gas natural (necesario para producir hidrógeno gris). Esto ha impactado negativamente a pequeños agricultores, que han visto los precios de los fertilizantes sintéticos duplicarse y hasta triplicarse. Un programa nacional de agroecología evitaría este tipo de eventos inflacionarios perjudiciales para los agricultores y en última instancia toda la sociedad, al dotar al país de mayor resiliencia.
En una campaña electoral, en la cual una de las características más destacadas es la escasez imaginativa y de propuestas originales para impulsar el desarrollo inclusivo y sostenible del país, una de las promesas más reiteradas es el cierre de la Refinadora Costarricense de Petróleo (RECOPE).
Varios candidatos han apelado a esta consigna, con el afán de ganar adeptos y votos el próximo 6 de febrero, aprovechándose de que muchas personas no están debidamente informadas sobre el papel que juega RECOPE en la estratégica provisión energética del país. Asimismo, su propuesta de colocarle candados a la institución, parte de una campaña prejuiciosa y superficial, que han venido impulsando algunos políticos y que ha sido acogida por algunos medios, detractores –unos y otros– de nuestro Estado Social de Derecho (ESD). Un elemento común de estas campañas anti-RECOPE, es el trasfondo neoliberal que las orienta y las anima.
Son propuestas tan demagógicas como falsas y efectistas. Veamos por qué: Se basan en la creencia de que los actuales altos precios de los combustibles, son responsabilidad de RECOPE. Se trata de una idea errada ya que las modificaciones de estos precios (hacia arriba o hacia abajo), se fundamentan en gran medida, en el precio internacional de los combustibles y en la relación de cambio entre el dólar estadounidense y el colón. Como demostré en un artículo anterior, en el costo de cada litro de combustible, el componente asociado al rol de esta entidad pública en la importación, almacenaje y distribución, es de alrededor del 7 %; incluso menor al cercano 9 % que obtienen los empresarios dueños de las gasolineras. También dentro de este contexto relacionado con los precios de los hidrocarburos, se ha magnificado cuánto impacta la convención colectiva institucional. Si bien es cierto esa convención ha contenido claúsulas abusivas (muchas de las cuales han sido eliminadas), lo real y concreto es que el impacto en el precio de los combustibles, es limitadamente significativo. Representa menos de cuatro colones del valor de cada litro de combustible.
Otros candidatos a la presidencia han propuesto abrir el mercado de los combustibles para que empresas privadas (presumiblmente extrajeras) compitan con RECOPE. De esta manera, argumentan que los combustibles bajarían de precio. Eso es imposible ya que el afán de lucro de esas empresas privadas que entrarían al mercado de los hidrocarburos, con certeza operarían con un porcentaje superior al 7 % con el que funciona RECOPE; lo cual impactaría en el precio final que pagamos los consumidores. Este aserto quedó patentizado en el “Estudio sobre impactos en el modelo de compraventa-distribución de la industria de hidrocarburos en Costa Rica”, elaborado por los economistas Leiner Vargas y Katherine Barquero.
Una completa desregulación del mercado de los combustibles, implicaría de cara al año 2025, precios más caros para los consumidores, con una diferencia de ¢ 23 por litro de gasolina Súper, ¢ 20 en la Plus 95, ¢ 61 en el diesel y ¢ 57 en el gas LPG, según lo que se desprende del citado estudio. Asimismo, esta apertura generaría precios diferenciados entre las zonas urbanas y las rurales y remotas, con lo que se verían afectadas comunidades vulnerables.
En ambos escenarios se fabrican espejismos, que no son garantía ni de rebaja del precio de los combustibles, ni del necesario desarrollo –urgido por los tiempos que corren—inclusivo, sostenible y solidario, que requiere el país.
Realmente, el camino justo y acertado es el de la transformación de RECOPE para convertirla en la Empresa Costarricense de Combustibles y Energías Alternativas (ECOENA). Se trata de una ruta para mejorar lo que tenemos, ajustándanos a un contexto mundial y nacional, completamente distinto a cuanto se creó RECOPE. Tal es lo que se propone en la iniciativa que se tramita en la Asamblea Legislativa, bajo el expediente 21.343, que haría que la ECOENA no sólo importe y distribuya hidrocarburos, sino que también desarrrolle investigaciones en la generación de energías alternativas, como sería –por ejemplo—la utilización del hidrógeno para el transporte automotor.
De esta manera, la nueva entidad pública: “Podrá investigar, desarrollar, producir, importar, exportar, industrializar, almacenar, transportar y comercializar energías químicas alternativas y productos asociados, con el fin de descarbonizar la economía, reducir la demanda de combustibles fósiles y asegurar la continuidad, calidad, eficiencia, del suministro energético nacional”, como expresa el proyecto de ley.
Un componente clave de este cambio de RECOPE a ECOENA es avanzar en el proceso de la descarbonización de la economía nacional, que tal como lo define el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), es “el proceso por el cual los países, individuos u otras entidades apuntan a eliminar el consumo de combustibles fósiles.”
Este proceso demanda una necesaria transición energética, una transformación estructural que elimine el carbono en la producción de energía. O dicho de otra manera: “Se trata de electrificar la economía en base a energías alternativas limpias que emitan únicamente lo que el planeta puede absorber.”
Actualmente, RECOPE produce un 70% de la energía total de Costa Rica. Eso nos indica que cualquier cambio en la matriz energética del país, pasa inevitablemente por RECOPE. En tal contexto es fundamental el liderazgo que debe y puede asumir la nueva entidad, en la transición hacia las energías renovables.
Un proyecto de ley como el mencionado se convierte en un factor coadyuvante para avanzar en el propósito de convertir al país en carbono neutral, asumiendo un liderazgo que nos convierta en un modelo a seguir. Es oportuno recordar aquí que múltiples estudios sobre este tema indican que los planes de descarbonización aseguran beneficios económicos superiores a los costos de su impulso y desarrollo.
Sin duda que estos temas son componentes fundamentales para asegurar el desarrollo sostenible de Costa Rica, por lo que deben tomarse con mucha seriedad y rigor por quienes aspiran a gobernar el país desde mayo próximo. No deben ser temas de promesas tan falsas como demagógicas. Un electorado cada vez más crítico lo debe demandar, por el bien de todos.
Comunidades ecologistas la Ceiba y Fecon comparten el siguiente mensaje:
El discurso de la descarbonización
El Gobierno autoproclama a Costa Rica país verde, ecológico y sostenible. Su campaña ha incluido celebrar como un logro nacional el Acuerdo de París en 2015.
Pero ¿es realmente Costa Rica un país modelo? La propaganda del país habla de un consumo sostenido de energía 100% renovable durante varios años consecutivos.
Pero los datos oficiales lo desmienten: Costa Rica importa el 73% de su energía y consume el 63% de fuentes fósiles.
Dirección Sectorial de Energía, 2015
La fiebre hidroeléctrica
Los empresarios hidroeléctricos se montan también en el falso discurso de la descarbonización y la mitigación del cambio climático con sus represas.
Pero Costa Rica ya es capaz de producir el doble de la electricidad que consume cada año.
¿Y si discutimos más bien sobre consumo eficiente?
La resistencia comunal
Muchas comunidades se han manifestado en contra del represamiento de sus ríos:
▸ Denuncian corrupción y mentiras de los desarrolladores para negar a las comunidades los impactos ecológicos negativos.
▸ También reclaman la pérdida de acceso y uso público de los ríos por el acaparamiento del agua para generación eléctrica.
No necesitamos más privatización
La generación hidroeléctrica privada está activa desde 1990. Sus concesiones explotan el 90% de caudales de los ríos y son una evidente forma de privatización del agua. ¡No es energía limpia y no se necesita abrir más explotación hidroeléctrica en nuestro país!
Los 10 principios para la construcción de la Soberanía Energética
Diálogos Ecologistas 2021 Encuentro sobre Soberanía Energética
Los 10 principios para la construcción de la Soberanía Energética
1- El modelo de extracción, manejo, distribución y uso de energías actual está en crisis.
2- El sol, viento y el agua no deben usarse para el enriquecimiento de unos pocos.
3- El acceso a la energía debe ser un derecho para que todas las personas puedan satisfacer sus necesidades básicas.
4- Los países deben contribuir en forma proporcional con el pago de la deuda climática.
5- Erradicar el extractivismo fósil para usar las energías de menor impacto.
6- Priorizar la protección de la biodiversidad y los derechos de los pueblos.
7- Propiedadenergéticapopular, respetando el consentimiento libre e informado y derecho a la justicia.
8- La toma de decisiones y planificación energética debe estar en manos de las comunidades y trabajadores.
9- Desmantelar las falsassoluciones como incentivos a energías nocivas y acuerdos comerciales perjudiciales.
10- No puede haber justicia energética sin justiciasocial.
El Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN) empezó a promover en las comunidades la Estrategia Territorial Productiva para una Economía Inclusiva y Descarbonizada 2020-2050. El Ministerio comunicó que ya ha realizado más de 70 encuentros en diversas comunidades del país para explicar los contenidos de la estrategia y recibir sugerencias de los dirigentes comunales. Las reuniones para informar acerca de la estrategia finalizarán en julio, después, los actores consultados plantearán metas e indicadores para el cumplimiento de la estrategia.(CRHoy.com,27-7-2021)
La realización de estos encuentros para presentar la estrategia y recibir retroalimentación de las comunidades, evidencia una forma de planificación vertical y consultativa de una estrategia de desarrollo nacional hasta ahora desconocida para las comunidades y en cuya elaboración éstas no participaron.
Lo anterior se confirma, ya que se ha tenido conocimiento que el proceso de elaboración de la estrategia se realizó durante un periodo de 15 meses (que concluyó en marzo de 2021), con el liderazgo del Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN) con el apoyo de la Agencia para el desarrollo (GIZ de Alemania) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y que sus contenidos fueron discutidos y validados en reuniones periódicas con cerca de 11 instituciones costarricenses, tanto en el ámbito público como privado.(MIDEPLAN, comunicado de prensa,10-3-2021)
La Estrategia 2050 es el principal insumo técnico – científico, base para la formulación del Plan Estratégico al 2050 (PEN 2050), el cual es un mandato establecido en el Reglamento general del Sistema Nacional de Planificación N° 37735-PLAN, que lo define como un instrumento de planificación de largo plazo.
Frente a la presentación de la mencionada Estrategia, es posible plantearse algunas interrogantes, acerca de la validez de la formulación de una estrategia de largo plazo en una coyuntura en que la crisis sanitaria, económica, fiscal y social demanda la elaboración de propuestas de reactivación económica de corto plazo e incluso la revisión y formulación de un nuevo Plan de desarrollo 2022-2026.
Así mismo, la formulación de esta estrategia deja la interrogante acerca de su pertinencia respecto a la necesidad de reformar previamente el Sistema Nacional de Planificación nacional que data de la década de los 70, con las consabidas limitaciones de su estructuración en 6 regiones político-administrativas y su escasa correspondencia con una regionalización definida por territorios con características físicas, ecológicas, demográficas, socioeconómicas y culturales similares.
También es inquietante la afirmación de la ministra de Planificación, al mencionar que si la estrategia se llega a materializar, el producto interno bruto (PIB) costarricense crecería alrededor de un 90% y el empleo en un 34% y estaríamos cerrando brechas de naturaleza multidimensional y contribuyendo en gran medida a la descarbonización”. (CRHoy.com, 27-7-2021), que en principio parece un elemento discursivo carente de sustento.
Por su parte, el planteamiento central de la estrategia 2050, señala que esta estrategia traza la ruta para que en 2050 el país tenga una economía descentralizada, digitalizada y descarbonizada (3D), a partir de una nueva visión para la transformación económica y territorial costarricense basada en la necesidad de descentralizar las actividades productivas y capitalizar las oportunidades inherentes al territorio.(MIDEPLAN, Estrategia Territorial Productiva para una Economía Inclusiva y Descarbonizada, Resumen Ejecutivo)
Esta argumentación que en principio introduce un cambio de paradigma en la planificación del desarrollo nacional, no obstante, vincula tres grandes aspectos que es conveniente analizar y ponderar. En primer lugar, está el vínculo de la estrategia con la lógica de un modelo de desarrollo descarbonizado, originado en el Plan Nacional de Descarbonización, que propone que en el año 2050 se logre aumentar el crecimiento verde, a partir de una matriz productiva que disminuya la generación de emisiones de carbono, que ha sido el eje estratégico de la Administración Alvarado, aunque poco discutido y todavía menos asimilado por los actores sociales.
Sin embargo, la descarbonización, puede no ser el elemento central o el único objetivo medioambiental y del desarrollo sostenible del país, ya que existen otros propósitos de captación de CO2, adaptación al cambio climático y ampliación de los servicios ambientales.
En segundo lugar, el elemento de la descentralización de las actividades productivas y del desarrollo económico del país, a partir de un cuestionamiento a la hiperconcentración del desarrollo económico en la Gran Área Metropolitana (GAM), la que influye y profundiza las brechas y el rezago social al limitar la descentralización de beneficios en el territorio, aspecto que hemos analizado y con el que coincidimos plenamente. (Alterdescr, febrero 2021).
Con similar importancia, en tercer lugar se encuentra el elemento del desarrollo económico inclusivo dirigido a romper las brechas estructurales del desarrollo social, avanzar en la disminución de la pobreza, la desigualdad y el desempleo, aspecto que también hemos abordado como expresión de las desigualdades regionales (Alterdescr, noviembre 2020).
La estrategia, confronta el modelo de desarrollo histórico hiperconcentrado, con un nuevo modelo inclusivo y descarbonizado constituido por una Red de nodos de innovación y economía 3D, que incluye también corredores, zonas de gestión y polos de desarrollo que definen áreas de concentración de oportunidades. (MIDEPLAN, Resumen Ejecutivo,2021)
Sobre la promoción de polos de desarrollo (se identificaron 11 polos de desarrollo y la GAM), habíamos comentado en un artículo anterior, sobre la conveniencia del enfoque de creación de Polos de desarrollo para impulsar el desarrollo territorial.
Algunos autores que han analizado dicho enfoque, han argumentado que este modelo de desarrollo ignora el territorio, considerándolo como mero soporte de las actividades que en él se asientan, dificultando el acceso a procesos de desarrollo integrales y condicionando el nacimiento y expansión de experiencias de desarrollo endógeno. (Barroso González, M.O.,2000)
Así mismo, este enfoque se ha considerado contrario a la perspectiva del desarrollo local, en el que destaca el carácter endógeno y participativo de las estrategias de desarrollo local, como el conjunto de acciones que definen los distintos agentes sociales, económicos, públicos o privados de una zona para conducir los cambios estructurales que necesita un territorio concreto. (Alterdescr, marzo 2021).
Con respecto, a la estructura de la estrategia, constituida por 3 fases, es oportuno plantear si el diagnóstico económico territorial, la identificación de los 6 retos clave y de las 6 orientaciones estratégicas, la definición de los 50 nodos estratégicos, de las 50 macro acciones estratégicas y de los 12 polos de desarrollo, han estado vinculados a los procesos de diálogo regional y a los programas de desarrollo que esta Administración ha venido impulsando en las diferentes regiones del país.
La Administración Alvarado ha definido prioridades de intervención en el desarrollo regional en las regiones Huetar Norte y Huetar Atlántica, con los programas Franja del Desarrollo y la Mesa Caribe a cargo de los vicepresidentes de la República, junto a los programas de desarrollo de la región Chorotega a cargo de la primera Dama y de los programas de desarrollo de la región Brunca y de la región Pacífico Central. En todos ellos los procesos de diálogo han permitido diagnosticar los problemas regionales, e identificar y coordinar la ejecución de acciones concretas en diversos campos de infraestructura, desarrollo social, servicios y producción. (Alterdescr. abril, mayo y julio 2019, enero, setiembre y diciembre 2020).
En las presentaciones de los resultados de los programas regionales, se ha evidenciado la ausencia de un enfoque de desarrollo territorial, que defina las dinámicas territoriales que se pretende generar en cada región y cómo éstas están en función de que los espacios regionales se conviertan en escenarios de crecimiento económico, inclusión social y sustentabilidad ambiental. (Berdegué, J.et al, Rimisp,2015).
Se ha indicado que los programas de desarrollo en las regiones, debieron incluir objetivos estratégicos y metas de desarrollo territorial, que permitieran obtener resultados en el acceso y uso equitativo de los recursos naturales, en un desarrollo productivo más diversificado, inclusivo y sustentable, en una inversión pública y privada bien direccionada con participación de los actores, en la generación de capacidades y capital social en la población local y en la reducción de la pobreza y la desigualdad en los territorios.(Alterdescr, setiembre 2020)
Aunque se desconoce la vinculación real entre los programas y la estrategia, podríamos suponer cierta concordancia entre el objetivo de los programas de corto plazo, “la generación de propuestas descentralizadas en aspectos como la reactivación económica y generación de empleo, inclusión social, educación y diálogo social; para reducir las brechas de desigualdad territorial que presentan las regiones de nuestro país”.(ElPais.cr 20-3-2019) y la Estrategia Territorial Productiva dirigida a identificar las potencialidades productivas de los diferentes territorios, a descentralizar las actividades económicas y a generar nuevos modelos de organización territorial con miras a lograr un desarrollo económico inclusivo y descarbonizado.
No obstante, la posibilidad de que el país adopte la Estrategia Territorial Productiva y que logre avanzar hacia la formulación del Plan Estratégico al 2050, dependerá del imperativo de abrir una discusión amplia y profunda de dicha estrategia con todos los sectores sociales y de la viabilidad política de implementarla en un futuro gobierno, de lo contrario habrá sido un ejercicio institucional poco útil y costoso.
El Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) recién publicó su anuario número 11. Entre los artículos destaca “Capitalismo verde y energías “limpias”/renovables: Costa Rica como laboratorio mundial de descarbonización” del investigador y máster en Geografía, Alberto Gutiérrez Arguedas.
El artículo reflexiona acerca del imaginario que Costa Rica ha construido como un país líder en el campo de las energías “limpias” y la lucha contra el cambio climático, alcanzando su máxima expresión a través del lanzamiento del Plan Nacional de Descarbonización (PND), promovido como una forma de convertir al país en “laboratorio mundial de descarbonización”.
El autor argumenta que la imagen internacional de Costa Rica como país de energías “limpias” está inscrita en un contexto de gobernanza mundial del cambio climático que ha estado dominado por un paradigma que busca compatibilizar el asunto ambiental/climático con el pensamiento desarrollista y economicista de mercado: el capitalismo verde. También plantea la idea de que Costa Rica desempeña un papel estratégico como “eco-laboratorio neoliberal”, escenario de experimentación de formas innovadoras de gobernanza ambiental basadas en el mercado.
El suplemento “Ojo al Clima”, vinculado al Semanario Universidad, se ha constituido en los últimos años como un espacio importante para informar y divulgar noticias
Alberto Gutiérrez Arguedas (Docente e Investigador UCR)
El suplemento “Ojo al Clima”, vinculado al Semanario Universidad, se ha constituido en los últimos años como un espacio importante para informar y divulgar noticias y contenidos relacionados con el cambio climático, en Costa Rica y el mundo. Dicha tarea es digna de reconocer, considerando la gravedad y complejidad de esta problemática, la cual representa uno de los grandes desafíos, no solo ambientales, sino civilizatorios, de nuestra época. No obstante, luego de un cuidadoso seguimiento de los contenidos divulgados por este suplemento, es posible detectar una serie de sesgos y omisiones en el tratamiento de los temas, lo cual ha motivado la redacción de este artículo.
El cambio climático es quizás la manifestación más extrema y dramática de una crisis ecológica global, que va más allá del clima. Esta grave crisis no es producto del azar, sino que es resultado de un modelo de desarrollo basado en una explotación sin límites de la naturaleza y de los seres humanos, es decir, del capitalismo. Abundante evidencia científica demuestra la relación entre la expansión global de este sistema y la destrucción de la base material de la vida.
Ahora bien, a pesar de tan contundentes evidencias, el sistema capitalista y sus poderosos aparatos ideológicos han logrado desviar la atención de las causas reales de la crisis ecológica/climática, para ofrecer como solución ¡más de lo mismo! Este esfuerzo por hacer compatible la cuestión ambiental con el pensamiento desarrollista de mercado tomó fuerza en los años 90, con el famoso “desarrollo sostenible”, y posteriormente se ha reciclado en conceptos como “crecimiento verde” o “economía verde”, hoy de moda.
Estas propuestas visualizan la crisis ecológica y climática como un problema meramente técnico. Como tal, la solución a estos problemas –sostienen sus adeptos– radica en innovaciones tecnológicas para mejorar la eficiencia y en la incorporación de instrumentos de mercado para un “uso racional” de los recursos naturales. El “capitalismo verde” ha logrado, con rotundo éxito, despolitizar la cuestión ambiental e incorporarla al ámbito del mercado. El núcleo duro del modelo de desarrollo permanece inalterado.
Uno de los ejemplos más actuales de este paradigma es la llamada “descarbonización”, término que, cada día más, abunda en los medios de comunicación y en la opinión pública, nacional y mundial. La descarbonización se propone como mecanismo prioritario para enfrentar el cambio climático, con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo, dióxido de carbono. No obstante, por detrás de su aparente carácter neutral y “técnico”, la descarbonización está cargada de ideología y refleja una perspectiva reduccionista y mercantil del cambio climático. Reduce la inmensa complejidad de esta problemática a una única variable: carbono, de forma tal que este puede ser cuantificado y eventualmente ser objeto de compra y venta en el mercado. De ahí la obsesión por las métricas, los números, la contabilidad del carbono.
Costa Rica, por su parte, ocupa un lugar estratégico dentro de este ambientalismo de mercado global, cuya máxima expresión es la propuesta reciente de convertir al país en “laboratorio mundial de descarbonización”. El Plan Nacional de Descarbonización, lanzado en febrero de 2019, ha dado fuerte visibilidad internacional a Costa Rica al posicionarlo como una especie de “vanguardia” en la lucha contra el cambio climático.
Más allá de las buenas intenciones y de los aspectos rescatables (por ejemplo, esfuerzos por mejorar el transporte público), llama la atención la incapacidad (¿o la falta de voluntad?) de este Plan para enfrentar aspectos medulares del modelo de desarrollo costarricense, que contribuyen decisivamente al cambio climático. Poco o nada se habla de la necesidad de replantear el modelo agrario del país, volcado hacia monocultivos de exportación y altamente dependiente de insumos derivados de petróleo. Por ejemplo, ¿por qué no impulsar la agroecología, que produzca alimentos sin necesidad de transportarlos a largas distancias y al mismo tiempo proteja los bosques y garantice la soberanía alimentaria de la población?
La intención de este artículo ha sido visibilizar que la descarbonización es un asunto político y, como tal, debe ser sometido a un debate público riguroso, democrático y amplio, que hasta el momento no se ha dado. El Plan ha sido concebido, diseñado e implementado sin tomar en cuenta las opiniones y puntos de vista de sectores que mucho podrían aportar para encontrar soluciones, como por ejemplo, los pueblos indígenas y los campesinos.
En consonancia con la tradición crítica e independiente del Semanario Universidad, se esperaría por parte de “Ojo al Clima” un tratamiento más equilibrado de este y otros temas, no que reproduzca el discurso oficial del Gobierno y de los agentes del capitalismo verde mundial sin ofrecer algún contrapeso o visión alternativa. Contrario a las declaraciones de Andrea Meza, directora de Cambio Climático de MINAE, publicadas por este medio el pasado 18 de marzo, hay que politizar la descarbonización.
El Movimiento Ríos Vivos, compuestos de 24 grupos en la zona Sur de Costa Rica, formó parte de un núcleo de personas y grupos de todo el planeta que nominaron a la ganadora del Premio del Agua de Estocolmo 2019, la Dra. Jacqueline Mary King.
A partir del primer ciclo lectivo de este año, la OSG implementará cambios en los horarios, paradas y recorridos del autobús interno de la Sede Rodrigo Facio. Foto: Karla Richmond / ODI.
Este año, el transporte de la Universidad de Costa Rica admitirá mejoras enfocadas en apoyar la movilidad colectiva, intermodal y más amigable con el ambiente.
“La UCR, que genera conocimiento en materia de sostenibilidad y respeto al ambiente, debe liderar y ser consecuente con ello desde su gestión administrativa y su quehacer. Por eso, acciones que aporten a la descarbonización, o reducción de emisiones de carbono, son una prioridad para la institución”, indicó Carlos Araya, vicerrector de Administración.
Una de ellas es que, a partir del primer ciclo lectivo, la Oficina de Servicios Generales (OSG) implementará cambios en los horarios, paradas y recorridos del autobús interno de la Sede Rodrigo Facio, con el fin de optimizar el servicio en los momentos de mayor demanda y, a la vez, incentivar el uso del transporte colectivo entre la comunidad universitaria.
Jeffrey Dimarco, jefe de la OSG, mencionó que estas mejoras se fundamentan en las recomendaciones de los usuarios, así como en un estudio sobre la demanda de pasajeros y caracterización de los usuarios del servicio de transporte de buses internos de la UCR, desarrollado por el Programa de Investigación en Desarrollo Urbano Sostenible (ProDUS) de la Escuela de Ingeniería Civil.
“Verificamos que la mayor cantidad de ascensos y descensos se da entre las fincas 1 y 2, por lo que entre nuestras recomendaciones está hacer una única parada en el sector del auditorio de la Ciudad de la Investigación, en el Edificio Integral de Parqueos; aumentar las frecuencias de salidas en las horas en las que hay mayor demanda; optimizar las rutas del recorrido, y considerar las horas de salida y llegadas de los autobuses externos, entre otras”, explicó Diana Sanabria, investigadora principal de este estudio.
Dimarco indicó que estas mejoras serán comunicadas en la página web de la OSG y mediante una aplicación que está en desarrollo.
Por otra parte, este año el presupuesto institucional 2019 asignado a la Comisión Institucional de Compra de Vehículos (coordinada por la OSG) estará orientado a la adquisición de vehículos eléctricos o híbridos (tanto automóviles como motocicletas) para todas las sedes, como iniciativa para reducir el gasto en combustible y aportar a la política institucional de carbono neutralidad.
Para este proceso, el Laboratorio de Investigación en Potencia y Energía de la Escuela de Ingeniería Eléctrica (EPER-Lab) ha colaborado desde hace un año con el diseño de una estrategia de sustitución de la flotilla existente por vehículos eléctricos.
“El objetivo de esta herramienta es identificar aquellos vehículos que pueden ser sustituidos por un medio más eficiente cero emisiones, tomando en cuenta la economía del vehículo (entendida como el costo de su compra, operación y mantenimiento)”, explicó Jairo Quirós, coordinador del EPER-Lab.
De acuerdo con las estimaciones realizadas, el mayor ahorro económico al sustituir los diez vehículos con mayor kilometraje de la flotilla de la universidad (más de 15 000 km anuales cada uno), se daría al cabo de siete años, tras los que se podría ahorrar hasta 45 millones de colones. Rosibel González, coordinadora de la Sección de Transporte de la OSG, agregó que actualmente se cuenta con tres vehículos 100% eléctricos y seis híbridos.
Otro aspecto importante en las acciones de mejora para el transporte es la intermodalidad. Según acotó Dimarco, este sigue siendo un eje importante sobre el cual se fundamentan muchas propuestas. “En la Sede Rodrigo Facio (SRF) actualmente se está haciendo un importante trabajo de asfaltado en las principales calles de las fincas, cuya demarcación conservará el principio de la vía compartida y prioridad a ciclistas. También se han mejorado aceras aquí y en el Recinto de Golfito, de Grecia, Jardín Lankester, entre otros, para mejorar la peatonalidad”, indicó.
Al respecto, la Oficina Ejecutora del Programa de Inversiones (OEPI) confirmó que ya se encuentra en licitación el proyecto de Conector Peatonal entre las fincas 1 y 2 de la SRF, desde el sector contiguo a la Escuela de Artes Musicales hasta la Ciudad de la Investigación, en el que también podrán circular bicicletas.
Para el rector Henning Jensen, las acciones que la UCR ha venido implementando para integrar el ambiente en la gestión administrativa responden a un compromiso de la institución por ser responsable en su quehacer y en el uso de los espacios que ocupa. En sus palabras, la articulación entre los planes de las diversas unidades universitarias es esencial para asegurar un crecimiento ordenado y sostenible.