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Etiqueta: farmacéuticas

La venta de medicinas por la Caja

Óscar Madrigal

Oscar Madrigal

He preguntado a algunas personas las razones por las cuales el sector laboral en la Junta Directiva de la CCSS se opone a que la Caja venda medicinas a un precio más barato, casi a la mitad. Me remiten a lo dicho por la representante del sector sindical que puede resumirse, principalmente en dos razones: que podría ser la avanzada de un modelo privatizador y que no existen los estudios técnicos que sustenten la medida. Algunas otras personas me han dicho que el peligro podría ser que por vender medicinas se desabasteciera la atención que se brinda, y segundo, que dadas las dudas que produce la camarilla que nos gobierna, se esté cocinando un gran negociado.

Todos esos riesgos son probables, pero minimizables, ante la realidad que nuestro pueblo paga precios de los más altos de América Latina por medicamentos: 4 grandes farmacéuticas se distribuyen el mercado e imponen precios de oligopolio.

Los datos son abrumadores: la gente destina, sea que salen de sus bolsillos, en promedio un 20% de sus ingresos a la compra de medicamentos y, además, de todo lo que el país gasta en medicinas, como ¢575.000 millones al año, el 60% sale del bolsillo de la gente y solo el 40% de la seguridad social. Este dato llama mucho la atención, porque generalmente se creía que la Caja, principalmente, era la mayor proveedora de las medicinas de la gente, cuando en realidad son las personas en su mayoría las que pagan los medicamentos de su bolsillo.

El informe de las autoridades de la Caja afirma que las medicinas podrán disminuir de precio hasta en un 87%.

Los precios de las medicinas aumentan todos los años; según el INEC el año pasado subieron entre un 2 y un 4%.

Parece difícil que si la Caja vende medicinas se estaría pasando, de por sí y solo por ello, a un modelo privado. Creo que más bien el modelo público abarcaría otras esferas, como la venta de medicinas, en detrimento del oligopolio farmacéutico que está causando insalubridad o falta de salud entre las personas.

Las aprensiones, el recelo o el escrúpulo del sector laboral podría ponerse a prueba mediante un plan piloto que se evalúe y demuestre si el sistema da los resultados esperados.

Pero lo peor sería oponerse de entrada, negándose a implementar una posibilidad para bajar los precios de las medicinas que ya se lleva una quinta parte de nuestro salario, pensión o ingreso.

Cuidado que por no asumir riesgos o por posiciones principistas nos aislemos de las congojas del pueblo y de ofrecer soluciones a sus graves problemas.

Día Mundial contra el Cáncer

José Luis Pacheco Murillo

El 4 de febrero se celebra el Día Mundial contra el Cáncer, promovido por La Organización Mundial de la Salud, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) y la Unión Internacional contra el Cáncer (UICC) con el objetivo de aumentar la concienciación y movilizar a la sociedad para avanzar en la prevención y control de esta enfermedad.

El cáncer es una enfermedad que hace que un grupo de células del organismo crezcan de manera anómala e incontrolada dando lugar a un bulto o masa. Esto ocurre en todos los cánceres excepto en la leucemia (cáncer en la sangre). Si no se trata, el tumor suele invadir el tejido circundante y puede provocar metástasis en puntos distantes del organismo diseminándose a otros órganos y tejidos.

Aproximadamente se estima que uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres tendrá cáncer en algún momento de su vida. Cada año se diagnostican en el mundo más de 14 millones de casos nuevos y la enfermedad provoca 9,6 millones de muertes al año.

Con estas cifras, es muy probable que nosotros mismos o alguien de nuestra familia tengan cáncer en algún momento de sus vidas. Por eso se trata de una cuestión que nos afecta a todos.

Lo que resulta preocupante es que a pesar del avance de la ciencia y de la tecnología no se haya descubierto una solución para prevenir el cáncer o para que su cura sea pronta y no cause tantos estragos en los seres humanos.

Hay quienes juzgan que el cáncer se ha convertido, como muchas otras enfermedades, en un negocio para las farmacéuticas y para muchas clínicas médicas y que por eso mejor que no haya la solución que todos deseamos y esperamos.

Sería un acto inhumano el tener conocimiento de cómo acabar con el cáncer y no divulgarlo tan solo por hacer dinero y más dinero.

Se sabe que se puede prevenir con actitud y una buena alimentación además de ejercicio. Pero sobre todo con el optimismo con el que enfrentamos la vida. Además, con un diagnóstico temprano también es posible su remisión y cura.

Dios quiera que pronto se pueda divulgar los adelantos en materia de estudios para atacar el cáncer en todas sus manifestaciones.

La internacional de la avaricia

Luis Fernando Astorga Gatjens

En la semana anterior, se reportó que desde que se inició la pandemia de la Covid-19 hasta el presente, seis grandes compañías farmacéuticas de Estados Unidos y Europa, que desarrollaron vacunas contra la enfermedad, ganaron 227 mil millones de dólares en valor de mercado.

De esta manera, las farmaceúticas Pfizer, Moderna, Biontech, AstraZeneca, Novavax y Johnson & Johnson aumentaron ya sus abultadas fortunas, de manera astronómica. Un reducido grupo de accionistas y ejecutivos se tornaron más ricos al emerger esta enfermedad que ha marcado la vida del planeta en los últimos dos años y medio.

Se trató entonces de un pingüe negocio mediante el cual se transfirió un torrente de recursos públicos a estas empresas ya que las compras del inmunizante, lo hicieron los Estados.

Algunos líderes políticos (particularmente de países del sur planetario) clamaron para que se suspendieran las patentes y que se permitiera la libre producción de los antígenos, durante el periódo más grave de la pandemia. Pero tanto estas farmacúticas y líderes políticos alineados con sus intereses, negaron esta posibilidad de manera tristemente rotunda. De esta manera, pusieron en grave riesgo la salud de millones de personas que habitan los países más pobres. Es seguro que muchas muertes y complicaciones derivadas de la Covid-19 se hubieran evitado si las ganancias económicas se hubiesen pausado, en un corto lapso de tiempo, para dar prioridad al más elevado interés humanitario.

Sin embargo, no solo la farmacéuticas se han visto beneficiadas con la pandemia. Como ha venido denunciado Oxfam la riqueza de los diez hombres más ricos del mundo se ha duplicado mientras que los ingresos del 99 % de la humanidad se ha visto reducido. De esta manera, la pobreza y la desigualdad se ha incrementado en forma significativa.

Gabriela Bucher, Directora Ejecutiva de la mencionada ONG lo dice con medidiana claridad: “Los milmillonarios han tenido una pandemia de lujo. Los bancos centrales han inyectado billones de dólares en los mercados financieros para salvar la economía, pero gran parte ha acabado en los bolsillos de los milmillonarios, que se han aprovechado del auge de los mercados bursátiles. Con las vacunas se pretendía poner fin a esta pandemia, pero los Gobiernos de los países ricos han permitido que los milmillonarios y los monopolios farmacéuticos corten el suministro a miles de millones de personas. Esto podría traducirse en un incremento de todas las formas imaginables de desigualdad. La previsibilidad de esta situación es indignante, y sus consecuencias son letales”.

La pandemia abrió una enorme oportunidad para la solidaridad. Pero la avaricia de un reducido grupo de seres humanos le ganó la partida. Con ello, la brecha de desigualdad entre países ricos y pobres se ha ampliado y dentro de los países, la brecha social y económica entre sectores y grupos sociales también se ha hecho más honda.

Con datos del año anterior, en América Latina se amplió el enorme abismo que ha existido históricamente entre los pobres y los propietarios de grandes fortunas. El número de multimillonarios en la región latinoamericana se incrementó de 76 a 107 y la fortuna acumulada por este selecto grupo casi se duplicó: Pasó de US$ 284.000 millones a US$ 480.000 millones, según el análisis realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

La avaricia (“afán de poseer muchas riquezas por el solo placer de atesorarlas sin compartirlas con nadie”) siempre ha existido. Empero con la pandemia escaló de manera exponencial. ¿Qué hay de nuevo para que se haya dado este repudiable fenómeno.

Lo nuevo nos viene de finales del siglo anterior. Se trata de la pandemia neoliberal que como un terrible matapalo se ha apoderado de la política y, con ello, de la economía, de la sociedad y de la cultura de la mayoría de los países del orbe.

Diversas expresiones de un neoliberalismo extremo han bloqueado que se fijaran impuestos a las enormes fortunas concentradas en pocas manos, para enfrentar el incremento de la pobreza y la desigualdad.

En Costa Rica, ni siquiera se insinuó tal posibilidad ya que hubiese sido aplastada por la mayoría legislativa neoliberal que imperó desde el 2018 al 2022. Tampoco un impuesto solidario que pudieran pagar los dueños de grandes fortunas, hubiese contado con el apoyo de las cámaras patronales.

La avaricia neoliberal es como un agujero negro, que no deja ni rastros de solidaridad y de preocupación por el bien común.

El Papa Francisco al caracterizar lo que hoy prevalece en el mundo y que nos plantea el enorme desafío de su erradicación, lo expresa claramente: “Veo un modelo de vida económica y social caracterizado por tantas desigualdades y egoísmos, en el que una exigua minoría de la población mundial posee la mayoría de los bienes, y que a menudo no duda en explotar a las personas y los recursos”.

(9 de mayo, 2022).

El trasplante del corazón de un cerdo y los anti-vacunas

Luis Fernando Astorga Gatjens

En estos días, nos encontramos con la buena nueva de que un grupo de cirujanos estadounidenses implantó el corazón de un cerdo genéticamente modificado a un paciente que no podía recibir un trasplante tradicional debido a su condición médica. Esta operación se realizó el pasado viernes, 7 de enero en el Centro Médico de la Universidad de Maryland.

Es una muy buena noticia para David Bennett, de 57 años, el receptor del corazón, quien asegura sentirse bien pasados tres días después de la intervención quirúrgica a la que fue sometido, pero también para los miles de pacientes que esperan un corazón que les salve sus vidas y que forman una larguísima fila de espera. Compartimos el optimismo de muchos en que el corazón palpite mucho tiempo y le dé una feliz vida al Señor Bennett, pero aunque no se lograra el éxito deseado, este pionero procedimiento médico, sin duda, abre puertas hacia futuros trasplantes exitosos.

Este avance de la ciencia médica nos da esperanzas de cara a un futuro, en que el avance en procedimientos, tratamientos y medicinas pueda salvar muchas vidas o mejorar las condiciones de existencia para muchas personas.

No puedo más que contrastar este avance científico con la conducta de personas de aquí y de muchos países alrededor del mundo, que rechazan la vacuna contra la covid-19 y, peor aún, a través de campañas y acciones (dignas de mejores causas), buscan inducir a otras personas para que no se vacunen.

Hay algunas personas que rechazan vacunarse contra el coronavirus por el temor a verse afectadas por los efectos secundarios que le puede acarrear la inoculación de la vacuna. Es una postura razonable que sin embargo, las 9.370 millones de inoculaciones ya realizadas de la nueva vacuna (en sus distintas versiones), demuestra que se han sobredimensionado tales efectos.

El problema está en quienes rechazan la vacuna basándose en prejuicios y teorías conspirativas. La rechazan aún contra las múltiples evidencias de que las vacunas anti-covid, han evitado la propagación de la enfermedad, han reducido la gravedad de los síntomas y han evitado muchos fallecimientos. Algunos con expresiones de fanatismo medieval afirman que se utilizan fetos para elaborar los inmunizantes, que nos quieren convertir en zombies o que con la vacuna se coloca un chip en el brazo para espiarnos. Se ve que está influenciados por películas y series estadounidenses; casi todas de muy mala calidad y escasa imaginación.

Lo malo de esta postura contra la ciencia y las evidencias médico-científicas de los extremistas anti-vacunas es que de ella participan, incluso, personas con formación educativa superior, cuyos conocimientos debería de dotarlos de herramientas y conciencia para no sumarse a este tipo de cruzadas, que causan daño social.

Estas posiciones han llegado a “contagiar” a diputados de nuestro Parlamento, que utilizan los micrófonos e instalaciones de la Asamblea Legislativa para propagar sus ideas contra la vacuna. Este tipo de conductas que van en contravía de la salud pública deben ser repudiadas por las personas conscientes, que somos la gran mayoría como lo demuestran distintos estudios de opinión.

Que alguien decida no vacunarse, por la razón que sea, no lo debemos censurar siempre y cuando no ande propagando el coronavirus, a diestra y siniestra, sin tomar las medidas necesarias y cumplir con rigor los protocolos preventivos. Sin embargo, hemos podido observar que muchas personas que exhiben posiciones anti-vacunas, en forma irresponsable, no toman medidas para proteger a las personas de sus entornos sociales y de otros ámbitos.

Es un hecho irrebatible que la elaboración de distintos tipos de vacunas anti-covid, en un tiempo récord de menos de un año, representa un enorme avance científico y médico como lo es también que puedan realizarse trasplantes a personas de corazones porcinos modificados genéticamente.

Se ha dicho bien cuando se afirma que la producción de vacunas anti-covid representa un triunfo de la ciencia, pero no una victoria de la solidaridad humana. La mayoría de los países donde se han producido las vacunas, han tenido una conducta prevaleciente egoísta dando prioridad absoluta a vacunar a sus habitantes, en desmedro del impulso de un proceso de vacunación global, que favoreciera tanto a países ricos y de ingreso medio como a países pobres. El rotundo fracaso de la iniciativa Covax impulsada por las Naciones Unidas, es reflejo de tal fracaso.

Es bien sabido que algunas grandes empresas farmacéuticas han visto crecer sus ventas a niveles exponenciales al calor de la producción de las vacunas anti-covid y se han cerrado a compartir sus fórmulas para la producción genérica, aunque fuese hasta alcanzar el control mundial de la pandemia. La avaricia es una enfermedad que carcome la conciencia humana hasta límites irracionales. Los números de estas mega-empresas en las bolsas de valores así nos lo recuerdan.

Pero todo esto no está presente en el magín de los antivacunas. Su preocupación y desvelo es imponer a otros su «doctrina» y autosatisfacerse en sus conspiraciones anti-científicas.

“La ciencia es la clave de nuestro futuro y si tu no crees en la ciencia, entonces nos estás reteniendo a todos hacia atrás”. Frase muy oportuna del científico William Stanford Nye, que tiene mucho sentido en estos tiempos que corren ante los negacionistas de un avance científico como es la vacuna anticovid o la implantación del corazón de un cerdo en un ser humano.

“¡Triste época es la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. Quizás Albert Einstein estaba pensando en los anti-vacunas al emitir este potente pensamiento.

(12 de enero, 2022).

Anti-vacunas: Una brújula política extraviada y peligrosa

Luis Fernando Astorga Gatjens

En semanas recientes, un pequeño grupo de personas que se manifiestan contra las vacunas se ha estado movilizando para expresarse. En una democracia como la nuestra (declinante en muchos aspectos), están en su derecho aun cuando la inmensa mayoría de las y los costarricenses no compartamos sus posturas y los motivos que los hacen movilizarse.

Las personas anti-vacunas para sostener sus ideas y posiciones utilizan argumentos que van desde irracionales teorías de conspiración hasta razonamientos más serios, centrados en el hecho de que las vacunas anti-covid-19, generan dudas con respecto al verdadero alcance de su eficacia inmunológica y las secuelas que podrían producir en las personas inoculadas.

En el fondo, muchas de estas personas cuestionan los avances científicos y técnicos sin fundamentos sólidos y asumen una conducta que puede ser perjudicial para ellos mismos y, peor aún, para sus entornos sociales y para la comunidad nacional ante la posibilidad de la extensión del contagio del coronavirus. Asimismo, su posición es contraria al deseable avance en la meta de la inmunización de rebaño, que nos protegería a todos y sería una condición clave para la reactivación económica y social, que le urge a un país en profunda crisis multidimensional.

Las redes sociales son como una daga para la democracia en virtud de que pueden fortalecerla porque aseguran una comunicación horizontal muy rápida pero también pueden ser medios muy eficaces para la difusión de noticias falsas y de peligrosas teorías “conspiranoicas”. Sirven al mismo tiempo para construir, pero también pueden ser útiles para destruir personas, procesos e iniciativas de beneficio social.

Precisamente, han sido esas redes sociales las principales difusoras de las posturas anti-vacunas en el mundo y, desde luego, en Costa Rica. En su momento fue Donald Trump el difusor de ideas que han afectado la atención de la pandemia en su país; incluso afirmando que una forma de combatir el coronavirus era consumiendo dosis de desinfectante. El otro promotor de estas bizarras ideas ha sido y lo es todavía, Jair Bolsonaro en Brasil, que hoy es acusado por crímenes contra la humanidad por su terrible manejo de la pandemia y por la muerte de alrededor de 120.000 personas, cuyos fallecimientos habrían sido evitables. Igualmente han brotado movimientos desde posiciones de extrema derecha en España (Vox), Francia (el partido de Le Pen) y en otros países europeos. Se trata de movimientos que se manifiestan contra las vacunas e igualmente, lo hacen contra los inmigrantes, los derechos de la mujer y otros avances en materia de derechos humanos.

En una encuesta realizada en Costa Rica por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), entre el 4 de agosto y 6 de setiembre del año en curso, un 94 % de la población “considera de importancia la vacunación contra la covid-19 para detener y evitar contagios y lograr una mayor inmunidad.” Mientras tanto según el mismo estudio de la OPS, el 68 % de las personas consultadas opinó que la vacuna debe ser obligatoria. Esto nos muestra que la mayoría de quienes habitamos este país compartimos una posición razonable y sensata, y no hemos sido presa de esa peligrosa influencia anti-vacunal.

En el proceso de vacunación he sido muy crítico con el gobierno y las autoridades sanitarias, por otras razones, más centradas en la celeridad del proceso y, especialmente, por la opacidad y secretividad del contrato suscrito con la farmacéutica Pfizer. Es oportuno indicar aquí que un organismo estadounidense de defensa del consumidor (Public Citizen) publicó recientemente un informe en el que reveló cómo la Pfizer utiliza su enorme poder en medio de la pandemia. Este grupo analizó los acuerdos que Pfizer alcanzó con Brasil, Chile y Colombia. «Los contratos ofrecen un vistazo poco común al poder que una corporación farmacéutica ha obtenido para silenciar a los gobiernos, acelerar el suministro, traspasar el riesgo y maximizar las ganancias durante la peor crisis de salud pública en un siglo», expresa la publicación. Y si eso lo hizo con países de economías más grandes que habrá hecho con países como el nuestro, de un peso económico y político menor. Ni más ni menos que tigre suelto (la Pfizer) contra burro amarrado (un gobierno débil de un país pequeño).

Un tema de la importancia de éste, así como el manejo calculadamente político de muchos aspectos relacionados con las medidas y acciones de bio-seguridad, emprendidos por el gobierno, no han estado en la mira de estos grupos anti-vacunas. Tienen la brújula extraviada y se tornan peligrosos porque propagan ideas contrarias al bien y a una necesidad común: El avanzar pronto y rápido para alcanzar la meta de inmunización de rebaño y, con ello, protegernos todos contra el coronavirus y sus amenazadoras variantes.

Es un hecho indiscutible que la obtención de vacunas anti-covid en tan poco tiempo es un logro de la ciencia y la medicina, aunque es seguro que con el tiempo las vacunas mejorarán y posiblemente, se conviertan en inmunizantes de aplicación anual como el de la influenza. Es también indiscutible que sus efectos positivos se reflejan en estadísticas desarrolladas por organismos serios, que muestran reducción en las tasas de contagios, mejora en los síntomas severos, disminución de las cifras de muerte, reducción en hospitalizaciones; en fin, distintos avances en la lucha contra la pandemia. Es un triunfo científico, pero –eso si– una derrota a la cooperación y la solidaridad internacionales, ya que la avaricia de las grandes empresas farmacéuticas se ha impuesto hasta ahora frente a una distribución más uniforme de las vacunas en todo el orbe, particularmente en los países pobres. Y eso en un mundo tan interconectado como el del presente, representa un peligroso lastre para el avance global contra la pandemia.

Es preocupante que algunos partidos y candidatos presidenciales hayan estado coqueteando –directa o indirectamente– con estas posturas anti-vacunas, calculando que les pueden traer algún rédito político a sus propósitos electorales. Es sin lugar a duda posiciones tan oportunistas como irresponsables. En este momento, hay argumentos contundentes que nos hacen concluir que el mejor camino para combatir la covid-19 es la vacunación. No vacunarse y, peor aún, propagar ideas anti-vacunación es estar jugando a la ruleta rusa con respecto a contraer o no la enfermedad y a contagiar o no a otras personas.

La pelea de los anti-vacunas está destinada a fracasar porque es contundente la inmensa mayoría de quienes apoyamos la vacunación. Sin embargo, se convierte en un distractor que al final les es útil al gobierno y a algunos sectores políticos y económicos, a los que no les interesa que ciertos temas que deben ser prioritarios, se conviertan en la agenda y el debate de la todavía gélida campaña electoral.

El principal tema en esta campaña que debería emerger es el del enorme deterioro del Estado Social de Derecho, expresado en cifras dramáticas en recaudación fiscal (elusión, evasión, contrabando), deuda pública en sangría cotidiana para las arcas del Estado, salud pública en amenazante deterioro (crisis creciente de la CCSS), educación en perspectivas devastadoras, desempleo en números alarmantes, informalidad laboral rompiendo récord, derechos laborales en declive, abandono estatal de agricultores, productores pecuarios y pescadores, pobreza, desigualdad social, concentración de la riqueza, entre otros rubros y cifras en rojo.

Empero los partidos piromaniacos que han sido gobierno en los últimos lustros (PLN, PUSC y PAC) y los diputados cómplices en la actual Asamblea Legislativa, no van a querer aceptar que son corresponsables de este incendio que puede reducir a cenizas lo que nos queda del Estado Social de Derecho. Prefieren contribuir al reduccionismo de un debate entre vacunación y no vacunación, y no encarar el más grave tema que amenaza al país singular que construimos en dos siglos y que avanza inexorablemente a convertirse en un humeante recuerdo.

(29 de octubre, 2021)

Pronunciamiento de la UCCSNAL sobre nuevas vacunas genéticas o transgénicas en contexto de SARS COVID19

La Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza en América Latina (UCCSNAL) manifiesta su preocupación por el desarrollo de vacunas para el nuevo SARS COVID19 de forma acelerada, con evaluaciones parciales, limitadas y sin las adecuadas fases de investigación por parte de las corporaciones farmacéuticas (1). A causa de presiones políticas y económicas se pone en altísimo riesgo tanto la eficacia de estos tratamientos como también la salud y la seguridad de las personas.

En esta carrera desenfrenada para producir vacunas para el Covid-19, no se está informando adecuadamente a la población sobre la naturaleza y condiciones de este tipo de vacunas. Al mismo tiempo, se está generando una falsa expectativa en torno a las posibilidades de la vacuna como “solución”, cuando es bien conocido que las vacunas son solo una parte del proceso y el manejo de cualquier enfermedad. Tampoco se están atendiendo las causas del surgimiento de pandemias, como el sistema pecuario y agroalimentario industrial y la destrucción de ecosistemas por la expansión de éste y otros megaproyectos que destruyen los ambientes que son hábitats de especies silvestres, con lo cual nuevas pandemias están en ciernes.

Alerta en particular el hecho de que varias de las vacunas que se están desarrollando, con tecnologías altamente experimentales nunca antes probadas en seres humanos, son vacunas de tipo Genético o Transgénico (2) (por diseño o por modo de acción, con abordajes similares a los utilizados en terapias génicas y/o transfecciones). Este tipo de vacunas busca introducir al organismo y/o a la célula ADN o ARN foráneo a través de vectores de virus recombinantes o vehículos como nano partículas lipídicas. Desde hace más de tres décadas se modifican genéticamente plantas y animales a través de la ingeniería genética (por ejemplo, OGMs (3) mediante ADN recombinante y transgénesis), por lo que ya se han evidenciado riesgos asociados a transferencia horizontal y vertical de genes, a problemas generados en la agricultura, al ambiente y a los seres humanos a nivel de salud.

Obtener una nueva vacuna segura y eficaz puede llevar décadas. Por ejemplo, en el caso de algunas enfermedades virales no se han podido desarrollar vacunas luego de años de infructuosos intentos. Es altamente preocupante que, en este caso particular, se tomen decisiones que influirán masivamente en la vida y la salud de las comunidades a partir de procesos y resultados prematuros, opacos e insuficientes.

Dentro de las dudas que se generan, se incluyen (4):

¿Cuáles son los efectos previstos a mediano y largo plazo de este tipo de vacunas?

Dado el tipo de tecnologías utilizadas, ¿cómo se están estudiando aspectos tales como los inherentes a la vehiculización y liberación de ácidos nucleicos de síntesis y sus interacciones, así como los efectos de los factores adyuvantes y de los excipientes?

¿Cómo se han evaluado los eventuales cambios en la epigenética y genética del huésped?

Se habla de lograr una “aceptable relación costos/beneficios”, ¿qué se entiende por “aceptable”?

En definitiva, la falta de transparencia del proceso de diseño, síntesis y ensayo de estas vacunas atenta contra un Análisis de Riesgo riguroso e independiente.

Preocupa que las autoridades de nuestros países subsidien y favorezcan este tipo de vacunas y planteen su obligatoriedad. No están exigiendo calidad y seguridad necesarias en su producción y evaluación terapéutica ante el proceso acelerado de adquisición y uso masivo. Se legisla para favorecer a la industria farmacéutica multinacional mediante inmunidad jurídica y exoneración de responsabilidad por eventuales daños. Aceptan acuerdos de confidencialidad que resguardan datos técnicos básicos, y se les aportan cuantiosos recursos públicos.

La Declaración Universal de Bioética y Derechos Humanos afirma que el respeto por la dignidad y la integridad de las personas es un derecho humano innegociable. En respuesta a algunos de los abusos cometidos en ciertas investigaciones científicas, la normativa ética internacional ha consagrado la prioridad de la protección de las personas, su integridad y sus derechos. Esto no debería soslayarse en tiempos de epidemia o sindemia (5). La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha instado a que la adopción de medidas frente a la actual situación que concierne a la vida y salud pública se efectúe en el marco del Estado de Derecho, con el pleno respeto a los instrumentos interamericanos de protección de los derechos humanos y los estándares desarrollados en la jurisprudencia de este Tribunal. Asimismo, considera que el derecho a la salud debe garantizarse respetando la dignidad humana y observando los principios fundamentales de la bioética (6).

Debe respetarse y aplicarse el principio precautorio (7), según el cual: i) se deben prevenir los posibles daños derivados de la incerteza científica que implican este tipo de vacunas genéticas o transgénicas; ii) se debe informar sobre tales incertezas científicas en cuanto a los procedimientos de su producción y evaluación, entre otros; iii) se debe invertir la carga de la prueba (quienes las producen tienen la carga de probar su inocuidad; y, por sobre todo, iv) los Estados deben abstenerse de autorizar este tipo de vacunas ante las ya referidas incertezas científicas. En el actual estado de situación del conocimiento científico sobre este tipo de vacunas, autorizarlas equivale a invertir indebidamente el principio de precaución y exponer a la población como objetos de experimentación.

Por todo ello, la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza en América Latina (UCCSNAL):

1ro.) Manifiesta su preocupación ante los riesgos inherentes a estas vacunas de tipo genético o transgénico.

2do.) Alerta sobre las incertezas científicas sobre su producción, evaluación y utilización.

3ro.) Propone afirmar el rol de los Estados y organismos regulatorios sobre el tema en cuestión, dado que son ellos quienes deben garantizar el derecho a la salud, asegurar el control de seguridad y eficacia de las nuevas tecnologías y promover el respeto por la dignidad, la integridad y la libertad de las personas como derechos humanos inalienables, en forma independiente del interés de lucro de las empresas.

4to.) Solicita a las autoridades competentes:

i) En aplicación del principio de precaución, abstenerse de autorizar la comercialización y aplicación de este tipo de vacunas genéticas o transgénicas hasta tanto se demuestre su inocuidad por medio de organismos científicos y organizaciones civiles sin conflicto de interés;
ii) Abstenerse de imponer obligatoriedad de administración de este tipo de vacunas contra el Covid-19 a la población; y
iii) Compeler a las corporaciones farmacéuticas a informar de manera transparente a la población sobre todos los procedimientos de su producción y evaluación.

Referencias:

1- (2020), “Las vueltas de la pandemia: vacunas transgénicas”, disponible en:  https://desinformemonos.org/las-vueltas-de-la-pandemia-vacunas-transgenicas/ .

2- Sobre la diferencia entre este tipo de vacunas y las vacunas convencionales, puede consultarse: RIBEIRO, S. (2020). “Covid y vacunas transgénicas”, disponible en: https://www.jornada.com.mx/2020/09/12/opinion/019a1eco.

3- Organismos Genéticamente Modificados.

4- Sobre tales interrogantes puede ampliarse y consultarse en MARTÍNEZ DEBAT, C. (2020), “Una visión desde la biología molecular” (disponible en:  https://drive.google.com/drive/folders/15AZoHJuyLnEPtMEUGji6YzxdsNNzpqsX?usp=sharing.

5- Sobre tales conceptos puede consultarse el 2do. Seminario UCCSNAL – Re-pensando la crisis pandémica, realizado el 25 de agosto de 2020 (disponible en canal de YouTube “UCCSNAL”:  https://www.youtube.com/watch?v=QUGQfvM3xu8&t=2246s).

6- Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), Declaración de la Corte Interamericana de Derechos Humanos 1/20, Covid-19 y derechos humanos: Los problemas y desafíos deben ser abordados con perspectiva de derechos humanos y respetando las obligaciones internacionales, de 09/04/2020, disponible en:  https://www.corteidh.or.cr/tablas/alerta/comunicado/declaracion_1_20_ESP.pdf; para los estándares de la Corte IDH en materia de consentimiento informado, ver Corte IDH, Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30/11/2016. Serie C No. 329, pár. 166 y nota al pie 200, disponible en:  https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_336_esp.pdf; para los estándares de la Corte IDH en materia de principios de precaución y prevención, ver Corte IDH, Medio ambiente y derechos humanos (obligaciones estatales en relación con el medio ambiente en el marco de la protección y garantía de los derechos a la vida y a la integridad personal – interpretación y alcance de los artículos 4.1 y 5.1, en relación con los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-23/17, de 15/11/2017. Serie A No. 23, pár. 180, disponible en:  https://www.corteidh.or.cr/docs/opiniones/seriea_23_esp.pdf

7- Sobre tales perspectivas del principio precautorio ante nuevas tecnologías aplicables al presente pronunciamiento, puede consultarse: MIRANDE, S. (2020). “Deconstruir el desarrollo de lo desconocido. Interpretación precautoria de textos normativos”, Revista Crítica de Derecho Privado, Nro. 17-2020, pág. 935 (disponible en:  https://drive.google.com/drive/folders/15AZoHJuyLnEPtMEUGji6YzxdsNNzpqsX?usp=sharing.

*El presente pronunciamiento se fundamenta en los estudios citados así como también en la bibliografía citada en ellos.

 

Fuente: Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (UCCSNAL)

Compartido con SURCOS por Jaime García.

Una nueva época

Por Esteban Beltrán Ulate. Profesor

Las contradicciones del capitalismo desencadenan crisis humanas y más recientemente desequilibrios en el entorno natural de escala global. En este escenario emerge como condición necesaria los sacrificios que se revelan connaturales del sistema hegemónico, supresión de: productos elaborados, fuerzas productivas y medios naturales.

Debo reconocer que discrepo de la visión lineal de la historia como progreso, incluso, discrepo de la concepción sobre el capitalismo como sistema que se agota y que tiende inevitablemente a la autodestrucción de manera natural. Considero que el mismo sistema capitalista muta según las condiciones del entorno social, y que se mantiene bajo la lógica moderna de colonialismo, patriarcado, y control epistémico. En esta dinámica los sacrificios del sistema imperante son una condición necesaria del mismo, sin embargo, siendo los grupos vulnerables aquellos que son los “desposeídos-productores” según la pirámide de retención capitalista, a esto debe sumarse el grito de la Tierra como resultado de los sacrificios que atentan contra el equilibrio de la vida.

La pandemia por la COVID-19 desvela los sacrificios que requiere el sistema capitalista en nuestro días, para continuar en funcionamiento. por medio de la pandemia, se ha revelado el sacrificio de productos, fuerzas y medios naturales, siendo las zonas del Sur Global (parafraseando a Boaventura de Sousa Santos) las más vulnerables. La desigualdad internacional de las vacunas es un resultado de la desigualdad internacional instalada en el sentido común neoliberal; lo anterior encuentra eco en la situación que acontece en estos momentos en países que sufren una catástrofe humanitaria como la India.

El capitalismo ingresa a una fase digital, pero sigue funcionando bajo la misma fórmula. Esta fase digital no está enraizada en todo el Planeta, sin embargo, desde las zonas donde lo digital está instalado se configura un modo de operar con aspiración a lo universal, incluso al mundo no digital. Las tensiones entre Centro-Periferia ahora se descubren entre lo Digital-NoDigital, los Vacunados-NoVacunados. Así, con estas líneas invisibles se trazan las nuevas fronteras del mapa mundi de la desigualdad.

Frente a a crisis de las vacunas que es la condición sacrificial del capitalismo en nuestros días, los grupos sociales que empujan la historia hacia una transformación, deben plasmar alternativas desde diversas áreas y dimensiones de la sociedad, sin pretender una respuesta única que atienda a la problemática que es global e histórica. Crear alternativas contra el gobierno, desde el gobierno y desde fuera del gobierno, propiciar alternativas desde los pueblos, desde los ausentes, desde la vida natural misma.

De manera concreta, en el aquí y ahora inmediato, frente al sacrificio planetario que vivimos, los grupos de alternativa en todo el mundo, debemos clamar por liberarnos del “vacunicidio” que afrontamos, nuestra aldea global tiene mecanismos para frenar la aceleración del virus y el incremento de muertes, tiene la posibilidad de convocar a una liberación temporal de patentes de las vacunas contra la COVID-19, tal como lo ha expuesto Stephen Cornish (Médicos sin Fronteras), debate ampliamente expuesto en diferentes países del mundo; como comunidad mundial existe la posibilidad de decirle a las grandes empresas farmacéuticas detengan la retención de ganancias a costas de la vida humana.

De la mano de esta acción en favor de la vida humana, debe encarnarse la adopción de prácticas regionales que permitan resistir a los embates de la pandemia y post-pandemia, en este sentido, los conocimientos populares y autóctonos de las regiones que aún coexisten de manera minimizada en un ambiente mundial capitalista serán necesarios consejeros. La solución no está en retroceder la historia previo al desarrollo del capitalismo, sino en trascender la historia, o para ser más humildes, servir de puentes al nuevo tiempo, donde la esperanza que nos anima, nos inspira a pensar una sociedad planetaria global que conviva en una casa común, donde la naturaleza no sea una pertenencia sino nuestra relación, donde lo patriarcal sea una mínima expresión en desuso, donde el colonialismo sea un relato de libros solamente y donde el capitalismo sea obsoleto frente a nuevas formas, plurales de economías, que permitan una vida digna para todos y todas. La pandemia que afrontamos es una difícil lección que enfrentamos como humanidad, que marcará en conjunto con otros eventos el paso de la humanidad a una nueva época, el futuro lo escribimos ahora.

Salvar vidas o hacer negocio

Marlin Óscar Ávila Enríquez

Entre médicos preparados para recetar medicamentos indicados por las farmacéuticas y, periodistas amoldados a decir lo que al público le gusta escuchar, se maneja la salud en este país. No hay cuestionamiento ni reflexiones sobre lo que está ocurriendo y el médico siempre tiene la última palabra sobre nuestra salud y, sobre nuestra vida. El periodista simplemente repite lo que el médico (a quien ligeramente califica de «científico») le dice que hace y decide la causa de un fallecimiento. El gremio de galenos se ha acomodado a lo que la OPS/OMS le indica (por lo cual la ciudadanía europea está en las calles ahora mismo).

En mucho todo eso sobre nuestra salud está lejos de la verdad. En un año, se ha logrado hacer desaparecer la generalidad de enfermedades crónicas. Los fallecimientos son por la «pandemia» y más por la plandemia. Se han prácticamente prohibido las autopsias. Así que la ciudadanía se ve obligada a aceptar lo que «el científico» médico le diga, sin importar la «burrada» que a éste se le ocurra. Como «son héroes de primera línea» el ciudadano de a pie no puede cuestionar esa verdad absoluta, que ahora es más cierta que la de un pastor de iglesia, «representante del todopoderoso» en la tierra.

Hace tres días falleció una buena amiga de Covid-19 en el hospital del Tórax, de Tegucigalpa, mientras estaba intubada. Sus más cercanos familiares le solicitaron al médico que la atendía, que le aplicara CDI o CDS intravenoso. El médico, quien se educó con otros cánones y las farmacéuticas le instruyeron distinto, se negó. Desde luego, la amiga falleció, como fallece arriba del 93% de intubados, puesto que nunca ha sido solución para salvar a pacientes ese mecanismo. Ese medio que pareciera de veterinarios para ganado vacuno, pero mantiene buenas ganancias a sus comerciantes. Sin embargo, como lo indican organismos internacionales, nuestros «científicos» sin conciencia científica, lo aplican y nadie les puede contradecir.

Al negarse en aplicar la sugerencia de los familiares de mi amiga, el médico desobedece las normas internacionales, al menos el Tratado de Helsinki, y puede ser procesado jurídicamente por homicidio.

No cabe dudas que ningún otro médico se solidariza con los dolientes, pues dentro del gremio se protegen mutuamente, no importa lo irresponsable que sea su colega. Es como una «mafia» de profesionales. Ahora no se cual gremio es peor en esto, si el de abogados o el de galenos.

Desde luego que mucho galeno ha sido sacrificado por estar en primera fila con la pandemia y por negligencia del gobierno. Aunque se sabe que, en mucho, han estado en la segunda fila, después de la fila de enfermeras. Lo que sucede es que los periodistas los colocan en primera por congraciarse más con los galenos.

Admitimos que muchos galenos cumplen con el principio Hipocrático, el cual afirma que su objetivo es salvar vidas, primeramente, pero, entre la universidad y los negocios de las farmacéuticas, ese principio se ha ido perdiendo, al grado de desaparecer en la mayoría. Ahora primero está el negocio y mucho después salvar vidas.

Biden: más allá de los insultos

Arnoldo Mora

Estrenando no más su mandato, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha desagradablemente sorprendido al mundo entero por el inusitado y brutal insulto proferido, en una entrevista a un periodista, al calificar de ”asesino” al presidente ruso Vladimir Putin; lo cual provocó, como era de esperar ante semejante agresión verbal, la inmediata respuesta del aludido; quien, no sólo devolvió el apelativo, sino que igualmente aprovechó la ocasión para mostrar una mayor madurez política al ofrecerle la posibilidad de un encuentro al más alto nivel. Lo anterior viene a agregarse a los reiterados ataques de Biden al gobierno chino; confirmando esta tendencia, recientemente en su primer encuentro con una delegación de alto nivel de la potencia asiática, los enfrentamientos fueron en extremo virulentos. Hemos de concluir, en consecuencia, que no estamos ante una escalada de exabruptos del anciano presidente yanqui, ni de una reacción agresiva debida solamente a su entorno inmediato, sino que debemos concluir que, en este caso, no se trata de una actitud personal, sino de una política de este gobierno, que no obedece a causas circunstanciales o coyunturales, sino a causas estructurales, que se expresan en una línea política claramente definida de antemano por el equipo que actualmente ha asumido las riendas de la Casa Blanca. Cabe, entonces, preguntarnos si no estamos ante la nueva versión de la Guerra Fría, que uno creería que había terminado con la caída del Muro de Berlín hace ya 30 años; podríamos, igualmente, pensar que Biden no desea proyectar una imagen de debilidad al asumir su gobierno; por lo que no quiere dar la impresión de que su política internacional, basada en priorizar los métodos tradicionales de la diplomacia, al asumir los problemas más álgidos dejados por su antecesor en el convulso escenario de la política internacional de una potencia imperial que viene dando, una vez sí y otra también, signos inequívocos de declive y de corrupción interna desde mucho antes de Donald Trump.

Esta posición me parece la más acertada. Toda la política exterior de este nuevo equipo demócrata busca debilitar, mediante un enfrentamiento directo, hasta ahora tan sólo en el campo político y no militar, al eje Pekín-Moscú; el cual, viene dando muestras fehacientes de haberse convertido en el nuevo centro del poder mundial. La pandemia provocada por el Covid.19, no ha hecho sino acrecentar la presencia planetaria de estas dos potencias, surgidas de sendas revoluciones inspiradas en el pensamiento marxista; dado que, si bien la pandemia surgió en una ciudad china, este país ha sabido superar la epidemia y sus secuelas, tanto sanitarias como económicas y políticas, con una solvencia que ha hecho palidecer y languidecer a las potencias occidentales. Las más derechistas de estas últimas han sido las que mayor fracaso han exhibido ante los ojos del mundo entero en el combate a la epidemia; Estados Unidos en América del Norte, Reino Unido en Europa y Brasil en Nuestra América, han sido los países con la mayor cantidad de muertos y contagiados por causa del covid-19; lo cual demuestra a ojos vista el fracaso estrepitoso de las políticas neoliberales impuestas por sus gobiernos; por su parte, las empresas transnacionales, que monopolizan los productos farmacéuticos en el mundo capitalista, acaparan la producción y venta de medicamentos, se han mostrado rotundamente insensibles e inhumanas en cuanto a la distribución de la vacuna. Por el contrario, Rusia, China y la India, por no mencionar a Cuba, que ha demostrado, una vez más, ser una potencia en ciencias médicas, han sido de una encomiable generosidad y solidaridad con todos los países, pero especialmente con los más marginados.

Ante esta incuestionable realidad, la debilidad del otrora incontestable poderío yanqui en la escena mundial, es patente. Los Estados Unidos evidencian estar siendo afectados por profundas e irreparables grietas internas; su mayor debilidad no está fuera sino dentro de sus fronteras; el intento de golpe de Estado, perpetrado por una horda de trumpistas y el desconocimiento de la legitimidad del resultado de las últimas elecciones presidenciales por parte de la mayoría de los que votaron por Trump, demuestra que las heridas provocadas por el ascenso de la extrema derecha en ese país, no ha hecho sino rasgar profundamente el vínculo que unía a unos estados, que hoy confirman que están más desunidos que nunca desde los ya lejanos días de la Guerra de Secesión. La pandemia hizo de Lincoln su principal y más ilustre víctima; más bien, esta epidemia desencadenó una crisis que venía incubándose desde décadas atrás. Todo lo cual no es más que la verificación de una ley de la historia, según la cual cuando un imperio decae, sus divisiones internas se hacen más y más profundas e irreversibles. Las contradicciones internas y no los enemigos de fuera son la causa de la caída de los imperios; desde “La Ciudad de Dios” de San Agustín, lo sabemos. En un imperio universal no hay política exterior, porque para sus dirigentes no hay exterior, todo el planeta está sujeto a su jurisdicción; para un imperio planetario no hay conflictos externos, todos son domésticos. Los Estados Unidos se erigieron por sí y ante sí en gendarmes del mundo; todo conflicto o crisis política, cualquiera sea el rincón del planeta donde se dé y cualesquiera sean las causas que la provoquen, debe ser dirimido según convenga a sus intereses; y para que, si a alguien se le ocurra pensar lo contrario, miles de bases militares están diseminadas en todo lado, hasta el punto de que el mundo entero podría convertirse en una prisión yanqui.

Pero las crisis internas de un imperio debilitan su poderío exterior; para ocultarlo, esos imperios se empeñan en seguir mostrando su poder dondequiera; para lograrlo, deben mostrar músculo y, si no lo pueden hacer con su fuerza militar, deben hacerlo con gestos y retórica de prepotencia y arrogancia; lo cual podría parecer histriónico, pero tratándose de potencias que poseen el más alto poderío nuclear, el riesgo de sobrepasar los límites pone en peligro de extinción a la especie humana más que cualquier pandemia provocada por la naturaleza. Una vez más se hace realidad aquello de que el mayor enemigo del hombre es el hombre mismo. Pero si el hombre es el causante de un mal, también el hombre debe ser el que produzca su curación. Todos los hombres y mujeres razonables y honestos del mundo, deben levantar su voz y emprender una cruzada en pro de la paz, una paz fundada en la justicia exigiendo el estricto cumplimiento de los principios del derecho internacional, encauzando los ingentes recursos económicos y científicos que hoy se destinan a la construcción de armas destructivas, a combatir la pobreza de los pueblos y a la defensa de la Naturaleza. Lo que no se haga en ese sentido no pasa de ser demagogia. Todo lo dicho, en las circunstancias actuales es algo más que una utopía, es un imperativo moral; más aún, es la conditio sine qua non que tiene la humanidad para lograr sobrevivir. La especie sapiens ha sido la más exitosa de todas las especies de mamíferos; lo cual la ha llevado a crear la más ingente acumulación de poder que jamás podría imaginarse. EL imperativo imprescindible en la actual encrucijada de nuestra historia, es poner ese inmenso poderío al servicio de las mejores causas. De no lograrlo, cualquier pandemia presente o futura, no será más que el preludio “de un apocalipsis anunciado”.