El vanidoso, pero nunca neutral prefijo “in” … “Yo y ustedes, contra los otros”
Lic. Javier Francisco Cambronero Arguedas
05-V-24
Transcurridos dos años de la administración Chaves Robles, es sano y conveniente plantearse algunas consideraciones en torno al balance de esta.
Inicio mencionando que desde que nací han transitado por el poder ejecutivo 15 costarricenses. Y ejerzo mi derecho al voto desde las elecciones de 1986, por cierto, voto donde la persona por la que vote no ganó. Desde la Constitución de 1871, se estableció un periodo constitucional de 4 años para nuestras autoridades del Ejecutivo. O sea, mediane ese mecanismo, imperfecto, pero sin duda el mejor hasta estas alturas de la historia, el pueblo delega su soberanía a través de la delegación del poder a sus legítimos representantes. Tanto para el Ejecutivo como para el Legislativo.
Esta democracia bicentenaria, ha visto roto el orden constitucional, muy pocas veces, gracias a Dios. Esta generación no conoce, no sabe, ni desea conocer otra forma de gobierno que no sea más que la heredada por sus antepasados y que nos corresponde ineludiblemente conservar y más aún robustecer para las futuras generaciones. No es desde la retórica ni desde las buenas intenciones como lo vamos a lograr, sino a través de acciones cívicas, patrióticas y civilistas reconociéndonos, a pesar de nuestras diferencias como hermanos y eso sí, capaces de construir y ponernos de acuerdo sobre lo que es verdaderamente importante. El pensar distinto nos es natural, en un marco democrático. No es pecado, ni mucho menos una señal de debilidad de nuestra democracia. Ha sido a través de la diferencia y búsqueda de acuerdos como hemos construido una senda a través de los años. Siempre como costarricenses, sabremos discernir que son más las cosas que nos unen que las que nos separan.
Hay un hecho político importante en el ámbito constitucional, desde 2014 la fragmentación social que experimenta el país ha ocasionado que ningún presidente cuente con mayoría parlamentaria. Ello es expresión de la incorporación de más voces y más actores políticos en nuestro medio. Ya el Informe del Estado de la Nación de 2009, nos lo advertía.
Los partidos políticos y quienes aspiran a gobernarnos cada cuatro años, deben cumplir con presentar un plan de gobierno al electorado, y si el soberano los premia con su beneplácito, al resultar ganador ha de entenderse que allí concluye la campaña política e inicia la labor de estadista, de gigante, donde la seriedad y el compromiso adquirido con los votantes, se tornan en las mayores perlas que guíen su labor. Allí la in-utilidad y alegar diversas razones para no cumplir, no se justifica, ni mucho menos es válido ante una creciente desigualdad y diversos problemas que se van agudizando. Para gobernar se requieren estadistas. No alcanza con ser simples administradores que solo ven el árbol y no el bosque.
Hace un año publiqué un artículo semejante a este. Donde planteaba algunas precisiones sobre el modo de comportarse del presidente Chaves. Indicaba en aquel entonces que “la política no puede ser escenario para despropósitos, transformándola en vehículo para vanos y pérfidos proyectos personales, con infames y espurias motivaciones. Al contrario para los demócratas, debe ser concebida como medio para el cambio y transformación social. Hoy algunos intentan hacer prevalecer, por cualquier medio, sus intenciones, sin importar el atropello a la institucionalidad y de esa manera convertir la mentira, la demagogia y el cinismo, en filosas espadas capaces de decapitar la verdad y todo aquello que se interponga”.
Este 2 de mayo, junto a mi esposa, escuchamos la mayor parte de su intervención brindando su informe y/o listado de logros, en la sede del primer poder de la república. Como mínimo de nuestra formación cívica no debemos olvidar que allí estaban presentes nuestros legítimos representantes, en quienes el pueblo soberano ha delegado su representación y poder: el presidente, sus vicepresidencias y los 57 diputados. Ese variado grupo de costarricenses -60- hay un mosaico de pensamiento, talento y por qué no, de mediocridad e in-capacidad también. Todos ellos electos por 4 años, ya han pasado 2. Y ha sido tiempo suficiente para haber cosechado algunos logros y sembrar un poco del siempre esperanzador y necesario optimismo. Es conveniente recordar que el paso por la función pública es efímero, caduco. Pero lamentamos el posicionamiento de un discurso confrontativo y de polarización, dividiendo a la familia costarricense. Pareciera que la intención es posicionar “Yo y ustedes, contra los otros”
En mayo de 2022 se anunciaba alegremente en el país una Ruta para rebajar el precio de las medicinas, una ruta para rebajar el precio del arroz y ello se iba complementar con el anuncio en febrero de 2023 de una Ruta de la Educación. El tiempo de manera inexorable ha transcurrido y aún las manos del presidente Chaves y sus jerarcas están vacías de logros significativos. Y no es que ha transcurrido un mes, o un primer año para que sea muy poco lo que pueda mostrarse. Es que ya son 24 meses y la creatura aún no ha sido parida. La campaña política concluyó hace 25 meses y el tiempo de gobernar llegó hace rato. La in-eptitud con que se asume la noble y sublime labor de gobernar, ha hecho que chambonada tras chambonada el tiempo vaya pasando, con escasísimos y flacos logros. Además, no puede ser arropada con una equivocada visión de iniciar la próxima campaña desde ya. Mostrar como propios los logros de otros, emitir decretos sobre lo ya legislado, aferrarse sólo a dos proyectos como ciudad gobierno y jornadas 4X3, parece que es lo único presente en la agenda presidencial y del partido de gobierno. Ni hablar de yerros referidos a la administración de la CCSS y utilizar SINART como agencia de publicidad y propaganda, menoscabo de cobertura en salud para enfrentar enfermedades infectocontagiosas y manejar de manera opaca fondos del BCIE.
Nos encontramos en la historia reciente del país, la existencia de varios resellos a leyes tras el surgimiento de disputas entre el Ejecutivo y el Legislativo. No recuerdo una administración en la cual se hayan enviado proyectos de ley tan mal elaborados, que rápidamente son desechados. La misma Constitución Política le brinda al Ejecutivo la mitad del tiempo de los diputados para que sus propuestas sean conocidas, discutidas y analizadas; pero para ello iniciemos por el principio, hay que elaborar esas iniciativas, hay que enviarlas y redactarlas bien, si es que no deseemos que naufraguen. No recuerdo una administración en la cual con bombos y platillos anuncian algún tipo iniciativa, sin ningún tipo de estudio y viabilidad de la misma.
El presupuesto es herramienta de gobierno, de ejercer poder, de fijar prioridades. No es moralmente aceptable que este gobierno no haya asumido con fuerzo el estandarte de buscar soluciones a las necesidades más. La inversión social bajo la actual administración ha pasado de un 60% en 214 a un 53% en este año. Por ejemplo, del 8% del PIB constitucional que deberíamos dedicar a la educación, para este año 2024 se presupuestó un el equivalente a un 5,2% del PIB.
La in-competencia no puede ser escondida tras diatribas, alaridos o una narrativa pirotécnica como la que el señor presidente, muestra. Ejercer la presidencia y por lo tanto la conducción de un Estado, requiere de cierto talante, fuste y gallardía. Un día y otro también, intenta confundir y desvíar la atención de la gente decente, buena y trabajadora, que día a días madruga para ir a trabajar o buscar un trabajo digno con qué llevar sustento a su familia. Aún recordamos los costarricenses, que durante un periodo nuestro presidente fue ministro de la anterior administración. Su paso fue sin pena ni gloria, no recodamos algún hecho importante que se le pueda acreditar en ese lapso, ni tampoco se ha han dado las razones de su abrupta salida.
La in-utilidad no puede soslayarse recurriendo a una peligrosa e incendiaria retórica de “Yo y ustedes, contra los otros”. Aquí estamos los buenos y allá los malos costarricenses. Esa burda visión, maniquea y distorsionada es la que permite el ascenso de autócratas y mostrar absoluta carencia de sagacidad. La realidad nacional y los problemas que agobia al costarricense de a pie, no puede ser reducida a una bucólica e idílica alegoría. Los problemas se enfrentan con decisión e inventiva; no conozco otros caminos.
No sólo somos una sociedad que genera pocas oportunidades de empleo, en especial para las mujeres; sino, además, hoy somos una sociedad más violenta. Por ejemplo, en el 2022 el sistema de emergencias 911 registró más de 12 mil incidentes de violencia doméstica. Es decir, un incidente de violencia intrafamiliar por hora. En los últimos años, en vez de invertir más en salud, alimentación, vivienda, educación y pensiones, la inversión social pública ha caído 6 puntos desde el 2019 a la fecha. Hoy Costa Rica gasta más del triple en intereses de la deuda que en infraestructura. El presupuesto en servicios sociales se contrajo de un 13% a un 10% del PIB entre 2020 y el 2023.
El dividir y polarizar al país, genera pocas oportunidades de desarrollo y progreso y hacia nada bueno nos conduce. No permite enfocarnos en lo verdaderamente urgente e importante. Ese “Yo y ustedes contras los otros” solo denota carencia de ideas e imaginación para enfrentar con denuedo y decisión, los problemas que nos agobian: pobreza, desigualdad, in-capacidad para crear condiciones para el trabajo decente, in-eptitud para resolver temas como acceso al agua potable y a vivienda digna, in-competencia para mostrarse como un verdadero demócrata y entender que el diálogo y respeto permiten edificar, no generar muros de odio y de bufonadas. Requerimos mayor lucidez y cordura. De magnanimidad de un verdadero estadista. No puede ser que su único mérito sea la capacidad de dividir y polarizar.
A aquellos que están cerca del presidente Chaves, sus acólitos, menos aplausos complacientes y más consejería sabia y prudente, ese es mi mensaje para Acosta, Fernández, Müller, Díaz, Zamora, Tinoco, Rodríguez, Munive, Campos, Gamboa, Cisneros y Brunner.
Hace escasos días el presidente acudió a la inauguración de la Semana Nacional de Cooperativismo en San Ramón. Allí tuvo contacto con cientos de niños y jóvenes a quienes pudo saludar efusivamente. Ellos celebraban con alegría la presencia del presidente de la república. Para el imaginario infantil, el presidente es la encarnación de la democracia y lo que libros de texto y docentes por años han repetido. Veían en él una especie de superhéroe. Ver y palpar en un apersona la mácula investidura del primer ciudadano de la república. Electo por los costarricenses para que se encargue de gobernar/buscar soluciones a los agobiantes problemas nacionales. Ni los flashes de cámaras fotografías, ni las palmaditas en el hombro, ni los abrazos, ni los selfies, deben distraernos. Esa imagen folclórica es solo un elemento para no olvidar lo fugaz que es el paso por un puesto de esa naturaleza. La saludable y vigorosa alegría republicana, mostrada en la algarabía de esos niños debe guiarnos siempre. Esta generación de costarricenses somos hijos de acuerdos nacionales que dieron origen a la segunda república y a nuestro Estado de Derecho. A pesar de los abusos cometidos por ambos bando en el 48, fuimos capaces de forjar una de las sociedades de mayor progreso y bienestar, campeona de la libertad y del civilismo, envidiada en muchas partes del mundo. Es la imagen que debe seguir prevaleciendo, tras el paso de cada persona que ha ocupado la presidencia. Una persona que guía y orienta toda una nación hacen del derecho, el sentido común y su sano juicio, las mejores armas para conducirnos a buen puerto. La campaña electoral término hace mucho y esos niños y jóvenes merecen la mejor versión de nuestro gobierno… una verdadera y perenne clase de civismo. No de alimentar una inconveniente división que avizora en el horizonte democrático de la patria.