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Etiqueta: identidad nacional

Celebración ¿de qué?

Trino Barrantes realiza un análisis sobre la celebración que cada 12 de octubre se conmemora en Costa Rica. 

Estos artículos fueron escritos en el marco de los 500 años del “desencuentro cultural entre Abya Yala y ese mundo abirraigado llamado península ibérica. Tienen entonces más de 25 años de haber sido escritos. Pero en lo esencial mantienen vigencia en sus partes fundamentales, por lo que he preferido mantener su estructura original. 

Ni América, ni el sema “INDIO”, que indistintamente se usan en estos artículos son correctos, pero se mantienen, por la naturaleza que la historiografía tradicional le ha asignado. Corresponderá, pues, a los nuevos actores sociales, decodificar la carga semántica y discriminatoria que ambos conceptos encierran.

Hoy, claro está, “Los huevos de Colón” tienen otros movimientos, nuevas rupturas epistemológicas, procesos revolucionarios inéditos, afirmación de un capitalismo extremo y elecciones presidenciales extrañas, poco convencionales. Se dan revoluciones de colores, pero prevalece siempre el rojo de la sangre proletaria. Estamos en un mundo diferente al de 1992.  Pero las causas del imperialismo, el neocolonialismo, los ecocidas  negacionistas del calentamiento global  y la explotación siguen igual que ayer. Tenemos la pandemia del COVID-19, como una pequeña muestra en lo que ya de por sí,  Susan Georges, nos lo había indicado en el informe Lugano. 

La tierra, es un bien que le es consustancial a nuestros pueblos ancestrales, pero se les sigue negando.

La guerra como forma de violencia estructural de esta humanidad enferma, no ha podido ser superada, sigue siendo el arbitro que se sitúa por encima de la voluntad política del pueblo.

Finalmente, el único artículo reciente, con fecha 2 de diciembre del año 2020, que se adhiere a este trabajo, es el referente a las bases para una política indigenista, que dicho sea, terminábamos de ofrecerla, cuando el Estado/gobierno neoliberal y corrupto de la actual administración, nos obligaba mediante un nuevo Decreto Presidencial, el primero se había dictado el 12 de marzo del 2020,   a entrar en una larga fase de cuarentena, que aún nos mantiene encerrados y con la boca tapada.

El texto se divide en capítulos que abarcan:

1 capítulo: Precisamente, la fecha se identifica con tres aspectos básicos: «descubrimiento», “evangelización” y “celebración”.

2 capítulo: El indio y la identidad nacional.

3 capítulo, escrito por Trino Barrantes: ¿Descubrimiento?: Des (cubri) miento, des (cubrimiento), (descubri) miento y (des) cubri (miento)

En este último se puede leer:

“¿Qué se celebra el 12 de octubre? En rigor histórico nada; porque no se tiene nada que celebrar. Por el contrario, esa fecha remite a un largo y complejo episodio de nuestros pueblos originarios que quedaron atravesados bajo el imperio de la cruz, la lengua y la espada,  y a un sostenido proceso de dominación y genocidio, que nos articuló al mercantilismo en total desventaja y sumisión”.

Para leer más sobre este tema puede observar el archivo adjunto donde se encuentra el desarrollo de cada capítulo.

 

Información compartida con SURCOS por Trino Barrantes Araya.

Declarada Institución Benemérita la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano

Vladimir de la Cruz

Declarada Institución Benemérita la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano, en el campo de la Educación Pública, la Historia Patria y la Paz Social, en beneficio del Pueblo costarricense.

Después de varios meses de trámite legislativo, por iniciativa del Diputado Wagner Jiménez Zúñiga, ayer fue declarada Institución Benemérita, la Biblioteca Nacional de Costa Rica, que lleva de nombre el del ilustre educador y ex Ministro de Instrucción Pública, también Director de esa Biblioteca, Miguel Obregón Lizano.

La Biblioteca Nacional junto al Archivo Nacional, al Instituto Físico Geográfico, al Registro Civil, al Registro Público, entre otras instituciones que surgieron a finales del siglo XIX, son las instituciones que preservan, guardan y rescatan la información más importante de la Memoria Nacional Costarricense, de la Identidad Nacional, del Patrimonio Cultural de la Nación costarricense.

Por Ley la Biblioteca Nacional recopila, conserva y difunde el patrimonio documental de nuestro país, constituido por periódicos, libros, revistas, mapas, fotografías, música, audiovisuales, entre otros. Es también depositaria de toda publicación o producción hecha en Costa Rica, que por ley debe entregar al menos tres ejemplares de cada obra.

La colección principal de la Biblioteca viene desde las publicaciones hechas en 1833, cuando la Imprenta tenía tres años de haber llegado al país y empezaban a imprimirse obras en Costa Rica, entre ellos periódicos. En sus colecciones también hay documentos extranjeros desde el siglo XVII.

La Biblioteca Nacional conserva también obras de artistas, de todas sus ramas, escritores, músicos, obras literarias de todo tipo de materias y temáticas, que permiten ver, estudiar y analizar la Historia Patria, en todas esas dimensiones en la particularidad de cada una de las diferentes épocas que se quieran abordar con toda esa documentación.

Entre sus principales actividades y funciones la Biblioteca difunde, a escala planetaria, toda la Bibliografía Nacional, e informa de esa manera de las obras que se publican en el país, llevándole el pulso al día a esta producción.

Con la actual Directora, Laura Rodríguez, la Biblioteca Nacional avanzó, desde hace poco más de diez años, a la digitalización de sus colecciones, con lo cual hoy ofrece digitalizados más de 170.000 documentos como periódicos, revistas, libros, fotografías, música, audios, mapas, planos, caricaturas, biografías, entre otros y publicados desde el siglo XIX y hasta hoy. Además, ofrece 11 servicios virtuales, todos estos programas con sus contenidos con acceso abierto y disponible las 24 horas del día, con una visita de más de seis millones de personas de 155 países.

Como parte de esta modernización la Biblioteca Nacional hoy tiene más de 10.000 seguidores en sus redes sociales, con una intensa actividad de foros, debates, presentaciones de libros, recitales de poesía, de exposiciones de obras artísticas y de libros o documentos, de colecciones especializadas por temas, conferencias etc.

“La Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano”, como dice el expediente legislativo de su Benemeritazgo, es la memoria de nuestra Nación y una herramienta invaluable que democratiza la información y el conocimiento. A lo largo de su ya dilatada existencia, ha contribuido al desarrollo de nuestra identidad nacional, así como a la construcción de una sociedad costarricense más crítica y equitativa.”

De los reconocimientos públicos que ha venido haciendo la Asamblea Legislativa recientemente éste es de los más importantes, si no el más significativo y valioso.

La Biblioteca Nacional es una de las instituciones más emblemáticas, casi un Símbolo Nacional, de carácter republicano, nacida al calor del movimiento liberal costarricense del siglo XIX, que recoge la huella de los Padres Fundadores de la Patria y de la República costarricense.

En todos los países, que se precian de su cultura y sus valores históricos, la Biblioteca Nacional, es una institución estelar, principal, rectora en el campo de las bibliotecas regionales o existentes. Así son las Bibliotecas Nacionales de España, de México, de Francia, la del Congreso de los Estados Unidos, de Venezuela, por citar algunas. La misma UNESCO, el organismo de cultura de las Naciones Unidas, desde hace más de 30 años ha venido haciendo estudios importantes sobre el papel de las Bibliotecas Nacionales de los distintos países, para contribuir incluso a desarrollar Bibliotecas Nacionales en los países subdesarrollados, en vías de desarrollo, menos desarrollados o pobres del mundo, según las denominaciones de la misma UNESCO.

Por el origen de la Biblioteca Nacional, y por quienes la impulsaron, la Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano”, es de primer mundo en su concepción, está a la altura de los países desarrollados. Sin embargo, la autoridad superior del Sistema Nacional de Bibliotecas, que existe en el país, sin tener claro este papel, ha reducido la Biblioteca Nacional a un simple Departamento, y por el camino que lleva contra la existencia de la Biblioteca Nacional la convertirá en una simple Oficina, cuando es la Biblioteca Nacional la que debería ser rectora de toda la política bibliotecaria nacional.

Pareciera que de esa forma la quiere destruir, pulverizar, desaparecer, asfixiar restándole personal, limitándole recursos.

Las Bibliotecas Nacionales son tan importantes como que la Biblioteca Nacional Judía fue creada 50 años antes del surgimiento del Estado de Israel. En algunos países se han desarrollado también Bibliotecas Nacionales Temáticas.

Lo que realmente importa, para el caso nuestro, es que el ámbito de los servicios de las bibliotecas regionales, adscritas al Sistema Nacional de Bibliotecas, sacando a la Nacional, como lo vienen haciendo, no tienen la importancia ni la capacidad de atender las necesidades propias de esas bibliotecas o de asistir a la Biblioteca Nacional, como contrapartida, en facilitar determinados servicios concretos al país y a los ciudadanos visitantes de la Biblioteca Nacional.

Es la Biblioteca Nacional la que tiene esa capacidad de asistencia a todas las bibliotecas del país, aunque la Directora del Sistema Nacional de Bibliotecas no lo entienda y opere diariamente por liquidar a la Biblioteca Nacional, convirtiéndose en la práctica en su enemiga pública número uno, y dañando con ello la labor e imagen de la propia Ministra de Cultura, y del Gobierno del Presidente Carlos Alvarado.

La Declaratoria de Benemeritazgo a la Biblioteca “Miguel Obregón Lizano” se debe al esfuerzo del diputado Wagner Jiménez Zúñiga, a los que en la Comisión legislativa que estudió el Proyecto de Ley de Benemeritazgo, y a quienes en la Comisión Plena del Congreso lo han apoyado y, especialmente, a la Directora de la Biblioteca Nacional Ms. Laura Rodríguez, con su trabajo, empeño y dedicación que ha mantenido la Biblioteca a flote contra los intentos institucionales, que desde la dirección del Sistema Nacional de Bibliotecas, la han querido hundir y destruir. Desde allí no se movió un dedo para lograr la Declaratoria de Benemeritazgo de la Biblioteca Nacional.

La Declaratoria de Benemeritazgo ha de servir para salvar a la Biblioteca Nacional de quienes, desde el Ministerio, de manera más precisa, desde el mismo Sistema Nacional de Bibliotecas quieren liquidarla. Debe servir, también, para apoyar los ingentes esfuerzos que hace la Directora de la Biblioteca, en colaboración estrecha con el Benemérito Cuerpo de Bomberos, por garantizar su mejor cuido procurando darle un sistema moderno de protección de incendios, que requiere en apoyo todavía mucho dinero. Y, ojalá sirva, también, para procurarle alianzas estratégicas con otras Bibliotecas Nacionales de otros países, con la ayuda de sus Embajadores acreditados en nuestro país.

Al personal abnegado de la Biblioteca Nacional, a su Directora Laura Rodríguez, el mejor reconocimiento a su abnegado trabajo es la Declaración de Benemeritazgo a la Biblioteca Nacional que ha hecho ayer la Asamblea Legislativa.

¡Larga vida a la Biblioteca Nacional!

Individualismo versus cuido mutuo: un proyecto sociocultural en declive en Costa Rica

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Durante 40 años seguidos, el proyecto sociocultural en marcha en Costa Rica validó un esquema basado en la actitud individual como base para la construcción de su modelo socioeconómico: se apeló al éxito como fin último de la acción social y muchas concepciones relacionales e identitarias fueron modificadas: del usuario de los servicios del estado se pasó al concepto de cliente, del micro empresario al emprendedor, del trabajador al colaborador.

La creencia en una estructuración societaria organizada de esta manera supuso una serie de condiciones contenidas en las formas de respuesta de las personas ante coyunturas y contingencias: responsabilidad, orientación, criterio.

Por otro lado, el sentido de colectividad, ese al que podríamos acudir hoy bajo la premisa del cuido mutuo, solo fue y es apelado desde la maquinaria industrial de la comunicación de masas y la polifonía de las redes sociales.

La épica de la gloria deportiva, por ejemplo, siempre fue propicia en todos estos años para conjuntar de nueva cuenta esa comunidad imaginada y activar los dispositivos de una identidad nacional que aunque frágil y repleta de remaches, aún funcionaba. Hoy ni siquiera la apelación a la sangre roja del costarricense pareciera tener sentido. Pero en realidad poca cosa pareciera tener sentido en una experiencia fallida de comunidad como la que estamos experimentando durante estos días.

En otras reflexiones sobre la noción de comunidad ampliada y su resquebrajamiento en el caso costarricense, hemos adelantado que existen hoy otras figuras que aglutinan y dan sentido de comunidad: el número de tarjetahabientes que existen en el país se asemeja o supera inclusive al total de la población nacional. Si esto no es una forma de denominar esa otra colectividad basada en la organización del mercado, ya nada podría explicar el comportamiento aparentemente errático endosado preliminarmente a una falta de responsabilidad individual.

Desde el proyecto civilizatorio puesto en marcha a partir de los años ochenta en Costa Rica, la pertenencia a una base social común solicitó peajes de entrada: éxito individual, capacidad de consumo, competencia rampante, a toda costa, a cualquier costo.

De esta manera, una comunidad real y sustentada sobre valores como la protección, la horizontalidad y el apoyo fue disuelta del discurso y las prácticas cotidianas.

Por ello cuando acciones organizativas y orgánicas desde lo colectivo se han levantado, han sido opacadas y silenciadas. Algunas enfrentadas desde la fuerza del estado, otras instrumentalizadas como las de ciertos derechos de poblaciones y comunidades específicas. En los últimos años una subjetividad política joven trató de levantarse, pero rápidamente fue estigmatizada y procesada por un discurso academicista y adultocéntrico que la descalificó ad-portas.

Los derechos colectivos están hoy más que nunca conculcados y truncados. El derecho legítimo a manifestarse fue proscrito. Los defensores de la territorialidad indígena son amenazados permanentemente y en los últimos dos años han sido asesinados dos líderes en medio de una inacción gubernamental sin precedentes. Y una vez más las poblaciones migrantes han sido utilizadas como chivo expiatorio de los males sociales, económicos y sanitarios que aquejan al país.

El discurso ha sido hábil para responsabilizar a la población de una tremenda desidia para acatar órdenes sanitarias y guardar un comportamiento ejemplar. Pero ni lo uno ni lo otro ha sido evidenciado con vehemencia para hacer ver la responsabilidad de los actores económicos, las hegemonías y sus presiones hacia la acción gubernamental.

Es claro que luego de décadas de una permanente individualización de la experiencia colectiva puesta en marcha por la maquinaria comunicativa y cultural hegemónica, la noción de cuido mutuo a partir de una acción personal responsable, fracasó absolutamente. Y ha fracasado porque sencillamente no hay colectividad imaginada que cuidar.

En el año 2020 el politólogo francés Bertrand Badie mencionaba en una entrevista para la Revista Nueva Sociedad, que la humanidad había transitado en un periodo de tiempo muy corto en tres extinciones visibles: la de la crisis financiera de 2008; la del espionaje planetario que supuso la eliminación de las libertades y la extinción sanitaria, a partir de 2020. Para el caso costarricense, en específico, se ha abierto una clausura de un proyecto de sociedad iniciado en el siglo XIX y que el rasgo sociocultural homogenizante de los últimos cuarenta años se ha encargado de diluir. Asistimos a nuestra propia extinción y en eso continuamos siendo creativos y excepcionales.

O como diría Roque Dalton: «País mío, no existes».

Tomarán décadas para volver a levantar de nuevo una idea solidaria e incluyente de ese país en el que todos y todas nos sintamos pertenecientes. Y esta no es una tarea de la postpandemia: es urgente iniciarla ya.

 

Imagen tomada de https://elsoldeoccidente.com