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Etiqueta: independencia

Los avatares de setiembre y octubre de 1821

Vladimir de la Cruz

El mes de la Patria se le ha llamado generalmente a este mes de Setiembre, asociada esa denominación a la celebración que se ha hecho tradicionalmente del 15 de setiembre, cuando en Guatemala en 1821, se declaró la Independencia de esa Provincia, que era a la vez parte y capital de la Capitanía General de Centroamérica, que estaba constituida por las provincias de Chiapas, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y el Partido de Nicoya.

Los sucesos de Guatemala, de acuerdo al Acta misma de ese día, provocan la declaración de la Independencia de Guatemala, en la que dispone comunicar al resto de las provincias de la Capitanía General de Guatemala, lo que se hace, para que resuelva cada región lo que estime a su conveniencia.

Hecho es que, si la cabecera de la región resolvía independizarse, la Capitanía en sentido estricto se desintegraba, y dejaba libremente al resto de las provincias para que tomaran sus respectivas decisiones.

Chiapas lo había hecho con anterioridad al 15 de setiembre. A finales de agosto y a principios de setiembre de 1821 los pueblos de Chiapas habían declarado su Independencia, agregándose al Imperio mexicano de Agustín de Iturbide. El 28 de agosto el Cabildo de Comitán así se había pronunciado; el 3 de setiembre lo hizo el ayuntamiento de Ciudad Real, hoy San Cristóbal; el 5 de setiembre lo hizo el Ayuntamiento de Tuxtla, y el 8 de setiembre, la Provincia de Chiapas, como un todo, se pronunció por la Independencia.

Comunicadas estas decisiones de las comunidades de Chiapas a Guatemala, contribuyeron, para que en los días 13, 14 y 15 de setiembre, bajo la presión popular del pueblo guatemalteco, se tomara la decisión de declarar la Independencia, que desde agosto, por un enviado de Agustín de Iturbide, se presionaba también para declarar la Independencia y su anexión a México.

En Guatemala, desde el 4 de setiembre se recogían firmas para presionar por la declaratoria de la Independencia, lo que se discutía en el Ayuntamiento de Guatemala. En El Salvador sucedía lo mismo por iniciativa del padre José Matías Delgado.

El Acta de Independencia de Guatemala se hace circular al resto de las provincias. El 21 de setiembre se conoció en El Salvador, en que, ese mismo día, se pronunció por Independencia, en los mismos términos que lo había hecho Guatemala. El 28 de setiembre la noticia de la Independencia de Guatemala llegó a Honduras, a la ciudad de Comayagua, y a la Villa de Tegucigalpa, con copia también del Acta de Ciudad Real de Chiapas, pronunciándose Comayagua y Tegucigalpa por la Independencia, integrándose a México.

En Nicaragua el 23 de setiembre el Jefe Político Miguel González Saravia, enemigo de la Independencia, envió a Guatemala, un documento declarando la fidelidad a la monarquía española. El 27 de setiembre les llegó la noticia de la Independencia de Guatemala lo que obligó a que se convocara a las autoridades para definir su situación, reunión que se hizo el 28 de setiembre, que se pronunció dubitativamente sobre la Independencia, declarando acordarla hasta que “se aclararan los nublados del día”, situación que se mantuvo hasta mediados de octubre cuando rectificaron esa acta declarando su Independencia.

En Costa Rica, el 13 de octubre se conoció la noticia de lo sucedido en Guatemala, el 15 de setiembre; y, en León de Nicaragua el 28 de setiembre. A partir de ese momento se alteró el ambiente nacional entre los principales pueblos del Valle Central, Cartago, San José, Heredia, Alajuela, Escazú, Barva y Ujarraz.

Desde el 14 de octubre San José se pronunció por integrar una Junta, que tuvo su primera reunión el 25 de octubre. El día siguiente se volvieron a reunir momento en que se propuso integrar una Junta Superior Gubernativa de carácter provisional, lo que impulsó a reunirse urgentemente en Cartago, donde descansaba la capital de la Provincia de Costa Rica, el 29 de octubre, para resolver en definitiva la situación.

El 28 de octubre se conoció en San José la decisión de Nicaragua de octubre que declaraba en definitiva la Independencia, lo que sumó al entusiasmo por declarar la Independencia absoluta del imperio y del gobierno español.

Así, el 29 de octubre, en Cartago, reunidos los representantes de los pueblos que se habían convocado tomaron la decisión de declarar la Independencia de Costa Rica. De esta manera, la fecha del 29 de octubre 1821 se impuso como la fecha de la Independencia nacional, la que debe celebrarse este día.

Sin embargo, por la decisión del Acta de Independencia de Guatemala, en la cual se convocaba a la integración de un Congreso, con representantes, diputados, de los pueblos para definir en forma absoluta la Independencia y en caso de que así se hiciera, formar un Gobierno y establecer una Ley, una Constitución, que lo sustentara.

El Congreso, Asamblea Nacional Constituyente, se constituyó hasta julio de 1823. Así empezó a funcionar las Provincias Unidas de Centro América y la República Federal de Centroamérica, que al integrarnos constituimos, como experiencia histórica institucional, el Estado de Costa Rica, como parte de esta organización centroamericana.

En la Asamblea Constituyente del primero de julio de 1823 se volvió a afirmar la Declaratoria de Independencia absoluta de España y de México, como de cualquier “otra potencia del mundo nuevo y antiguo”.

La Asamblea Nacional Constituyente de las Provincias Unidas de Centroamérica recordó memorar el 15 de setiembre de 1821 “en que el pueblo de Guatemala proclamó su independencia del gobierno español”, de manera que “se celebre con todas las demostraciones”, y se “declare feriado en esta capital”, Guatemala.

Igualmente, acordó “celebrar la Memoria en que todos los pueblos de las Provincias Unidas de Centroamérica, el día en que cada uno proclamó su Independencia del gobierno español”.

De esta manera, celebramos el 15 de setiembre el día que Guatemala declaró su Independencia, detonante de las declaraciones de Independencia del resto de las provincias centroamericanas. Pero, en el caso costarricense nos corresponde celebrar la Independencia de Costa Rica el 29 de octubre del 1821 próximo, así también decretado por la Asamblea Nacional Constituyente de las Provincias Unidas de Centroamérica.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

¿El mes de la Patria?

Adriano Corrales Arias*

            Con fanfarrias, desfiles, faroles, banderas, discursos baldíos y una gritería chauvinista que aprovecha la antipatriótica y fundamentalista entente neoliberal –en el poder desde los años ochenta del siglo pasado– se celebra en Costa Rica –y en el resto de Centroamérica (sin Panamá ni Belice)– el denominado “mes de la patria”, debido a la supuesta independencia de las pequeñas provincias ístmicas del imperio español.

            Para iniciar, debemos decir que, en el caso de nuestra provincia, el acta de independencia del reino de España se firmó un 29 de octubre de 1821 (el acta se conserva en el Archivo Nacional, una copia en la Municipalidad de la ciudad de Cartago; pueden consultarse). De hecho, el gobierno de Daniel Oduber Quirós (1970-1974) con la rúbrica de nuestra gran escritora Carmen Naranjo, entonces ministro de Cultura y encargada de la cartera de Educación, decretó que se celebrase dicha fecha como el auténtico día de la independencia nacional (el decreto continúa violándose sin razón alguna –solamente el municipio de Cartago lo acata, empero, paradójicamente, a su vez “celebra” el 15 de setiembre–; también puede consultarse). Recordemos que el 15 de setiembre de 1821 se firma en Guatemala el acta de independencia de la ciudad de Guatemala, que no de América Central.

            De tal modo que la supuesta fecha independentista es impostada. En otras palabras, desde hace más de un siglo la nacionalidad costarricense se funda sobre una descomunal falacia histórica. La misma se intensifica con otras fechas problemáticas y con la creación de héroes y antihéroes, caso de la emergencia de Juan Santamaría para ocultar el asesinato del héroe y libertador nacional Juan Rafael Mora Porras en 1860. O los crímenes impunes de la guerra civil de 1948 (Codo del Diablo) y más recientemente el golpe de estado técnico para reelegir al principal impulsor de la contrarreforma neoliberal en curso, en el aciago año de 2006. Son ejemplos, hay muchos más.

            Sin embargo, miles de ticos celebrantes del malhadado y comercial/turístico “mes de la patria”, con la sensiblería patriótica exacerbada también aplauden el intento de venta del Banco de Costa Rica, la quiebra y posible privatización de la nodriza madre de nuestras instituciones –la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS)– el desmantelamiento del sistema educativo –MEP y universidades públicas– la cancelación de las Garantías Sociales y, en fin, el derribo del Estado Social de Derecho erigido con sangre, sudor y lágrimas (Codo del Diablo) luego de una guerra civil y de un pacto social inédito en América y más allá. Ya no hay patriotismo que valga, ni defensa de instituciones fundamentales para nuestra democracia. La mayoría de ellos, cuando celebran sus fiestas, se desgañitan con una ranchera mexicana, un reguetón puertorriqueño o una cumbia colombiana, ignorando por completo la notable producción musical criolla. Son ejemplos –hay más– que indican la paradójica toxicidad chauvinista y mezquina propia del tico promedio, que no del costarricense informado respecto de las fortalezas y debilidades de esta provincia, por tanto, defensor de su patrimonio tangible e intangible.

            He señalado en diversos artículos y conversas que allí se incuba la diferencia entre el (o lo) costarricense y el (lo) tico. El primero –es otro ejemplo– no pierde su prosodia distintiva, el ustedeo y el voseo; mientras que el segundo es un imitador: tutea de manera impostada o se aferra a formas extranjerizantes, tanto en el habla como en sus hábitos culinarios y de vestimenta, para no ir muy lejos y hablar de su impronta descalificadora, pachotera y xenófoba. Es ese individuo que niega lo auténticamente propio, pero defiende lo menos representativo, tipo folclor paródico y advenedizo que hace mofa del campesino o de los sectores populares incluidos los migrantes. Entiende que esa es su “Costa Risa”.

            La patria es nuestra infancia y nuestra adolescencia. Allí se conforman nuestros valores y se modela nuestro aprecio por el verdadero terruño: el paisaje, la lengua, la culinaria, los ritmos y expresiones corporales, entre otras acciones y confrontas socioculturales. He allí la MATRIA, el solar de la Madre Tierra que nos acoge durante el paso por este planeta. Luego entendemos que hay dos: la “patria”, sesgada y tóxica; la “matria”, auténtica y prístina. La primera –la tica– nos contamina de patrioterismo y chauvinismo provenientes de la ideología de los sectores dominantes –en general antipatrióticos con sus falacias, corruptelas y sumisión a los poderes imperiales– pues son ellos quienes conducen la contrarreforma neoliberal, es decir, el desmantelamiento del estado social de derecho y nuestra historia sociocultural. La segunda –la costarricense– es la que portamos siempre: auténtica por emotiva, pero razonada; históricamente crítica, inclusiva, tolerante, pacifista, hospitalaria, internacionalista, solidaria. Esa que, como quien no quiere la cosa, ha venido siendo descartada por el “mes de la patria” y sus gestores para promover –léase imponer– de manera grotesca, chabacana y violenta, a la primera.

*Escritor

La Independencia de los Estados Unidos

Vladimir de la Cruz*

El 4 de julio de 1776 se constituyó la nación independiente que hoy conocemos como los Estados Unidos.

Su independencia resultó de la lucha que se dio en la colonia inglesa denominada Nueva Inglaterra, que comprendía 13 Estados, cuyos límites eran la costa Atlántica, los lagos Ontario y Erie, los montes Aleganios, la Luisiana y la Península de la Florida.

El Acta de Independencia fue firmada en el Segundo Congreso de Filadelfia, aquel 4 de julio, constituyéndose en la primera revolución anticolonial victoriosa.

En los territorios de Estados Unidos también tuvieron interés los españoles y los franceses en sus afanes conquistadores y colonizadores. Así, en 1497, Juan Cabot llegó a Terranova y desde allí bajó hasta la Florida; en 1512, Juan Ponce de León llegó a la Florida, quien la llamó Tierra Florida por su vegetación y por la víspera de la Pascua, fecha en que había llegado; en 1539, el entonces gobernador de Cuba, Hernando de Soto descubrió el río Misisipi.

Franceses hugonotes, en la Florida, en 1562, establecieron una colonia, huyendo de las persecuciones a que eran sometidos.

En 1578 y 1584 los ingleses reanudaron sus esfuerzos conquistadores y colonizadores con las expediciones de Gilbert y Raleigh.

Hacia 1606 ya se habían constituido en Londres dos empresas colonizadoras, las Compañías de Londres y de Plymouth, a las que el gobierno monárquico inglés les dio tierras, denominadas después como Nueva Inglaterra y Virginia, donde se desarrolló la plantación de tabaco.

A diferencia de los procesos conquistadores y colonizadores de América Latina, la riqueza pública y la población crecía con gran rapidez.

En Nueva Inglaterra después de 1620 se fortaleció el poblamiento con puritanos expatriados, que firmaron el llamado Pacto de los Peregrinos, comprometiéndose a respetar las leyes y el bien común, fundando así Nueva Plymouth, luego Boston, Massachusetts y Connecticut.

En esta misma época los holandeses introdujeron el tráfico de esclavos negros en esta región. Los esclavos llegaron a constituir una parte muy elevada de la población. Los indígenas no formaban parte de la población colonial, que prefería reducirlos y eliminarlos. También trataron de asentarse en las nuevas tierras fundando la Nueva Ámsterdam, más tarde expulsados de ellas y fundándose Nueva York.

La situación de la esclavitud dividió la formación de los estados nacientes de los Estados Unidos. En el sur con aprobación de la esclavitud y de los mayorazgos; en el norte con rechazo y desconocimiento.

Los conflictos que internamente vivía Inglaterra, entre el Rey y el Parlamento, favorecía a las colonias, mezclándose las religiones anglicana (en Virginia), puritana (en Nueva Inglaterra) y católica (en Maryland) en los nuevos colonos.

Entre los pobladores de Nueva Inglaterra se estimulaban las ideas de la democracia.

Más tarde, Guillermo Penn, cuáquero, fundó la colonia de Pensilvania, fundando la ciudad de Filadelfia, que quiere decir Amor Fraternal. En 1732 se fundó la última colonia inglesa, Georgia.

A fines del siglo XVII, los católicos habían aumentado por las persecuciones que eran objeto en Irlanda, desde donde se trasladaban a las nuevas tierras. De igual modo llegaron puritanos y protestantes alemanes.

Esta mezcla de prácticas religiosas condujo a desarrollar un espíritu de gran tolerancia espiritual.

El desarrollo de la educación y la instrucción pública, que obligaba a crear una escuela en cada ciudad por cada 100 ó 50 casas, según el caso. También se convirtió en un elemento de mejoramiento y superación personal de los colonos. Con la educación también florecieron los periódicos, desde 1704 cuando se fundó en Boston el primer periódico en los Estados Unidos.

En Nueva Inglaterra la educación llegó a establecerse como obligatoria para el pueblo y a cargo del Estado, bajo la dirección de Comités Electivos que decidían por votación las contribuciones que se necesitaban. Esto hizo que en esta época la educación se extendiera más en los Estados Unidos que en cualquier otra parte del mundo. En Massachusetts también se le dio impulso a la educación media y superior, fundándose la Universidad de Cambridge en 1638, alcanzando ocho universidades en vísperas de la Independencia, en 1775.

El comercio fue, finalmente, el último elemento y el clave de la prosperidad de las colonias inglesas y la causa de su independencia.

Las colonias poseían para su administración y gobierno una división de poderes, ejecutivo (el Gobernador), el legislativo (Consejo y Asamblea) y judicial (jueces y jurados), que tenían distintos grados de dependencia con Inglaterra. Así funcionaban los Provinciales, que más dependencia tenían; el de los Propietarios, cuando se fundaban por un particular con concesión real, gobernados por su fundador; en ambos los colonos nombraban el Consejo y la Asamblea); y, el de cartas, por el cual los colonos estaban facultados para nombrar todas las autoridades políticas y de gobierno, como funcionaba en Nueva Inglaterra, donde se organizaban por compañías o corporaciones, lo que dio una gran autonomía, participación y decisión en los asuntos de la comunidad y, sin ninguna duda, en un gran espíritu de independencia, libertad, valores morales propios, defensa de sus derechos, respeto a la ley, el amor a la instrucción. En estas colonias, Connecticut, Rhode Island y Massachusetts se vivía una especie de República

Inglaterra, Francia y España se enfrentaron en distintas ocasiones por el predominio y posesión de estas tierras. Guerras, como las de los Siete Años, 1756-1763, hicieron que las colonias dieran a Inglaterra los soldados, los abastos y los servicios que la guerra demandaba.

Por el Tratado de París de 1763, que puso fin a esta disputa, Inglaterra pasó a ejercer el dominio colonial de Canadá; España le cede la Florida para recupera Cuba, que unos meses atrás había dominado Inglaterra debido a la simpatía española por la independencia de las colonias inglesas. Así el dominio inglés llegó desde el Canadá hasta el Golfo de México.

A pesar de que la guerra había desarrollado las actividades productivas, de comercio y de prosperidad en general, Inglaterra impuso una serie de medidas tributarias a los colonos que fueron el detonante final de la lucha que se iba a realizar por lograr su independencia, y evitar las trabas tributarias y arancelarias que desde la metrópoli se cargaban sobre los colonos, restringiendo su libertad de comercio, sus principios democráticos y su libertad. Las contribuciones forzadas después de 1765 del derecho de sello o papel sellado, el vidrio, el papel y el té fueron de las más rechazadas.

Con motivo de estas luchas se constituyeron dos asociaciones, Las Hijas de la Libertad y Los Hijos de la Libertad; en ellas participaban mujeres y artesanos, mercaderes, abogados, trabajadores urbanos y campesinos que se oponían a esas leyes y propiciaban la independencia. Fomentaban la solidaridad y la fraternidad intercolonial para la resistencia. Propusieron medidas de no comprar productos ingleses, quemaron residencias de funcionarios ingleses; reclamaron el derecho de los colonos a imponer y declarar sus propias leyes. Impulsaron los Comités de Correspondencia, que fueron verdaderos motores y agentes de la Revolución. En todos los estados se organizaron mediante esta forma.

Otro elemento importante que contribuyó en la Independencia de los Estados Unidos fue la Sociedad Filosófica Americana, fundada en 1769 en Filadelfia, siendo su primer Presidente Benjamín Franklin, gran patriota, liberal y de profundas convicciones morales.

Toda la lucha por la independencia, que se mantuvo por más de un siglo, se matizó de la resistencia a la dominación colonial inglesa, las insurrecciones militares y contra las políticas económicas y tributarias; enfrentando la ley, apoyándose en el Parlamento y en los recursos legales e institucionales que se les ofrecieran para expresar su descontento, reclamando que los impuestos que se establecieran debían ser declarados por los colonos; contra los formalismos de la presentación de escritos, como el del papel sellado. Las protestas se expresaron poniendo banderas a media asta, quemando mercaderías, quemando las leyes, oponiéndose por las asambleas locales; enfrentando también la ley de aduanas; el pueblo en distintas comunidades se lanzaba a las calles. La desobediencia política y civil se hacía sentir. Esto se expresaba de mejor manera en el enfrentamiento a las tropas inglesas que hacían los ciudadanos.

Políticas agrarias impulsadas por Inglaterra obligó a algunos propietarios, incluso del sur, a dejar las tierras y a liberar esclavos.

En 1769, Washington escribía que nadie debía de vacilar un instante en llegar a emplear las armas para defender los intereses preciosos de la libertad.

Los colonos reunidos en Congresos de Nueva York y Boston obligaron a Inglaterra a ceder en sus imposiciones, excepto el té, que provocó reacciones muy violentas. En medio de estas luchas se formó un partido nacional, rompiéndose el vínculo de Inglaterra y sus colonias.

Inglaterra conspiraba por retomar el poder efectivamente. En abril de 1775 el General Gage trató de apoderarse en Lexington del depósito de armas de los colonos, sufriendo una gran derrota. La noticia de la victoria alentó la insurrección contra los ingleses, e multiplicaron los reclutas voluntarios y las asambleas de los Estados sumaban tropas.

En Virginia, el 4 de setiembre de 1774, la Asamblea acordó una Declaración de Derechos, por la cual reclamaban para sí las mismas libertades que los ingleses tenían para ellos.

El 10 de mayo de 1775, un Segundo Congreso de Colonos, reunido en Filadelfia hizo un llamado público al alzamiento en armas contra la metrópoli, a la cual le declaró la guerra. Para ello emitió papel moneda y formó el ejército, bajo el mando del entonces coronel Jorge Washington, quien ya había combatido contra los franceses en Canadá, y quien fue elegido unánimemente General, cargo que aceptó sin remuneración alguna.

En julio de 1775, Washington con 14.000 soldados, sitió Boston, defendida por los ingleses, que huyeron hacia Nueva York.

El movimiento revolucionario era duramente criticado por los ingleses.

En 1776, el 10 de febrero en Carolina del Sur, se pedía una Carta en la que constara la total independencia; el 12 de abril, Carolina del Norte instruía a sus delegados al Congreso para reclamar la autonomía americana. Igual hicieron Rhode Island, Massachusetts y Virginia. El 7 de junio, Virginia propuso abiertamente la Independencia y el 2 de julio todos los Estados, excepto New York, rompieron relaciones políticas con Inglaterra.

El 4 de julio de 1776, en el Segundo Congreso de Filadelfia, se aprobó la Declaración de Independencia, redactada íntegramente sobre la base que había elaborado Tomás Jefferson, junto con John Adams y Benjamín Franklin. En lo esencial y trascendente se destacó que todos los hombres han sido creados como iguales y se encuentran bajo el cuidado del Creador, quien les otorga derechos inalienables como la vida, la libertad y la felicidad; que los gobiernos tienen por objeto garantizar estos derechos; que los gobiernos derivan su poder del consentimiento de los gobernados y que cuando un Gobierno, cualquiera sea su forma, se opone a estos fines, el pueblo tiene derecho a cambiarlo, abolirlo y reemplazarlo por un nuevo régimen que descanse sobre estas bases para alcanzar la felicidad de los ciudadanos.

Estas ideas recogían el pensamiento progresista de la Edad de la Razón, de quienes lucharon contra el dogma y el autoritarismo: Bacon, Grotius, Vesalio, Copérnico, Spinoza; en el revolucionario irlandés Charles Lucas; en el italiano Beccaria; en los filósofos suizos Vatel y Burlamaqui; en el jurista alemán Pudendorf, los franceses Montesquieu, Voltaire y Diderot, los ingleses Milton, Sidney, Harrington, Priestley,y en especial en Locke; y en los norteamericanos Roger Williams, Jonathan Mayhew y John Wise. Todos ellos representaban en sus obras las luchas contra la opresión.

La teoría política de la Declaración de Independencia es profundamente democrática y revolucionaria.

En la propuesta original de Jefferson se denunciaba el tráfico de esclavos africanos y el sistema de producción al que servía. Los delegados de Georgia y Carolina del Sur objetaron este párrafo, junto con delegados de otros estados donde había un floreciente tráfico de esclavos.

Jefferson decía que la vida en la Tierra no hacía las veces de un valle de lágrimas y de sufrimiento; que no significaba un tormento en sí mismo para alcanzar el cielo; ni creía que las personas nacían malas por naturaleza, ni que los gobiernos eran la representación del brazo secular del Creador. Para él los hombres son buenos, no malos; son capaces de gobernarse a sí mismos; los gobiernos son producto del hombre. En 1810 Jefferson escribía que la libertad y felicidad del hombre deben ser los objetos de la organización política, el fin de toda ciencia y todo empeño humano. Jefferson rechazó la aristocracia, la monarquía y el derecho divino de los gobernantes. Reconoció la igualdad de los hombres y el que la soberanía radicara en ella. Si el gobierno, decía, no descansa en el consenso, el derecho a la revolución es indudable; si los gobiernos oprimen, ahogan a los ciudadanos y se convierten en instrumentos de explotación y no trabajan para promover la felicidad, se vuelven tiránicos y traicionan al hombre. Por ello los hombres pueden y deben romper esas cadenas para lograr la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad.

La Declaración de Independencia reflejaba el movimiento iluminista y humanista de la época.

Las limitaciones que tenía, en cuanto que al mismo tiempo que proclamaba la igualdad, la libertad y la búsqueda de la felicidad había 600.000 esclavos de por vida en Estados Unidos, que transmitían esa condición; y que no reconocía la igualdad real de la mujeres, al punto que la esposa de Adams, Abigail, le reclamaba que querían emancipar a todas las naciones del mundo manteniendo un poder absoluto sobre las esposas, eran limitaciones de tiempo, lugar y clase. La universalidad y humanidad de sus postulados siguen incólumes.

Los negros jugaron un papel importante en la revolución americana. Se levantaron también bajo los estandartes de Libertad o Muerte. En Inglaterra como en los Estados Unidos antes de la revolución había literatura que condenaba y denunciaba el racismo y el esclavismo. James Otis sugería en 1764 que el derecho a la libertad también era para los negros y defendía el derecho de rebelión de ellos contra sus amos. Otros antirracistas y antiesclavistas fueron Isaac Skilmann, Antohony Benezet, Benjamin Franklin, Benjamin Rush, Thomas Paine que exigía la abolición de la esclavitud. Más tarde, en 1780, Paine redactó en Pensilvania una ley aboliendo la esclavitud que fue aprobada. Otros grupos religiosos como los bautistas, metodistas y cuáqueros se pronunciaron contra el esclavismo, que se organizaban en los English Friends. En 1775, en Filadelfia, se creó la primer Sociedad para Promover la Abolición de la Esclavitud siguiéndole otras. En la Declaración de Independencia hay un antiesclavismo implícito al declarar que todos los hombres nacen iguales, dotados de derechos inalienables, como la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Antes de 1776 en muchas Cortes los negros habían actuado para pedir su libertad, aunque sin éxito. La historia de los Estados Unidos conoce levantamientos de negros antes de la independencia, en 1767 en Alexandría, Virginia; en 1774 en Andrews, Georgia; en 1775 en Virginia del Norte, en los condados de Beaufort, Pitt y Graven, al igual que en otros estados. Cuando se le permitió integrarse al ejército revolucionario lo hicieron sirviendo heroicamente en distintos puestos y en las principales batallas, incluso en posiciones de mando. El mismo Washington el 30 de diciembre de 1775 autorizó el enlistamiento de negros al ejército.

Durante el período revolucionario, desde 1770, en distintas Legislaturas se recibían memoriales pidiendo la abolición de la esclavitud.

Al momento de la Independencia, decía Washington, nada se podía esperar de Inglaterra. Fue un inglés naturalizado en América, Tomás Payne, quien proclamó la necesidad de declarar la Independencia, convencido que en punta de lanza debían continuarse hasta donde hubiera situación colonial y opresiva que combatir y hasta alcanzar la plena libertad e independencia. Así establecieron la Declaración, de que las colonias estaban unidas y tenían el derecho de llamarse estados libres e independientes.

Los escudos de armas ingleses fueron destruidos inmediatamente como quemados los retratos del Rey.

La reacción inglesa no se hizo esperar. Atacaron las tropas de Washington en Nueva York obligándolo a retirarse. Por ello el Congreso dio máximos poderes a Washington y trás los éxitos revolucionarios en Trenton y Princetown se recuperó la confianza revolucionaria en la causa de la Independencia.

La causa americana en Europa despertaba grandes simpatías, especialmente en Francia, por lo que los revolucionarios americanos envían a Benjamín Franklin a buscar solidaridad y ayuda económica. Así se incorporó Lafayette. La lucha revolucionaria se extendía hasta el Canadá.

Entre reveses y triunfos la causa de la libertad de las colonias se fue imponiendo y Francia reconoció la independencia de los Estados Unidos el 6 de febrero de 1778 y estableció con Benjamín Franklin un Tratado, resolviendo tratar así con los insurgentes y revolucionarios. Le siguieron España y Holanda.

En el sur esclavista el proceso fue más lento. Con apoyo de Francia y las tropas todas comandadas por Washington en 1781 finalmente los ingleses fueron derrotados.

El 3 de setiembre de 1783 Inglaterra se vio forzada a reconocer la Independencia de los Estados Unidos, en el Tratado de Versalles.

Las rivalidades existentes, a pesar de la lucha por la independencia, entre los estados, los impulsó a buscar una alianza. Los hombres más ilustrados de la revolución americana sentían esta necesidad, que los lleva a impulsar m la convocatoria de la Convención para aprobar una Constitución. La convención se reunió el 2 de mayo de 1787, presidida por Washington. Cuatro meses de sesiones y la Convención la presentó al Congreso.

En 1787, el Congreso Constituyente, nuevamente reunido en Filadelfia, aprobó la Constitución de los Estados Unidos, una de las más liberales del mundo.

El 4 de marzo de 1789 se reunió el Primer Congreso en Nueva York; el 30 de abril Washington juró como primer Presidente de la naciente República, cargo al que fue reelegido para un gobierno de ocho años.

En 1800 fue fundada, en su memoria, la ciudad de Washington, también el Primer Presidente del Congreso y de la Unión.

El patriotismo de Washington y su espíritu unitario aseguró la paz interior y evitó la disolución estatal.

Al recordar, un día como hoy, la lucha de los colonos norteamericanos exaltamos su revolución como la primera y la más trascendente batalla anticolonial, que abrió el camino e inspiró las luchas anticoloniales de la América Hispana; recordamos igualmente a aquellos hombres que la modelaron y a quienes por ella nos transmitieron los valores universales que hoy inspiran la causa de la libertad de todos los hombres y mujeres del mundo; afirmamos en el recuerdo de la Revolución Americana la labor de progreso de la Humanidad sobre la base de la educación moral, el progreso espiritual, el mejor discernimiento y el cumplimiento de nuestros deberes; en que la lucha por La Libertad y la búsqueda de la Felicidad es también una llave para penetrar en el Santuario luminoso de la Verdad Eterna, en procura de hacer de los hombres y de las mujeres verdaderos obreros del progreso humano y cooperar con el establecimiento de una Nueva Era Humana, una nueva civilización basada en valores humanos, morales e ideales, cuyo objetivo sea el Progreso, la Felicidad y el Bienestar de todos los hombres reconocimiento de que el bienestar de uno se encuentra asociado al bienestar de todos.

*En el Templo Mayor de la Logia Masónica. Tenida, 4 de julio del 2002, de la Logia Caridad Nº16.

Escenario geopolítico centroamericano el sueño frustrado de una integración regional

Elaborado por: Marco Zamora, Pablo C. Quirós, Luis Gómez

A lo largo de la historia, ha habido territorios bajo el control de una misma forma gobierno, proyectos de conquistas y expansión territorial que han trascendido las fronteras actuales que hoy conocemos como países independientes; y que, por diversos factores asociados, llegaron a desestabilizarse, generando disputas, guerras o acuerdos, por la legitimidad de pertenencia, soberanía y control sobre un mismo territorio a lo largo del tiempo. Esos escenarios de conflicto fueron los caldos de cultivo para el surgimiento de nuevos estados y formas de gobierno, trastocando las fronteras políticas hasta la actualidad.

En el contexto Latinoamericano, la llegada de los españoles marcó el inicio de un proceso de transformación y control por el territorio. Lo cual dio paso inicialmente a los virreinatos de Nueva España, de Nueva Granada, de Perú, y de La Plata. Estas formas de gobierno tenían por objeto, el dominio de estos territorios, debiendo obediencia a la corona española y cuyo representante, era un virrey; cuya encomienda le daba legitimidad para gobernar desde el norte de México, hasta el sur de Argentina. Posterior a este gobierno, nuestra región se vio envuelta en un movimiento independentista en el virreinato de Nueva España, del cual dio por resultado, el Imperio Mexicano. Mismo al que se anexó la Capitanía General de Guatemala, a la cual pertenecía nuestro país, y posteriormente se desintegró en los estados que conocemos hoy.

Desde entonces, la región Centroamericana ha tenido algunos intentos por reintegrarse como un solo país, unificando la región en su totalidad. Uno de los primeros precedentes de unificación fue impulsado por Francisco Morazán <El Simón Bolívar de Centroamérica>, guerrillero hondureño, quien incluso fue presidente y jefe de estado de varios países centroamericanos, entre ellos Costa Rica. Lo cierto es, que la visión de Morazán no rindió frutos, el istmo centroamericano en vez de unión, experimentó cada vez más, diferencias que determinaron su desarrollo, su historia y a su población.

Granados (1985) cuenta cómo era que posterior a la independencia de España, Centroamérica era considerada solamente como un puente que conectaba a América del Norte con la del Sur. Sin embargo, con el pasar de los años, con el desarrollo de sus diversos países, ha despertado interés a nivel geopolítico por su posición estratégica y su condición de istmicidad que favorece las redes de comunicación en el mercado logístico del comercio. Esta característica no pasó inadvertida para los Estados Unidos, que en su época, con la retirada de los colonialistas europeos, fijó su interés por el control del Panamá, y el aprovechamiento de su acortada línea de costa, para dar lugar al día de hoy al canal de Panamá.

Parte de los propuestos que defienden una posible reunificación entre los estados centroamericanos, se ha valido de estas características para resaltar las bondades con las que cuenta este territorio, para el aprovechamiento y explotación de otras obras para el comercio transcontinental. Aunado, a la exploración de otros recursos naturales, que siendo administrados por un solo estado, supondría el ingreso de una economía potente, con mayores oportunidades, que estando dividida en los países que componen la región.

Pero ¿por qué no ha podido este proyecto desarrollarse y convertirse en una realidad? Centroamérica, y Latinoamérica en general, recorren un largo trayecto en la historia atravesando dificultades en los intentos de cooperación para el comercio regional e internacional. ¿Qué aspectos nos hacen diferentes de países con organizaciones que han alcanzado el éxito?, y en la actualidad lideran estándares de calidad respecto a cooperación y desarrollo económico. En Sudamérica, un claro ejemplo integración y cooperación regional, es la Unión de Naciones Suramericanas, (UNASUR), dentro de los cuales, tiene por objetivo, la construcción participativa y consensuada de espacios culturales, sociales, económicos, educación, y políticos que beneficien a los países miembros. Sin embargo, esta organización, como otras en la región, se ha caracterizado por tener poco impacto en el desarrollo de sus objetivos; y por consiguiente, su incidencia que pueda tener en el clima socioeconómico de la región, es poco relevante.

¿En Centroamérica repetimos ése mismo esquema?, nuestra organización regional, el Sistema de Integración Centroamericano, (SICA) como organismo tiene el objetivo la integración de Centroamérica tomando como base la paz, la libertad, la democracia y el desarrollo económico de la región. En la realidad, de las funciones e incidencias del SICA en la toma de decisiones vinculantes en los países miembros, se perciben como poco influyentes. Nuestros países, aunque cada uno se mueve a su ritmo y crece en medida, cada país ha construido realidades distintas de su sociedad. Tenemos estructuras construidas en la mente y en el tiempo, que en lugar de integrarnos, parece profundizar aquellas distinciones.

Este escenario da paso a conflictos con los que no todos los miembros del SICA parecen querer lidiar en una flexibilización del control del poder político y sobre su territorio. En aspectos de seguridad, Centroamérica a está sumada en territorio de paso para el narcotráfico, con escándalos de casos de corrupción que salpican a sus gobernantes y una lamentable influencia en la reputación de la región para la atracción de inversión extranjera.

¿Será este un reto para la integración de Centroamérica? ¿Será que nuestro clima de inestabilidad y ausente cooperación entre las partes no influirá en el aprovechamiento de nuestra posición geográfica en la geopolítica? ¿Qué desafío nos hace falta por enfrentar? La intención de Francisco Morazán parece persistir en el tiempo, ya que la visión por ver a Centroamérica unida ha sido promovida por algunos políticos contemporáneas, que subrayan la necesidad y potencial que tiene nuestra región, por querer explotar recursos en un desarrollo en conjunto que defina el rumbo bajo una misma forma de gobierno. La cual incluya a todos los países de Centroamérica, desde Guatemala hasta Panamá.

Desde la geografía, resaltamos nuestras perspectivas y tratamos de describir las realidades que se viven en nuestro territorio. Unir el Mar Caribe con el océano Pacífico continúa en la palestra de desarrollo de cada país centroamericano, y es un desafío individual que cada uno de los estados tiene como proyecto en una competencia que proyecte mayores oportunidades para dinamizar nuestra posición en el mundo. La clave es, si alcanzaremos este y otras visiones en conjunto o continuaremos el camino individualizado que hemos hecho hasta ahora.

El 29 de octubre de 1821 las autoridades firmaron el acta de la Independencia en el Ayuntamiento de Cartago

Hoy 29 de octubre se debería de celebrar con mayor regocijo y satisfacción el día de nuestra independencia de España. Fue el 29 de octubre de 1821 que las autoridades de aquel momento reunidas en el Ayuntamiento de Cartago decretaron y firmaron, según lo dice expresamente el acta: “Que se publique, proclame y jure solemnemente el jueves 1 de noviembre la independencia, absoluta del Gobierno español:» y como se lee también es el 1 de noviembre el día dispuesto para que esa independencia se diera oficialmente.

Sin embargo, por mera tradición seguimos celebrando nuestra independencia el día 15 de setiembre rememorando un acontecimiento en el que no tuvimos participación y del que no se supo nada hasta en octubre, incluso cuando ya había pasado, el 11 de octubre de 1821, en León Nicaragua otro acontecimiento en el que si estábamos representados y que fue precisamente el que se conoce en su momento en Costa Rica.

Otro elemento sorprendente que se registra en dicha acta fue el acuerdo segundo que expresamente dice: “Que absolutamente se observarán la Constitución y leyes que promulgue el imperio mexicano en el firme concepto de que en la adopción de este plan consiste la felicidad y verdaderos intereses de esta provincia”. Afortunadamente eso no sucedió y Costa Rica inició su vida independiente con una disputa sobre dicho sometimiento al imperio de Iturbide que afortunadamente ganó el criterio de no hacerlo. Republicanos e imperialistas en 1823 se disputaban el futuro del país y fueron los republicanos los victoriosos.

Nuestra historia debería estar más presente y al menos en esta fecha rendir tributo a los que valientemente tomaron ese primer acuerdo y oficializar de alguna manera nuestra independencia de España.

Quizá esa decisión pudiera darnos un mayor arraigo nacionalista a esta Patria y se diera en nosotros un mayor deseo de defenderla de tantos que quieren hacerle daño, aunque hayan nacido en esta tierra.

Hoy más que nunca se requiere de ese amor al país y especialmente por los que tienen el poder político y económico, que no son siempre los mismos y que se enfrentan entre sí causando mucho daño, en ocasiones a esta Costa Rica que merece mejor presente y que añora un mejor futuro.

Conocer la historia podría ayudar a lograr esa unidad que tanto necesitamos y que fue ejemplo que dieron nuestros antepasados, especialmente después de ese enfrentamiento fugaz.

Dios quiera podamos lograrlo.

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CAMPAÑA EN EL MES DE LA PATRIA: ¿Cómo puedo aportar al fortalecimiento de nuestra democracia? – Mujeres por Costa Rica

Como parte de las celebraciones por el 201 aniversario de la independencia de Costa Rica, las señoras Ana Helena y Meggy comparten con la ciudadanía una serie de comentarios a la interrogante “¿Cómo puedo aportar al fortalecimiento de nuestra democracia?”; los comentarios son los siguientes:

¿Cómo puedo aportar al fortalecimiento de nuestra democracia?

  • Exigiendo a las autoridades públicas rendición de cuentas y transparencia.
  • Exigiendo el respeto al Estado de Derecho y la separación de poderes.
  • Defendiendo la independencia del Poder Judicial y el voto público del nombramiento de jueces y juezas independientes e idóneos.
  • Promoviendo el respeto a la libertad de prensa, la calidad y la diversidad informativa.
  • Rechazando los discursos de odio, la desinformación, y la mentira anónima.
  • Participando en los asuntos públicos, en el debate ciudadano, en la auditoria y el cuido de los servicios públicos.
  • Denunciando la corrupción y el abuso del poder.
  • Exigiendo el respeto de todos los derechos humanos de todas las personas.
  • Promoviendo la tolerancia y el respeto de la diversidad de pensamientos y estilos de vida.

PATRIA Y DEMOCRACIA

porque para Dios no hay acepción de personas”.
Romanos. 2:11 RV95

Iglesia Metodista Wesleyana Costarricense

En el marco del Día Internacional de la Democracia, y específicamente en la Celebración del 201 aniversario de la Independencia de Costa Rica, deseamos compartir algunas reflexiones al respecto.

Con relación a la independencia de Costa Rica, es una fecha memorable e histórica para celebrar, donde se hace énfasis en nuestras “fechas patrias”.

No obstante, la celebración de la independencia costarricense, no debe circunscribirse a un simple ornato del habla costarricense, o a ciertas manifestaciones folclóricas, como colocar banderas o cantar el himno nacional, ni simplemente que un estudiante corra con la antorcha patria, va mucho más allá de lo anterior, deberíamos preguntarnos ¿cuál es el sentido más profundo del sentido de patria?

En este sentido, nos ayudan las aseveraciones del expresidente tico Ricardo Jiménez Oreamuno,

“Nosotros no tenemos más que una alternativa: o hacer patria de veras, culta, y cuando se dice culta, libre; en donde podamos vivir, con plenitud de vida; en donde podamos estar orgullosos de vivir…”

Ahora, hablar de Democracia en Costa Rica, nos interesa plasmar que parece haber un error al tratar de ejecutar o proceder al implementar la noción de democracia.

Si atendemos al término y su significado, la palabra viene del griego que significa “gobierno del pueblo”; y uno de los principios fundamentales de esta forma de gobierno es que, todos los ciudadanos/as sean iguales ante las leyes y tengan los mismos derechos y deberes.

¿Cuál es la realidad de nuestra patria democrática hoy?

Algunos afirman, que está lejos del diálogo, que la llamada neutralidad no existe y que el bienestar del pueblo, está lejos de alcanzarse.

Por otro lado, la idea de Costa Rica como única, pacífica y educada, se desdibuja cuando las elites hegemónicas, políticas y económicas del país, nos llevan, a cada día, una mayor desigualdad y una precaria vida cotidiana.

En lugar de democracia, parece haber lo que se llama una poliarquía, que es una palabra griega que significa, literalmente, “múltiples élites”, gobiernos múltiples de las elites costarricenses.

Nos ayudan, en este sentido, las palabras del politólogo Robert Dahl, al darle otro sentido al término, al concebir la democracia como, un sistema en el que las y los ciudadanos puedan formular y dar significado al lograr que sus preferencias sean atendidas equitativamente en cualquier gestión de gobierno.

En fin, en Costa Rica la democracia experimenta un estancamiento, con altas demandas sociales que parecieran no ser resueltas, o no querer resolverse por parte de los gobiernos de turno.

Desde nuestra perspectiva cristiana evangélica, y en el mes de la Biblia, hay un principio evangélico y bíblico, enunciado arriba al inicio de esta reflexión, que es, la igualdad de todos los hombres y mujeres.

Hacemos un llamado al pueblo costarricense a retomar el verdadero significado de patria y democracia, para ser coherentes con las gestas independentistas liberadoras, que buscan la equidad, la integralidad y el bienestar del pueblo, y así eliminar viejos mitos.

Juzgad conforme a la verdad,
y haced misericordia y piedad
cada cual con su hermano.
Zacarías. 7: 9ª. RV1960.

Sigamos recordando los episodios que produjeron la independencia

Rodrigo Aguilar Arce

Es importante destacar que la Independencia se deriva de una ardua tarea de las provincias centroamericanas de desligarse del yugo de un país europeo, es decir, se denomina Independencia de Centroamérica al proceso emancipador por parte de los actuales países de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, los cuales, a través de la firma del Acta de Independencia de América Central el 15 de septiembre de 1821 rompen lazos con el Imperio Español.

Por esa razón se realizan diversos actos en cada uno de los países y por supuesto, se recorre por parte del estudiantado de ellos la antorcha centroamericana como símbolo inequívoco de ese logro realizado por parte de aquellas provincias que tomaron la decisión de ser libres.

Por eso es importante que las generaciones actuales y las nuevas desde la diversas instituciones educativas sigan recordando estos episodios, en los que las anteriores generaciones supieron liberarse del yugo que les oprimía.

UCR, Voz experta: El civismo debe trascender a la acción, a las obras que sensibilicen con los valores de la identidad colectiva

Prof. Juan Antonio Arroyo Valenciano. Escuela de Adm. Educativa, Facultad de Educación Universidad de Costa Rica

El pensamiento educativo moderno en su construcción histórica es producto de los aportes y planteamientos expresados en diferentes épocas y contextos por disímiles y connotados pensadores. Al respecto, los aportes de Locke (1632) y Rousseau (1712) no solo permiten comprobar tal afirmación, sino también resaltar el gran conocimiento que ambos poseían acerca de la relevancia de la educación para el Estado y la sociedad. Sus ideas permiten establecer la hipótesis de que es a través de los sistemas de educación pública que los seres humanos mutan del homo naturalis al homo civili, contribuyendo así a transformar a los seres humanos para una vida ciudadana, en donde las normas son establecidas por la voluntad general de todos los que conformar esa comunidad.

La educación debe lograr que cada persona se integre a la sociedad, pero ante todo que pueda llegar a sentir que es parte de ella. Por ende, surge el civismo o la educación cívica, como una asignatura orientada a ordenar y armonizar, a partir de un determinado corpus de conocimientos, valores, costumbres y comportamientos esenciales, las relaciones de convivencia entre todas las personas de un grupo social, con la finalidad de consolidar así una sola identidad colectiva.

Por consiguiente, y en consonancia con su acepción etimológica, el civismo prepara para que cada persona adhiera a su identidad, la actitud conforme a su deber como persona ciudadana, haciendo de la rectitud cívica una cualidad fundamental del ciudadano. La ley Fundamental de Educación de Costa Rica (1957) en concordancia con lo señalado, establece entre sus fines para los miembros de la sociedad costarricense: “la formación de ciudadanos amantes de su Patria, conscientes de sus deberes, de sus derechos y de sus libertades fundamentales, con profundo sentido de responsabilidad y de respeto a la dignidad humana”.

Sin embargo, formar ciudadanos no es un acto sencillo que pueda simplemente ser atribuido per se a la inclusión de una asignatura en el curriculum educativo, por ejemplo, a la educación cívica, máxime si esta tiene una orientación informativa, enfatiza en la exposición teórica acrítica y neutral, utiliza un lenguaje abstracto que la aísla de la práctica y del contexto social y político. Además, cuya praxis, bajo la misma orientación queda limitada a la organización de una semblanza o al desarrollo de un rito, que conmemora un determinado hecho histórico (Batalla de Santa Rosa, Día de la Independencia, entre otros). Es decir, la comunidad social supone estar promoviendo la identidad colectiva y la promoción de valores ciudadanos, al celebrar las actividades cívicas, pero esto es más un acto de asistencia que de participación activa.

«La educación cívica debe motivar a la persona ciudadana a ser protagonista responsable y crítica ante los problemas de la sociedad, motovarla a proponer soluciones asertivas que consoliden un entorno de convivencia cada vez más solidario y digno para cada uno y una de sus conciudadanos».

Este tipo de praxis fortalece la imagen y el modelo de una persona que de palabra se profesa persona ciudadana, pero en la práctica el fervor cívico no se manifiesta, ni da testimonio. Dado que prefiere esconder sus emociones y sentimientos, mantenerse al margen y aislarse, evitando el compromiso que le demandan por su deber ciudadano una participación activa, consciente y crítica, sea esta para elegir a sus gobernantes o atender la seguridad social de su comunidad.

Formar a la ciudadanía en valores cívicos, implica un trabajo en conjunto entre diferentes actores: familia, escuela y sociedad. Es un proceso que inicia desde la niñez y se va perfeccionando a través de los años. De acuerdo con lo anterior, el civismo debe trascender a la acción, a las obras que lo sensibilicen con los valores de la identidad colectiva. En otras palabras, debe motivar a la persona ciudadana a ser protagonista responsable y crítica ante los problemas de la sociedad; proponiendo soluciones asertivas, generando de toda acción una oportunidad para aliar el interés particular al bien general, de tal modo, consolidar un entorno de convivencia cada vez más solidario y digno para cada uno y una de sus conciudadanos y para el correcto funcionamiento de la sociedad.

 

Juan Antonio Arroyo Valenciano
Profesor Escuela de Administración Educativa Facultad de Educación UCR

Contexto histórico: revoluciones hispanoamericanas por la independencia: 1821-2022

Imagen tomada de Wikipedia

Por Trino Barrantes Araya
Correo-e:
camilosantamaria775@gmail.com
Partido Vanguardia Popular – Costa Rica
Fundado: 16 de junio de 1931

El núcleo básico de contradicciones, los aspectos tempo/espaciales que dan lugar a los procesos independentistas de las provincias del Istmo Centroamericano, comparten situaciones endógenas (internas) y exógenas (externas) muy parecidas para cada una de estas formaciones económico-sociales.

La crisis política/económica que vive Europa, la revolución independentista, las ideas de la ilustración, la revolución industrial y, a lo interno de nuestro continente, la afirmación de la nación y el surgimiento de los estados, formaran así, los elementos que tuvieron lugar en la construcción de Centro América.

En nuestro país, el proceso en la definición de la Tercera Independencia ha sido constante. El 29 de octubre de 1821, se firmó el Acta de Independencia. Treinta y cinco años después el General José María Cañas, José Joaquín Mora y Juanito Mora Porras, afirmaban la segunda independencia, infringiendo una gran derrota al imperialismo yankee que, bajo los designios de la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto querían hacer de nuestros territorios, colonias esclavistas adheridas al proyecto expansionista e imperialista de los Estados Unidos.

Pero seamos claros, el marco de desarrollo que culmine con una gran lucha por la liberación nacional nos sitúa en la hoja de ruta por la Tercera Independencia. El debilitamiento monárquico, la ilustración, las grandes revoluciones, la de las Trece Colonias y la Revolución Francesa, amén de la invasión napoleónica a España, definitivamente maduraron las condiciones y dieron lugar a que la chispa independentista, encendiera la pradera de América Latina-.

Dos grandes ejes se toman la agenda de nuestro continente. La revolución industrial y la ampliación de nuevos mercados, les ofrecía a nuestros países una dinámica muy importante; en segundo lugar, el reemplazo del poder monárquico, por una nueva correlación de fuerzas, abría una amplia alameda a la libertad, la soberanía y la independencia.

Obviamente que, la ideología liberal que impregna el ideario de estas revoluciones hispanoamericanas de independencia pone a las nuevas clases dominantes a la puerta para el desarrollo de un comercio de libre mercado. Pero a la vez, este elemento fijó también el mecanismo de las grandes asimetrías entre la periferia y las colonias recién liberadas del yugo español.

Estos 201 años de lucha constante de los pueblos latinoamericanos, por alcanzar la última y definitiva independencia, son hoy más que una urgencia. Hace solamente un año, con toda la parafernalia de los Estados neoliberales en nuestro continente, se festejó el bicentenario de la independencia de España, de México. Fiestas que se desarrollaron en el marco de una profunda crisis sistémica del capitalismo a nivel mundial, que demuestran el fracaso de las políticas neoliberales.

Ese proceso de lucha, por la tercera independencia, que señalamos en el párrafo anterior, puede graficarse en grandes acontecimientos contemporáneos: El triunfo de la revolución cubana en 1959; la derrota a la dictadura de Somoza a través del triunfo de la revolución sandinista de Nicaragua, en 1979. Los grandes triunfos de procesos alternativos con la revolución bolivariana de Venezuela, en 1999. Afirmación de Estados plurinacionales con el triunfo de Bolivia, 2006. Otros grandes saltos de calidad histórica, también los vivimos hoy con el ascenso de, Andrés Manuel López Obrador en México, Gabriel Boric en Chile y recientemente el Triunfo del Pacto Histórico, con Gustavo Petro y Francia Márquez en Colombia. El caso de Perú con Pedro Castillo también debe sumarse a esta nueva oleada de afirmaciones de los proyectos alternativos y contestatarios.

Las revoluciones de independencia en nuestro continente, en nuestro país, no pueden ser explicadas sin tener a la base el papel fundamental que jugaron las mujeres en la resistencia histórica y la construcción de la matrias latinoamericanas. No son pues, 201 años de independencia, son 530 años de resistencia.

“… Los iroqueses, los guaraníes y otros indios de las Américas elegían a sus jefes en asambleas, donde las mujeres participaban a la par de los hombres, y los destituían si se volvían mandones…”, (citado en Las venas abiertas y sus banderas: El tigre azul y nuestra tierra prometida, Galeano,2001:90).

¡¡¡ Juanito Mora, José Joaquín Mora y José María Cañas viven, la lucha por nuestra tercera independencia sigue!!!