La Independencia de los Estados Unidos

Vladimir de la Cruz*

El 4 de julio de 1776 se constituyó la nación independiente que hoy conocemos como los Estados Unidos.

Su independencia resultó de la lucha que se dio en la colonia inglesa denominada Nueva Inglaterra, que comprendía 13 Estados, cuyos límites eran la costa Atlántica, los lagos Ontario y Erie, los montes Aleganios, la Luisiana y la Península de la Florida.

El Acta de Independencia fue firmada en el Segundo Congreso de Filadelfia, aquel 4 de julio, constituyéndose en la primera revolución anticolonial victoriosa.

En los territorios de Estados Unidos también tuvieron interés los españoles y los franceses en sus afanes conquistadores y colonizadores. Así, en 1497, Juan Cabot llegó a Terranova y desde allí bajó hasta la Florida; en 1512, Juan Ponce de León llegó a la Florida, quien la llamó Tierra Florida por su vegetación y por la víspera de la Pascua, fecha en que había llegado; en 1539, el entonces gobernador de Cuba, Hernando de Soto descubrió el río Misisipi.

Franceses hugonotes, en la Florida, en 1562, establecieron una colonia, huyendo de las persecuciones a que eran sometidos.

En 1578 y 1584 los ingleses reanudaron sus esfuerzos conquistadores y colonizadores con las expediciones de Gilbert y Raleigh.

Hacia 1606 ya se habían constituido en Londres dos empresas colonizadoras, las Compañías de Londres y de Plymouth, a las que el gobierno monárquico inglés les dio tierras, denominadas después como Nueva Inglaterra y Virginia, donde se desarrolló la plantación de tabaco.

A diferencia de los procesos conquistadores y colonizadores de América Latina, la riqueza pública y la población crecía con gran rapidez.

En Nueva Inglaterra después de 1620 se fortaleció el poblamiento con puritanos expatriados, que firmaron el llamado Pacto de los Peregrinos, comprometiéndose a respetar las leyes y el bien común, fundando así Nueva Plymouth, luego Boston, Massachusetts y Connecticut.

En esta misma época los holandeses introdujeron el tráfico de esclavos negros en esta región. Los esclavos llegaron a constituir una parte muy elevada de la población. Los indígenas no formaban parte de la población colonial, que prefería reducirlos y eliminarlos. También trataron de asentarse en las nuevas tierras fundando la Nueva Ámsterdam, más tarde expulsados de ellas y fundándose Nueva York.

La situación de la esclavitud dividió la formación de los estados nacientes de los Estados Unidos. En el sur con aprobación de la esclavitud y de los mayorazgos; en el norte con rechazo y desconocimiento.

Los conflictos que internamente vivía Inglaterra, entre el Rey y el Parlamento, favorecía a las colonias, mezclándose las religiones anglicana (en Virginia), puritana (en Nueva Inglaterra) y católica (en Maryland) en los nuevos colonos.

Entre los pobladores de Nueva Inglaterra se estimulaban las ideas de la democracia.

Más tarde, Guillermo Penn, cuáquero, fundó la colonia de Pensilvania, fundando la ciudad de Filadelfia, que quiere decir Amor Fraternal. En 1732 se fundó la última colonia inglesa, Georgia.

A fines del siglo XVII, los católicos habían aumentado por las persecuciones que eran objeto en Irlanda, desde donde se trasladaban a las nuevas tierras. De igual modo llegaron puritanos y protestantes alemanes.

Esta mezcla de prácticas religiosas condujo a desarrollar un espíritu de gran tolerancia espiritual.

El desarrollo de la educación y la instrucción pública, que obligaba a crear una escuela en cada ciudad por cada 100 ó 50 casas, según el caso. También se convirtió en un elemento de mejoramiento y superación personal de los colonos. Con la educación también florecieron los periódicos, desde 1704 cuando se fundó en Boston el primer periódico en los Estados Unidos.

En Nueva Inglaterra la educación llegó a establecerse como obligatoria para el pueblo y a cargo del Estado, bajo la dirección de Comités Electivos que decidían por votación las contribuciones que se necesitaban. Esto hizo que en esta época la educación se extendiera más en los Estados Unidos que en cualquier otra parte del mundo. En Massachusetts también se le dio impulso a la educación media y superior, fundándose la Universidad de Cambridge en 1638, alcanzando ocho universidades en vísperas de la Independencia, en 1775.

El comercio fue, finalmente, el último elemento y el clave de la prosperidad de las colonias inglesas y la causa de su independencia.

Las colonias poseían para su administración y gobierno una división de poderes, ejecutivo (el Gobernador), el legislativo (Consejo y Asamblea) y judicial (jueces y jurados), que tenían distintos grados de dependencia con Inglaterra. Así funcionaban los Provinciales, que más dependencia tenían; el de los Propietarios, cuando se fundaban por un particular con concesión real, gobernados por su fundador; en ambos los colonos nombraban el Consejo y la Asamblea); y, el de cartas, por el cual los colonos estaban facultados para nombrar todas las autoridades políticas y de gobierno, como funcionaba en Nueva Inglaterra, donde se organizaban por compañías o corporaciones, lo que dio una gran autonomía, participación y decisión en los asuntos de la comunidad y, sin ninguna duda, en un gran espíritu de independencia, libertad, valores morales propios, defensa de sus derechos, respeto a la ley, el amor a la instrucción. En estas colonias, Connecticut, Rhode Island y Massachusetts se vivía una especie de República

Inglaterra, Francia y España se enfrentaron en distintas ocasiones por el predominio y posesión de estas tierras. Guerras, como las de los Siete Años, 1756-1763, hicieron que las colonias dieran a Inglaterra los soldados, los abastos y los servicios que la guerra demandaba.

Por el Tratado de París de 1763, que puso fin a esta disputa, Inglaterra pasó a ejercer el dominio colonial de Canadá; España le cede la Florida para recupera Cuba, que unos meses atrás había dominado Inglaterra debido a la simpatía española por la independencia de las colonias inglesas. Así el dominio inglés llegó desde el Canadá hasta el Golfo de México.

A pesar de que la guerra había desarrollado las actividades productivas, de comercio y de prosperidad en general, Inglaterra impuso una serie de medidas tributarias a los colonos que fueron el detonante final de la lucha que se iba a realizar por lograr su independencia, y evitar las trabas tributarias y arancelarias que desde la metrópoli se cargaban sobre los colonos, restringiendo su libertad de comercio, sus principios democráticos y su libertad. Las contribuciones forzadas después de 1765 del derecho de sello o papel sellado, el vidrio, el papel y el té fueron de las más rechazadas.

Con motivo de estas luchas se constituyeron dos asociaciones, Las Hijas de la Libertad y Los Hijos de la Libertad; en ellas participaban mujeres y artesanos, mercaderes, abogados, trabajadores urbanos y campesinos que se oponían a esas leyes y propiciaban la independencia. Fomentaban la solidaridad y la fraternidad intercolonial para la resistencia. Propusieron medidas de no comprar productos ingleses, quemaron residencias de funcionarios ingleses; reclamaron el derecho de los colonos a imponer y declarar sus propias leyes. Impulsaron los Comités de Correspondencia, que fueron verdaderos motores y agentes de la Revolución. En todos los estados se organizaron mediante esta forma.

Otro elemento importante que contribuyó en la Independencia de los Estados Unidos fue la Sociedad Filosófica Americana, fundada en 1769 en Filadelfia, siendo su primer Presidente Benjamín Franklin, gran patriota, liberal y de profundas convicciones morales.

Toda la lucha por la independencia, que se mantuvo por más de un siglo, se matizó de la resistencia a la dominación colonial inglesa, las insurrecciones militares y contra las políticas económicas y tributarias; enfrentando la ley, apoyándose en el Parlamento y en los recursos legales e institucionales que se les ofrecieran para expresar su descontento, reclamando que los impuestos que se establecieran debían ser declarados por los colonos; contra los formalismos de la presentación de escritos, como el del papel sellado. Las protestas se expresaron poniendo banderas a media asta, quemando mercaderías, quemando las leyes, oponiéndose por las asambleas locales; enfrentando también la ley de aduanas; el pueblo en distintas comunidades se lanzaba a las calles. La desobediencia política y civil se hacía sentir. Esto se expresaba de mejor manera en el enfrentamiento a las tropas inglesas que hacían los ciudadanos.

Políticas agrarias impulsadas por Inglaterra obligó a algunos propietarios, incluso del sur, a dejar las tierras y a liberar esclavos.

En 1769, Washington escribía que nadie debía de vacilar un instante en llegar a emplear las armas para defender los intereses preciosos de la libertad.

Los colonos reunidos en Congresos de Nueva York y Boston obligaron a Inglaterra a ceder en sus imposiciones, excepto el té, que provocó reacciones muy violentas. En medio de estas luchas se formó un partido nacional, rompiéndose el vínculo de Inglaterra y sus colonias.

Inglaterra conspiraba por retomar el poder efectivamente. En abril de 1775 el General Gage trató de apoderarse en Lexington del depósito de armas de los colonos, sufriendo una gran derrota. La noticia de la victoria alentó la insurrección contra los ingleses, e multiplicaron los reclutas voluntarios y las asambleas de los Estados sumaban tropas.

En Virginia, el 4 de setiembre de 1774, la Asamblea acordó una Declaración de Derechos, por la cual reclamaban para sí las mismas libertades que los ingleses tenían para ellos.

El 10 de mayo de 1775, un Segundo Congreso de Colonos, reunido en Filadelfia hizo un llamado público al alzamiento en armas contra la metrópoli, a la cual le declaró la guerra. Para ello emitió papel moneda y formó el ejército, bajo el mando del entonces coronel Jorge Washington, quien ya había combatido contra los franceses en Canadá, y quien fue elegido unánimemente General, cargo que aceptó sin remuneración alguna.

En julio de 1775, Washington con 14.000 soldados, sitió Boston, defendida por los ingleses, que huyeron hacia Nueva York.

El movimiento revolucionario era duramente criticado por los ingleses.

En 1776, el 10 de febrero en Carolina del Sur, se pedía una Carta en la que constara la total independencia; el 12 de abril, Carolina del Norte instruía a sus delegados al Congreso para reclamar la autonomía americana. Igual hicieron Rhode Island, Massachusetts y Virginia. El 7 de junio, Virginia propuso abiertamente la Independencia y el 2 de julio todos los Estados, excepto New York, rompieron relaciones políticas con Inglaterra.

El 4 de julio de 1776, en el Segundo Congreso de Filadelfia, se aprobó la Declaración de Independencia, redactada íntegramente sobre la base que había elaborado Tomás Jefferson, junto con John Adams y Benjamín Franklin. En lo esencial y trascendente se destacó que todos los hombres han sido creados como iguales y se encuentran bajo el cuidado del Creador, quien les otorga derechos inalienables como la vida, la libertad y la felicidad; que los gobiernos tienen por objeto garantizar estos derechos; que los gobiernos derivan su poder del consentimiento de los gobernados y que cuando un Gobierno, cualquiera sea su forma, se opone a estos fines, el pueblo tiene derecho a cambiarlo, abolirlo y reemplazarlo por un nuevo régimen que descanse sobre estas bases para alcanzar la felicidad de los ciudadanos.

Estas ideas recogían el pensamiento progresista de la Edad de la Razón, de quienes lucharon contra el dogma y el autoritarismo: Bacon, Grotius, Vesalio, Copérnico, Spinoza; en el revolucionario irlandés Charles Lucas; en el italiano Beccaria; en los filósofos suizos Vatel y Burlamaqui; en el jurista alemán Pudendorf, los franceses Montesquieu, Voltaire y Diderot, los ingleses Milton, Sidney, Harrington, Priestley,y en especial en Locke; y en los norteamericanos Roger Williams, Jonathan Mayhew y John Wise. Todos ellos representaban en sus obras las luchas contra la opresión.

La teoría política de la Declaración de Independencia es profundamente democrática y revolucionaria.

En la propuesta original de Jefferson se denunciaba el tráfico de esclavos africanos y el sistema de producción al que servía. Los delegados de Georgia y Carolina del Sur objetaron este párrafo, junto con delegados de otros estados donde había un floreciente tráfico de esclavos.

Jefferson decía que la vida en la Tierra no hacía las veces de un valle de lágrimas y de sufrimiento; que no significaba un tormento en sí mismo para alcanzar el cielo; ni creía que las personas nacían malas por naturaleza, ni que los gobiernos eran la representación del brazo secular del Creador. Para él los hombres son buenos, no malos; son capaces de gobernarse a sí mismos; los gobiernos son producto del hombre. En 1810 Jefferson escribía que la libertad y felicidad del hombre deben ser los objetos de la organización política, el fin de toda ciencia y todo empeño humano. Jefferson rechazó la aristocracia, la monarquía y el derecho divino de los gobernantes. Reconoció la igualdad de los hombres y el que la soberanía radicara en ella. Si el gobierno, decía, no descansa en el consenso, el derecho a la revolución es indudable; si los gobiernos oprimen, ahogan a los ciudadanos y se convierten en instrumentos de explotación y no trabajan para promover la felicidad, se vuelven tiránicos y traicionan al hombre. Por ello los hombres pueden y deben romper esas cadenas para lograr la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad.

La Declaración de Independencia reflejaba el movimiento iluminista y humanista de la época.

Las limitaciones que tenía, en cuanto que al mismo tiempo que proclamaba la igualdad, la libertad y la búsqueda de la felicidad había 600.000 esclavos de por vida en Estados Unidos, que transmitían esa condición; y que no reconocía la igualdad real de la mujeres, al punto que la esposa de Adams, Abigail, le reclamaba que querían emancipar a todas las naciones del mundo manteniendo un poder absoluto sobre las esposas, eran limitaciones de tiempo, lugar y clase. La universalidad y humanidad de sus postulados siguen incólumes.

Los negros jugaron un papel importante en la revolución americana. Se levantaron también bajo los estandartes de Libertad o Muerte. En Inglaterra como en los Estados Unidos antes de la revolución había literatura que condenaba y denunciaba el racismo y el esclavismo. James Otis sugería en 1764 que el derecho a la libertad también era para los negros y defendía el derecho de rebelión de ellos contra sus amos. Otros antirracistas y antiesclavistas fueron Isaac Skilmann, Antohony Benezet, Benjamin Franklin, Benjamin Rush, Thomas Paine que exigía la abolición de la esclavitud. Más tarde, en 1780, Paine redactó en Pensilvania una ley aboliendo la esclavitud que fue aprobada. Otros grupos religiosos como los bautistas, metodistas y cuáqueros se pronunciaron contra el esclavismo, que se organizaban en los English Friends. En 1775, en Filadelfia, se creó la primer Sociedad para Promover la Abolición de la Esclavitud siguiéndole otras. En la Declaración de Independencia hay un antiesclavismo implícito al declarar que todos los hombres nacen iguales, dotados de derechos inalienables, como la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Antes de 1776 en muchas Cortes los negros habían actuado para pedir su libertad, aunque sin éxito. La historia de los Estados Unidos conoce levantamientos de negros antes de la independencia, en 1767 en Alexandría, Virginia; en 1774 en Andrews, Georgia; en 1775 en Virginia del Norte, en los condados de Beaufort, Pitt y Graven, al igual que en otros estados. Cuando se le permitió integrarse al ejército revolucionario lo hicieron sirviendo heroicamente en distintos puestos y en las principales batallas, incluso en posiciones de mando. El mismo Washington el 30 de diciembre de 1775 autorizó el enlistamiento de negros al ejército.

Durante el período revolucionario, desde 1770, en distintas Legislaturas se recibían memoriales pidiendo la abolición de la esclavitud.

Al momento de la Independencia, decía Washington, nada se podía esperar de Inglaterra. Fue un inglés naturalizado en América, Tomás Payne, quien proclamó la necesidad de declarar la Independencia, convencido que en punta de lanza debían continuarse hasta donde hubiera situación colonial y opresiva que combatir y hasta alcanzar la plena libertad e independencia. Así establecieron la Declaración, de que las colonias estaban unidas y tenían el derecho de llamarse estados libres e independientes.

Los escudos de armas ingleses fueron destruidos inmediatamente como quemados los retratos del Rey.

La reacción inglesa no se hizo esperar. Atacaron las tropas de Washington en Nueva York obligándolo a retirarse. Por ello el Congreso dio máximos poderes a Washington y trás los éxitos revolucionarios en Trenton y Princetown se recuperó la confianza revolucionaria en la causa de la Independencia.

La causa americana en Europa despertaba grandes simpatías, especialmente en Francia, por lo que los revolucionarios americanos envían a Benjamín Franklin a buscar solidaridad y ayuda económica. Así se incorporó Lafayette. La lucha revolucionaria se extendía hasta el Canadá.

Entre reveses y triunfos la causa de la libertad de las colonias se fue imponiendo y Francia reconoció la independencia de los Estados Unidos el 6 de febrero de 1778 y estableció con Benjamín Franklin un Tratado, resolviendo tratar así con los insurgentes y revolucionarios. Le siguieron España y Holanda.

En el sur esclavista el proceso fue más lento. Con apoyo de Francia y las tropas todas comandadas por Washington en 1781 finalmente los ingleses fueron derrotados.

El 3 de setiembre de 1783 Inglaterra se vio forzada a reconocer la Independencia de los Estados Unidos, en el Tratado de Versalles.

Las rivalidades existentes, a pesar de la lucha por la independencia, entre los estados, los impulsó a buscar una alianza. Los hombres más ilustrados de la revolución americana sentían esta necesidad, que los lleva a impulsar m la convocatoria de la Convención para aprobar una Constitución. La convención se reunió el 2 de mayo de 1787, presidida por Washington. Cuatro meses de sesiones y la Convención la presentó al Congreso.

En 1787, el Congreso Constituyente, nuevamente reunido en Filadelfia, aprobó la Constitución de los Estados Unidos, una de las más liberales del mundo.

El 4 de marzo de 1789 se reunió el Primer Congreso en Nueva York; el 30 de abril Washington juró como primer Presidente de la naciente República, cargo al que fue reelegido para un gobierno de ocho años.

En 1800 fue fundada, en su memoria, la ciudad de Washington, también el Primer Presidente del Congreso y de la Unión.

El patriotismo de Washington y su espíritu unitario aseguró la paz interior y evitó la disolución estatal.

Al recordar, un día como hoy, la lucha de los colonos norteamericanos exaltamos su revolución como la primera y la más trascendente batalla anticolonial, que abrió el camino e inspiró las luchas anticoloniales de la América Hispana; recordamos igualmente a aquellos hombres que la modelaron y a quienes por ella nos transmitieron los valores universales que hoy inspiran la causa de la libertad de todos los hombres y mujeres del mundo; afirmamos en el recuerdo de la Revolución Americana la labor de progreso de la Humanidad sobre la base de la educación moral, el progreso espiritual, el mejor discernimiento y el cumplimiento de nuestros deberes; en que la lucha por La Libertad y la búsqueda de la Felicidad es también una llave para penetrar en el Santuario luminoso de la Verdad Eterna, en procura de hacer de los hombres y de las mujeres verdaderos obreros del progreso humano y cooperar con el establecimiento de una Nueva Era Humana, una nueva civilización basada en valores humanos, morales e ideales, cuyo objetivo sea el Progreso, la Felicidad y el Bienestar de todos los hombres reconocimiento de que el bienestar de uno se encuentra asociado al bienestar de todos.

*En el Templo Mayor de la Logia Masónica. Tenida, 4 de julio del 2002, de la Logia Caridad Nº16.