Telenoticias de Canal 7 trasmitió un reportaje de un operativo policial anti-drogas en Puntarenas. Una caravana de cerca de 10 vehículos avanzaba a las 3 de la mañana con cerca de 50 policías fuertemente armados con lo último de la tecnología criminal, pertenecientes a varios cuerpos -de muchas siglas que no conozco- por lo riesgoso del caso. Aquellas “tomas” me recordaron algunas películas de Hollywood de cuerpos militares del Ejército de USA ingresando a alguna región de Faluya, Irak.
Pero nuestras fuerzas especiales ingresaban al barrio Fray Casiano de Madrid; el objetivo fue detener a dos menores de edad de 17 años que son ya sicarios, supuestamente verdugos de otro joven de 21 años. En otros sitios como Chacarita, El Roble y otros se detuvo a 5 personas más.
¡Qué tristeza ver a jóvenes en esta situación! Es la guerra contra los pobres, como la han llamado algunos estudiosos del tema.
Estamos en presencia de una nueva pandemia que ha dejado cerca de un millón de muertos, como ha dicho el presidente de Colombia Gustavo Petro. La guerra contra las drogas iniciada por Nixon ha sido un total fracaso, aunque nuestros pueblos son los que mayoritariamente ponen los muertos. Petro, el más lúcido presidente de América Latina, acaba de proponer una política unitaria de América Latina para enfrentar este flagelo, agudizado aún más por la aparición del Fentanilo como una nueva droga que mató el año pasado a cien mil estadoudinenses. Ningún país por sí solo es capaz de enfrentar el problema de narcotráfico.
El mes pasado ha sido el más violento de la historia del país. Y así seguirá ocurriendo. El círculo que estamos creando es que esa guerra crea mayor pobreza y desigualdad que son a su vez los factores estructurales detrás del sicariato y el tráfico de drogas. Romper ese círculo es la única forma de enfrentar acertadamente el problema. Pero el Gobierno actual, igual que los anteriores, creen que SOLO a punta de represión se solucionará.
Las cosas deberían plantearse con claridad a la población.
La realidad es que en el país existen múltiples PANDILLAS, que dominan territorios, unos más extensos que otros, en todas las provincias y regiones. Las autoridades quieren adornar las cosas y no las llaman por su nombre: Pandillas, tal y como se denominan en El Salvador, Honduras y otros países. Tal vez podríamos diferenciarlas del cartel porque estas se dedican a la distribución local y no internacional.
Esas pandillas están en guerra entre ellas por el mercado de los estupefacientes y en ella se matan.
Si el círculo vicioso no se rompe, los índices de violencia y asesinatos entre nuestros jóvenes seguirá creciendo.
Es urgente exigir al Gobierno una política integral para enfrentar al narcotráfico y las pandillas.
La guerra contra ellas tal y como se ha llevado a cabo, ha fracasado rotundamente.
Mónica Vul Galperín, coordinadora del Programa de Interés Institucional en Violencia y Sociedad, del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP)
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR
Por M. Sc. Mónica Vul Galperín, coordinadora del Programa de Interés Institucional en Violencia y Sociedad, del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP)
La lucha que debe darse es política, económica, cultural, educativa, social, porque, sin duda, es del orden del horror constatar la presencia de jóvenes, de cada vez menor edad, inscritos en la espiral de violencia y muerte
Frente al dolor más profundo, al horror, a la tristeza, la rabia, la tendencia es solicitar respuestas a los/las expertos/as. ¿Quién es el responsable, dónde está la causa, qué se pueda hacer para aliviarlo?
El homicidio de Manfred Varberena Novoa, de 23 años, y de Marco Calzada Valverde, de 19 años, nos llena de dolor, nos golpea, por ellos, por los que quedan (sus padres, hermanos y hermanas, sus amigos, sus vínculos), por sus vidas e ilusiones perdidas, por el carácter irreemplazable de cada uno de los jóvenes y por la sociedad en su conjunto.
Si sentimos indignación y dolor es porque esas muertes nos tocan, nos atraviesan. Nada justifica la crueldad, la violencia extrema. La violencia no es solo un acto, es también una atmósfera, un aire irrespirable. Y esta avanza en extensión, radicalidad y crueldad hacia sujetos y colectivos. Entre ellos, los y las jóvenes.
Estos actos brutales nos llevan a repensarnos, porque ningún cuerpo muerto se reduce a una imagen mediática televisiva. La muerte y sus heridas son reales, generan dolor a quienes las padecen. El lugar que se asume como investigadores/as ante estas situaciones devastadoras no es una cuestión ética menor. No escribo estas líneas desde un lugar de experta, a pesar de que así se define este espacio: “Voz experta”. Lo hago como investigadora en temas de violencias, jóvenes, subjetividades, duelos y desde el ejercicio en la práctica del psicoanálisis, ambas hace ya más de tres décadas.
En la horrorosa situación de la muerte de jóvenes, hay una multiplicidad de variables intervinientes que no debemos, en absoluto, banalizar.
Dicho esto, quisiera introducir algunas preguntas, incómodas, perturbadoras. No pretendo obtener respuestas, sino labrar mi pensamiento, como el movimiento de la pala, que remueve, excava con cuidado y hace agujeros para que algo nazca.
¿Por qué tantos jóvenes mueren de violencia? ¿Cómo desenmarañar las múltiples cuestiones que allí intervienen? ¿Dónde alojar sus subjetividades? ¿Qué puede llevar a un adolescente o joven a matar a otro?
¿Es posible que algunas vidas de jóvenes se consideren llorables y otras no? ¿Se inmiscuyen diferencias de nacionalidades, clase, raza o género a la hora del acto del duelo?
O será acaso, como plantea Judith Butler, que “las poblaciones se dividen demasiado a menudo, entre aquellas cuyas vidas son dignas de protegerse a cualquier precio y aquellas cuyas vidas se consideran prescindibles?” (Butler, 2021, p. 42).
No faltan los estudios que conciben a los y las jóvenes desde una ausencia total de interrelación entre ellos como sujetos y el lazo social que habitan y les habita, estudios que los patologizan, diagnostican y criminalizan, que los invisibilizan en su condición de sujetos, que ocultan que el estatuto de la construcción de la subjetividad de muchos/as jóvenes los lleva a vivir en los márgenes de referentes socioinstitucionales y en precarios horizontes de futuro.
Hoy, atravesamos tiempos de exclusiones, de dramáticas desigualdades, de naufragios y pueblos a la deriva, en una contemporaneidad en la que el rechazo a las diferencias muestra su costado más duro; época en la cual las segregaciones son el emergente del naufragio mismo de la civilización.
La globalización no solo se presenta como acumulación ilimitada y concentración de la riqueza, sino como segregación, en universos concentracionarios, donde la muerte ejerce sus mejores dispositivos. El discurso capitalista ha sido el modelo más fértil en deshacer los lazos sociales, en la producción de sectores abandonados, desposeídos y excluidos.
La segregación es, el problema más ardiente de nuestra época, universos donde viven jóvenes, mujeres, niños/as y se producen, homicidios, venta de drogas, intoxicaciones, múltiples manifestaciones de violencias. Para muchos de los jóvenes, la violencia y la muerte, el abandono, el abuso, la ruptura de los lazos sociales, vinculada a la precarización y a los despojos, son elementos comunes, en sus casas, en sus barrios, en cada esquina silente, en la expulsión del sistema educativo, la ausencia de políticas públicas, elevadas tasas de desempleo, precarización laboral, narcotráfico.
A esto se suma la invisibilización en situaciones tan graves, como el suicidio en los y las jóvenes, las violencias contra ellos mismos, las adicciones. Personalmente rehúso las tentaciones de psico-patologización, criminalización y modalidades dicotómicas a las que se recurre para explicar las violencias, que, tan sólo sirven para banalizar el problema y ocultar responsabilidades políticas, culturales, de género producidas por el neoliberalismo y su uso de la violencia.
Recientemente, el último informe de PNUD (2021) posiciona a Costa Rica como el quinto país con mayores niveles de concentración de ingreso de América Latina,
Donde, durante el 2021, hubo 538 homicidios lo que representa una tasa de 11,4 personas muertas cada 100.000 habitantes; 9 de cada 10 víctimas fueron hombres; y la mitad tenía entre 20 y 34 años de edad (USAID y PNUD, 2022).
Los jóvenes encarnan en sus vidas y en sus cuerpos esas violencias y muertes
Si bien Costa Rica se mantiene alta en el Índice de Desarrollo Humano (PNUD, 2021), en los últimos años ha sufrido un deterioro en sus indicadores de pobreza, desempleo y desigualdad. El aumento de las tasas de homicidios se relaciona con la distribución o falta de distribución de la riqueza. En este sentido, Costa Rica se ha convertido progresivamente en uno de los 10 países más desiguales del mundo, este es un dato que debe alertar a los gobiernos en relación con la inversión social, especialmente, en jóvenes. Pretender no mirar es encerrase en las murallas de la negación.
La lucha que debe darse es política, económica, cultural, educativa, social, porque, sin duda, es del orden del horror constatar la presencia de jóvenes, de cada vez menor edad, inscritos en la espiral de violencia y muerte. Que sea un joven quien mate a otro joven, que mueran en “ejecuciones” una madrugada cualquiera, que atenten contra sus vidas a secas y pasen a engrosar un número en las estadísticas y las noticias mediáticas.
Noticias que generan tratamientos diferentes para estas muertes, mientras unas, reciben total cobertura, reconocimiento público, la llorabilidad de la sociedad, otras, en cambio, el silencio, el anonimato. La ausencia de nombre, no solo en la vida, sino también en la muerte.
A lo largo de mis investigaciones en torno a violencias vinculadas a jóvenes, desde los años ochenta, algunas, con huérfanos de la guerra centroamericana, en su mayoría menores de 17 años, sobrevivientes y testigos de la tortura y el asesinato de uno o ambos padres; otras, con jóvenes privados de libertad en el Centro Juvenil de Formación Juvenil Zurquí, como W, quien mató a un compañero de clase de un Centro Educativo de Segunda Enseñanza, también con centenares de adolescentes y jóvenes en instituciones públicas de segunda enseñanza, he podido escuchar y estremecerme con sus testimonios y quebrantos más desgarradores, en un intento por sobrevivir, cueste lo que cueste. Testimonios que al irrumpir mostraban fragmentos de vida negados, invisibilizados, frente a la vulnerabilización. Detrás de cada uno de los y las jóvenes, había una historia personal única, en cada uno de ellos había un antes y un después; de algo estaba segura, sus decires me estremecían, sus palabras me perforaban.
Acudo al filósofo Giorgio Agamben e intento mantener la mirada fija en este tiempo para percibir, no sus luces, sino su oscuridad, intento ver las sombras e incidir en ellas. Hoy, lo hago a través de la escritura, humedeciendo la pluma en las tinieblas del presente.
Resulta imperiosa la necesidad de abordar esta temática desde miradas y lecturas que permitan entrecruzamientos y enfoques diferentes, que no impliquen solo guetificar, criminalizar zonas juveniles de “alto riesgo” e intervenir punitivamente. Crear nuevos paisajes, en un intento de que los y las jóvenes puedan narrar sus sueños, hacer posible que cada una de sus vidas sean vidas vivibles e igualmente llorables, que importen tanto en la vida como en la muerte.
Que existan otros rumbos y nuevas cartografías de deseos, paisajes que se encaminen a la no violencia, con itinerarios nuevos y una esperanza por venir, en una sociedad que no dé la espalda a la muerte y a la violencia en los y las jóvenes.
Esa es la apuesta y constituye el desafío conjunto. Cada una y cada uno de los jóvenes que habitan este país son seres dotados de “potencial y dotados también de un futuro impredecible que debe ser salvaguardado” (Butler, 2021, p. 54).
Bibliografía
Agamben, G (2011) Que es lo contemporáneo. En Desnudez Madrid Ed Adriana Hidalgo.
Butler, J. (2021) Sin miedo. Formas de resistencia a la violencia de hoy. España. EdTaurus.
USAID y PNUD (2022). Costa Rica: Análisis sobre homicidios dolosos Enero diciembre del 2021. Disponible en: https://infosegura.org/wp-content/uploads/2022/02/OnePager-CR-2021-Homicidios-ESP.pdf
OCDE (2018). Estudios Económicos de la OCDE: Costa Rica 2018. Disponible en: https://www.oecd.org/economy/surveys/Costa-Rica-2018-Estudios-Economicos-de-la-OCDE.pdf
INEC (2022). Encuesta Continua de Empleo al primer trimestre de 2022. Disponible en: https://www.inec.cr/sites/default/files/documetos-biblioteca-virtual/ece_i_t_2022.pdf
PNUD (2021). Informe Regional de Desarrollo Humano 2021. Disponible en: https://www.undp.org/es/latin-america/informe-regional-de-desarrollo-humano-2021
Valencia, S. Vul, M (2020) “Régimen Glotaritario y gestión de los afectos”, en “Pandemia. Derechos Humanos, Sistema Penal y Control Social (en tiempos de coronavirus)”. España. Editorial Tirant lo Blanch.
Vul, M. (2009). Adolescencia y violencia: homicidio en un Colegio Público. Una lectura desde el Psicoanálisis. Tesis para optar al grado de Magister Scientiae en Psicologia Universidad de Costa Rica, San José, CR.
Vul, M. (2018). Despatologizar. Un desafío al control establecido. Crítica Penal y Poder. Num.14 (2018). Observatorio del Sistema Penal y los Derechos Humanos. Universitat de Barcelona. 2016.
M. Sc. Mónica Vul Galperín Coordinadora del Programa de Interés Institucional en Violencia y Sociedad, del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP)
“Confianza, empoderamiento, más que todo” es lo que encontró Francini Sánchez Pérez, en medio de la pandemia por la covid-19, en el curso “Formación por competencias básicas vinculadas al mundo del empleo (Habilidades blandas) para jóvenes con discapacidad”, impartido por la Maestría en Pedagogía del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional (Cide-UNA) y el Consejo de la Persona Joven (CPJ) del Ministerio de Cultura y Juventud.
“Usted quiere estudiar algo y las personas le dicen que mejor lo piense, que le va a costar, solo porque usted tiene discapacidad visual; como que no confían en uno y a la vez lo desaniman”, cuenta esta joven de la comunidad indígena de Quitirrisí de Mora, al referirse a algunas de las limitaciones que ha enfrentado en su vida.
Muy distintas son las palabras y actitudes del equipo de personas facilitadoras de este curso de habilidades blandas, que Francini recibió junto a otros 28 jóvenes de la Gran Área Metropolitana con distintas condiciones de discapacidad, a través de la pantalla de un dispositivo electrónico, en este año de pandemia.
“Ellos me dieron otras herramientas, lo empoderan mucho a uno”, dice Francini, quien valora el aprendizaje en trabajo en equipo, comunicación, interacción con las personas, así como el conocimiento adquirido acerca de la legislación relacionada con discapacidad y de empleo y emprendimientos.
Estudiante de Administración de Servicios de Salud en la Universidad Estatal a Distancia (UNED), Francini agrega que la pasantía que se realiza como parte del curso la orientó sobre lo que le es más fácil realizar dentro de su carrera, qué puede mejorar y también cómo buscar herramientas para tener acceso a diferentes trabajos. “Aprendí mucho, significa mucho. Lo animan a uno a seguir, a no detenerse, a luchar”, asegura esta joven de 26 años.
Más allá de un título
“El curso fue un punto de inflexión en mi vida. Sí recibimos un título, pero pienso que va más allá. Es algo que me va a ayudar mucho, no solo en un trabajo sino afuera porque me da a entender quién soy y realmente qué es lo que quiero”, expresa Ángel Flores Guardado, de 18 años, quien tiene ceguera y vive en San Antonio de Escazú.
Ángel explica que el último trabajo que se realiza en el curso es un plan de acción, donde cada uno explica qué es lo que quiere concretamente para su vida y cómo quiere conseguir sus metas. “Para eso fue este curso, para darnos las bases para poder llegar a ellas”.
Y, sí, Ángel tiene ahora muy claro qué quiere. Primero, entrar a estudiar a una universidad, ya sea ciencias del movimiento humano para ser profesor de educación física, ingeniería en sistemas o administración de empresas.
También le encanta el deporte, lo que ya le ha dado frutos. Como integrante de la selección de futbol para ciegos ha representado a Costa Rica en un campeonato mundial.
Por su parte, Yuliana Fernández Flores, de 26 años, quien tiene una discapacidad cognitiva, asegura que con el curso ha aprendido a desenvolverse sola.
Ella sacó su educación primaria y secundaria con ayuda de adecuación curricular, y más tarde ingresó a estudiar Educación Preescolar en una universidad privada, pero se le dificultó mucho terminar su carrera.
Tiene los certificados de cursos de cocina y elaboración de queques que ha llevado en la Municipalidad de Escazú, así como de computación e inglés, recibidos en un instituto privado.
Por eso, como parte del curso de habilidades blandas impartido por la UNA y el CPJ, realizó práctica como ayudante de cocina, con muy buen resultado. “Me fue super bien, me desenvolví sola, yo hice todo sola, nadie me ayudó”, subraya Yuli, quien hoy se siente inspirada para tomar decisiones por sí misma y con más autonomía para decir “quiero esto”.
Ventana al encuentro
Aunque recibieron su título en sus propias casas, Francini, Ángel, Yuliana y sus compañeros de curso, se graduaron oficialmente el pasado 14 de octubre en una ceremonia virtual, en la que participó el director del Consejo de la Persona Joven, Luis Antonio González.
El director del CPJ resaltó la importancia de la articulación con la UNA para impartir este curso, con el que –considera- estas personas jóvenes están construyendo una mejor Costa Rica, porque las habilidades blandas son fundamentales en la actual coyuntura.
“Hace falta más diálogo para que el país avance hacia mejores lugares, hacia mejores tomas de decisiones y que haya más bienestar. Con ustedes estamos construyendo mejores ciudadanos y ciudadanas y eso es construir un mejor país porque el país no es un mapa, el país somos nosotros y nosotras”, dijo.
Por su parte, Marjon Belderbos, coordinadora de la Maestría en Pedagogía de la UNA destacó que en la virtualidad, “las pantallas –como alguien en un curso dijo- se han convertido en ventanas al encuentro”.
“Parece que hay mucho interés de participar y de conocer otras personas jóvenes en condición de discapacidad para unirse, para dejarse escuchar, para compartir sueños, para apoyarse con las metas que cada quien se pone”, afirmó.
“Este curso los pone a ustedes en el centro, pero queremos que sigan creyendo en sí mismos y luchando por sus derechos, por su metas, por su convivencia con otras personas jóvenes, para juntos construir esta nueva realidad de la que tanto se ha hablado y que nos toca vivir ahora. Espero que el curso les haya apoyado para hacer de esa situación, una situación en que podemos seguir creciendo”, subrayó.
Del 2013 al 2020, 481 jóvenes se han graduado del curso “Formación por competencias básicas vinculadas al mundo del empleo (Habilidades blandas) para jóvenes con discapacidad”, a lo largo del país.
En el marco de la igualdad de oportunidades y mediante una propuesta pedagógica práctica y participativa, el curso facilita a las personas participantes herramientas para promover sus derechos humanos y su inclusión en el mundo laboral, así como el fortalecimiento de su autonomía e independencia.
El curso es coordinado por la académica María Fernanda Fonseca de la Maestría en Pedagogía, con el apoyo de un equipo facilitador, integrado por docentes y estudiantes asistentes.
***Mayores detalles con periodista Oficina de Comunicación 8334-4150.
Este artículo analiza demandas y expectativas de jóvenes residentes en colonias empobrecidas de las capitales de Centroamérica a partir de cuatro temas principales: la representación del entorno local y nacional, las demandas y los deseos en torno al futuro, los medios que imaginan para alcanzar o no dichas demandas y factores sociodemográficos. Las colonias seleccionadas fueron El Limón, en Ciudad de Guatemala; Popotlán, en San Salvador; Nueva Capital, en Tegucigalpa; Jorge Dimitrov, en Managua, y La Carpio, en San José. Se parte de tres desafíos teóricos y metodológicos principales. El primero es explorar la vivencia de la política desde la exclusión social. El segundo reto se refiere a trascender la división entre estudios interesados por perspectivas analíticas, más interesados en estudios causales, y aquellos más focalizados en estudios interpretativos, cuya mirada se centra en significados. El tercer reto aspira a contribuir en la construcción de una mirada regional y comparada de las sociedades centroamericanas.
Entre los hallazgos principales, se destaca que un 37.7 % de las personas encuestadas no estudia ni trabaja; solamente un 15 % tiene acceso a la seguridad social. De las personas encuestadas, un 32 % es madre y un 13 % es padre. Un 45 % de las mujeres que son mamás lo fueron antes de los 18 años. En términos de la percepción del entorno, los principales problemas reconocidos son la delincuencia, el desempleo y las carencias de infraestructura pública. Si bien la desigualdad no se tematiza como uno de los principales problemas, cuando se consulta por la distribución de la riqueza en el país respectivo, un 73.6 % considera que es “muy injusta” o “injusta”. Este reconocimiento de la desigualdad coexiste con un arraigado conservadurismo que reconoce en el destino y la autoridad de los padres una legitimidad poco cuestionada.
Este artículo concluye que las principales expectativas y demandas de las personas jóvenes encuestadas se centran especialmente en el empleo, las oportunidades y la seguridad. Frente a estas demandas, el ciclo electoral que inició en Honduras en 2017 y finalizó en Guatemala en 2019 está lejos de ofrecer respuestas de gran calado. Ello profundiza el vacío institucional y a menudo la migración más que una elección se convierte en una obligación.
Este documento del doctor Carlos Sandoval García, compartido con SURCOS por el autor, fue publicado en la página de academia.edu con este enlace:
A pesar de algunos avances, ingenieras y educadoras de la UCR consideran que la tecnología sigue ausente en las aulas y el sistema educativo está rezagado en este aspecto
El uso de la tecnología en las aulas va más allá de dispositivos como celulares o computadoras, pues se trata de integrar la tecnología de forma transversal (foto Archivo ODI).
Mientras el desarrollo tecnológico cambia constantemente, los tiempos de actualización de la educación en nuestro país duran meses o hasta años.
Así resume Alejandra Sánchez Calvo, profesora e ingeniera de la Escuela de Ingeniería Mecánica (EIM) de la Universidad de Costa Rica (UCR), la situación de la educación en el país con respecto a los avances tecnológicos.
Y es que la tecnología puede ser un potenciador de experiencias de aprendizaje en las aulas y también ayudar a generar interacciones; sin embargo, el concepto de tecnología aún está muy relacionado con computadoras o celulares, aseguró por su parte Carolina Vásquez Soto, profesora de la Escuela de Ingeniería Industrial (EII) en la UCR y ex ministra de Ciencia y Tecnología en el gobierno anterior.
“Tenemos una sociedad bastante desinformada con respecto a ciencia y tecnología”, agregó Vásquez. Ambas ingenieras expusieron sobre este tema en una conferencia realizada el 28 de noviembre anterior en la UCR y que fue organizada por el Centro de Informática (CI).
A pesar de que los productos tecnológicos es el segundo rubro de exportación del país, para ambas ingenieras todavía falta un enganchamiento entre tecnología y educación, aunque Internet y diferentes dispositivos estén disponibles en muchos centros educativos.
“La tecnología debe estar presente de forma transversal (en la educación), y ya no es suficiente sólo contar con un laboratorio de cómputo”, manifestó Sánchez.
La Ing. Carolina Vásquez (centro) e Ing. Alejandra Sánchez (der.) coinciden en que el país ha hecho avances en el tema de la inserción de la tecnología en la educación, pero la burocracia provoca que no sean suficientes; les acompaña la Dra. Susan Francis Salazar, moderadora del evento (foto Karla Richmond).
El país ha hecho recientemente esfuerzos en esta materia. Por ejemplo, el año anterior el Ministerio de Educación Pública (MEP) lanzó un plan para permitir el uso de celulares en las aulas e integrarlos en las dinámicas de aprendizaje.
Además, las universidades públicas cumplen una labor importante en la generación de tecnología, “nuestras cinco universidades públicas tienen un alto nivel de posicionamiento en cuanto a generación y creación de tecnología”, indicó Vásquez, pero admitió que “tenemos una brecha enorme entre la tecnología y la administración”.
Muchos de los programas que promueve el MEP se quedan engavetados y se ejecutan años después, cuando incluso ya los dispositivos tecnológicos que promueven están desfasados.
Por si fuera poco, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt) es la tercera cartera ministerial con menos presupuesto en el país.
A pesar de esta situación, estas expertas de la UCR indican que el dinero no debe ser una excusa para generar tecnología en la educación, pues existen software gratuitos, simuladores y otras posibilidades de bajo costo. Las universidades, en este punto, tienen una responsabilidad importante, coincidieron.
“Desde lo cotidiano, nosotros como Universidad, tenemos que vincular más a la sociedad en estos procesos de tecnología”, concluyó Vásquez.
Francisco Ruiz León
Asistente en Oficina de Divulgación e Información de la UCR
La percepción de injusticia, la débil legitimidad de la democracia, la escasa presencia del Estado en las comunidades y la expectativa de emigrar, conforman la realidad de los jóvenes de barrios marginales en Centroamérica.
Por Carlos Sandoval García (*)
En 1987, se firmaron los Acuerdos de Esquipulas II, que prometieron la “paz duradera” en Centroamérica. Los presidentes de entonces dedicaron los acuerdos a las personas jóvenes, cuyos anhelos habían sido frustrados a lo largo de los años.
Tres décadas más tarde, cabe preguntarse qué expectativas y demandas se plantean los jóvenes, especialmente aquellos que tienen menos oportunidades. El proyecto Centroamérica Desgarrada se plantea documentar esas voces que, como ayer, demandan oportunidades.
Para ello se propuso un estudio exploratorio-cuantitativo con jóvenes residentes en comunidades o colonias populares urbanas de las capitales de Centroamérica. El Limón en Ciudad Guatemala, Nueva Capital en Tegucigalpa, Popotlán en San Salvador, Jorge Dimitrov en Managua y La Carpio en Costa Rica.
La investigación incluyó cuatro temas principales: la representación del entorno local y nacional, las demandas y deseos en torno al futuro, los medios que imaginan para alcanzar o no dichas demandas y factores sociodemográficos. Entre junio y noviembre 2017, se realizaron 300 encuestas por comunidad (1500 en total) a partir de un diseño muestral por cuotas (sexo, educación/empleo, edad) a partir de los datos sociodemográficos de las comunidades.
La percepción de la injusticia, el debilitamiento de la legitimidad de la democracia, la muy débil presencia del Estado y el sector privado en las comunidades y la expectativa de emigrar, se cuentan entre los hallazgos principales.
Para jóvenes residentes en colonias empobrecidas, no es fácil conseguir empleo. A veces porque no tienen el dinero suficiente para ir a dejar solicitudes de trabajo. Otras veces porque no tienen contactos que les presenten. Y muchas veces porque vivir en zonas marginales es motivo para descartar una solicitud. Son jóvenes “abusivos”, como se suele decir en Guatemala.
Creatividad para resistir
Durante el trabajo de encuesta en la colonia El Limón, conocí a Rogelio, un joven garífuna, originario de Livinsgton. A diferencia de sus compañeros del equipo encuestador, siempre llegaba a trabajar con una mochila grande y evidentemente incómoda.
Trabajar de encuestador implica caminar todo el día. No le tenía la confianza suficiente para indagar por qué cargaba con ese peso. Además, uno de los muchachos que también formaba parte del equipo encuestador, a menudo le hacía chistes racistas.
Rogelio respondía con un enorme ingenio e ironía. Me sorprendía lo bien que se expresaba; me dejaba la sensación de que era un activista en contra del racismo, pero también un poeta de la calle.
Poco tiempo después, Rogelio me compartió que rapeaba y que se gana la vida cantando en los camiones y autobuses urbanos en Ciudad de Guatemala. En la mochila cargaba una pequeña grabadora y un parlante que ocupaba para hacerse escuchar en medio del ruido de la ciudad.
Escucharlo nos recuerda que resistencias sin creatividad no se conectan con la vida cotidiana. Rogelio politiza la cultura y culturaliza la política con más ingenio y talento que muchos discursos enmohecidos y acartonados que no logran sintonizar con las demandas de las nuevas generaciones.
Una de sus creaciones responde el estigma que lo nombra “abusivo”:
“(…) Abusiva es esa gente que mete balas en el pecho…
Abusivas esas personas que desearon destrozar mis sueños…
Abusivo fue ese agente que a mí que quiso botar los otros dientes…
Abusivo el Presidente de Guatemala que escucha que frecuentemente gente se está muriendo
por balas y se pregunta “¿Ahora qué hago? mjm…¿será que este sillón se verá bien en mi sala?”
Abusivo aquel cabrón que se llamaba Ríos Montt que hasta el día de hoy se sigue negando su genocidio…”
(*)Doctor en Estudios Culturales por la Universidad de Birmingham en Inglaterra y profesor de la Universidad de Costa Rica. Trabaja en un proyecto de investigación sobre las expectativas y demandas de personas jóvenes de barriadas empobrecidas en las capitales de Centroamérica.
Los trabajadores jóvenes son los protagonistas de la campaña de OIT en ocasión del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo este 28 de abril. Cada año 2,78 millones de personas fallecen por accidentes o enfermedades relacionadas con su actividad laboral, y gran parte de ellos son jóvenes
Comunicado de prensa | 27 de abril de 2018
Lima – La OIT inició esta semana una campaña mundial para destacar la necesidad de tomar medidas destinadas a mejorar la salud y seguridad de los 541 millones de trabajadores jóvenes, quienes están más expuestos a accidentes y enfermedades laborales. Este es el tema principal del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajoeste 28 de abril, y también del Día Mundial contra el Trabajo Infantil el próximo 12 de junio.
El Director General de la OIT, Guy Ryder, dijo hoyque “el futuro del mundo que queremos es uno en el cual los niños y jóvenes tengan la oportunidad de crecer seguros y saludables, de ir a la escuela, y que cuando tengan edad para ingresar a la fuerza de trabajo, puedan obtener un empleo que no solo no les cause daño, sino que además contribuya a su salud y bienestar”.
“Debemos recordar que en el mundo hay 152 millones de niños que deberían estar en la escuela pero en vez de eso están trabajando, y la mitad realizan trabajos peligrosos. Además, los datos disponibles indican que entre aquellos jóvenes que ya tienen edad para formar parte de la fuerza de trabajo la incidencia de los accidentes laborales es 40 por ciento más alta que entre los adultos”, añadió Ryder en su mensaje mundial por este 28 de abril.
La OIT conmemora el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo cada 28 de abril con el llamado a una campaña mundial para poner en evidencia la necesidad de tomar medidas para reducir las muertes, enfermedades y accidentes relacionados con las actividades laborales de las personas.
De acuerdo con las cifras más recientes de la Organización, 2,78 millones de trabajadores mueren cada año a causa de accidentes de trabajo y enfermedades relacionadas con el trabajo. Alrededor de 2,4 millones de estas muertes se producen por enfermedades relacionadas con el trabajo, mientras que algo más de 380.000 son el resultado de accidentes de trabajo.
Cada año, se produce un número de lesiones profesionales no mortales casi mil veces mayor que el de lesiones profesionales mortales. Se calcula también que, cada año, las lesiones profesionales no mortales afectan a 374 millones de trabajadores.
“Si bien los mayores riesgos de SST a que se enfrentan los trabajadores jóvenes suelen estar asociados a estos factores individuales, la cultura en el lugar de trabajo también puede contribuir a obstaculizar su capacidad o disposición para informar sobre cuestiones relacionadas con la SST o, por el contrario, puede proporcionar un entorno favorable que redunde en mejores resultados en materia de salud para los trabajadores jóvenes”, añade el informe.
La OIT también destaca que “a menudo, los trabajadores jóvenes no conocen sus derechos como empleados, ni sus responsabilidades en materia de SST como empleadores jóvenes, y pueden ser especialmente reticentes a notificar los riesgos para la SST. Los trabajadores jóvenes también carecen del poder de negociación que tienen los trabajadores con más experiencia. Ello puede llevarles a aceptar tareas peligrosas o condiciones de trabajo deficientes, así como otras condiciones asociadas al empleo precario”.
Carmen Bueno, especialista en salud y seguridad en el trabajo de la Oficina de la OIT para el Cono Sur con sede en Santiago, destacó en un mensaje en video sobre el Día Mundial de este año que en la región los riesgos se ven potenciados por las características del empleo juvenil “con índices de desempleo juvenil elevados, alta presencia de trabajadores jóvenes en empleo informal e incidencia en formas atípicas de empleo”.
“Para construir un generación de trabajadores saludables que desarrollen su actividad en condiciones seguras, debe empezarse pronto, sensibilizando a los progenitores y a las comunidades”, dice el informe de OIT.
Por otra parte “los empleadores, ya sea de empresas formales o informales, y las empresas familiares, necesitan orientación sobre los factores de riesgo específicos a que se enfrentan los trabajadores jóvenes en el desempeño de sus tareas y sobre las condiciones que se adecuan a su edad”, mientras que “en su incorporación al mundo del trabajo, es fundamental para los trabajadores jóvenes contar con el apoyo y la representación de las organizaciones de trabajadores a fin de que puedan ejercer sus derechos y expresar sus preocupaciones”.
Estudiantes de Antropología elaboraron documento educativo dirigido a población joven
El manual promueve la transmisión del conocimiento mediante una metodología más dinámica, que invite a los jóvenes a participar y a “aprender jugando”.
La desinformación es una de las razones que vuelven vulnerables a las comunidades en el momento de un desastre. Esta es la premisa que motivó a tres estudiantes de Antropología de la Universidad de Costa Rica a elaborar un manual formativo con herramientas interactivas para educar sobre el tema a la población joven.
El manual surgió a partir del trabajo realizado con estudiantes del Liceo Académico de Puriscal quienes enfrentan amenazas geológicas como un sistema local de fallas sísmicas y uno de los deslizamientos catalogado como de los más grandes de Centroamérica.
La propuesta enseña e invita a reflexionar sobre el tema del riesgo, mediante una metodología dinámica en la cual se “aprender jugando”. El módulo posee diversas bondades, una de ellas es que puede aplicarse en otras comunidades que enfrentan diferentes riesgos como por ejemplo, inundaciones, actividad volcánica y sísmica.
El proceso de creación se realizó a lo largo del año 2016 bajo el nombre IE-43 Construyendo, generando y aprendiendo: la gestión del riesgo en mi cole con el apoyo y asesoría de Iniciativas Estudiantiles de la Vicerrectoría de Acción Social de la Universidad de Costa Rica, logró determinar que es necesario cambiar el enfoque sobre cómo se enseña el riesgo en las aulas.
Así lo enfatizaron los tres estudiantes de Antropología durante la presentación oficial del Manual «Aprendamos sobre Gestión del Riesgo». Karol Vargas, Dayana Mora y Cristian Montenegro, señalaron, además, que tradicionalmente los y las estudiantes reciben los conceptos de gestión del riesgo de manera teórica.
Preguntas vitales
Resulta necesario, de acuerdo con sus hallazgos, abordar este tema desde una forma creativa, que no sea pesada y que permita a los jóvenes comenzar a cuestionarse de primera entrada, si: ¿Dónde yo vivo hay riesgo o peligros? ¿Dónde me siento seguro o segura? ¿Qué puedo hacer para prevenir algún riesgo?
El Manual promueve espacios de trabajo que se realicen a partir de la horizontalidad y el diálogo de saberes, donde los y las jóvenes sean tomados en cuenta como agentes activos de sus instituciones y comunidades.
Es necesario comprender que la adolescencia es una etapa de creación y descubrimiento, por lo que se debe generar un espacio de dialogo, respeto, horizontalidad y empatía en el trabajo de estas poblaciones. En este sentido, el dibujo, la música, la fotografía o el teatro son herramientas de comunicación y reflexión que se pueden usar para difundir algún tema o caso particular que existen en la comunidad educativa.
El módulo es un instrumento valioso para generar programas de trabajo y capacitación a nivel regional o nacional que permitan incluir a los y las jóvenes en el tema de la prevención, la emergencia y el riesgo a desastres.
En general, resulta vital incorporar nuevas formas de abordar, explicar y difundir el tema del riesgo dentro de las poblaciones jóvenes.
Los estudiantes de Antropología consideran que este Manual es un instrumento valioso para las autoridades de gobierno ya que es la base para generar programas de trabajo y capacitación a nivel regional o nacional que permitan incluir a los y las jóvenes en el tema de la prevención, la emergencia y el riesgo a desastres. Lo anterior, no solo para informar a los jóvenes en la temática sino también para propiciar procesos reflexivos sobre la importancia de la prevención, preparación y los riesgos a los que puede estar expuesta en su lugar de estudio, trabajo o en su vivienda.
Según la investigación, la paz duradera en la región nunca se consolidó y sigue siendo palpable el impacto de la violencia y la desigualdad
Investigación intenta recoger las demandas y expectativas de personas jóvenes residentes en colonias o barriadas empobrecidas en las capitales de Centroamérica.
Limitadas oportunidades de trabajo, estudio y promesas de paz incumplidas, entre otras razones, motivan a que los jóvenes centroamericanos de comunidades empobrecidas quieran migrar de sus países, en los cuales perciben una injusta repartición de la riqueza.
Estas son parte de las conclusiones de “Centroamérica Desgarrada”, la investigación que desarrolló el Dr. Carlos Sandoval García durante el año 2017, en el marco de su trabajo como Catedrático Humboldt de la Universidad de Costa Rica (UCR) y que fue dada a conocer este martes 13 de marzo.
Para la consolidación de este estudio exploratorio se dio lugar a la aplicación de 300 encuestas en una comunidad urbana empobrecida de cada país de Centroamérica, las cuales fueron aplicadas de forma domicilial mediante el apoyo de 100 personas locales.
Según el Dr. Sandoval, investigador y comunicador social, la iniciativa se propuso “recoger las demandas y expectativas de personas jóvenes residentes en colonias o barriadas empobrecidas en las capitales de Centroamérica”.
La investigación consideró la comunidad El Limón en Ciudad de Guatemala (Guatemala), Nueva Capital en Tegucigalpa (Honduras), Popotlán en San Salvador (El Salvador), Jorge Dimitrov en Managua (Nicaragua) y La Carpio en San José (Costa Rica).
El Dr. Carlos Sandoval García lideró el desarrollo de esta investigación durante el año 2017, en el marco de su trabajo como Catedrático Humboldt de la Universidad de Costa Rica (UCR). – foto Karla Richmond, UCR.
“Las comunidades fueron elegidas a partir de lo que se denomina juicio experto, con la intención de incluir localidades que pudieran ser representativas de condiciones de vida de empobrecimiento urbano”, explicó el comunicador.
Según Sandoval, la investigación evidenció que pese a la firma de los Acuerdos de Esquipulas en la década de 1980, la paz duradera en la región nunca se consolidó y por el contrario, hoy día sigue siendo palpable el impacto de la violencia y la desigualdad en la región.
“Hay que invertir más en oportunidades, esa es la base de una política pública responsable. Si no le damos oportunidades a la gente pobre, la vamos a condenar a estar en la esquina y estando ahí el desenlace no es difícil de imaginar”, enfatizó el académico.
Desigualdad y desesperanza acompañan vida cotidiana
Existe un claro malestar de los jóvenes centroamericanos respecto a la distribución de la riqueza en sus países. El 62% de las personas consultadas en Guatemala considera esta situación muy injusta, lo mismo que el 51% en Honduras, el 64% en El Salvador, el 32% en Nicaragua y el 37% en Costa Rica.
La familia (87,8%), los amigos (49,8%) y la iglesia (30, 6%) son quienes ofrecen un mayor apoyo a esta población al proponerse una mejor vida. Mientras que los sindicatos (0,3%), los diputados (0,7%) y las oficinas de gobierno (1,3%) figuran en los últimos lugares como aliados en este objetivo.
Las instituciones que inspiran más confianza a los jóvenes consultados son los centros educativos (61%) y las universidades (59%), así como los medios de comunicación y las iglesias no católicas con el mismo porcentaje de credibilidad (49%). En contraposición señalan la política nacional (28%), la empresa privada (26%) y las alcaldías de sus municipicios (23%).
Según el Dr. Sandoval, «Centroamérica Desgarrada» evidencia la urgencia que tiene la región de consolidar políticas púbicas que favorezcan la creación de oportunidades para la población más pobre.
Como respuesta a este panorama, el 76% de los jóvenes salvadores consultados en la investigación manifestó su interés por irse a vivir a otro país; decisión a la que se suman 61% de los hondureños, 50% de los costarricenses, 49% de los guatemaltecos y 47% de los nicaraguenses.
Según el Dr.Sandoval, las estadísticas evidencian que la migración se ha convertido a lo largo de la historia en la gran alternativa de las sociedades centroamericanas ante las condiciones de vida de sus países, lo que a su criterio evidencia una situación angustiante más que preocupante.
“La migración ya no es una elección sino una obligación y cada vez es más difícil llegar al lugar donde se quiere, como resultado de la inseguridad y las políticas migratorias; esto nos da la sensación de que las personas quedan en una especie de limbo”, explicó el académico.
Esta iniciativa contó con el respaldo del Espacio de Estudios Avanzados (UCREA), el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva (ECCC), Fundación UCR, la Vicerrectoría de Investigación y Rectoría.