Las pandillas

Oscar Madrigal

Telenoticias de Canal 7 trasmitió un reportaje de un operativo policial anti-drogas en Puntarenas. Una caravana de cerca de 10 vehículos avanzaba a las 3 de la mañana con cerca de 50 policías fuertemente armados con lo último de la tecnología criminal, pertenecientes a varios cuerpos -de muchas siglas que no conozco- por lo riesgoso del caso. Aquellas “tomas” me recordaron algunas películas de Hollywood de cuerpos militares del Ejército de USA ingresando a alguna región de Faluya, Irak.

Pero nuestras fuerzas especiales ingresaban al barrio Fray Casiano de Madrid; el objetivo fue detener a dos menores de edad de 17 años que son ya sicarios, supuestamente verdugos de otro joven de 21 años. En otros sitios como Chacarita, El Roble y otros se detuvo a 5 personas más.

¡Qué tristeza ver a jóvenes en esta situación! Es la guerra contra los pobres, como la han llamado algunos estudiosos del tema.

Estamos en presencia de una nueva pandemia que ha dejado cerca de un millón de muertos, como ha dicho el presidente de Colombia Gustavo Petro. La guerra contra las drogas iniciada por Nixon ha sido un total fracaso, aunque nuestros pueblos son los que mayoritariamente ponen los muertos. Petro, el más lúcido presidente de América Latina, acaba de proponer una política unitaria de América Latina para enfrentar este flagelo, agudizado aún más por la aparición del Fentanilo como una nueva droga que mató el año pasado a cien mil estadoudinenses. Ningún país por sí solo es capaz de enfrentar el problema de narcotráfico.

El mes pasado ha sido el más violento de la historia del país. Y así seguirá ocurriendo. El círculo que estamos creando es que esa guerra crea mayor pobreza y desigualdad que son a su vez los factores estructurales detrás del sicariato y el tráfico de drogas. Romper ese círculo es la única forma de enfrentar acertadamente el problema. Pero el Gobierno actual, igual que los anteriores, creen que SOLO a punta de represión se solucionará.

Las cosas deberían plantearse con claridad a la población.

La realidad es que en el país existen múltiples PANDILLAS, que dominan territorios, unos más extensos que otros, en todas las provincias y regiones. Las autoridades quieren adornar las cosas y no las llaman por su nombre: Pandillas, tal y como se denominan en El Salvador, Honduras y otros países. Tal vez podríamos diferenciarlas del cartel porque estas se dedican a la distribución local y no internacional.

Esas pandillas están en guerra entre ellas por el mercado de los estupefacientes y en ella se matan.

Si el círculo vicioso no se rompe, los índices de violencia y asesinatos entre nuestros jóvenes seguirá creciendo.

Es urgente exigir al Gobierno una política integral para enfrentar al narcotráfico y las pandillas.

La guerra contra ellas tal y como se ha llevado a cabo, ha fracasado rotundamente.

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