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Etiqueta: lucha de clases

Palabras gastadas

Manuel Delgado

En el mundo feliz de Huxley, la palabra “padre” se había convertido en “obscena”. Bastaba con escucharla para que los muchachos se pusieran colorados. En ese mundo de reproducción artificial, donde el sexo era solo una diversión de los recreos del colegio, quien dijera tener un padre (situación inusitada) era víctima de un “bullying” tan macabro que podía conducir incluso al suicidio.

Hay un grupo de conceptos con los que ocurre aquello que mencionaba Maiakovski de su pasaporte soviético. La roja libretilla era “como una bomba, como a un erizo, como una navaja afilada, como una víbora de cascabel de veinte aguijones.” Habrán ustedes adivinado ya que estoy hablando de conceptos tales como imperialismo, lucha de clases, internacionalismo proletario y otros por el estilo.

Y no me refiero solo a exactamente a las palabras. Las palabras, como dice el dicho, se las lleva el viento. Hablo del concepto como de una unidad del pensamiento que es capaz de reflejar un ente externo y que nos conduce al conocimiento de la realidad. Cuando digo casa o árbol, hablo de cosas más o menos estáticas. Los conceptos son más que eso, son expresiones de unidades de un proceso, reflejos de fenómenos externos, sociales en este caso, que nos permiten entender el pasado y el presente de una realidad, su movimiento, su devenir, que en definitiva es lo verdadero.

Esos conceptos, como todos los demás, no son imposiciones de la mente, no son caprichos. Son el resultado del movimiento exterior de la realidad. La mente lo que hace es captarlos, darles una expresión verbal y ponerlos en conexión con todo el conjunto del conocimiento humano. Eso es lo que se llama ciencia.

Esta dictadura mediática que nos domina es la que presiona todos los días para que abandonemos conceptos fundamentales de la ciencia social y de la acción política. Esos mismos agentes han sido exitosos en muchos aspectos, pero sobre todo en este de hacer enrojecer el rostro de muchos dirigentes sociales honestos que temen ser incluidos en el rosario de los motes descalificadores y ser llamado “dogmáticos”, para repetir solo uno. Entonces se habla de una llamada nueva izquierda, que hace esfuerzos por convencer de que es diferente y que, en esencia, pretende impulsar un cambio dentro de los límites de la decencia.

El proceso de transformaciones revolucionarias que vive la América Latina y que ya lleva veinte años, contiene rasgos específicos para cada país, pero comparte movimientos comunes, características continentales e incluso mundiales. Ellos no provienen de la voluntad o el capricho de los dirigentes, sino de procesos reales, de estructuras sociales existentes en el exterior de nuestras mentes. Son exigencias sociales que se imponen por encima del discurso.

La primera de esas características, y que conlleva una de esas palabras “obscenas”, es la lucha contra el imperialismo. La revolución latinoamericana sigue siendo antiimperialista o no sería una revolución. Es la presencia extranjera dominante, ese estatus de dependencia, la que ha determinado desde hace más de un siglo y sigue determinando los rasgos esenciales de la economía y, en general, toda la vida de los países de la región. Gusten a no los términos, América Latina es un conjunto de países dependientes en lo económico, en lo financiero, en el comercio exterior, en lo cultural, en lo político, en lo militar, de una potencia extranjera. Sin una ruptura de esa dominación no será posible pensar siquiera en desarrollo, justicia social, paz y democracia.

Ahora hay una corriente que afirma que el imperialismo o ya no existe o ha cambiado de esencia, y que Estado Unidos, bien porque ya no es tan fuerte como antes, bien porque haya perdido interés en el continente o bien porque es un mal menor frente a “otros imperios”, ya no representa un peligro ni económico ni militar o que, en todo caso, se pueden negociar mejores condiciones de esclavitud y permitir avances en medio de las mismas relaciones de antes, solo que un poco modernizadas. (Esa misma visión tampoco es nueva. Reaparece en la historia cada cierto tiempo. Después de la Segunda Guerra Mundial surgió el llamado “browderismo”, impulsado por el Partido Comunista de Estados Unidos. Este afirmaba que el imperialismo había cambiado de esencia, y que se había convertido en una fuerza de paz y progreso mundial. Muy pronto la vida les mostró su error.)

Hay que decir, en primer lugar, que el imperialismo no ha cambiado su esencia creada a comienzos del siglo XX. Pueda que a algunos no les guste usar la palabra “imperialismo”. Le suena a antigua Roma o algo parecido. Pero el concepto de ese fenómeno histórico sigue presente y dominante. Otras formulaciones como globalización, economía global, internacionalización de la economía o de los capitales, etc., no logran expresar la esencia de ese fenómeno, que no solo tiene que ver con el comercio mundial y con el movimiento internacional de los capitales y las mercancías, sino que envuelve la vida entera, precisamente por su carácter universal. Hoy el capital financiero juega un papel mucho más relevante de cuando se acuñó el término (hace poco más de un siglo) pero el capitalismo sigue siendo igualmente el poder monopólico de las grandes compañías, agresivo, antidemocrático y expansionista.

La presencia del capital extranjero en las economías de los países periféricos no ha disminuido ni estas han logrado crear sistemas económicos capaces de aspirar a su independencia. Al revés, pese a muchas décadas de inversión directa, ha crecido la brecha entre nuestros países y las economías metropolitanas y ha crecido la brecha de mercado mundial, es decir, la diferencia, negativa para nosotros, entre importaciones y exportaciones no solo de mercancía sino también de capitales. Este fenómeno se ha acentuado en el presente siglo, en que la inversión extranjera se ha multiplicado con creces al tiempo que aumenta la dependencia financiera de todos los países tercermundistas y, en particular, de América Latina.

Además, el imperialismo no es solo un fenómeno económico y comercial. Es un entramado que cubre toda la vida social. Desde siempre fue una fuerza retardataria del avance social y político de la zona y es padre directo del fascismo y de las dictaduras. Como decía el filósofo Nicos Poulantzas, en su libro “Fascismo y dictadura”, “el que no quiera hablar de imperialismo también debería callar en lo que al fascismo se refiere».

Estados Unidos no ha perdido su interés en la región. Presiona por todos los medios contra las fuerzas progresistas y recurre a las oligarquías corruptas y sus grandes medios de prensa, como siempre ha hecho, para alentar la subversión, el desorden, las rupturas del orden legal y constitucional de los países, y al chantaje del comercio internacional, especial por sus cercos económicos con los que ha mantenido por muchos años contra Cuba y contra Venezuela.

Las relaciones de dependencia con Estados Unidos no solo afectan la economía. Mientras esas relaciones se mantengan, nuestros países no podrán avanzar en ninguno de los demás aspectos, pues esta es la fuerza retardataria fundamental de nuestras relaciones sociales y económicas. Jamás podremos salir de manera efectiva y duradera ni del subdesarrollo, ni de la pobreza, ni de la desigualdad, si antes o al mismo tiempo no liberamos a nuestras naciones de esa dominación global. Predicar lo contrario es engañar a los electores, para no decir que a los pueblos.

Algunos teóricos predican acercamientos en vez de confrontaciones, como si las confrontaciones vinieran de nuestro lado. Las negociaciones y los acercamientos son siempre plausibles en cualquier ámbito de la vida, incluida la política, pero resulta demasiado ingenuo pensar que podemos superar la dominación imperialista mediante negociación con el mismo imperialismo.

Aquí yo siempre recuerdo el chiste del perrito de Pávlov que me contó un amigo. Pávlov fue el científico ruso que estudió las conductas reflejas. Trabajaba con perros y les enseñó que cuando ellos hacían sonar una campana de su jaula, recibían alimento. Un día llegó un perrito nuevo y el otro ya veterano, refiriéndose a su amo, le dijo: “Vea como lo tengo bien condicionado: yo toco la campana y él me da comida”. Aclaro que en la historia real las investigaciones del científico eran diferentes, pero el chiste ayuda a comprender que muchas veces pretendemos manejar las riendas, cuando en la realidad estamos siendo manejados por otros que sostienen los aperos con que nos atan. Pretenden algunos que haciendo concesiones en algunas cosas pueden obtener ventajas. Pero las concesiones, por lo general, son un camino sin regreso.

En las circunstancias actuales, aún más que antes, Estados Unidos y sus aliados europeos buscan dividir a los pueblos y a los gobiernos progresistas. La única respuesta valedera frente a eso es la solidaridad. La lucha antiimperialista es la lucha por la independencia nacional por una mano, y es a la vez la solidaridad internacional por la otra. Cada golpe que se le da a un gobierno progresista es un golpe contra todos y, sin pretender ser adivino, estoy convencido que la revolución latinoamericana alcanzará la victoria si la logra un grupo de naciones y sus gobiernos conjunta y solidariamente. Ningún país podrá superar el pasado por su cuenta, aislado de los demás. No lo hicieron hace 200 años, cuando la pelea independentista exhibía esa característica internacional, transfronteriza, menos se lograría hoy, cuando nos enfrentamos a una estructura imperial mucho más poderosa.

El segundo rasgo esencial de nuestras revoluciones es su carácter democrático. En todas las naciones del continente ese es no solo un punto pendiente, sino además un clamor popular. Los países latinoamericanos buscan superar las dictaduras de tantas décadas así como sus secuelas, darle a las sociedades seguridad jurídica para elegir a sus gobernantes y brindarle a sus pueblos regímenes de garantías de convivencia social, de derechos humanos y de paz.

Eso se ha hecho más evidente en naciones de grandes tradiciones represivas: Chile, Colombia, Honduras. Pero también en Brasil, Argentina y Uruguay, en donde los gobiernos de izquierda nacen de largo periodo de la dictadura. Lo mismo ocurre en todos los demás países y no hace falta recordarlo.

Decía Gustavo Petro que su movimiento no pretendía instaurar el socialismo, sino el capitalismo. Esa frase tan paradójica muestra en gran parte el sentido de la lucha latinoamericana. En este aspecto, se trata de crear regímenes de garantías constituciones y de libertades públicas garantizadas semejantes a las instauradas por las revoluciones burguesas europeas, y, por otro lado, establecer relaciones de respeto e impulso a la producción que siempre ha estado atada a las carlancas del pasado: salarios miserables, relaciones no justas, mercados manejados por las oligarquías locales.

Es el mismo sentido que encierra el concepto de “revolución democrática”: un cambio social que elimine las ataduras del pasado y que permita relaciones económicas capitalistas modernas.

Pero aquí como en todo el análisis no puede ser plano, unilateral. Tiene necesariamente que ser dialéctico. Lo cierto es que esta era de revolución, que ya lleva casi un cuarto de siglo, se ha visto obligada a trabajar dentro de los cánones constitucionales heredados del pasado. Los cambios se hacen utilizando las viejas instituciones, siempre dentro de la dinámica de esa institucionalidad creada en la época de la independencia y después de las guerras civiles que la siguieron, una democracia representativa y de división de poderes que hoy es insuficiente para crear una auténtica democracia del pueblo. Siempre me he preguntado cómo fue posible que después de quince años de revolución el ejército boliviano se aliara con los golpistas contrarrevolucionarios. ¿No se plantearon los dirigentes de la revolución un cambio en esas instituciones?

En noviembre de 1971, Fidel hizo una visita de 23 días a Chile. Presidía el gobierno chileno Salvador Allende. Durante su larga visita, el líder cubano expresó diferencias respecto a la decisión chilena de la “defensa del régimen democrático” de Allende y la “necesidad de ir a unas formas de acción más insurreccionales” de Fidel.

Uno de los hechos más recordados de esa visita fue el regalo que Fidel le hizo a Allende de un fusil AK-47. El regalo no fue público, posiblemente por solicitud de los chilenos, pero fue ampliamente divulgado. Era evidentemente una entrega simbólica, que manifestaba una lectura de los que estaba sucediendo en el país suramericano. El líder cubano no se proponía en su visita crear un ejército revolucionario, como acusaba la derecha. Lo que sí quedó claro es que era una ingenuidad pretender que los militares iban a respetar el voto popular. ¿Se puede hacer una revolución en el marco de esa “democracia burguesa” (palabras usadas entonces por Fidel)? Nosotros respondíamos que sí, de la manera más acrítica, simplemente porque el partido decía que sí y nadie podía levantar su voz contra su mandato. Y el partido, por su parte, de una manera igualmente acrítica, respondía afirmativamente siguiendo de manera fiel a su partido hermano de Chile.

La respuesta la dio la historia. ¿Esa respuesta nos sirve de algo ahora, cincuenta años después? Las cosas por supuesto han cambiado mucho y nadie se atreve a recomendar un alzamiento armado. Más aún, los pueblos han demostrado que pueden hacer frente a intentonas subversivas de las oligarquías y aun con sufrimientos atroces han podido revertir los golpes en Bolivia, Brasil, Honduras y levantar cabeza después de las derrotas de Argentina y Ecuador.

Las comparaciones son odiosas, pero debe mencionarse que el caso de Cuba fue muy diferente y mucho más fácil, por la razón de que la revolución arrasó con el pasado no solo económico sino también político y le quebró la columna vertebral a la oligarquía, que prefirió huir a Miami. Quedó, por supuesto, la amenaza externa de Estados Unidos; pero dentro de las fronteras, un pueblo unido y listo para defender su revolución y su patria. Las revoluciones latinoamericanas se han visto precisadas a remodelar la casa con todos los inquilinos dentro, incluidas las oligarquías, dentro. Estas han lucrado don los avances en todos los campos, al mismo tiempo que conspiran, día a día, contra los poderes instituidos, contra la paz y la coexistencia democrática.

Sí no es aventurado pensar que las estructuras estatales heredadas del pasado, sus parlamentos, su prensa, sus tribunales de justicia, sus ejércitos, terminarán entrando en conflicto con las necesidades de cambios y con las transformaciones revolucionarias mismas. Se pondrá a la orden del día entonces la contradicción entre la revolución democrática y ese régimen que Fidel llamó, hace cincuenta años, la “democracia burguesa”. La forma de ese enfrentamiento no puede predecirse, pero los pueblos deben comprender que se producirá irremediablemente.

La tercera característica de nuestras revoluciones es su carácter popular. Eso quiere decir que la lucha por el bienestar popular es su tercer eje fundamental. América Latina se cansó de ser eternamente pobre. Y lo hace, curiosamente, en que las desigualdades sociales se agudizan.

En este contexto, los pueblos se unen en torno a la consigna de acabar con el neoliberalismo, es decir, de revertir las reformas hambreadoras que nos vienen azotando desde hace décadas. Los avances que han recibido las sociedades en este sentido son enormes. Los regímenes progresistas han sacado a muchos millones de la pobreza, sobre todo de la pobreza extrema, y han impulsado con éxito mejoras en todos los aspectos. Pero aun así, los avances no son definitivos ni seguros. Más aun, parecen frágiles y sencillamente reversibles. Pero tampoco son lo suficientemente profundos para convencer a las masas populares, que en una gran parte siguen atadas a los carros de los partidos políticos de la derecha.

Pese a los avances sociales, todos los países han sido escenario de luchas de la población por mejoras que los gobiernos no pueden conceder. Cada revolución y cada partido tiene un programa que aplica o pretende aplicar de manera segura y responsable. Pero en cada país, junto al apoyo consciente a las medidas aplicadas y las transformaciones prometidas, crece también el descontento. Las reformas necesarias parecen chocar con barreras infranqueables: el mercado internacional manipulado por las grandes corporaciones trasnacionales y sus gobiernos, es decir, por el imperialismo, y la rapacidad de oligarquías firmemente sentadas en el poder que se niegan a ver reducidos sus privilegios.

Ese avance contradictorio, de dar mucho pero no lo suficiente, los reflejaba el exvicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera cuando afirmaba que los partidos progresistas en el gobierno cometieron el error de convertirse de partidos contestatario en administradores, de fuerzas del desorden a partidos del orden, y eso lo cobran las masas.

A los gobiernos les queda el asistencialismo que tiene grandes limitaciones: es muy costoso y poco sostenible, genera mucha corrupción y que no crea desarrollo. Para avanzar pareciera que tarde o temprano hay que ir más allá, hay que modificar la estructura económica. En otras palabras, no existe posibilidad de acabar con la pobreza y la desigualdad en los límites del capitalismo y las sociedades tendrán que proponer, en algún momento, posiblemente pronto, la necesidad de avanzar hacia un nuevo régimen, hacia el socialismo.

El sistema neoliberal se impuso por la fuerza, amparado en los regímenes dictatoriales. Eran, de otra manera, inviables. Por eso parece evidente que el neoliberalismo ya no tiene más aire, aunque teóricamente haya todavía espacio donde aplicar sus recetas. La pregunta es si existe una alternativa antineoliberal dentro del régimen capitalista. Esa contradicción entre los posible y lo deseable tiende a crecer, y terminará por hacer crisis.

Hace ochenta años José Figueres Ferrer publicó un folletito titulado “Palabras gastadas”. En él hace comentarios acerca de tres conceptos: libertad, democracia y socialismo. Interesa aquí este último. Allí hace severas críticas al capitalismo, un régimen “cuyo fruto es la pobreza”, que “derrocha energías despiadadamente al duplicar servicios sin necesidad, al destruir mercancías por especulación”, a cuyos subalternos “denigra, y cuyos esfuerzos trata de obtener por la menor compensación posible” y, “lo peor de todo, enarbola con fiereza la bandera milenaria del antagonismo”.

Como solución a este mundo carente de sentido humano, propone un nuevo estado de cosas que él llama socialismo, un régimen donde “los hombres competentes de la industria y el comercio, los poseedores de la riqueza (se den cuenta) de que su actividad es realmente social y no privada”.

Un mundo de capitalismo humano, basado en la cooperación que nace de la convicción subjetiva de los hombres, en particular, de los poseedores del capital, y apoyado por una izquierda revolucionaria que él llama a la refundación sobre postulados “racionales”.

Con esta filosofía aparentemente primitiva se montó un régimen social exitoso, que dirigió al país durante tres décadas, desde 1952 hasta comienzos de los ochentas. Es el socialismo democrático o socialdemócrata, que dio origen al estado social de derecho que se nos ha ido como resultado de las políticas neoliberales y que muchos sueñan con hacer retoñar. Es la nostalgia del viejo terruño, que sirve en los discursos para hacer ver cuán traidores han sido los viejos dirigentes que otrora promovieron ese estado, pero que no puede ser base de un programa de transformaciones políticas hoy día. La vieja sociedad del socialismo democrático ya no volverá. No lo permiten ni las condiciones internacionales ni las realidades económicas y sociales actuales. Ellas tuvieron como centro un proyecto desarrollista de una burguesía nacionalista y proteccionista que ya no existe, un campesinado que ya ha desaparecido y un proletariado que ya dejó de creer en esas promesas. Estaba, además, inspirado en un clima internacional promovido también por Estados Unidos, primero con el ejemplo del New Deal y luego por los programas de la Alianza para el Progreso a la AID. Ese viejo régimen se inspiró en un clima internacional que favorecía el proteccionismo y el desarrollismo, tendencias que hicieron crisis al enfrentarse con la globalización surgida a partir de los ochentas.

En resumen, el estado social de derecho solo puede rescatarse y desarrollarse sobre nuevas bases sociales, económicas y de relaciones internacionales. Esas bases exigen un régimen económico socialista y una redoblada lucha por la independencia nacional y contra el imperialismo.

Pero todo esto se oculta. Vivimos la época de las posverdades y las posmentiras, del lenguaje suave, medio en clave, cribado de palabras obscenas, admisible en las mesas decentes y en los medios de comunicación socialmente admisibles.

Algunos se conforman con pensar que sí, el socialismo vendrá, pero falta tanto para eso que lo mejor es ocultarlo mientras tanto, como si el problema fuera de fechas, como si no fuéramos capaces de entender que las batallas de mañana se pelean todos los días. El carácter inmediato de esa revolución que hará surgir el socialismo no se resume a un problema de fechas. La flor y el fruto no son entidades distintas, pero aunque falten días para que se nos aparezca como fruto, la flor es ya fruto, lo es inmediatamente, porque encierra en sí toda la constitución del fruto, constitución que está en movimiento desde el momento cero, desde antes de que exista incluso la flor misma. Esa es la dialéctica del desarrollo. Solo que en política las cosas no ocurren de una manera natural, como en patio de nuestra casa, porque ella engloba también la acción humana consciente. Cultivar esa acción consciente es una obligación. Es un problema de autenticidad personal, un problema ético. Pero sobre todo es una necesidad política, la necesidad de preparar el ejército para los combates actuales teniendo en la mira los combates futuros.

El discurso es un factor actuante, transformador. Las palabras no se convierten en acción, ellas son directamente acción política. Emplear el discurso en forma adecuada es una forma de lucha. Hablar es actuar. Callar es renunciar a la lucha. El discurso es, en sí mismo, un acto revolucionario.

Elecciones: la verdad efectiva de la cosa

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (21)
Tercera época

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

El principal protagonista de estas elecciones generales en Costa Rica, realizadas el pasado domingo 6 de febrero recién pasado, ha sido el abstencionismo que alcanzó el 40% de las personas habilitadas para emitir su voto, habiendo llegado a ser la mitad de los presuntos electores en las tres provincias costeras. Un gran sector de la población se muestra asqueado, desconfiado y no acepta más la “leyenda dorada” de la fiesta electoral, tanto como del inexistente ejercicio democrático con reglas claras y parejas que no aparece por ninguna parte, aunque algunos alucinados juran estarlo viendo in situ. El abandono en que los políticos y los burócratas del poder central tienen a los habitantes de las costas del Pacífico y del Caribe es de tal magnitud, que los afectados no han encontrado otra manera de manifestarse que no sea la del acto decente y racional de no votar, al menos ellos no pueden negar lo que están viviendo y sufriendo en la cotidianidad de sus precarias existencias.

Los problemas de legitimidad que se derivan de este hecho son de una inmensa magnitud, a pesar de la manipulación descarada de los medios de comunicación social para hacernos creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Lo importante, por lo tanto, no son las cifras de quienes votaron manipulados por los medios de comunicación social, la propaganda (mala palabra en la lengua inglesa), el juego de la estafa ejecutada ante los ojos de todos por un puñado de banqueros que financian las encuestas y luego a partir de los “resultados” de ellas deciden a quienes financian y a quienes no, mediante la compra de bonos de la llamada deuda política. Esos astutos banqueros que están haciendo clavos de oro, cada vez que hay una convocatoria electoral, son los árbitros e incluso los amos de la llamada “democracia costarricense” ¿de qué o de cuál legitimidad de los poderes públicos estamos hablando entonces? Es preciso que alguna vez, por lo menos, abramos los ojos y miremos de frente a la realidad, a lo que en efecto está ocurriendo y no sigamos hablando sólo de lo que nos han hecho imaginar y repetimos como loros.

Por otra parte, hay una serie de actores políticos del llamado universo “progre”, incluida la llamada izquierda light, esa que ni aun siéndolo, deja de asustar a la ultraderecha totalitaria y mentirosa, la que ni por ese hecho comprobado deja de asustarnos también, un día sí y otro no, con los viejos fantasmas del “comunismo” y el “populismo”, que sin embargo omiten el debate sobre los problemas de fondo que nos afectan a todos, haciendo un gran ruido sobre ciertos escándalos, relativos a la vida privada de algunos candidatos presidenciales, dentro del mejor estilo del puritanismo anglosajón, pero en medio de la católica y pecadora Costa Rica: es así como logran hacer pasar a un segundo plano la gravedad de la profunda contrarreforma neoliberal, ejecutada por los dos gobiernos del PAC, con la activa complicidad y apoyo parlamentario del PLN, el PUSC, los pseudocristianos del RN y la NR de Fabricio Alvarado, así como el sistemático saqueo de los fondos públicos con las trochas, las cochinillas e innumerables affaires delictivos, la descarada evasión y la elusión fiscales ejecutada y promovida por el capital financiero con el decisivo concurso de los grandes medios de comunicación social (La Nación, canal 7 y similares), lo que ha derivado en la consiguiente especulación con los intereses de los bonos de la deuda interna emitidos por los sucesivos gobiernos para cubrir el faltante provocado por estos grandes saqueadores, la quiebra del IVM y los otros fondos de pensiones provocada por los malos administradores de la CCSS que buscan su privatización, la implacable regla fiscal que amarra al sector público y desfinancia los programas sociales destinados a las poblaciones más vulnerables, la criminalización de la protesta social, promovida por la fracción liberacionista, con Carlos Ricardo Benavides a la cabeza y aprobada por el resto de la coalición que nos ha venido desgobernando desde abril de 2018, la ansiada liquidación(ojalá a precio de remate) de las instituciones públicas más importantes, promovida abiertamente por la ultraderecha de Elías Feinzag, disfrazada de liberal progresista, pero en realidad ultraconservadora, y para rematar el pastel la ley de empleo público, ya avalada por la Sala Cuarta, con la que se le pone fin a la Costa Rica del pacto social de 1949, con su estado social de derecho y sus garantías sociales, hoy vilipendiadas a título de “privilegios”. Se acabó la Segunda República, ahora empieza el despliegue total de la dictadura neoliberal en democracia, tan cara a los hermanos Arias Sánchez.

En 2018 como ahora se lanzaron cortinas de humo, a partir de ciertas agendas light, fue así como muchos se olvidaron las luchas de la clase trabajadora, al menos ahora el nefasto PAC por fin fue castigado por el electorado y mandado al   basurero de la historia, en medio de los hipócritas lamentos de su fundador. Sus cómplices continúan allí, vivitos y coleando como las olominas, y no hay duda de que están en las filas de los dos candidatos presidenciales que se enfrentarán en el ballotage del domingo 3 de abril entrante. ¿Cuál será la agenda durante los próximos cuatro años del Frente Amplio y sus seis diputados electos, un sector político que dice haberse corrido hacia el centro, al parecer para captar los restos “progres” del PAC? ¿Es que acaso se terminó la lucha de clases en Costa Rica? Sólo la lucha callejera nos lo dirá, aunque la clase dominante dice en sordina que son ellos los que van ganando.

Homenaje a Carlos Lanz: Enfoque de Género

Lic. José A. Amesty R.

En Homenaje y Reconocimiento al camarada y profesor Carlos Lanz Rodríguez, artífice de la Formación Sociopolítica, conjuntamente con un equipo interdisciplinario, quienes nos dimos a la tarea de Facilitar los Talleres de Formación Sociopolítica, por todo el territorio venezolano, compuesta por varios Ejes Temáticos, y continuamos este recorrido por ellos con el de Enfoque de Género.

Presentación

Es necesario aclarar que el enfoque de género referido en el presente cuaderno, está enmarcado específicamente en el plan de formación sociopolítica, haciendo importante el desarrollo del tema desde su trasfondo ideológico. Su propósito fundamental es develar desde un enfoque crítico emancipador, las relaciones de poder y dominación entre los seres humanos que integran la sociedad capitalista que queremos superar en la Venezuela bolivariana.

Si hacemos un recorrido por la cotidianidad, podemos comprobar que desde la primera etapa de vida, a todos los seres humanos se nos imponen roles condicionados única y exclusivamente por la naturaleza biológica y anatómica, entonces se nos habla de una cierta manera, se nos trata distinto y se depositan sobre nosotros y nosotras expectativas y deseos diferentes, siendo la base a partir de la cual se construyen las características de nuestras relaciones sociales. Así, en el transcurso de nuestras vidas se van creando una serie de convencionalismos que son parte de la sociedad en la que estamos inmersos e inmersas.

De esta manera, los viejos modelos sociales definen el accionar y las funciones de hombres y mujeres, estableciendo las relaciones existentes entre nosotros y nosotras, así como los espacios propios de cada rol según su identidad sexual. Históricamente se relaciona lo femenino con lo “delicado, frágil, sensible, pasivo, sumiso”, ubicando a la mujer en el espacio doméstico con tareas bien definidas como por ejemplo la crianza de los hijos e hijas. Tradicionalmente se asocia lo masculino con lo “fuerte, lo activo, lo dinámico o lo agresivo”, adjudicándole el espacio público o laboral, con tareas bien definidas como la manutención del hogar y el rol de autoridad, cuyos aspectos le permitieron al hombre en las distintas civilizaciones, ostentar el poder dentro del contexto social y asociar el poder con masculinidad. Por tal motivo, desde el mismo momento que la sociedad define dichos roles y marca trascendentalmente las características de las relaciones sociales, define también una relación de dominación que prevalece durante el transcurso de la historia entre hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos, ancianas y adolescentes.

Esta relación de dominación considerada como “normal”, se encuentra inmersa en nuestro comportamiento y generalmente no percibimos en ella la existencia de injusticia social, de este modo, todos los seres humanos que nos vamos formando en esta sociedad, continuamos reproduciendo estas contradicciones y perpetuando dicha relación social de dominación. En el nuevo modelo de sociedad que estamos impulsando, tratamos de complementar las distintas capacidades de todos y todas, con el objetivo estratégico de lograr la acumulación de fuerza social consciente y unirnos con el propósito de cambiar el modelo hegemónico (dominante) capitalista existente y la cultura que lo ha mantenido. Desde el presente programa de formación sociopolítica queremos destacar que es necesario estudiar desde el enfoque de género y la teoria crítica emancipadora, las relaciones entre hombres y mujeres para afectar las relaciones de dominación capitalista e impulsar la construcción de una nueva sociedad en el marco del socialismo del siglo xxi.

Contenidos

Para facilitar la mayor comprensión del eje temático enfoque de género lo hemos estructurado de la siguiente manera: partimos de clarificar la diferenciación entre género y sexo, pues ambos términos generan confusión, con estos términos básicos claros, explicaremos brevemente de donde se originó el enfoque de género para luego develar las relaciones de dominación y de poder que se encuentran inmersas en nuestro quehacer desde la dinámica social de las luchas de clases. Posteriormente indagamos nuestra realidad, para presentar una propuesta de cambio desde un enfoque crítico emancipador, donde hombres y mujeres luchen juntos y juntas en pro de la superación de las condiciones de explotación y opresión que todavía existen. Esta propuesta se encuentra enmarcada dentro de las bases jurídicas que nos da la constitución de la república bolivariana de Venezuela para aportar a La Construcción del socialismo del Siglo xxi.

Género y Sexo

Esta definición toma forma en un conjunto de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales, que dan atribuciones a la conducta de las personas en función de su sexo y que a partir de los saberes, prácticas, valores y costumbres son trasmitidos durante el proceso de socialización. Así, desde esta visión de género, el modelo capitalista fabrica las ideas de lo que deben ser los hombres y las mujeres, según lo que es “propio” de cada sexo. El género es diferente al sexo: cuando se habla del primero la diferenciación de mujer y hombre, niño o niña, anciana o anciano, se establece en base a su comportamiento y desenvolvimiento dentro de un contexto y por un proceso cultural; en cambio cuando nos referimos al sexo hacemos la diferencia en base a la conformación biológica que distingue anatómicamente a un macho de una hembra, por un proceso genético. Según andrea d’atri (1997), el género es una categoría histórica y relacional. No se trata de un atributo filosófico sino instrumental. Es decir, el género comprende al conjunto de las conductas que se construyen socialmente sobre la diferencia sexual y que hacen que mujeres y hombres se comporten femenina o masculinamente.

Las funciones y características que se asocian generalmente al sexo identifican el género femenino y/o masculino. Esta diferenciación encierra asimismo la trampa de una jerarquización, es decir una valoración positiva y/o negativa asociada a tales propiedades o conductas. En este sentido, “… el género no es una categoría descriptiva sino una normativa que determina la posición social de las mujeres y de los hombres”. coincidimos con J. Scott, cuando plantea que el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales, basado en las diferencias que se perciben entre los sexos y es una manera primaria de significar las relaciones de poder que se aprehenden en la vida familiar y que se experimentan asimismo, por ejemplo en diferentes instituciones.

Origen del Enfoque de Género

En el transcurso de la historia de la humanidad las mujeres han luchado por lograr la igualdad de oportunidades, la no discriminación y la justicia social y de género, participando junto a los hombres en insurrecciones, revueltas y alzamientos de las que se conocen sólo algunas de ellas, ya que la gran mayoría de estas luchadoras fueron condenadas al olvido, como consecuencia de las relaciones de género de la época, en las que la esfera política y la labor intelectual de contar la historia también era dominada exclusivamente por los hombres. Es necesario dejar claro que esta lucha por la justicia de género no es de ahora, sino que ha tenido una trayectoria histórica que surgió a partir de mujeres que emprendieron desde sus propias realidades, caminos para impulsar el nacimiento de las primeras organizaciones de mujeres y estos fueron los que generaron el movimiento feminista, que luchaba por los derechos y el lugar de la mujer en la sociedad y que tuvo tanto auge en el pasado. Sin embargo, el movimiento feminista luchó desde un planteamiento de superioridad de la mujer a partir de la exaltación de sus potencialidades, después de revisar esta corriente, surgió lo que hoy llamamos enfoque de género, que a diferencia de los planteamientos feministas postula: la equidad, la complementariedad y la lucha en conjunto de hombres y mujeres por la superación de la exclusión social. El enfoque de género, se basa en la teoría de género y se inscribe en tres modelos o paradigmas: el paradigma teórico histórico-crítico, el paradigma cultural del feminismo y el paradigma del desarrollo humano. El enfoque de género tiene sus raíces en el materialismo histórico, la antropología, la teoría crítica y el psicoanálisis. Su desarrollo continúa hoy en los mismos terrenos, enlazándose con el estudio de la sociología, visto no con un interés técnico o interpretativo para solamente comprender la realidad, sino más bien con un interés crítico emancipador que busca transformar las relaciones sociales de producción capitalista.

Género y Lucha de Clases

En la lucha por lograr la justicia social y la igualdad de oportunidades que siguen desempeñando las mujeres en la actualidad, es necesario develar las causas fundamentales que nos oprimen a todos y todas como sujetos políticos, porque la base actual de esta desproporción y diferenciación cultural entre hombres y mujeres está en el modelo capitalista, por ello la lucha va dirigida contra el sistema capitalista y contra sus valores de dominación y opresión, estos valores hegemónicos desde el enfoque de género, incluyen:

  • El manejo del poder en pocas manos, la verticalidad y la exclusión de las clases desposeídas a detentar el poder y la doble exclusión de la mujer por la discriminación sexual a la que ha sido sometida históricamente. La mayor cantidad de ganancia económica a partir de la explotación de la mujer.
  • La comercialización de su imagen como mercancía y como elemento propagandístico, sobre el cual el capitalismo ha logrado grandes riquezas.
  • La banalización de la violencia hacia la mujer como un trato normal y cotidiano a través de los medios de comunicación masivos.
  • La desarticulación de la sociedad, expresada en el individualismo, en pequeños grupos parcelados y la competencia entre sexos que busca enfrentar a hombres y a mujeres para dividir sus intereses de clase “divide y vencerás” y debilitar así, las posibles luchas populares en pro de una nueva sociedad.

Estos valores propios del capitalismo de los que está impregnada esta sociedad de dominación, son los que debemos confrontar y construir otros en el marco de una sociedad más equilibrada y con justicia social, a favor de concretar la premisa:

“una civilización que entre a competir con el capitalismo a partir de los valores de este, está condenada al fracaso… solamente a partir de valores distintos y metas distintas sería posible salir de la presencia todopoderosa del universo desvalorizado del capitalismo globalizador… a la globalización del chantaje militar y financiero deberá enfrentarse la internacionalización alterna de las luchas y los proyectos de los oprimidos, los endeudados, los atrasados”. Pedro Duno

Desde nuestra concepción de luchadores y luchadoras sociales, abordaremos el Enfoque de Género en el marco de la lucha de clases como eje dinamizador de la historia, en este devenir se establecen relaciones de dominación, explotación, opresión donde las mujeres forman parte de las diferentes clases sociales en pugna. En este sentido, las mujeres no constituirían una clase diferenciable. Según Andrea D’Atri (1997), la explotación puede definirse como: “aquella relación entre clases sociales que hace referencia a la apropiación del producto del trabajo excedente de las masas trabajadoras por parte de la clase poseedora de los medios de producción. Se trataría, en este caso, de una categoría que hunde sus raíces en los aspectos estructurales económicos”. De allí que el imperio no distingue sexo ni edad para lograr sus fines, que no es otro, que la acumulación de riquezas a expensas de los sacrificios de mujeres y hombres que pueblan los países sometidos de nuestro planeta.

Este enfoque persigue la lucha por la equidad y la justicia, solo que ninguna lucha debe abordarse desde lo individual o lo grupal, las luchas históricas que han derrotado al poder hegemónico y la opresión han sido las luchas de la unidad de los pueblos, donde se unifican todos los sectores oprimidos, hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos, ancianas, sin distinción étnica, religiosa y sexual, por lo que consideramos que cualquier intención aislada o parcelada no tendría la fuerza suficiente para derrotar al poderoso imperio explotador.

Nuestra Realidad

Debido a las prácticas de discriminación social, a las que han estado sometidas las mujeres frente a las condiciones de explotación que nos impone el capitalismo, la situación de estas se ha complejizado, como lo evidencian los índices de feminización de la pobreza, que expresan que: “entre todos los pobres, las más pobres son las mujeres”. Dicha situación se agudiza aún más en los países en vías de desarrollo que enfrentan depresión en sus condiciones socioeconómicas. Dentro del contexto explicado anteriormente, las mujeres han hecho frente a las contingencias económicas, mediante la asunción de una triple jornada de trabajo, (la remunerada, la doméstica y la comunitaria) poniendo en práctica todo un conjunto de estrategias de sobrevivencia para resguardar a su familia y así mejorar sus condiciones de vida.

En la esfera del trabajo remunerado, en algunos casos dentro de la empresa privada, las mujeres también enfrentan formas de explotación propias de género, expresadas en la violación de sus derechos reproductivos, al ser objeto de abusivos condicionamientos patronales, como el estar esterilizada para poder ser empleadas, ya que para el empresario el tiempo legalmente establecido para el pre y post-parto no resulta rentable para sus intereses de acumulación del capital, lo que trae como consecuencia que el mayor porcentaje de la fuerza de trabajo en labores de mayor explotación como las “maquilas” termino árabe que significa ensamblar, trabajo en serie fábricas… colocar a quienes incluye, donde las mujeres ven en estas la única alternativa de trabajo. Todo esto, sin citar los índices de maltrato y acoso físico, psicológico y moral al que son objeto las mujeres, tanto en la esfera doméstica como laboral.

Dentro del capitalismo, se institucionaliza la ideología de la dominación y la división social del trabajo, se parcela el conocimiento y se fragmentan los saberes, además se mantiene la división entre teoría y práctica, entre trabajo intelectual y trabajo manual, como elementos para la explotación del hombre y la mujer. De aquí se potencia la división sexual del trabajo, (la división entre trabajo femenino y masculino) como herramienta de explotación y exclusión de la mujer. Según los estereotipos sociales, existen una serie de trabajos o profesiones exclusivamente asociadas a los hombres tales como: la ingeniería, la construcción, la medicina, la milicia, entre otras, pero visiblemente se aprecian roles que implican poder o cargos de dirección, aunque hoy se encuentren mujeres ejerciendo este tipo de cargos, esto no significa que es consecuencia de un cambio en las condiciones de opresión de la sociedad.

De igual manera, se institucionalizan una serie de oficios y profesiones asociadas a las mujeres tales como: la pedagogía, la enfermería, los oficios domésticos, el secretariado, la confección, entre otras, las cuales en su mayoría corresponden a roles o labores de subordinación. Pese a que esta realidad, contradice nuestra amplia capacidad humana para realizar cualquier tarea sin distingo de sexo, en la sociedad esta división se aprecia con gran “normalidad”, ya que para la mayoría de las personas es difícil detectar dicha contradicción.

Propuesta de Cambio

El enfoque de género es fundamental para entender el origen de nuestras posiciones ideológicas. Es un enfoque de vida que nos da herramientas para entender nuestra realidad y así poder transformarla. Por ello resulta prioritario analizar la lógica capitalista desde este enfoque, para visualizar propuestas alternativas que involucren cambios de actitud desde la autodeterminación conciente, que se fundamenten en la equidad y la justicia social, en donde se practiquen los principios y valores bolivarianos de la solidaridad, la corresponsabilidad, la cooperación y la transparencia, para avanzar hacia la construcción de nuevas formas de organización social y el logro de la afectación de las estructuras de dominación, para ello proponemos el método Invedecor:

En lo investigativo, pasa por un proceso constante de indagación reflexión y a partir de un diagnóstico participativo, junto con los otros y otras, para avanzar en el análisis de la forma como la sociedad nos construye y la forma como todos y todas respondemos y reproducimos esta forma de socialización. Es necesario internalizar que los cambios sociales propuestos, comienzan con la transformación individual y colectiva de nuestras prácticas e ideas en la cotidianidad y revisar, desde un punto de vista crítico las estructuras mentales instauradas por la sociedad, para impulsar coherentemente la construcción de la “patria buena”.

En lo educativo, revisamos críticamente los roles que asumimos los hombres y las mujeres que interactuamos, tomando en cuenta los principios de justicia social, en nuestras familias, en nuestro trabajo, otros. Reflexionar sobre nuestra labor como padres y madres en la crianza de nuestros hijos e hijas, asumida como responsabilidad compartida y no exclusiva de la mujer, implica un cambio en el concepto de familia, vida y sexualidad, una nueva forma de ver al ser humano, una nueva perspectiva desde la cual se redimensionan los conceptos de hombre y mujer dentro de la sociedad, asumida ya como una dinámica social en la que cada ser aporta la riqueza de su identidad masculina y femenina, sin condicionamientos ni preceptos.

En lo comunicacional, un potencial elemento generador del enfoque de género es la incorporación del lenguaje inclusivo dentro de nuestros modos de comunicación, que deben ser horizontales e incluyentes donde todos y todas estemos reflejados y reflejadas, que permita seguir nutriendo ideológicamente nuestras prácticas y luchas, desde la forma como escribimos, hablamos, leemos, otros, que incorpore permanentemente elementos de igualdad y equidad en el lenguaje, visibilizando el hacer y el conocer de la mujer al igual que el hombre en nuestro hacer, conocer, ser y convivir.

En lo organizativo es vital entender que para poder impulsar el nuevo modelo de desarrollo, tenemos que construir espacios de articulación en base al respeto, la inclusión y la cooperación para ir tejiendo redes sociales, asumiendo que hombres y mujeres somos diferentes, mutuamente complementarios y que tenemos los mismos intereses de clase que son: construir juntos espacios de justicia y transformar las estructuras del sistema capitalista que nos oprime.

Bases Jurídicas del Enfoque de Género

Desde las premisas históricas queremos presentar algunos hechos que han valorado la lucha de la mujer por alcanzar sus reivindicaciones humanas de clase, al igual que la participación de hombres que han abogado por el derecho de las mujeres, como es el ejemplo de Francisco de Miranda, quien en 1792 se dirigió a la asamblea nacional de Francia en estos términos: «¿cómo es posible que constituyendo la mujer la mitad del género humano no se la tome en cuenta para participar de la elaboración de las leyes.. Pero sí tiene que cumplirlas?».

Las mujeres han desencadenado innumerables luchas en pro de sus reivindicaciones entre las que figuran: la conquista del voto en 1948 que viene a favorecer su participación política, la reforma del código civil en 1982 que equipara los derechos y deberes en la comunidad conyugal y en el compartir de los bienes, la ley orgánica del trabajo promulgada en 1997 en la cual la mujer adquirió inamovilidad laboral durante el embarazo y el periodo pre y post natal. Hoy con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, se establecen contribuciones sin precedentes entre las que destacan: la redacción desde su preámbulo hasta las disposiciones finales, con un lenguaje inclusivo que hace visible la presencia de las mujeres en todas las áreas del desarrollo y la valoración del trabajo doméstico. De igual forma, en esta se reconoce la equidad y la igualdad de hombres y mujeres al ejercicio y acceso al trabajo, además se validan los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y se les reconoce a las amas de casa su seguridad social. Por tal motivo invitamos a la revisión de algunos artículos que favorecen condiciones de justicia social:

De la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:

Disposiciones generales: artículo 21.
De los derechos sociales y de las familias: artículos 75, 76, 77, 78, 80 y 88.

En el Código Civil:

De los deberes y derechos de los cónyuges: artículos 137, 138 y 140.
De la comunidad de los bienes: artículos 148 y 149.
De los bienes propios de los cónyuges: artículos 151,152, 156 y 168.
Del divorcio: artículo 187.
De la comunidad concubinaria: artículo 767.

Enfoque de Género hacia la Construcción del Socialismo del Siglo XXI

Nuestra condición de pueblo explotado nos exige compromiso, lucha y conciencia para asumir el momento histórico y revolucionario que vive nuestro país, donde aún coexiste el modelo capitalista hegemónico, que queremos desmontar, con el nuevo modelo democrático, participativo y protagónico que reivindica la condición humana y los valores bolivarianos, en esta transición, es importante tomar parte activa en la construcción del desarrollo endógeno, enmarcado en una sociedad de justicia social que construya contrahegemonía. En esta oportunidad somos la concreción de muchos de los caminos andados por innumerables movimientos de lucha social en nuestro país. En esta lucha, es vital reconocer que aun cuando históricamente las mujeres han sido relegadas y sometidas a permanecer ocultas como protagonistas en el proceso transformador, durante siglos han luchado por su liberación, trascendiendo la fatiga del espacio doméstico e incorporándose decididamente junto a sus compatriotas de clase al espacio político, en la tarea emancipadora por la defensa de la soberanía de su patria y en la defensa de su pueblo.

Por ello la lucha es del hombre y la mujer contra este sistema de dominación y no de la mujer contra el hombre y viceversa, por lo que se trata de desmontar esta lógica capitalista para construir una nueva sociedad, la de los valores bolivarianos y la justicia social. Esta es una lucha de todos los sectores excluidos, pero no será posible, si dichos sectores abordan aisladamente la lucha por la emancipación, de allí que la lucha de la mujer tampoco es sola o aislada por la reivindicación de sus derechos como ser humano, sino que su lucha va de manos de sus compatriotas excluidos y es contra la opresión, esta debe ser la lucha de los pueblos por su emancipación del dominio capitalista.

Imagen: https://www.alainet.org/

Coronavirus y la lucha de clases

SURCOS recibió este libro con seis artículos de excelente calidad. Una oportunidad para una mirada comprensiva del momento que estamos viviendo como humanidad.

La editorial Terra sem Amos nos presenta en portugués esta compilación que ojalá podamos compartir en estos días de autocuidado y reflexión.

SUMÁRIO
A crise do coronavírus é um monstro alimentado
pelo capitalismo

MIKE DAVIS………………………………………………………………… 05
Política anticapitalista em tempos de COVID-19
DAVID HARVEY…………………………………………………………… 13
França: pela socialização do aparato de saúde
ALAIN BIHR………………………………………………………………… 25
Coronavírus: a militarização das crises
RAÚL ZIBECHI…………………………………………………………….. 31
Sobre a situação epidêmica
ALAIN BADIOU…………………………………………………………… 35
Um golpe como “Kill Bill” no capitalismo
SLAVOJ ŽIŽEK……………………………………………………………… 43
Sobre os autores……………………………………………………….. 48

Descargar aquí:

Compartido con SURCOS por Oscar Jara Holliday.

La Izquierda Despersonalizada

Las sociedades occidentales se debaten aunque algunos detractores o defensores de los sistemas de explotación lo nieguen, en una permanente lucha de clases y esto es así puesto que para algunos es la manera de dominar el poder para su propio beneficio de acumulación de riquezas, para otro, es el asalto del poder para beneficio y bienestar de la mayorías, donde el desarrollo y el crecimiento económico brille para todos. La clase social explotada, es el sustento de los ricos o sea de la burguesía y oligarquía de allí su consecuente rebeldía, ante quienes nos esclavizan y explotan, latifundistas y capitalistas, esto es innegable, y no se puede ocultar.

Pero para algunos que se llaman ser revolucionarios sucumben ante la tentaciones y el sabor de la miel del poder y del dinero, que le atrae en obtener bienes materiales y del vivir bien, sin importarle cuanta miseria padece el pueblo, cuántos niños mueren de desnutrición, de enfermedades fáciles de combatir, cuantos jóvenes sin oportunidades, ancianos abandonados y cuantas personas sin trabajo que no pueden llevar el sustento a sus hogares.

Eso es lo que ofrece el sistema capitalista de allí la lucha de clases, este proceso es ineludible porque es la quinta esencia de la realidad en una sociedad dividida en clases. Hablar de esto no es pecado, es como si habláramos de la religión que forma parte de la sociedad.

Los ideólogos de la burguesía como clase dominante lo ha satanizado aprovechándose del bajo nivel cultural de la población, allí obedece el por qué aun en este siglo todavía existen bolsones de analfabetas o de niños y jóvenes excluidos del sistema escolar, más aún con contenidos que no nos adentran en el conocimiento científico del mundo, si no que están más interesado en que las escuelas sean máquinas de producción de manos de obra sin importar lo que tengan en la cabeza.

La izquierda como tal está llamada a luchar contra el status quo, así surgió y debe ser así en cualquier sociedad, la izquierda está llamada a desenmascarar a la derecha en los tres tipos de lucha, a saber, en lo económico, político e ideológico y esto tenemos que hacerlo con altura, preparación y respecto a nuestros enemigos de clase, nuestra arma poderosa son nuestras ideas revolucionarias, la clase obrera tiene que apropiarse de ella.

El hecho de que la izquierda deje de hacerlo no significa que cese la contradicción de clase, mucho menos se detiene el proceso social hacia estadios superiores, otros llenaran es vacío y tomaran la reivindicación del progreso social mundial.

Hoy en día la mal llamada izquierda ha asumido la reivindicación socio-económica del capitalismo, han llevado a los pueblos a la miseria, han impuesto su modelo neoliberal, han apoyado intervenciones militares, se olvidaron y abandonaron sus raíces y se han entregado al imperialismo. Ya lo denunciaba Lenin cuando la división de la ll Internacional (1889-1916), su traición y oportunismo de clase, con la que expresaban posiciones reformistas, revisionistas y colaboracionistas, con apego a los medios electorales.

Sin embargo, lo fundamental no es que te llame de Izquierda, lo importante y que cobra sentido es que puedas desenmascarar a la derecha, asumir el compromiso de profundizar la lucha de clase, advertir a tu pueblo que otra sociedad distinta a la capitalista es posible y real y el que asuma este rol de izquierda tendrá que ser consecuente con su origen, lo cual, es romper el status quo, romper con el orden social y económico existente, obrar lo contrario es síntoma de traición y oportunismo.

Cualquier proceso de alianza debe estar enfocado en esa dirección y no debe desdibujarse la condición social por la cual esta llamada la izquierda. Convivimos dentro del sistema y eso nos da la preeminencia de estudiarlo a profundidad con objetividad para ofrecer los cambios y desenmascarar sus propósitos y con ello hacérselo saber al pueblo para que comprendan que este sistema ya caducó que se abre el paso hacia uno nuevo y todo aquello que hay entenderlo como un proceso inexorable.

En nuestro país, los grandes luchadores sociales a inicio del siglo pasado jamás ocultaron sus raíces de Izquierda y desenmascaraban a la oligarquía de entreguistas, bregaban por mejores condiciones de vida para el pueblo y difundieron las ideas revolucionarias marxista-leninista a lo largo y ancho del país, pero, el imperialismo norteamericano y sus lacayos internos jamás podían permitir el avance y atractivo de la ideas revolucionarias, para ello, le ofreció despojo, represión, asesinatos a los revolucionarios, obligándolo a recurrir a la más profunda y oscura clandestinidad.

Hoy en día triunfante las ideas revolucionarias de izquierda en nuestro país, con todo el sacrificio que esto significó, al menos aparece en nuestra carta magna lo cual es respeto a las ideas y a la libertad de conciencia, con este aval no existe excusa de poder levantar y elevar nuestras ideas revolucionarias en el debate público, esto es lo fundamental que podamos entrar al debate con nuestras propias ideas revolucionarias de izquierda, ¿Quién nos las impide?, ¡nosotros mismos!

Se pierde, se despersonifica la izquierda y las ideas revolucionarias, los que supuestamente son nuestros voceros de la izquierda se disipan en el debate coyuntural. No existe planteamiento alguno ni profundidad del porque de las cosas, de los sucesos, andamos empantanados con nuestras propias ideas, la hacemos perder en la vorágine de los acontecimientos sociales.

Autor: Alfredo Graell.

Central Nacional de Trabajadores de Panamá (CNTP).

 

Enviado a SURCOS por el dirigente sindical panameño Fernando Rangel Cruz, secretario de Relaciones Intersindicales e Internacional de la Central Nacional de Trabajadores de Panama (CNTP).