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Etiqueta: Luis Paulino Vargas Solís

El gobierno de Rodrigo Chaves y el desastre del empleo

Luis Paulino Vargas Solís

La cuestión se resume así:

  • En los cinco meses posteriores a octubre 2022 (vale decir: noviembre y diciembre 2022, enero, febrero, marzo 2023), SE DESTRUYERON 97 MIL EMPLEOS (Gráfico No. 1).
  • La gente abandona masivamente los mercados laborales, y, en consecuencia, la fuerza de trabajo se contrae pronunciadamente. En los seis meses posteriores a septiembre 2022, esta última disminuyó en 138 MIL PERONAS, mientras el total de las personas fuera de los mercados laborales creció en 165 MIL PERSONAS. Todo esto es resultado de la frustración y la fatiga derivadas de buscar trabajo por mucho tiempo, sin poder encontrar nada decente (Gráficos No. 2 y 3).
  • En el caso de las mujeres, que claramente es más grave, en los cinco meses posteriores a octubre de 2002, son casi 59 MIL EMPLEOS MENOS (Gráfico No. 4).
  • En el caso de los hombres, en los seis meses posteriores a septiembre 2022, la pérdida de empleos suma MÁS DE 40 MIL EMPLEOS (Gráfico No 5).

En cada uno de los cuatro indicadores anteriores, tomé como referencia el punto más alto, previo a que empezará el descenso. Por eso en unos casos, la referencia es respecto de octubre 2022, y en otros respecto de septiembre 2022. La tendencia, en todo caso, es clarísima, y lo que nos pinta es un panorama absolutamente desastroso.

Nunca un gobierno manejó la economía con el grado de torpeza e irresponsabilidad con el que lo está haciendo la actual administración. Es realmente alarmante.

(Nota: sabemos que los datos del INEC son trimestrales. En cada caso, y para simplificar la exposición, cito el último mes del respectivo trimestre).

Ser viejo hoy en Costa Rica

Luis Paulino Vargas Solís

Leyendo ayer una nota en el Semanario Universidad, caí en cuenta de un detalle: aunque creo tener plena conciencia de que ya soy “una persona adulta mayor”, sin embargo, no he interiorizado plenamente lo que eso significa.

Me pongo entonces a reflexionar sobre la realidad de una sociedad costarricense que tiende a envejecer, pero que no está preparada para bregar con lo que eso significa. La cuestión se trivializa detrás de frases rituales, huecas e hipócritas, que oscilan entre la infantilización de la persona mayor (“tan lindos los viejitos, es que son como bebés”), a una falsa veneración de las canas y las arrugas (“la sabiduría de las personas mayores”). Pero también, y a menudo, el desprecio y el odio expresado sin caretas ni atenuantes (“roquillos cacrecos, anticuados e inservibles”).

La mayor amenaza hoy viene de la política, o sea, de los liderazgos en cuyas manos está el país, y de la ideología que informa a esa gente y guía su proceder.

Es la amenaza que plantea una política de austeridad fiscal totalmente cínica e insensible, tal cual el ministro Nogui Acosta se ha encargado de enfatizarlo cada vez que tiene oportunidad, y que, por ello mismo, no tiene empacho en aplicarle tijera a los servicios de salud, a la educación y, por supuesto, los servicios de atención de la niñez y de las personas mayores.

Es, también, la amenaza, inédita y por completo inesperada, que plantea el tener un presidente, el señor Rodrigo Chaves, que odia profundamente a la Caja del Seguro Social, y que lo manifiesta cada vez que tiene oportunidad, sin escrúpulos y sin disimulo. Y justo cuando la Caja se vuelve más y más importante, puesto que, al envejecer la población, más necesarios serán sus servicios.

En pocos meses me pensionaré. Lo haré por el sistema IVM de la Caja. Contrario a lo que tanto energúmeno me ha gritado por años, ni soy ni seré un “pensionado de lujo”. Pero ¿hasta cuándo? En vista del rumbo que lleva Costa Rica, no debe extrañarnos si en pocos años, La Nación y los rodrigo-chaves empiezan a vociferar que el sistema IVM también es “de lujo” y deben ser recortado a lo bestia.

Ser un viejo, hoy, en Costa Rica, es asunto muy desafiante. Nada nos garantiza una vejez en paz. Todo lo contrario, más bien.

Nuestros fondos de pensiones: otra vez en territorio tormentoso

Luis Paulino Vargas Solís

En los últimos días han circulado las noticias sobre la quiebra del Silicon Valley Bank, un banco estadounidense de tamaño medio, muy vinculado al sector tecnológico, en especial las llamadas “startup” -o sea empresas innovadoras relativamente nuevas y pequeñas- aunque, según parece, también tiene nexos otras más grandes. La cuestión ha inyectado temores, lo mismo en el sector financiero que en el tecnológico, con repercusiones a escala mundial.

El banco sufrió lo que podríamos tipificar como una clásica “corrida de depósitos”, que lo dejó sin liquidez y lo empujó a la quiebra. El hecho de que la clientela estuviese concentrada en el sector tecnológico, facilitó que los rumores negativos se extendieron con mucha rapidez y potenciaron el comportamiento en manada que precipitó el derrumbe. Pero esa es la parte anecdótica. Todavía hay muchas interrogantes en el aire, pendientes de ser contestadas.

Uno de los problemas que terminaron por asfixiar a este banco, tuvo que ver con el peso de sus inversiones en bonos de largo plazo de la deuda pública estadounidense, cuyo valor ha caído a causa del alza en las tasas de interés, que la Reserva Federal (el banco central estadounidense), ha promovido como respuesta frente a la inflación, según prescribe el recetario de la ortodoxia económica. De ahí surgen algunas inquietantes preguntas: ¿hay otros bancos que enfrenten situaciones de similar fragilidad? ¿Cuáles, cuántos?

Toca darles seguimiento a los acontecimientos. De momento quisiera destacar lo siguiente: la quiebra de este banco está desatando amplificadas turbulencias, lo que está empujado las bolsas de valores a terreno negativo y provocando pérdidas significativas. Y, entonces, necesariamente debemos pensar en nuestros fondos de pensiones, los cuales en los últimos años -y destacadamente desde el segundo semestre de 2020- incrementaron sus inversiones en el extranjero.

El año pasado se registraron enormes pérdidas. En los últimos meses la situación tendía a estabilizarse. Había la esperanza de iniciar, quizá en unos meses, un proceso de recuperación que, inevitablemente, duraría años. Lo que está ocurriendo a nivel mundial en estos momentos -cuyos reales alcances son aún inciertos- podrían significar que la pesadilla vuelve, que la tormenta arrecia de nuevo.

¿Volveremos registrar fuertes pérdidas en los próximos meses? No podemos descartarlas, como es seguro que seguirán campeando la impunidad y la alcahuetería que protegen a Rocío Aguilar, a la SUPEN y a quienes administran nuestros ahorros.

Urge un cambio en la normativa que regula los fondos de pensiones ¿Quién se atreve a impulsarla?

¿Quién se está comiendo el queque?

Luis Paulino Vargas Solís

Supóngase que agarramos la serie de datos de la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del INEC, desde la primera vez que se publicó hasta la más reciente que se hizo pública. Supóngase que nos interesan los datos de ingresos de la población y, con ese fin, comparamos el primer dato registrado con el más reciente. En tal caso, miraremos el dato del trimestre julio-agosto-septiembre de 2010 y el del trimestre octubre-noviembre-diciembre de 2022. En total, habrán trascurrido algo más de 12 años entre el primer dato y el segundo. Supongamos, además, que vamos a considerar los precios, medidos según el Índice de Precios al Consumidor, de modo que consideraremos el nivel de precios promedio que ese Índice nos reporta para cada uno de los dos trimestres mencionados. De esa manera, trataremos de expresar el poder adquisitivo real de los ingresos, una vez hemos descontado el aumento de precios registrados a lo largo de esos 12 años y pico.

Hecha esa operación, la conclusión que resulta se resume en lo siguiente: en el trimestre octubre-noviembre-diciembre de 2022, el ingreso promedio en el sector privado es inferior en -15,3% respecto de nivel que tenía en el trimestre en julio-agosto-septiembre de 2010, más de 12 años atrás. En el sector público hay apenas un pequeño aumento de 3%. Eso sí, debemos indicar que, si hacemos la misma operación a fin de comparar lo ocurrido entre mediados de 2019 y finales de 2022, encontraremos que el ingreso en el sector público, descontada la inflación, se desplomó un -18,4%. El mismo dato para el sector privado fue de -7,4%. O sea: los últimos tres años y unos meses, registran un desbarranco generalizado y catastrófico.

Supongamos que ahora revisamos los datos del Banco Central sobre el Producto Interno Bruto (PIB) y, en particular, el PIB por habitante. Resulta que ese dato, tomado en términos “reales”, o sea, descontando la inflación, aumentó nada menos que un 29,1% entre 2010 y 2022. Inclusive en el período 2019-2022 se incrementa un 4,5%, no obstante que de por medio está la crisis pandémica. Ya vimos que, en este último período, los ingresos de la gente -en el sector privado y más agudamente en el público- sufren una fuerte contracción.

Compare la evolución del dato del PIB por habitante con los de los ingresos promedios de la población ¿cómo entender el abismo que se abre entre una cosa y otra?

Aquí hay anomalías diversas. Una de ellas se relaciona con el PIB, un indicador que ha perdido representatividad, y cada vez resulta más falaz y engañoso. Otra tiene que ver con el propio modelo de desarrollo. Algunos “alguienes” -tan privilegiados que las propias estadísticas del INEC no logran registrarlos- se están quedando con una tajada enorme del queque. Pero, la verdad, seguramente una parte sustancial de ese queque se va hacia el exterior.

Saquen sus sucias manos de la Defensoría

Luis Paulino Vargas Solís

He escuchado decir a algunas personas: “¿La Defensoría? Eso no sirve para nada. Mejor la cerraran”. Obviamente no comparto ese punto de vista, pero creo comprender dónde se origina esa percepción: es el fruto de la irresponsabilidad de las élites políticas, que han convertido el nombramiento del defensor o defensora en una piñata a merced de la politiquería y de las estrecheces de ideologías retrógradas, contrarias a la plena vigencia de los derechos humanos.

¿Cuál trayectoria en la defensa de los derechos humanos respaldaba a Sandra Piszk, José Manuel Echandi y Ofelia Tailtelbaum al momento que se les nombró en la Defensoría? En realidad, ninguna ¿Qué antecedentes sustentaron la elección de Catalina Crespo, la última defensora? Parece que su único, y dudosísimo mérito, era su identificación con la ideología conservadora y antiderechos de ciertos grupos políticos.

Lo cierto es que, bajo el liderazgo de Crespo, y teniendo a Mario Zamora como su hombre de confianza, la Defensoría tocó fondo. Nunca se vivió un ambiente interno tan convulso y enrarecido, manchado por decisiones arbitrarias e innumerables denuncias de persecución laboral. Nunca la Defensoría fue tan omisa e ineficaz en la defensa de los derechos de la población, en especial algunos sectores muy vulnerabilizados.

Recientemente nos propusieron el nombre de Erick Ulate, un tipo muy hábil si de ganar visibilidad mediática se trata, que ha hecho de la bandera de “el consumidor” un arma muy poderosa para promover una ideología libremercadista recalcitrante, muy del agrado de los oligopolios que dominan la economía costarricense. Su “compromiso” con los derechos humanos quedó bien retratado cuando, desde su silla en el Consejo de Transporte Público (CTP), apoyó a los autobuseros, en perjuicio de los derechos de las personas usuarias.

Luego ha saltado el nombre del ya mencionado Mario Zamora. Vean que ya esto es sumar desfachatez a cinismo. Por si no fuera suficiente el importante papel que Zamora jugó durante la desastrosa gestión de Crespo, el hombre acumula un palmarés de cuestionamientos que fácilmente llenaría enciclopedias: desde acusaciones penales e investigaciones a cargo de la Procuraduría de la Ética, a sanciones por parte de la Contraloría y actuaciones abiertamente adversas a los derechos humanos.

Necesitamos un defensor o una defensora que sea una persona seria, estudiosa, honesta y realmente identificada con los derechos humanos. Hay diputadas y diputados comprometidos en la búsqueda de alguien que cumpla con esos criterios, pero también hay una barra brava legislativa que intenta imponer su ideología antiderechos, aun si eso significa terminar de hundir a la Defensoría.

La ciudadanía debe hacerse respetar e impedir que ocurra tal barbaridad.

 

Publicado en Facebook y compartido con SURCOS por el autor.

La OCDE: espejitos y cuentas de vidrio

Luis Paulino Vargas Solís

Desde su sede en París, a 8.900 kilómetros de San José, nos llegó la delegación de la OCDE. Hicieron tan largo trayecto, atravesando el Atlántico, para traernos unas maletas llenas de espejitos y cuentas de vidrio, que no otra cosa es lo que nos ofrece el informe que presentaron.

Un informe plagado de lugares comunes y trivialidades. Nada que no sepamos, nada que no haya sido dicho incontables veces en Costa Rica, pródigo, inclusive, en los detallitos truculentos que la propaganda repite incansable en nuestro medio. Por ejemplo, las groseras inexactitudes sobre el ICE.

Los datos -perfectamente conocidos- son tratados con extrema superficialidad, desde una visión fragmentaria, sin perspectiva histórica, sin contextualización sociocultural, y vacíos de cualquier sustancia teórica que dé alguna luz sobre los problemas estructurales de fondo.

Hay cuestiones que son abordadas desde datos ya un poco viejos, y sobre las cuales se lanzan afirmaciones que muy posiblemente se han desactualizado. En muchos otros asuntos, la falacia emergería con claridad en cuanto se asuma un enfoque crítico y complejo, que intente desentrañar las interrelaciones que subyacen a las variables.

El enfoque es ortodoxo y conservador, y desde ahí nos empuja a aplicar una regla fiscal que, tendencialmente, nos lleva al Estado mínimo que la distopia neoliberal propone ¿se atreverían recomendarle lo mismo a Dinamarca o Suecia? Lo cual nos sugiere un ejemplo -entre los muchos que podríamos citar- de las falacias implícitas del discurso de esa gente, cuando, por una parte, hacen ver el bajo nivel de productividad de la economía, y por el otro nos recetan austeridad fiscal y desmantelamiento del sector público ¿Acaso serán tan charlatanes como para imaginar que de esa forma se podrá impulsar la productividad?

Es más o menos lo mismo que diría cualquier consultora privada de Costa Rica, de esas que cobran platales por poner unos cuantos datos en uno coqueta presentación de PowerPoint.

La OCDE: sepulcros blanqueados

Luis Paulino Vargas Solís

Antes se decía -y creo que todavía hay quienes lo repiten- que la OCDE era el “club de los países ricos”. En realidad, no lo es más. Comenzó a perder ese estatus desde que empezaron a incorporarse países de América Latina, Europa Oriental y países desprendidos de la antigua Unión Soviética, con niveles de desarrollo claramente diferentes a los que eran característico de la gran mayoría de los miembros que hasta entonces formaban la organización. Desde 1994 a la fecha, hubo 14 incorporaciones. Si tomamos como referencia el PIB por habitantes, solo dos casos -Israel y Corea del Sur- tienen un nivel de desarrollo relativamente alto. El resto son de un nivel medio hacia abajo, incluyendo los miembros latinoamericanos: México, Chile, Colombia y Costa Rica.

Por ello mismo, no tiene sentido hablar del “promedio OCDE”, puesto que este esconde grandes asimetrías. Por ejemplo: en términos del PIB por habitante, el dato de Noruega o Suiza multiplica por 5,5 veces el de Chile, por más de 7 el de Costa Rica, por cerca de 9,5 el de México y Turquía, por casi 15 el de Colombia. Situaciones similares se presentan respecto de muchos otros indicadores. O sea: el dato del “promedio OCDE” -tan reiterado por políticos y prensa- no significa nada.

Pero en un sentido sí sigue siendo el “club de los países ricos”: porque está bajo dominio de estos, y actúa como propagandista de la ideología que esos países promueven y que, afanosamente, quieren imponerle a los países de ingresos medios y a los más pobres.

Dígase, por ejemplo, la ideología del “libre comercio” que, por estos días, vino a recetarnos Mr. Cormann, actual secretario general de la organización. Preguntémonos: entre los 21 miembros de la OCDE que, correctamente, podríamos considerar como de alto nivel de desarrollo, ¿cuántos se enriquecieron con base en políticas de libre comercio? De hecho, ninguno.

¿Por qué entonces a nosotros -que estamos todavía muy lejos de su nivel de desarrollo- nos vienen a imponer esa receta?

La economía política del dólar

Luis Paulino Vargas Solís

La cuestión del dólar tiene su faceta técnica, en la cual pasan entretenidos los economistas de Costa Rica, incapaces (y no porque sean tontos) de raspar más que la superficie del problema. También tiene su faceta más profunda y compleja, la cual exige un esfuerzo que está, más en el ámbito de la ciencia que el de la técnica. Pero no es posible intentar un acercamiento científico, sino es desde la economía política, puesto que aquí lo económico va entrelazado a profundidad con lo político y lo social.

Hablamos, a fin de cuentas, del proyecto o modelo de desarrollo de Costa Rica, el cual es producto de determinadas visiones ideológicas y está sostenido por ciertos intereses muy poderosos.

Dejando por fuera muchos aspectos y detalles, anoto los siguientes, como facetas especialmente significativas:

  1. Un régimen dogmático de libre movimiento de capitales, el cual alcanza hoy un extremismo tal, que descarta cualquier posible control, ni siquiera sobre los capitales especulativos.
  2. Una exitosa estrategia de mercadeo, que ha explotado la relativa cercanía de Estados Unidos y aprovecha la imagen de Costa Rica como país democrático, pacífico, ambientalista y con un sólido Estado de derecho. Si bien muchas de esas cualidades están hoy en pleno declive, siguen ejerciendo un poderoso influjo a nivel internacional.
  3. Las dos cuestiones anteriores, en combinación con algunas otras, han dado lugar a un fenómeno bastante peculiar: la balanza financiera y de capitales en la balanza de pagos, genera un excedente positivo de divisas, que sobrepasa el déficit crónico en la balanza de bienes y servicios.
  4. O sea: como tendencia de largo plazo (con oscilaciones episódicas) compramos bienes y servicios al resto del mundo en mayor medida de lo que les vendemos -lo cual advierte sobre el frágil desarrollo de nuestra economía- pero atraemos capitales en una cuantía tal que eso genera un excedente relativo de dólares.
  5. De ahí la dolarización de la economía: muchos precios se expresan en dólares, muchos créditos se conceden en dólares. Todo lo cual conlleva un alto potencial de desestabilización, el cual se ha dejado entrever -sin explotar a plenitud- cada vez que el dólar sube o baja a un ritmo desusado.
  6. Además, ello conlleva un grado creciente de extranjerización de la economía, sin promover su modernización, puesto que el sector de alta productividad (sobre todo las zonas francas) es un universo aparte. En rigor podemos afirmar que vivimos en un país no desarrollado que, cada vez más, es propiedad de gente que no nació ni vive en Costa Rica.
  7. En los últimos siete meses, los diversos factores anotados se mezclaron con algunas cuestiones coyunturales (la situación mundial, el alza en las tasas de interés en Costa Rica) para propiciar un verdadero diluvio de capitales especulativos, sin que nadie mueva un dedo para moderar esa correntada desestabilizadora.
  8. El consecuente desplome del dólar, favorece directamente a la banca privada, cuyo negocio descansa principalmente en los créditos en dólares, y al comercio importador, el cual ha de estar haciendo clavos de oro. También a quienes tienen créditos en dólares, pero ganan en colones, y trae un beneficio más o menos generalizado, a través de la baja de los combustibles.
  9. Pero, en lo fundamental, esto pone en tensión amplios sectores de la economía, vinculados a las exportaciones, el turismo y las actividades e industrias que compiten con productos importados. Asimismo, se agrava la desarticulación interna de la economía, ya que los insumos producidos localmente no pueden competir con los importados. De prolongarse esa situación, ello produciría despidos, quizá cierre de empresas y, seguramente, ralentización, quizá recesión, de la economía.
  10. El Banco Central, feroz guardián de la dogmática ideológica que subyace a este modelo, parece querer darle largas a esto, seguramente con el fin de hacer bajar la inflación, y en bien de la banca privada. El precio a pagar será mayor desempleo.

La baja del dólar: sus implicaciones para la economía costarricense

Luis Paulino Vargas Solís

La baja del dólar contribuye a la reducción del precio de los combustibles, lo cual libera poder adquisitivo que la gente podría utilizar incrementando sus compras de consumo, a la vez que ello alivia los costos de las empresas. Y, sin embargo, es muy posible que el efecto estimulante que ello pudiera tener, es mucho menor de lo que, de entrada, podría creerse, puesto que, con mucha seguridad, una parte significativa de esa mayor demanda se desviará hacia las importaciones.

El caso es que la revalorización del colón frente al dólar no solo afecta la competitividad de las exportaciones y del turismo, sino que, asimismo, golpea a todas las actividades económicas que producen mercancías -desde las galletas y detergentes a los frijoles y el calzado- que compiten con productos importados. No esperemos que estos últimos tengan una gran rebaja, puesto que el comercio importador es un negocio controlado por oligopolios que están en posición de manipular los precios. Basta, en todo caso, con llevar las cosas a un nivel que ponga en aprietos a los productores nacionales y les robe mercado, hasta, eventualmente, sacarlos del juego.

Al abaratarse las importaciones, se abaratan no solo bienes importados que las personas consumimos, sino también insumos que las empresas requieren para producir. Resulta entonces que insumos que podrían producirse en el país, se importarán, lo que impide que se desarrollen nexos entre los diversos sectores productivos. Ello simplemente agrava el viejo problema del desmembramiento de la economía: no hay encadenamientos y, entonces, el sistema productivo costarricense, termina convertido en una tela deshilachada. Un ejemplo para ilustrar este punto: recientemente Dos Pinos anunció que sacará al mercado nacional una nueva marca de galletas. Solo que… las galletas no se producirán en Costa Rica.

Todo esto reduce sustancialmente, tanto el dinamismo de la economía como la generación de empleos.

La revalorización del colón frente al dólar es un problema viejo. Empezó a manifestarse en 2008, y se cronificó a partir de 2010. Lo acaecido en el último semestre ha sido, sin embargo, un movimiento abrupto, nunca visto antes.

Es necesario entender que la tasa de cambio colón-dólar es un precio demasiado importante como para dejarlo en manos del mercado. Necesitamos que sea estable y realista, sin movimiento descontrolados ni hacia arriba ni hacia abajo.

Y en cuanto a la revalorización crónica del colón, la única forma saludable y sostenible de resolverla es mediante una política industrial, destinada a elevar la productividad y modernizar y diversificar la economía. Lamentablemente eso está totalmente ausente de la agenda política nacional.

Dos “magníficas” noticias económicas

Luis Paulino Vargas Solís

Nos anticipa el Banco Central que, al concluir este año, la inflación habrá caído por debajo del 4%, pero, además, nos confirma tan importante entidad pública, que el año pasado se registró un “superávit primario” en las cuentas del gobierno.

Son grandes nuevas, ¿cierto? La verdad, tengo mis dudas.

Empecemos por el segundo aspecto mencionado. Aclaremos, primero, una cosa: decir que hay “superávit primario” no equivale a decir que hay “superávit fiscal”. El “superávit primario” se da si los ingresos exceden de los gastos, pero sin incluir en esos gastos los intereses de la deuda pública. Aunque esto aparenta ser un detalle técnico, en realidad es una burda estratagema ideológica, cuyo propósito es enfocar los recortes y tijeretazos en “todo lo demás”, excepto los pagos por intereses.

Posteriormente sí se consideran los intereses. Volvemos, entonces, a hacer la resta: ingresos menos gastos, pero, ahora sí, incluimos los intereses. Sucede, entonces, que el “superávit primario” se transfigura en “déficit fiscal” (o “déficit financiero”, como le llaman también). Los intereses son los que se encargan de hacer que los números positivos pasen a ser negativos.

Pero aquí lo relevante es que los pagos por intereses son sagrados e intocables. El “dios mercado” decide las tasas de interés, y estas deciden cuánto deba pagarse. Nada más se diga al respecto. Recordemos que ya de previo los machetazos habían caído sobre “todo lo demás”. Algunos ejemplos de “todo lo demás” son: becas estudiantiles, comedores escolares, servicio 911, vivienda popular, albergues infantiles, hogares para personas mayores, instalaciones educativas, etc. etc.

O sea: cuando alguien celebra el tal “superávit primario”, lo que está celebrando es esa salvaje operación de recorte.

Y en cuanto a la inflación: siempre fue clarísimo que el origen de esta era externo, o sea, que era una inflación importada. Por ello mismo, siempre fue clarísimo que, en cuanto la inflación internacional empezara a ceder, también cedería en Costa Rica. Exactamente eso es lo que estamos observando.

Pero lo absurdo de esto es que el Banco Central nos ha sometido a una innecesaria, y perfectamente prescindible, dieta de latigazos, al forzar a una grosera alza de las tasas de interés, lo que, en este contexto, equivale a castigar a Pedrito, por travesuras que hizo Juancito.

Queda claro lo que es bueno para el Banco Central, es dañino para la gente.