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Etiqueta: memoria colectiva

Recuperando la memoria colectiva: recordamos a Fernando Camacho Arce, un luchador por la democracia y la liberación de Centro América

SURCOS comparte la siguiente información:

Se extiende la invitación a participar del conjunto de actividades que se realizarán el próximo martes 13 de septiembre a partir de las 5:30 p.m., en el Parinfo Daniel Oduber de la UNED, Sabanilla, en memoria del señor Fernando Camacho Arce. La programación es la siguiente:

  • Bienvenida por parte del señor Germán Chacón Araya, coordinador de la Cátedra Manuel Mora.
  • Sembranza ¡NOOO digas!, por parte de la señora Guiselle Delgado.
  • Recordando a Fernando en la década de los 70, por el señor José Picado Lagos.
  • Documental: “Solidaridad con la Lucha en Nicaragua”, del señor Roberto Miranda.
  • Palabras de Manuel Mora Salas sobre el Camarada, el amigo, el hermano, Fernando.
  • Actividad cultural.

Ven y participa. Para más información, puede contactar a la UNED.

 

Compartido con SURCOS por Jiddu Rojas Jiménez.

APALABRAR EL TIEMPO

Por Memo Acuña ( sociólogo y escritor costarricense)

Quizás por lo intenso del periodo contingente que nos ha tocado vivir, el tiempo ha sido un proceso tan relativo que nos ha hecho inscribir duraciones largas y cortas allí donde los hechos han sido iguales para todos.

Desde el punto de vista del trabajo con la memoria, los acontecimientos que marcan cambios o recuerdos colectivos de alguna manera complejos, son representados por fechas, o como bien dice la investigadora argentina especialista en estos temas, Elizabeth Jelin, fechas infelices.

Recordar por ejemplo, para el caso costarricense, la fecha del 6 de marzo de 2020, como el día que las autoridades nacionales anunciaron la aparición del primer caso positivo con COVID-19, una turista estadounidense llegada al país a inicios de mes y que fuera aislada junto con su pareja en un hotel de San José.

Ya pocos recordamos este evento, tal vez porque significa la apertura de un periodo de la historia global, pero también subjetiva, marcada por la incertidumbre, el riesgo y el miedo real a una amenaza a la vida misma.

Luego vinieron las formas de cuidado, la palabra protocolo que se hizo tan cotidiana (formas de toser, de estornudar, de saludarse). Más adelante las mascarillas y posteriormente las vacunas como remedio paliativo para detener los contagios.

Se hizo necesario cambiar los patrones de comportamiento individual, modificar los rituales de afecto e intercambio físico de las personas, aspectos que indudablemente quedarán para siempre transformados.

A todas luces se trata de un momento histórico que, como hemos dicho ya en varias reflexiones, ha producido tensiones a las subjetividades que han debido restituirse con nuevas herramientas. Esto no ha sido gratuito y le ha cobrado factura a su salud y su calidad de vida.

Una de las formas de reparación se encuentra justamente en reconocer los hitos que el tiempo ha marcado en este periodo. Se trata de apalabrar las fechas significativas para cada quién: las de las pérdidas, las de los anuncios de un resultado de prueba positivo, las de la conclusión de un periodo de cuarentena.

Todas estas fechas hacen parte de la memoria individual pero que luego construirá sin lugar a dudas la memoria colectiva formada de recuerdos sobre este tránsito complejo, indeterminado, todavía en transcurso.

Le invito a apalabrar su tiempo. El mío en esta coyuntura empezó el domingo 15 de marzo de 2020 al regreso de un viaje por Centroamérica vía terrestre. Ese día por la noche las fronteras regionales fueron clausuradas como medida para controlar la propagación del virus que ya a esas alturas era inevitable. Luego otras fechas con pérdidas familiares que hay que decir y nombrar para repararlas.

Yo estoy en la tarea. Inténtelo. Vale la pena.

Los grandes hechos que contradicen la abolición del ejército

Guillermo Carvajal Alvarado

Para verdades la Historia y los hechos concretos. Sobre hechos falsos hemos construido una historia plagada de mentiras y no podemos tolerar que se festejen unos hechos para negar otros acontecimientos crueles y violentos ejecutados  desde el mismo aparato de gobierno. 

Nos han mentido una y otra vez y seguimos repitiendo una historia  que en la realidad se contradice a sí misma. 

La masacre del Codo del Diablo se perpetró un 19 de diciembre de 1948, cuando en teoría el 1 de Diciembre de 1948 se abolida el ejército con el famoso mazazo en el antiguo cuartel Bella Vista. 

El crimen del Codo de Diablo fue perpetrado por el ejército de Liberación Nacional quienes ya habían ejecutado actos similares en Quebradilla del Guarco de Cartago el 13 de abril de 1948. 

La historia y los historiadores hemos sido cómplices por esconder una realidad y ensalzar otra. Por eso a los 72 años aún hay gente que vivió esos hechos y son testigos de la gran falsedad. 

El 19 de diciembre es una fecha que el pueblo costarricense debe colocar en su memoria colectiva y mantenerla siempre presente, el 19 de diciembre es un día de conmemoración, un día para rendir homenaje a 6 héroes de los trabajadores costarricenses que fueron asesinados el 19 de diciembre de 1948 en el Codo del Diablo, en los márgenes del río reventazón en la zona de Turrialba, 8 meses después de haber finalizado la guerra y a 7 meses de haber tomado el control político la Junta de Gobierno presidida por Jose Figueres Ferrer y a tan sólo 18 días del acto público que anunciaba la abolición del ejército en Costa Rica.

Solo exorcizando la verdadera historia podemos construir una historia real que dignifique a todos los ciudadanos y no sólo a quienes nos cuentan la historia de los vencidos a expensas del miedo y el temor de un ejército y de una institucionalidad que estuvo al servicio de la opresión y la masacre del 19 de diciembre de 1948.

¿Quienes fueron los asesinados?

Fueron sacados de sus casa en la Ciudad de Limón sus nombres fueron : Lucio lbarra, Octavio Sáenz, Federico Picado, Narciso Sotomayor, Tobías Vaglio, y Carlos Aguilar, todos ellos cayeron por las balas asesinas del Ejército de Liberación Nacional.

 

Enviado a SURCOS por Trino Barrantes.

El Movimiento Ecologista-Humanista de Geografía (MEHG): una memoria colectiva

Alberto Gutiérrez Arguedas

Decía el escritor Eduardo Galeano –inspirado en la tradición de la cultura Nagô, originaria del África Occidental- que los seres humanos tenemos dos memorias: una memoria individual y una memoria colectiva. La primera está condenada a muerte, así como la vida material de todas las personas. La segunda es inmortal, invencible: compartiendo la memoria en colectivo, esta sobrevive el pasar del tiempo y de los individuos. La motivación de escribir este texto es para poner a disposición de la memoria colectiva la experiencia del Movimiento Ecologista-Humanista de Geografía (MEHG). El relato es desde mi perspectiva individual, por lo tanto, es posible que haya algunas omisiones o imprecisiones.

El MEHG fue un colectivo formado por estudiantes de geografía de la Universidad de Costa Rica, hace aproximadamente una década, entre 2010 y 2012. Nació de la amistad: antes de ser un colectivo organizado, fue un grupo de amigos, con profundos vínculos de afecto. El “núcleo duro” del MEHG estaba conformado por seis personas: Julio Abarca, Alejandro Ferlini “Maja”, Jorge González “Cof”, Alberto Gutiérrez “Beto”, José “Checho” Mora y Dany Villalobos. Sin embargo, alrededor de este espacio convergieron muchas otras personas, de formas más puntuales e indirectas, con quienes el colectivo dialogó y de quienes se inspiró, en su mayoría, provenientes del “hábitat” de la Facultad de Ciencias Sociales, cuya Plaza 24 de Abril era un espacio de intensa socialización e intercambios. En ese contexto, un grupo de estudiantes de geografía -en aquel entonces de entre 20 y 26 años- con ideas, inquietudes y visiones del mundo compartidas, terminó transformándose en un actor político, dentro y fuera de la universidad.

No recuerdo un momento o evento en específico que marque el nacimiento del MEHG, ni tampoco el día en que comenzamos a auto-identificarnos con ese nombre. Lo que sí tengo claro es que eso sucedió en algún momento durante el primer semestre de 2010, en medio de una coyuntura muy particular en el seno de la organización estudiantil en geografía. Desde hacía algunos meses la ASEGE -Asociación de Estudiantes de Geografía, órgano formal de representación estudiantil- estaba prácticamente clausurada. Normalmente, las elecciones para representación estudiantil se realizaban hacia el final de año, de forma tal que el grupo escogido trabajaría al frente de la Asociación durante todo el año siguiente. No recuerdo por qué motivo, pero al final de 2009 no se hizo elección, lo cual condujo a una especie de “cierre técnico” de la ASEGE para 2010.

Frente a este vacío, decidimos actuar. De manera informal y auto-convocada, comenzamos a organizarnos y a ocupar el espacio de la ASEGE, inclusive, el espacio físico. Esto provocó fuertes tensiones y conflictos con otros estudiantes, principalmente, aquellos que habían ocupado la Junta Directiva durante 2009, los cuales seguían asumiendo como representantes estudiantiles oficiales (por ejemplo, aún conservaban las llaves de la oficina de la ASEGE). Durante 2010 esto provocó una agria disputa entre los diferentes sectores estudiantiles, la cual asumió una forma binaria: “radicales/sociales” vs. “conservadores/SIG”, con mutua intransigencia y hostilidad. Lamentablemente, estas tensiones entre estudiantes –quienes éramos compañeros/as en cursos- fueron, en buena medida, azuzadas por añejos rencores de algunos docentes de geografía, los cuales buscaron instrumentalizar a las y los estudiantes para mover sus propias agendas.

Luego de varios meses en ese impasse, a finales de 2010 se realizaron elecciones para la Junta Directiva de la ASEGE, en la cual se enfrentaron los dos sectores en disputa, con resultado favorable para nosotros. Recuerdo haber celebrado con gran alegría esa victoria electoral. En esta nueva etapa, el trabajo del MEHG se traslapó con la ASEGE, sin embargo, siempre tuvimos muy claro que eran espacios diferentes y que sería un grave error confundirlos. De hecho, en esa Junta Directiva de ASEGE (que trabajó durante 2011) también hubo participación de personas externas al MEHG, sin embargo, la presidencia sí fue ocupada por uno de nosotros: Dany Villalobos.

En términos generales, lo que motivó la conformación del MEHG fue una necesidad muy grande de ampliar nuestro horizonte y de conocer otras referencias, teóricas y políticas, dentro de la geografía y las ciencias sociales en general. Teníamos noción de ciertas cosas, discusiones que se daban en otros países, algún autor o autora por aquí y por allá, sin embargo, eran muy escasas las referencias que teníamos en el pensamiento geográfico social-crítico, sobre todo, aquel que se producía en nuestra propia región, en América Latina. No quiero ser malagradecido: la Escuela de Geografía nos proporcionó una buena formación, sin embargo, es innegable que este constituye uno de sus puntos más débiles, con algunas brillantes excepciones, como por ejemplo el profesor Carlos Granados.

De manera casi auto-didacta, “sin mapa”, asumimos el desafío de construir una geografía crítica, que se posicionara activamente en asuntos de la realidad universitaria, nacional y regional, comprometida con los procesos de transformación y lucha social. Recuerdo en aquel entonces leer un manifiesto de GeoRaizAL –Red de Geografía Crítica de Raíz Latinoamericana, de la Universidad Externado, Colombia- el cual plasmaba en texto aquellas inquietudes que para nosotros aún eran un tanto vagas y amorfas. Ese manifiesto –el cual hacía referencia a algunos autores/as latinoamericanos/as, que luego nos dimos a la tarea de buscar- definía mejor la perspectiva del MEHG que lo que nosotros mismos hubiésemos logrado hacer.

De esa forma, fuimos construyendo un discurso propio dentro de la Escuela de Geografía, contestatario y disonante, el cual criticaba frontalmente una corriente que en aquel entonces comenzaba a tomar fuerza y que hoy, una década más tarde, se ha consolidado como perspectiva hegemónica: la geomática y los SIG (sistemas de información geográfica). Nuestra crítica no era hacia los SIG como tales, sino hacia una visión que reduce la geografía a los SIG, a la técnica; siempre los vimos como herramientas para el quehacer geográfico, como un medio y no como un fin en sí mismo. De hecho, en aquel momento –bajo la dirección del profesor Rafael Arce- comenzó a plantearse la idea de un nuevo plan de estudios en geografía, en cuya discusión participamos activamente (inclusive, elaboramos una propuesta propia, luego de haber revisado distintos programas en universidades de otros países).

Un episodio concreto que ilustra estas disputas epistémicas y políticas dentro de la comunidad geográfica fue un conversatorio realizado en marzo de 2012, en conmemoración de los 15 años de la Escuela de Geografía, en donde hubo participación de varias generaciones de geógrafos/as, entre estas, la nuestra. En aquella ocasión, “Checho” asumió el desafío y realizó una exposición en la cual plasmaba la perspectiva del MEHG, señalando, entre otras cuestiones, que “la Escuela de Geografía está bastante desligada de las Ciencias Sociales, a pesar de estar dentro de esta Facultad” (link para nota de prensa sobre el evento: https://www.ucr.ac.cr/noticias/2012/03/29/escuela-de-geografia-reflexiona-sobre-sus-15-anos-de-existencia.html). Al final, esta fue una batalla perdida: años más tarde –alrededor de 2015- se hizo realidad el nuevo plan de estudios, el cual vino a reestructurar de manera significativa el perfil de la carrera, mucho más próximo de las ingenierías y las ciencias exactas y aún más lejos de las ciencias sociales, las humanidades y el pensamiento crítico.

Otro evento importante en esta historia fue el XIII EGAL -Encuentro de Geografías de América Latina-, realizado en Costa Rica, en julio de 2011. Nuestro país fue sede del principal encuentro de la comunidad geográfica de América Latina, en donde recibimos la visita de más de mil personas, entre académicos/as y estudiantes. Sin lugar a dudas, fue un evento que nos impactó mucho, sobre todo, porque nos abrió un horizonte amplísimo y nos permitió conocer personas, ideas y discusiones que se estaban dando en otros países de la región. Para este evento, desde el MEHG elaboramos un material escrito, el cual recogía un conjunto de artículos y notas cortas de nuestra autoría, con el sugerente título de “Revista ILEGAL”. Asimismo, durante esos días montamos en la Plaza 24 de Abril un modesto espacio físico para distribuir la revista, llamado “Kiosco Ilegal”, en donde también colgamos un mapa de conflictos socioambientales de Costa Rica, que llamó la atención de propios y extraños. Inclusive, el último día del evento organizamos una fiesta en la casa de “Cof”, la cual quedó en la memoria de todos/as como la “Fiesta Ilegal”, con presencia de compañeros/as de Brasil, México, Perú, Chile, etc.

Más allá del ámbito estrictamente geográfico-académico, el MEHG se involucró activamente en un conjunto de luchas sociales y ambientales que se estaban llevando a cabo en Costa Rica en aquel entonces. Entre estas, destaca nuestra participación en la lucha contra dos megaproyectos en la Zona Sur del país: la represa El Diquís y el Aeropuerto Internacional del Sur, así como contra el proyecto de minería a cielo abierto en Crucitas, en la Zona Norte. Estuvimos presentes en diferentes eventos y encuentros del movimiento socioambiental, entre estos, el VI Encuentro Mesoamericano Contra Represas, realizado en setiembre de 2011, en Pacuare de Turrialba, así como la Jornada Contra Megaproyectos en el Sur, realizada en octubre de ese mismo año, en la cual caminamos junto con las comunidades indígenas y campesinas desde Térraba hasta Curré, en defensa de sus territorios. Asimismo, también luchamos en defensa del Fondo Especial para la Educación Superior –FEES-, coyuntura en la cual participamos en la toma estudiantil del edificio de Ciencias Sociales, en agosto de 2010.

Viéndolo en retrospectiva, podría decirse que el MEHG fue un colectivo que elaboró su reflexión y su acción desde el campo de la ecología política, aunque en ese momento no nos auto-identificáramos con ese nombre. Muchas de las luchas en las cuales nos involucramos tienen como denominador común la conflictividad socioambiental y la defensa de los territorios y bienes comunes frente al extractivismo. Además, de manera un tanto espontánea, el colectivo asumió una metodología de trabajo característica de la ecología política, sobre todo, la de raíz latinoamericana: el vínculo estrecho entre las reflexiones teóricas y la praxis política, el diálogo entre la academia y las luchas socioambientales.

En retrospectiva también se puede identificar una serie de sesgos, omisiones y limitaciones del MEHG. La principal limitación –desde mi perspectiva- era una muy débil, casi nula, consideración sobre cuestiones de género, evidenciado en el hecho que éramos un grupo enteramente masculino. Hoy, una década más tarde, es fácil observar eso, en buena medida porque ha sido una década de intensas luchas feministas, que han arrojado luz sobre las múltiples formas en cómo las desigualdades de género se manifiestan en la sociedad, inclusive, en los movimientos sociales. Asimismo, otra auto-crítica que se podría hacer es que era un colectivo con mucha energía, fuerza, creatividad y talento, pero con escasa planificación estratégica. Fue todo muy espontáneo y muy intenso.

El final del MEHG se dio con nuestra salida de la universidad en condición de estudiantes, alrededor de 2012. Tampoco puedo pensar en un momento o evento puntual que marque el fin del ciclo, simplemente se fue apagando, de forma también espontánea, difusa. Algunos nos hemos mantenido más cercanos a los temas y actividades que en aquel entonces nos convocaron (“Checho” ha trabajado en el programa Kioscos Socioambientales de la UCR durante una década, acompañando procesos de defensa comunitaria de los territorios; Dany cuenta con una intensa experiencia en el activismo socioambiental, actualmente ocupando la presidencia de la Federación Ecologista Costarricense –FECON- y yo he seguido vinculado a la geografía social y la ecología política, desde la academia). Otros han trazado caminos diferentes (“Maja” se ha formado como realizador audiovisual y cuenta con una rica producción en este campo; “Cof” se ha dedicado al turismo ecológico y Julio -el único que tenía experiencia en el activismo ecologista antes de la existencia del MEHG- se ha dedicado al trabajo en una empresa familiar). Sin embargo, más allá de los caminos que cada uno ha seguido, más allá de lo que el MEHG hizo o no hizo en aquellos años, de las luchas ganadas y perdidas, de los aciertos y los errores, este espacio fue, para todos nosotros, una escuela para el resto de la vida, una experiencia que nos acompañará para siempre.

A 72 años del Crimen del Codo del Diablo

Por Alex García Cruz

Este 19 de diciembre fue una fecha que el pueblo costarricense debe colocar en su memoria colectiva y mantenerla siempre presente, el 19 de diciembre es un día de conmemoración, un día para rendir homenaje a 6 héroes de los trabajadores costarricenses que fueron asesinados el 19 de diciembre de 1948 en el Codo del Diablo, en los márgenes del río reventazón en la zona de Turrialba, 8 meses después de haber finalizado la guerra y a 7 meses de haber tomado el control político la Junta de Gobierno presidida por Jose Figueres Ferrer y a tan sólo 18 días del acto público que anunciaba la abolición del ejército en Costa Ria.

Los dirigentes comunistas fueron detenidos en sus casas en Limón, sin que mediara ningún cargo en su contra, excepto el ser todos miembros del Partido Comunista, el Partido Vanguardia Popular, una vez detenidos llegó la orden de trasladarlos a la capital, salieron de la cárcel esposados y en esa condición fueron subidos al vagón del tren con destino a San José.

Esta masacre, no fue el resultado de la irracionalidad o el abuso de un grupo indisciplinado de soldados del bando victorioso, el crimen, fue un crimen selectivo, fue un Crimen de Estado, planeado por altos dirigentes del grupo ganador con el fin de aterrorizar a los militantes y dirigentes comunistas del Partido Vanguardia Popular.

El crimen fue tan salvaje y la trama tan burda, que incluso varios miembros del grupo ganador reclamaron justicia y castigo contra los asesinos y la Junta de Gobierno se vio obligada a dejar que el poder judicial realizara un juicio, juicio que a su vez se convirtió en una de las farsas judiciales más vergonzosas de nuestra historia, pues aunque se conocieron los nombres de los sicarios y se dictó condena, ninguno fue a la cárcel, con ayuda del gobierno salieron del país, del asesino intelectual se conoció su nombre, aunque nunca se hizo público, se dice que ocupó altos puestos en el servicio exterior en la junta de gobierno y en luego repitió el cargo en varios gobiernos liberacionistas.

Este Crimen de Estado, no debe ser olvidado por el pueblo costarricenses. Toda persona con sensibilidad social, toda persona respetuosa de los valores de justicia, toda aquella persona interesada en la verdad histórica, toda aquella persona con interés en lograr una sociedad más justa e igualitaria, debe honrar a los mártires del Codo del Diablo e informarse sobre éste vergonzoso hecho de nuestra historia reciente. Debemos hacerlo del conocimiento de la juventud que hoy es víctima de un modelo educativo que no les enseña a conocer el pasado, debemos desarrollar lo que José Merino llamo la “estrategia de la memoria” como parte de la forma de lucha contra las políticas neoliberales que día a día nos van acorralando y quitando derechos que son producto de la lucha del pueblo, de la lucha que dieron los mártires del Codo del Diablo.

Gracias al trabajo de investigación y producción cinematográfica de los jóvenes, Antonio y Ernesto Jara Vargas, las nuevas generaciones hijas de la post guerra podemos conocer detalles del crimen en el documental El Codo del Diablo, que debe ser visto por todos los costarricenses: https://www.centrodecine.go.cr/producciones/codo-diablo

Hace pocos años la rectoría de la UCR publicó un excelente documental sobre los antecedentes, la confrontación y las consecuencias de la guerra de 1948, el director y realizador de ésta importante obra es el cineasta Andres Heindenreich, es un documental muy ilustrativo que también debe ser visto por todos los costarricenses.

También gracias a un importante grupo de jóvenes historiadores de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica, tenemos la oportunidad de leer varias importantes investigaciones que han publicado sobre los hechos ocultos durante décadas relacionados al conflicto armado de 1948.

https://webtv.fcs.ucr.ac.cr/watch/246/

 

Imagen: De izquierda a derecha, Lucio lbarra, Octavio Sáenz, Federico Picado, Narciso Sotomayor, Tobías Vaglio, y Carlos Aguilar.