El Movimiento Ecologista-Humanista de Geografía (MEHG): una memoria colectiva

Alberto Gutiérrez Arguedas

Decía el escritor Eduardo Galeano –inspirado en la tradición de la cultura Nagô, originaria del África Occidental- que los seres humanos tenemos dos memorias: una memoria individual y una memoria colectiva. La primera está condenada a muerte, así como la vida material de todas las personas. La segunda es inmortal, invencible: compartiendo la memoria en colectivo, esta sobrevive el pasar del tiempo y de los individuos. La motivación de escribir este texto es para poner a disposición de la memoria colectiva la experiencia del Movimiento Ecologista-Humanista de Geografía (MEHG). El relato es desde mi perspectiva individual, por lo tanto, es posible que haya algunas omisiones o imprecisiones.

El MEHG fue un colectivo formado por estudiantes de geografía de la Universidad de Costa Rica, hace aproximadamente una década, entre 2010 y 2012. Nació de la amistad: antes de ser un colectivo organizado, fue un grupo de amigos, con profundos vínculos de afecto. El “núcleo duro” del MEHG estaba conformado por seis personas: Julio Abarca, Alejandro Ferlini “Maja”, Jorge González “Cof”, Alberto Gutiérrez “Beto”, José “Checho” Mora y Dany Villalobos. Sin embargo, alrededor de este espacio convergieron muchas otras personas, de formas más puntuales e indirectas, con quienes el colectivo dialogó y de quienes se inspiró, en su mayoría, provenientes del “hábitat” de la Facultad de Ciencias Sociales, cuya Plaza 24 de Abril era un espacio de intensa socialización e intercambios. En ese contexto, un grupo de estudiantes de geografía -en aquel entonces de entre 20 y 26 años- con ideas, inquietudes y visiones del mundo compartidas, terminó transformándose en un actor político, dentro y fuera de la universidad.

No recuerdo un momento o evento en específico que marque el nacimiento del MEHG, ni tampoco el día en que comenzamos a auto-identificarnos con ese nombre. Lo que sí tengo claro es que eso sucedió en algún momento durante el primer semestre de 2010, en medio de una coyuntura muy particular en el seno de la organización estudiantil en geografía. Desde hacía algunos meses la ASEGE -Asociación de Estudiantes de Geografía, órgano formal de representación estudiantil- estaba prácticamente clausurada. Normalmente, las elecciones para representación estudiantil se realizaban hacia el final de año, de forma tal que el grupo escogido trabajaría al frente de la Asociación durante todo el año siguiente. No recuerdo por qué motivo, pero al final de 2009 no se hizo elección, lo cual condujo a una especie de “cierre técnico” de la ASEGE para 2010.

Frente a este vacío, decidimos actuar. De manera informal y auto-convocada, comenzamos a organizarnos y a ocupar el espacio de la ASEGE, inclusive, el espacio físico. Esto provocó fuertes tensiones y conflictos con otros estudiantes, principalmente, aquellos que habían ocupado la Junta Directiva durante 2009, los cuales seguían asumiendo como representantes estudiantiles oficiales (por ejemplo, aún conservaban las llaves de la oficina de la ASEGE). Durante 2010 esto provocó una agria disputa entre los diferentes sectores estudiantiles, la cual asumió una forma binaria: “radicales/sociales” vs. “conservadores/SIG”, con mutua intransigencia y hostilidad. Lamentablemente, estas tensiones entre estudiantes –quienes éramos compañeros/as en cursos- fueron, en buena medida, azuzadas por añejos rencores de algunos docentes de geografía, los cuales buscaron instrumentalizar a las y los estudiantes para mover sus propias agendas.

Luego de varios meses en ese impasse, a finales de 2010 se realizaron elecciones para la Junta Directiva de la ASEGE, en la cual se enfrentaron los dos sectores en disputa, con resultado favorable para nosotros. Recuerdo haber celebrado con gran alegría esa victoria electoral. En esta nueva etapa, el trabajo del MEHG se traslapó con la ASEGE, sin embargo, siempre tuvimos muy claro que eran espacios diferentes y que sería un grave error confundirlos. De hecho, en esa Junta Directiva de ASEGE (que trabajó durante 2011) también hubo participación de personas externas al MEHG, sin embargo, la presidencia sí fue ocupada por uno de nosotros: Dany Villalobos.

En términos generales, lo que motivó la conformación del MEHG fue una necesidad muy grande de ampliar nuestro horizonte y de conocer otras referencias, teóricas y políticas, dentro de la geografía y las ciencias sociales en general. Teníamos noción de ciertas cosas, discusiones que se daban en otros países, algún autor o autora por aquí y por allá, sin embargo, eran muy escasas las referencias que teníamos en el pensamiento geográfico social-crítico, sobre todo, aquel que se producía en nuestra propia región, en América Latina. No quiero ser malagradecido: la Escuela de Geografía nos proporcionó una buena formación, sin embargo, es innegable que este constituye uno de sus puntos más débiles, con algunas brillantes excepciones, como por ejemplo el profesor Carlos Granados.

De manera casi auto-didacta, “sin mapa”, asumimos el desafío de construir una geografía crítica, que se posicionara activamente en asuntos de la realidad universitaria, nacional y regional, comprometida con los procesos de transformación y lucha social. Recuerdo en aquel entonces leer un manifiesto de GeoRaizAL –Red de Geografía Crítica de Raíz Latinoamericana, de la Universidad Externado, Colombia- el cual plasmaba en texto aquellas inquietudes que para nosotros aún eran un tanto vagas y amorfas. Ese manifiesto –el cual hacía referencia a algunos autores/as latinoamericanos/as, que luego nos dimos a la tarea de buscar- definía mejor la perspectiva del MEHG que lo que nosotros mismos hubiésemos logrado hacer.

De esa forma, fuimos construyendo un discurso propio dentro de la Escuela de Geografía, contestatario y disonante, el cual criticaba frontalmente una corriente que en aquel entonces comenzaba a tomar fuerza y que hoy, una década más tarde, se ha consolidado como perspectiva hegemónica: la geomática y los SIG (sistemas de información geográfica). Nuestra crítica no era hacia los SIG como tales, sino hacia una visión que reduce la geografía a los SIG, a la técnica; siempre los vimos como herramientas para el quehacer geográfico, como un medio y no como un fin en sí mismo. De hecho, en aquel momento –bajo la dirección del profesor Rafael Arce- comenzó a plantearse la idea de un nuevo plan de estudios en geografía, en cuya discusión participamos activamente (inclusive, elaboramos una propuesta propia, luego de haber revisado distintos programas en universidades de otros países).

Un episodio concreto que ilustra estas disputas epistémicas y políticas dentro de la comunidad geográfica fue un conversatorio realizado en marzo de 2012, en conmemoración de los 15 años de la Escuela de Geografía, en donde hubo participación de varias generaciones de geógrafos/as, entre estas, la nuestra. En aquella ocasión, “Checho” asumió el desafío y realizó una exposición en la cual plasmaba la perspectiva del MEHG, señalando, entre otras cuestiones, que “la Escuela de Geografía está bastante desligada de las Ciencias Sociales, a pesar de estar dentro de esta Facultad” (link para nota de prensa sobre el evento: https://www.ucr.ac.cr/noticias/2012/03/29/escuela-de-geografia-reflexiona-sobre-sus-15-anos-de-existencia.html). Al final, esta fue una batalla perdida: años más tarde –alrededor de 2015- se hizo realidad el nuevo plan de estudios, el cual vino a reestructurar de manera significativa el perfil de la carrera, mucho más próximo de las ingenierías y las ciencias exactas y aún más lejos de las ciencias sociales, las humanidades y el pensamiento crítico.

Otro evento importante en esta historia fue el XIII EGAL -Encuentro de Geografías de América Latina-, realizado en Costa Rica, en julio de 2011. Nuestro país fue sede del principal encuentro de la comunidad geográfica de América Latina, en donde recibimos la visita de más de mil personas, entre académicos/as y estudiantes. Sin lugar a dudas, fue un evento que nos impactó mucho, sobre todo, porque nos abrió un horizonte amplísimo y nos permitió conocer personas, ideas y discusiones que se estaban dando en otros países de la región. Para este evento, desde el MEHG elaboramos un material escrito, el cual recogía un conjunto de artículos y notas cortas de nuestra autoría, con el sugerente título de “Revista ILEGAL”. Asimismo, durante esos días montamos en la Plaza 24 de Abril un modesto espacio físico para distribuir la revista, llamado “Kiosco Ilegal”, en donde también colgamos un mapa de conflictos socioambientales de Costa Rica, que llamó la atención de propios y extraños. Inclusive, el último día del evento organizamos una fiesta en la casa de “Cof”, la cual quedó en la memoria de todos/as como la “Fiesta Ilegal”, con presencia de compañeros/as de Brasil, México, Perú, Chile, etc.

Más allá del ámbito estrictamente geográfico-académico, el MEHG se involucró activamente en un conjunto de luchas sociales y ambientales que se estaban llevando a cabo en Costa Rica en aquel entonces. Entre estas, destaca nuestra participación en la lucha contra dos megaproyectos en la Zona Sur del país: la represa El Diquís y el Aeropuerto Internacional del Sur, así como contra el proyecto de minería a cielo abierto en Crucitas, en la Zona Norte. Estuvimos presentes en diferentes eventos y encuentros del movimiento socioambiental, entre estos, el VI Encuentro Mesoamericano Contra Represas, realizado en setiembre de 2011, en Pacuare de Turrialba, así como la Jornada Contra Megaproyectos en el Sur, realizada en octubre de ese mismo año, en la cual caminamos junto con las comunidades indígenas y campesinas desde Térraba hasta Curré, en defensa de sus territorios. Asimismo, también luchamos en defensa del Fondo Especial para la Educación Superior –FEES-, coyuntura en la cual participamos en la toma estudiantil del edificio de Ciencias Sociales, en agosto de 2010.

Viéndolo en retrospectiva, podría decirse que el MEHG fue un colectivo que elaboró su reflexión y su acción desde el campo de la ecología política, aunque en ese momento no nos auto-identificáramos con ese nombre. Muchas de las luchas en las cuales nos involucramos tienen como denominador común la conflictividad socioambiental y la defensa de los territorios y bienes comunes frente al extractivismo. Además, de manera un tanto espontánea, el colectivo asumió una metodología de trabajo característica de la ecología política, sobre todo, la de raíz latinoamericana: el vínculo estrecho entre las reflexiones teóricas y la praxis política, el diálogo entre la academia y las luchas socioambientales.

En retrospectiva también se puede identificar una serie de sesgos, omisiones y limitaciones del MEHG. La principal limitación –desde mi perspectiva- era una muy débil, casi nula, consideración sobre cuestiones de género, evidenciado en el hecho que éramos un grupo enteramente masculino. Hoy, una década más tarde, es fácil observar eso, en buena medida porque ha sido una década de intensas luchas feministas, que han arrojado luz sobre las múltiples formas en cómo las desigualdades de género se manifiestan en la sociedad, inclusive, en los movimientos sociales. Asimismo, otra auto-crítica que se podría hacer es que era un colectivo con mucha energía, fuerza, creatividad y talento, pero con escasa planificación estratégica. Fue todo muy espontáneo y muy intenso.

El final del MEHG se dio con nuestra salida de la universidad en condición de estudiantes, alrededor de 2012. Tampoco puedo pensar en un momento o evento puntual que marque el fin del ciclo, simplemente se fue apagando, de forma también espontánea, difusa. Algunos nos hemos mantenido más cercanos a los temas y actividades que en aquel entonces nos convocaron (“Checho” ha trabajado en el programa Kioscos Socioambientales de la UCR durante una década, acompañando procesos de defensa comunitaria de los territorios; Dany cuenta con una intensa experiencia en el activismo socioambiental, actualmente ocupando la presidencia de la Federación Ecologista Costarricense –FECON- y yo he seguido vinculado a la geografía social y la ecología política, desde la academia). Otros han trazado caminos diferentes (“Maja” se ha formado como realizador audiovisual y cuenta con una rica producción en este campo; “Cof” se ha dedicado al turismo ecológico y Julio -el único que tenía experiencia en el activismo ecologista antes de la existencia del MEHG- se ha dedicado al trabajo en una empresa familiar). Sin embargo, más allá de los caminos que cada uno ha seguido, más allá de lo que el MEHG hizo o no hizo en aquellos años, de las luchas ganadas y perdidas, de los aciertos y los errores, este espacio fue, para todos nosotros, una escuela para el resto de la vida, una experiencia que nos acompañará para siempre.