APALABRAR EL TIEMPO

Por Memo Acuña ( sociólogo y escritor costarricense)

Quizás por lo intenso del periodo contingente que nos ha tocado vivir, el tiempo ha sido un proceso tan relativo que nos ha hecho inscribir duraciones largas y cortas allí donde los hechos han sido iguales para todos.

Desde el punto de vista del trabajo con la memoria, los acontecimientos que marcan cambios o recuerdos colectivos de alguna manera complejos, son representados por fechas, o como bien dice la investigadora argentina especialista en estos temas, Elizabeth Jelin, fechas infelices.

Recordar por ejemplo, para el caso costarricense, la fecha del 6 de marzo de 2020, como el día que las autoridades nacionales anunciaron la aparición del primer caso positivo con COVID-19, una turista estadounidense llegada al país a inicios de mes y que fuera aislada junto con su pareja en un hotel de San José.

Ya pocos recordamos este evento, tal vez porque significa la apertura de un periodo de la historia global, pero también subjetiva, marcada por la incertidumbre, el riesgo y el miedo real a una amenaza a la vida misma.

Luego vinieron las formas de cuidado, la palabra protocolo que se hizo tan cotidiana (formas de toser, de estornudar, de saludarse). Más adelante las mascarillas y posteriormente las vacunas como remedio paliativo para detener los contagios.

Se hizo necesario cambiar los patrones de comportamiento individual, modificar los rituales de afecto e intercambio físico de las personas, aspectos que indudablemente quedarán para siempre transformados.

A todas luces se trata de un momento histórico que, como hemos dicho ya en varias reflexiones, ha producido tensiones a las subjetividades que han debido restituirse con nuevas herramientas. Esto no ha sido gratuito y le ha cobrado factura a su salud y su calidad de vida.

Una de las formas de reparación se encuentra justamente en reconocer los hitos que el tiempo ha marcado en este periodo. Se trata de apalabrar las fechas significativas para cada quién: las de las pérdidas, las de los anuncios de un resultado de prueba positivo, las de la conclusión de un periodo de cuarentena.

Todas estas fechas hacen parte de la memoria individual pero que luego construirá sin lugar a dudas la memoria colectiva formada de recuerdos sobre este tránsito complejo, indeterminado, todavía en transcurso.

Le invito a apalabrar su tiempo. El mío en esta coyuntura empezó el domingo 15 de marzo de 2020 al regreso de un viaje por Centroamérica vía terrestre. Ese día por la noche las fronteras regionales fueron clausuradas como medida para controlar la propagación del virus que ya a esas alturas era inevitable. Luego otras fechas con pérdidas familiares que hay que decir y nombrar para repararlas.

Yo estoy en la tarea. Inténtelo. Vale la pena.