Monseñor Óscar Arnulfo Romero es un referente en la lucha por los derechos humanos en América Latina. Como arzobispo de San Salvador, alzó su voz contra la violencia, la represión y las injusticias que azotaban a los más pobres y vulnerables. Desde el púlpito, denunció las violaciones de derechos humanos y se convirtió en un faro de esperanza para su pueblo en medio de la crisis social y política.
Su mensaje y su práctica representaron el compromiso con la opción preferencial por los pobres, que no se limitó al discurso, sino que implicó la disputa de sentidos y espacios en defensa de la vida humana en todas sus dimensiones: esa práctica de libertad que garantiza el acceso a la salud, la educación y el trabajo digno.
Su valentía le costó la vida el 24 de marzo de 1980, cuando fue asesinado mientras oficiaba misa. Sin embargo, su legado sigue más vigente que nunca. Su mensaje de amor, justicia y paz continúa inspirando a quienes luchan por un mundo más equitativo y humano, así como a aquellos comprometidos con la memoria y la reparación frente a las injusticias que, desde la impunidad y el poder, buscan perpetuar los privilegios.
Este es un esfuerzo que realizamos para rescatar el pensamiento y la práctica latinoamericana y caribeña, enraizados en nuestros pueblos en la búsqueda y lucha por una vida digna. Con él, reforzamos el compromiso con una visión de los bienes comunes, enfrentando los legados racistas, coloniales y machistas que han estructurado nuestras sociedades. Es desde las prácticas de liberación de los diversos sujetos —individuales y colectivos— que se han construido alternativas para sociedades más justas
A través de esta infografía, te invitamos a conocer su vida, su lucha y las palabras que lo convirtieron en un hombre del pueblo, que vivió y murió por una vida digna para todos y todas.
Este sábado 22 de marzo a las 3 p.m. en el Centro de Amigos para la Paz conmemoraremos el 45 aniversario del asesinato de Monseñor Romero, venga a compartir una reflexión sobre su vida, su ejemplo y cómo su mensaje nos guía en la coyuntura actual.
Invitan Centro de Amigos para la Paz y Capítulo Costa Rica – World Beyond War.
El próximo 30 de mayo se cumplirán 37 años del horroso crimen de La Penca, perpetrado con la finalidad de asesinar a Edén Pastora, en el marco de la lucha interna en Nicaragua entre la contra y el régimen sandinista. Tras dicho atentado que pretendía materializarse en una conferencia de prensa a orillas del rio San Juan, el Comandante Cero resultó severamente herido y se perdieron 7 vidas y hubo 22 heridos más, tras el estallido de una bomba, que aún hoy se desconoce quien la puso. Entre los fallecidos, valerosos trabajadores de la presa, cito a Lynda Frazier (del Tico Times), Jorge Quirós, Evelio Sequeira, Carlos Vargas Genè y Roberto Cruz (murió tiempo después por las secuelas). Entre los periodistas gravemente heridos y que hoy nos sobreviven Nelson Murillo, José Rodolfo Ibarra, Edgar Fonseca y don Gilberto Lopes.
Esa página negra en la historia patria dará origen a través de un decreto ejecutivo de 2010, a la creación del Día del Periodista.
Tras casi 4 décadas, no hay acusados y la justicia nacional e internacional le ha fallado al país y a las familias de fallecidos y sobrevivientes.
Esta fecha no puede pasar desapercibida. Constituye una gran afrenta a nuestra democracia, pues conforme pasa el tiempo se llegan a conocer mayores detalles y se pone en evidencia la complicidad de autoridades nacionales y de cuerpos de seguridad para que se perpetrara dicho atentado, ejecutado en territorio nicaragüense pero orquestado desde Costa Rica donde “otros movieron los hilos”.
Presumo que más de la mitad de quienes leerán esta nota, aún no habían nacido en ese momento. Y es que nos corresponde desmitificar que durante toda nuestra historia hemos sido un remanso de paz, de dicha y felicidad. Y que como los ticos hemos sido vistos tan buena gente y como mansos corderos, pareciera que fuerzas divinas nos han visto con sumo agrado y eso nos ha permitido vivir en medio de la virtud y de la abundancia. Nada más alejado de la realidad. Costarricenses hasta no hace mucho el país y Centroamérica entera, estuvo envuelta en graves y profundos conflictos donde la sangre inocente de miles de hermanos, fue derramada en Nicaragua, Guatemala y El Salvador. Toda esto ocurrió a muy pocos kilómetros de nuestras fronteras. El genocidio en Guatemala donde el general Ríos Montt masacró y provocó la muerte de miles y miles de indígenas. Guerra civil en El Salvador por los combates y enfrentamientos entre el ejército y la guerrilla; entre las víctimas encontramos religiosas asesinadas por los fusiles del ejército y su temible batallón Atlacatl, la invasión al campus de la Universidad Centroamericana y el cobarde asesinato de Ignacio Ellacuría, así como de otros padres jesuitas y el martirio de monseñor Romero, hoy merecidamente canonizado por la iglesia.
Por eso resulta dolorosa la tozudez de autoridades educativas por bajarle el perfil a asignaturas tan importantes como lo son Estudios Sociales y Educación Cívica. Importantes contenidos en los programas de estudio de esas asignaturas en secundaria han estado asociados lógica y naturalmente al estudio de la historia; historia patria e historia de Centroamérica, así como la consolidación de nuestras instituciones democráticas y valores fundamentales como el derecho a la vida y a la libertad de la prensa, debidamente consagrados en nuestra Constitución Política.
De ninguna mara podemos ir a la celebración de un cacareado Bicentenario con una visión parcial de la historia patria. Lo he dicho en otros momentos, se equivocan las autoridades educativas una y otra vez en que pruebas FARO y pruebas ISA no incluyan Estudios Sociales y Educacion Cívica, o será más bien que deliberadamente se quiere que se olvide todo esto y se profundice el mito fundante de que los ticos nunca hemos sufrido conflictos, guerras o violencia alguna. Por ejemplo, ignorar que muchas de las conquistas sociales que hoy disfrutamos fueron concesiones gratuitas de las clases dominantes y que no costaron vidas ni sangre ni lágrimas de otro costarricense que nos ha heredado esta patria. O que luchar por la libertad, la justicia y que la prensa realmente esté al servicio de la verdad ha costado hasta la vida y salud de valientes costarricenses.
Tras los horrores de la década de los ochenta vinieron los acuerdos de paz suscritos en Esquipulas y Chapultepec. Legaba la paz sobre todo a Guatemala y El Salvador. Pero hoy con estupor y dolor miramos las desgarradoras imágenes de caravanas de centroamericanos migrando hacia el norte en busca de una mayor calidad de vida, que su propio país no fue capaz de brindarles. A lo mejor llegó la paz a Centroamérica pero no así se detuvo la desigualdad y el agresivo proceso de acumulación de riqueza, hoy acelerado por la codicia y los efectos de la pandemia.
Por eso hoy debemos hacer un alto en el camino y honrar merecidamente a quienes perdieron su vida aquel 30 de mayo y a quienes resultaron seriamente heridos. No contribuyamos, con nuestra indiferencia a echar una palada más para que convenientemente se olvide tan macabro hecho. No lo merecen las familias de quienes perdieron su vida ni tampoco quienes aún hoy conviven con nosotros: Edgar Fonseca, Rodolfo Ibarra, Nelson Murillo y Gilberto Lopes. Para ustedes, grandes costarricenses y buenos periodistas, nuestra admiración y respeto imperecederos. Sigan haciendo periodismo grande, bueno, del que marca diferencia. Costa Rica los necesita.
Te rezaré, pero no como lo hacen los cobardes. Lo haré como vos mismo lo harías: poniéndole a las balas el pecho de montaña que nuestra Madre nos plantó desde sus entrañas luminosas. Lo haré como lo hizo el niño Debravo, gritando que Dios no nos quiere de rodillas ignorados en los templos; ni atados de pies y manos en ese poste donde sólo se esclavizan aquellos que desfallecieron aplastados por una tonelada de papel periódico repleta de mentiras y blasfemias. Yo oraré por vos ahora que por fin en la Sede de todo descubrieron tu santidad obrera y campesina; tu santidad de Madre y Padre asesinados por el mismo criminal que cortó las venas de miles de indígenas cuyo único pecado fue luchar por haber sido despojados de todo menos de su dignidad. Te rezaré con la lengua mutilada de tantos seres humanos que desde su dignidad continúan gritando la crueldad anticristiana de este mundo al revés que ha dejado sin voz a los mejores voceros comunales de los pueblos. Yo te rezaré, Compañero San Romero de América, te rezaré como vos mismo lo hiciste; caminando los caminos con todos los marginados y oprimidos nuestros, esclavos masacrados por la aporofobia y la explotación de las Bolsas y las Cámaras. Así lo haré, porque sé, ahora que por fin han aceptado tu Santidad, que vos, Santo Compañero, llevarás hasta los Cielos el inconfundible perfume de tu curativo nombre y purificarás de paso el ancho portón por el que ahora habrán de salir de su zona de confort, tus colegas celestiales que ya se han olvidado de esta Tierra. Amén!
Comunicado. El Centro de Amigos para la Paz CAP, les invita de manera muy cordial y fraterna al Acto de Celebración de la Vida de Monseñor Romero, este miércoles 24 de marzo del 2021, a las 6:00pm, hora de Costa Rica.
Acompáñenos por Zoom: t.ly/xIv4 ID de reunión: 865 5422 7177 Código de acceso: 684912
Vea el acto por Facebook Live: t.ly/pbmD
Una actividad especial que realizaremos de manera virtual, con la participación musical de Mezcla de Elementos y Son de la Tierra, la participación de personas que en su momento compartieron con Monseñor Romero, información documental relativa a la vida y muerte de Monseñor Romero y un cierre con peticiones y devocional.
Con el apoyo de la Red Ecuménica de Lectura Popular de la Biblia.
A 41 años del asesinato de Monseñor Romero, su mensaje sigue vigente hoy más que nunca, cuando la represión y la injusticia retoma fuerza en nuestra América Latina y el mundo en general.
POR LA JUSTICIA, LA PAZ Y LOS DERECHOS HUMANOS.
Para preguntas: centroamigosparalapaz@gmail.com
Acompáñenos y Apoye en la divulgación de la actividad
Monseñor Óscar Arnulfo Romero / 40 Aniversario de su martirio
¿Qué nos inspira a hacer hoy Monseñor Romero?
“No nos cansemos de obrar el bien,
que a su debido tiempo podremos cosechar,
si no desfallecemos”
Gal 6:9
La memoria de la Iglesia y de los pueblos empobrecidos de Nuestramérica hoy recuerda un año más del vil asesinato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, santificado por el pueblo desde hace muchos años.
El 24 de marzo de 1980, en plena celebración eucarística, fue cruelmente mancillado el profeta del pueblo salvadoreño, quien desde el púlpito y pastoral hizo realidad el mensaje del evangelio: vida en abundancia para todas las personas. Mensaje que era contravenido por el ejército salvadoreño y otros grupos de poder que, al igual que hoy en día, superponen su interés individual sobre el bienestar colectivo.
La memoria de Romero sigue viva en el legado de las Comunidades Eclesiales de Base y muchas otras iglesias que hoy apuestan por la fidelidad al Evangelio de Jesús de Nazaret.
Desde el DEI, al que Romero visitó en los años 70, reafirmamos nuestra opción por ese evangelio liberador, con opción preferencial por las personas empobrecidas y todas aquellas poblaciones históricamente violentadas, discriminadas y excluidas.
Nos unimos a la voz de Romero que todavía clama «¡Cese la represión!», en solidaridad con todos los pueblos que todavía sufren el yugo imperialista, que es la expresión estructural del pecado.
Hoy ¿cómo nos inspira la vida de Monseñor Romero? ¿Qué fuerza tiene su legado en el trabajo que realiza el DEI?
Aprendemos de Monseñor la radicalidad en la opción por las personas empobrecidas. Una opción que nos desafía. Siempre que vamos a tomar una decisión, es necesario ponernos en el lugar de las personas empobrecidas que tienen rostros de mujeres, de indígenas, afrodescendientes, trabajadores y trabajadoras, campesinas y campesinos, de personas diversas LGBTIQ+
Seguir caminando con Romero es asumir el compromiso pastoral y político de estar y hablar desde ese lugar, compromiso de acompañamiento, solidaridad junto a quienes más lo necesitan.
Monseñor Romero nos inspira en la radicalidad para con la verdad.
En un mundo que teme algunas verdades, donde los grupos de poder juegan con la gente y se deslizan imponiendo sus intereses a cualquier precio, hay que volver hablar de la verdad o de las verdades que los poderosos no quieren escuchar.
Con Monseñor Romero aprendemos el compromiso de la religión, del cristianismo con la justicia, con la solidaridad, con la dignidad de nuestros pueblos. En un momento de la historia en que utilizan el nombre de Dios para atemorizar, para engañar, para discriminar y excluir… evocamos y aprendemos de Monseñor Romero para que nos ayude a mantenernos en la fidelidad al Evangelio de Jesús, con amor, solidaridad y profetismo.
Repasando algunas fotos de Monseñor Romero, llama la atención verle rodeado siempre de la gente más sencilla. Y él aparece feliz, conversando, conviviendo, escuchando, amando… ese es un desafío para el DEI, para las comunidades, las iglesias y organizaciones… estar con la gente, aprender unos de los otros, de las otras y sentirse feliz en estar en comunidad.
Este 40 aniversario del martirio de Monseñor Romero encuentra a la humanidad en una crisis profunda, que nos enseña que estamos en un mismo barco, en un mismo mundo, en un mismo planeta.
Recordamos las palabras de Monseñor cuando dijo, parafraseando: «mi posición de pastor me obliga a ser solidario con todo el que sufre y a acuerpar todo esfuerzo por la libertad y la dignidad de las personas».
Una solidaridad que no se limita a una actitud paternalista, aunque en ese momento necesitamos cuidar unos de los otros en necesidades concretas… pero también toca ir más allá, somos desafiados a asumir, como Romero, una solidaridad que se manifiesta como una fuerza ética y profética que interpela a las estructuras injustas e inhumanas.
Que la actitud solidaria, de cariño y de entrega de Romero nos inspire al cuidado de las y los pequeños y al cuidado de la Tierra para que vuelva a ser una casa para todas y todos.
Nuestro querido San Romero decía “Ningún cristiano debe sentirse solo en su caminar, ninguna familia tiene que sentirse desamparada, ningún pueblo debe ser pesimista, aún en medio de las crisis que parecen insolubles, como la de nuestro país (y nosotros, nosotras decimos «como la que estamos viviendo»). Dios está en medio de nosotros, nosotras, nosotres. (16 de diciembre de 1979)
Silvia Regina de Lima Silva
Equipo de trabajo del DEI
Monseñor Romero.
Enviado porDEI Departamento Ecuménico de Investigaciones.
El próximo sábado 23 de marzo a las 4 p.m. se llevará a cabo la conmemoración, caminata y concierto de concientización y unión por el aniversario del asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
Porque la coyuntura nos llama a unir y potenciar esfuerzos.
El encuentro se realizará en la Plaza de la Cultura (frente al Teatro Nacional) y consistirá en una caminata hacia el Centro de Amigos para la Paz (CAP). Se realizarán al menos 3 estaciones: Ecología, Indígenas, Jóvenes.
A las 5:30 p.m. se podrá disfrutar del Concierto de Concientización y Unión en el CAP.
Centro de Amigos para la Paz: Avenida 6 Bis, Calle 15, entre Av. 6 y 8. Costado Oeste de los Tribunales de Justicia. 150 metros. Sur y 25 metros Oeste de la esquina Suroeste del Museo Nacional. Tel. 2222-1400.
Concierto de concientización y unión por el aniversario del asesinato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, porque la coyuntura nos llama a unir y potenciar esfuerzos.
Sábado 24 de marzo a las 7 p.m. en el Centro de Amigos para la Paz.
Monseñor Romero tras su muerte. Foto: archivo AP Eduardo Vázquez Becker.
Hoy hace treinta y seis años mataron a Óscar Arnulfo Romero mientras oficiaba misa. Era el arzobispo de San Salvador; eso, a mí, no me dice nada, excepto que tenía poder dentro de la Iglesia Católica salvadoreña. ¡Era la reencarnación del Evangelio!, eso a mí me dice todo.
En este país, donde reina el palanganeo, el oportunismo, el servilismo, el amiguismo, el entreguismo y la corrupción, aún dentro de las organizaciones que se dicen progresistas o de izquierda, recordar su pensamiento enraizado en el camino de su Maestro, nos puede dar esperanza y horizonte ético.
Comparto las siguientes citas, sin orden cronológico, todas salen de sus homilías.
No hay pecado más diabólico que quitarle el pan al que tiene hambre.
Ante un santo las sombras huyen, la justicia se enoja, hay violencia, quitan la vida.
¿No les parece, hermanos, un ultraje a la pobreza de nuestra patria esta danza de millones?
He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirles que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección. Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño. Se lo digo sin jactancia, con la más grande humildad. Como pastor estoy obligado por mandato divino a dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadoreños, aun por aquellos que vayan a asesinarme. Si llegaran a cumplirse las amenazas, desde ya ofrezco mi sangre por la redención y resurrección de El Salvador. El martirio es una gracia que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad. Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como un testimonio de esperanza en el futuro. Puede usted decir, si llegasen a matarme, que perdono y bendigo a quienes lo hagan. Ojalá, sí, se convenzan que perderán su tiempo. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás.
Hermanos, son de nuestro mismo pueblo; matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: No matar…Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios (…). En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión!
No sean sanguinarios como Herodes. No sean serviles como los soldados que, a órdenes de Herodes, van a matar a inocentes. No sean crueles. No torturen. No maltraten.
Conviértanse. No pueden encontrar a Dios por esos caminos de torturas y de atropellos. Ustedes que tienen las manos manchadas de crimen, de tortura, de atropello, de injusticia, ¡conviértanse! Los quiero mucho. Me dan lástima, porque van por caminos de perdición. La Iglesia señala los grandes pecados de los militares, pero los está llamando a conversión.
El rico que está de rodillas ante su dinero, aunque vaya a misa y aunque haga actos piadosos, si no se ha desprendido en el corazón del ídolo dinero, es un idólatra, no es un cristiano. No hay más que una Iglesia, la que adora al verdadero Dios y la que sabe dar a las cosas su valor relativo.
Quiero hacer un llamado fraternal, a la pastoral, a la oligarquía para que se convierta y viva, y haga valer su potencia económica en favor del pueblo (…). Compartan lo que son y tienen. No sigan callando con la violencia a los que les estamos haciendo esta invitación, ni mucho menos continúen matando a los que estamos tratando de lograr haya una más justa distribución del poder y de la riqueza de nuestro país. Y porque la Iglesia es Madre, les dice también a los ricos y a los poderosos: ¡conviértanse, hijos! ¡Conviértanse! (…). No hagan leyes para defender su minoría. Hagan leyes para defender la pobreza. Hagan disposiciones. Admitan en el diálogo no solamente a la gente que piensa como ustedes, admitan también al campesino que se muere de hambre y por morirse de hambre se organiza, no para la subversión, sino para sobrevivir.
Soy simplemente el pastor, el hermano, el amigo de este pueblo, que sabe de sus sufrimientos, de sus hambres, de sus angustias; en el nombre de esas voces yo levanto mi voz para decir: no idolatren sus riquezas, no las salven de manera de que dejen morir de hambre a los demás (…). Hay que saber quitarse los anillos para que no le quiten los dedos. Nuevamente, a nombre de nuestra Iglesia, les hago un nuevo llamado para que oigan la voz de Dios y compartan con todos gustosamente el poder y las riquezas, en vez de provocar una guerra civil que nos ahogue en sangre. Todavía es tiempo de quitarse los anillos para que no les vayan a quitar la mano. Es mejor, repitiendo la imagen ya conocida, quitarse a tiempo los anillos antes que les pueden cortar la mano.
No es un prestigio para la Iglesia estar bien con los poderosos (…). Este es el prestigio de la Iglesia: sentir que los pobres la sientan como suya, sentir que la Iglesia vive una dimensión en la tierra llamando a todos, también a los ricos, a convertirse y salvarse desde el mundo de los pobres, porque ellos son únicamente los bienaventurados.
No usemos, queridos capitalistas, la idolatría del dinero, el poder del dinero, para explotar al hombre más pobre. Ustedes pueden hacer tan felices a nuestro pueblo si hubiera un poquito de amor en sus corazones. ¡Qué instrumentos de Dios serían ustedes con sus arcas llenas de dinero, con sus cuentas bancarias, con sus fincas, con sus terrenos, si no los usaran para el egoísmo, sino para hacer feliz a este pueblo tan hambriento, tan necesitado, tan desnutrido…
Cómo quisiera yo, hermanos, que un día, todos los que hoy van sembrando el terror como Saulo por Jerusalén y la Tierra Santa se convirtieran. No los odiamos. Desde el altar pedimos a Dios: ‘Dales, Señor, el arrepentimiento. Que vuelvan por los caminos de la piedad. Que se den cuenta del horrendo crimen que cometen para que sean, un día, también, santos, como bienaventurados del cielo.
Todavía es tiempo de no pagar ya con tanta sangre… Creo, hermanos, que podamos tener todavía una salida a la paz y a la justicia sin tener que pagarla con tanta sangre como sería una insurrección que vendría cuando ya se han agotado todos los medios pacíficos. Todavía no se han agotado.
Despojaos a tiempo; si no, os despojarán. Esto es lo que la Iglesia está diciendo también: ¡Sean generosos! ¿Qué pueden aportar? No es posible que sigan disfrutando egoísticamente lo que es de todos. Participemos todos; compartamos como hermanos; todavía es tiempo de resolver con caridad y amor, con justicia y racionalidad. Si no, después nos despojarán a la fuerza y entonces, sí, será a base de sangre. ¡Son victorias muy caras! ¡Ojalá que no tengamos que llegar a eso!
¡Que su semilla de lucha esperanzadora llegue al corazón de todos los pueblos de este continente tan adolorido!