El pasado 7 de diciembre del 2023, la Fiscalía Adjunta de Narcotráfico y Delincuencia Organizada, solicitó al Juzgado de Buenos Aires de Puntarenas el sobreseimiento definitivo del proceso penal por el homicidio político contra el líder indígena Sergio Rojas del Pueblo Bribrí de Salitre. Sergio fue una persona clave en el levantamiento y defensa de los pueblos originarios del Sur por sus derechos de territorio, así como por la lucha de condiciones dignas para reproducir la vida. Sin embargo, después de 4 años su homicidio sigue impune.
Le invitamos a firmar esta carta dirigida a dicho Juzgado para hacer ver que no queremos más impunidad ni acciones en detrimento de la vida de los pueblos indígenas, así como acuerpar su derecho a existir.
Para leer el texto completo de la carta y firmar puede seguir este enlace.
“…expresamos rechazar la solicitud de la fiscalía para dar sobreseimiento definitivo del caso de Sergio Rojas Ortiz, del clan uniwak. Nos despedimos, esperando justicia para los pueblos y que los procesos aclaren estos crímenes políticos contra nuestros dirigentes”. FRENAPI
SURCOS comparte la carta enviada por el Frente Nacional de Pueblos Indígenas al Juzgado Penal de Buenos Aires.
10 de enero 2024
Señores/as: Juzgado Penal de Buenos Aires Corte Suprema de Justicia de Costa Rica Asunto: Solicitud de Justicia para Sergio Rojas Ortiz
Estimado Señores/as:
Expresamos nuestros saludos a ustedes que representan e interpretan la máxima aspiración de justicia para nuestro país.
Costa Rica se caracteriza como país de democracia, paz y justicia, en igualdad de condiciones, en el marco del derecho humano. Después de sus cimientos en un atroz genocidio y etnocidio, contra los pueblos indígenas.
Costa Rica funda los principios de su democracia con el asesinato de cientos de indígenas, entre ellos la de Apa Blu Presbere 1710, posteriormente la de Antonio Saldaña 1910 y muchos otros más, estrechamente vinculados con el uso y las posesiones ilegales de las tierras de los pueblos indígenas.
Entre los hechos más recientes mencionamos el asesinato de Jerhy Rivera en Térraba y la de Sergio Rojas en Salitre. También vinculado con la defensa de los derechos legítimos de los pueblos indígenas.
Este último hecho se dio hace más de 4 años, específicamente el lunes 18 de marzo 2019, un hecho repudiado y cuestionado por organizaciones de derechos humanos, grupos sindicales y hasta organismos internacionales.
Sergio Rojas era un activista de los derechos humanos de los pueblos indígenas, fundador y asesor del Frente Nacional de los Pueblos Indígenas/ FRENAPI.
Después de varias amenazas de muerte, incluso encarcelamiento injusto, Sergio se le debió garantizar protección a su integridad y Vida, puesto que era beneficiario de la medida cautelar de protección dictada por la Comisión Interamericana de derechos Humanos / CIDH, desde el 2015.
Hasta la fecha con 4 años y más, la impunidad se fortalece con la solicitud de sobreseimiento definitivo del caso por parte de la fiscalía.
Los hechos de violencia han ido renaciendo en muchos/as liderazgos de orden institucional en los poderes del estado. En este caso el poder judicial, garante de la justicia no debe y puede sumarse en esas filas de la impunidad, complicidad e injusticias, que viven nuestros pueblos.
No sigamos perpetuando las injusticias históricas contra los pueblos. El poder judicial no puede ser parte de la estructura asimétrica y de impunidad contra los pueblos indígenas.
Los homicidios dados, han sido contra los activistas sociales, activistas de derechos humanos, contra los derechos de los más desposeídos, los más vulnerables y abandonados, por la estructura del Estado.
Estos pueblos requieren una pizca de la justicia pronto y cumplida, en igualdad de condiciones, y como simples depositarios de las leyes, hacerlas cumplir, para seguir fortaleciendo una nación más civilizada, inclusiva e integra.
Por tanto, expresamos rechazar la solicitud de la fiscalía para dar sobreseimiento definitivo del caso de Sergio Rojas Ortiz, del clan uniwak.
Nos despedimos, esperando justicia para los pueblos y que los procesos aclaren estos crímenes políticos, contra nuestros dirigentes.
Enmanuel Buitrago Páez, representante de la Coordinación Nacional del Frente Nacional de Pueblos Indígenas (FRENAPI), compartió un mensaje significativo para dar la bienvenida al nuevo año desde la voz del pueblo indígena bribri de Talamanca. En este mensaje, Buitrago Páez reflexionó sobre la importancia de los dos espíritus que coexisten en el ser humano: el terrenal y el divino, resaltando su relevancia para el equilibrio y la coexistencia armoniosa.
«El ser humano tiene dos espíritus, uno terrenal y otro a nivel divino. Ambos son importantes para nuestra coexistencia, fortaleciéndose cuando el espíritu terrenal se solidariza, practica la fraternidad, busca la paz, el amor por el trabajo, la honestidad y el compartir», expresó Buitrago Páez, destacando cómo estas acciones fortalecen el espíritu divino en la cosmovisión del pueblo bribri.
El mensaje del FRENAPI convoca a la unión de pueblos, organizaciones, instituciones y servidores para que el año 2024 sea una oportunidad para fortalecer el espíritu divino desde la acción terrenal. «Debemos seguir organizándonos para alcanzar ese proyecto de vida, donde la tierra representa la vida y la paz para nuestros pueblos», añadió.
En este sentido, Buitrago Páez enfatizó la importancia de ser tratados con dignidad, reclamando justicia, vivienda digna, educación y salud que respeten las realidades y culturas de los pueblos indígenas. Asimismo, hizo un llamado a la construcción de un país más inclusivo, promoviendo esta transformación de manera pacífica y no violenta.
«Con esta reflexión, convocamos a la convivencia, aspirando a construir un país, pueblo y comunidad mejor», concluyó el representante del FRENAPI, destacando la importancia de unir esfuerzos para lograr un futuro más justo e inclusivo para todos.
El 19 de diciembre de 2023, en el Segundo Circuito Judicial de San José se anuló la sentencia N.º 19 del 14 de abril de 2021, centrada en una disputa sobre territorios indígenas.
El proceso fue presentado por cinco sociedades representadas por Eladio Ramírez González. Buscaba el restablecimiento de derechos de posesión en territorio indígena. Sin embargo, la sentencia original, emitida por el Juzgado Civil, Trabajo y Familia de Buenos Aires, ha sido anulada debido a errores procesales y falta de congruencia, lo que generó inejecutabilidad.
El tribunal argumentó que la sentencia carecía de la debida identificación de las partes demandadas y no proporcionaba una descripción precisa de los terrenos en litigio, creando confusión. Además, se señaló la falta de especificidad en la parte dispositiva de la sentencia, planteando dudas sobre quién debía tener posesión de cada finca en disputa.
Uno de los elementos fundamentales del conflicto es la lucha por la aplicación adecuada de la legislación especial indígena, como el Convenio 169 de la OIT y la Ley Indígena 6172. Las personas demandadas argumentaron que la sentencia no consideró correctamente la especificidad de la ley indígena frente a la ley agraria, creando un choque normativo no resuelto.
La sentencia no abordó adecuadamente la excepción de prescripción y no analizó detalladamente la legislación indígena.
El recurso de apelación liderado por Pablo Sivar Sivar destaca la indebida interpretación y aplicación de la legislación indígena, así como la falta de fundamentación de la sentencia. La anulación de la sentencia brinda la oportunidad de corregir procedimientos y garantizar que se respeten adecuadamente los derechos territoriales de las comunidades indígenas en futuras resoluciones. Este caso destaca la complejidad de abordar conflictos territoriales en comunidades indígenas y la necesidad de una interpretación legal precisa.
El fallo subraya la necesidad de un enfoque legal más claro y específico al abordar conflictos territoriales en territorios indígenas. A medida que se avecina una nueva sentencia, se espera que el tribunal se centre en la identificación precisa de las partes y terrenos involucrados, evitando ambigüedades que puedan afectar la ejecutabilidad. Además, la atención a las normativas indígenas específicas, en armonía con las leyes agrarias, será crucial para evitar choques normativos en el futuro.
La resolución completa se puede obtener descargando el PDF adjunto.
☑Figuras indispensables para seguir tejiendo su historia ancestral
Uriel Rojas
Rey Curré y Boruca, son los dos territorios indígenas que representan a la cultura boruca.
Ambos, han vivido momentos críticos o procesos de riesgos de desaparición de sus valores culturales, los cuales con esfuerzos han podido conservar.
En Boruca, desde tiempos inmemoriales se practica trabajos asociados al algodón, entre ellos el hilado, el cual consiste en hacer de manera manual el hilo que se tiñe y se usa en los tejidos de algodón.
La ocupación reciente de Rey Curré, cuyos orígenes se remontan a principios del siglo XX fueron familias que venían de boruca y se situaron en las orillas del río Grande de Térraba.
En este lugar, se fueron poblando más y más hasta que se hizo una comunidad independiente de Boruca.
Sin embargo, a mediados de 1980, Boruca empezó a sufrir una decadencia en la práctica del hilado del algodón. Casi no quedaban personas que supieran hilar el algodón y tejer los hilos.
Recuerdan los mayores que se tuvo que recurrir a una señora de Curré que se llamaba Adela Rojas, para que le fuera a enseñar a algunas personas en Boruca, quienes, de manera entusiasta lograron rescatar este saber y ponerlo de nuevo al servicio de la comunidad, entre ellos doña Ángela González, quien se llego a convertirse en una pionera fundamental en esta misión.
De manera que el hilado es una costumbre ancestral que data de muchísimos años.
Dicho conocimiento se sigue conservando y transmitiendo de generación en generación.
Las hilanderas tienen magia en sus manos.
Listo el algodón, las hilanderas deslizan sus dedos cuidadosamente y van sacando los hilos uniformes en sus usos bailarines que servirán para hacer luego, los tejidos de algodón.
Ellas son figuras indispensables para seguir tejiendo la historia boruca y sin hilanderas no hay tejidos.
Hay que resguardar estos saberes ancestrales y fortalecerlo cada vez más.
Un platillo navideño típico en el Sur de Costa Rica
Uriel Rojas
Cada vez que llega diciembre y cambio de año muchas familias en el Sur de Costa Rica atizan sus fogones o colocan piedras sobre la superficie de la tierra para hacer fuego y cocinar los tamales de arroz.
¿Qué es un tamal de arroz?
Las familias costarricenses están acostumbradas al tamal de masa, un platillo tradicional durante las épocas navideñas, especialmente.
Pero en el Sur de Costa Rica, el tamal de arroz representa con honores la variada gastronomía de esta zona especialmente cuando nos referimos a la cultura indígena y chiricana.
El tamal de arroz requiere el mismo proceso preparativo que el tamal de masa, solamente que en vez de masa utiliza arroz, y sus demás ingredientes son bastantes similares.
Su exquisito sabor marca la diferencia y son pocos los pueblos que conservan este saber y más aún, pocas las cocineras que tienen el conocimiento para darle el punto preciso capaz de conquistar cualquier paladar exigente.
Su origen se le atribuye a la cocina indígena y chiricana. Este mestizaje gastronómico aún se conserva en poblados como Buenos Aires, Volcán, Potrero Grande, Pilas y las comunidades indígenas de la zona.
Para estas épocas navideñas, la cocina indígena y chiricana se lucen con este platillo y cada que vez que el visitante prueba el sabor queda encantado que hasta se come dos y si puede tres, acompañado de una taza de café.
El tamal de arroz habla mucho por la cultura popular del Sur, por su gente, sus modos de vida, sus costumbres y tradiciones.
Cuando se prepara una “tamalada” la familia se une.
Se distribuyen las tareas para lavar las hojas, (tradicionalmente de bijagua), preparar los mecates para amarrar, (tradicionalmente utiliza fibras de las hojas de itabo), preparar la carne, el arroz, y desde luego está una jefa, quien es la que “alinea” el sabor.
La preparación de una tamalada genera un ambiente festivo: mientras se prepara se cuentan historias, anécdotas, saberes, se comparten bebidas, bocadillos y uno que otro chisme reciente.
Si la actividad es comunal, se unen los vecinos y especialmente las cocineras.
Es un platillo de lujo que a veces se usan para algunas otras actividades muy especiales, tales como festivales culturales, por ejemplo.
El tamal de arroz es un platillo único del Sur de Costa Rica, especialmente del cantón de Buenos Aires y algunas familias en Osa, lugares en donde habitan las poblaciones indígenas con influencia chiricana o viceversa.
Su amplia historia de convivencia entre estas dos culturas, junto a la criolla campesina han hecho del Sur un mosaico de saberes y sabores que debes conocer cuando visitas estas vastas explanadas benditas.
Ingredientes para hacer 40 tamales:
1 bolsa de arroz
1 kilo de carne de cerdo o de pollo
1 cebolla picada
Sal al gusto
2 rollos de culantro
Achiote natural al gusto
2 chiles dulces (Y de manera opcional, un poquito de ajos o comino)
Preparación:
☑Primero se limpian las hojas de bijagua y se alistan los mecates de amarrar, (fibras de la hoja del itabo)
☑Se prepara la carne y el arroz por separado (se les agrega los demás ingredientes: chile, culantro, achiote, ajos, comino)
☑Luego, sobre la hoja de bijagua se echa el arroz preparado y los trocitos de carne. Se acomoda bien y se envuelve, amarrándose cada tamal con las fibras del itabo.
☑Se pone a cocinar con buen fuego unas dos horas y listo. A comer tamal de arroz con café o con la bebida de su agrado.
Feliz Navidad y año nuevo 2024 disfrutando de los ricos tamales de arroz.
Esta nota se elaboró con el apoyo de la familia Hernández Alvarado.
En cada época de verano y continuando el uso de una técnica ancestral, los indígenas borucas se organizan para visitar por varios días las playas de Ventanas, Piñuelas y Ballena, situados en el Pacifico Sur de nuestro país, con el fin de teñir sus madejas de hilos, que días antes han preparado.
Emprender este viaje es saborear una costumbre milenaria de sus antepasados, quienes antes de que existieran las carreteras, iban en sus botes de madera por el río Grande de Térraba, empujados por varillas y canaletes.
Los borucas no descuidan ningún detalle y se guían por la luna, quien en su fase de menguante les indica que es la época propicia para aprovechar el líquido acuoso de un molusco que les provee ese tinte color púrpura y que es de enorme significado, según dicen sus mayores.
Estos caracolitos del mar se encuentran adheridos a las rocas.
Los borucas lo toman, lo acarician y lo soplan con fuerza para que suelte esté líquido amarillento.
Viajan hombres, mujeres y niños.
Aprovechan además esta visita a las costas para conseguir pescados, plantas medicinales y bañarse en el mar.
Aprovechando el movimiento de las mareas, los indígenas borucas brincan de roca en roca, en busca de ese ser marino que les tiñe el hilo.
Y vaya que es una técnica ancestral, pues se requiere de mucho cuidado para no matar al molusco y conservar el equilibrio natural.
Por lo general, viajan en familia y es el varón quien extrae el líquido del molusco y se lo da a su pareja quien se encarga de lavarlo y ponerlo al sol hasta obtener el color morado.
Esta combinación de tareas hace que la misión sea más entretenida. Los niños solo miran y aprenden de sus padres.
El color morado en los hilos borucas es un símbolo de distinción.
Así ha sido toda la historia y solo lo usaban personajes de estratos sociales y políticos muy importantes.
En el tejido tradicional, las mantas de algodón que llevaran color morado solo eran para uso ocasional, especialmente durante épocas festivas y de enorme trascendencia colectiva.
Desde tiempos inmemoriales, las familias artesanas borucas llevan sus hilos al mar, en tiempos de luna, y con mucho respeto al mar, tiñen sus madejas, que, sin duda, evoca saberes ancestrales.
Esta nota se elaboró con el apoyo de Cerro Vueltas Lodge/High Mountain Eco Lodge.
Varias familias que fueron reubicadas en el nuevo poblado de Du Túj, del Territorio Indígena de Rey Curré ya cuentan con electricidad.
Así lo confirmó la Asociación de Desarrollo Indígena local quienes junto al ICE unieron esfuerzos para hacer realidad este valioso servicio.
Estas familias habían sido afectadas por las crecientes del Río Grande en los últimos años y la Comisión Nacional de Emergencias había recomendado reubicarlas a un lugar más seguro, al igual que el Colegio Indígena que ya ha sido inundado en dos ocasiones.
Llevar la electricidad a estas familias es un esfuerzo que se empezó a gestar desde el 2021 y tras superar varios estudios técnicos y requisitos de viabilidad ya es una realidad.
De acuerdo con Laura Borbón, representante actual de la ADI Curré, “este proyecto significa muchos millones, que requería aparte de los estudios previos, hacer caminos transitables y públicos, construir las viviendas, brindar el servicio de agua, etc.
Gracias al ICE y a todas las instituciones del estado que se han puesto a trabajar juntos para dotar de estos servicios en un tiempo casi récord, considerando lo que eso implica”, subrayó la dirigente.
Du Túj es un nombre en idioma boruca y significa el Alto del Ñame, por las producciones que se daba de este tubérculo en la zona.
La elaboración de piezas de cerámica tipo chorotega es una tradición milenaria que se mantiene viva en las comunidades de Guaitil y San Vicente, en Guanacaste.
La riqueza y calidad de la materia prima para elaborar piezas inspiradas en la cerámica ancestral de Guanacaste augura un buen futuro para las comunidades dedicadas a esta tradición milenaria.
El temor entre los pobladores de que muy pronto se agote el barro con el que producen las piezas de cerámica tipo chorotega ha estado allí presente por años.
Sin embargo, una investigación reciente muestra lo contrario: la región de Nicoya y Santa Cruz, en Guanacaste, es rica en arcillas gracias a la composición del suelo y a las rocas que afloran en los cerros circundantes.
Platos, vasijas, jarrones, ollas, entre otros objetos, se elaboran, desde tiempos precolombinos, con el barro y las técnicas de orfebrería heredadas de nuestros antepasados. Esta cerámica es única en el país y hasta el momento se realiza con materiales naturales.
Ante la poca información existente, el geólogo Diego Guadamuz Vargas analizó la calidad cerámica de los suelos en las cercanías de las dos principales comunidades que mantienen viva la tradición de elaborar réplicas de las cerámicas chorotegas: San Vicente de Nicoya y Guaitil de Santa Cruz.
Los colores tradicionales utilizados en San Vicente y en Guaitil son blanco, ocre (fanta) y amarillo, que los artesanos extraen de rocas arcillosas.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez. UCR.
El trabajo fue presentado para optar por el grado de Licenciatura en Geología en la Universidad de Costa Rica (UCR) y fue publicado este año en la Revista Geológica de América Central.
La confección de piezas requiere mezclar los suelos ricos en arcillas con la arena de iguana, para posteriormente ser pintadas con un pigmento conocido como curiol.
El principal yacimiento de arcilla se encuentra ubicado dentro de una finca privada, razón por la cual las comunidades han tenido limitaciones para tener acceso al barro.
“La finca de donde se ha extraído el barro tradicionalmente pertenece a una familia, que la explotó por cerca de 40 años mediante un permiso de la Dirección de Geología y Minas (del Ministerio del Ambiente y Energía). Al no renovarse la solicitud de permiso, el sitio de extracción se volvió privado y ahora la comunidad debe solicitar un permiso a los dueños de la propiedad para obtener la arcilla”, comenta el geólogo.
Lo anterior ha generado que muchas familias que antes se dedicaban a la alfarería abandonaran esta actividad y que los jóvenes pierdan el interés y busquen otras fuentes de ingresos. También se han suscitado conflictos locales debido a la competencia por conseguir la materia prima.
Maribel Sánchez Grijalba es una de las mujeres líderes de San Vicente de Nicoya que aboga por enseñar el oficio a los niños y niñas y a la juventud para mantener la tradición de la cerámica chorotega.
Guadamuz menciona en su estudio que la falta de arcilla se atribuye a los cambios en el modelo de desarrollo del país desde los años noventa, que en Guanacaste han implicado la compra de fincas, antes dedicadas a labores agrícolas, para fines ganaderos y para la construcción de infraestructura turística.
El aporte de la geología
El investigador aplicó una serie de técnicas geológicas de campo y ensayos de laboratorio para evaluar las arcillas desde el punto de vista mecánico, cerámico y de las propiedades del suelo, con el fin de determinar las características y la calidad de este recurso.
Para tal fin recolectó 44 muestras de suelos y 30 muestras de rocas en puntos cercanos a la llanura aluvial en los cantones de Nicoya y Santa Cruz.
La zona de muestreo abarcó un área geográfica de 164 km2, que comprende parte del territorio delimitado en el 2016 por el sello de Denominación de Origen de la cerámica ancestral.
Este sello garantiza la autenticidad de las piezas producidas por los artesanos de la zona. También funciona como un reconocimiento a las comunidades que han luchado por mantener la milenaria tradición de producir cerámica, señala el investigador.
La materia prima
El barro:
Se obtiene de depósitos de barro de algunas fincas cercanas a las comunidades productoras de cerámica chorotega.
El curiol:
Procede de la cima del cerro San Vicente. Son los pigmentos blanco, ocre (fanta) y amarillo que los artesanos extraen de rocas arcillosas constituidas por óxidos de hierro y sílice para pintar (engobar) las piezas cerámicas.
La arena de iguana:
Es una arena de cuarzo, de grano fino a medio, que se mezcla con la arcilla para darle una mejor consistencia y reducir la plasticidad del material. Aflora en las orillas de algunas quebradas en las comunidades de Florida, San Vicente, Chira y Diría, en fincas privadas. El nombre procede de la asociación con los nidos de las iguanas.
Para que los productos sean distinguidos con el sello deben ser fabricados con los barros autóctonos, ser decorados con trazos geométricos o diseños zoomórficos y con los pigmentos arcillosos naturales. Por lo tanto, no se admite ningún aditivo artificial.
La aptitud cerámica de los suelos ensayados por Guadamuz se basó en los siete tipos de arcillas cerámicas establecidos en la literatura científica, en técnicas como la difracción de rayos X (DRX) y la petrografía microscópica de rocas.
Además, el autor comparó los resultados obtenidos en su estudio con los datos existentes sobre las arcillas que son empleadas por otros ceramistas del país.
Cerámica de calidad
Guadamuz concluye en su estudio que los suelos de los sitios estudiados tienen un gran potencial para producir cerámica de calidad. El 46 % se clasifica por su aptitud de generar cerámica de muy buena calidad (para piezas utilitarias) y el resto posee una calidad intermedia, principalmente para elaborar piezas ornamentales.
Las figuras zoomorfas forman parte de la decoración de las piezas de cerámica tipo chorotega.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.
“Los suelos del área de estudio son Vertisoles y Alfisoles, los cuales son buena materia prima para generar cerámicas, debido a que contienen arcillas de la familia de la esmectita y caolinita”, sostiene el geólogo en el artículo científico.
La caolinita y la esmectita son minerales arcillosos que le proporcionan calidad al barro para la producción de piezas cerámicas. La caolinita es una arcilla de color blancuzco de una gran pureza, la cual fue usada por los antiguos griegos para la elaboración de pequeñas esculturas.
La investigación revela además que tanto la arcilla como los otros materiales que se usan en la fabricación de las cerámicas de la Región Chorotega se obtienen a partir de las rocas ígneas (de origen volcánico), ricas en aluminio y sílice, y en rocas sedimentarias, como las areniscas líticas que se encuentran allí.
“Un proceso de alteración hidrotermal puede ser la principal causa para que se acelere la meteorización de las arcillas; es decir, ha ocurrido una alteración química y física de los materiales. Esto sucede en esa zona de Nicoya, en donde hay fallas que han facilitado la aparición de minerales como la caolinita”, agrega.
Carlos Villarreal Leitón, artesano de Guaitil (Santa Cruz) con 42 años de trabajar en el oficio de la alfarería, comenta que a los turistas le gustan más los colores llamativos, como verde, azul y turquesa, aunque estos no son originales de la cerámica chorotega.
En cuanto a las propiedades mecánicas, Guadamuz descubrió que los suelos arcillosos presentan porosidades entre el 51 % y el 61 %, índices de plasticidad del 14 a 29 y que, al cocinarse a 900 °C, experimentan un encogimiento menor al 11 % y una pérdida de humedad inferior al 30 %.
Estos valores son los que describen los ceramistas como propios de las mejores arcillas para alfarería.
La cerámica con las mejores propiedades es densa, ni muy porosa ni muy plástica para que el objeto modelado conserve la forma. “Si es muy plástica, al calentarse la cerámica esta se hincha porque los poros absorben el agua, la pieza se hidrata y se rompe”, detalla Guadamuz.
Sin embargo, la arcilla debe tener cierta porosidad para que el curiol se adhiera al material.
El curiol es un tipo de roca arcillosa que se encuentra en el cerro San Vicente. La trituran y crean un tinte, como hace miles de años, para pintar las piezas. De esta manera extraen el color amarillo, ocre (fanta) y blanco.
El estudio del geólogo de la UCR, Diego Guadamuz Vargas, analizó la calidad cerámica de los suelos en las cercanías de las dos principales comunidades que mantienen viva la tradición de elaborar réplicas de las cerámicas chorotegas, en Guanacaste.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.
Según explica Guadamuz, aparentemente todos los suelos útiles, encontrados durante la investigación, proceden de un punto de erosión del cerro San Vicente. Los materiales se esparcieron con la ayuda del agua, así como debido a la gravedad, y enriquecieron los suelos.
El geólogo plantea que una solución al problema del acceso a los depósitos de arcillas sería el establecimiento de un proyecto de Minería Artesanal a Pequeña Escala (MAPE); es decir, que la comunidad cuente con su propio tajo.
“A futuro se busca que haya una declaratoria para la extracción regulada del barro o que las comunidades desarrollen una minería artesanal a pequeña escala”, propone.
Para Guadamuz, la geología cumple un rol social de gran importancia, pues aporta información a los pobladores locales y a las autoridades para la toma de decisiones sobre el futuro y la sostenibilidad de una tradición de nuestros pueblos ancestrales.
El futuro y los retos de las comunidades alfareras
“Mi mama nos daba un pedazo de barro para que nos estuviéramos queditos mientras ella trabajaba. Allí fue donde fui aprendiendo la técnica y después de los 12 años me gustó el trabajo, me gustó tener plata, y entonces empecé a elaborar las primeras piezas”, narra Johnny Sánchez Grijalba, de San Vicente de Nicoya.
La elaboración de artesanía chorotega es un conocimiento que se transmite en las familias. Como Johnny, los habitantes de esa comunidad aprenden este oficio viendo cómo las personas mayores dan forma al barro que extraen de las montañas cercanas.
Todo el proceso es manual, solo se ayudan con una torneta y ceguetas viejas. En 12 días pueden hacer hasta 15 piezas pequeñas. “Ese es el valor agregado que le damos a nuestros productos, están hechos totalmente a mano”, resalta Sánchez.
El proceso requiere tiempo, desde el procesamiento del barro hasta el secado, pulido y pintado de las piezas. La cocción se hace en hornos de barro calentados con leña, explica el artesano mientras trabaja en el taller que su mamá, Maribel Sánchez Grijalba, tiene en su casa.
“Me gusta preservar mi cultura, hablar de mi tierra, de los productos que utilizamos, de la utilidad que se le ha dado a la cerámica generación tras generación”, comenta orgulloso.
Allí trabaja también David Ramírez Zúñiga, quien con pincel en mano pinta lastípicas bandas chorotegas a los platos, las vasijas y las jarras. “Aprendí viendo y haciendo. Tengo cerca de siete años de pintar. Lo más difícil para mí es hacer los dibujos”, dice.
Doña Maribel es una de las líderes que participó en la construcción del Ecomuseo de la Artesanía Chorotega de San Vicente de Nicoya, junto con entidades estatales, locales, privadas y la comunidad.
El beneficio que el Ecomuseo brinda a la comunidad es la exhibición y venta de productos, además de constituir un espacio de valor cultural. También da a conocer la cerámica chorotega a través de una página web.
“A nosotros nos gusta la tradición de hacer cerámica y hemos venido enseñando a los niños en el museo. Se han dado talleres a las mujeres y a los hombres y se les han abierto las puertas a otras comunidades. Al final, la mayoría somos mujeres”, manifiesta la líder.
Algunos de los alfareros han incorporado cambios en la forma tradicional de hacer las piezas, como por ejemplo en los tintes y diseños decorativos, debido a la presión del mercado y a la influencia del turismo.
Carlos Villarreal Leitón, artesano de Guaitil con 42 años de trabajar en este oficio, expresa que “al turista le gustan más los colores llamativos”, como verde, azul y turquesa, que según él los importan.
“Yo prefería quedarme con los colores antiguos, pero si yo quito estos colores verdes no voy a poder vender, porque ya aquí en Guaitil todo el mundo los está usando”, advierte.
Nury Marchena Grijalba, dirigente de la Cooperativa Coopesanguai, indica que están trabajando para crear estrategias de comercialización de los productos.
“La comercialización es la fuente de ingreso de nuestras familias. Ha sido muy duro, porque aquí no viene el turismo. Estamos organizando con el Gobierno la creación de una ruta turística para beneficio de ambas comunidades y otras aledañas”, destaca.
Según el estudio de Diego Guadamuz, en la zona hay cerca de 200 familias dedicadas a la alfarería. Guaitil es la comunidad más expuesta al turismo, en donde la mayoría de sus casas ofrecen cerámica al visitante.
Existe la preocupación tanto en San Vicente como en Guaitil sobre el futuro de esta práctica milenaria. Las generaciones más jóvenes se han ido del pueblo a estudiar o trabajar o no tienen interés en la artesanía.
“Queremos que los jóvenes se involucren en la artesanía para que no se pierda esta cultura, que es un orgullo de nuestros cantones y de nuestro país. No vamos a permitir que esto se venga abajo”, concluye categórica Marchena.
En la fotografía, Johnny Sánchez Grijalba modela una pieza en el taller de su mamá en San Vicente de Nicoya. Foto: Laura Rodríguez.
Patricia Blanco Picado Periodista Oficina de Comunicación Institucional, UCR