Técnica ancestral permite a los borucas teñir sus hilos con múrice

Uriel Rojas

En cada época de verano y continuando el uso de una técnica ancestral, los indígenas borucas se organizan para visitar por varios días las playas de Ventanas, Piñuelas y Ballena, situados en el Pacifico Sur de nuestro país, con el fin de teñir sus madejas de hilos, que días antes han preparado.

Emprender este viaje es saborear una costumbre milenaria de sus antepasados, quienes antes de que existieran las carreteras, iban en sus botes de madera por el río Grande de Térraba, empujados por varillas y canaletes.

Los borucas no descuidan ningún detalle y se guían por la luna, quien en su fase de menguante les indica que es la época propicia para aprovechar el líquido acuoso de un molusco que les provee ese tinte color púrpura y que es de enorme significado, según dicen sus mayores.

Estos caracolitos del mar se encuentran adheridos a las rocas.

Los borucas lo toman, lo acarician y lo soplan con fuerza para que suelte esté líquido amarillento.

Viajan hombres, mujeres y niños.

 Aprovechan además esta visita a las costas para conseguir pescados, plantas medicinales y bañarse en el mar.

Aprovechando el movimiento de las mareas, los indígenas borucas brincan de roca en roca, en busca de ese ser marino que les tiñe el hilo.

Y vaya que es una técnica ancestral, pues se requiere de mucho cuidado para no matar al molusco y conservar el equilibrio natural.

Por lo general, viajan en familia y es el varón quien extrae el líquido del molusco y se lo da a su pareja quien se encarga de lavarlo y ponerlo al sol hasta obtener el color morado.

Esta combinación de tareas hace que la misión sea más entretenida. Los niños solo miran y aprenden de sus padres.

El color morado en los hilos borucas es un símbolo de distinción.

Así ha sido toda la historia y solo lo usaban personajes de estratos sociales y políticos muy importantes.

En el tejido tradicional, las mantas de algodón que llevaran color morado solo eran para uso ocasional, especialmente durante épocas festivas y de enorme trascendencia colectiva.

Desde tiempos inmemoriales, las familias artesanas borucas llevan sus hilos al mar, en tiempos de luna, y con mucho respeto al mar, tiñen sus madejas, que, sin duda, evoca saberes ancestrales.

Esta nota se elaboró con el apoyo de Cerro Vueltas Lodge/High Mountain Eco Lodge.

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