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Etiqueta: resistencia indígena

España y el saqueo de América. La sangre del oro y la miseria del Imperio. Parte 2/2

Mauricio Herrera Kahn / pressenza

(Imagen de Dioscoro Puebla via WikiCommons)

“Vinieron buscando El Dorado y dejaron desiertos donde había pueblos enteros.” Fray Bartolomé de las Casas

España llegó al Nuevo Mundo no guiada por la ciencia ni por la fe, sino por la desesperación. Europa se moría de hambre, la monarquía estaba endeudada y el oro era la única salida.

Entre 1500 y 1820, los galeones transportaron 180 000 toneladas de plata y 3 500 toneladas de oro, equivalentes a más de 2 billones de dólares actuales, desde los Andes y Mesoamérica hasta Sevilla y Amberes.

El llamado “descubrimiento” fue, en realidad, un asalto sistemático contra civilizaciones que sabían contar el tiempo por las estrellas, construir ciudades flotantes y honrar la tierra como madre. No trajeron el progreso. Trajeron el látigo, la cruz y el hambre. La evangelización fue el disfraz de la codicia. “La cruz fue la coartada, el oro la razón, la esclavitud el método.”

En la Parte 1/2 analizamos los siguientes bloques

  • Colón y el inicio del saqueo
  • México, el corazón perforado
  • Colombia, la ruta del oro y las perlas
  • Venezuela, la fiebre de las perlas y el cacao
  • Ecuador, la cruz y la espada
  • Perú, el oro de los dioses y la sed del imperio
  • Bolivia, el cerro que lloró sangre
  • Chile, la frontera del silencio

Seguimos con la Parte 2

Argentina, la conquista del sur

En el extremo austral del continente la conquista se vistió de república, pero mantuvo el alma del imperio. Argentina llevó a cabo uno de los procesos más sistemáticos de exterminio indígena del siglo XIX. La llamada Campaña del Desierto, entre 1878 y 1885, no fue una campaña militar, fue una operación de limpieza étnica planificada por el Estado. Su objetivo declarado era “llevar el progreso” a la Patagonia. En la práctica significó la aniquilación de los pueblos pampas, tehuelches y mapuches, que habitaban esas tierras desde hacía miles de años.

Antes de la llegada masiva de colonos y del avance militar, la población indígena del territorio argentino superaba los 300 000 habitantes, distribuidos desde el norte chaqueño hasta Tierra del Fuego. En menos de medio siglo, esa cifra cayó por debajo de los 30 000 sobrevivientes. Nueve de cada diez desaparecieron bajo el fuego, el hambre y la esclavitud. El genocidio fue tan silencioso que ni siquiera figura en los censos nacionales hasta bien entrado el siglo XX.

Los registros oficiales y las crónicas de época hablan de más de 20 000 indígenas asesinados, 15 000 esclavizados y otros 10 000 deportados hacia Buenos Aires y el norte del país. En total, más de 45 000 personas fueron borradas de su territorio y de la historia. Las mujeres y los niños fueron repartidos como sirvientes entre las familias de las élites, y los hombres sobrevivientes enviados como mano de obra a los ingenios azucareros o al ejército. La Sociedad Rural Argentina celebró la expansión de la frontera como “la victoria de la civilización sobre la barbarie”. El progreso llegó con fusiles Remington y cruces bendecidas.

Detrás de esa masacre vino el reparto de tierras. Más de 40 millones de hectáreas —un área mayor que Italia— fueron entregadas a menos de 2 000 terratenientes. Familias como los Martínez de Hoz, Anchorena o Menéndez construyeron fortunas sobre el despojo. Las pampas se llenaron de vacas y alambrados, y los pueblos originarios desaparecieron de los censos, convertidos en peones invisibles de una nación que se fundó sobre su tumba.

El saqueo no fue solo humano, también material. Argentina exportó entre 1880 y 1914 más de 800 millones de dólares en carne y cuero y más de 500 millones en cereales, equivalentes hoy a más de 40 000 millones USD actuales. Esa riqueza sostuvo el crecimiento de Europa mientras el sur quedaba vacío de pueblos y lleno de estancias. Las campañas al desierto abrieron el camino al capitalismo agrario y sellaron la pérdida del equilibrio ancestral entre el hombre y la tierra.

En las escuelas se enseñó que aquello fue una gesta heroica. En realidad, fue un genocidio con uniforme. Los que resistieron en silencio, los últimos mapuches y tehuelches del sur, mantuvieron encendida la memoria. Y esa memoria sigue ardiendo.

“Bajo la bandera de una república nacida del exterminio, el desierto nunca fue desierto, fue cementerio.”

Paraguay, la resistencia guaraní

Paraguay fue la utopía que Europa no toleró. Las reducciones jesuíticas, levantadas entre los siglos XVII y XVIII, albergaron más de 300 000 guaraníes que trabajaban sin esclavitud, compartían la tierra y producían música, ciencia y alimentos en equilibrio con la naturaleza. En ese territorio se construyeron más de 30 pueblos autónomos, con hospitales, talleres, imprentas y orquestas, un nivel de desarrollo que ninguna colonia española o portuguesa conocía.

Cuando la monarquía entendió que allí había un ejemplo de autogobierno indígena y solidario, envió su castigo. Entre 1750 y 1768 las tropas ibéricas arrasaron las reducciones, quemaron templos y esclavizaron a decenas de miles. El robo de tierras superó los 8 millones de hectáreas, y los bienes confiscados (oro, ganado, madera y yerba mate) equivaldrían hoy a más de 200 000 millones de dólares. Fue el inicio del exterminio sistemático de un modelo de sociedad justa.

La tragedia se repitió en el siglo XIX. Paraguay, ya independiente, se negó a endeudarse con bancos europeos y mantuvo una economía autárquica, libre de dominio extranjero. Esa independencia fue su condena. En la Guerra de la Triple Alianza (1864–1870), alentada por Gran Bretaña e instrumentada por Brasil, Argentina y Uruguay, el país perdió el 80 % de su población masculina.

De 1,3 millones de habitantes quedaron apenas 220 000, en su mayoría mujeres, niños y ancianos. El saqueo posterior destruyó lo poco que quedaba: los vencedores se repartieron 160 000 km² de territorio, equivalente a una pérdida económica superior a 500 000 millones de dólares actuales.

Las minas de hierro, los bosques del Chaco, los cultivos y el ganado fueron vendidos a compañías extranjeras a precios de liquidación. Los archivos históricos calculan que entre 1870 y 1900 las exportaciones impuestas por los ocupantes sumaron más de 300 millones de dólares de la época, equivalente a 15 000 millones actuales, en maderas, cueros y minerales. El Paraguay quedó convertido en ruina, pero no en silencio. Las mujeres reconstruyeron el país con manos vacías. Los guaraníes resistieron la extinción cultural, preservando su lengua y su memoria.

“Lo que España, Portugal y sus herederos no entendieron fue que la verdadera riqueza no era el oro ni la tierra, sino la dignidad de un pueblo que nunca aceptó ser esclavo.”

Brasil, el látigo portugués

Brasil fue la mina y la plantación más cruel del imperio portugués.

Cuando Pedro Álvares Cabral desembarcó en 1500, más de 5 millones de indígenas habitaban el territorio, organizados en más de 1.400 pueblos y etnias que vivían del bosque, de los ríos y de la pesca. Su cosmovisión no conocía la propiedad privada ni la codicia. En menos de un siglo, esa población fue reducida a menos de 1 millón de sobrevivientes, víctimas de la esclavitud, las epidemias y la caza humana.

Américo Vespucio, el navegante florentino que acompañó las primeras expediciones portuguesas, marcó los mapas con su nombre y borró los de los pueblos que encontró. Brasil nunca lo perdonó: su nombre quedó como sinónimo de impostura y despojo.

Durante más de tres siglos (1500–1822), Portugal saqueó el país con precisión matemática.

El valor total de los recursos extraídos supera los 3,2 billones de dólares actuales (estimaciones comparadas con el PIB y la cotización del oro histórico).

  • 1,1 billones USD provienen del oro de Minas Gerais, Goiás y Bahía, donde se extrajeron más de 1.100 toneladas entre 1690 y 1820.
  • 1 billón USD corresponde al comercio de azúcar, tabaco, maderas y algodón, productos que transformaron a Lisboa en el puerto más rico del Atlántico.
  • Y más de 1 billón USD fue generado por trabajo esclavo no remunerado, con 5 a 5,5 millones de africanos capturados, de los cuales más de un millón murió en la travesía.

El puerto de Salvador de Bahía fue el epicentro del tráfico humano, y el de Río de Janeiro, la puerta del oro. Solo entre 1700 y 1800 se exportaron 3.000 toneladas de oro y 12 millones de toneladas de azúcar, equivalentes a unos 2,5 billones USD de riqueza robada. Las selvas atlánticas pagaron el precio: más de 80 millones de hectáreas deforestadas para los cañaverales y minas, y 6 millones de indígenas exterminados entre 1500 y 1800.

Brasil fue un laboratorio de la esclavitud industrial.

Los barcos portugueses llevaban cuerpos, no mercancías. Los capataces medían el valor de un hombre por la fuerza de sus músculos y el color de su piel. En las minas de Ouro Preto y Sabará, los esclavos morían antes de los 30 años. La tierra se volvió un cementerio sin cruces.

Y sin embargo, en medio del horror, surgió la resistencia. En Palmares, Zumbi y su pueblo fundaron el mayor quilombo de América, una república libre que sobrevivió un siglo al látigo portugués. Allí, el tambor sustituyó la cadena y la dignidad volvió a pronunciar su nombre.

“Brasil fue el espejo donde se vio el verdadero rostro del colonialismo: oro, azúcar, sangre y silencio. Nada más, y nada menos”

El saqueo continental

Durante más de tres siglos, América fue desangrada para financiar el ascenso de Europa.

De Alaska a Tierra del Fuego, de Veracruz a Potosí, de Cartagena a Bahía, el continente entregó su oro, su plata, su gente y su alma. Ningún imperio, antes ni después, extrajo tanto de un territorio conquistado.

Cifras duras del despojo (1492–1824)

Recurso o concepto · Volumen estimado · Valor actual aproximado (USD 2025) Principales potencias beneficiadas

Oro

  • 180 000 toneladas
  • 11 billones USD
  • España, Portugal

Plata

  • 150 000 toneladas
  • 5,8 billones USD
  • España

Azúcar y tabaco

  • 200 millones toneladas
  • 2,3 billones USD
  • Portugal, España, Holanda

Cacao, algodón, añil y maderas

  • 1,2 billones USD
  • España, Portugal, Inglaterra

Trabajo esclavo africano (≈15 millones de personas)

  • 14 billones USD (valor de producción no pagado)
  • Portugal, España, Inglaterra

Tierras usurpadas a pueblos originarios

  • 80 millones km²
  • Incalculable
  • Todos los imperios europeos

Pérdida demográfica indígena

  • De 70 millones a 4 millones en 200 años
  • Genocidio reconocido

El total estimado del saqueo supera los 34 billones de dólares en valores presentes.

Esa riqueza alimentó el nacimiento del capitalismo europeo, la revolución industrial británica, la expansión naval de Portugal y la banca española que aún sostiene fortunas coloniales. Cuerpos y riquezas viajaban en la misma dirección:

América sangraba hacia Europa, África lloraba esclavos, Europa contaba monedas.

  • En México, los templos fueron fundidos para llenar galeones.
  • En Perú y Bolivia, los hombres murieron bajo montañas que no eran suyas.
  • En el Caribe, las islas quedaron vacías de taínos y llenas de africanos encadenados.
  • En Brasil, la selva se convirtió en plantación y el cuerpo humano en moneda.
  • En Chile y Argentina, los pueblos mapuches y pampas fueron cazados en nombre del progreso.

El saldo humano:

  • Más de 60 millones de muertos, entre indígenas exterminados, esclavos africanos y mestizos desplazados.
  • Más de 400 lenguas desaparecidas.
  • Más de 5.000 años de culturas arrasadas.

El saldo económico:

  • Un continente empobrecido que nunca recibió reparación, y una Europa que construyó su modernidad sobre un crimen impune.
  • El “descubrimiento” fue un eufemismo para el robo, y la “evangelización” una máscara para la esclavitud.

Eduardo Galeano lo escribió sin temblar la pluma:

“Las venas de América Latina siguen abiertas, porque nunca se cerraron. Solo cambiaron de manos los bisturíes.”

América no fue descubierta. Fue desposeída.

  • Los imperios europeos construyeron su riqueza sobre los huesos del continente y la memoria de los pueblos originarios.
  • Y mientras en Europa se levantaban catedrales, aquí se cavaban fosas.

El saqueo no terminó en 1824.

  • Hoy continúa en las minas, en los contratos, en los tratados comerciales y en las multinacionales que siguen cobrando en oro lo que compran en silencio.

“Nada quedó fuera del botín: ni los cuerpos, ni los dioses, ni la tierra.”

El balance del saqueo

América entera fue convertida en una inmensa mina abierta, una plantación infinita, un taller sin salario. En tres siglos de dominio ibérico se exportaron hacia Europa más de 330.000 toneladas de oro y plata, equivalentes hoy a más de 16 billones de dólares. Con ese metal se financiaron las coronas de España y Portugal, las guerras de Europa y el nacimiento del capitalismo moderno.

El costo humano fue igual de descomunal. De los 70 millones de habitantes que poblaban el continente antes de la llegada de Colón, más de 60 millones fueron exterminados por las armas, las epidemias, el hambre o el trabajo forzado. Cada tonelada de oro enviada a Sevilla costó miles de vidas indígenas. Cada cargamento de azúcar o tabaco representó pueblos enteros desaparecidos.

Los virreinatos no fueron administraciones: fueron empresas extractivas al servicio del saqueo. En México, Perú y Bolivia se abrieron las entrañas de la tierra. En el Caribe y Brasil se arrancaron cuerpos de África para sembrar con látigos.

En Chile y Argentina se expropiaron tierras a fuego. En toda América se impuso una misma ecuación: riqueza europea, pobreza americana.

Mientras Europa construía catedrales con el oro robado, América levantaba tumbas. España y Portugal alimentaron el lujo de sus cortes y el poder de sus bancos, pero dejaron tras de sí un continente mutilado, desangrado, endeudado desde su origen.

Los archivos del saqueo no son leyendas: están en los galeones hundidos, en las cuentas de los Fugger alemanes, en las fortunas de Sevilla y Lisboa que aún brillan con oro americano.

Europa se civilizó con sangre ajena.

Y cuando el oro se agotó, empezó la nueva rapiña: las repúblicas endeudadas, las compañías extranjeras, las concesiones mineras. Nada cambió, solo cambió el nombre del dueño.

“Los conquistadores se fueron, pero los banqueros se quedaron.”  Galeano

Reflexión sobre lo ocurrido

América no fue descubierta, fue interrumpida.

Antes de 1492 existían civilizaciones que conocían el cielo, los ciclos del agua, la arquitectura sin hierro y la medicina sin bisturí. Los pueblos originarios del continente no necesitaban redentores ni maestros, porque habían construido un equilibrio entre naturaleza y espíritu que Europa no entendía.

El “descubrimiento” fue en realidad una amputación: la ruptura de una historia que avanzaba por su propio cauce. La espiritualidad indígena fue reemplazada por la codicia cristiana. En nombre de Dios se destruyeron templos que no hacían daño a nadie, se impusieron dogmas sobre pueblos que nunca habían necesitado infiernos ni paraísos para entender la vida. Las almas se contaban como botines y la conversión se pagaba con sangre.

El oro se convirtió en sacramento, la tierra en mercancía, el hombre en instrumento. El Evangelio se usó como espada, y la cruz fue el primer estandarte del extractivismo.

Las cifras son tan elocuentes como los silencios.

Entre 1492 y 1824 se calcula que más de 80 millones de personas fueron asesinadas, esclavizadas o murieron a consecuencia directa del sistema colonial.

La Iglesia recibió entre el 10% y el 20% de las riquezas extraídas en América (lo que hoy equivaldría a más de 3 billones de dólares) a cambio de bendecir el genocidio y coronar la impunidad.

  • El cielo se llenó de santos, y la tierra de tumbas.
  • El saqueo no terminó: cambió de nombre y de bandera.
  • Hoy se llama minería a cielo abierto, deuda externa, tratados de libre comercio, inversiones extranjeras directas.
  • Los galeones se transformaron en multinacionales, los encomenderos en corporaciones, las mitas en contratos laborales.
  • América sigue exportando lo mismo: oro, litio, cobre, soja, energía y silencio.
  • Europa se enriqueció con la sangre del sur y ahora la llama “ayuda al desarrollo”.
  • Estados Unidos repite el patrón y lo llama “cooperación estratégica”.
  • Nada es nuevo, solo cambian los uniformes.

“No fueron los dioses los que nos abandonaron, fuimos nosotros los que les entregamos la tierra.”  Subcomandante Marcos

“América no fue un milagro que se perdió, fue una herida que aún respira.”

El mayor exterminio de la historia

Ninguna guerra moderna igualó la devastación del siglo XVI y sus siglos siguientes. La cuenta de los muertos no es una metáfora, es un padrón de ausentes país por país.

México

Población estimada antes de 1521: veinticinco millones. Un siglo después, menos de dos millones. Más de veintitrés millones de vidas perdidas por guerras, epidemias, trabajos forzados y hambre.

Colombia

Población indígena estimada al contacto, entre tres y cinco millones en el territorio histórico muisca, quimbaya y caribe. Hacia 1700, menos de ochocientos mil. Entre dos y cuatro millones de muertos y desaparecidos. Más de un millón doscientos mil africanos subastados en Cartagena, vidas rotas que también cuentan en la pérdida humana.

Venezuela

Pueblos arawak y caribe en el oriente y centro norte con unos quinientos mil habitantes a inicios del siglo XVI. Tras el siglo de las perlas y las plantaciones, menos de cien mil sobrevivientes en la franja costera. Cuatrocientos mil exterminados o desplazados. Medio millón de esclavos africanos forzados al cacao, otra herida en la misma cuenta.

Ecuador

Cañaris, quitos y paltas sumaban cerca de un millón y medio antes de la conquista. Hacia 1700 quedaban menos de quinientas mil personas indígenas. Un millón desaparecido por epidemias, minas y mita. Trescientas mil muertes atribuidas a circuitos mineros y traslados forzados según registros coloniales.

Perú

Tahuantinsuyo con más de diez millones de habitantes antes de 1532. Un siglo después, poco más de un millón. Nueve de cada diez personas ausentes. Millones muertos en el corredor Cajamarca- Cusco- Potosí y Huancavélica.

Bolivia Alto Perú

Población originaria en el área andina y altiplánica: entre ocho y diez millones según estimaciones históricas previas. Un siglo y medio después, menos de un millón. Más de nueve millones perdidos por mita, minas y epidemias. Ocho millones de muertos asociados a la plata de Potosí según crónicas y padrones de repartimiento.

Chile

Población mapuche, diaguita, aymara y selk’nam: cercana a un millón antes de la ocupación hispana. Entre siglo XIX y primeras décadas del XX las campañas y epidemias dejan menos de doscientos cincuenta mil indígenas registrados. Más de setecientas cincuenta mil vidas perdidas o borradas del censo. En la llamada pacificación del sur, más de cien mil muertos y ochenta mil desplazados.

Argentina

Población indígena superior a trescientos veinte mil antes del avance militar decimonónico. A fines del XIX, menos de veinticinco mil reconocidos. Más del noventa por ciento exterminado o asimilado por la fuerza. Cuarenta y cinco mil víctimas directas entre asesinados esclavizados y deportados en la Campaña del Desierto. Cuarenta millones de hectáreas arrebatadas, que expulsaron a comunidades enteras.

Paraguay

En el ciclo jesuítico más de trescientos mil guaraníes organizados en reducciones. Tras la expulsión de los jesuitas y el reparto de tierras quedan comunidades fragmentadas. En la Guerra de la Triple Alianza, población total de un millón trescientos mil. Al terminar sobreviven doscientos veinte mil, en su mayoría mujeres y niños. Más de un millón de muertos y desaparecidos. Pérdida territorial y económica que condenó a generaciones.

Brasil

Población indígena superior a cinco millones en 1500. Un siglo después, menos de un millón. Seis millones de indígenas muertos por caza humana, epidemias y servidumbre. Entre cinco y cinco millones y medio de africanos esclavizados trasladados a ingenios y minas. Más de un millón fallecido en la travesía atlántica antes de tocar tierra.

Este es el inventario del vacío. Detrás de cada cifra hubo un nombre, una lengua, una ceremonia. un río sagrado. El crimen se llamó conquista, evangelización y progreso. La herida sigue abierta.

  • Los pueblos no murieron.
  • Resisten en sus lenguas, en su música, en su memoria.
  • Hablan con los mismos sonidos con que saludaban al sol antes de la llegada de las carabelas.
  • Sus cantos suben desde el altiplano, cruzan la selva y bajan por el Amazonas como si el tiempo nunca hubiera pasado.
  • El conquistador creyó haberlos enterrado, pero solo los cubrió de silencio.
  • Cada idioma indígena que sobrevive es una victoria sobre el olvido.
  • Cada niño que aprende una palabra en quechua, mapudungun o guaraní es una derrota de quinientos años de sometimiento.
  • La historia no puede reescribirse, pero sí contarse con dignidad.
  • América no pide perdón, exige respeto.
  • El saqueo se escribió con sangre, la memoria se escribe con verdad.
  • El futuro pertenece a los pueblos que recuerdan.

Y en ese recuerdo está la fuerza de una tierra que sigue girando, herida pero viva, bajo el mismo sol que vio nacer a sus primeros hombres.

Lo que fue saqueado con sangre debe ser devuelto con verdad.”

Bibliografía

  • Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552)
  • Felipe Guamán Poma de Ayala, Nueva crónica y buen gobierno (1615)
  • Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina (Siglo XXI, 1971)
  • ONU, Informe sobre genocidios históricos y derechos de los pueblos indígenas (2019)
  • CEPAL, Estimaciones económicas históricas del saqueo colonial (2024)
  • FAO y UNESCO, Lenguas y culturas originarias en riesgo de extinción (2023)
  • Levi, Primo, Si esto es un hombre (Einaudi, 1947)

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2025/10/espana-y-el-saqueo-de-america-la-sangre-del-oro-y-la-miseria-del-imperio-parte-2-2/

Imagen: (Imagen de Dioscoro Puebla via WikiCommons)

España y el saqueo de América. La sangre del oro y la miseria del Imperio. Parte 1/2

Mauricio Herrera Kahn
pressenza

“Vinieron buscando El Dorado y dejaron desiertos donde había pueblos enteros.” Fray Bartolomé de las Casas

España llegó al Nuevo Mundo no guiada por la ciencia ni por la fe, sino por la desesperación. Europa se moría de hambre, la monarquía estaba endeudada y el oro era la única salida.

Entre 1500 y 1820, los galeones transportaron 180 000 toneladas de plata y 3 500 toneladas de oro, equivalentes a más de 2 billones de dólares actuales, desde los Andes y Mesoamérica hasta Sevilla y Amberes.

El llamado “descubrimiento” fue, en realidad, un asalto sistemático contra civilizaciones que sabían contar el tiempo por las estrellas, construir ciudades flotantes y honrar la tierra como madre. No trajeron el progreso. Trajeron el látigo, la cruz y el hambre. La evangelización fue el disfraz de la codicia.

“La cruz fue la coartada, el oro la razón, la esclavitud el método.”

Colón y el inicio del saqueo

Todo comenzó con una mentira. La historia repitió durante siglos que Colón buscaba una nueva ruta hacia las Indias, cuando en realidad perseguía oro, esclavos y prestigio. En 1492, España era un reino endeudado, rural y analfabeto. La guerra contra los moros había dejado al país exhausto y la nobleza quebrada. El viaje de Colón fue financiado con préstamos de banqueros genoveses y con la promesa de botines. No fue una expedición científica ni espiritual, fue la apuesta desesperada de un imperio hambriento.

Cuando las carabelas llegaron al Caribe, comenzó la noche del continente. Las Antillas fueron el primer laboratorio del saqueo. En menos de cincuenta años, más de un millón de taínos fueron esclavizados o exterminados en las minas de oro de La Española y Cuba. La población indígena de Haití pasó de 300 000 personas a menos de 500 a mediados del siglo XVI. Las crónicas de Fray Bartolomé de las Casas describen horrores inimaginables: niños arrojados a los perros, mujeres violadas, hombres marcados con hierro ardiente como ganado. La conquista fue la industrialización del dolor.

El oro extraído en esas primeras décadas fue enorme para la época. Solo entre 1493 y 1520, las minas de La Española y Puerto Rico enviaron a Sevilla más de 30 toneladas de oro, equivalentes hoy a USD 2 000 millones. Ese flujo de riqueza salvó a una España en bancarrota y alimentó el ascenso financiero de Flandes y Génova.

Pero tras cada lingote había una tumba anónima. Cuando los taínos desaparecieron, comenzaron a llegar los barcos negreros. Más de 400 000 africanos fueron traídos al Caribe en el primer siglo del dominio español. El trabajo forzado reemplazó la vida y el océano se transformó en cementerio.

Así nació el sistema colonial: oro hacia Sevilla, cuerpos al trabajo y silencio hacia la conciencia. El intercambio desigual más brutal de la historia humana. Las islas del Caribe quedaron vacías, sus selvas taladas, sus pueblos borrados del mapa. Europa celebró el “descubrimiento”, pero lo que descubrió fue su propia codicia. Colón abrió una puerta que no llevaba a la gloria, sino al infierno. De aquel viaje surgió la maquinaria que desangraría América durante tres siglos.

“El precio de ese “nuevo mundo” fue la muerte del viejo equilibrio del planeta.”

México, el corazón perforado

México fue el punto cero del saqueo. Allí comenzó la maquinaria que cambió el destino del continente y que convirtió la riqueza en ruina, la fe en violencia y la palabra “civilización” en una máscara del exterminio. En 1521 cayó Tenochtitlán, una ciudad que deslumbraba por su orden, su higiene y su arte. Las crónicas de los propios conquistadores reconocen que ninguna urbe europea igualaba su grandeza. Los canales de agua, los mercados de flores, las calzadas flotantes y los templos relucían como un espejo de equilibrio entre el hombre y la naturaleza. Hernán Cortés no conquistó una aldea salvaje, destruyó una civilización más avanzada que la suya.

De esa ciudad nació el botín que alimentaría durante tres siglos al imperio español. Zacatecas, Guanajuato y Taxco se transformaron en heridas abiertas, minas de plata que devoraron montañas y hombres. Entre 1530 y 1820 se extrajeron más de 40 000 toneladas de plata, una riqueza equivalente hoy a 500 000 millones de dólares. Cada moneda acuñada en Sevilla llevaba el polvo de los pulmones indígenas que morían en los socavones sin aire. La riqueza viajó en galeones a Flandes, Génova y Roma, mientras en los pueblos de México quedaban la peste, el hambre y la soledad.

La población originaria pasó de 25 millones a menos de 2 millones en apenas un siglo. El colapso fue demográfico, espiritual y moral. La viruela llegó como un ejército invisible, los encomenderos como verdugos legales y los frailes como testigos que callaban ante la barbarie. Bartolomé de las Casas escribió: “Lo que hicieron no tiene nombre entre los hombres.” Tenía razón. Lo que ocurrió no fue una conquista, fue una amputación colectiva de un continente que respiraba sabiduría y fue condenado al silencio.

México fue el laboratorio de la conquista, la fábrica del modelo colonial que después se replicaría en Perú, Bolivia y toda América. La cruz se levantó sobre los templos destruidos, los códices fueron quemados, las lenguas prohibidas, las mujeres violadas. De esa noche larga nació un país saqueado y fragmentado que aún busca su alma entre ruinas de oro y lágrimas de maíz. El corazón de México fue perforado por la ambición de un imperio que jamás pidió perdón.

“Y ese agujero sigue latiendo, recordando al mundo que el verdadero oro era la vida que se perdió.”

Colombia, la ruta del oro y las perlas

Colombia fue una de las arterias doradas del imperio español. En sus montañas y ríos, los pueblos muiscas y quimbayas habían convertido el oro en una ofrenda al sol, no en una mercancía. Era símbolo de equilibrio y de comunión con la naturaleza. Los conquistadores confundieron esa espiritualidad con barbarie y la destruyeron con acero. Gonzalo Jiménez de Quesada, Sebastián de Belalcázar y Nicolás de Federmán llegaron con espadas y cruces, pero detrás de las cruces viajaban los banqueros europeos. Lo que para los pueblos originarios era sagrado, para España era botín.

Entre 1537 y 1820, las minas y ríos de Antioquia, Popayán, Chocó y Mariquita enviaron a Sevilla más de 2 millones de onzas de oro y 1 200 toneladas de plata, que equivalen hoy a más de 160 000 millones de dólares. En la ruta del Caribe, los galeones zarpaban desde Cartagena repletos de lingotes, vasijas fundidas y joyas arrancadas de templos sagrados. Ninguna de esas riquezas quedó en América. Todo fue consumido por los gastos bélicos del imperio español y por los banqueros de Flandes y Génova que financiaban sus guerras. Cada lingote representaba la vida de un hombre, la ruina de una aldea, la desaparición de una lengua.

Cartagena se convirtió en el mayor mercado de esclavos del Caribe. Más de 1,2 millones de africanos fueron subastados en sus plazas durante tres siglos. Cada cuerpo vendido generó ingresos equivalentes a 8 000 dólares actuales, lo que eleva el valor total de la trata en territorio colombiano a más de 9 000 millones de dólares. Era la economía de la crueldad, el comercio de la deshumanización.

Las perlas del Caribe también escribieron su capítulo de horror. En las costas de Santa Margarita y Cabo de la Vela, más de 200 000 perlas fueron extraídas entre los siglos XVI y XVII, valoradas hoy en más de 500 millones de dólares. Cada perla costó tres vidas humanas. Los buzos indígenas morían sin aire en el fondo del mar, sin nombre ni tumba.

Colombia fue saqueada por tierra y por mar. El oro y la plata viajaron a Europa, las cadenas y los cadáveres quedaron en América. En las catedrales de Sevilla y Toledo aún brilla el oro que nació en los ríos del Cauca y murió en el pecho de sus pueblos.

“El imperio español se levantó sobre esas minas, y esas minas aún gritan bajo tierra.”

Venezuela, la fiebre de las perlas y el cacao

Venezuela fue uno de los primeros territorios donde el mar se convirtió en mina. En las islas de Cubagua, Margarita y Cumaná nació el saqueo colonial del Caribe. Allí los pueblos arawak y caribe, que vivían del trueque y del agua, fueron reducidos a esclavos. Se los obligó a bucear sin descanso para arrancar perlas del fondo marino. El brillo del tesoro ocultaba la asfixia. Las crónicas del siglo XVI relatan que los indígenas bajaban con piedras atadas al cuerpo, sin cuerda ni aire, hasta que la sangre les salía por la nariz. Cada perla era una muerte.

Entre 1520 y 1620, las costas venezolanas produjeron más de 300 000 perlas naturales, enviadas a Sevilla, Lisboa y Amberes, valoradas hoy en más de 100 millones de dólares. Ese tesoro marino decoró los cuellos de las reinas europeas y las coronas de los príncipes, pero no dejó nada en el Caribe salvo huesos y silencio. Las comunidades originarias de Cubagua fueron exterminadas en menos de treinta años. La isla, antes llamada “la joya del mar”, quedó desierta y olvidada.

Cuando el mar se agotó, comenzó el saqueo de la tierra. En el siglo XVIII, Venezuela se convirtió en el mayor exportador de cacao del planeta. Más de 250 000 toneladas fueron enviadas a Europa, equivalentes a 5 000 millones de dólares actuales. Aquellas plantaciones, levantadas en las riberas del Orinoco y en las tierras de Barlovento, se sostuvieron sobre el trabajo forzado de medio millón de esclavos africanos.

Cada fruto dulce escondía el amargo sabor del látigo. El cacao reemplazó al oro y la esclavitud reemplazó a la dignidad.

El oro de los ríos de Guayana y del Caroní también fue arrancado con violencia. En tres siglos salieron de territorio venezolano más de 500 toneladas de oro, equivalentes a 32 000 millones de dólares actuales. Ni una sola onza quedó en el país. Todo fue fundido en Sevilla, enviado a los banqueros de Flandes o invertido en guerras europeas que nunca conocieron el rostro del indio ni del esclavo.

Venezuela fue un laboratorio de la rapiña imperial. El mar, la tierra y el río se convirtieron en mercancías. Las perlas se agotaron, el oro se perdió, el cacao cambió de dueño. Pero la memoria quedó. El Caribe aún guarda el eco de los buzos que no regresaron, los campos de cacao aún huelen a sudor y a cadenas.

“Esa riqueza manchada de sangre fue el primer pilar del lujo europeo.”

Ecuador, la cruz y la espada

Ecuador fue una tierra de oro y montaña, donde la codicia española hundió sus raíces en nombre de la fe. Las vetas de Zaruma, Loja y Nambija brillaban mucho antes de que llegaran los conquistadores. Los pueblos cañaris y paltas trabajaban el metal como arte ritual, no como mercancía. Cuando Sebastián de Benalcázar cruzó los Andes en busca del “país de la canela”, trajo consigo soldados, perros, pestes y una cruz que se clavó como espada. La corona llamó evangelización a lo que fue sometimiento y llamó civilización al despojo.

Entre 1535 y 1820, las minas de Zaruma, Portovelo y Loja enviaron a Sevilla más de 250 toneladas de oro y 900 toneladas de plata, equivalentes a más de 65 000 millones de dólares actuales. Esa riqueza monumental nunca regresó a la tierra que la produjo. Las ciudades coloniales crecieron sobre las espaldas de los indígenas forzados a trabajar bajo el sistema de mita. En los socavones de Zaruma, a 3 000 metros de altura, miles de hombres murieron respirando polvo de azufre y fe. Los registros coloniales estiman más de 300 000 indígenas muertos en tres siglos de explotación. Ninguno figura en las catedrales que se construyeron con su oro.

Las misiones religiosas acompañaron cada expedición minera. Los frailes establecieron reducciones para domesticar la fe y asegurar el trabajo. En los valles de Loja se levantaron escuelas para enseñar obediencia, no conocimiento. En las iglesias se fundió el oro indígena para moldear santos europeos. En nombre de Cristo, se bendijo la esclavitud. En nombre del cielo, se robaron los ríos.

El siglo XVIII trajo la rebelión de los pueblos del norte y del sur, pero el precio fue brutal. Cientos fueron ejecutados en Riobamba y Quito. El virreinato respondió con pólvora y penitencia. Galeano escribiría siglos después: “El oro brilla, pero no alumbra.” Tenía razón. El oro de Ecuador iluminó palacios lejanos mientras oscurecía las montañas que lo parieron. Hoy las galerías de Zaruma siguen abiertas, perforadas por nuevas manos que repiten el ciclo. Las empresas modernas llevan otro nombre, pero la herida es la misma.

La cruz y la espada siguen colgando sobre el país, recordando que la evangelización fue la máscara más elegante del saqueo.”

Perú, el oro de los dioses y la sed del imperio

En Perú la conquista alcanzó su forma más brutal. Los españoles no sólo robaron un imperio, destruyeron una civilización que había domesticado la montaña y convertido la altura en templo. El Tahuantinsuyo, con más de 10 millones de habitantes, era la arquitectura viva de la sabiduría andina. Cuando llegaron los conquistadores, esa población fue reducida en menos de un siglo a poco más de un millón de sobrevivientes. Nueve de cada diez personas fueron exterminadas por la guerra, las epidemias, la esclavitud y el hambre. Ninguna peste natural puede compararse con la devastación que trajo la codicia.

El imperio inca había logrado unir desde Quito hasta el río Maule un territorio de más de 4 000 kilómetros, conectado por 40 000 kilómetros de caminos. Era una civilización sin hambre, sin mendigos y sin monedas. Allí la tierra era madre y el trabajo era sagrado. Todo cambió en 1532, cuando Francisco Pizarro capturó a Atahualpa, el último gran soberano inca, en Cajamarca.

Atahualpa ofreció su libertad a cambio de llenar una habitación de oro hasta donde alcanzara la mano de un hombre. Cumplió su palabra. En pocos meses se reunieron más de 7 toneladas de oro y 13 toneladas de plata, equivalentes hoy a 1 200 millones de dólares. Fue un rescate único en la historia, pero no hubo trato. Atahualpa fue ejecutado por garrote, y con él murió el equilibrio del mundo andino. La codicia se impuso sobre la palabra. Desde ese día, el oro de los dioses se transformó en moneda del crimen.

Potosí, fundado en 1545, fue el emblema de la fiebre minera colonial. En sus entrañas se extrajeron 60 000 toneladas de plata pura, una riqueza que hoy equivaldría a más de 750 000 millones de dólares. Esa montaña, llamada por los cronistas “el cerro que alimenta a los reyes”, devoró más de 8 000 vidas cada año.

Los indígenas eran reclutados por la mita, un sistema de trabajo forzado que los arrancaba de sus familias y los condenaba a la oscuridad. La esperanza de vida dentro de las minas era de apenas 25 años. Ni siquiera el infierno cristiano imaginó algo tan eficaz.

El mundo moderno nació con ese saqueo. Europa acumuló capital, América acumuló muerte. Las catedrales españolas aún brillan con el sudor andino. Bajo cada altar de oro reposa el cuerpo anónimo de un minero que nunca conoció el mar.

Esa fue la verdadera misa del imperio: el sacrificio del hombre en nombre del metal.”

Bolivia, el cerro que lloró sangre

En Bolivia la tierra se convirtió en tormento. El Cerro Rico de Potosí, descubierto en 1545, fue el corazón ardiente del saqueo español. Los cronistas decían que con la plata extraída de esa montaña se habría podido construir un puente desde América hasta Madrid. No era una metáfora, era una condena. En casi tres siglos se extrajeron más de 60 000 toneladas de plata pura, cuyo valor actual supera el billón de dólares. Ningún banco moderno ha concentrado tanta riqueza en tan poco tiempo y con tanta muerte como el imperio español en los Andes.

Cada año eran enviados 45 000 indígenas desde las provincias del Alto Perú y del Cuzco a trabajar en el infierno subterráneo. Eran hombres y adolescentes reclutados por la mita, un sistema de esclavitud disfrazado de obligación. Entraban cientos a la mina cada semana y salían unos pocos vivos. Las condiciones eran inhumanas: polvo tóxico, derrumbes, trabajo de 20 horas, sin aire, sin luz, sin esperanza. Los sacerdotes bendecían la entrada del socavón, pero no el alma del minero. La montaña se tragaba generaciones enteras.

Antes de la llegada de los españoles el territorio que hoy es Bolivia tenía una población estimada de entre 8 y 10 millones de habitantes, organizados en señoríos aimaras y comunidades quechuas, con una red agrícola y cultural que se extendía desde el Titicaca hasta los valles tropicales. Un siglo después quedaban menos de un millón de sobrevivientes. Más del 90 % de la población originaria fue exterminada por guerras, epidemias, hambrunas y trabajo forzado. Esa desaparición masiva es uno de los mayores genocidios demográficos de la historia humana.

Los registros del siglo XVII hablan de más de 8 millones de muertos entre indígenas y esclavos africanos. Es una cifra que no tiene comparación en la historia minera de la humanidad. Mientras tanto, los galeones partían rumbo a Sevilla cargados con lingotes de plata que financiaron el siglo de oro español, las guerras europeas y las cortes del Vaticano. América se vaciaba para llenar cofres ajenos.

El saqueo no solo fue económico, fue espiritual. Las culturas del altiplano, que veneraban a la Pachamama, fueron obligadas a adorar una cruz bañada en el mismo metal que los asesinaba. Las montañas, antes sagradas, se transformaron en heridas abiertas. Los pueblos aimaras y quechuas aprendieron a resistir en silencio, pero nunca olvidaron.

Guamán Poma de Ayala escribió desde el dolor: “Los señores se hicieron reyes y los indios se hicieron bestias.” Esa frase resume el crimen de Potosí. Europa ascendió sobre la sangre andina. La modernidad nació entre gritos y oscuridad.

Hoy el Cerro Rico sigue allí, hueco, a punto de colapsar, como un espejo de la conciencia humana que aún no ha aprendido a devolver lo que robó.”

Chile, la frontera del silencio

Chile fue la frontera donde la conquista tropezó con su propia soberbia. Desde el río Itata hasta el Biobío, los españoles creyeron que avanzar sería sencillo, pero se encontraron con un pueblo que no conocía el miedo. Los mapuches, guerreros del sur del mundo, fueron el único pueblo originario del continente que nunca se rindió. Resistieron durante más de tres siglos. Ni las espadas, ni las pestes, ni los evangelios lograron someterlos. En cada árbol había un vigía y en cada fogón una memoria de libertad.

Los cronistas lo admitieron con rabia. En 1598, tras la derrota española en Curalaba, los colonizadores abandonaron todas las ciudades del sur. Durante casi 300 años, el territorio mapuche siguió siendo independiente. Esa autonomía fue una vergüenza para el imperio y un símbolo de dignidad para América. Ninguna corona tolera que un pueblo libre le recuerde su impotencia.

La historia oficial habló de “pacificación”, pero fue una guerra de exterminio. Entre 1860 y 1883, el ejército chileno —ya bajo bandera republicana, pero con la misma mentalidad colonial— arrasó el Wallmapu. Más de 100 000 mapuches fueron asesinados y otros 80 000 desplazados. Se robaron 9 millones de hectáreas de tierras fértiles, entregadas a colonos europeos y compañías extranjeras. Las comunidades fueron empujadas a reservas miserables que apenas ocupaban el 5 % de su territorio ancestral. El saqueo cambió de idioma, pero no de dueño.

El oro, la plata y el cobre siguieron fluyendo hacia Europa y, más tarde, hacia Estados Unidos. Desde el siglo XIX hasta hoy, Chile ha exportado más de 70 millones de toneladas de cobre, valoradas en más de 1,2 billones de dólares actuales. El salitre enriqueció a Inglaterra y Alemania, y el oro de los ríos del norte llenó las arcas de bancos extranjeros. Ningún pueblo se benefició menos de su propia riqueza.

Gabriela Mistral lo escribió con una claridad que aún duele: “Toda conquista es una herida que no cicatriza.” Esa herida sigue abierta en el sur del mundo. El Wallmapu arde en silencio, entre forestales, pobreza y dignidad. Los nietos de Lautaro y de Janequeo siguen de pie, mirando la tierra con la misma ternura y el mismo coraje.

“La frontera del silencio no fue derrota, fue advertencia: un pueblo que no se rinde nunca muere del todo.”

En la Parte 2/2 de esta columna analizaremos:

  • Argentina, la conquista del sur
  • Paraguay, la resistencia guaraní
  • Brasil, el látigo portugués

Este es el inventario del vacío.

Detrás de cada cifra hubo un nombre una lengua una ceremonia un río sagrado. El crimen se llamó conquista evangelización progreso. La herida sigue abierta.

  • Los pueblos no murieron.
  • Resisten en sus lenguas, en su música, en su memoria.
  • Hablan con los mismos sonidos con que saludaban al sol antes de la llegada de las carabelas.
  • Sus cantos suben desde el altiplano, cruzan la selva y bajan por el Amazonas como si el tiempo nunca hubiera pasado.

Y en ese recuerdo está la fuerza de una tierra que sigue girando, herida pero viva, bajo el mismo sol que vio nacer a sus primeros hombres.

“Lo que fue saqueado con sangre debe ser devuelto con verdad.”

 

Bibliografía

  • Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552)
  • Felipe Guamán Poma de Ayala, Nueva crónica y buen gobierno (1615)
  • Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina (Siglo XXI, 1971)
  • ONU, Informe sobre genocidios históricos y derechos de los pueblos indígenas (2019)
  • CEPAL, Estimaciones económicas históricas del saqueo colonial (2024)
  • FAO y UNESCO, Lenguas y culturas originarias en riesgo de extinción (2023)
  • Levi, Primo, Si esto es un hombre (Einaudi, 1947)

Fuente: https://www.pressenza.com/es/2025/10/espana-y-el-saqueo-de-america-la-sangre-del-oro-y-la-miseria-del-imperio-parte-1-2/

Justicia para las petroleras, castigo para los pueblos: el peligroso precedente contra Greenpeace y el pueblo sioux

Observatorio de Bienes Comunes, UCR

El fallo judicial que condena a Greenpeace a pagar más de 660 millones de dólares a la empresa Energy Transfer (ET) por supuestamente haber instigado las protestas contra el oleoducto Dakota Access (ver mapa 1) es un ataque directo a la libertad de expresión y a la defensa del medioambiente. Más que una sentencia aislada, este caso forma parte de una estrategia sistemática para criminalizar la protesta social y debilitar la resistencia indígena frente al avance de las industrias extractivas.

La demanda contra Greenpeace ha sido denunciada como un caso de SLAPP (Demandas Estratégicas contra la Participación Pública) o demanda mordaza, un mecanismo legal utilizado por corporaciones y actores poderosos para asfixiar financieramente a sus opositores mediante litigios costosos y prolongados. Su propósito no es necesariamente ganar en tribunales, sino generar miedo, censurar la disidencia y desgastar a quienes denuncian injusticias.

Colonialismo y racismo en la narrativa judicial

Más allá de la criminalización de Greenpeace, lo verdaderamente alarmante es el discurso implícito en este fallo: el pueblo sioux de Standing Rock es presentado como un actor secundario, carente de agencia propia y fácilmente manipulable por organizaciones externas. Esta narrativa colonial y racista se enmarca en una larga tradición de despojo y deslegitimación de las luchas indígenas, donde las comunidades que defienden sus territorios son vistas como obstáculos al «progreso» y no como sujetos políticos con derechos y autonomía.

En este caso, las protestas de Standing Rock, que denunciaban la construcción de un oleoducto sobre tierras sagradas y la amenaza a su suministro de agua, fueron presentadas como un «pequeño problema local» explotado por Greenpeace para sus propios fines. Este enfoque niega la legitimidad de la resistencia sioux y refuerza la idea de que las poblaciones indígenas solo actúan cuando son influenciadas por terceros, una visión que se remonta a la época colonial y que persiste en los tribunales y en los discursos empresariales.

Un precedente peligroso para los movimientos sociales

La sentencia contra Greenpeace no solo pone en riesgo la existencia de la organización, sino que envía un mensaje claro a activistas y comunidades en resistencia: cualquier forma de apoyo, visibilización o solidaridad con luchas ambientales e indígenas puede ser castigada con el peso completo del sistema legal y económico.

Este caso se suma a una creciente ola de criminalización de los movimientos ambientalistas y de defensa del territorio en todo el mundo. Desde América Latina hasta Norteamérica, activistas han sido perseguidos, encarcelados e incluso asesinados por desafiar los intereses de las grandes corporaciones extractivas. En muchos casos, los Estados no solo fallan en proteger a estos defensores, sino que se convierten en cómplices al reprimirlos y facilitar el avance de proyectos destructivos.

Frente a este escenario, la respuesta no puede ser la resignación. La lucha del pueblo sioux de Standing Rock fue y sigue siendo un ejemplo de resistencia ante el despojo, y su alianza con grupos ambientalistas y otros movimientos sociales demuestra que la solidaridad es una herramienta poderosa. Sin embargo, es urgente fortalecer los mecanismos de protección para activistas y comunidades, así como denunciar el uso de las leyes para silenciar la protesta.

Si la defensa del agua, la tierra y la vida se convierte en un delito, entonces el verdadero crimen es el modelo económico que pone el beneficio privado por encima del bienestar colectivo. ¿Permitiremos que la justicia siga siendo un instrumento de los poderosos, o exigiremos que responda a las luchas de quienes defienden el planeta?

¿Qué es el oleoducto Dakota Access?

El oleoducto Dakota Access (DAPL, por sus siglas en inglés) es un proyecto de infraestructura energética de aproximadamente 1,886 km de longitud, construido para transportar hasta 570,000 barriles de petróleo al día desde los yacimientos de Bakken, en Dakota del Norte, hasta Illinois, EE.UU.

El oleoducto ha sido altamente controversial porque atraviesa tierras cercanas a la reserva sioux de Standing Rock, poniendo en riesgo el acceso al agua potable y afectando sitios sagrados. A pesar de la resistencia indígena y ambientalista, la obra se completó con el respaldo del gobierno de Donald Trump en 2017, tras haber sido bloqueada temporalmente por la administración de Barack Obama en 2016.

¿Qué es una demanda SLAPP o demanda mordaza?

Una demanda SLAPP (Strategic Lawsuit Against Public Participation) es una demanda judicial utilizada como herramienta de intimidación y censura contra personas o grupos que ejercen su derecho a la libre expresión, especialmente en asuntos de interés público. Su objetivo no es ganar el caso, sino desgastar y silenciar a los demandados mediante procesos legales costosos y prolongados.

Características de una demanda SLAPP:

  • Suele dirigirse contra periodistas, activistas, organizaciones civiles o ciudadanos que denuncian corrupción, abusos o problemáticas sociales.

  • Implica cargos legales infundados o exagerados, como difamación o daño a la reputación.

  • Busca desmotivar la participación pública al generar miedo y costos económicos elevados.

Consecuencias y riesgos:

  • Limita la libertad de expresión y el acceso a la información.

  • Puede tener un efecto disuasorio, desalentando la denuncia de irregularidades.

  • Afecta la democracia al restringir la participación ciudadana en el debate público.

¿Cómo enfrentar una demanda SLAPP?

  • Buscar asesoramiento legal especializado.

  • Hacer visible el caso en medios y redes sociales para generar apoyo público.

  • Impulsar legislación contra el abuso de demandas SLAPP.

Estas demandas son un problema creciente en diversas partes del mundo, por lo que es fundamental conocerlas y denunciarlas para proteger el derecho a la libre expresión y la participación ciudadana.

Referencias:

Agencia EFE. (2025, 19 de marzo). Greenpeace deberá pagar más de 660 millones de dólares a la empresa Energy Transfer. Swissinfo. Recuperado de https://www.swissinfo.ch/spa/greenpeace-deber%C3%A1-pagar-m%C3%A1s-de-660-millones-de-d%C3%B3lares-a-la-empresa-energy-transfer/89036958

Elbein, S. (2016, 17 de noviembre). EE.UU.: la estrategia sioux y la determinante decisión sobre el oleoducto Dakota Access. Mongabay. Recuperado de https://es.mongabay.com/2016/11/ee-uu-la-estrategia-siux-la-determinante-decision-oleoducto-dakota-access/

EntrePueblos. (s.f.). Protesta y resistencia Sioux a oleoducto en Dakota del Norte. Recuperado el [fecha de acceso], de https://www.entrepueblos.org/news/ddhh-extractivismo-5/

Óscar Espinoza canta en el Día Mundial de la Paz por los pueblos originarios costarricenses

En el Día Internacional de la Paz, Óscar Espinoza alzó su voz en solidaridad con los pueblos indígenas de Costa Rica, quienes siguen luchando por el derecho a las tierras que han habitado durante miles de años. «Aún siguen quedando impunes los crímenes que se cometen contra sus líderes, como es el caso de Jehry Rivera quien su asesino ha sido absuelto por el estado costarricense», expresó.

Oscar también rindió homenaje a Sergio Rojas, otro líder indígena asesinado por defender los derechos territoriales de su comunidad, dedicándole una canción que escribió en su honor: «Sergio Rojas vive».

Este mensaje y su interpretación invita a reflexionar sobre las injusticias que persisten actualmente, especialmente contra los pueblos originarios y su resistencia a lo largo de los siglos.

Puede escuchar la canción en el siguiente enlace: https://www.facebook.com/share/v/WBpvxkDx7fdXsfZ9/?mibextid=oFDknk

Invitación a las actividades de conmemoración del 5to año del asesinato de Sergio Rojas

Desde el Observatorio para la Acción Contra el Racismo (OBCRA) les invitamos a las actividades de conmemoración del 5to año del asesinato de Sergio Rojas, indígena del Territorio de Salitre, Costa Rica.

Exposición:

Justicia y pueblos indígenas en la Costa Rica actual: en memoria de la vida y el pensamiento de Sergio Rojas Ortiz.

Lunes 18 de marzo, hora 4:00pm: exposición y conversatorio en la Facultad de Ciencias Sociales de la UCR.

Lugar: 1° piso, Facultad de Ciencias Sociales Ciudad de la Investigación. San Pedro Montes de Oca

Con la presencia de:

La señora Roxana Figueroa Calderón.

El señor Carlos Estiven Vargas Figueroa, del territorio indígena de Salitre.

La señora Danny Nájera Díaz, del territorio indígena de Térraba.

Conversatorio

Pueblos indígenas: reflexiones sobre la impunidad en el caso de Sergio Rojas Ortiz.

Lunes 18 de marzo, hora 5:00 pm.  

Lugar: Sala de audiovisuales, Facultad de Ciencias Sociales Ciudad de la Investigación. San Pedro Montes de Oca.

Participantes:

Dra. Marcela Moreno Buján.

M. Sc. Álvaro Paniagua Núñez.

Lic. Oscar Retana Montenegro.

Dra. Denia Román Solano (moderadora).

Licda. Nathalia Ulloa Castillo.

Programa de radio.

Programa de radio 870AM-UCR «Conversando sobre el racismo», organizado por el Observatorio para la Acción Contra el Racismo (OBCRA).

Martes 19 de marzo, 2024.

Hora: 8:00 am.

Con el tema: La lucha de Sergio Rojas y la de una comunidad: justicia y memoria.

Con la participación de:

 La señora Roxana Figueroa Calderón.

El señor Carlos Estiven Vargas Figueroa, del territorio indígena de Salitre.

La señora Danny Nájera Díaz, del territorio indígena de Térraba.

Un agradecimiento a Gloriana Rodríguez Corrales, presentadora del programa Saber Vivir.  

¡Memoria y justicia!

Resistencia indígena en Costa Rica

Comisión Histórica MOVIMIENTO DE TRABAJADORES Y CAMPESINOS (MTC) 2024

Es totalmente falso que a la llegada de los españoles solo existían en Costa Rica tres grupos indígenas: chrotegas, huetares y bruncas. Sabemos de la presencia de múltiples sociedades originarias, en general cada una con su propia lengua y creencias. La gran mayoría fueron exterminadas o enviados a trabajar como esclavos a los cañales en Jamaica o a las minas en Perú o Bolivia. También se nos ha hablado de que la conquista y colonia fueron pacíficas. Eso es un cuento chino. Algunas de las sociedades indígenas que vivían aquí mucho antes de la llegada de los europeos conquistadores fueron:

Coreros

Tises

Hebenas

Votos

Urinamas

Malekus

Chánguenas

Coctus

Tariacas

Quepos

Dorasques

Guymis (Ngobes)

Buricas

Turucacas

Pococis

Xarixabas

Aoyaques

Muyaguas

Ateos

Siguas (aztecas)

Catapas

Cabecares

Guarcos

Suerres

Sucaques

Xicaguas

Coyoches

Usubarus

Terrebes, texabas

Cebacas

Tojares

Quequexques

Bribris (viceitas)

Chorotegas

Bruncas, borucas

Huetares

Muy recientemente las muertes a balazos de dirigentes indígenas en la zona sur como la de el bribri Sergio Rojas y el brörán/térraba Jerhy Rivera son una muestra de que la lucha indígena iniciada en el siglo XVI continúa, contra el mismo grado de brutalidad.

1610

Santiago de Talamanca

Cansados de ultrajes, esclavitud y robos, los Bribris, Ateos, y Térrebes (actuales Brörán) al mando del cacique Guaycorá se sublevan y destruyen la próspera ciudad Santiago, fundada en 1505 en la margen derecha del actual Río Sixaola.

1615

Tariaca

Sublevación dirigida por el cacique Antonio Carebe. Es capturado y fusilado junto a otros líderes-

1616

Payegua

Se produce una gran batalla debido a una sublevación encabezada por Bartolo Xora, quien es capturado por el ejército español, torturado y asesinado junto a un grupo de líderes indígenas-

1618

Cerca de la actual fronteras con Panamá

El cacique Coroneo dirige un nuevo levantamiento en el que participan las naciones Aoyaques, Cureros y Hebenas-

1619

Talamanca

En represalia por e levantamiento de 1618, los españoles desde Cartago organizan una expedición bélica que ingresa a Talamanca a castigar a los responsables de la sublevación. Convocan engañados a varias comunidades indígenas a un acto religioso a orillas de un río, tomando prisioneros a más de 400 niños, mujeres, hombre y ancianos. Los amarran y los conducen por las montañas hasta Cartago, muchos mueren de camino y son repartidos entre los grandes hacendados españoles. El 16 de enero de 1620 son ahorcados 12 líderes rebeldes, entre ellos Juan Ibaczará, Francisco Cagxi, Diego Hebena y Juan Serrabá.

1622

Telire

El cacique Cabsi declara la guerra a los españoles y se pone al frente de una sublevación de unos 1.200 guerreros.

1678

Urinama

La nación urinama nuevamente se subleva contra el imperio español

1705

Cerca de la actual frontera con Panamá

Los Térrebes (Nasos, indios Nortes, Teribes, como también se les conoce) provocan un nuevo alzamiento.

1709

Alto Talamanca y alrededores

Los líderes Pablo Presbere (bribri) y Pablo Comesala (cabécar) se ponen al frente de la mayor sublevación ocurrida hasta entonces contra los españoles, que incluyó a todas las naciones indígenas desde Bahía Almirante hasta lo que hoy es Limón. Hoy se considera que este gran evento de protesta no fue espontáneo, como se lee aún en algunos textos escolares y de secundaria, incluso universitarios, sino que obedeció a un planteamiento meditado por las más altas jerarquías indígenas /kpá/ cabécar y /usekol/ bribrí y ejecutado por Comesala y Presbere, como máximos dirigentes. Finalmente, Presbere es capturado, entregado por los propios Viceitas, torturado y ejecutado en la plaza central de Cartago. Comesala previó a la reacción violenta de los españoles, se puso a buen recaudo y nunca fue capturado.

1762

Térraba

Levantamiento de Indios Norte (Nasos, Teribes, Texabas, etc). Atraviesan la cordillera de Talamanca y van en busca de los térrabas que ya estaban asentados en el Pacífico. Atacan los poblados de Nuestra Señora de la Luz de Cabagra y San Francisco de Térraba.

1762

Nicoya

Rebelión de los pueblos indígenas del área de Nicoya. Entre los líderes estaban Martín Gavilán y Lorenzo Cabrera; muchas mujeres son parte de la lucha de forma muy valiente.

1984

Térraba

Las mujeres y hombres térrabas/brörán organizan el bloqueo de calles para evitar que los madereros continúe extrayendo madera de los bosques.

2019

2002

Asesinatos

En Salitre y Térraba, zona sur, son asesinados los dirigentes bribris Sergio Rojas y brörán térraba Yeri Rivera, destacados por la defensa de sus territorios ancestrales. A la fecha, 2024, los asesinatos de Sergio y Yari se encuentran impunes. Recientemente la Fiscalía de Buenos Aires, Puntarenas, solicitó la prescripción en el caso del compañero Sergio. Y el caso de Yeri el tribunal anuló la sentencia que condenó al asesino.

Conferencia de presa UCR luego de agresión a Jerhy Rrivera, 2013 Fotografía: Ricardo Araya Rojas.

Sistematización sobre casos de violencia contra pueblos indígenas que defienden sus territorios

Desde el CEAAL-Costa Rica en conjunto con el TCU-590 Defensa comunitaria del territorio: extractivismos, organización y conflictos Socioambientales del Programa Kioscos Socioambientales, compartimos una sistematización sobre casos de violencia contra pueblos indígenas que defienden sus territorios en el país, así como sus acciones de resistencia y de solidaridad que se han gestado entre el 2010-2022.

Con la sistematización de dicha información, se elaboró una base datos que se encuentra en la página web del Observatorio de Bienes Comunes del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos (CIEP).

La base propone una búsqueda por categorías que permite a quien la indague, obtener información concreta sobre el tema de interés, según territorio, tipo de violencia, etnias y actores.

Por razones de recursos, este proceso de trabajo colaborativo culminó a finales del 2022.

Esperamos que lo construido sirva para abonar a la lucha de los territorios indígenas de nuestro país.

Agradecemos a los compañeros y a las compañeras de diferentes territorios que participaron en este proceso y a las y los estudiantes de la Universidad de Costa Rica que colaboraron de forma activa y comprometida en este trabajo.

Nos dejó una insigne luchadora

Dado el racismo visceral con que la sociedad costarricense asume, consciente o inconscientemente, la lucha de los pueblos originarios por recuperar sus territorios, con la cual ejercen los derechos establecidos en la jurisdicción nacional e internacional, es muy posible que la muerte de doña Mariana Delgado Morales pase desapercibida, silenciada e invisibilizada. Sirva este escrito para honrar su memoria y destacar su capacidad de resistencia frente a los múltiples atropellos de los que fue víctima.

Su lucha y su resistencia estuvieron siempre acompañadas, desdichadamente, por el dolor que le infringieron a ella y su comunidad quienes, al margen de la ley y de todo sentimiento noble, ocupan ilegalmente los territorios y actúan con toda clase de actos violentos como lo detalla el siguiente testimonio suyo de noviembre del año 2020. Doña Mariana Delgado Morales era indígena Bribri del Clan Tubolwak del Territorio de Salitre. A continuación, sus palabras:

“La lucha de los pueblos indígenas y de las mujeres indígenas y, en especial en mi caso, se ha venido dando desde que nacimos, porque nuestras abuelas y nuestras madres eran luchadoras incansables, porque tuvieron que enfrentarse, en ese tiempo, a la misma situación de discriminación, de racismo, de violencia, de humillaciones contra ellas, al igual que nosotras ahorita estamos sintiendo aún en este siglo que deberíamos de entender que haya mejorado la situación de las mujeres en el mundo, pero no es así, menos para nosotras las mujeres indígenas.

Hoy, el 25 de noviembre se conmemora [el día internacional de la violencia contra las mujeres], pues yo siento que nosotras cada vez más, en vez de avanzar, cada vez más como que retrocedemos con lo que está haciendo el Estado en contra de nosotros porque, desde que iniciamos más fuertemente las luchas de recuperaciones, de reivindicación de nuestros derechos, el Gobierno no ha querido escucharnos y nos toca ver cómo sufre nuestro pueblo, cómo desangra nuestro pueblo, cómo nuestros hijos son agredidos y cómo nos matan a nuestros hermanos por levantar la voz para exigir justicia para nuestro pueblo.

Es una situación cada vez más lamentable para nosotras las mujeres indígenas que, en estos procesos de lucha, es […], es doloroso para nosotras´, porque vemos como sufren nuestros hijos. En mi caso, ver a mi hijo sufrir con dos balas en su pierna y verlo todo joven, pero que aún está impedido, no puede ganarse su sustento diario solo, porque la salud no le permite, porque el dolor en su pierna es terrible y aún ver a sus hijos y sus hijas con muchas necesidades es algo muy, muy lamentable y doloroso para uno como madre y abuela.

Situaciones como esas de amenazas y de violencia hemos estado viviendo en mi territorio, en Salitre y ver que el Estado se hace de la vista gorda de todos los sufrimientos de nosotros lo indígenas, pues no tiene otra palabra: el Gobierno no se preocupa ni se ha preocupado nunca por nosotros.

En esta situación, quisiera compartir también que el Gobierno, después del asesinato de nuestro hermano Sergio, entró con toda su comisión del vice ministerio de la Presidencia, como la Corte Suprema de Justicia, ministerio de Seguridad, ministerio de Justicia y Paz y otros; después del  asesinato de Sergio nos reunimos, como consejo, con esta comisión en varias reuniones como para acordar acciones a seguir como monitoreo en el territorio y también nuevas recuperaciones que hubieron (sic) en ese tiempo. Esos monitoreos se cumplieron en parte. Se acordó que el Gobierno realizara el desalojo de los finqueros no indígenas que usurpan las tierras y esos desalojos tampoco se realizaron.

Se le solicitó al Gobierno avances en la investigación del asesinato de Sergio Rojas y el Gobierno nunca dio informes del avance en este caso.  También solicitamos al Gobierno que busque mecanismos para devolver las tierras directamente a los indígenas y no a través de la ADI y hasta el momento no han contestado. Por esa razón, la relación con el Gobierno ha sido muy poca y nosotros no hemos estado anuentes a realizar más reuniones, ya que el Poder Ejecutivo no nos ha dicho cuáles son los pasos a seguir para la devolución de las tierras. A nosotros lo que nos interesa es que el Gobierno agilice los procesos de recuperación y el Gobierno no ha mostrado ningún interés en seguir los pasos para la devolución de las tierras y que no sea a través de la ADI. El Estado ha incurrido en retrasos injustificados para devolver las tierras a los indígenas, en vista de que ha transcurrido mucho tiempo desde la creación de la ley y el inicio de los procesos de recuperación.

Tampoco han encontrado una forma ágil y oportuna para hacer efectiva la devolución de la tierra a los indígenas. [Recibimos] la visita del Gobierno, no oficial, para intercambiar algunas ideas.  Se entabló conversaciones, pero nada afirmativo, hasta este momento no han hecho alguna acción positiva por la llegada de la pandemia del covid 19 al país, más bien el Gobierno lo tomó para poner excusas, para no continuar con lo que les correspondía realizar en Salitre en temas de saneamiento territorial y seguridad. También el Poder Judicial tomó la pandemia como excusa para no aligerar los procesos judiciales.

Además de eso, aumentó la violencia en el 2020 después del asesinato del líder bribri Sergio Rojas.  La falta de voluntad del Gobierno de sancionar a los culpables de ese asesinato motivó que el usurpador Heliodoro Figueroa Uva le dispara a Mainor Ortiz Delgado en su pierna derecha el día 9 de febrero del año 2020 cuando Mainor se encontraba trabajando en su finca con su familia.  El día 21 de agosto ese mismo agresor entró en casa de la indígena bribri Claudina Figueroa Rojas y Ana Patricia Calderón Figueroa, ambas del Clan Uniwack, sacó un arma que portaba en su cintura y un cuchillo que llevaba en su mano, amenazó a las compañeras y les dijo que las iba a agredir; luego de gritarles y ofenderlas, dijo que si no salían de esa tierra les iba a disparar, a lo que las mujeres resistieron a salir. Ese agresor, en otra ocasión, ya había amenazado herir a la señora Claudina con un cuchillo, cuando ingresó en la propiedad de ella. Ese día un vecino la defendió de que la hirieran con un cuchillo.

El 21 de marzo, en horas de la mañana, el usurpador Rodrigo Figueroa Uva amenazó golpear a Enrique Ortiz Figueroa del Clan Uniwack. Le dijo que era mejor que se calle y no hable, porque él no sabe lo que le puede pasar, pues Enrique es testigo de Mainor Ortiz en una demanda de agresión con arma.

Mariana Delgado Morales.

Quiero manifestar que el 24 de septiembre de 2020 nos enteramos la noticia de que el Poder Judicial tomó la decisión de desestimar el caso del asesinato de nuestro hermano y líder Sergio Rojas Ortiz. Noticia que recibimos con mucho dolor e indignación en el territorio de Salitre. Decisión que tomó el Poder Judicial basándose, supuestamente, en la falta de pruebas y en la imposibilidad de realizar investigaciones judiciales. En esta situación, vemos que no tenemos apoyo de la justicia costarricense, ya que se nos está demostrando con el asesinato de Sergio Roja que no se vislumbra un esfuerzo por parte del Poder Judicial para encontrar a los culpables del asesinato y que sean castigados como debe ser.

Por otro lado, el Estado no ha devuelto las tierras a los indígenas que es la causa de toda violencia y asesinatos contra los indígenas. Y la desestimación de este caso estimula a los usurpadores para que continúen con la violencia, ya que el Poder Judicial les da el respaldo y avala así a los no indígenas para que continúen con las amenazas de muerte a los defensores de derechos, a familias que recuperan tierras y aumenta la posibilidad de nuevos asesinatos de indígenas que defienden sus territorios, pues lo no indígenas observan que no le dan importancia a la investigación de un indígena asesinado, lo que provoca que los no indígenas intensifiquen todas formas de violencia en contra de los indígenas. Esto sería muy peligroso, lamentable para el pueblo bribri de Salitre.

Esta es la situación actual de mi territorio en Salitre, lo estamos pasando, lo que hemos vivido y seguimos viviendo, ya que no hay respuesta, no hay apoyo de parte del Estado a esta situación de violencia que hemos estado viviendo. Lamentable, como digo, porque vemos una situación muy crítica para nosotros. No sabemos hasta cuándo”. (Delgado, 2020, m14s12)*

¿Cuándo le daremos en Costa Rica el lugar que merecen los pueblos originarios?

Siembran con sus luchas semillas de dignidad.

Isabel Ducca D.

*Para consultar el documento completo: Audiovisuales UNED. (2020, noviembre 25). Las recuperaciones indígenas del territorio: la experiencia desde los pueblos /Foro [Vídeo]

https://www.facebook.com/watch/live/?v=166727131833053&ref=watch_permalink

Realidad indígena de Guatuso: Resistencia cultural y derechos humanos

En el artículo titulado “Realidad indígena de Guatuso: Resistencia cultural y derechos humanos”, del académico Trino Barrantes Araya, se ofrecen algunos rasgos que sirven para enriquecer el debate acerca del proceso de occidentalización que viven hoy los malekus. 

Aunque históricamente los pueblos originarios de América han resistido por más de 500 años, la sistemática violación a sus derechos humanos se convierte en una norma del mundo occidental. Por eso, parte del objetivo de esta investigación es conocer en términos concretos cuáles son esos derechos fundamentales que enfrentan los palenques del Sol, Margarita y Tonjibe. Por eso, un primer paso de esta gran tarea es conocerla más a fondo, involucrarnos en el «ser» -problema ontológico-, hacer, pensar, sentir y hablar de nuestro pueblo. Por esta razón, se aborda un primer nivel teórico-metodológico y se toma como referente empírico a los «indios» Malekus, ya que constituyen una de las etnias más afectadas por la occidentalización de su cultura.

El autor señala los factores, muchas veces xenófobos, con los que la cultura occidental señala a los pueblos originarios. Por ejemplo, llamarles ignorantes, vagos, primitivos, salvajes, mientras que lo español y lo europeo, suponía educación, civilización y desarrollo, con el fin de entender la realidad que viven esta población aún en la actualidad.

Se le invita a leer el análisis completo en el siguiente PDF:

 

Imagen ilustrativa.

La resistencia de los pueblos indígenas, la violencia organizada y la complicidad del Estado

Al pueblo de Costa Rica

La resistencia de los pueblos indígenas

En los últimos años hemos sido testigos y testigas del nivel desproporcionado de violencia que sufren los pueblos indígenas y la amenaza a su modo de vida, la llamada ley indígena delimitó como territorios indígenas, muchas de las tierras donde los pueblos originarios resisten tratando de conservar su estilo de vida, sin embargo las transnacionales del monocultivo, y los grandes terratenientes ocupan hoy en día la mayor cantidad de este territorios (70%), esto a pesar de ir en contra de dicha ley, sin embargo desde 1977 hasta 2009 el estado nunca mostró interés en que esta ocupación violenta no solo se mantenía sino aumentaba, es por eso que los pueblos en 2009 se organizan y toman la asamblea legislativa para exigir que se les devuelvan sus tierras, sin embargo esto concluyó con desalojo por la fuerza contra las personas indígenas, lo que originó que la determinación de recuperar los terrenos usurpados desde de los territorios indígenas, con lo cual iniciaron los procesos de las recuperaciones del territorio indígena.

La violencia organizada y la complicidad del Estado
Las recuperaciones del territorio indígena por parte de las comunidades, han tenido que enfrentar una serie hostilidades y agresiones contra las comunidades indígenas que buscan hacer cumplir su derecho a la tierra, las continuas amenazas por parte de los terratenientes y sus peones, sin olvidar trasnacionales del monocultivo que usurpan los territorios, las hostilidades han ido desde amenazas, hasta auténticas “cacerías” donde turbas de terratenientes y peones llegan a intimidar incluso con armas de fuego alas comunidades, todo esto ante presencia de la policía, sin que esta intervenga a desarmar o dispersar estos grupos de atacantes, y es así como la violencia ha llegado incluso a la quema de las casas de las personas indígenas, cabe resaltar el cobarde asesinato de Sergio Rojas a tiros en su casa en Salitre, después de haber sido preso político del estado, las agresiones de este tipo son bastante frecuentes, por lo que la Corte Interamericana ordeno en 2015 darle protección especial a los pueblos indígenas de Térraba y Salitre además devolver las tierras usurpadas sin embargo esto es algo que nunca paso del papel y la violencia contra los pueblos sigue en aumento, así estas “turbas” fueron también responsables de la muerte del activista indígena Jhery Rivera asesinado en su comunidad, con un arma de fuego por personas ajenas a la comunidad que llegaron en manada a intimidar y amenazar al pueblo de Térraba, sin embargo el estado continua con oídos sordos sobre esta problemática, y existen ya un numero muy grande de agresiones, amenazas e intentos de asesinato contra activistas indígenas que siguen siendo constantes, el ultimo perpetuado el 30 de diciembre de 2021 donde Leonel Garcia fue macheteado en todo su cuerpo (brazos, piernas, tronco cabeza) hecho que casi acaba con su vida y lo mantuvo hospitalizado 2 semanas en condición grave, el ataque fue perpetrado por un finquero no indígena de la zona, quien ya previamente lo había amenazado de muerte, ante todo este panorama de violencia y a pesar de los fallos de la corte interamericana de derechos humanos, el estado sigue sin responder, mostrando con su silencio la complicidad en contra de los pueblos indígenas.

Exigimos un alto a la violencia contra los pueblos indígenas

No daremos nuestro silencio ante estos ataques y queremos que las medidas de protección se cumplan de verdad y se extiendan a todos los territorios indígenas, también que el estado cumpla con lo históricamente adeudado y devuelva por fin las tierras de los territorios indígenas

Invitamos a las organizaciones autónomas, que luchan por la defensa de la tierra, de los pueblos originarios, de los derechos humanos, a quienes luchan por la libertad total, que desde sus individualidad o colectivos firman este comunicado para brindar su apoyo, y/o colaboren con la difusión de esta información, y que las personas se mantengan informadas sobre esta situación.

Firman:

-Frente de Resistencia Animal y de la Tierra -Feminismo Antiespecista -Rinconcito Animal

Furia Antiespecista -Acción Animal – Sembrando Libertad – Yo no voy al zoo

-Frente Ecologista Universitario (FECOÜ) -Hablemos de Derechos Humanos -Red Punto Violeta

-La Cadejos Comunicacion Feminista -GuanaRED Red de arte y gestión cultural comunitaria

-Handmaids Costa Rica -Debate Feminista Costa Rica -Bloque Nacional de Vivienda

-Colectivo Solidaridad con el pueblo de Honduras -Movimiento de Trabajadores y Campesinos (MTC) -Asociación Costarricense de Derechos Humanos (ACODEHU)

-Confederación Unitaria de Trabajadores (CUT) -Sindicato Patriótico de la Educación (SINPAE)

 

Compartido con SURCOS por varias colectivas.