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Etiqueta: Rusia

La guerra pertenece a la prehistoria, construyamos paz

La organización “Mundo sin Guerras y sin Violencia – Costa Rica” comparte la siguiente información en lo referente al año de guerra Rusia – Ucrania:

“Hola.

Les saludamos de parte de la organización Humanista Mundo Sin Guerras y sin violencia.

En el aniversario del inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania, todo el mundo estará inmerso en algún tipo de iniciativa. ¿Por qué no crear también un vídeo entre todos combinando unos momentos de canto para pedir la paz, o enviando su mensaje a través de un cartel, una poesía, una pintura, o enviando un vídeo y/o foto de una caminata por la paz y la no violencia, en su comunidad o subiendo a la montaña en grupo para pedir el cese de las guerras. (Y no solo en Ucrania, recordando también todos los conflictos que hay en nuestro mundo)

Invita también a amigos, amigas y personas conocidas a participar. Lo que consigas puedes enviarlo a este correo: costaricanoviolenta@gmail.com

antes del 12 de marzo. También puede hacer su envío por WhatsApp: (506) 8735 4396 ¡Gracias!”

No a la guerra, una iniciativa desde Costa Rica que estará en la ONU y en acto en Washington

Comunicado

Este domingo 19 habrá una gran concentración el el monumento a Lincoln en Washington DC. La activista social tica norteamericana Isabel Macdonald estará presente representando el sentir de la voz costarricense por la Paz.

También Isabel Macdonald estará en Nueva York de previo y se presentará a las Naciones Unidas, para entregar la siguiente carta con sus firmas a la representación de Costa Rica en la ONU.

Si están de acuerdo que incluyamos el nombre de sus organizaciones, avisar a la dirección que se indica al final de esta nota.

La carta también será entregada a Medea Benjamin dirigente principal de Código Rosa y la excoronela pacifista Ann Wright de CODE PINK. Ann Wright será una de las expositoras el domingo en la marcha, quizás puede mencionar nuestra iniciativa.

La carta puede ser también circulada por las redes pidiendo firmas de más organizaciones y de personas en forma individual: el correo para sucribir es: isajmacdonald@gmail.com

La Asociación Costarricense de Derechos Humanos ACODEHU y la Red de Solidaridad con Palestina de Costa Rica han suscrito la carta.

ESTA ES LA CARTA:

DESDE COSTA RICA UN LLAMADO A LA PAZ ENTRE RUSIA Y UCRANIA

En Costa Rica, tenemos la suerte de vivir en un país que disolvió el ejército en forma permanente. El presupuesto se distribuyó para educación, salud, vivienda popular y el cuido de los recursos naturales y el medio ambiente.

Los miembros costarricenses del Centro Amigos Cuáqueros para la Paz, la Comisión de Derechos Humanos (CODEHU), el Servicio para la Paz y la Justicia (SERPAJ), las mujeres de la Liga Internacional pro Paz y Libertad (WILPF-CR), y la Red de Solidaridad con Palestina de Costa Rica, unimos nuestras voces para solicitar establecer negociaciones que garanticen la paz mundial.

Estamos muy consternados por la pérdida de vidas humanas en Ucrania y Rusia, la devastación de la infraestructura, la destrucción del medio ambiente y el sufrimiento que esto han traído al mundo entero, con inseguridad y la escasez de alimentos y combustible.

Nos enfrentamos al terror del Reloj del Juicio Final (Doomsday Clock), que se ha acercado más que nunca a la medianoche. Nos unimos al clamor de los Pueblos, llamando a la paz, al respeto de la dignidad y los Derechos Humanos, alzando nuestras voces para denunciar el uso potencial de armas nucleares, armamentos con uranio empobrecido, armas biológicas y químicas que se intensifican conforme escala la guerra.

Nuestros contemporáneos no merecen el sufrimiento a que nos someten las superpotencias, por lo que exigimos un cese al fuego, y la reducción de la escalada de violencia mediática y armada. De inmediato debe suspenderse la financiación de estas crueles acciones guerreras, que sólo le sirven a los fabricantes del aparato industrial militar. Todos los demás perdemos.

Invocamos las voces de la razón, la justicia y el amor por la humanidad y del globo terráqueo, al urgir un acuerdo de paz negociado sin condiciones previas.

Aplaudimos a los mediadores turcos que propusieron un plan de este tipo que en principio fuera aceptado por Ucrania y Rusia, pero luego fue boicoteado y hundido por el primer ministro Boris Johnson y el presidente Joe Biden.

Alentamos a todas las naciones que apoyen a los mediadores turcos que continúan trabajando para negociar un acuerdo de paz. Otras naciones deberían hacerse a un lado y dejar de intervenir en estas negociaciones.

Denunciamos el papel del complejo militar-industrial y de los magnates de los medios corporativos interesados en azuzar y justificar la guerra. Los hacemos responsables por la pérdida de más vidas inocentes.

Hacemos un llamado a toda persona de buena voluntad, las organizaciones de paz y justicia, los líderes religiosos y funcionarios gubernamentales en todos los niveles para apoyar la búsqueda de dicho acuerdo de paz para detener de inmediato los envíos de armas, municiones y financiamiento.

Pedimos a los representantes costarricenses en las Naciones Unidas en Nueva York, Sra. Maritza Chan, y el viceministro de Relaciones Exteriores, Christian Guillermet Fernández, que presenten una moción ante la Asamblea General de la ONU, solicitando un alto al fuego inmediato y negociaciones para poner fin a la guerra.

AQUÍ LAS FIRMAS DE LAS ORGANIZACIONES DICHAS Y PERSONAS QUE QUIERAN UNIRSE

cc.Sra. Maritza Chan, Representante de Costa Rica ante las Naciones Unidas, Nueva York.
Sr. Christian Guillermet Fernández, Viceministro de Relaciones Exteriores, Naciones Unidas, Nueva York.

Para enviar su firma:

isajmacdonald@gmail.com

Perú: la Geopolítica detrás de la Crisis

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

La crisis que vive Perú ha sido analizada con detalle desde la ciencia política y los encuadres teóricos comunes a este tipo de eventos; se estudian los actores, los hechos, las desigualdades estructurales que marcan una clara polarización social y política, la historia política reciente, así como repercusiones en la vida democrática del país y su institucionalidad. Hasta ahí todo muy bien, justo y necesario. Pero hoy eso no basta. Subyacen razones también reales y profundas debajo del iceberg que chocó en diciembre pasado contra la democracia en ese país. Me refiero a la geopolítica y el entorno global dentro del cual se desarrollan estos acontecimientos.

En una época histórica de incertidumbre planetaria, dentro de un contexto de dependencia estratégica hacia los recursos naturales, guerra en Europa, crisis sanitaria y económica, colapso ambiental y disputa de hegemonías en América Latina, es que debemos estudiar los hechos suscitados en Perú. Trataré de explicar cada punto de manera resumida a continuación. El sistema internacional atraviesa por un periodo de turbulencias que se enmarca dentro de la transición hacia un orden mundial de carácter multipolar, o sea, donde emerge la presencia de actores diferentes a los tradicionales con el suficiente peso político, económico o militar, como para incidir en la toma de decisiones globales en el concierto de las naciones.

Esto sin duda, tiene impactos en todo el planeta y América Latina no es la excepción. Históricamente, potencias como los EEUU han visualizado desde su propia visión geopolítica a nuestra región como su patio trasero, donde la presencia de cualquier otra potencia es percibida como una amenaza directa a sus intereses y seguridad nacional. No obstante, y para su disgusto, la República Popular China ha llegado a ser en los años recientes el segundo socio comercial de América Latina y el Caribe. Igual molestia les genera el acercamiento de otras naciones como Rusia, Irán, India o Turquía a la región.

En esa dirección, el año pasado en la XV Reunión de Ministros de Defensa de las Américas, los EEUU presentaron a nuestros países la estrategia de la Doctrina de la Disuasión Integrada (integrated deterrence), considerada como una estrategia clave para su seguridad nacional. Busca integrar todas las herramientas del poder nacional a través de los dominios, la geografía y el espectro del conflicto, mientras trabaja con aliados y socios para contener el acercamiento de lo que ellos consideran países enemigos en suelo latinoamericano; entiéndase China y Rusia, especialmente.

Pero aclaremos algo, hoy estas disputas geopolíticas no son por temas ideológicos, sino por intereses comerciales ligados a los recursos estratégicos y materias primas que se encuentran en nuestros territorios, necesarias para sostener al mercado global con su maquinaria irracional de hiper-producción y sobreconsumo modernos. Hoy estos recursos dan o quitan poder, y hasta pueden llegar a ser razones para poner o quitar gobiernos. Aunque algunas veces nos quieran hacer creer que la lucha es por la democracia, en contra del autoritarismo y la tiranía, como fue en décadas pasadas, la realidad hoy muestra que la ruta del pragmatismo y los intereses económicos predominan por encima de aquellos nobles ideales. No se puede olvidar tampoco el contexto de escasez de algunos de estos recursos, de ahí la competencia encarnizada por obtenerlos.

Esta dependencia estratégica hacia recursos esenciales no presentes en todos los países, hace que se justifiquen todos los medios disponibles para buscar su control, administración y acceso, por ser tratado como un tema de seguridad nacional. En medio de la lucha por la independencia de los combustibles fósiles y la transición hacia matrices energéticas más amigables con el medio ambiente, existen ciertos recursos que cobran cada vez más importancia y que pasan a ser el objetivo primordial de todos los países que tienen en sus planes el competir en estos nuevos mercados. El litio es uno de esos recursos, considerado como el nuevo oro de la era energética verde.

Esto avanza sin detenerse, a pesar de ello y sin ser contradictorio, la guerra en Europa ha vuelto a poner el tema de la seguridad energética en el centro discusión. La dependencia energética de occidente hacia países considerados hostiles ha ocasionado que el tema del aseguramiento energético sea la prioridad número uno, especialmente en los países europeos, aunque eso implique, como en el caso de Alemania por ejemplo, seguir consumiendo o incluso aumentar el consumo de fuentes altamente contaminantes como el carbón y el petróleo. De ninguna manera se pueden dar el lujo de detener el funcionamiento de sus servicios básicos, industria y comercio.

Este traspié de la guerra, al igual que la crisis sanitaria de la Covid-19, no estaba en las variables estudiadas y proyectadas sobre el futuro hace tan solo un par de años atrás. Así, garantizar el acceso a la energía a precios razonables, aunque el sacrificio sea la naturaleza y las posibilidades de vida en el futuro, pasa a ser la prioridad estratégica de las potencias en este mundo de incertidumbres y turbulencias. No podemos olvidar que aún hoy, como afirma el especialista en geopolítica de la energía, Daniel Yergin, la economía mundial depende en un 80% de los hidrocarburos.

Volviendo de nuevo al tema de la dependencia hacia los recursos latinoamericanos y las relaciones económicas entre las élites locales y las potencias, cabe recordar las declaraciones que dio días atrás Laura Richardson, la general jefa del Comando Sur de Estados Unidos sobre la trascendencia que ha tomado para EEUU el triángulo del litio, conformado por Argentina, Bolivia y Chile, que conserva el 68% de los reservorios globales de este elemento indispensable para la producción de todo lo que tiene que ver con tecnologías en la era digital. Aquí el interés y la competencia entre potencias, una vez más, es por el acceso y explotación (concesiones) de dicho recurso. Desde luego, el hecho que haya gobiernos más afines a una u otra siempre es un valor agregado para sus intereses y el de sus compañías multinacionales, por lo tanto, no es de extrañarse que busquen naturalmente esa afinidad y acercamiento político.

En el caso de la República Popular China, su modelo de acercamiento con América Latina y el Caribe ha sido muy diferente y respetuoso; propone el establecimiento de relaciones complementarias y no necesariamente competitivas, muestras su voluntad de fortalecer los vínculos de cooperación sur-sur y respeta los asuntos internos de todos los países con los que establece relaciones comerciales y políticas. Dentro de lo ofrecido por China a la región se encuentra la Iniciativa de la Franja y la Ruta, una propuesta de desarrollo e infraestructura global que abre la oportunidad para la construcción de infraestructura estratégica de los países participantes para el fortalecimiento del comercio internacional y su crecimiento económico.

Como parte de esta iniciativa, China y Perú se comprometieron años atrás para construir en Chancay, un enclave pesquero y agrícola en la costa central de Perú, un mega puerto estratégico para el comercio con Asia-pacífico, que según expertos, cambiará totalmente no solo la geografía en el sur del continente, sino que por su tamaño y operación, pasará a ser un centro neurálgico del comercio internacional, más cercano geopolíticamente a Pekín, que a Washington. En ese puerto podrán atracar los cargueros más grandes del mundo que pueden llegar a transportar hasta 18 000 contenedores, lo cual lanza una clara señal de la magnitud de dicha obra de infraestructura. Existe también un proyecto para la construcción de otro mega puerto en Perú, en Arequipa, llamado Puerto Corio, que buscaría incluso construir un tren bioceánico con el fin de conectarse con el Puerto Santos en Brasil, el más grande hasta el momento en América Latina. Este proyecto en 2021 logró conseguir inversionistas de Brasil, EEUU, Inglaterra y España. No obstante, a hoy todavía el proyecto no arranca, mientras el Puerto de Chancay espera entrar en funcionamiento en el segundo semestre del 2024. Si no hay imprevistos de carácter político.

Pero no todo se reduce a la infraestructura, la posición geoestratégica y el comercio. Los recursos naturales de Perú son importantes para los ojos del mercado y las grandes potencias. El Ministerio de Energía y Minas del Perú dice que ese país es el segundo productor de plata, cobre y zinc a nivel mundial, y es el primer productor de oro, zinc, estaño, plomo y molibdeno en América Latina. También posee petróleo, con una producción de 40.538 barriles por día (al 2022), y grandes reservas de plata, y otros metales no menos importantes, sin dejar de lado la biodiversidad con la que cuenta.

¿Pueden ser todas estas algunas de las verdaderas razones de fondo del conflicto que sufre Perú hoy? ¿Existen contradicciones políticas e ideológicas internas entre las élites económicas más importantes del país, sus intereses y el pueblo? ¿Qué tipo de relación (¿negocios?) tienen dichas élites con la clase política peruana y los intereses extranjeros? ¿Existe una disputa encubierta por el control-explotación-distribución de los recursos estratégicos de Perú detrás de toda esta crisis política? Es algo que el tiempo nos irá aclarando con el pasar de los días. Lo cierto es que este es el escenario de fondo, uno que no se está tomando en cuenta y que sin duda, da una idea sobre la magnitud de los desafíos que enfrentan todos los países que cuentan con recursos indispensables para la maquinaria económica global, y hacia los cuales existe una dependencia cada vez más manifiesta, mientras los pueblos, en este caso el peruano, es la gran víctima de este ajedrez planetario.

Oh, oh, la guerra

Alberto Salom Echeverría

Introducción

Después de trajinar por el mundo ya durante siete décadas, comprendo ahora más que nunca que, no puedo escribir sobre la guerra solamente desde una perspectiva estrictamente teorética, o puramente politológica, sin que se vean involucrados mis principios éticos y morales. Ya no estoy tan joven, me digo a mí mismo, pero sí con más ganas de vivir que nunca, para disfrutar a mis nietos, hijos y familiares en general, a mis amistades e intentar llevar a la práctica lo aprendido, marcado por una filosofía no violenta. Además, seguro de que el complejo mundo de hoy requiere para entenderlo de una simbiosis de saberes, pensares y sentires, o bien de una sinergia entre todo ello. Estoy cierto también que, en la actualidad una conflagración entre potencias, como la que se podría desatar en el llamado “conflicto ruso-ucraniano”, puede conllevar a la destrucción de la vida en “nuestra casa común”, así de simple.

La guerra, albergo la convicción, riñe con los principios éticos y humanistas que constituyen el meollo de mi formación integral como ser humano. Por esa razón, escribo sobre la guerra con el espíritu conturbado; no solo por los males que ella trae consigo a las personas que se enlistan como soldados e inclusive a la población civil que no está directamente implicada en el conflicto pero que lo padece, sino porque por añadidura, en dependencia de las naciones que se vean enfrascadas en el conflicto armado, puede resultar, un mal para todo el orbe. La guerra hoy, entre potencias militares, deviene infinitamente más destructiva que los supuestos problemas que pretende resolver.

Sin embargo, no puedo dejar de señalar que, una gran parte de los seres humanos están aún cegados por consideraciones ideológicas que los llevan a seguir justificando la guerra, de un lado o del otro, por cruel que esta sea; en eso, este sector de la especie humana diría que se ha vuelto testarudo hasta donde no más, o bien se ha vuelto totalmente inconsciente.

Si las guerras han estado presentes en nuestra especie desde épocas prehistóricas, como existe evidencia ya entre científicos, principalmente antropólogos especializados en la paleontología, es procedente que nos preguntemos si en esta época, seremos capaces de resolver nuestras hondas diferencias por otro medio que no sea la guerra. De todo esto trata este ensayo.

¿Es la humanidad una especie inherentemente violenta? ¿Desde cuándo la especie humana hace la guerra?

En filosofía política en el período de la Ilustración surgen dos teorías radicalmente contrapuestas en lo relativo a la violencia que está asociada a ciertos comportamientos del ser humano. Una de las dos corrientes se expresa en la teoría que tuvo como uno de sus más preclaros exponentes al inglés Thomas Hobbes (n. en 1588 m. 1679). El filósofo y politólogo fue un prolífico autor, quien escribió entre sus obras principales “el Leviatán” en el año 1651. En ella sostiene la tesis de que “el hombre” es malo por naturaleza. Esa es la razón por la que Hobbes pensaba que, desde el principio de los tiempos existió “la guerra de todos contra todos”. El “hombre” -consideraba Hobbes- es un lobo para el “hombre”, es la sociedad la que lo educa.

Muchos de los seguidores de los postulados de Hobbes, cayeron en la simpleza de considerar al “Homo Sapiens” (antecesor del Homo Sapiens Sapiens, como se le denomina a la especie humana), un animal brutal por haber sido un predador. Este comportamiento, generalmente se sustenta en el hecho de que el Homo Sapiens se extendió fuera de África, a través de Eurasia y desde otros puntos, eliminando a los demás grandes simios bípedos. La peregrina tesis fue planteada originalmente por Raymond Dart, quien se dedicó a investigar la prehistoria, dejando plasmados sus escritos en 1925. Estos se popularizaron en 1961 gracias a Robert Ardrey en su conocida obra “Los hijos de Caín”. De allí se sigue la falacia según la cual, como los Sapiens eran cazadores, su tendencia fue consustancialmente predadora y esa sería la razón por la que, los hombres prehistóricos se habrían convertido en seres agresivos por naturaleza. La falacia remata con el simplismo de que la guerra consistiría en una cacería de hombres, similar a la caza de animales llevada a cabo por los homínidos y los antecesores directos del Homo Sapiens Sapiens. De esta manera, el ser humano habría heredado de sus ancestros un carácter violento intrínseco. Volviendo a Hobbes, es preciso indicar que, el pensador postuló el despotismo ilustrado como la única vía de contener la maldad supuestamente innata en la especie humana. ¡Menuda solución!

La otra corriente, tiene como destacado expositor a Jean Jacques Rousseau, quien nació en Ginebra, Suiza en el año 1712 y murió en 1778. También fue, como lo había sido Hobbes, un pensador y escritor fecundo en la literatura. Respecto al tema que nos ocupa, Rousseau por contraposición al filósofo inglés, creía en la bondad del “hombre” desde su nacimiento; sin embargo, consideraba que, el espíritu concupiscible que induce a los seres humanos a la codicia, la ambición desmedida por lo material, o a la liviandad en el goce de los placeres de la carne, radica en la sociedad. En consecuencia, es esta la que lo corrompe. El desarrollo de su pensamiento en todos estos extremos está contenido fundamentalmente en “El discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres”, obra escrita en 1755. Rousseau, como es harto conocido, tuvo una enorme influencia en la Revolución francesa y se le considera un precursor del romanticismo, por su amor a la naturaleza. El hombre en su estado salvaje subrayaba Rousseau, no era proclive a las pasiones, pero, al revés de Hobbes, fue inducido “al estado de guerra más horrible” por la sociedad.

Ambas teorías aquí expuestas, fueron consideradas por ambos pensadores, inmanentes al ser humano, pues tanto la maldad desde la perspectiva de Hobbes le es innata, como la bondad, desde la óptica de Rousseau fue considerada una cualidad inherente a cada uno de los individuos de la especie. No obstante, de acuerdo con lo expresado, hay una contraposición radical entre los dos planteamientos por lo que cada una de las corrientes emplea métodos y busca soluciones muy distintas en la corrección de los problemas sociales.

Algunos estudiosos, en sus investigaciones llegaron a la conclusión, muy conectada con la hipótesis de Hobbes, de que las guerras han acompañado a la humanidad desde épocas prehistóricas, de acuerdo con evidencias de heridas con armas encontradas en Europa, en esqueletos de homínidos hace aproximadamente 35.000 años.

Otros científicos, más recientemente, han intentado demostrar que la premisa anterior, de una prehistoria salvaje y bélica es tan solo un mito y que el ser humano no ha hecho siempre la guerra. A continuación, traigo a colación una conclusión contundente a la que llegan varios científicos contemporáneos estudiosos de la neurociencia, mediante una cita textual de la investigación que hicieron. Ellos afirman que: “el comportamiento violento no se determina genéticamente. Incluso si está condicionado por ciertas estructuras cognitivas, el entorno familiar y el contexto sociocultural tienen un papel importante en su génesis. Además, muchos trabajos, tanto en Sociología o Neurociencia como en Prehistoria, evidencian que el ser humano sería empático por naturaleza. La empatía, e incluso el altruismo, habrían sido los catalizadores de la humanización.” (Cfr. Mirylene, Patou-Mathis. “El Ser Humano no ha hecho siempre la guerra”, Le Monde Diplomatique, Francia. Julio, 2015.)

Concluyo este apartado dejando sentado que, uno de los postulados más aceptados en las investigaciones antropológicas, de la historia y la arqueología modernas, considera que la guerra surge aparejada a la economía de producción y el consiguiente cambio radical que esto conllevó en las estructuras sociales en el período Neolítico, hace unos diez mil años. Por añadidura, es preciso tener presente que la violencia en el ser humano es un impulso que generalmente conduce a conductas fuera del estado normal de las personas, pero que, puede ser canalizado para proveerse de la fuerza necesaria para acometer una tarea o emprender una iniciativa. Hago la advertencia de que, en modo alguno debe caerse en el error de confundir la violencia con la guerra. Al hablar del fenómeno de la guerra es indispensable primero conceptualizarla.

¿Qué es la guerra, según algunos autores? ¿Qué se espera obtener de ella? ¿Qué puede ocurrir si, como muchas personas temen ahora, el conflicto “ruso ucraniano” por ejemplo, se convierte en una hecatombe por el uso de armas nucleares?

Acudo primero, para conocer debatiendo, al estratega Prusiano que nació en 1780 y murió en 1831, Karl von Clausewitz. Expresa Clausewitz en su extraordinario escrito “De La Guerra”, lo siguiente: “…no solo la guerra “debe tener necesariamente un carácter político y medirse con criterios políticos” o “que la guerra no es un simple acto de política, sino un instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, proseguidas por otros medios” (Cfr. Moliner González, Juan A. (2018), “¿Qué es la ética militar?”, IEEE, España. Documento Marco 16/2018).

Debo, antes de proseguir advertir que los dos tomos de la obra de Clausewitz son de una gran calidad desde el punto de vista teórico, de estrategia militar. Leí completa la obra en mis estudios de ciencias políticas, y he releído parcialmente después, partes de ella. De su valor no me cabe duda alguna. Pero como he advertido que hoy no tengo ningún reparo en criticar lo que considero errado, voy a explicitar para ustedes mis consideraciones. Clawsewitz aborda la temática desde un punto de vista politológico en la Europa de hace 200 años.

No voy a usar ningún argumento de autoridad que resulte descalificador, porque los considero deleznables. Lo digo, por la alusión que he hecho a que es una obra de hace 200 años. Más bien, he mencionado la fecha para tener en cuenta el contexto tan diferente del mundo de entonces respecto del que vivimos hoy. Es decir, es más bien una consideración con el afamado estratega militar. Por ejemplo, en algún momento de su enjundioso documento, Clausewitz razona que “las guerras entre las naciones civilizadas (¿?) son mucho menos crueles y destructivas que las libradas entre salvajes… debido a los avances que existen en esas sociedades y la forma de relacionarse entre ellas, pero no forman parte de la guerra por sí mismas; ya existen antes del comienzo de las hostilidades.” (Cfr. Clausewitz, K.V. (1999) “De la Guerra”. (Volúmenes I y II), Madrid: Ministerio de Defensa.) Esta frase, extraída fuera del contexto del siglo XIX, resultaría completamente abstrusa, por incomprensible y abyecta, por despreciable y rastrera.

Solo echando una rápida mirada sobre algunas de las guerras actuales, bastaría para comprender lo desajustado que serían las consideraciones de Clausewitz acerca de “las naciones civilizadas”. Considérese por ejemplo, la intervención de Los Estados Unidos en Viet Nam, donde se emplearon bombas de gases quemantes contra las personas; o en Iraq, cuyos bombardeos inmisericordes cayeron indiscriminadamente sobre la población civil; o el estallido de las primeras bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón, que las hicieron estallar básicamente con el ánimo de probar su efecto devastador sobre ciudades enteras, ya que a esas alturas de la II guerra mundial, tal acto de barbarie y salvajismo resultaba totalmente innecesario; o la actual guerra que libran Ucrania y Rusia, la primera fuertemente armada y respaldada por las potencias occidentales y la segunda considerada una de las principales potencias militares de la contemporaneidad. En ninguno de los dos casos ha habido ahorro de crueldad. Por lo tanto, no saquemos a Clausewitz fuera de contexto, porque más de una persona cerraría su libro de inmediato.

La segunda observación de peso respecto de la obra mencionada es que la misma, no es una obra que tenga consideraciones de tipo ético. Aquí sí que no le hago al autor ninguna concesión. La ética no es, obviamente, una perspectiva del siglo XXI; de la ética y la moral nos hablaron prolijamente los pensadores griegos de la Antigüedad. En mi concepto, no existe en la ciencia teoría desprovista de consideraciones éticas y morales. En ese sentido la bioética es una disciplina y a la vez una perspectiva, cuyo concurso es imprescindible en la investigación. Están descartados los experimentos con seres humanos que no respeten rigurosamente su dignidad. ¿Qué pensar del empleo de la violencia y la fuerza -como dice el autor Moliner González-, que tiende a escalar a los extremos y hacia la guerra absoluta, en donde no hay limitaciones en sistemas de avisos, procedimientos, tecnología y personas implicadas? O sea, que en la teoría y en la concepción ideal de la guerra de Clausewitz, tan utilizada por los estrategas militares occidentales, los principios y restricciones éticas y las consideraciones de la Guerra Justa, no tienen cabida. De hecho, dice que “la guerra es un asunto tan peligroso que los errores debidos a la benevolencia son los más graves de todos” (Clausewitz, 1999: 180). O sea, la benevolencia en la guerra era para Clausewitz tan solo un error por el que se paga muy caro. En ella, no se atienden códigos éticos ni morales. Imaginemos tan solo, ¿en qué quedan todos los convenios y acuerdos internacionales sobre el respeto a los prisioneros de guerra, sin consideraciones éticas y tratados sobre derechos humanos? En la vida contemporánea, con todo y convenios se irrespetan los derechos humanos de prisioneros de guerra y de la población civil; ¿Qué pensar, si como lo propuso Clausewitz, no tuvieran lugar tales convenios internacionales?

La tercera observación que planteo estriba en algo que estimo es lo medular. Dice nuestro estratega que la guerra es un instrumento de la política, que es la continuación de la política por otros medios. Hasta hace poco tiempo me parecía un aforismo genial. Pero la verdad, ahora lo encuentro descabellado. A lo sumo, la guerra continúa cuando la política se acabó y no veo ninguna continuidad entre una actividad y la otra. Tienen en común que en ambos casos se busca el poder, pero en la guerra el instrumento por excelencia por el que se pretende el poder, son las armas y, cuando se tiene poderío militar y económico, las armas nucleares, para reducir, si se puede, a cero al enemigo, como lo buscan con denuedo Rusia y Ucrania. O, como los Estados Unidos y Rusia, cada país por su lado, cuando buscaron derrotar a los talibanes en Afganistán. En la política en cambio, por encarnizada que sea la lucha, el instrumento principal es la palabra, escrita o hablada. Pocas veces acudo a los diccionarios para buscar definiciones de conceptos politológicos, sin embargo, en este caso lo voy a hacer para aclarar lo elemental. Según la definición de Oxford, la continuidad es una circunstancia de sucesión o bien, ocurre al hacerse algo sin interrupción. Por su parte la RAE define continuidad como la unión natural que tienen entre sí las partes del continuo. En su segunda acepción dice: cualidad o condición de las funciones o transformaciones continuas. Parece más bien que lo único que hay entre la política y la guerra, es una suspensión de la primera para que siga la otra, o viceversa. Es decir, lo que hay se llama una solución de la continuidad, para que nazca un proceso regido por otra lógica.

Me viene bien acudir a un tercer pensamiento sobre la guerra, porque coincidentemente aclara bastante las cosas relacionadas con el postulado anterior de Clausewitz. Se trata de la siguiente frase, que se le atribuye a Albert Einstein: “no sé -habría dicho- cómo será la tercera guerra mundial, solo sé que la cuarta será con piedras y lanzas”. O sea, con toda la razón Einstein o, en todo caso, un pensador pacifista, tuvo el talento de visualizar con mucha certeza, el efecto devastador que tendría una tercera guerra mundial. El calentamiento global se vería acicateado con el lanzamiento de las bombas nucleares u otras superiores a estas. Posiblemente el mundo como lo conocemos desaparecería, o la vida en él.

Termino con un extraordinario “platillo”, que les ofrezco por generosidad de mi parte … Dijo don Quijote, mi admirado don Quijote de la Mancha y uno de mis mejores amigos, aunque él mismo no lo sepa, en el discurso sobre las armas y las letras, ocasión en la que compara a un estudiante con un soldado: “…veamos si es más rico el soldado. Y veremos que no hay ninguno más pobre en la misma pobreza, porque está atenido en la miseria de su paga, que viene o tarde o nunca, o lo que gabeare (robare) por sus manos, con notable peligro de su vida o de su conciencia. Y a veces suele ser su desnudez tanta, que un coleto (vestidura hecha de piel, con mangas o sin ellas, que cubre el cuerpo ciñéndolo hasta la cintura) acuchillado le sirve de gala y de camisa, y en la mitad del invierno se suele repara de las inclemencias del cielo, estando en la campaña rasa, con solo el aliento de su boca, que, como sale de lugar vacío, tengo por averiguado que debe de salir frío, contra toda naturaleza. Pues esperad -continuó “el ingenioso Hidalgo” siempre tan socarrón- que espere que llegue la noche para restaurar de todas estas incomodidades en la cama que le aguarda, la cual, si no es por su culpa, jamás pecará de estrecha; que bien puede medir en la tierra, los pies que quisiere, y revolverse en ella a su sabor, sin temor que se le encojan las sábanas. Lléguese, pues, a todo esto, el día y la hora de recibir el grado de su ejercicio: lléguese un día de batalla; que aquí le pondrán la borla en la cabeza, hecha de hilas, para curarle algún balazo, que quizá le habrá pasado las sienes, o le dejará estropeado de un brazo o pierna. Y -dijo en esta parte de su razonamiento para rematar- cuando esto no suceda, sino que el cielo piadoso le guarde y conserve sano y vivo, podrá ser que se quede en la mesma pobreza que antes estaba, y que sea menester que suceda uno y otro rencuentro, una y otra batalla, y que de todas salga vencedor, para medrar en algo; pero este milagro vence raras veces…” A don Quijote es mejor tomarlo en serio (Cfr. Cervantes S. Miguel. “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”. dcom@art-enterprise.com Unión Europea, 2004. T.I. PP. 350)

¿III Guerra Mundial?

«…los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad…», Simón Bolívar

Martín Rodríguez Espinoza

El Libertador se ha quedado corto, EEUU no no sólo a América, sino al mundo entero, llena de miserias. Su afán imperial lo quiere todo, absolutamente todo, en este mundo y más allá de las estrellas.

Ucrania sufrió un golpe de Estado, con la ayuda de EEUU se instauró una dictadura fascista que ha asesinado a miles de ucranianos de origen ruso y otras nacionalidades. Desde hace ya más de 9 años, ha bombardeado y destruido ciudades.

Ucrania no es más que una pieza más del juego de los EEUU y su servidumbre europea para avanzar en la apropiación del munfo entero. Su objetivo es destruir Rusia, ya lo intentaron en la II Guerra Mundial, pero fracasaron miserablemente. El objetivo es Rusia y luego van por China. De esta forma acabar con cualquier resistencia global y esclavizar a la humanidad entera.

Acrecentar la guerra, fomentar la muerte y la destrucción es su objetivo en Ucrania. Ya sin ninguna clade de vergüenza, en forma descarada, intervienen más directamente.

Su servidumbre europea enviará tanques a Ucrania, sirviendo, como en la II Guerra Mundial, de carne de cañon a EEUU.

Este miércoles, varios países más de Occidente han confirmado su decisión de suministrar carros de combate a Kiev. Entre ellos están Alemania y España.

En Madrid, no confirmó la cantidad exacta de vehículos que planea proporcionar, aunque medios locales indican que solo 53 de sus 108 tanques Leopard (que el Gobierno español adquirió a Alemania en 1998) son viables.

Se está por conocer la cantidad que enviará EEUU y Alemania, pero ya entrenan a ucranianos en tierras estadounidenses y europeas.

EEUU lleva esto a niveles aún por conocer. Lo que sí es cierto es, que no sucedería como en la II Guerra Mundial, esta vez las bombas sí caerían sobre EEUU.

 

Imagen: https://wsimag.com/

Pobre humanidad que poco humana que es

José Luis Pacheco Murillo

La guerra Rusia – Ucrania hoy puede tener cambios trascendentales y podrían suponer esos cambios el inicio de una escalada en la intensidad de la misma.

La OTAN ha solicitado a sus miembros que se requiere ayudar a Ucrania en su defensa, y países como Estados Unidos y Alemania ya han dado claras muestras de responder a ese llamado enviando a Ucrania tanques pesados de fabricación occidental.

La respuesta rusa no se ha hecho esperar en el sentido de mencionar que recurrirá a armas más sofisticadas y de mayor alcance, incluso de características nucleares.

Es decir, estamos a las puertas de una tercera guerra mundial con todas las desgracias que eso significa.

Hoy Alemania tomará la decisión de cuántos tanques Leopard 2 enviará a Ucrania, pero esa decisión depende de la de Estados Unidos de cuántos tanques Abrams. Además otros países como Polonia e Inglaterra están atentos para también tomar decisiones similares.

Una guerra cuyo inicio fue motivado por las presiones de Estados Unidos y la OTAN haciendo que Ucrania hiciera lo que deseaban, para que Rusia respondiera como lo hizo y hoy el negocio de esa guerra sigue adelante con el envío de armamento pesado cuyos costos son de miles de millones de dólares que sirven para ayudar a una economía decadente como la de Estados Unidos.

Estas decisiones traerán consecuencias muy graves para el mundo entero, y es que posiblemente los aliados a Rusia también tomen decisiones para contrarrestar esa ofensiva occidental.

Debemos estar atentos a lo que está por definirse a partir de hoy y las autoridades de países de nuestra región tomar medidas para una posible recesión por la guerra que se convertirá, de una entre dos países al menos en teoría, en una donde muchos países serán actores.

Dios quiera que las decisiones que se tomen hoy y en adelante se encaminen a buscar la paz, y que quienes tienen poder político para tomarlas sepan que serán millones de muertos los que tendrán que cargar en sus conciencias. La humanidad ha aprendido poco sobre la solidaridad, el amor y la paz a pesar ONU, OEA y todas las demás organizaciones multilaterales.

Pobre humanidad que poco humana que es.

 

Enviado a SURCOS por el autor.

La construcción de un nuevo orden mundial

Gilberto Lopes, en San José
Enero 2023

La duda de Olaf Scholz:
¿Cómo puede Europa permanecer como un actor independiente en un mundo multipolar?

I

“La agresión de Rusia contra Ucrania ha puesto fin a una era”, dijo el canciller alemán, Olaf Scholz, en artículo publicado en la edición de enero/febrero de la revista Foreign Affairs: The Global Zeitenwende. Algo así como un punto de no retorno. Es también el punto de partida del Foro Económico Mundial que se reunió en Davos a mediados de enero: “el mundo está hoy en un punto de inflexión crítico”, aseguran.

La cuestión central era esta, para Scholz: ¿cómo podemos, como europeos y como Unión Europea, seguir siendo actores independientes en un mundo cada vez más multipolar?

Algo sobre lo cual ha estado hablando también el presidente francés, Emmanuel Macron, para quien Europa debía replantear su “autonomía estratégica». Según Macron, “Europa debe desempeñar un papel más activo en la OTAN, reduciendo su dependencia de Estados Unidos y desarrollando sus propias capacidades de defensa para garantizar la paz en la región”.

Del lado ruso también se analiza el problema. Fyodor Lukyanov, director del Foro de Discusión de Valdai, señaló que la visita del presidente ucraniano Vladimir Zelensky a Washington, el pasado 21 de diciembre (dejando de lado la teatralidad que la envolvió) puede representar un hito para la definición de un nuevo marco de seguridad europea.

Con Ucrania transformada en un insumergible portaviones norteamericano –como dice Lukyanov, un papel similar al que jugó Honduras en la guerra de los “contras”, montada por Washington contra los sandinistas, en Nicaragua, en los años 80’s–, el esquema de seguridad que había propuesto Putin en diciembre del año pasado ya no tiene sentido. Con el ejército ucraniano bien preparado, con el apoyo de Occidente, sobre todo de Estados Unidos, se torna irrelevante su eventual pertenencia a la OTAN, dijo Lukyanov (su argumentación puede ser vista aquí: https://www.rt.com/news/568813-lukyanov-zelensky-visits-washington/).

Una posición similar ha expresado el exSecretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger. Ucrania ha adquirido uno de los mayores y más efectivos ejércitos de tierra de Europa, equipado por los norteamericanos y sus aliados. La alternativa de neutralidad ya no es significativa, dijo Kissinger, sobre todo después de la incorporación de Suecia y Finlandia a la OTAN (el artículo de Kissinger puede ser visto aquí: https://www.spectator.co.uk/article/the-push-for-peace/). Ideas que repitió en su intervención en el foro de Davos, el 18 de enero pasado.

Los ganadores de la Guerra Fría

¿Qué época, según Scholz, es la que está llegando a su fin? En los 90’s parecía que un orden mundial más estable –resiliente, diría– se había instalado en el mundo. Se trataba del orden instaurado después de la Guerra Fría, de un mundo que percibe como de “relativa paz y prosperidad”.

La excanciller alemana, Angela Merkel, diría, en una entrevista publicada el 7 de diciembre en el medio alemán Zeit Magazine, que “la Guerra Fría nunca había de verdad terminado, pues Rusia nunca estuvo realmente en paz”.

Alemania no había podido alcanzar su objetivo de derrotar a Rusia, entonces cabeza de la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS), en la II Guerra Mundial. Enfrentada al resto de Europa, especialmente a Gran Bretaña, todavía una gran potencia en esos años (y que hizo lo imposible por evitar entrar en esa guerra), y luego a Estados Unidos, Alemania fue derrotada, en una guerra en la que el papel de la URSS fue decisivo.

El mundo se dividió después en dos grandes bloques. El encabezado por Estado Unidos asumió la tarea de continuar la lucha contra el que lideraba la Unión Soviética. Un largo conflicto, que duró casi 45 años, y terminó, como sabemos, con la victoria del bloque occidental y la disolución de la URSS.

Liberados los países de Europa del este, hasta entonces sometidos a la tutela soviética, un nuevo orden internacional emergió: una Europa “unida y libre” (“whole and free”, en palabras del presidente George H. W. Bush), ahora bajo la dirección norteamericana, inició la construcción de ese nuevo orden internacional.

Por un lado, se consolidaron las políticas económicas neoliberales, impulsadas por los organismos financieros internacionales, con las vastas privatizaciones en los países del este europeo, que se extendieron también por América Latina, región tradicionalmente bajo la tutela norteamericana. Fue la época del “no hay alternativa”, anunciada por una de las más puras representantes del período, la inglesa Margaret Thatcher.

Por otro lado –hoy lo vemos con claridad– se fue diseñando, bajo el liderazgo norteamericano, una nueva política exterior y de defensa, cuya punta de lanza es la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

El objetivo de la OTAN, como diría, en 1952, su primer Secretario General, el general británico de origen hindú, Hastings Ismay, era “to keep the Soviet Union out, the Americans in, and the Germans down”, muy en la línea de la política exterior británica de entonces.

Setenta años después, la decadencia británica ha permitido a Scholz decir, en su artículo, que “los alemanes tratan de ser los garantes de la seguridad europea que nuestros aliados esperan que seamos, un constructor de puentes en la Unión Europea y un defensor de soluciones multilaterales para los problemas globales”.

El sueño de Inglaterra, expresado por el general Ismay, ha quedado hecho pedazos y gran parte del resto de Europa –de mirada corta, en mi opinión– entusiasmada con la guerra contra Rusia, parece olvidar las consecuencias del último rearme alemán.

Scholz destacó el cambió de la constitución alemana, que le prohibía armar a países en conflicto, y anunció el destino de cien mil millones de euros para el fortalecimiento de sus fuerzas armadas.

Lo que pertenece a un mismo mundo debe crecer junto, diría el canciller Willy Brandt, luego de la caída del muro de Berlín. Brandt se refería a Alemania, pero se aplica a Europa como un todo, dice Scholz.

Es lo que Occidente llama “un mundo basado en reglas”. Lo que Scholz percibe como un nuevo orden, más resiliente, como un mundo de relativa paz y prosperidad, que algunos definieron como “el fin de la historia”.

La construcción de un nuevo orden mundial

II

Una catástrofe geopolítica

Scholz se lamenta de que Putin, en vez de ver la pacífica caída del Muro de Berlín y del orden comunista como una oportunidad para promover más libertad y democracia, la haya calificado como “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”.

La frase tiene una doble implicación. La primera es poner el fin de la URSS como una catástrofe mayor que las representadas por las I y II Guerras Mundiales. Parece un insensible error de evaluación del presidente ruso.

Pero tiene todavía otro significado, políticamente más importante para la construcción del discurso del canciller alemán: el de sugerir que el ataque de Rusia a Ucrania no es más que un paso en el esfuerzo por reconstruir la Unión Soviética.

No hace falta extenderse sobre eso para comprender el significado de lo que Scholz pretende atribuir al presidente ruso. “Cuando Putin dio la orden de ataque hizo pedazos una arquitectura europea e internacional de paz que tomó décadas construir”. “Su brutal ataque a Ucrania, en febrero pasado marcó el inicio de una nueva realidad: el retorno del imperialismo a Europa”.

La frase, tal como citada por el canciller alemán, deja al descubierto una sutil interpretación.

La cita a la que Scholz hace referencia corresponde al informe anual del presidente de Rusia a la Asamblea de la Federación Rusa (una versión en inglés de ese informe puede ser vista en la página oficial del Kremlin: http://en.kremlin.ru/events/president/transcripts/22931).

El texto citado por Scholz, en su versión en inglés, está en el sexto párrafo:

Above all, we should acknowledge that the collapse of the Soviet Union was a major geopolitical disaster of the century. As for the Russian nation, it became a genuine drama. Tens of millions of our co-citizens and compatriots found themselves outside Russian territory.

Como se puede ver, no es lo que dice Scholz, cuando, citando a Putin, afirma, entre comillas: “was the biggest geopolitical catastrophe of the twentieth century” (fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX).

Lo que dice el texto de Putin es: “was a major geopolitical disaster of the century”, lo que puede traducirse por “uno de los mayores desastres geopolíticos del siglo”. Un genuino drama para la nación rusa, agregó Putin. “Millones de nuestros ciudadanos y compatriotas se vieron fuera del territorio ruso”.

La clave del debate está en las palabras usadas en inglés: “the”, por un lado; y “a”, por el otro.

Stephen Frand Cohen, un erudito estadounidense de estudios rusos, afirma que Putin ha sido obsesivamente mal citado en este tema, repitiéndose la frase “The collapse of the Soviet Union was the greatest geopolitical catastrophe of the twentieth century” cuando, en realidad, lo que dijo fue que había sido “a major geopolitical catastrophe of the twentieth century” (ese debate puede ser visto aquí: https://medium.com/illumination-curated/did-putin-really-say-that-78b5f901e634).

Scholz no se hace cargo de esos detalles y cita la frase como conviene a su argumentación. Ya veremos que no es la única cita donde aplica este procedimiento. Es en este entorno que el autoritarismo y las ambiciones imperialistas de Putin “empiezan a emerger”, afirma. Cita entonces el discurso que el presidente ruso pronunció dos años después, en 2007, en la Conferencia de Seguridad de Munich. Un discurso “agresivo” donde se “burlaba del orden internacional basado en reglas como un mero instrumento de dominio norteamericano” (una versión de ese discurso de Putin, en inglés, puede ser vista también en la página del Kremlin: http://en.kremlin.ru/events/president/transcripts/copy/24034).

El fracaso del mundo unipolar

Es importante considerar la fecha en la que está hablando el presidente ruso: 2007, hace 15 años. ¿Qué es lo que dice Putin en ese discurso? Lo primero es que el modelo de un mundo unipolar, como el surgido después del triunfo de Occidente en la Guerra Fría, “no solo es inaceptable como imposible en el mundo de hoy”. Lo que está ocurriendo en el mundo de hoy –y eso es lo que empezamos a discutir– es el intento de introducir este concepto en los asuntos internacionales.

¿Y cuáles han sido los resultados?, se pregunta Putin. “Las acciones unilaterales, y frecuentemente ilegítimas, no han resuelto ningún problema”. A finales del 2001 Estados Unidos había invadido Afganistán y, en marzo del 2003, Irak. “Estamos viendo el uso prácticamente incontenible de la fuerza militar en las relaciones internacionales, un creciente desdén por los principios básicos de las leyes internacionales, que ha hundido el mundo en el abismo de conflictos permanentes. Un Estado –principalmente Estados Unidos– actuando más allá de sus fronteras, ha tratado de imponer sus políticas a otras naciones, tanto en lo económico, como lo político, lo cultural o lo educacional”.

El resultado –dice Putin, ya en 2007– es que nadie se siente seguro. “Estoy convencido de que ha llegado el momento en que debemos pensar seriamente sobre la arquitectura de la seguridad global”.

Putin hablaba de un mundo multipolar, cuya base era el crecimiento económico de países como la India, China, o los miembros de los BRICs, integrado entonces por Brasil, Rusia, India y China.

Destacó la importancia de un marco legal sobre las armas de destrucción masiva, defendió la necesidad de respetar el tratado de no proliferación nuclear, la supervisión multilateral de las tecnologías de misiles, la prevención del uso de armas en el espacio.

El discurso trata aun otros temas, pero Putin se extiende sobre el Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa, firmado en 1999. Han pasado siete años y solo cuatro países –incluyendo la Federación Rusa– han ratificado el tratado, dice Putin.

¿Qué ha ocurrido desde entonces? “La OTAN ha puesto sus fuerzas en nuestras fronteras, mientras nosotros seguimos respetando estrictamente las obligaciones del tratado y no hemos reaccionado a tales acciones”. Los países de la OTAN han declarado que no van a ratificar el tratado “hasta que Rusia elimine sus bases de Moldavia y Georgia”. Putin se refirió a la situación en Moldavia y aseguró que lo conversaban regularmente con el Secretario General de la OTAN, el español Javier Solana. No habló de la situación en Georgia.

Y recordó una afirmación de otro Secretario General de la OTAN entre 1988 y 1994, el exministro de Defensa alemán, Manfred Wörner, hecha en Bruselas el 17 de mayo de 1990: “el hecho de que estemos dispuestos a no colocar las tropas de la OTAN fuera del territorio alemán le dan a la Unión Soviética una firme garantía de seguridad”.

La expansión de la OTAN –agregó Putin– no tiene relación alguna con la modernización de la alianza, o con garantizar la seguridad de Europa. Por el contrario, “representa una seria provocación que reduce el nivel de confianza mutua”. ¿Dónde están esas garantías?, se preguntó.

Putin dijo también, en ese discurso, que “el único mecanismo que puede decidir sobre el uso de la fuerza militar como último recurso es la Carta de las Naciones Unidas”. Una afirmación difícil de conciliar con su decisión de atacar Ucrania, aunque revelaciones posteriores, sobre todo sobre las intenciones ocultas en las negociaciones de los Acuerdos de Minsk, agregan nuevos matices al escenario.

La construcción de un nuevo orden mundial

III

Visiones de un nuevo mundo

Volvamos al artículo de Scholz. En 2014 –dice– Rusia ocupó Crimea y envió tropas a Donbas “en directa violación de la ley internacional”. “Durante los ocho años que siguieron a la ilegal anexión de Crimea y el estallido del conflicto en el este de Ucrania, Alemania y sus socios europeos e internacionales del G-7 se enfocaron en salvaguardar la soberanía e independencia política de Ucrania, evitando una mayor escalada de Rusia, restaurando y preservando la paz en Europa”.

Junto con Francia –agregó Scholz– “Alemania se comprometió en el llamado Formato de Normandía, que condujo a los Acuerdos de Minsk y al correspondiente proceso de Minsk, que exigía a Rusia y a Ucrania un cese al fuego y a adoptar una serie de otras medidas. A pesar de los problemas y a la falta de confianza entre Moscú y Kiev, Alemania y Francia mantuvieron el proceso funcionando. Pero una Rusia revisionista hizo imposible el éxito de la diplomacia”.

Entonces las declaraciones de la excanciller Angela Merkel al ya mencionado Zeit Magazine dieron otra perspectiva sobre los acuerdos de Minsk. El primer acuerdo, de septiembre del 2014, dijo Merkel, tenía como objetivo “darle tiempo a Ucrania para fortalecerse, como podemos ver hoy. La Ucrania de 2014/2015 no es la Ucrania de hoy”.

Luego vino la batalla de Debatselvo, a principios del 2015, con un rápido triunfo de las fuerzas rusas, que llevaron a un segundo protocolo del acuerdo de Misnk, firmado en febrero de ese año. “Estaba claro para nosotros que el conflicto estaba congelado, que no se había resuelto el problema, pero esto dio a Ucrania un tiempo invaluable”, agregó Merkel.

Declaraciones similares hizo después el expresidente francés, François Hollande. Pyotr Poroshenko, quien asumió la presidencia de Ucrania luego del golpe de 2014, también reconoció que los Acuerdos de Minsk (en cuya negociación participó, así como Merkel) no eran más de una artimaña para ganar tiempo y fortalecer Ucrania militarmente. “Los acuerdos de Minsk, a pesar de las críticas, nos dieron tiempo para construir las capacidades de defensa ucranianas”.

Lo cierto es que el 10 de diciembre del 2019 el gobierno de Ucrania publicó un comunicado, luego de una reunión en París de los líderes de los cuatro países que dieron forma a los Acuerdos de Minsk –Francia, Alemania, Rusia y Ucrania– donde señalaba que seguían comprometidos con la completa implementación de los acuerdos y con la promoción de una arquitectura “sostenible e inclusiva de confianza y seguridad en Europa”.

La respuesta rusa fue que las declaraciones de Merkel eran “decepcionantes”. “No esperaba oír eso de la excanciller”, dijo Putin. “Pensaba que los líderes alemanes dialogaban con nosotros con sinceridad”. “La idea era llenar Ucrania de armas y prepararla para los combates. Nos dimos cuenta muy tarde”, agregó.

La visión de un nuevo mundo

Scholz afirma que “Putin quiere dividir Europa en zonas de influencia y al mundo en bloques de grandes poderes y Estados vasallos”. Afirma que “Putin no ha aceptado nunca a la UE como un actor político”. En su opinión, la UE es una unión de Estados libres, democráticos y soberanos, basados en el estado de derecho, antítesis de la “imperialista y cleptocrática” Rusia.

Es difícil encontrar en las propuestas de Putin medidas orientadas a esos fines. Aunque puedan parecer hoy completamente inviables, en 2010 Putin, entonces primer ministro ruso, hacía dos propuestas que hubiesen cambiado la cara de Europa. El 25 de noviembre de ese año la agencia alemana DW escribía sobre el tema: “No se ha secado todavía la tinta de los titulares que elogiaban como paso histórico el acuerdo entre los países miembros de la OTAN y Rusia en cuanto a la cooperación en la construcción de un escudo antimisiles en suelo europeo, cuando –después de la cumbre con la UE– se vislumbra, al fin, una integración de Moscú a la Organización Mundial del Comercio.

Por si fuera poco, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, abogaba, pocas horas después, en el diario alemán Süddeutsche Zeitung, por la integración de una comunidad económica armónica desde Lisboa hasta Vladivostok.

Desde entonces, las tensiones solo aumentaron. Deberíamos preguntarnos por qué no fue posible un acuerdo con Rusia, en los términos propuestos por Putin en 2010 o en otros términos.

Entre lo más sensible en este escenario estaba la conexión del gasoducto Nord Stream II, que se transformaría en un vínculo estratégico entre Rusia y Europa occidental. Impedir su conclusión se transformó en un objetivo fundamental de los Estados Unidos. Un día conoceremos los detalles en torno a la cancelación del acuerdo sobre ese gasoducto y sobre los posteriores atentados –atribuidos a la inteligencia inglesa– contra las instalaciones existentes, tanto del Nord Stream II (que nunca entró en funcionamiento), como del Nord Stream I, que sí funcionaba.

Una visión distinta

¿Cómo puede Europa permanecer como un actor independiente en un mundo multipolar?, se preguntaba el canciller alemán.

Cuando el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania se reunió en la base militar aérea norteamericana de Ramstein, en Alemania, el pasado 20 de enero, el presidente francés, Emanuel Macron, se refirió al escenario europeo.

En el marco de una visita a España, sostuvo una larga conversación con el escritor español Javier Cercas, en París, publicada por el diario El País. Hay una crisis inédita en Europa, por la guerra. La respuesta debe ser una Europa poderosa, dijo el presidente francés. Una Europa que debe decidir si quiere tener su propio papel en el escenario mundial o alinearse con alguna de las dos potencias, Estados Unidos o China.

Pese al sostenido apoyo militar a Ucrania, Macron no ha dejado de señalar la necesidad de vislumbrar un nuevo orden europeo, con Rusia incluida. “Rusia es una gran nación en busca de su destino”, dijo Macron, para quien solo habrá una paz duradera con Occidente mediante el diálogo.

Europa no terminó de digerir el escenario surgido al final de la Guerra Fría; se extendió rápidamente hacia el este, pensando que todos los problemas estaban resueltos, para descubrir hoy que hay dos bloques de naciones en el grupo, con visiones diferentes sobre el futuro. Un problema que –en su opinión– no afecta solo a Europa, sino a todas las democracias occidentales, “que viven una especie de fatiga, una pérdida de referencias colectivas”.

El presidente francés tiene antecedentes políticos cercanos en los que inspirarse. En marzo del año pasado se conmemoraron los 60 años de los Acuerdos de Évian, en el que se acordó un alto al fuego en la guerra por la independencia de Argelia.

No significó la paz de inmediato, pero fue el inicio de un proceso llevado a cabo por el general De Gaulle, el mismo que visitó Argel siendo primer ministro y ministro de Defensa, en junio de 1958, donde gritó ¡Viva la Argelia francesa!

Cuatro años después, siendo presidente de la República, negoció un acuerdo y promovió el proceso de paz que lo enfrentaría con sus antiguos aliados, sobre todo los militares ultranacionalistas y los pieds-noirs, los más de un millón de colonos franceses en Argelia, opuestos a la independencia de Argelia y dispuestos a seguir con una guerra aún más cruenta de lo que había sido hasta entonces, para tratar de impedirla.

Pero era De Gaulle, extraordinaria figura forjada en la resistencia a los alemanes en la II Guerra Mundial.

La televisión española, en un programa sobre los 60 años de los Acuerdos de Évian, recordó cómo “a través de los discursos a la nación de De Gaulle se observa el giro político que experimenta, adaptándose a la realidad y al tablero internacional” de su época.

Pasó del intento inicial de retener la Argelia francesa a reconocer su autodeterminación y a confrontarse con la violenta población colonial de pieds-noirs, una vez proclamada la independencia.

Visión y coraje indispensables para forjar una nueva era, una que impida el progreso de la confrontación militar –único camino seguido hasta ahora en la crisis de Ucrania– en que se van imponiendo los pieds-noirs, sin que aparezca hasta ahora un De Gaulle capaz de ponerlos en su lugar.

FIN

Sobre odios y fobias

José Luis Callaci

Hay un país al que no se le permitió estar en este Mundial de Fútbol por haber realizado una intervención militar limitada en un país vecino, luego de infructuosas negociaciones a lo largo de ocho largos años para encontrarle una solución pacífica a un conflicto.

Otro en cambio que invadió infinidad de países como Vietnam, Irak, Panamá, Granada, Libia, República Dominicana, Corea, Yugoeslavia, Afganistán, Siria y más, ahí estuvo.

Tiene esto sentido si una vez más se impone lo que se ha venido vendiendo desde siempre: uno per secula seculorum es el “bueno” y el otro sencillamente el “malo”.

El primero puede hacer, sin condenas o reclamos, lo que le venga en gana: bloqueos económicos, golpes de estado: asesinatos de líderes, invasiones, desintegración de países, saqueos descarados y muchos otros actos criminales, en distintas latitudes y países.

El otro no. Ni siquiera se le reconoce el legítimo derecho de proteger sus fronteras amenazadas por una Alianza Militar hostil, y por acudir a auxiliar a millones de su propio pueblo atrapados en otro espacio debido a decisiones inconsultas; el que hoy es atacado con actos genocidas con el fin de apoderarse de lo que siempre fueron sus posesiones ancestrales, tierras, ciudades y propiedades.

Cuando esto sucede apelar al raciocinio, la lógica y el propio sentido común para hacer valer donde está la verdad y donde la mentira pareciera que de poco sirve cuando se ha logrado crear a lo largo de años, odios y fobias irracionales contra un determinado país o nacionalidad. Y esos odios y fobias no son otra cosa que patologías que, convertidas en ideologías como el fascismo o el nazismo produjeron los más horrendos crímenes de lesa humanidad.

Pero los hechos, que son verdades, terminarán por imponerse.

De zoológicos y jardines (III – IV)

Gilberto Lopes
Noviembre 2022

El nacimiento de un nuevo mundo

Nosotros tratamos de construir relaciones con los países más importantes de Occidente y con la OTAN. Lo hemos hecho de manera absolutamente sincera. ¿Qué obtuvimos como respuesta?, se preguntó Putin. Para ser breve, recibimos un “no” en todas las áreas posibles de cooperación.

Putin ha insistido en la idea de que no se puede unir a la humanidad dándole órdenes, diciéndole “haga como yo hago”, “sea como yo soy”. Es necesario oír la opinión de todos, respetar la identidad de cada sociedad, de cada nación. Citó como ejemplo diversos organismos de cooperación, como la Unión Económica de Eurasia –integrada por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Rusia–, la Organización de Cooperación de Shangai –conformada por ocho Estados miembros y cuatro observadores– o el ambicioso proyecto chino de la franja y la ruta.

En un esquema de cooperación de este tipo, Europa sería el extremo occidental de Eurasia. Pero no se ha ido conformado así esa integración. Por el contrario, confrontada con Rusia, transformada en su enemiga, la Europa actual ha consolidado su papel como extremo oriental de la OTAN.

Vijay Prashad, historiador hindú, director del Tricontinental: Institute for Social Research, publicó, en octubre pasado, un artículo en el que pasaba revista al escenario que culminó con la invasión rusa de Ucrania.

Mucho antes de la invasión de Ucrania, desde 2014, gracias a la Ukraine Security Assistance Initiative del Departamento de Defensa, Estados Unidos ofreció entrenamiento y equipos al ejército ucraniano. El monto de esa ayuda ha llegado a superar los 19 mil millones de dólares, la mayor parte de los cuales –17,6 mil millones–, otorgados después de la invasión rusa. Hoy se habla de 60 mil millones. Para dar una dimensión a esas cifras, Prashad la compara con los 3,12 mil millones de dólares del presupuesto de Naciones Unidas para 2022.

Prashad insiste en que Occidente debe dejar de bloquear las negociaciones entre Ucrania y Rusia. Nos recuerda que, en 2019, el presidente francés, Emmanuel Macron, había propuesto revisar las relaciones de Europa con Rusia, afirmando que alejar a Rusia de Europa “sería un profundo error estratégico”.

En 2020 estaba claro para Macron que las negociaciones ya no eran solo sobre los Acuerdos de Minsk, firmados en 2015 por Rusia, Ucrania, Alemania y Francia, para establecer zonas de seguridad en la frontera ucraniana-rusa. Era más que eso. Se trataba de la creación de una “nueva arquitectura de seguridad”, que no aislara a Rusia de Europa, iniciativas todas rechazadas por Washington.

En febrero de 2021 Macron desarrolla esa idea en una larga intervención en una conferencia en el Atlantic Council. La expansión de la OTAN hacia el este no va a incrementar la seguridad de Europa, aseguró.

El 7 de diciembre de 2021 Biden y Putin mantuvieron una entrevista telefónica. El presidente ruso volvió a exigir garantías de que la OTAN no seguiría expandiéndose hacia el este, ni desplegando sistemas de armas ofensivas en países vecinos a Rusia. “Washington no otorgó ninguna de esas garantías”, asegura Prashad.

El objetivo de los Estados Unidos era imponer sanciones económicas severas y sostenibles para hacer inviable la economía rusa e intensificar su apoyo militar a Ucrania, de modo que pueda ganar la guerra.

El pasado 15 de octubre Washington anunció un nuevo paquete de 725 millones de dólares en armas y asistencia militar para Ucrania, incluyendo más municiones para sus HIMARS (High Mobility Artillery Rocket Systems).

Robert A. Pape, profesor de la Universidad de Chicago y autor de un libro sobre las características de la guerra aérea, estima que el bombardeo de áreas civiles en Ucrania no va a debilitar el gobierno de Volodymyr Zelensky. Que el poder aéreo solo se ha mostrado efectivo cuando es capaz de destruir objetivos militares. Pape piensa que no es el caso en esta guerra y que a Putin solo le quedan dos opciones: aceptar una nueva cortina de hierro que separe a Rusia de Europa “o continuar peleando hasta el final, a riesgo de perder parte de Rusia”. ¿Se pretende incrementar así la seguridad de Europa (y del mundo)?

En estos días se multiplican los análisis de académicos norteamericanos sobre el escenario internacional. Entre ellos el de G. John Ikenberry, Albert G. Milbank Professor de Política y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton y Global Eminence Scholar en la Kyung Hee University, de Seúl.

En su largo artículo–“Power Endures”–, publicado en la edición de noviembre/diciembre de Foreign Affairs, asegura que el orden internacional encabezado por Estados Unidos “no está en declive”. Sus más de seis mil palabras no son más que argumentos para sostener su conclusión, sin que ni una sola vez aparezca la palabra América Latina. Da por un hecho que son los pies sobre los que se yergue el poderío norteamericano. Es la única, entre las grandes potencias, que nació en el Nuevo Mundo. Las otras, como China o Rusia, están rodeados de vecinos alborotadores, que luchan por espacios hegemónicos. Los Estados Unidos no. Desde el inicio, alejado de sus principales rivales, disfrutaba de su patio trasero, de un hemisferio sin rivales.

Para Ikenberry, la narrativa de que Estados Unidos está perdiendo su papel de potencia dominante ignora las profundas circunstancias que continúan haciendo del país una presencia dominante en la organización del mundo político en el siglo XXI. Su papel descansaría no solo en la fuerza bruta, o en su pasado comportamiento imperial, sino en sus ideas, instituciones y valores.

Independientemente del acierto o no de sus evaluaciones (yo pienso que hay mucho de wishfull thinking), autores como Ikenberry dejan de lado un importante factor en su análisis: el económico.

De zoológicos y jardines (II – IV)

Gilberto Lopes
Noviembre 2022

El alba de un nuevo día

Durante muchos años ideólogos y políticos occidentales han estado diciendo que no hay alternativas a la democracia. Ellos se refieren, naturalmente, al llamado “modelo liberal de democracia”, dijo el presidente ruso, Vladimir Putin, en su discurso del pasado 27 de octubre, en el Foro Internacional de Valdai. De forma arrogante –afirmó– descartan otras formas de gobierno. Una manera de plantear las cosas forjada desde los tiempos coloniales, “como si todos fueran de segunda clase, mientras ellos eran excepcionales”.

“Es el poder global lo que está en discusión con el así llamado Occidente”. Pero ese juego es ciertamente peligroso, sangriento y –digámoslo así– sucio”, advirtió Putin, pues deniega la soberanía a otros países y pueblos.

Occidente proclama el valor universal de su cultura y de su visión del mundo y la política que aplican está orientada a imponer esos valores de forma incondicional a todos los demás miembros de la comunidad internacional. Los nazis quemaban libros –recuerda Putin–, pero los “guardianes del liberalismo” pretenden prohibir ahora a Tchaikovski y Dostoyevsky.

Promueven guerras comerciales, sanciones, revoluciones de colores… Una de esas fue la de Ucrania, en 2014, que apoyaron con recursos cuyo monto hicieron público. O asesinan al general iraní, Qasen Soleimani. Lo mataron en un tercer país y asumieron públicamente, con orgullo, la responsabilidad de ese crimen. ¿En qué clase de mundo estamos viviendo?, se pregunta Putin.

No habló de la guerra de Vietnam, o de la más reciente invasión de Irak, dos de cuyos responsable siguen muy activos en política. Uno, militante de la socialdemocracia inglesa; el otro, el español, pasa haciendo recomendaciones democráticas en América Latina, acompañado de políticos regionales cómodos con la compañía de ese colega.

Uno puede opinar lo que quiera sobre Putin, sobre sus política o sobre su forma de gobernar. En mi opinión, se trata, sin embargo, de uno de los lideres políticos con la mayor capacidad de argumentar sobre su visión del mundo, con antecedentes históricos y perspectiva de futuro.

El discurso de Valdai abunda en referencias a esos mundos. Se trata de una crisis del modelo neoliberal, de un orden internacional al estilo norteamericano. “Ellos no tienen nada que ofrecer al mundo, excepto la perpetuación de su dominio”. Y eso –agregó Putin– ya no es posible.

El colapso de la Unión Soviética alteró el equilibro de las fuerzas geopolíticas. Vencedor, Occidente estableció las reglas. Pero hoy, ese predominio absoluto está desapareciendo. Estamos en una encrucijada decisiva, probablemente en la “más peligrosa, impredecible y, al mismo tiempo, la década más importante desde el final de la II Guerra Mundial”, en opinión de Putin.

Prensa patética

Es fácil condenar la guerra y la invasión de Ucrania; pero es también fácil vislumbrar –si se mira con cuidado– la creación de las condiciones que fueron haciendo esa guerra cada día más posible y más probable.

La guerra es una tragedia, pero me parece indispensable leer con atención el discurso de Putin en Valdai. Tratar de entender. Oír al adversario. O al enemigo. Putin es cuidadoso en el manejo de los detalles y quienes dicen que miente no tienen más alternativa que dar su propia versión de la historia.

Desde mi punto de vista, no es lo que hace, por ejemplo, Anton Troianovski, jefe del bureau del NYT en Moscú, en su artículo sobre el discurso de Putin. Para Troianovski es un discurso que intenta dividir Occidente, de ganar espacio político mientras trata –con frecuencia, sin éxito– de conservar el terreno conquistado en Ucrania desde la invasión de febrero pasado. Pero el discurso –y el debate posterior–, de más de cuatro horas, es, en mi opinión, mucho más que eso y la visión empobrecedora de Troianovski priva a sus lectores de una comprensión más acabada de un complejo escenario internacional.

La gran prensa occidental es patética. No solo en la cobertura de la guerra en Ucrania. Hay que leer el artículo de Chris Buckley, corresponsal jefe del NYT en Beijing, que ha estado cubriendo el país y los eventos del Partido Comunista por 25 años: “Uncle Xi’ to Exalted Ruler: China’s Leader Embodies His Authoritarian Era”, publicado el pasado 14 de octubre. ¿Cómo pedir a la élite norteamericana, que lee el Times, entender algo de un mundo complejo explicado por tales “expertos”.

O los comentarios de Steve Rosenberg, editor de la BBC en Rusia, para quien la clave de la larga reflexión de Putin fue la falta de “remordimientos en el mundo de Putin”. ¡Y la BBC lo presenta como “análisis”! Me parece improbable que Rosenberg haya leído toda la intervención de Putin en Valdai.

La militancia se repite en la televisión española, en la DW en español…  Ver el Guardian británico dejando en segundo plano el periodismo para transformarse en parte de la guerra en Ucrania me hizo suspender una modesta contribución mensual, que hice durante algunos años, al periódico.

Me fui entonces a leer la extensa intervención de Putin en el foro de Valdai, que se puede encontrar en la página del Kremlin, en inglés: http://www.en.kremlin.ru/events/president/news/69695