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Etiqueta: SICA

Avancemos hacia CA-5

Vladimir de la Cruz

Antes de 1821 la región de Centroamérica era una unidad política, fragmentada en provincias, que se extendía desde la provincia de Costa Rica hasta la Provincia de Chiapas, al sur de México. La cabecera central estaba en Guatemala; y se denominó, en distintos momentos, Capitanía General o Reino de Guatemala, como parte de la gran división del Virreinato de México o Nueva España.

Los sucesos de la Independencia desde Chiapas, a finales de agosto y principios de setiembre de 1821, hasta Costa Rica, el 29 de octubre de ese año, fragmentaron toda la región, provocando las independencias de las provincias, que intentaron reunirse de nuevo, a partir de 1823 en lo que se llegó a llamar Provincias Unidas de Centro América, a partir de 1823, y República Federal de Centro América, en 1824, unidad política en la que desde el principio Chiapas no estuvo presente por haberse agregado al Imperio mexicano de Agustín de Iturbide, como también lo habían manifestado sectores en las restantes provincias sin que eso se materializara.

Así, ese proceso de reunificación se dio desde ese final de 1823 hasta 1838 cuando de la República Federal se retiraron Nicaragua, Honduras y Costa Rica. En 1839 Guatemala declaró su separación federal. En 1841 lo hizo El Salvador.

En aquellos años el territorio actual de Belice se consideraba parte de Guatemala, aunque bajo control de Gran Bretaña, situación proyectada hasta adentrado el siglo XX, cuando se logró la Independencia de Belice. México disputó a Guatemala esta región hasta ese momento.

El proyecto centroamericano fue ambicioso en diversos aspectos sin que lograra materializarse. Las luchas internas en cada una de las provincias debilitó el proyecto unionista. Independentistas, imperialistas, en los días inmediatos a la Independencia de 1821, criollos, liberales, conservadores, federalistas, anexionistas, unionistas, y otras denominaciones fueron la expresión de estas contradicciones.

El esfuerzo final que desde Costa Rica quiso hacer Francisco Morazán en 1842 ahogó esa esperanza unionista de ese primer período centroamericanista.

A mediados del siglo XIX fueron los intereses imperialistas, de Inglaterra y Estados Unidos, principalmente, los que se movieron sobre Centroamérica, interesados en el control de la posible ruta canalera que podría haberse hecho utilizando el Río San Juan, el Gran Lago de Nicaragua y el Estrecho de Rivas, fracasado el proyecto canalero francés en Panamá.

La Compañía del Tránsito, que operaba desde la costa este hasta la costa oeste de los Estados Unidos, aprovechaba esa ruta, debido a que no se había construido el ferrocarril de costa a costa de los Estados Unidos. Dicha compañía, en 1865, fijó “idealmente” la extensión del territorio de los Estados Unidos en el proyecto imperialista colonizador de William Walker, que quiso apropiarse de las cinco repúblicas, lo que produjo la Guerra Nacional de Centroamérica contra él, su falange, sus intereses esclavistas y anexionistas a los estados sureños de los Estados Unidos. Derrotado Walker el 1 de mayo de 1857 y fusilado en setiembre de 1860, en Honduras, cuando de nuevo intentó regresar a Centroamérica con igual propósito, la idea de la centroamericanización unitaria no había desaparecido. Inglaterra se había establecido con un protectorado en la costa caribeña de Honduras y Nicaragua prácticamente hasta finales del siglo XIX, en la llamada Mosquitia.

Internacionalmente la región se conoció como República Federal de Centroamérica. A finales de la década de 1840 e inicios de la década de 1850, los países, o Estados centroamericanos, empezaron a ser reconocidos de manera independiente cada uno de ellos, bajo la forma de Repúblicas. Aun así, a finales de la década de 1840 el General Rafael Carrera de Guatemala intentaba mantener la Federación.

El sentimiento unionista se mantuvo en diversos sectores de la sociedad centroamericana, en cada una de sus Repúblicas. Así, por ejemplo, en junio de 1895 se produjo el Pacto de Amapala, con motivo de las reformas liberales de El Salvador, Honduras y Nicaragua, con el cual intentaron reunirse nuevamente, sin éxito al no estar Costa Rica ni Guatemala. Esta República de Centroamérica se trató de reconstituir en 1898 bajo el nombre de Estados Unidos de Centroamérica, proyecto también abortado.

La Independencia de Panamá de Colombia, en 1903, colocó a Panamá desde el punto de vista geopolítico en la región de Centroamérica, en la que se le sigue considerando. Panamá es partidaria de una integración a todo nivel.

Se avanzó en otros niveles, cuando en 1907 fue creada la Corte de Justicia Centroamericana, con sede en Costa Rica, proyecto que se suspendió en 1917 cuando Nicaragua se retira y la Corte fue disuelta en 1918. El proyecto político unitario no avanzó.

El unionismo centroamericano se mantuvo e hizo surgir el partido político del unionismo, más como una aspiración de sectores, que como una realidad concreta. En Guatemala estuvo el Partido Unionista activo en la caída del dictador Estrada Cabrera, y en Costa Rica el escritor y ensayista Vicente Saénz fue uno de esos líderes unionistas, a partir de la década de 1920. En 1922 El Salvador, Guatemala y Honduras intentaron de nuevo constituir la República Federal de Centroamérica.

Los siguientes proyectos unionistas fueron impulsados más al calor de los intereses imperialistas y hegemonistas de los Estados Unidos en la región. Así se dieron entre otros intentos, después de la II Guerra Mundial, bajo un nuevo esquema mundial de alianzas estratégicas, en el marco de la Guerra Fría, el 14 de octubre de 1951, la creación de la Organización de Estados Centroamericanos, ODECA, que fue un impulso para la integración centroamericana, al mismo tiempo que en Europa se daban los primeros pasos de la Unión Europea. El Salvador celebra el 14 de octubre como el Día de la Integración Centroamericana, junto con la SICA.

Con la ODECA se avanzó en proyectos comunes centroamericanos, como la unificación de las señales de tránsito, de procesos aduanales, de políticas culturales, de programas educativos y de libros de textos, cubiertos con el sello de ODECA.-ROCAP, más al calor de la Unión Centroamericana de la década de 1960, textos que fueron combatidos por la Escuela de Educación de la Universidad de Costa Rica. La ODECA también impulsó el Convenio sobre el Régimen de Industrias Centroamericanas de Integración, del Tratado Multilateral de Libre Comercio e Integración Económica Centroamericana, firmado en 1958, que fueron los antecedentes directos del Tratado General de Integración Económica Centroamericana, suscrito en Managua, el 13 de diciembre de 1960, donde surgió el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). Todo esto reforzado con la Carta de San Salvador de 1962.

La ODECA se superó con el surgimiento del Sistema de la Integración Centroamericana, SICA, que estableció un nuevo marco jurídico y político de relaciones entre los Estados centroamericanos, marco que se ha proyectado en múltiples niveles, y en otras instancias que se han creado, como el Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE.

Las guerras en Centroamérica, en el período 1970-1990, provocaron cambios importantes en la región. El Mercado Común Centroamericano, de la década de 1960, se debilitó. En plena guerra, a principios de la década de 1980, el gobierno de Estados Unidos impulsó el Plan de la Cuenca del Caribe, bajo el Gobierno de Ronald Reagan, con el fin de establecer tratados bilaterales y abiertos con cada una de las repúblicas centroamericanas. El ascenso de gobiernos revolucionarios en Nicaragua, y del auge de la guerrilla en El Salvador y Guatemala, especialmente, impulsaron el Plan de Paz de Oscar Arias Sánchez y los acuerdos de Esquipulas I y Esquipulas II, creando las bases de la reconstrucción democrática de las repúblicas centroamericana, tan gobernadas por dictadores, satrapías, militares, tiranos, gobiernos golpistas y antidemocráticos, estableciendo un procedimiento firme para establecer la paz y la democracia en Centroamérica, que ha funcionado con algunas debilidades.

Resultado de estos acuerdos se dio impulso al Parlamento Centroamericano, PARLACEN y a la Corte de Justicia Centroamericana, organismos de los cuales Costa Rica no es parte, ni los ha reconocido. Ambos organismos fueron creados desde 1990 y 1991, todo con la intención de restaurar la vieja unión política. Guatemala. República Dominicana y México están allí como observadores regionales. Panamá suscribió el PARLACEN en 1993 y hace varios años inició un proceso de separación del SICA.

En las Constituciones Políticas centroamericanas, excepto en la Costa Rica, hay un sentimiento unionista, centroamericanista. El Presidente Abel Pacheco, 2002-2006, fue claro al señalar que era muy difícil para Costa Rica abrazar este proyecto mientras existieran ejércitos en Centroamérica, que los expresidentes de las Repúblicas se convirtieran en diputados vitalicios del PARLACEM, y los integrantes de la Corte de Justicia Centroamericano obedecieran a los poderes ejecutivos de sus países y no fuera un órgano absolutamente independiente. Del mismo modo, consideraba que los diputados del PARLACEN debían ser representantes de los Congresos de cada país, sin los altos salarios que se les paga, y sin elección particular para elegirlos.

En la práctica Guatemala, Honduras y El Salvador, desde hace bastantes años, desde el 2000, han constituido lo que se llama o reconoce con el nombre de Triángulo Norte de Centroamérica. Son países que tienen condiciones similares en diferentes aspectos económicos, políticos y sociales, además de su cercanía y posición geográfica.

Este triángulo reconoce la región de esos tres países de manera que sus fronteras tienen un mismo punto de triangulación de sus capitales. Es una región que opera como un Tratado de Libre Comercio, de libre tránsito de sus ciudadanos y de unión aduanera, que permitan desarrollar ventajas competitivas en bloque. También como región firmaron un Tratado de Libre Comercio con México el 29 de junio del 2001, de similares condiciones. Este Tratado procura la integración de mercados financieros y de capitales.

El Triángulo Norte de Centroamérica no tiene a la vista problemas migratorios internos, más allá de los de ser paso obligado de quienes transitan todo el territorio centroamericano, desde el norte de Sudamérica, con la intención de trasladarse hacia los Estados Unidos. Casi no se producen problemas migratorios intra centroamericanos. El más relevante, quizá, es el de nicaragüenses hacia Costa Rica, que históricamente se produjo, en comparación con esos otros países, por la estabilidad económica nacional, por las condiciones de vida que el país siempre les ha ofrecido; y, sobre todo por la estabilidad y seguridad política que siempre les ha dado Costa Rica.

Los países del Triángulo Norte Centroamericano tienen tratados comerciales firmados con Colombia, Estados Unidos y México, con resistencia de algunos sectores sociales y económicos que sienten afectados por ellos.

La situación política de Nicaragua la ha tenido separada del Triángulo Norte. Sin embargo, para efectos de tránsito de ciudadanos y de actividades comerciales, Nicaragua se ha integrado, en lo que han llamado CA-4 (Centroamérica 4, por la incorporación de Nicaragua a los otros tres países). Costa Rica sigue al margen.

La situación particular de las relaciones de Costa Rica con Nicaragua no son las más deseables ni las mejores. Constantemente hay problemas de críticas por el régimen nicaragüense y la violación de derechos humanos en ese país. De parte de Nicaragua cuando artificialmente levantan el viejo conflicto de la incorporación del Partido de Nicoya a Costa Ria, en 1824, o el derecho de libre navegación por el limítrofe río San Juan. Nicaragua tiene la llave que cierra la frontera con nosotros creando problemas graves del transporte de mercancías con nosotros y el resto de Centroamérica. Esto ha llevado a la necesidad de impulsar el ferry desde Puerto Caldera hasta El Salvador para solucionar este problema, con la ventaja que acelera el intercambio comercial en muchas horas, pero con la desventaja de que el Ferry no ha tenido el apoyo gubernativo que merece.

A esto se ha sumado, recientemente el problema, que ha creado el gobierno de Costa Rica, con los hondureños, de solicitarles visa a sus ciudadanos con una serie de requisitos, que dificulta la obtención de la misma. Por esta razón, y en reciprocidad el gobierno de Honduras ha procedido de igual manera, como era de esperar, y según se estila en las relaciones diplomáticas.

La razón principal que se ha esgrimido para la actuación del gobierno de Costa Rica es que estaban entrando hondureños, en carros de alto nivel de blindaje, dirigidos especialmente a la zona caribeña, a la región de Limón, con armas, con drogas, y con sumas altas de dinero, insinuando claramente que eran personajes ligados a los carteles mafiosos de ese país.

En lo que recuerdo de las noticias periodísticas no se ha dicho nada de capturas de este tipo de personajes o de este tipo de situaciones. Así como supuestamente han entrado, y los han seguido, seguramente los han dejado salir, o los han sacado, en silencio. Lo que hizo detonar la situación fue la reacción hondureña contra los costarricenses con iguales exigencias de visa. Que Honduras cuide sus mafiosos es un problema de Honduras. Pero, que Costa Rica cuide mafiosos y sus territorios es un problema nacional.

Lo que pareciera en la práctica, por lo que se ve y se percibe en la prensa, es que el gobierno de Costa Rica, y su Ministerio de Seguridad, lo que están haciendo es proteger territorios de mafiosos. No entran al país mafiosos hondureños a alterar o disputar los territorios costarricenses en manos de grupos similares. Esta es la película que se está exhibiendo. Creo no exagerarla. Pero, lo que aquí ocurre no se da sin la complacencia de autoridades nacionales, de todos los niveles institucionales involucrados en esta lucha.

Se denuncia el costo de los daños ocasionados a los escáneres de Limón, con 15 días de instalados y paralizados varios meses, sin que haya acciones punitivas ni resarcitorias, económicamente, contra los responsables, no solo los choferes, sino los dueños y empresarios involucrados en ese trasiego de droga que es regular en esa zona de Limón; los que empacan la droga en los contenedores; desde donde la empacan y quienes la transportan hasta los muelles; y en los propios muelles quienes la reciben y la trasladan a los barcos. Tampoco se habla de detenidos cuando el proceso de acarreo de esos contenedores es bien detallado en sus fases de almacenamiento, carga y transporte.

Finalmente, el visado de los ciudadanos en general es el tema. Pareciera que si en el Triángulo Norte, CA-3, Guatemala, Honduras y el Salvador, la liberación de los trámites migratorios de visas está superado, sin graves problemas a la vista, ni alborotos públicos, sin procesos migratorios complejos entre esos países; ni escándalos relacionados con transporte de drogas, y de armas, que es otro problema que debe atenderse, porque se mueven por mismas rutas de la droga, ¿o por otras?, ni crea problemas de libre tránsito, no interrumpe el flujo comercial, no obstaculiza el movimiento turístico, ¿por qué Costa Rica no libera a los centroamericanos de estos trámites de visa?

La verdad es que para pasar las fronteras se requiere siempre presentar el pasaporte, la cédula de identidad o de residencia, de los ciudadanos habitantes y residentes en esos países. Y, en esos puestos fronterizos están las máquinas migratorias que pueden corroborar los fichajes internacionales de interpol, de las policías locales y cualquier otro mecanismo de control que se tenga para ello.

Nicaragua, se me ha informado, forma parte de este engranaje centroamericano, que ellos llaman CA-4, Nicaragua más los otros tres países del Triángulo Norte, sin que oficialmente Nicaragua forme parte de ese Triangulo, situación que permite a nivel de ciudadanos y residentes un libre flujo migratorio en toda esa región.

¿Por qué no valorar nacionalmente, con serenidad, con visión política, el avanzar y liberar a todos los centroamericanos y los residentes en esos países de estos requisitos migratorios? ¿Por qué no propiciar el CA-5, con Costa Rica inmerso en ese proceso de unidad centroamericana, al menos en este terreno?

La lucha contra la droga, el narcotráfico nacional y regional, y el control de sus actores, se seguirá realizando de la misma forma que se hace hoy, comprometiendo más, en este sentido, a las autoridades centroamericanas en la lucha que desde Costa Rica se realiza.

Liberando, en este sentido, el flujo migratorio centroamericano no vamos a tener más problemas de migrantes centroamericanos o nicaragüenses de los que ya existen. El flujo turístico o de entrada de centroamericanos no es mucho, pero es superior al de muchos países europeos. Solo Hondureños son casi 15.000 mensuales, cifra nada despreciable. Mas que suizos, holandeses, austríacos, belgas e italianos.

Es necesario agilizar el tráfico de mercancías por vía terrestre, para fortalecer las cadenas de suministros y las relaciones intrarregionales. Los sectores empresariales de Centroamérica claman por esta solución, porque se han paralizado las cargas de toda la región, no solo de Honduras y Costa Rica. El problema no es solo de choferes y ciudadanos en general, es de la economía regional. Es también un problema de incremento en los costos que todo esto provoca. De Costa Rica están afectados, con esta situación provocada por el gobierno d de Rodrigo Chaves, los sectores de la industria alimentaria, de químicos y agroquímicos, de equipos y materias de construcción, de servicios logísticos y de los importadores de materias primas. Además, se afectan los plazos de entrega de mercaderías, y directa e indirectamente, se afecta el empleo relacionado con todo este engranaje.

Este problema ha adquirido la forma de una crisis migratoria. Ayer 24 de octubre llegó al país una delegación hondureña compuesta por el ministro de Seguridad, Gustavo Sánchez; el vicecanciller, Gerardo Torres, y el director de Migración, Allan Alvarenga, para una reunión con sus homólogos costarricenses, en busca de soluciones a la actual crisis migratoria, de la que se espera salga humo blanco.

Hay que resolver urgentemente esta situación. Avancemos hacia el CA-5. Fortalezcamos el comercio y las exportaciones nacionales hacia Centroamérica. Atrevámonos a romper viejos esquemas que nos encasillan y amarran económicamente. Avancemos.

 

Enviado SURCOS por el autor.

¿Debe estar Taiwán en el SICA?

El primer ministro de Belice, John Briceno, y la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, firman un acuerdo de cooperación técnica durante la visita de Tsai el 3 de abril de 2023

Fundamentos históricos y prácticos

Vladimir de la Cruz de Lemos

Los países actualmente denominados centroamericanos, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, remontan una historia común desde los días en que pertenecieron unitariamente a la Capitanía General de Guatemala, dentro del Virreinato de Nueva España, durante el período de dominación colonial española, hasta los días en que declararon la Independencia en los meses de septiembre y octubre de 1821.

El impulso inicial al declarar la Independencia fue agregarse al Imperio mexicano de Agustín de Iturbide, lo que resultó un fiasco por la muerte misma de Iturbide y la desintegración de ese intento de constituir un imperio.

En ese escenario, siguiendo la misma Declaratoria de Independencia de Guatemala, se convocó al Congreso Constituyente Centroamericano, que terminó impulsando, primero, las Provincias Unidas de Centroamérica y, unos meses después, la República Federal de Centro América, proceso histórico que funcionó desde 1824 hasta 1838, con un intento de volver integrarse en 1842, cuando Francisco Morazán gobernó por unos meses Costa Rica. Con su fusilamiento en Costa Rica ese sueño se apagó.

En la segunda mitad del siglo XIX hubo intentos integracionistas, que no sumaron más de tres países, y uno grande de Justino Rufino Barrios, presidente de Guatemala, que quiso integrar a la fuerza a los países centroamericanos, muriendo en combate en El Salvador, y con su muerte su proyecto integracionista.

Al amparo de las nuevas políticas internacionales del siglo XX, y bajo el manto de la presencia cada vez más importante de los Estados Unidos en el continente, en el Caribe y en Centroamérica, nuevos esfuerzos se impulsaron en ese afán integracionista, sin buen suceso.

Al término de la Segunda Guerra Mundial y la constitución de las Naciones Unidas en 1945 el escenario de la segunda mitad del siglo XX cambió. Integraciones políticas, militares y económicas regionales empezaron a surgir en distintas partes del mundo.

En América, en 1948, se impulsó la creación de la Organización de Estados Americanos y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, tratado militar del TIAR, de ese año.

Políticamente en 1951, el 14 de octubre, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, impulsaron la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), que fue presidida por el costarricense Marco Tulio Zeledón.

Con ODECA se hicieron esfuerzos para sentar las bases para una integración económica, social y política de la región, cuando un proceso similar empezaba en Europa.

Los diez años de ODECA fueron fructíferos en temas importantes para la región, como la unificación de las señales de tránsito, de los procesos aduanales, la unificación de los programas educativos. En políticas educativas, además, se impulsó la publicación de los libros de texto ODECA-ROCAP, sumamente criticados en Costa Rica, por el carácter antinacional que tenían, no solo para Costa Rica, sino para toda la región. Igualmente promovió el Convenio sobre el Régimen de Industrias Centroamericanas de Integración, y el Tratado Multilateral de Libre Comercio e Integración Económica Centroamericana, de Tegucigalpa, de 1958, que fueron los antecedentes directos del Tratado General de Integración Económica Centroamericana, suscrito en Managua, el 13 de diciembre de 1960, donde se crea el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).

En 1962, reforzando este proceso integracionista, los gobiernos centroamericanos suscribieron la Carta de San Salvador, como un nuevo tratado.

Los años que siguieron fueron críticos para la región centroamericana por los conflictos de guerra, y de guerrillas, que se dieron en Centroamérica, y por los gobiernos militares y antidemocráticos que existían, exceptuando Costa Rica. En 1991, después de los Tratados de Esquipulas, entró en vigor el Protocolo de Tegucigalpa a la Carta de la ODECA, suscrito en la capital hondureña el 13 de diciembre de 1991, creando el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), que representa el marco político e institucional de la integración, que es de los organismos regionales uno de los que mejor ha operado. El SICA actualmente está conformado por Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y la República Dominicana.

Como práctica internacional se ha venido acostumbrando que, en organismos regionales como este, se inviten a países, en condición de Observadores Regionales. Así al SICA fueron invitados en esa condición los Estados Unidos, México, Argentina, Chile, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia y Uruguay; y como Observadores Extra Regionales España, China (Taiwán), Alemania, Japón, Australia, Corea del Sur, Francia, Italia, la Santa Sede, el Reino Unido, Unión Europea, Nueva Zelandia, Marruecos, Qatar y Turquía.

Recientemente, se han suscitado problemas con el SICA. El primero, cuando este año asumió la Dirección el Representante de Nicaragua, lo que le correspondía por los acuerdos de rotación al frente de la organización. En Costa Rica se produjo un desacuerdo con el presidente Rodrigo Chaves por parte de sectores políticos, que no estaban de acuerdo en apoyar a Nicaragua por la falta de democracia interna que está evidenciando y por la represión a distintos grupos políticos y opositores. Finalmente, Costa Rica apoyó a Nicaragua al frente del SICA por el siguiente año, siendo esa decisión del poder Ejecutivo, como establece la Constitución y por razones de oportunidad y estratégicas, siendo Nicaragua vecino fronterizo y el paso obligado del comercio hacia Centroamérica.

En este momento, se produce una nueva situación, cuando Nicaragua objeta la presencia de Taiwán como país Observador, y propone que en su lugar sea la República Popular China.

Desde 1964, cuando el General Charles De Gaulle, presidente de Francia, reconoció internacionalmente a la República Popular China y promovió su ingreso en la ONU, como la única República representante del pueblo chino, la situación de Taiwán, que en ese momento jugaba un peso muy importante en ese organismo, se vino al suelo.

Expulsada Taiwán de las Naciones Unidas, rápidamente empezó a perder reconocimientos diplomáticos. Actualmente le quedan una docena de países que la reconocen, entre ellos dos de Centroamérica.

A su vez, la República Popular China avanza en esos reconocimientos. De ellos últimamente el de Nicaragua y el de Honduras. Este es el motivo por el cual Nicaragua hoy presenta la objeción de la presencia de Taiwán en el SICA.

Es lógico que así sea. Si se trata de la representación de la nación china, y del país que mejor la represente, no hay duda de que debe ser la República Popular China la que debe llegar a ocupar esta silla de país Observador en el SICA.

El impacto económico que ha tenido, la República Popular China en la región es cualitativa y cuantitativamente más importante que lo que ha significado Taiwán si tan solo se tratara de esto. Taiwán debe salir del SICA.

Otra discusión que vendrá es el posible ingreso de Rusia como Observador en el SICA, sobre todo por la guerra que se libra en Ucrania. Quizá la situación de Rusia altere la discusión sobre Taiwán, pero no veo que pueda impedirse su salida del SICA.

 

Publicado en https://www.meer.com/es y compartido con SURCOS por el autor.

Los Presidentes y gobiernos de Costa Rica ante su política exterior y ante el Gobierno de Nicaragua y Cuba

Vladimir de la Cruz

La política exterior del Estado y de la República la decide el Presidente de la República y su Ministro de Relaciones Exteriores. Esto está establecido en la Constitución y así se ha respetado siempre, aun cuando frente a decisiones de ese tipo hayan actuado los presidentes, en sus períodos gubernativos, y haya habido ciudadanos que no hubieran compartido sus decisiones.

La realidad política de los países vecinos, Panamá y Nicaragua, y la de los centroamericanos, del resto de Latinoamérica y del Caribe, y la del mundo, en general, es ajena a nosotros, y es resultado de sus propios pueblos tener los gobiernos que tienen, y las formas de gobierno que han establecido. En la vida política, como en la familiar, los vecinos y parientes no se escogen. Se escogen los amigos. Esto puede provocar acercamientos y alejamientos, encuentros y desencuentros, con vecinos, parientes y hasta con los amigos.

Costa Rica desde 1847 inició su proceso de reconocimiento diplomático de países, a la vez que se nos reconocía de la misma forma. Así hemos reconocido para efectos de relaciones diplomáticas, a muchos gobiernos de países, aun cuando no hayamos compartido sus formas internas de organización política y de gobernar. Así se han establecido las relaciones diplomáticas de Costa Rica, hoy con alrededor de 100 país y con alrededor de 50 Embajadas.

Puede no gustarnos el gobierno de Nicaragua encabezado por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, pero es el gobierno de Nicaragua.

Puede no gustarnos la forma de ejercer ese gobierno, la forma en que se ha actuado contra sectores de la oposición política, de la represión directa que viene sufriendo el pueblo nicaragüense, la forma como se ha actuado ilegalizando partidos políticos, organizaciones sociales, ONGs, limitando derechos y libertades ciudadanas, inhabilitando partidos políticos y a líderes opositores, destituyendo diputados y fracciones legislativas completas.

Puede no gustarnos la forma de Ortega y de Murillo de violentar el Estado de Derecho nicaragüense, pero eso lo hace en función de tener controlada la Asamblea Legislativa, por mayoría de diputados, electos en procesos electorales, como sucede con Bukele en El Salvador o con Maduro en Venezuela.

Puede no gustarnos la forma de manipulación y de hacer actuar a los Poderes Públicos, a la Corte de Justicia y al propio Tribunal Electoral de Nicaragua, por parte del Gobierno de Ortega y Murillo.

Puede no gustarnos la represión y acciones violentas contra el ejercicio libre del periodismo, de los periodistas y el cierre y obligada expatriación de ciudadanos nicaragüenses, periodistas y comunicadores sociales.

Puede no gustarnos la acción del Gobierno contra los disidentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional que han encarcelado, que han hecho morir en prisión y que también los han obligado a marchar de su país porque no les garantizan la vida.

No nos gusta la represión contra intelectuales, escritores, como Sergio Ramírez a quien casi han desnacionalizado, a Ernesto Cardenal, a los hermanos Mejía Godoy, a Carlos y Luis Enrique, a Gioconda Belli, entre muchos.

Puede no gustarnos la existencia de presos políticos en Nicaragua. La forma de presos políticos puede ser variable. Aquí mismo en Costa Rica actuaciones policiales y judiciales contra dirigentes sociales han hecho que se califique algunas detenciones como de “presos políticos”, por parte de los afectados y sus organizaciones políticas o sociales.

El asesinato selectivo de dirigentes indígenas, en Costa Rica, es casi similar a la forma como actúan escuadrones de la muerte en Guatemala y en Colombia, con complicidad de autoridades policiales, que son de gobierno, y con empresarios y acaparadores de tierra locales, interesados en quitarles tierras a los indígenas nacionales.

Podemos igualar el gobierno de Ortega y Murillo a una Dictadura, una Tiranía, a una Satrapía y casi a una Dinastía. Usualmente se le iguala a una dictadura, con las formas de gobernar de los Somoza, que también realizaron elecciones cuando eran gobernantes.

Pueden darnos asco, producirnos repugnancia sus personas y sus figuras, pero son los que representan, a todos los efectos nacionales e internacionales, a las estructuras político institucionales y políticas, ante otros gobiernos con sus relaciones diplomáticas y en los Organismos Internacionales y Regionales con sus representantes. También representan, nos guste o no, a los ojos internacionales al pueblo nicaragüense. De la misma forma los representantes diplomáticos de Costa Rica representan al Presidente, al Gobierno y al pueblo costarricense, y estos pueden no gustar a nacionales, a opositores de los Gobiernos e incluso a sectores políticos, sociales y económicos de otros gobiernos.

En el conjunto de las relaciones históricas, vecinales, políticas y diplomáticas con Nicaragua, la historia no ha sido la mejor, aunque no hemos llegado a un enfrentamiento militar entre países. A tensiones militares sí, pero a conflictos armados no, al menos todavía. Tampoco veo en perspectiva un enfrentamiento militar con Nicaragua. Como ha dicho el Papa respecto a la OTAN y Rusia, los Estados Unidos ha puesto a ladrar a la OTAN en a frontera rusa. Así actúa el gobierno nicaragüense de vez en cuando. Ladra en nuestra frontera.

Siempre ha habido en Nicaragua gobernantes hostiles hacia nosotros, desde que el Partido de Nicoya decidió por su cuenta adherirse, incorporarse, anexarse a Costa Rica, hace ya prácticamente 200 años, en 1824. Celebraremos esa Anexión como lo hicimos con el Bicentenario de la Independencia, le duela o no al Gobierno Nicaragüense.

William Walker fue invitado por Nicaragüenses para que llegara a ese país, en circunstancias de un grave conflicto interno que tenían, y estando allí se impuso como líder militar y como gobernante, e impuso la esclavitud. Nos obligó a marchar sobre Nicaragua, por el peligro que él, Walker, significaba para Costa Rica, por las intenciones que manifestaron el Presidente Rivas y William Walker, a finales de 1855, publicando un mapa de Nicaragua que comprendía toda la Península de Nicoya y extendía su límite desde la desembocadura del Río Tempisque hasta la desembocadura del Río San Juan.

Entramos a Nicaragua pocos días después de haber derrotado a Walker, después de haber ingresado a Costa Rica, en su afán expansionista y conquistador, en la Batalla de Santa Rosa, el 20 de marzo de 1856. El 10 de abril le habíamos provocado en Sardinal otra derrota, y unas horas después en la ciudad de Rivas, donde ya estaba el Ejército libertador de Costa Rica, le infligimos la más grave derrota, que postergó su rendición al 1 de mayo de 1857, por la peste del cólera que nos hizo retroceder para luego regresar al terreno de los combates, con el apoyo de los ejércitos centroamericanos, en el segundo semestre de 1856, y que comandamos a partir de enero de 1857.

La liberación que hicimos de Nicaragua de William Walker, y de la esclavitud que les había impuesto, pareciera que en el ADN político de muchos nicaragüenses nos la siguen cobrando, que hubieran preferido haber sido colonia norteamericana bajo un régimen esclavista. El que tiene mentalidad de esclavo sigue siendo a todos lo efectos esclavo.

Luego, a pesar del Tratado Cañas Jerez, de 1858 hasta finales del siglo XIX Nicaragua siguió peleando, incluso en escenarios judiciales internacionales, contra nosotros su soberanía en el Río San Juan, pelea que la llevó hasta el gobierno de Laura Chinchilla, cuando se metió con tropas en una parte del territorio nacional, en el conflicto, más político diplomático que militar, llamado de Isla Calero, hasta que la Corte Internacional de Justicia nos dio la razón.

Presidentes nicaragüenses, del Siglo XX, que querían agrupar a los nicaragüenses alrededor suyo, de sus gobiernos y políticas, inventaban un conflicto con Costa Rica para, de esa manera, unir a sus ciudadanos alrededor de sus gobiernos.

En la lucha del General de Hombres Libres, Augusto César Sandino, colaboramos en la década de 1920 no solo solidariamente, contra la ocupación norteamericana de esos años. Igual lo hicimos en la década anterior, la de 1910, en la sublevación del Patriota Benjamín Zeledón contra la ocupación norteamericana de Nicaragua en esos años. Del General Jorge Volio, entre otros se distinguió en esa lucha y solidaridad.

De esta forma de hacer política Daniel Ortega no se ha quedado atrás. Cada vez que puede lo hace, a modo de distraer de los principales problemas de Nicaragua y de la reacción interna contra su gobierno.

La lucha contra los Somoza fue seguida de cerca por los costarricenses. No nos gustaba su ejercicio de Gobierno, pero los gobiernos de Costa Rica, desde 1934, cuando se instauró la dictadura y la dinastía de los Somoza en el Poder, han mantenido relaciones diplomáticas y comerciales con Nicaragua. En algunas épocas muy amistosas.

Las relaciones comerciales en cierta forma condicionan las diplomáticas, porque grupos nacionales de empresarios realizan negocios y les va muy bien con ellos en Nicaragua. Basta ver los índices de exportación agrícola nacional a Nicaragua, y ver también el flujo comercial hacia Centroamérica, que se realiza pasando por el territorio Nicaragüense. También Costa Rica se ha beneficiado de inversionistas nicaragüenses, en distintas actividades, entre ellos inversiones de capital del clan familiar de los Ortega Murillo, capital que por invertido en Costa Rica genera socios, aliados e interesados con ese capital, algunos de ellos con ascenso a gobiernos.

Después del ajusticiamiento que se hizo de Anastasio Somoza García, en 1956, siguieron los otros Somoza, los Somoza Debayle, y sus títeres de gobierno. Con ellos se mantuvieron relaciones diplomáticas y comerciales.

El territorio nacional a partir de los años 60s. empezó a utilizarse por combatientes anti somocistas. Los gobiernos de Costa Rica, a veces los toleraban y muchas veces los reprimían y expulsaban del país. José Figueres Ferrer incluso llegó a expulsar a Nicaragua guerrilleros que fueron muertos en ese país. En su oportunidad la Corte Suprema de Justicia sancionó por ello a Figueres y le advirtió que eso no lo podía volver a hacer.

En la década del 60, por el impacto de la Guerra Fría y del triunfo de la Revolución Cubana, los Estados Unidos impulsó el Mercado Común Centroamericano, para asuntos regionales de comercio, el Consejo de Defensa Centroamericano, que unificó a los Ejército de Centroamérica e integró como observador a Costa Rica de ese bloque militar. El Embajador de Costa Rica, en Guatemala, representa al país ante el CONDECA, que tiene la sede allí.

También impulsaron la ROCAP para uniformar procesos educativos en toda Centroamérica, desnacionalizando y desnaturalizando en esos textos nuestra Historia, nuestras tradiciones y nuestra idiosincrasia.

Los gobiernos de Costa Rica en esa políticas marcharon juntos con la dictadura Somocista y con toda las dictaduras existentes en Centroamérica. El Gobierno de Abel Pacheco firmó el Acta de agresión militar de Estados Unidos contra Irak como socio y aliado militar en esa intervención norteamericana en Irak, para la que buscó gobernantes serviles que le acompañaran, para una justificación internacional de la agresión.

Aparte de la lucha de Carazo contra los Somoza, el Presidente Oscar Arias es el que ha mantenido más claramente su postura antimilitar y antidictatorial en Centroamérica. Fue quien acogió al Presidente Manuel Zelaya, en el golpe de Estado que le dieron en Honduras, en el 2009, y ha mantenido una pública lucha sostenida contra gobiernos de este tipo. La Presidenta Laura Chinchilla lo ha hecho particularmente con Daniel Ortega.

A finales de la década del 70 importante papel jugó el pueblo y la juventud costarricense en la lucha armada contra la dictadura, incluso participando con columnas militares que de modo importante se desempeñaron en esa caída.

Luego se contribuyó, de igual manera, con combatientes costarricenses, a enfrentar la lucha que contra el nuevo gobierno sandinista se impulsaba, desde Costa Rica, con colaboración del gobierno liberacionista de Luis Alberto Monge Alvarez, y con financiamiento de la CIA, del Gobierno de los Estados Unidos, y con el negocio de la droga que se impuso para financiar a las bandas criminales anti sandinistas, que provoco el escándalo Irán-Contras.

La caída de Somoza estuvo presionada principalmente por la lucha de los Frentes guerrilleros, que internamente peleaban en Nicaragua, la oposición interna político, civil y religiosa, y por la presión internacional de bloques de países que en esos últimos años de la década del 70 se constituyeron y sumaron buscando una salida política más que militar.

Del lado costarricense, el Gobierno de Rodrigo Carazo, comparado con los anteriores, respecto a los Somoza, fue definitorio e invaluable en el apoyo a la lucha guerrillera final prestando el territorio fronterizo costarricense para ese propósito.

La década sandinista de gobierno, 1979-1990, no fue fácil. Le bloquearon, sabotearon e impusieron elecciones a Nicaragua, en 1985 y en 1990, como un modelo político a desarrollar, democrático electoral.

La elección de 1990 la perdió Daniel Ortega. Subió al Gobierno Violeta Chamorro, y desde allí hasta el 2006 alternaron en el gobierno nicaragüense otros partidos y políticos.

Durante esos años el Frente Sandinista se mantuvo en la lucha electoral, hasta que recuperó el Gobierno en el 2006.

Desde 1979 hasta hoy, con Nicaragua, todos los gobiernos de Costa Rica han tenido relaciones políticas, diplomáticas y comerciales. Con algunos más tensas que con otros, pero se han mantenido, gusten o no a los gobernantes costarricenses los personajes que gobiernan Nicaragua, entre ellos Daniel Ortega desde el 2006, actualmente con su esposa Rosario Murillo.

En Nicaragua no hay una oposición política unida frente al grupo gobernante de Daniel Ortega.

La oposición existente de manera legal es permitida y está dividida, manipulada y mediatizada por Ortega y por la Murillo.

La oposición disidente de ese control orteguista ha sido obligada al exilio, la repatriación forzada, a la cárcel y represión, a la disolución de sus organizaciones de resistencia.

No hay en Nicaragua, ni fuera de Nicaragua, en Costa Rica, Honduras o el Salvador, grupos de carácter guerrillero que quieran derrocar a Daniel Ortega. En el interior de Nicaragua tampoco hay resistencia militar.

No hay condiciones sociales y organizativas en posibilidad de desarrollar una lucha armada interna contra el gobierno de Ortega y Murillo. En este momento el pueblo nicaragüense no tiene ninguna opción de este tipo existente, ni en Nicaragua ni fuera de Nicaragua.

Tiene el pueblo nicaragüense que hacer esfuerzos heroicos para recuperar espacios políticos internos y de participación electoral, que son los que por ahora darían alguna esperanza en la posibilidad de cambiar el Gobierno. En ese sentido juegan las reglas de la democracia electoral controlada por los Ortega y sus institucionalidad mediatizada y controlada. Lo que se gana por elecciones se puede perder por elecciones. Pero hay que organizarse y unirse, las tareas principales, en esa dirección.

El Ejército de Nicaragua, es grande. No es el más grande de Centroamérica, que lo es en tamaño el de Guatemala siguiéndole Honduras, que son fuerzas militares más grandes que el de Nicaragua.

Las alianzas militares que tiene Nicaragua con Estados Unidos, con los ejército centroamericanos y de otros países, entre ellos Rusia, son propias de países que tiene ejércitos. Costa Rica tiene alianza militar con Estados Unidos, en su lucha contra las drogas y en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, desde 1948.

Algunos de los que hoy critican al gobierno de Nicaragua le agregan sus críticas la presencia de unos militares de Rusia, que han llegado en estos día, sin criticar las otras alianzas, y la presencia de militares también de los Estados Unidos, tratando de pintar un peligro mayor de Nicaragua contra Costa Rica. Eso es un error a mi manera de ver. Cualquier país que tenga Ejercito es superior en ese campo a la Fuerza Pública costarricense, por el equipamiento, no tanto quizá por la formación de los mandos policiales nacionales que reciben un entrenamiento de formación militar, y así lo hacen si siguen enviando a policías, a centros de entrenamientos militares, de distintos ejércitos y países.

En la década del 50 operó la Organización de Estados Centroamericanos, ODECA, que estuvo presidida por el costarricense Marco Tulio Zeledón Cambronero, un anticomunista de marca. La ODECA evolucionó a la Secretaría de Integración Centroamericana, que hoy es el organismo político institucional más importante de la región junto con el Banco Centroamericano de Integración Económica.

La participación de países en estos organismos es soberana. Está el que quiere estar y es aceptado para estar.

En la OEA estamos desde su fundación, junto con los países del continente, que desde 1948, se fue ampliando en miembros.

En la SICA como en la OEA, desde sus fundaciones, hemos compartido sillas con representantes de gobiernos dictatoriales, tiránicos, despóticos, genocidas, violadores de Derechos Humanos, surgidos de golpes de Estado, sin que nosotros avaláramos lo que esos gobiernos hacían y representaban, y pocas veces criticando sus actuaciones.

Con motivo de la Revolución Cubana, los gobiernos representados en la OEA, actuando como un organismo de colonias de los Estados Unidos, expulsaron a Cuba de esa organización, exceptuando al Gobierno de México que se opuso a esa expulsión y mantuvo las relaciones diplomáticas.

El Gobierno de Mario Echandi en 1958 rompió relaciones diplomáticas con Cuba, las que se mantuvieron rotas hasta el año 2008 que las restableció el Presidente Oscar Arias, quedando en ese momento solo tres países del continente que no las tenían, entre ellos Estados Unidos. Durante todos esos años los gobiernos de Costa Rica, que siguieron al de Echandi, no tuvieron relaciones con Cuba, mientras mantuvieron relaciones con las dictaduras de todo el continente, países que empezaron a salir de esas dictaduras a partir de 1990.

El Gobierno de Barak Obama estableció las relaciones con Cuba. Débilmente se mantuvieron con Trump y se mantienen con Biden. Hubiera sido muy vergonzoso para Costa Rica haberlas restablecido después de Estados Unidos, hubiéramos parecido como un perrito faldero de ese país.

Poco tiempo después la OEA reconsideró la situación de Cuba, le abrieron las puertas a su retorno, condicionándole su ingreso y soberanamente Cuba dijo que no le interesaba regresar a la OEA. La reunión de la Cumbre de América, recién celebrada en California, fue una derrota diplomática para los Estados Unidos, por el aislamiento que impuso de invitados a esa Cumbre que hizo desistir de asistir, con sus Presidentes y Jefes de Estado, a países latinoamericanos y algunos de ellos enviaron funcionarios de segundo orden diplomático.

En el recién pasado Gobierno de Carlos Alvarado se firmó con el Gobierno de Cuba una Carta de Intenciones en el campo educativo, que no ha tenido ninguna eficacia ni puesta en ejecución. No produjo ningún resultado práctico, efectivo ni para Cuba ni para nosotros. Era eso “intenciones”.

El Gobierno del Presidente Rodrigo Chaves en sus primeros actos como Presidente anuló, canceló, dejó sin efecto esa Carta de Intenciones. Para mí hizo mal y solo el ridículo de su acto, de colocarse innecesariamente en una pose, para la foto, de actuar “contra Cuba”, con un acto que no había tenido a ese momento ninguna trascendencia. Pudo haber dejado “congelada” esa Carta de Intenciones como estaba y nada hubiera pasado. Pero, hay en el Presidente Chaves un gusanillo que lo llama constantemente a mandar mensajes “anticomunistas”, dentro de esta nueva Guerra Fría que se está desarrollando, con muchas aristas, una de ellas alertando del “peligro comunista”, como también ha hecho referencias, en igual sentido anticomunista, post elecciones refiriéndose a la pasada campaña electoral, como si en esa campaña hubiera habido un real peligro comunista participando en elecciones.

LA SICA como organismo colectivo centroamericano acordó por los Presidentes de Centroamérica, mecanismos de dirección colectiva, desde hace muchos años, estableciendo una rotación de su principal Director o Secretario Ejecutivo. De esta manera se impuso la rotación por país, lo que inevitable, que en esta ocasión le corresponda a Nicaragua. Puede ser no deseable a los ojos costarricenses, o de algunos costarricenses, pero así es. Este año le corresponde a Nicaragua ejercer la Dirección de la SICA. En Costa Rica se ha desatado una reacción, principalmente por parte de los expresidentes de la República, presionando al actual Presidente Rodrigo Chaves Robles para que no apoye y rechace el candidato propuesto por Nicaragua. El candidato propuesto actuó beligerantemente en el conflicto de Isla Calero contra nosotros, y eso es lo que más se le cobra. Si a él lo ha propuesto el gobierno nicaragüense no lo podemos evitar. Es su derecho, que nos toca respetar. No se le puede pedir al Gobierno nicaragüense que proponga otra persona, como se hace cuando se nombran Embajadores, que los gobiernos, en esos casos, sí pueden objetar a los candidatos que se les proponen.

Con Nicaragua mantendremos diferentes núcleos de contradicciones. La SICA puede ser un escenario para llamar la atención sobre lo que al Gobierno de Costa Rica no le parezca de las actuaciones del gobierno nicaragüense.

El candidato puede no gustarnos. Podemos criticar de él posturas anti costarricenses que ha tenido defendiendo su país. Podemos criticar que el Gobierno de Nicaragua lo haya postulado, como decisión soberana que tiene de hacerlo.

La SICA hasta ahora ha actuado en Centroamérica, República Dominicana y Panamá bastante bien. No tiene por qué cambiar esas políticas por la presencia de un Nicaragüense, que no nos gusta, cuando allí hay representantes de otros siete países que toman decisiones colectivas, dentro de sus objetivos fundamentales de asegurar y fortalecer la Región con la Paz, la Libertad, la Democracia y el Desarrollo, todo dentro de su misión institucional de contribuir al proceso de integración económica.

La SICA como organización tiene países fundadores, los que siguieron adhiriéndose e integrándose, para un total de ocho. A ellos se suman once países Observadores Regionales, entre ellos Estados Unidos, y 21 países como Observadores Extrarregionales, entre ellos Rusia. Ese es un mundo amplio y ajeno…

La rotación de los Directores ha sido establecida y aceptada en su funcionamiento. Le corresponde a Nicaragua este período.

El Gobierno del Presidente Rodrigo Chaves ha decidido apoyar la candidatura ofrecida por el Gobierno de Nicaragua, como acto soberano nacional y como potestad constitucional que tiene. Con rechazar la candidatura del propuesto no se evita que lo sustituyan por otro, porque a Nicaragua le corresponde la Dirección en este momento. Todos los demás gobiernos aceptan el candidato propuesto. Con rechazarlo no se va a caer el Gobierno de Ortega y de la Murillo. Esta es la realidad política.

El Presidente Oscar Arias cuando estableció relaciones con la República Popular China tuvo una reacción muy fuerte interna de sectores empresariales, de empresarios en particular, de políticos que habían viajado a Taiwán invitados por el gobierno taiwanés y que tenían muchos compromisos con Taiwán, con artículos y anuncios pagados en contra de su decisión. Se impuso el Presidente como debía ser.

A la llegada de los representantes de la República Popular China se produjo una reacción al revés, en favor de esa nueva relación, especialmente de la comunidad china. Hoy se ve que fue un acierto esas relaciones diplomáticas y comerciales con la República Popular China.

Cuando a finales de los 60s, en el Gobierno de José Joaquín Trejos Fernández, y a principios del gobierno de José Figueres, en 1970-1971, ambos presidentes, representando grupos empresariales de la producción, y el comercio de café y luego de azúcar, le pidieron a Manuel Mora Valverde, Secretario General del Partido Comunista de Costa Rica, Vanguardia Popular, que actuara de Agente Comercial del Gobierno, para tratar de “vender”, “colocara” el café y el azúcar costarricense en los países socialistas, no se objetó por la necesidad económica de los productores y comercializadores que se vendiera café y azúcar a la URSS y a los países socialistas. Cuando como resultado de esas negociaciones se consideró por parte de José Figueres Ferrer, restablecer las relaciones diplomáticas que con la URSS había establecido Rafael Angel Calderón Guardia, que el suspendió durante la Juna de Gobierno, se desató en el país una campaña feroz contra un acto legítimo del Presidente Figueres. Una campaña por el NO para las relaciones diplomáticas, y otra por el SI para esas relaciones.

Por la representación de Nicaragua en la SICA nadie va a mover un dedo en el país probablemente. Pero, las valoraciones políticas de las relaciones que ha hecho el Presidente Chaves son válidas de su ejercicio de Gobierno. Ni la Asamblea Legislativa puede imponerle su voluntad. Pueden opinar los diputados, los ciudadanos, como lo hago yo, en favor o en contra de la decisión del Presidente Chaves, pero es su decisión legítima y constitucional, que él tiene de las relaciones internacionales del país.

El comercio con Nicaragua y con Centroamérica aprovechando el territorio de ese país es importante para el país y para el sector productivo y comercial de Costa Rica. Si mantenemos relaciones diplomáticas de bajo perfil con este nombramiento no se van a alterar. Si se llegara a establecer un Embajador en Nicaragua, gana también Costa Rica, si no rompemos las relaciones diplomáticas.

Apoyar el candidato de Nicaragua no le impide al Presidente Chaves criticar lo que le corresponda, y cuando él lo considere pertinente, de las políticas de gobierno, especialmente en el plano interno, respecto a libertades y derechos, represión y violación de Derechos Humanos.

He sido un crítico del Gobierno de Ortega y de la Murillo, en distintos medios, como lo he sido del Presidente Chaves, pero en este asunto le doy la razón al Presidente Rodrigo Chaves. El decide las relaciones internacionales de Costa Rica, nos guste o no cómo las maneje.

El mundo de hoy, el surgido y desarrollado después de la caída del mundo socialista, de superada la Guerra Fría del período 1945-1991, del surgimiento de nuevas relaciones internacionales, es muy complejo, es más que un nudo de contradicciones. Ahí estamos y tenemos que saber caminar, en mucho, con pragmatismo, oportunidad y sentido de la realidad, afirmando nuestra Soberanía y los ejes que han guiado la Política Exterior costarricense desde hace muchos años.