Vladimir de la Cruz
Antes de 1821 la región de Centroamérica era una unidad política, fragmentada en provincias, que se extendía desde la provincia de Costa Rica hasta la Provincia de Chiapas, al sur de México. La cabecera central estaba en Guatemala; y se denominó, en distintos momentos, Capitanía General o Reino de Guatemala, como parte de la gran división del Virreinato de México o Nueva España.
Los sucesos de la Independencia desde Chiapas, a finales de agosto y principios de setiembre de 1821, hasta Costa Rica, el 29 de octubre de ese año, fragmentaron toda la región, provocando las independencias de las provincias, que intentaron reunirse de nuevo, a partir de 1823 en lo que se llegó a llamar Provincias Unidas de Centro América, a partir de 1823, y República Federal de Centro América, en 1824, unidad política en la que desde el principio Chiapas no estuvo presente por haberse agregado al Imperio mexicano de Agustín de Iturbide, como también lo habían manifestado sectores en las restantes provincias sin que eso se materializara.
Así, ese proceso de reunificación se dio desde ese final de 1823 hasta 1838 cuando de la República Federal se retiraron Nicaragua, Honduras y Costa Rica. En 1839 Guatemala declaró su separación federal. En 1841 lo hizo El Salvador.
En aquellos años el territorio actual de Belice se consideraba parte de Guatemala, aunque bajo control de Gran Bretaña, situación proyectada hasta adentrado el siglo XX, cuando se logró la Independencia de Belice. México disputó a Guatemala esta región hasta ese momento.
El proyecto centroamericano fue ambicioso en diversos aspectos sin que lograra materializarse. Las luchas internas en cada una de las provincias debilitó el proyecto unionista. Independentistas, imperialistas, en los días inmediatos a la Independencia de 1821, criollos, liberales, conservadores, federalistas, anexionistas, unionistas, y otras denominaciones fueron la expresión de estas contradicciones.
El esfuerzo final que desde Costa Rica quiso hacer Francisco Morazán en 1842 ahogó esa esperanza unionista de ese primer período centroamericanista.
A mediados del siglo XIX fueron los intereses imperialistas, de Inglaterra y Estados Unidos, principalmente, los que se movieron sobre Centroamérica, interesados en el control de la posible ruta canalera que podría haberse hecho utilizando el Río San Juan, el Gran Lago de Nicaragua y el Estrecho de Rivas, fracasado el proyecto canalero francés en Panamá.
La Compañía del Tránsito, que operaba desde la costa este hasta la costa oeste de los Estados Unidos, aprovechaba esa ruta, debido a que no se había construido el ferrocarril de costa a costa de los Estados Unidos. Dicha compañía, en 1865, fijó “idealmente” la extensión del territorio de los Estados Unidos en el proyecto imperialista colonizador de William Walker, que quiso apropiarse de las cinco repúblicas, lo que produjo la Guerra Nacional de Centroamérica contra él, su falange, sus intereses esclavistas y anexionistas a los estados sureños de los Estados Unidos. Derrotado Walker el 1 de mayo de 1857 y fusilado en setiembre de 1860, en Honduras, cuando de nuevo intentó regresar a Centroamérica con igual propósito, la idea de la centroamericanización unitaria no había desaparecido. Inglaterra se había establecido con un protectorado en la costa caribeña de Honduras y Nicaragua prácticamente hasta finales del siglo XIX, en la llamada Mosquitia.
Internacionalmente la región se conoció como República Federal de Centroamérica. A finales de la década de 1840 e inicios de la década de 1850, los países, o Estados centroamericanos, empezaron a ser reconocidos de manera independiente cada uno de ellos, bajo la forma de Repúblicas. Aun así, a finales de la década de 1840 el General Rafael Carrera de Guatemala intentaba mantener la Federación.
El sentimiento unionista se mantuvo en diversos sectores de la sociedad centroamericana, en cada una de sus Repúblicas. Así, por ejemplo, en junio de 1895 se produjo el Pacto de Amapala, con motivo de las reformas liberales de El Salvador, Honduras y Nicaragua, con el cual intentaron reunirse nuevamente, sin éxito al no estar Costa Rica ni Guatemala. Esta República de Centroamérica se trató de reconstituir en 1898 bajo el nombre de Estados Unidos de Centroamérica, proyecto también abortado.
La Independencia de Panamá de Colombia, en 1903, colocó a Panamá desde el punto de vista geopolítico en la región de Centroamérica, en la que se le sigue considerando. Panamá es partidaria de una integración a todo nivel.
Se avanzó en otros niveles, cuando en 1907 fue creada la Corte de Justicia Centroamericana, con sede en Costa Rica, proyecto que se suspendió en 1917 cuando Nicaragua se retira y la Corte fue disuelta en 1918. El proyecto político unitario no avanzó.
El unionismo centroamericano se mantuvo e hizo surgir el partido político del unionismo, más como una aspiración de sectores, que como una realidad concreta. En Guatemala estuvo el Partido Unionista activo en la caída del dictador Estrada Cabrera, y en Costa Rica el escritor y ensayista Vicente Saénz fue uno de esos líderes unionistas, a partir de la década de 1920. En 1922 El Salvador, Guatemala y Honduras intentaron de nuevo constituir la República Federal de Centroamérica.
Los siguientes proyectos unionistas fueron impulsados más al calor de los intereses imperialistas y hegemonistas de los Estados Unidos en la región. Así se dieron entre otros intentos, después de la II Guerra Mundial, bajo un nuevo esquema mundial de alianzas estratégicas, en el marco de la Guerra Fría, el 14 de octubre de 1951, la creación de la Organización de Estados Centroamericanos, ODECA, que fue un impulso para la integración centroamericana, al mismo tiempo que en Europa se daban los primeros pasos de la Unión Europea. El Salvador celebra el 14 de octubre como el Día de la Integración Centroamericana, junto con la SICA.
Con la ODECA se avanzó en proyectos comunes centroamericanos, como la unificación de las señales de tránsito, de procesos aduanales, de políticas culturales, de programas educativos y de libros de textos, cubiertos con el sello de ODECA.-ROCAP, más al calor de la Unión Centroamericana de la década de 1960, textos que fueron combatidos por la Escuela de Educación de la Universidad de Costa Rica. La ODECA también impulsó el Convenio sobre el Régimen de Industrias Centroamericanas de Integración, del Tratado Multilateral de Libre Comercio e Integración Económica Centroamericana, firmado en 1958, que fueron los antecedentes directos del Tratado General de Integración Económica Centroamericana, suscrito en Managua, el 13 de diciembre de 1960, donde surgió el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). Todo esto reforzado con la Carta de San Salvador de 1962.
La ODECA se superó con el surgimiento del Sistema de la Integración Centroamericana, SICA, que estableció un nuevo marco jurídico y político de relaciones entre los Estados centroamericanos, marco que se ha proyectado en múltiples niveles, y en otras instancias que se han creado, como el Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE.
Las guerras en Centroamérica, en el período 1970-1990, provocaron cambios importantes en la región. El Mercado Común Centroamericano, de la década de 1960, se debilitó. En plena guerra, a principios de la década de 1980, el gobierno de Estados Unidos impulsó el Plan de la Cuenca del Caribe, bajo el Gobierno de Ronald Reagan, con el fin de establecer tratados bilaterales y abiertos con cada una de las repúblicas centroamericanas. El ascenso de gobiernos revolucionarios en Nicaragua, y del auge de la guerrilla en El Salvador y Guatemala, especialmente, impulsaron el Plan de Paz de Oscar Arias Sánchez y los acuerdos de Esquipulas I y Esquipulas II, creando las bases de la reconstrucción democrática de las repúblicas centroamericana, tan gobernadas por dictadores, satrapías, militares, tiranos, gobiernos golpistas y antidemocráticos, estableciendo un procedimiento firme para establecer la paz y la democracia en Centroamérica, que ha funcionado con algunas debilidades.
Resultado de estos acuerdos se dio impulso al Parlamento Centroamericano, PARLACEN y a la Corte de Justicia Centroamericana, organismos de los cuales Costa Rica no es parte, ni los ha reconocido. Ambos organismos fueron creados desde 1990 y 1991, todo con la intención de restaurar la vieja unión política. Guatemala. República Dominicana y México están allí como observadores regionales. Panamá suscribió el PARLACEN en 1993 y hace varios años inició un proceso de separación del SICA.
En las Constituciones Políticas centroamericanas, excepto en la Costa Rica, hay un sentimiento unionista, centroamericanista. El Presidente Abel Pacheco, 2002-2006, fue claro al señalar que era muy difícil para Costa Rica abrazar este proyecto mientras existieran ejércitos en Centroamérica, que los expresidentes de las Repúblicas se convirtieran en diputados vitalicios del PARLACEM, y los integrantes de la Corte de Justicia Centroamericano obedecieran a los poderes ejecutivos de sus países y no fuera un órgano absolutamente independiente. Del mismo modo, consideraba que los diputados del PARLACEN debían ser representantes de los Congresos de cada país, sin los altos salarios que se les paga, y sin elección particular para elegirlos.
En la práctica Guatemala, Honduras y El Salvador, desde hace bastantes años, desde el 2000, han constituido lo que se llama o reconoce con el nombre de Triángulo Norte de Centroamérica. Son países que tienen condiciones similares en diferentes aspectos económicos, políticos y sociales, además de su cercanía y posición geográfica.
Este triángulo reconoce la región de esos tres países de manera que sus fronteras tienen un mismo punto de triangulación de sus capitales. Es una región que opera como un Tratado de Libre Comercio, de libre tránsito de sus ciudadanos y de unión aduanera, que permitan desarrollar ventajas competitivas en bloque. También como región firmaron un Tratado de Libre Comercio con México el 29 de junio del 2001, de similares condiciones. Este Tratado procura la integración de mercados financieros y de capitales.
El Triángulo Norte de Centroamérica no tiene a la vista problemas migratorios internos, más allá de los de ser paso obligado de quienes transitan todo el territorio centroamericano, desde el norte de Sudamérica, con la intención de trasladarse hacia los Estados Unidos. Casi no se producen problemas migratorios intra centroamericanos. El más relevante, quizá, es el de nicaragüenses hacia Costa Rica, que históricamente se produjo, en comparación con esos otros países, por la estabilidad económica nacional, por las condiciones de vida que el país siempre les ha ofrecido; y, sobre todo por la estabilidad y seguridad política que siempre les ha dado Costa Rica.
Los países del Triángulo Norte Centroamericano tienen tratados comerciales firmados con Colombia, Estados Unidos y México, con resistencia de algunos sectores sociales y económicos que sienten afectados por ellos.
La situación política de Nicaragua la ha tenido separada del Triángulo Norte. Sin embargo, para efectos de tránsito de ciudadanos y de actividades comerciales, Nicaragua se ha integrado, en lo que han llamado CA-4 (Centroamérica 4, por la incorporación de Nicaragua a los otros tres países). Costa Rica sigue al margen.
La situación particular de las relaciones de Costa Rica con Nicaragua no son las más deseables ni las mejores. Constantemente hay problemas de críticas por el régimen nicaragüense y la violación de derechos humanos en ese país. De parte de Nicaragua cuando artificialmente levantan el viejo conflicto de la incorporación del Partido de Nicoya a Costa Ria, en 1824, o el derecho de libre navegación por el limítrofe río San Juan. Nicaragua tiene la llave que cierra la frontera con nosotros creando problemas graves del transporte de mercancías con nosotros y el resto de Centroamérica. Esto ha llevado a la necesidad de impulsar el ferry desde Puerto Caldera hasta El Salvador para solucionar este problema, con la ventaja que acelera el intercambio comercial en muchas horas, pero con la desventaja de que el Ferry no ha tenido el apoyo gubernativo que merece.
A esto se ha sumado, recientemente el problema, que ha creado el gobierno de Costa Rica, con los hondureños, de solicitarles visa a sus ciudadanos con una serie de requisitos, que dificulta la obtención de la misma. Por esta razón, y en reciprocidad el gobierno de Honduras ha procedido de igual manera, como era de esperar, y según se estila en las relaciones diplomáticas.
La razón principal que se ha esgrimido para la actuación del gobierno de Costa Rica es que estaban entrando hondureños, en carros de alto nivel de blindaje, dirigidos especialmente a la zona caribeña, a la región de Limón, con armas, con drogas, y con sumas altas de dinero, insinuando claramente que eran personajes ligados a los carteles mafiosos de ese país.
En lo que recuerdo de las noticias periodísticas no se ha dicho nada de capturas de este tipo de personajes o de este tipo de situaciones. Así como supuestamente han entrado, y los han seguido, seguramente los han dejado salir, o los han sacado, en silencio. Lo que hizo detonar la situación fue la reacción hondureña contra los costarricenses con iguales exigencias de visa. Que Honduras cuide sus mafiosos es un problema de Honduras. Pero, que Costa Rica cuide mafiosos y sus territorios es un problema nacional.
Lo que pareciera en la práctica, por lo que se ve y se percibe en la prensa, es que el gobierno de Costa Rica, y su Ministerio de Seguridad, lo que están haciendo es proteger territorios de mafiosos. No entran al país mafiosos hondureños a alterar o disputar los territorios costarricenses en manos de grupos similares. Esta es la película que se está exhibiendo. Creo no exagerarla. Pero, lo que aquí ocurre no se da sin la complacencia de autoridades nacionales, de todos los niveles institucionales involucrados en esta lucha.
Se denuncia el costo de los daños ocasionados a los escáneres de Limón, con 15 días de instalados y paralizados varios meses, sin que haya acciones punitivas ni resarcitorias, económicamente, contra los responsables, no solo los choferes, sino los dueños y empresarios involucrados en ese trasiego de droga que es regular en esa zona de Limón; los que empacan la droga en los contenedores; desde donde la empacan y quienes la transportan hasta los muelles; y en los propios muelles quienes la reciben y la trasladan a los barcos. Tampoco se habla de detenidos cuando el proceso de acarreo de esos contenedores es bien detallado en sus fases de almacenamiento, carga y transporte.
Finalmente, el visado de los ciudadanos en general es el tema. Pareciera que si en el Triángulo Norte, CA-3, Guatemala, Honduras y el Salvador, la liberación de los trámites migratorios de visas está superado, sin graves problemas a la vista, ni alborotos públicos, sin procesos migratorios complejos entre esos países; ni escándalos relacionados con transporte de drogas, y de armas, que es otro problema que debe atenderse, porque se mueven por mismas rutas de la droga, ¿o por otras?, ni crea problemas de libre tránsito, no interrumpe el flujo comercial, no obstaculiza el movimiento turístico, ¿por qué Costa Rica no libera a los centroamericanos de estos trámites de visa?
La verdad es que para pasar las fronteras se requiere siempre presentar el pasaporte, la cédula de identidad o de residencia, de los ciudadanos habitantes y residentes en esos países. Y, en esos puestos fronterizos están las máquinas migratorias que pueden corroborar los fichajes internacionales de interpol, de las policías locales y cualquier otro mecanismo de control que se tenga para ello.
Nicaragua, se me ha informado, forma parte de este engranaje centroamericano, que ellos llaman CA-4, Nicaragua más los otros tres países del Triángulo Norte, sin que oficialmente Nicaragua forme parte de ese Triangulo, situación que permite a nivel de ciudadanos y residentes un libre flujo migratorio en toda esa región.
¿Por qué no valorar nacionalmente, con serenidad, con visión política, el avanzar y liberar a todos los centroamericanos y los residentes en esos países de estos requisitos migratorios? ¿Por qué no propiciar el CA-5, con Costa Rica inmerso en ese proceso de unidad centroamericana, al menos en este terreno?
La lucha contra la droga, el narcotráfico nacional y regional, y el control de sus actores, se seguirá realizando de la misma forma que se hace hoy, comprometiendo más, en este sentido, a las autoridades centroamericanas en la lucha que desde Costa Rica se realiza.
Liberando, en este sentido, el flujo migratorio centroamericano no vamos a tener más problemas de migrantes centroamericanos o nicaragüenses de los que ya existen. El flujo turístico o de entrada de centroamericanos no es mucho, pero es superior al de muchos países europeos. Solo Hondureños son casi 15.000 mensuales, cifra nada despreciable. Mas que suizos, holandeses, austríacos, belgas e italianos.
Es necesario agilizar el tráfico de mercancías por vía terrestre, para fortalecer las cadenas de suministros y las relaciones intrarregionales. Los sectores empresariales de Centroamérica claman por esta solución, porque se han paralizado las cargas de toda la región, no solo de Honduras y Costa Rica. El problema no es solo de choferes y ciudadanos en general, es de la economía regional. Es también un problema de incremento en los costos que todo esto provoca. De Costa Rica están afectados, con esta situación provocada por el gobierno d de Rodrigo Chaves, los sectores de la industria alimentaria, de químicos y agroquímicos, de equipos y materias de construcción, de servicios logísticos y de los importadores de materias primas. Además, se afectan los plazos de entrega de mercaderías, y directa e indirectamente, se afecta el empleo relacionado con todo este engranaje.
Este problema ha adquirido la forma de una crisis migratoria. Ayer 24 de octubre llegó al país una delegación hondureña compuesta por el ministro de Seguridad, Gustavo Sánchez; el vicecanciller, Gerardo Torres, y el director de Migración, Allan Alvarenga, para una reunión con sus homólogos costarricenses, en busca de soluciones a la actual crisis migratoria, de la que se espera salga humo blanco.
Hay que resolver urgentemente esta situación. Avancemos hacia el CA-5. Fortalezcamos el comercio y las exportaciones nacionales hacia Centroamérica. Atrevámonos a romper viejos esquemas que nos encasillan y amarran económicamente. Avancemos.
Enviado SURCOS por el autor.