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Etiqueta: valores

Sin educación seremos presas fáciles de la corrupción

Por José Luis Pacheco

Mucha gente se siente triste ante los acontecimientos que suceden. Otros experimentan sentimientos de ira y de molestia. Pero desgraciadamente la mayoría no experimenta nada, son absolutamente indiferentes ante lo que sucede y eso es, además de lamentable, muy peligroso. Esa indiferencia conduce a caminos de repetir lo malo y a qué nos vuelva a pasar lo que ya, a vista y paciencia de todos ha sucedido anteriormente.

Hoy lo que necesitamos es estar comprometidos con nuestro país y manifestarnos en contra de quienes aprovechándose del sistema lo han llenado de corrupción e inmundicias.

Debemos transitar por caminos diferentes pues nada lograremos haciendo lo mismo. Debemos fortalecer la educación. Llenar a nuestros niños y jóvenes de valores éticos y morales que les permitan enfrentar los flagelos que tenemos al frente. Sin educación seremos presas fáciles de la corrupción, del narcotráfico, de cuantas acciones negativas se puedan presentar porque no habrá elementos para contenerlos. Solamente la educación podrá hacer que superemos esta crisis de valores.

Han sido muchos los años en los que por intereses mezquinos y fundamentalmente electorales, se ha desmejorado la calidad de la enseñanza pues es más sencillo aprovecharse de la ignorancia del pueblo porque no hay nada más efectivo y de mayor importancia contra los malos políticos y malos gobiernos que un pueblo educado y formado en valores.

Dios quiera que con lo que hoy vivimos se tomen las medidas correctas para fortalecer la educación y que el futuro sea más provechoso para todos y desterremos los males que hoy padécenos por falta de una excelente educación pública y en nuestros hogares.

Valores invertidos

Óscar Madrigal

El presidente del Banco Central, don Rodrigo Cubero, recibe un salario mensual de ¢10.000.000 de colones. El rector Jensen de la Universidad de Costa Rica recibía antes de terminar su periodo ¢8.800.000 y el rector Salom de la UNA ¢6.700.000. (No tengo los salarios de los rectores actuales que probablemente son menores que los indicados).

El primero dirige un banco, los otros dos, casas de enseñanza donde se forjan los profesionales del mañana, los encargados del futuro del país.

Lo que llama la atención es que el salario del Rector causa una conmoción y repulsa nacional, mientras que el salario del señor Rodrigo Cubero no produce efecto alguno.

¿Por qué la gente “valora” más la dirección de un banco que la dirección de centros de educación superior? ¿Por qué el salario del presidente del BCCR es visto con “naturalidad” mientras que los salarios de los rectores como una exageración y casi como inmorales? ¿Cómo han llevado a esta sociedad a semejante inversión de valores?

La prensa nacional ha logrado crear este ambiente, publicado listas de profesores con sus salarios presentándolos casi como delincuentes, creando un enemigo ficticio para desviar la atención de los problemas principales del país.

Para la prensa comercial al servicio de los grandes intereses económicos no es escandaloso que 44 personas tengan un salario superior a los ¢35.000.000 mensuales o que 148 personas ganen más de ¢20 millones mensuales. Todos desde luego del sector privado. (Datos del Ministerio de Hacienda publicados por el Semanario Universidad). Esos salarios deben pertenecer por supuesto que a grandes bancos o empresas privadas; recordemos que muchas de ellas no pagan impuesto de renta porque no declaran utilidades o están acogidas a exenciones como las zonas francas. Por supuesto que esto tiene trascendencia fiscal, de mayor calado que los salarios de los profesores que forjan y forman a los estudiantes.

La prensa comercial al servicio de ese gran emporio ha logrado invertir los valores nacionales.

Desgraciadamente ha castrado el pensamiento crítico.

Como expresión de amor el matrimonio no está sujeto a autorizaciones y permisos, a normas que lo regulen

(Palabras pronunciadas por Vladimir de la Cruz, en el matrimonio de su hija Yalena de la Cruz con Karina Vargas, el sábado 21 de noviembre del 2020, celebrado en Hacienda Sitio de Mata, en Pavones de Turrialba)

El matrimonio de Yalena y de Karina, que nos reúne hoy, es una relación sostenida en el tiempo, consolidada y fortalecida. A Karina la conocí hace poco, pero me impresionó su ser, su franqueza para expresar sus inquietudes, su capacidad, su sencillez, su sólida formación científica y profesional, su precisión para decir las cosas y sus pensamientos.

Profesionalmente la he llegado a valorar extraordinariamente, por el esfuerzo de superación constante que hace. Incluso, recientemente, se ha doble graduado, llegando a muy altos niveles de superación y de poder asumir responsabilidades igualmente altas. Eso es muy importante, no solo para ella, sino para Yalena también, como pareja que son, para Sofía como su hija, que es nuestra nieta.

En el caso de Yalena, ¿qué puedo decir, en un momento como éste? Es mi primera hija. Desde chiquita siempre tuvo carácter, siempre tuvo capacidad para tomar decisiones importantes, que las hacía valer.

Se le estimuló para que afirmara su carácter, su personalidad, su propia identidad. Aprendió a que se respetaran sus opiniones, sus manifestaciones, sus acciones. Aprendió desde pequeña a ser tratada como una persona. A los cinco años ya leía por sí misma, devoraba los libros infantiles que se le daban, lo que le permitió avanzar más rápidamente en el proceso escolar. Fue disciplinada ante el estudio y buena estudiante siempre.

Cuando fue dirigente estudiantil universitaria fue “peleona”, defendió derechos estudiantiles, derechos de las mujeres, y fue de las que, en la Universidad, también participó y desarrolló las primeras luchas contra el acoso y el abuso que sufrían las mujeres estudiantes, especialmente en la Facultad de Odontología.

En el Consejo Universitario tuvo allí sus distinciones también, afirmando y defendiendo siempre derechos, fijando posiciones, luchando por lo que ella creía que era lo justo, así como actuando en la defensa de los derechos de otras personas y de los estudiantes, especialmente, desde la Defensoría Estudiantil.

Además, empezó a escribir en el periódico La Nación, donde ha tenido sus discusiones y polémicas. Recuerdo la enorme alegría que tenía cuando el periodista Julio Rodríguez la integró a la Página de Opinión de este periódico, con el que se ha mantenido desde hace ya muchos años, como una de sus columnistas, abordando distintos temas, y algunas polémicas fuertes.

Cuando ha formado parte de Juntas Directivas de instituciones es como una bolsa de clavos en las nalgas, porque es muy recta, muy correcta, muy honrada, es de principios sólidos, lo que la lleva a enfrentarse a todo lo que le parece que es corrupción, a lo que no le gusta del mal manejo del campo administrativo, lo que es muy importante no solo para ella, sino para quienes la conocemos, porque sabemos que ella actúa pensando siempre que hace lo correcto, lo justo, que es la mejor forma de realizarse, como debe realizarse una persona con valores. En lo que ella cree es muy íntegra y consecuente. Es apasionada por sus acciones y decisiones.

Cuando se enamoró, en la forma como lo ha hecho, empezó también a defender sus decisiones, su libertad de amor y de amar, aun cuando la sociedad no permitía o admitía espacios para expresar esos sentimientos. Pero, ella los hacía valer y los hizo reconocer, que es lo más importante, como lo estamos haciendo hoy quienes nos hemos reunido, familiares y amigos, para celebrar con Karina y Yalena la decisión de amarse en la figura jurídica del matrimonio que hoy están concretando, que la sociedad y el Estado costarricense ya ha establecido como un Derecho Humano de los costarricenses.

Hoy estamos ante un proceso en el que realmente culmina esa parte de las luchas de Yalena, y también de Karina.

Yalena y Karina son buenas personas. Esto es lo más importante para la unión que se ha formalizado en el acto de sus firmas y en la declaración pública de sus afectos y votos de convivencia que han expresado ante todos nosotros.

La sociedad costarricense, desde 1888, estableció como el único matrimonio válido el realizado ante autoridad civil, cuando se creó el Registro Civil y cuando se reguló el matrimonio en el Código Civil, aprobado ese año, obligando, a la vez, que los matrimonios celebrados con oficios religiosos católicos, desde esa época, se debían inscribir en el Registro Civil para su plena legalidad y reconocimiento legal público. A los sacerdotes se les dio la condición de Auxiliares del Registro Civil, a efectos de la realización de los matrimonios que se hacen bajo las normas eclesiásticas, y bajo sus responsabilidades.

La Iglesia tenía la facultad de realizar los matrimonios en aquella época, donde también tenía el ejercicio monopólico de la religión católica. Apenas empezaban a introducirse otras manifestaciones religiosas cristianas con la construcción del ferrocarril a Limón.

En el campo educativo a principios del siglo XX se empezaba a enseñar en aulas escolares a niños y a niñas, bajo una gran polémica con la Iglesia Católica, que se oponía a esta enseñanza, por el peligro que entrañaba, según la Iglesia, de que los hombres se feminizan y las mujeres se masculinizan, por estar juntos, en la misma aula, en el proceso del aprendizaje.

El matrimonio, como hoy lo entendemos, no siempre existió, ni siempre estuvo sujeto a normas ni a aceptación religiosa. La institución del matrimonio en el pasado también estuvo asociada a raptos, esclavitud, promiscuidad, prostitución, regulado así por costumbres, usos y tradiciones, en ocasiones con papel predominante de las mujeres hasta que se impuso el machismo y el patriarcalismo en el ejercicio de estas tradiciones matrimoniales y familiares, resultado de las relaciones de producción que modificaron los papeles sociales de las personas, amparado por los cánones religiosos cristianos que nos fueron impuestos, por los españoles, desde la colonia.

Hubo prácticas colectivas de matrimonios, antes de la consideración individual de pareja que le damos hoy. En muchos casos la “familia” era una “cárcel” especialmente para las mujeres. Sobre ellas se decidía, en el caso de las hijas, incluso en su opción matrimonial, “negociándolas”, como mercancías. Los padres, se llegó a acostumbrar, decidían por sus hijas el matrimonio, escogiéndoles sus maridos.

El matrimonio es una institución muy vieja que no pasa de moda. Se siguen realizando, con gran entusiasmo, con gran celebración. Es un punto de encuentro y de fusión de familias. El matrimonio es también una expresión de amor. Como expresión de amor el matrimonio no está sujeto a autorizaciones y permisos, a normas que lo regulen. Se regula y se cumple por el respeto que se profesen los contrayentes, la pareja que decide vivir en unión, mientras así lo decidan y acuerden. El afecto, la ternura y la relación amorosa que se manifiesta en el acto matrimonial no descansa en los timbres, en los sellos que se estampan en el acta notarial, en la firma de los Abogados Notarios, o funcionarios autorizados a realizar matrimonios, ni en las normas que se cumplen para realizarlo. Descansa el matrimonio en el amor mutuo que se profesen los contrayentes, sin importar la opinión, ni la de la llamada opinión pública, ni de quienes a la distancia observan el acto de la unión que ha acordado, que llamamos matrimonio. El matrimonio, como acto de amor, es una legítima unión libre amparada por un formalismo estatal.

La filiación maternal fue fundamental en el desarrollo de las relaciones familiares y matrimoniales. Se tuvo “matria” antes que “patria”. Hasta hace poco tiempo, hasta los avances científicos del ADN, la paternidad era misteriosa mientras la maternidad era real. En 1949 se logró la igualdad de las mujeres en derechos políticos, el de votar, recientemente fortalecidos con la exigencia de la igualdad de oportunidad de ser electas mediante la alternabilidad vertical y horizontal que se ha establecido para aspirar a puestos de representación política.

En 1970 con el Código de Familia la mujer se igualó al hombre en sus relaciones matrimoniales y familiares. Siguió luego el avance en otros derechos.

El papel de la mujer en la sociedad costarricense ha evolucionado, cada vez más, hasta alcanzar la plena igualdad hoy en el ejercicio de derechos y libertades.

La última batalla ha sido el reconocimiento, no solo de las mujeres, sino de los hombres también, para que puedan realizarse y convivir en parejas matrimoniales del mismo sexo, así reconocidas jurídicamente en el país, y ante la sociedad, sin prejuicio, ni exclusión ni discriminación alguna. No ha sido una lucha sencilla. Ha sido dura. Para algunos ha sido muy dolorosa.

Finalmente se ha impuesto y consolidado, en la sociedad costarricense, el matrimonio civil, como expresión del contrato de dos personas, de diferente o del mismo sexo, que quieran unir sus vidas, para amarse, acompañarse, para construir en común su futuro, con respeto y aceptación a las otras formas, de carácter religioso, por las cuales otras personas quieran unirse.

Hoy la sociedad costarricense reconoce el derecho de las personas a casarse, de cualquier persona, a constituir matrimonios y familias, de conformidad a prácticas civiles, laicas, no religiosas, así como el de quienes quieran casarse de conformidad a rituales y a prácticas religiosas, especialmente católicas.

En las condiciones actuales puedo afirmar que hay más amor entre personas iguales y menos desigualdad social en este campo del amor. No se ha tratado de abolir el matrimonio como institución para garantizar esta igualdad, se ha tratado de fortalecer esa igualdad quitándole las trabas, a la institución de matrimonio que lo ataban, para que quienes quisieran casarse lo pudieran hacer al amparo del Estado, de sus instituciones legitimadoras, de conformidad a una nueva escala de valores públicos, sin importar su sexo, su género.

Así surgen estos nuevos matrimonios, como el que hoy se lleva a cabo entre Yalena y Karina, que contribuyen a salvar la idea tradicional del matrimonio, y a fortalecer los diversos conceptos de familia, que la misma sociedad produce, las familias de dos personas de diferente sexo, con hijos o sin ellos, con hijos adoptados, las familias de madres solteras, las familias de personas que no tienen vínculo matrimonial formal, las que sí lo tienen, las parejas de mismo sexo, con hijos o sin ellos, con hijos adoptados, las familias que dependen de las madres cabezas de hogar, que son las que tienen los principales ingresos económicos de sus hogares aun cuando tienen esposo o compañero, las familias cuyo eje descansa en la presencia de un abuelo o abuela o de algún otro familiar, o de solo la madre o de solo el padre, así como las diversas familias que pueden formar los miembros de la comunidad LGTBY, que generan en la práctica familias de dos mamás o de dos papás.

El matrimonio es también una manifestación de una conciencia aprobatoria. No se realizan actos que en conciencia se rechazan. Quienes aquí nos reunimos aceptamos, aprobamos y nos alegramos de la decisión que han tomado nuestras hijas, Yalena de la Cruz Figueroa y Karina Vargas Lepe, de asumir este compromiso, ante ellas mismas, ante sus amigos y familiares, y ante la sociedad, que las protege legalmente, así como a su bellísima hija, nuestra nieta, Sofía, que es parte esencial de esta nueva familia, y de nuestras familias reunidas en este acto de amor, que nos han hecho crecer como familias y como seres humanos.

Esta ceremonia ha sido convocada por Yalena y por Karina para hacernos partícipes y testigos de honor de la unión que han acordado, haciendo uso pleno de sus libertades, y participándonos de la decisión que han tomado en conciencia sus corazones.

No estamos aquí para imponer nuestra visión del mundo, ni nuestra voluntad, ni nuestra escala de valores. Estamos aquí, en nuestra condición de padres, hermanos, familiares y amigos, para afirmar nuestro respeto por la decisión de vida que han tomado, por la unión que han acordado en este momento, con la alegría que nos causa su decisión, su unión matrimonial.

En este acto celebrado han mostrado ser más libres, más realizadas en el amor que se profesan, más dueñas de sí mismas, más responsables de sus actos.

En este acto nosotros no pedimos nada. Son ustedes, Karina y Yalena, las que nos brindan su acto de amor, que con los años nos darán mucho.

Experimentamos como familias una renovación de la vida en el ámbito discreto e íntimo de nuestras familias, y en el ámbito público de la sociedad. En el porvenir de ustedes prolongamos también nuestra existencia. En el acto que acaban de realizar expresan la intensidad de sus vidas, su amor, su calidad de buenas personas. Hoy unidas son más fuertes y afortunadas.

Afirmamos y reconocemos, en este acto, con nuestra presencia, su libertad de amarse en la unión que han pactado, en esta nueva Costa Rica, en vísperas del Bicentenario de la Independencia, que ha abierto, en el campo de las relaciones matrimoniales, un nuevo horizonte para todos los costarricenses.

Al brindar por sus parabienes matrimoniales, ¡Les deseamos la mayor felicidad posible, junto a Sofía!

Más allá de la crisis sanitaria

Arnoldo Mora Rodríguez

Desde hace varias semanas, millones de seres humanos (sobre)vivimos en una cuarentena que, en la práctica, se ha convertido en una especie de estado de excepción, dadas las estrategias policíacas e, incluso, militares, a que los estados nacionales están recurriendo cada vez con más frecuencia y mayor aceptación de la opinión pública, para enfrentar con éxito desigual los desafíos que nos lanza provocadoramente un virus no muy mortífero pero sí extremadamente propenso a propagarse. Hoy la existencia misma de la, hasta ahora, notoriamente exitosa civilización moderna occidental se ve severamente cuestionada en sus valores fundantes. Esto me recuerda aquel pasaje bíblico, en el que se narra la visión del Profeta Daniel, quien vio una estatua imponente elaborada con todos los materiales más sólidos y preciosos existentes, pero que tenía los pies de barro; por lo que bastó que se desprendiera un diminuto guijarro de una roca circundante y golpeara un talón de barro resquebrajado para que la imponente estatua se redujera a polvo. Un virus ha hecho algo similar al hombre actual, que se apresta a colonizar el sistema planetario pero se muestra trágicamente incapaz de evitar una catástrofe que amenaza con exterminar a miles y miles de individuos pertenecientes a una especie que pomposamente se autocalifica de sapiens.

En el fondo, lo que hoy vivimos es un cuestionamiento del rumbo que ha tomado la humanidad desde los inicios de la modernidad. Eso me induce a recordar los aciagos tiempos de las pestes que asolaron Europa a finales de la Edad Media e inicios de la Modernidad. Como lo ilustra la historia, cada vez que surge una nueva época en la historia de la humanidad, se dan catástrofes de esta índole. Por lo que no es descabellado concluir que hoy vivimos, a inicios del tercer milenio de la cristiandad occidental, un cambio radical, indetenible e irreversible, de una nueva época, cuyo protagonista será un ciudadano dotado de una conciencia planetaria; los países egoístamente cerrados sobre sí mismos, como son Los Estados Unidos de Trump y la Europa Occidental, son los más golpeados por esta pandemia; su egoísmo ultranacionalista se ha visto severamente castigado por la madre Naturaleza. De mi parte pienso que, gracias a que nunca la humanidad ha tenido a su disposición tantos científicos e instrumentos tecnológicos como en la actualidad, eso nos permitiría esperar que logrará controlar, esperamos y deseamos que a corto plazo y con un mínimo de víctimas, este apocalíptico flagelo. Sin embargo, creo que la humanidad tendrá que aprender a acostumbrarse a convivir con este virus, como está haciendo con otras pandemias recientes, como el SIDA.

No siendo especialista en epidemiología, dejo gustoso la palabra a quienes sí lo son, por lo que tan sólo deseo externar algunas reflexiones en torno a las consecuencias culturales y políticas de esta pandemia. Espero que esta crisis sanitaria enseñe al hombre moderno a hacer honor a su autocalificativo de “sapiens”, lo cual implica que debe aprender a tener conciencia de sus propias limitaciones. Valga la pena tener presente que toda acción humana, aún aquellas que surgen animadas e inspiradas con las mejores y más nobles intenciones, tienen también efectos secundarios negativos; estos últimos, contrariamente a los efectos positivos que se agotan al realizarse, son de carácter acumulativo sobre todo aquellos que no son previsibles; por lo que, al llegar a superar el dintel de tolerancia, estallan provocando una crisis global, no sólo en la infraestructura material de reproducción de la vida orgánica, sino también en el ámbito de la creatividad simbólica, o sea, en el mundo de las estructuras del poder político y de los valores culturales. La humanidad, en consecuencia, debe desarrollar una conciencia crítica, lo cual implica estar dispuesto a cambiar de escala de valores ante cada crisis que se le presente. Hasta ahora, esas crisis las provocó la Naturaleza gracias a los procesos evolutivos, en lo que podríamos considerar de manera espontánea, pero como lo vislumbró Teilhard de Chardin, actualmente, después del surgimiento del método científico moderno en la época del Renacimiento Europeo, las crisis son provocadas por la acción humana, que incide en los procesos evolutivos causadas en el trascurso de la historia, como hasta ahora lo había sido la evolución de la Naturaleza gracias a la evolución. Con ello queremos señalar que los procesos evolutivos naturales se dan en un tiempo más lento; por el contrario, la acción humana surge en la razón y se motiva en la voluntad, lo cual le posibilita desarrollar una conciencia previsora; pero aun así, siempre tendrá efectos negativos, tanto más graves cuanto mayor sea el poder del ser humano y más vertiginosa sea en el tiempo su eficacia real; lo cual quiere decir que inexorablemente llegaremos un poco tarde, si bien con capacidad de superar las crisis que, de esta manera, lejos de ser una tumba, se convertirían en un escalón para subir en un proceso evolutivo, tanto material y civilizatorio, como axiológico y cultural.

La civilización occidental, dominante en el mundo, ha enfatizado el crecimiento material y, sobre todo, económico a costa de la destrucción de millones de especies vivientes y de una brutal desigualdad social; todo lo cual ha permitido enriquecerse a una minoría cada vez más reducida y empobrecido a más y más numerosos sectores sociales, si bien son estos los que con su trabajo producen la riqueza. Se ha socializado el trabajo pero se ha privatizado el fruto de ese trabajo. Pero hoy la generalización de la educación y la universalización de la información, han hecho crecer la conciencia social y las luchas políticas, con lo que los pueblos del planeta adquieren una más lúcida conciencia de sus derechos. En concreto, en Costa Rica, el mayor logro de nuestro pueblo, en las últimas décadas, ha sido la creación del Estado Social de Derecho, cuyo fruto ha sido la universalización en todos sus niveles de la educación pública y las instituciones de la seguridad social, lo cual ha hecho posible que estemos asumiendo, con encomiables resultados, la crisis mundial provocada por el coronavirus. Pero, inspirados en nuestros mejores valores cívicos, debemos cambiar el rumbo político imperante; debemos, mediante una mayor justicia distributiva – mayores impuestos directos al capital y no a los empleados y pensionados y a las clases medias – fortalecer los recursos del sector público. De esta manera, se disminuirá la brecha social que amenaza la estabilidad política y el crecimiento económico. Para ello debemos, desde ya, ir poniendo los fundamentos de la Costa Rica que queremos tener más allá de la crisis sanitaria.

Imagen: https://sites.google.com/site/procesosproductivos123/equidad-distributiva-y-retributiva

Contextos y texturas: COVID19 entre el miedo, egoísmo y la solidaridad

CEP Alforja ha hecho un dossier sobre los desafíos del COVID 19, con hipervínculos a documentos que expresan distintas opiniones. “Se busca contribuir al pensamiento propio crítico y la acción transformadora”, dijo Óscar Jara Holliday a SURCOS.

El documento incluye ideas diversas y documentos para el pensamiento crítico y el debate propositivo. Este es el contenido:

La solidaridad como alternativa
COVID19 en contexto
¿Qué sociedad encontró el COVID-2019?
¿Qué valores imperan en la crisis?
¿Qué nos ensenan y qué nos esconden?
Disputa de sentidos
¿Qué institucionalidad?
Pronunciamientos
Encuentros
Poema
Educación Popular ante la crisis

Como temas a profundizar se sugiere:

– ¿Que sociedades encontramos y qué va a pasar con ellas?
– Miedo como instrumento de parálisis y dominación
– Cuidados o agenda de seguridad
– Solidaridad y cuido colectivo
– Perspectivas y disputas futuras

Puede descargar este valioso documento aquí:

¿Cómo cantar el Himno Nacional ESTE 15 de setiembre?

María Amoretti Hurtado

De todos los símbolos nacionales, el Himno es el más eficiente porque es un rito de jura que además marca el cuerpo con los gestos del poseso: de pie, firmes, recogidos y dignos.

El Himno Nacional de Costa Rica, expone virtudes con las que es difícil no coincidir.

El hombre-poeta que lo escribió tenía una noción de patriotismo muy particular y por eso elude cuidadosamente los lugares comunes del pensamiento republicano, pensamiento medular en el Himno del 15 de Setiembre, que antecedió a nuestro canto nacional, tales como el de la majestad de la ley como si de ella derivaran por generación espontánea la libertad y la justicia. Billo era un ácrata. Creía, más que en la majestad de la ley, en el cultivo del sí mismo, en el autogobierno personal y desconfiaba de cualquier concepto colectivo que manipulara la libertad personal. Eso mismo hubiera suscrito la gran poeta costarricense, cuyo centenario conmemoramos este año: la luminosa Eunice Odio y su liberadora escritura.

Así, por ejemplo, es necesario saber que la palabra patria que aparece en el primer verso del Himno Nacional es una modificación hecha por el jurado. La versión original decía: «Costa Rica tu noble bandera…».

Zeledón no busca sus motivos literarios en el pensamiento republicano, sino en el filón concreto de la realidad cotidiana. Por eso escribió «bajo el manto azul de tu cielo» y no » bajo el límpido azul», -otra corrección del jurado-, porque buscaba expresiones que remitieran a lo concreto cotidiano.

El filón que inspira a Billo no genera vínculos cívicos. Para encontrar el vínculo cívico de la ciudadanía republicana en el Himno, es necesaria una operación metonímica y silogística bastante forzada. Su verdadero vínculo es más profundo, está enraizado en el arquetipo ancestral y primigenio de la diosa madre-tierra y sus principios derivados, como el del crecimiento y las germinaciones, aspectos que se proyectan ahora también en las esculturas de Jorge Jiménez Deredia, prueba de que pervive en nuestro imaginario. Se trata de un vínculo fuertemente interpelativo para el inconsciente colectivo: si la tierra es madre, los costarricenses, siendo hijos de ésta, sólo pueden relacionarse como hermanos. Como fácilmente se colige, este razonamiento se conecta con el patriotismo sólo porque alguien, que no fue Billo, sino don Antonio Zambrana, introdujo la palabra patria en el Himno. Se conecta más bien, con una forma de relación humana que sigue siendo no solo hermosa, sino también eficiente para la paz social: LA SOLIDARIDAD.

Sobre el forzado valor cívico que se le quiso dar y se le sigue dando, el Himno de Costa Rica pondera más bien valores próximos al tiempo de la cotidianidad, al tiempo de la vida, y no al tiempo de la reducida ficción patriótica.

Las virtudes que expone el Himno son:  honradez e integridad.

De todas las actividades sociales, el Himno selecciona la del trabajo por ser la actividad dominante en la vida diaria de las personas. De él pondera dos rasgos; el primero es su capacidad formativa, ya que sólo en esa lucha tenaz las personas adquieren conciencia de su fuerza y de su potencial; el segundo se refiere a la honra que otorga como recompensa, por eso en Costa Rica llamamos honrado únicamente al hombre que vive de su trabajo. 

Lo anterior pone en evidencia que el Himno se inclina por la mayor fuerza del consenso nacional: los trabajadores, quienes por ironía histórica han sido los sistemáticamente excluidos de ese consenso.

Además de la honradez, el Himno propone el valor de la integridad. Esta virtud se manifiesta en el Himno cuando destaca la coherencia del trabajador con su ideal hasta el punto en que, a pesar de su amor por la concordia, es capaz de ir a la guerra para defender sus valores porque es leal a ellos, no sólo de palabra, sino de acción; es decir, que somos también honrados, en la  relación que tenemos con nuestros ideales. En este aspecto, Martí coincidiría con Billo, pues para este gran pensador latinoamericano, un hombre que tolera un mal gobierno no es un hombre   honrado.

Billo consideraba la política como el más innoble de los ejercicios humanos y por eso, este trabajador del ideal no fue precisamente el patriota que los políticos hubiesen querido, sino el rebelde que – como dice Vínyela Devandas- dedicó su vida a formar conciencia colectiva, a desenmascarar el timo del discurso oficial y a denunciar la corrupción de los gobernantes.

Vale la pena dedicar, dentro del contexto que estamos viviendo, nueve segundos de atención y preguntarnos: ¿Será tiempo de cambiar la letra de nuestro Himno Nacional?

V Seminario Internacional América Latina: Sociedades en cambio: Transformaciones en valores y religión

  • 29 y 30 de julio de 2019

  • Universidad Nacional

Esta es una actividad organizada por la Comunidad Epistémica de Estudios Socioreligiosos de la Universidad Nacional.

La organizan y participan el Observatorio de lo Religioso de la UNA; el CICDE de la UNED; IDESPO; la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión y el Centro Dominico de Investigaciones.

El CEDI lo está copatrocinando, por la conexión con temáticas que han estado trabajado desde el año pasado en los conversatorios y por la participación del Dr. Amando Robles en la investigación sobre valores y prácticas religiosas en Costa Rica.

Son actividades abiertas de libre asistencia.

Puede ver los detalles de las actividades en la siguiente imagen que les compartimos.

*Imagen con fines ilustrativos tomada de entreparentesis.org

Enviado por Alberto Rojas.

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Encuentro cultural poético este 6 de abril

Un grupo de personas de distintos lugares del país se reunirán el sábado 6 de abril próximo en San Ramón de Alajuela, para compartir poesía, estrechar vínculos, y divulgar poesía “desde los nuevos valores”.

La información, enviada a SURCOS por Jorge Hernández Cascante, detalla que el encuentro busca estrechar vínculos entre grupos de poetas y promotores cultuales de las comunidades participantes, fortalecer y divulgar la poesía desde los nuevos valores, acompañar y fomentar la creación literaria comunitaria, compartir un día de encuentro cultural en el marco de la finquita “la hermandad de loncho”.

En un grupo de WhatsApp creado para organizar la actividad, se comparten además otras propuestas: “realizar un festival de poesía una vez al año, con recitales y algunas otras expresiones culturales, que podemos rotar en diferentes partes del país”. También “crear una página literaria en Facebook donde estemos realizando publicaciones” y “considerar la opción de conseguir un patrocinio cultural para publicar una antología poética…”

El organizador es Jorge Hernández Cascante; su correo es jorgedezca@gmail.com y su número de celular: 8368 5773.

Mujeres con otros valores: calendario

¿Por qué este calendario?

Desde hace algunos años el Ejército de Tierra publica un calendario dedicado a diferentes temáticas: la industria y el ejército, ejército y deporte, misiones de paz…

Este año coincidiendo con el 30 aniversario de la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas –Real Decreto Ley 1/1988 del 22 de febrero de 1988- el ejército presenta el calendario “Mujeres con valor”, con el que quieren rendir homenaje a las mujeres militares.

“Las mujeres movemos el mundo, pero queremos mover el mundo sin las lógicas patriarcales de la guerra y el poder”.

Ingrese en el siguiente enlace para descargar el calendario.

 

*Imagen utilizada con fines ilustrativos.

Compartido por Alejandra Cartín Leiva en redes digitales.

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