- Al eliminar la palabra “Bellas” de su nomenclatura, la decana de Artes espera que exista un cambio en la concepción de sus carreras a lo externo de la Facultad
La Facultad de Artes dejó atrás el adjetivo de “Bellas”, tras la decisión tomada por casi la totalidad de miembros de la Asamblea Colegiada Representativa, presidida por el Dr. Henning Jensen, el pasado miércoles 4 de julio en el Aula Magna. El cambio llegó no a raíz de la inexistencia de belleza en sus destrezas, sino porque el arte va más allá de ese concepto, según el argumento más firme de la propuesta presentada por la decana de esa facultad, la M. Sc. María Clara Vargas Cullell.
Aunque el antiguo nombre (Facultad de Bellas Artes) era una herencia de la concepción originada hace unos 250 años en el mundo artístico, muy ligado a lo que hoy se entiende por Artes Plásticas, la M. Sc. Vargas Cullell argumentó que desde hace ya muchos decenios el arte superó las fronteras de la belleza; ahora puede ser grotesca, tosca, siniestra, monstruosa, crítica, llena de adjetivos que excluyan a la estética.
Para la decana, quien lideró la propuesta para cambiar el nombre de su facultad desde el segundo mes en que asumió su puesto, esta modificación va mucho más allá de ser una pequeña variante en su nomenclatura.
“Esta permuta tiene dos vertientes: la primera está relacionada con lo administrativo, porque Bellas Artes creaba confusión a nivel institucional, nacional e internacional, al tener una connotación sobre todo hacia la pintura y escultura durante más de 250 años. Entonces, la gente creía que esta era una facultad solo de pintura y escultura, y no es así. Vamos mucho más allá: somos música, artes plásticas y dramáticas y, pronto, danza” justificó la M. Sc. Vargas Cullell.
La segunda razón argumentada por la decana consiste en la evolución de las artes, ya que durante el siglo XX a estas se les dejó de asociar con destrezas y calificativos positivos, y adquirieron una visión más amplia, en parte gracias a la crítica social y política que fungió el arte en diversos períodos y países durante la pasada centuria.
Si bien el cambio de nombre no desencadenará ninguna diferencia en los programas de estudio actuales, era un paso necesario para esta facultad (nacida como tal en 1968), aunque tuviera sus orígenes en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Santo Tomás, del siglo XIX. Según la decana, la variante en el nombre era una exigencia originada desde las mismas bases de las escuelas que conforman la Facultad de Artes, la cual ya no se identificaba más con el adjetivo eliminado, pues “la belleza no cuestiona ni critica”.
Pese a todo, la M. Sc. Vargas Cullell admitió que hubo un grupo pequeño de personas que deseaban mantener el nombre por un asunto más de tradición e historia. No obstante, tanto ella como una mayoría de la población de Artes creía necesario modificar la nomenclatura desde hace varios años. Uno de ellos es el director de la Escuela de Artes Dramáticas, M. A. Juan Carlos Calderón.
“El teatro como tal ha tenido a lo largo de su historia un carácter irreverente, contestatario, tremendamente político. De hecho, todas las artes son muy políticas. En el Siglo XVI se llamó a las artes “bellas”, pero esa nomenclatura excluía al teatro por esa naturaleza contestataria. A partir de la creación de la Escuela de Artes Dramáticas, empieza a cambiar ese concepto. Los directores de Artes Dramáticas nunca hemos estado de acuerdo con esa nomenclatura porque nos sentimos excluidos”, aseguró el M. A. Calderón.
El director de Artes Dramáticas coincidió con su decana en que, históricamente, las artes se asociaron más con lo espiritual y lo bello que con lo terrenal. Empero, el teatro se ha caracterizado por ser irreverente y crítico, y más relacionado con temas existenciales y políticos, que pueden ir desde lo siniestro hasta lo absurdo.
“Artistas como Botero, Picasso, Rembrandt, Goya y otros miles más presentan una producción impactante, donde el concepto de belleza es sumamente limitado. Nos sentimos satisfechos de este cambio por un nombre más neutral. Definitivamente, ahora estamos más incluidos”, sentenció.
El cambio de nombre de la Facultad de Artes comenzó a regir desde el mismo miércoles 4 de julio, cuando la Asamblea Colegiada Representativa volvió a votar para dejar el acuerdo en firme.
Pablo Mora Vargas
Periodista, Rectoría UCR
Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/
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