UCR, la reinvención: una constante a 52 años de la regionalización universitaria

A sus ocho décadas de fundación, la Universidad de Costa Rica no podría llamarse como tal si no tuviera, realmente, presencia activa en todo el país. ‘Universidad’, como su palabra lo indica, se refiere a un carácter universal, de alcance para todas y todos. Del latín universitās magistrōrum et scholārium, en su sentido moderno denota un cuerpo dedicado a la enseñanza y a la educación. ‘De Costa Rica’, manifiesta su carácter de pertenencia: por ello no nos cansaremos de repetirlo, que la Universidad de Costa Rica es de todas y todos los costarricenses.

En este sentido, no podríamos concebir a nuestra institución si no tuviera consolidado su carácter regional a lo largo de 52 años. La UCR no sería la misma si, durante la mayor parte de su vida institucional, no hubiera hecho los esfuerzos activos que en efecto realizó por alcanzar a todas las regiones en sus iniciativas de docencia, investigación y acción social. Nuestro país, si bien pequeño, es abundante y diverso en su cultura; en esta riqueza recae el fundamento de la expansión del alma máter, puesto que, al no concebirse como una institución aislada ni unilateral, el intercambio que surge tras la presencia regional enriquece enormemente el quehacer universitario.

El círculo virtuoso de la regionalización es el que nos ha impulsado a responder a las ilusiones de una universidad que, a su vez, fortalece y es fortalecida por las comunidades en las que se inscribe.

Actualmente, estamos en una situación en la que nuestro país y la comunidad internacional nos demandan acciones preventivas que pueden salvar vidas, desde el simple acto cotidiano de lavar nuestras manos. Acto sencillo y, a la vez, poderoso pero que se centra particularmente en la resonancia que pueden tener acciones individuales con alcance colectivo, y de cómo se nutren de ellas esa colectividad.

La regionalización es un tema medular en el proceso democratizador y humanístico de nuestra alma máter: gracias a ella, la sociedad costarricense se ha visto beneficiada de múltiples maneras, que han impactado cuantitativa y cualitativamente en la calidad de vida de las comunidades.

Ochenta años después de su fundación, reconocemos que nuestra institución es un ejemplo de constante reinvención: pues, la dinámica social no se detiene mientras buscamos los mejores métodos de enseñanza o las innovaciones que resuelvan los mayores problemas. La vida sigue, y no podemos dejar que una organización como la nuestra se estanque en rutinas que, además, terminen por hacerle perder su rumbo.

Del mismo modo, la reinvención constante es algo a lo que todos estamos llamados, por el compromiso que liga nuestra Institución con la sociedad con la que convivimos. Las sedes regionales son un vivo ejemplo de ello: en su seno radica una profunda alianza con su comunidad, y en el corazón de esa relación se encuentra la dinámica siempre cambiante de la búsqueda del desarrollo anhelado y el bienestar común a su población.

Fuera de eso, cada región es diferente, y con ello cada prioridad es distinta; inclusive, lo que sirve para una puede no servir para la otra. Sin embargo, aplicando la misma solidaridad que estamos usando en este momento, en cada una de nuestras acciones cotidianas y colectivas ante la pandemia que nos acecha, de la misma manera podemos ser solidarios en acciones individuales y grupales para ayudar a los demás crecer.

Así, en cuánto cada una de las sedes y recintos que conforman nuestra universidad sean un colectivo de personas con intereses, anhelos y objetivos diferentes, estaremos unidos entre sí por el hilo que ata al tejido social de nuestra gran universidad. La regionalización es indispensable para convertir la educación en la base para que Costa Rica, con su diversidad étnica y cultural, alcance un desarrollo integral que se traduzca en una mejor calidad de vida para todos sus habitantes. Del mismo modo, cada uno de nosotros puede circunscribirse a esta gran meta común, para asegurar que el camino que seguimos en efecto responda al que nuestra comunidad universitaria y nacional han establecido.

Es un orgullo para nuestra Universidad caminar a lo largo de 52 años por el sendero de la Regionalización. El proceso de mejora y crecimiento de infraestructura de los años recientes es muestra de ese compromiso al cual no tenemos miedo, y es evidencia hacia la comunidad que nos rodea que la Universidad de Costa Rica está enfocada en hacer de su oferta académica un sinónimo de oportunidades para los jóvenes de cada región. A todas aquellas personas que son aliadas de nuestra universidad en en cada Sede y Recinto, les aseguro que este compromiso universitario está alineado con los objetivos de desarrollo del país, y que ciertamente responde a un vínculo muy cercano con todas y todos.

Nuestra comunidad universitaria desea que la regionalización cumpla, cada vez más, un papel decisivo en el desarrollo local, que se articule en torno a un proyecto de país consciente de su diversidad, que contribuya a eliminar desigualdades y a promover la equidad y la justicia social. Pero esto no podemos hacerlo solos, pues el elemento fundamental es, precisamente, el apoyo local.

A la comunidad universitaria hago un llamado a reinventarse constantemente, sin miedo al cambio. Su accionar individual repercutirá en su desempeño colectivo, y con ello se nutrirá este compromiso, cada vez más vigente, por estar presentes en cada región del país. Donde la búsqueda de la reinvención sea parte del constante movimiento de la Universidad de Costa Rica por contribuir con el desarrollo local y, simultáneamente, descentralizar y democratizar el conocimiento.

Dr. Henning Jensen Pennington
Rector