¿Ahora que sí nos ven?
Los movimientos estudiantiles latinoamericanos se han caracterizado por la resistencia frente a gobiernos de corte neoliberal-conservador, así como las mujeres estudiantes nos hemos caracterizado por la resistencia frente, no solo a estos gobiernos, sino, a los movimientos mismos, autónomos o no, de corte misógino-heteropatriarcal. La lucha por el FEES se une a la lista de denuncias que como mujeres hemos demandado a lo interno de las universidades públicas costarricenses durante los últimos años. Por tanto, el movimiento estudiantil no empieza y mucho menos termina con los recientes acontecimientos sobre las demandas al presupuesto universitario, muy por el contrario, todxs hemos sido testigxs del levantamiento histórico de movimientos estudiantiles de mujeres en ambientes violentos, repletos de desigualdad y exclusión.
Hace poco más de un año mujeres, estudiantes de universidades públicas, iniciaron su propia toma: la de los espacios públicos y privados para denunciar la violencia y el abuso, tanto dentro como fuera de las aulas. No, Rectoría no es la primera toma que sucede durante el presente año y por ende, se deben sumar las demandas acaecidas producto del hostigamiento sexual. La declaratoria de estado de emergencia que se anunció el pasado 27 de mayo del 2019 es un precedente en la lucha histórica por la educación pública en nuestro país tanto como lo es el reclamo por la autonomía universitaria.
Más allá de la declaratoria, las estudiantes continuaron alzando sus demandas en torno a los abusos producto de una convivencia social machista, misógina, sexista y heteropatriarcal. Sin embargo, la naturalización de estas prácticas, catalogadas como “culturales” y justificadas por la misma razón, ha generado que a lo interno de los movimientos estudiantiles se acepten acciones donde las mujeres enfrentan el doble de violencia, así como una invisibilización de su accionar político.
Así, la organización estudiantil de las últimas semanas ha irrumpido en la tradición masculinizante de la revolución. Mujeres de las distintas sedes y recintos universitarios han tomado la palabra y el liderazgo en los distintos movimientos, así como han decidido denunciar la violencia en el marco de las demandas al Estado. Sin embargo, en una universidad pública donde, hasta el día de hoy, no se han aceptado las peticiones de la declaratoria de emergencia y en una coyuntura costarricense donde los medios de comunicación son incapaces de resaltar la participación política de las mujeres como un elemento disidente en la lucha por el FEES, ¿cómo resistir la revolución, cuando en una misma se viven dos?
Por ende, ser parte de los movimientos estudiantiles latinoamericanos debe dejar de significar hostigamiento sexual, abuso de poder, recargo de funciones, imposición de roles de género, invalidación de la palabra y descuido personal. Asumirse parte de la lucha por las universidades públicas no nos deja exentas de asumirnos parte de espacios que, mientras buscan acabar con los recortes presupuestarios, acaban por ignorar, cubrir y desmentir actitudes abusivas sobre las mujeres. Por tanto, en medio de las resistencias en torno a la educación pública denunciamos rebeldía libre de violencia y exigimos desmantelar la exaltación de revoluciones que ocultan abusos cometidos hacia las mujeres, ¿ahora sí nos ven?
Mónica González
Estudiante de Sociología Universidad Nacional
¡La lucha por la educación pública
será feminista o no será!
autonomía universitaria, derechos sociales, FEES, justicia tributaria, juventud, lucha social