MSc. Fiorella Salas Pinel
Académica SEPRODES, Escuela de Economía UNA-Costa Rica
Día con día, nuestra existencia transcurre rodeada de servicios ecosistémicos que hacen posible la vida en nuestro planeta. Desde el aire que respiramos, el agua que tomamos y los alimentos que consumimos, entre muchos otros: todo depende de la cantidad y calidad de la provisión que obtenemos del sistema natural, donde el sol como fuente primaria de energía hace posible la fotosíntesis y de esta forma se mantiene la continuidad en las cadenas tróficas que sostiene la biodiversidad tal como la conocemos. De igual forma, nuestras actividades generan residuos que son dispuestos en dichos ecosistemas y que en ausencia del adecuado tratamiento representan riesgos para su funcionamiento.
A pesar de este papel fundamental, en ocasiones “lo ambiental” se asocia únicamente con aspectos concretos como algunas celebraciones cada año. Sin embargo, la conciencia ambiental es necesaria pero no suficiente, ya que la sociedad humana es inviable en ausencia de la naturaleza y nuestra supervivencia como especie depende de mejores hábitos. Tomar acción requiere conocer aspectos de la vida cotidiana con los cuales podemos ahorrar dinero y al mismo tiempo contribuir con la sostenibilidad ambiental. Es decir, podemos fortalecer tanto nuestras finanzas personales como el ambiente. Esto mediante una toma de decisiones más consciente de nuestra relación con temas como: el agua, la energía, los residuos, el desperdicio de alimentos, entre otros.
El ahorro verde consiste en aplicar acciones que promuevan un estilo de vida sostenible de acuerdo con las experiencias cotidianas de cada persona. Como todo hábito requiere constancia y disciplina, que podemos implementar mediante los siguientes pasos.
Primero, conocer los principales recursos naturales y servicios ecosistémicos, que nos rodean y hacen posible nuestra vida. El agua, y la energía coexisten con los residuos: sólidos, líquidos, gaseosos, que generamos en nuestros hogares, centros de estudio y trabajo, entre otros espacios.
Segundo, identificar que recibimos servicios asociados con “la naturaleza”. Por ejemplo, pagamos recibos por el agua potable, la electricidad y el alcantarillado sanitario o tratamiento de aguas residuales. Todos directamente vinculados con los ecosistemas que hacen posible las actividades productivas y humanas. Entonces, ¿conocemos a nuestro proveedor de servicios? ¿Sabemos si ejecuta acciones orientadas a la sostenibilidad ambiental de sus operaciones? ¿Qué tanto nos involucramos en estas medidas? Por ejemplo, ¿conocemos el uso de electricidad por horarios establecidos y con tarifa diferenciada?
Tercero, calcular los costos directos de los servicios que pagamos. A este respecto, ¿hemos revisado los recibos para verificar los rubros consumidos? Medidas como el uso de luminarias LED, apagar luces y desconectar dispositivos cuando estén en desuso (evitando el consumo fantasma) nos permiten reducir tanto el monto de las facturas como la presión sobre las fuentes energéticas, especialmente las hidroeléctricas durante la época seca. Adicionalmente, ¿estamos haciendo un uso racional del agua durante nuestras actividades diarias en cada espacio donde interactuamos, por ejemplo, mediante duchas de menor duración, empleando sanitarios con descarga diferenciada, grifería inteligente o cerrando la llave cuando no necesitamos del agua, entre otros?
Cuarto, identificar ahorros asociados a un estilo de vida sostenible de acuerdo con nuestras experiencias cotidianas. Estrategias ligadas a la reducción del desperdicio y las compras sostenibles surgen como oportunidades relevantes. Planificar los menús permite reducir el desperdicio de alimentos, que a su vez podría potenciarse si rechazamos el exceso de embalajes y envases no reciclables. Por su parte, tomarse el tiempo para reflexionar sobre la necesidad real de consumir podría reducir el consumismo asociado a bienes y servicios innecesarios y que eventualmente incrementarían la generación de residuos.
Las acciones orientadas hacia un estilo de vida sostenible son posibles. En esta dirección, el taller titulado “Ahorro Verde” ha sido impartido en dos ediciones de Costa Rica Aprende con la U Pública. De esta forma, el Programa Sectores Productivos y Desarrollo (SEPRODES) de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional (ESEUNA) ha contribuido con la creación de capacidades de personas ligadas a diversas actividades productivas, como el comercio, a crear estrategias orientadas al mejoramiento de su calidad de y vida y la reducción de su huella ambiental. Beneficios asociados con ahorros en el pago de servicios públicos, alimentación más saludable y decisiones de compra más conscientes. Nos encontramos frente a un importante reto ambiental, donde cada una de nuestras acciones cuenta y mucho más al enfrentarnos a fenómenos planetarios como el cambio climático, que reporta aún más presión sobre los ecosistemas naturales: sostén fundamental de la vida en nuestro planeta.
- Investigadora del Programa Sectores Productivos, Competitividad y Desarrollo, Escuela de Economía, Universidad Nacional, Costa Rica. Es Magister Scientae del Programa de Maestría en Política Económica del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (CINPE) de la Universidad Nacional. Actualmente se desempeña como coordinadora de la Maestría en Economía del Desarrollo. fiorella.salas.pinel@una.cr https://orcid.org/0000-0001-5036-9779