Andrónico Rodríguez: la piedra en el zapato de Evo Morales
Por Vladimir Huarachi Copa
El pasado 22 de enero, durante la celebración del 16° Aniversario del Estado Plurinacional de Bolivia en el Coliseo de la Coronilla, Cochabamba, un fragmento del discurso del presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, desató una reacción inmediata en el sector más radical del evismo. Sus palabras no solo intensificaron las tensiones internas, sino que profundizaron la fractura entre quienes defienden una renovación política y aquellos que se aferran al liderazgo inamovible de Evo Morales.
La respuesta del ala más ortodoxa del evismo no tardó en llegar. En redes sociales y espacios de debate político, se emprendió una campaña de descalificación contra Rodríguez y otros líderes emergentes, reflejando la resistencia a cualquier intento de relevo generacional. Este escenario plantea una pregunta crucial: ¿Hasta cuándo se puede postergar la renovación dentro del movimiento sin que este colapse por sus propias contradicciones?
El evismo enfrenta un dilema existencial. Apostar por una continuidad forzada del liderazgo de Morales o permitir que nuevas figuras, con una visión adaptada a los desafíos del presente, asuman el mando. La historia de cualquier movimiento político demuestra que la renovación no debería ser el resultado de un conflicto insostenible, sino un proceso estratégico para garantizar la vigencia de su proyecto.
Reducir el evismo a una pugna fratricida es un error. La política no debe girar en torno a la eliminación de adversarios internos, sino a la evolución de ideas y liderazgos. En este sentido, Andrónico Rodríguez no representa una amenaza, sino una oportunidad para modernizar el movimiento. La transición política no implica la negación del pasado, sino su integración en una nueva etapa que fortalezca el futuro del proyecto.
Para ello, es crucial que las organizaciones sociales conserven su autonomía, que los intelectuales desempeñen un papel activo y que la sociedad civil participe en la construcción de un horizonte político sostenible e inclusivo. La actual crisis interna del evismo exige un liderazgo capaz de interpretar el complejo contexto social, político y económico de Bolivia. En este punto, Rodríguez emerge como una figura con un sólido respaldo y un bajo nivel de rechazo en comparación con otros candidatos de cara a las elecciones de 2025.
Sin embargo, su reciente participación en el ampliado de Tiraque, Cochabamba, junto a Evo Morales, generó incertidumbre sobre su verdadera posición. Al reafirmar que es un dirigente “orgánico” y reconocer a Morales como el único candidato, Rodríguez pareció adoptar una postura sumisa. Pero esta actitud también podría interpretarse como una estrategia flexible, destinada a reducir las tensiones y disipar los ataques en su contra tras su intervención del 22 de enero.
El proceso de cambio en Bolivia no puede depender exclusivamente de una figura, sino de una renovación estructural que responda a las necesidades reales del país. El liderazgo que Bolivia necesita no solo debe administrar el legado del pasado, sino también redefinir el futuro con visión y responsabilidad. Andrónico Rodríguez, con su capacidad de conciliación y su arraigo en las bases, podría encarnar ese nuevo ciclo. La pregunta es si tendrá el margen político para hacerlo o si el evismo seguirá atrapado en su propia resistencia al cambio.
Andrónico Rodríguez, Bolivia, Evo Morales, Vladimir Huarachi Copa