Dra. Angélica Vargas Campos
Especialista en Ginecología y Obstetricia
Invitada de ACANAMED
El Embarazo en la Adolescencia tiene determinantes sociales bien definidas que ponen en condición de vulnerabilidad a las personas adolescentes, entre ellas podemos destacar la Pobreza la Ruralidad, la Baja Escolaridad o Deserción escolar, la Violencia de Género, las Relaciones Impropias, el Acceso limitado a Servicios de Salud, Desconocer el derecho al aseguramiento que tiene los adolescentes, la Demanda insatisfecha en Educación sexual, Consejería y Prescripción de métodos anticonceptivos.
Por lo anterior, queda claro que las acciones para prevenir el embarazo en niñas y adolescentes no pueden ser individuales, requieren intervenciones articuladas que deben ir desde la familia, la socialización en la comunidad hasta la articulación institucional, que nos permita dar contención a las necesidades de desarrollo integral de las personas adolescentes y a la protección de sus derechos.
El país tiene una estructura legal robusta y hay Instituciones Públicas sólidas para dar respuesta a esta necesidad.
En los últimos años se han desarrollados diferentes estrategias y proyectos para mejorar la atención de los adolescentes que lamentablemente no han sido sostenibles en el tiempo.
Cabe destacar en estos esfuerzos el Proyecto Salud Mesoamérica ejecutado en el país del 2015 al 2019, en dos regiones del país por alta tasa de embarazo en adolescentes y en el que se logró bajar la tasa de embarazo de forma significativa.
Línea base: 4.97 Meta: reducción 28%, equivalente a 3.57
Este proyecto dejó exitosas lecciones aprehendidas entre ellas de gran importancia la articulación institucional, cada institución cumplía un rol de acuerdo a sus labores establecidas, así por ejemplo tenemos que en la CCSS se brindó atención diferenciada con valoración de riesgo psicosocial, lo que permitía la identificación de los y las jóvenes en situaciones de riesgo social o riesgo sexual y reproductivo para quienes se disponía a su vez de consejería en salud sexual y reproductiva por profesionales interdisciplinarios, se amplió la oferta anticonceptiva con incorporación de métodos de larga duración como el Implante subdérmico y se llevó a cabo una extensa capacitación a funcionarios.
Por su parte el MEP trabajó de forma exitosa en prevenir la deserción escolar, y por medio del programa afectividad y sexualidad llevó la educación sexual a los jóvenes, ya identificado que su ausencia es un determinante social de riesgo para el embarazo y que ha quedado claramente establecido como un factor protector en la reducción de embarazos desde su incorporación en el 2012. El PANI por su parte daba seguimiento a las situaciones de violencia y capacitó un importante grupo de adolescentes protagonistas que a su vez capacitaba a sus pares en la comunidad, el CEN CINAI atendía las situaciones de riesgo nutricional de adolescentes embarazadas y adolescentes madres y además de participar activamente en educación a las chicas.
Se implementaron estrategias de captación como fue la consulta médica fuera de los servicios de salud, en escuelas y espacios laborales (EFES espacios fuera de servicios de salud).
Como mencioné al inicio parte importante del éxito está dado por articulación institucional que se llevó a cabo bajo la Coordinación del Ministerio de Salud como Ente Rector.
Esta articulación consistió en la creación de equipos de trabajo denominados Unidades de Coordinación Local y Regional y Nacional, conformada por representantes de cada institución los cuales se reunían mensualmente para dar seguimiento a las adolescentes de su adscripción que presentaran alto riesgo de psicosocial, riesgo de embarazo o adolescentes ya embarazadas y coordinar la atención que necesitaran.
Nos queda de trabajo pendiente buscar la forma de dar sostenibilidad en el tiempo a estrategias que como esta han demostrado ser exitosas.