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Comunicación, comunidad y soberanía

Por Esteban Beltrán Ulate. Educador

Las noticias falsas (fake news) son pan de cada día en los medios de comunicación costarricense. Dicho mal se acrecienta en contexto de cambio de riendas políticas, en el marco de procesos electorales. Sin embargo, en medio de las campañas de miedo que se han desarrollado en diversos escenarios. Ha surgido un contra-movimiento, gracias a la academia, por medio de plataformas que intentan desarrollar mecanismos para develar las informaciones falsas. A su vez, otros medios de comunicación (incluso los hegemónicos) han recurrido a la campaña contra la información falsa, como un mecanismo para limpiar la imagen ante una sociedad que clama por mayor ética.

En la reciente historia de la política costarricense las noticias falsas catapultaron la polarización del proceso electoral nacional costarricense (bajo una dualidad progreso-religión), así como la tensión por el uso de la vacuna contra el COVID19 (bajo una dualidad ciencia-conspiración).

Las fake news buscan las 3D (desalentar, despistar, desviar), frente a esto, las comunidades de la liberación deben dirigir sus esfuerzos por el boicot a los medios de comunicación que se alimentan de este tipo de prácticas, y de la mano de la beligerancia pacífica por medio del boicot, propiciar el surgimiento de nuevas plataformas de comunicación de carácter alternativo, tanto con visión global como local.

Uno de los grandes desafíos que afrontamos los países, es el de democratizar las franjas televisivas y radiales, ya que estás siguen siendo el mecanismo más popular; por otro lado, es fundamental apropiarse de los espacios de opinión en los diarios impresos, para empujar hacia un futuro que reclama mayor transparencia en la exposición de la información.

Enfrentamos un gran desafío, con el desarrollo de internet y el uso de redes sociales como collage de información organizada de manera no aleatoria por una serie de algoritmos, que responden al perfil han elaborado de nosotros la cabeza invisible del internet. Frente a esta dominación es imprescindible crear tejidos de comunicación de esperanza.

Tenemos que garantizar una comunicación tradicional y orgánica desde y con nuestra comunidades, por eso es fundamental alentar nuevas formas de comunicación. En este sentido, frente a la hegemonía de la comunicación dominante y alienadora en la dinámica de comunicación y desarrollos políticos, resulta más que urgente, en medio de la revolución emergente del internet y sus productos, propiciar la alternativa, por medio de la producción y reproducción de nuevos relatos en la comunicación, donde emerjan las propias ficciones y emociones de las comunidades, despuntar la autonomía de la comunicación, eso sin duda alguna alimenta al ser soberano de un país y precursor de soberanía.

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