¿Dictadura?…. ¿de 70 años?
JoseSo (José Solano-Saborío)
Hay momentos en que uno escucha ciertas frases y piensa: ¿En serio llegamos a esto? Sí, mucha gente está cansada, indignada, harta de que algunos políticos se hayan burlado de la confianza pública. Y tienen razón en estar molestos. Pero, ojo: ese resentimiento legítimo lo están usando como leña para incendiar lo único que todavía nos sostiene como país -nuestra democracia-.
Y eso ya no es ingenuidad: es traición a los grandes costarricenses que forjaron esta democracia centenaria costarricense.
Rodrigo Chaves vio la grieta y metió la ‘pata e’ chancho’. Con ambición y oportunismo, decidió venderle al pueblo cansado la mentira más descarada de todas: que Costa Rica ha vivido “en una dictadura de 70 años”. ¡Setenta! Lo dice sin parpadear, como si insultar la historia patria fuera un acto de valentía y no una maniobra barata para engañar a quienes no la conocen ni la estudiaron.
Hace años, aquí en Costa Rica, Julio María Sanguinetti, expresidente uruguayo, soltó una frase que aún retumba:
“Donde haya un costarricense, esté donde esté, hay libertad.”
No lo dijo por quedar bien; lo dijo porque lo vio. Lo vivió. Lo reconoció.
Y ahora viene Chaves a decir que eso fue una farsa y que él es el gran libertador.
¡Por favor!
Si usted anda repitiendo como chachalaca que «vivimos en dictadura» y que el «mesías de Monterán» lo «despertó», no se me ofenda. De verdad no es personal. Pero sí le voy a decir algo con franqueza: lo agarraron pollo. Ese cuento no nació en Costa Rica; salió calcado de los manuales de populismo autoritario que están carcomiendo democracias en todo el mundo.
Y Chaves, sin ningún pudor, lo está usando como trampolín.
Ahora bien, antes de seguir repitiendo el estribillo, respóndase esto con honestidad:
¿Dónde están los presos políticos?
¿Cuántos desaparecidos deja esta “dictadura”?
¿Cuántos exiliados perseguimos?
¡Despiértese!
Porque cuando usted dice que Costa Rica es una dictadura, no solo insulta la inteligencia nacional; también ultraja la memoria mártires y caudillos latinoamericanos de esos que sí enfrentaron tiranos de carne y hueso. Gente que murió o fue encarcelada por defender su dignidad.
Gente como Augusto César Sandino, Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Omar Torrijos, Salvador Allende, Pepe Mujica, y tantos otros que pagaron con su vida, su sangre o sus años de cárcel.
A esa gente sí le dispararon.
A esa gente sí la persiguieron.
A esa gente sí la quisieron callar.
Eso es dictadura.
Lo nuestro es otra cosa: es una democracia cansada, golpeada, imperfecta… pero democracia al fin. Y cuando permitimos que un gobernante la llame “dictadura” solo porque no puede controlarla a su antojo, lo que hacemos es entregarle el arma para que la dispare contra ella misma.
La democracia no se muere de vieja.
Se muere de desidia.
Se muere cuando empezamos a creer sus mentiras.
Se muere cuando dejamos que los oportunistas llamen “dictadura” a lo que les estorba.
Y ahí sí, cuando despertemos, ya será tarde
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