Lic. José A. Amesty Rivera
Mayo, 2022
El viernes seis de mayo pasado, ocurre una explosión en el hotel Saratoga de Cuba, e inmediatamente al hacerse noticia viral e internacional, comienzan las especulaciones en torno al suceso.
La intención de este escrito es, evidenciar que la oposición cubana inmediatamente la catástrofe, conociendo su maldad, vomita, según la escritora cubana Arleen Rodríguez Derivet en su artículo “Chapeando: El odio no perdona ni las tragedias”, “Indigna mucho, pero no sobra saber qué dicen los odiadores en circunstancias tan terribles, porque muestran su desprecio profundo por el dolor del pueblo. Son los mismos que cuando aún no se conocía la causa, comenzaron a diseminar en las redes la idea de que había sido un atentado con bomba a modo de protesta”.
Ellos y ellas, hubieran deseado fuera un atentado, de los muchos que se han sucedido en Cuba y que ellos han apoyado. Atentado que quizás, ellos hubieran respaldado, o quizás, (y lo dudo) los hubiera tomado de sorpresa.
Otros más enfermos, como lo señala el abogado y periodista Michel E. Torres Corona, en su artículo “Saratoga”, menciona “Si alguna lección se puede extraer de esa desgracia, si algo podemos aprender de esos días terribles, es que son momentos para la definición de aquellos dos bandos en los que Martí dividió al mundo. Mientras en Cuba se lloraba por aquel fatídico accidente, y hombres y mujeres de bien, sobre todo muchos jóvenes, se aprestaban a ayudar de cualquier forma posible, el bando enemigo, el bando del odio, mostró su peor rostro.
Tuiteros que se creen comediantes tratando de atacar a los que donaban sangre, o difundiendo disparatadas y malintencionadas hipótesis sobre un autosabotaje; dizques intelectuales que no pudieron ocultar su enfermiza satisfacción ante tamaña tragedia, que “dañaba al régimen”; personas que alguna vez fueron cineastas devenidos tristes payasos a golpe de chistes cínicos y abyectos.
También están los que hicieron caso omiso de la tragedia para impulsar sus agendas personales. Solo un mínimo de decencia hubiera hecho falta para que, al menos, guardaran respetuoso silencio. Sin embargo, ni a ese mínimo llegan”.
Lo que sí han proliferado, son noticias falsas, como lo hace usualmente la oposición cubana en EEUU y dentro de la isla caribeña heroica.
No obstante, sí recalcamos son los atentados verificables, causados por ellos, como el descrito por la escritora Rosa Emilia Elizalde, en su artículo “los héroes de Saratoga”, “decenas de muertos durante el sabotaje de la CIA al vapor La Coubre en el puerto de La Habana en 1960, la voladura de un avión civil con 73 pasajeros en 1976, una cadena de bombas en hoteles y restaurantes en la década del 90, el bloqueo sempiterno del gobierno de Estados Unidos –“acción canallesca”, lo llama el Presidente Andrés Manuel López Obrador”.
Algunos de estos atentados fueron financiados desde Estados Unidos y organizados por el salvadoreño Francisco Chávez Abarca, quien a su vez fue reclutado en 1996 por el anticastrista, el cubano Luis Posada Carriles. Chávez Abarca, junto con otro salvadoreño y cuatro guatemaltecos, sistemáticamente colocó bombas en discotecas, hoteles y clubes turísticos de Cuba. Chávez Abarca fue extraditado desde El Salvador a Cuba en 2010, donde fue juzgado por terrorismo y condenado a 30 años de prisión por terrorismo.
Obviamente, lo que continúan haciendo es, según el blog cubano “La niña de Guatemala”, en su artículo “Chapeando: los buitres y el duelo”, con relación al accidente del Saratoga, “cuando, desde sus plataformas de youtubers, algunos odiadores profesionales intentaron menospreciar y ofender los gestos profundamente humanos de los transeúntes casuales que terminaron siendo rescatistas en el momento justo”.
También citando al Guerrero Cubano, “Porque se advierten líneas de mensaje, casi idénticas, tratando de sacar provecho del dolor para acusar al gobierno cubano de estado fallido, de incapaz de lidiar con el accidente y, finalmente, insistir en el boicot al turismo. Se trata de acusar a la dirección del país de cualquier cosa, aunque las noticias generadas desde Cuba los desmientan minuto a minuto”.
Finalmente, señala el blog, “Los odiadores han tratado de conformar un escenario virtual, plagado de supuesta ineficacia, errores y miedo, totalmente de espaldas y en negación de la actitud del gobierno cubano, que ha ido dando, una tras otra, pruebas constantes de trabajo, de preocupación, de búsqueda de salvación o de alivio. Lo vimos aquel triste mediodía mientras se tomaban las decisiones, se reunía a los expertos, se apuraban las soluciones”.
Todo lo anterior, obviando que ya fue probado con creces, fue un escape de gas, un accidente. De igual modo, señalar lo escrito por Elizalde, en relación con el protagonismo del pueblo cubano y sus instituciones públicas para emergencias, “En Los soldados de Salamina, el novelista español Javier Cercas nos recuerda que “en el comportamiento de un héroe hay casi siempre algo ciego, irracional, instintivo, algo que está en su naturaleza y a lo que no puede escapar”. Es el que mira de frente el absurdo y la crueldad de la vida para hacernos más humanos, el que nos advierte que de la desesperación nace la lucha”.
Reseñamos, a su vez, el vómito detestable de la oposición cubana, reflejándose en lo anotado por Rodríguez Derivet, “Lo mismo asegura que desde el día anterior se esperaba la explosión, que más adelante afirma que no hubo reacción oportuna ni medidas de seguridad en la zona y que no había ni bomberos ni ambulancias para socorrer a las víctimas”.
De igual modo, Derivet señala que Alex Otaola, “llama a sus seguidores a boicotear el turismo y no viajar a Cuba, prueba que el propósito final es atacar la principal fuente de ingresos del país. Lo demás no importa. Ni siquiera el dolor que en numerosas familias y en todo el pueblo provoca una tragedia de esas dimensiones”.
Añadiendo, además, “La falta de seriedad y de respeto a sus propias audiencias, de la que hacen gala los odiadores, aflora en la absurda pregunta de Otaola sobre por qué extraen el camión pipo de gas, antes de escombrear totalmente el lugar”.
Obvio, que se deben buscar indicios de un posible atentado, utilizando el camión de gas, como lo señala Gerardo Moyá Noguera, en su artículo “Accidente en Hotel Saratoga”, “Ahora, por supuesto, vendrán las investigaciones de dicho escape de gas que ha sido mortífero para los cubanos fallecidos. El tiempo corre, pero los cubanos investigadores deben actuar con toda prudencia e investigar hasta las últimas consecuencias este maldito escape de gas”.
Finalmente, el portal opositor Cubanet, en el artículo de Ana León, “Explosión en el Saratoga: de la tragedia a la paranoia”, señalando, “Ya la prensa oficialista había declarado en reiteradas ocasiones que lo ocurrido fue producto de un lamentable accidente; pero la gente evocaba al fantasma del enemigo, la posibilidad de la bomba, del terrorismo, de la guerra. Aparte de los detalles escabrosos del siniestro, abundaban las especulaciones en torno a esa enorme bala de gas que milagrosamente no explotó, y que a esta hora tiene a media Cuba dudando de la versión oficial sobre los hechos”.
Y es lo único que vamos a citar de este medio opositor, ya que es la muestra más nefasta de lo que es manipulación, tergiversación, fake news, odio desmedido y muy lejano a la verdad, entre otros calificativos; manejados estos medios por seres sin escrúpulos y capaces de decir lo inimaginable.
Imagen tomada de https://www.infobae.com/