La cuestión de la Universidad Necesaria: A 50 años de la Universidad Nacional (UNA)

Alberto Salom Echeverría

Los orígenes de la UNA

La Universidad Nacional, cuyo campus central se encuentra ubicado en la provincia de Heredia, fue fundada oficialmente el 15 de febrero de 1973. Por lo consiguiente, acaba de cumplir 50 años de vida institucional.

El momento de su nacimiento fue propicio, porque apenas existían dos universidades públicas de altísima calidad, como eran La Universidad de Costa Rica (UCR) y, el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), el cual acababa de fundarse. La UCR no estaba logrando satisfacer la inmensa demanda de educación superior por parte de los egresados de los estudios de bachillerato. La generación de los niños nacidos en la década de los años cincuenta, conocida como “la generación de los baby booms” por la gran explosión demográfica que se produjo en esa década, tocaba las puertas de los estudios superiores en los setenta.

Fueron muchos los estudiantes egresados de la secundaria que carecieron de recursos económicos para costearse los estudios de educación superior, sin que, especialmente la UCR dada su mayor antigüedad, le fuera posible becarlos a todos. Mucho menos el TEC que, como acabo de expresar, acababa de nacer a la vida institucional. Por otra parte, una gran cantidad de jóvenes vieron frustrados su intento de acceder al máximo nivel de educación, tras ser rechazados al presentar el examen de admisión. Los estudiantes que fracasaban con mayor frecuencia provenían de colegios públicos ubicados en zonas urbano-marginales y, con más asiduidad todavía sucumbían ante la prueba de admisión aquellos otros que, se habían egresado de colegios públicos de zonas rurales con graves rezagos económicos, sociales y culturales.

Por lo consiguiente, en aquellas circunstancias del primer quinquenio de los setenta, las opciones de cupo eran en su gran mayoría aprovechadas por estudiantes que se graduaban en los colegios privados del área metropolitana (AM) y en segundo lugar emergían de los colegios públicos de más larga data. Por eso mismo, sus familias poseían mejores recursos educativos y culturales. Fue así como se constituyó una enorme desigualdad en cuanto a la calidad de la educación media, entre los colegios privados, los semi públicos, junto con los públicos más “prestigiosos”, frente a las instituciones públicas, urbanas o rurales ubicadas en regiones deprimidas de la sociedad. La más evidente diferencia y distancia social fue la que se estableció en favor de los colegios privados, con respecto a los colegios rurales fuera de la región central del país (AM). Derivado de lo anterior, se comenzó a producir irremediablemente una suerte de “elitización” de la educación superior que, generó una gran inconformidad, tanto entre personas afines a los círculos de la educación, como en el seno de las familias cuyos hijos se vieron marginados de la oportunidad de acceder a los estudios universitarios. El ambiente se comenzó a crispar.

Los fundadores de la UNA lanzaron un mensaje claro, ofreciendo respuestas ante esta situación aparentemente sin salida. La propuesta no solo comprendió la situación calamitosa del ingreso a la universidad para una parte de los estudiantes que se veían marginados, también contempló una respuesta integral, de carácter académico: el presbítero Benjamín Núñez planteó al amparo de la teoría del sociólogo brasileño Darcy Ribeiro, una tesis vernácula al concepto elaborado por este último de “Universidad Necesaria.”

Antes de que se hubiese llegado a este punto, es necesario señalar que, en la Asamblea Legislativa, los diputados de entonces Daniel Oduber Quirós y Francisco Morales Hernández, enderezaron la propuesta del ministro de educación pública del gobierno del presidente José Figueres Ferrer, Uladislao Gámez Solano, quien originalmente había planteado la creación de una universidad pedagógica. Aunque la idea de una universidad pedagógica sonaba interesante, sobre todo para darle continuidad a la “Escuela Normal Superior”, no podía convertirse en la alternativa que requerían los estudiantes que se veían segregados a causa de su situación de carácter económico social y cultural, pues ellos demandaban acceso a diferentes carreras y no solamente a una institución que ofreciera exclusivamente la opción pedagógica.

El Concepto de la Universidad Necesaria.

Como quedó expresado, el concepto de “Universidad Necesaria” fue acuñado primeramente por el académico brasileño Darcy Ribeiro. Otros intelectuales humanistas latinoamericanos lo secundaron como el filósofo y escritor mexicano Leopoldo Zea.

Ribeiro fue un estudioso de la antropología cultural especialmente. En tal virtud, estudió los procesos culturales de diferentes países de América Latina, y planteó reformas universitarias en varios de ellos comenzando por su Brasil natal. Fue nombrado por el presidente Kubitschek como primer rector de la Universidad de Brasilia; luego durante el gobierno reformista de Joao Goulart, éste lo nombró ministro de Cultura, período durante el cual impulsó una obra democratizadora, reconocida por sus grandes logros en la educación y la cultura de Brasil. Tras el golpe de estado que se le propinó a Goulart, debió asilarse en la embajada de Uruguay, desde donde posteriormente se trasladó a La República Oriental del Uruguay. Allí prosiguió sus estudios sobre las identidades culturales de los pueblos latinoamericanos. Regresó finalmente a Brasil, donde llegó a ser senador del Estado Federal en Sao Pablo.

Gracias a todos estos antecedentes, desarrolló una conceptualización de la “Universidad Necesaria en varias dimensiones: 1- De acuerdo con sus postulados los pueblos latinoamericanos constituyeron identidades nuevas, a lo largo del proceso de colonización Hispánica y Lusitania. Según Ribeiro la cultura estaba conformada por un sincretismo de tres grandes culturas, la cultura hispánica, la indígena y la africana (y la lusitana, agrego ahora). Esta mezcla fue la que dotó a la cultura latinoamericana de la originalidad que ella posee. Sin embargo, reconoció siempre las indiscutibles diferencias entre regiones y después cuando se conformaron como repúblicas en el subcontinente. Empero, en su criterio, este proceso único frente a la cultura europea y estadounidense es el que alimenta la visión de la primera reforma universitaria que tuvo lugar a principios del siglo XX, teniendo como epicentro “la Reforma de Córdoba” en Argentina en 1918. 2-La segunda reforma para Ribeiro fue la que se desarrolló más bien en la segunda mitad de la centuria, sobre todo durante la década de los setenta. “…no se puede entender -postula Ribeiro- el desenvolvimiento de las universidades en América Latina en los siglos XIX y XX, sin interpretar estas instituciones de educación superior en el proceso civilizatorio y su posición en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo.” (Cfr. Ribeiro, Darcy. (1993): “El Proceso Civilizatorio. De la Revolución Agrícola a la Termonuclear.” México. Editorial Extemporáneos, S.A).

Permítaseme agregar otra cita: “En la segunda mitad del siglo XX, los vientos de una nueva reforma universitaria recorrieron los ámbitos de la educación superior en América Latina. Así también había ocurrido en 1918, cuando en Argentina, el grito de Córdoba dio el aviso reformista hacia la nueva educación universitaria.” (Cfr. Ribeiro, D. (1971): “La Universidad Latinoamericana.” Caracas, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela.) Es desde esta perspectiva que Darcy Ribeiro plantea que las universidades son y serán las fuentes de donde emanará el pensamiento crítico y se forjarán los profesionales que se conviertan en los motores de un desarrollo y una identidad propia de los pueblos latinoamericanos. Postula que en las universidades es donde se forman los dirigentes para el cambio que nuestra América necesita para impulsar su desarrollo con progreso social. Por ello, reflexionaba que se requería impulsar nuevas estructuras en las universidades en consonancia con la necesidad de apuntalar dicho progreso con independencia identitaria. La función de la universidad latinoamericana consiste en la promoción de una cultura autónoma, no enajenada a las estructuras neocoloniales. Para ello el requisito es la creación de institutos independientes de investigación y la extensión universitaria que alimenten la docencia. (Cfr. Ribeiro, D. (1993): “La Cultura Latinoamericana”, en: Fuentes de la Cultura Latinoamericana, coord. Por Leopoldo Zea. México, Fondo de Cultura Económica, Tomo I.)

Ribeiro también planteó que la Universidad Necesaria en América Latina estaba llamada a cumplir un papel dinamizador ente lo que percibió como una nueva “revolución tecnológica”, más profunda que la “revolución industrial”: “La revolución termonuclear”. También planteó que de cara a esta revolución se deben preparar los nuevos cuadros profesionales, en el contexto de una visión cultural y humanista propia. El gran problema consideró era la falta de recursos económicos de que adolecen la mayoría de las instituciones de educación superior, para asegurar el imprescindible desarrollo autónomo. Por esa razón postulaba que, la colaboración entre universidades latinoamericanas se convertía en algo imprescindible. Para Ribeiro la unidad básica de la universidad moderna e independiente de la política, debía ser la unidad departamental y, en torno a ella deben operar los institutos de investigación y extensión universitaria. También consideró crucial la estructuración de los posgrados, la relevancia de las facultades dedicadas a la formación del magisterio, la rendición de cuentas de todo el personal universitaria y, entre las más importantes, la evaluación quinquenal del cuerpo docente.

Vale la pena señalar que el aporte más original de Ribeiro a la estructura de las universidades lo propuso cuando se empleó a fondo en la tarea de la reforma de la Universidad de Brasilia. Para combatir la excesiva compartimentación de la educación superior, basada en unidades autárquicas, separadas las unas de las otras, incluidos los institutos de investigación disciplinarios, Ribeiro propuso más bien una modalidad consistente en tres cuerpos de órganos de enseñanza, de investigación y de extensión cultural, integrados en una estructura funcional: los institutos centrales de ciencias, letras y artes (Matemáticas, Física, Química, Biología, Geociencias, Ciencias Humanas, Letras y Artes), las Facultades Profesionales (Ciencias Agrarias, Ciencias Médicas, Ciencias Tecnológicas, Ciencias Políticas y Sociales, Arquitectura y Urbanismo y Educación) y de Unidades Complementarias (Biblioteca Central, Editorial, Radiodifusora, Estadio y Museum). (Cfr. Ribeiro, D. (1962): Plan orientador do Universidad de Brasilia, Editora UNB, Brasilia. Véase también del mismo autor “La Universidad Latinoamericana”. Op cit. Pp. 92-106)

La Universidad Necesaria en Costa Rica.

El principal fundador de la Universidad Nacional fue quien llevó la batuta en la propuesta y “vernaculización” del concepto de “Universidad Necesaria”. Entendemos por “vernaculización”, una ruta para hacer propio de la cultura costarricense un concepto como el de “Universidad Necesaria”. Esto significa que en líneas generales se toma el concepto propuesto por Darcy Ribeiro, pero adaptándolo a las características de la “formación socioeconómica y cultural” costarricense. La primera adaptación consiste en que se reconoce la realidad costarricense como una “…cada vez más singular en el concierto latinoamericano, [debido a] factores peculiares de la formación de Costa Rica como nación y como pueblo.” (Cfr. Núñez, B. (1994) “Hacia la Universidad Necesaria”. Editorial de la Universidad Nacional (EUNA), Heredia CR). De acuerdo con el criterio del fundador de la UNA, ello es así derivado de: 1- el relativo aislamiento de Costa Rica respecto de la explotación y de la codicia colonial-mercantilista. 2- la ausencia de formas de trabajo servil y 3- del logro consecuente de una distribución relativamente equilibrada, en comparación con los otros países latinoamericanos del factor productivo fundamental en una economía agraria y pobre: la tierra. (Cfr. Ibidem).

Aquí hay una clara diferenciación con respecto a la propuesta de Ribeiro en dos sentidos: el primero tiene que ver con la caracterización de la situación de Costa Rica como una peculiaridad en el contexto latinoamericano. El segundo, está implícito, pero posteriormente el Dr. Benjamín Núñez lo hará explícito: si Costa Rica es un país con una distribución “relativamente más equilibrada”, en particular en cuanto al recurso de la tierra, y donde la explotación, la codicia colonial mercantilista, y el trabajo servil no fueron tan extremos como en el resto de los países, la universidad se desenvolverá en un contexto, en el que lo que se requiere es mejorar el sistema democrático, ya que «en la sociedad global se mantienen las instituciones democráticas [y una] capacidad de promover el desarrollo, con participación ampliada y la posibilidad de la formación de un consenso con propósitos nacionales comunes”. (Cfr. Ops.cit. pp. 27).

Por otra parte, para el Dr. Benjamín Núñez, la universidad costarricense no repite la historia reciente de regresión que se ha observado en tantas universidades latinoamericanas. En consecuencia, gracias además a la conquista de la autonomía universitaria, la universidad costarricense continúa libre e independiente y puede contribuir a promover un desarrollo más participativo y democrático; puesto que en la sociedad global, se mantienen las instituciones democráticas y la capacidad de promover este desarrollo, con participación ampliada, para lograr la formación de un consenso con propósitos nacionales comunes. No se trata, por lo tanto, como lo proponía Darcy Ribeiro, de la universidad inserta en un contexto de lucha por la transformación integral de la sociedad.

Para Benjamín Núñez, La Universidad Necesaria implica en nuestro contexto, no solo la “formación de una conciencia crítica”, sino algo más comprometido aún, pues se requería que ella participara de manera decisiva en la formulación de una propuesta de solución de los problemas, desde una posición no política, pero sí científica y tecnológica, poniendo al servicio de este propósito, las investigaciones sistemáticas de los problemas nacionales. El resumen realizado por el fundador de la UNA queda patente en la siguiente cita textual: “…la Universidad Nacional debe definir su vocación histórica como la responsabilidad de contribuir al estudio y a la solución de problemas de crecimiento productivo del país, de integración solidaria de su población, de autonomía en las decisiones fundamentales, de preservación y perfeccionamiento de la democracia en Costa Rica”. (Cfr. Ibidem. Pp 32)

Al hacer vernácula la propuesta del concepto de la “Universidad Necesaria”, el Dr. Benjamín Núñez debió entrar en una disquisición acerca de la particularidad del desarrollo costarricense con respecto al contexto latinoamericano, insuficientemente caracterizado y con algunas inexactitudes, a resultas de lo cual quedó sobrevalorada la particularidad de la democracia costarricense. Estas premisas le permitieron comprometer de antemano la propuesta acerca del carácter de la transformación que aguardaba (y aguarda todavía) a la sociedad costarricense, para dejarla constreñida a la “preservación y perfeccionamiento de la democracia en Costa Rica”; en lugar de dejar abierto el aporte de acuerdo con el estudio científico específico de la realidad en los diferentes campos, para que fueran las fuerzas sociales y políticas las que a partir de allí escojan el rumbo que desean imprimirle al país, con base, eso sí, en mecanismos ampliamente participativos y democráticos de decisión.

Estimo que hace falta una valoración a fondo acerca del carácter y la naturaleza de la cultura e institucionalidad democrática costarricense, en cuya tarea las universidades costarricenses (así en plural) han aportado ya desde muchos estudios y tienen mucho más que aportar.