José Luis Callaci
Sorprende sobremanera que haya aún gente en occidente que sea tan ignorante con respecto a los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Ante una reciente afirmación sobre la visita del presidente usa-americano al Japón para poner cara de compungido frente al monumento de las víctimas de Hiroshima y Nagazaki, y decir «que hace 71 años la muerte cayó del cielo» sin que su país haya pedido perdón por la atrocidad cometida, no faltó quien respondiera que tampoco Japón había pedido perdón por el ataque a Pearl Harbor (¿?).
El ataque a Pearl Harbor en 1941 fue a una base militar comenzando la guerra y luego de una amenaza a Japón por parte de los Estados Unidos, interpretada como un acto de guerra. Murieron en el ataque 2.400 militares y 68 civiles. Jamás se lo puede comparar, ni por la naturaleza del hecho ni por el número de víctimas, con lo sucedido en Hiroshima y Nagazaki, en donde en un instante murieron (en cuenta mujeres, ancianos y niños) cerca de 200.000, personas, sin contar los miles que corrieron la misma suerte por las secuelas de la radiación. No eran bases militares sino dos ciudades indefensas.
Las bombas atómicas fueron arrojadas ya prácticamente finalizada la guerra en 1945 cuando el ejército alemán había sido derrotado por los aliados al igual que las fuerzas de Benito Mussolini y la capitulación de Japón era un hecho inminente. No se le puede calificar de otra manera que no sea de acto terrorista, realizado para probar un arma y demostrar al resto del mundo el enorme poderío militar del soberbio imperio. Jamás como una simple y desproporcionada respuesta a Pearl Harbor. La muerte que aniquiló a miles de vidas inocentes, no cayó simplemente del cielo, fue puesta en el cielo por su país, señor Obama, aunque usted no haya sido parte de eso. Llegó usted a Hiroshima no como un simple ciudadano sino como la actual máxima autoridad del país que cometió uno de los más horrendos crímenes de lesa humanidad y por tanto debió acompañarse de un pedido de Perdón.
Enviado SURCOS Digital por el autor.
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