No solo son un número en el PIB

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Por décadas, en Costa Rica, nos hemos acostumbrado a observar camiones repletos de trabajadores recolectores de café.

Hemos naturalizado las condiciones deplorables en las que estas personas trabajadoras son transportadas, quizá porque las incorporamos en el paisaje de temporada de fin e inicio de año y no reparamos en las consecuencias que estas formas de llevarlos y traerlos de las fincas cafetaleras podrían acarrear.

Tal vez en el fondo y parafraseando a Judith Butler, nuestra actitud se deba a que en la mayoría de los casos representan “cuerpos que no importan” o cuerpos descartables, por representar a ese otro extranjerizado, la mayoría de las veces ubicado en la periferia de los procesos socioculturales del país.

Hace muchos años en un trabajo de campo sobre las condiciones laborales de personas migrantes nicaragüenses en la actividad de la caña de azúcar, una entrevista con una mujer trabajadora me había impactado de forma profunda.

Al referirme su afectación en los riñones debido al calor de las quemas que se producen en los cañales y ante la falta de seguro (estaba en condiciones de irregularidad migratoria) me comentaba que la auto medicación y los puños de sal que consumía eran el remedio que utilizaba para calmar el dolor.

Hace pocos días el accidente en una finca cafetalera en el occidente del país en la que más de 30 personas trabajadoras recolectoras sufrieron heridas y una persona perdió la vida, pasó casi desapercibido en medio de la polifonía de fin y principio de año y los escándalos de comunicación política que han salpicado el ambiente nacional.

La contribución a las cuentas nacionales de este contingente de personas trabajadoras, que no es menor dicho sea de paso, no debiera ser el principal punto de interés de una sociedad que se nutre de sus aportes.

Antes bien, deberíamos reparar en sus condiciones laborales y exigir su mejora, sea cual sea su nacionalidad y su permanencia jurídica en el país.

Antes que un número en el PIB, son seres humanos con todos sus derechos inherentes. No olvidemos ese pequeño gran detalle.