Orígenes y significado del Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo

Vladimir de la Cruz

(Conferencia realizada en la Biblioteca Nacional, el miércoles 8 de marzo del 2023, en el Ciclo Historia, Cultura y Democracia organizado por la Benemérita Biblioteca Nacional, la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica y el Instituto de Formación en Democracia del Tribunal Supremo de Elecciones)

Hoy vamos a hablar, a reflexionar, a analizar algunos datos y eventos, a hacer algunos comentarios de la fecha que el 8 de marzo se celebra, desde 1975, por impulso de la Organización de las Naciones Unidas, como Día de la Mujer, y, como Día Internacional de la Mujer, en tanto los 195 países que integran este alto organismo mundial, en sus agendas nacionales, han establecido esta celebración.

Sin embargo, los acontecimientos que tienen que ver con esta fecha, y la forma cómo se celebra, no son solo de la ONU, ni tampoco solo de las sufragistas, las mujeres que recogen la tradición de la lucha por el voto de la mujer. Es el resultado de un proceso ligado a las luchas obreras del siglo XIX, orientadas a lograr mejores condiciones de vida y de trabajo, bajo las condiciones del desarrollo de la Revolución Industrial de aquella época.

Desde mediados del siglo XVIII, con el desarrollo de las máquinas de vapor se avanzó, rápidamente, a transformar las relaciones de producción de aquellos años, preparando el gran desarrollo industrial de todo el siglo XIX, para introducir al mundo, bajo los estandartes de los ideales de la Revolución Francesa y de la Independencia de las 13 colonias inglesas, de los Estados Unidos, en el desarrollo de la sociedad capitalista, caracterizada por sus regímenes republicanos y liberales, y por las nuevas relaciones de producción industrial y de las técnicas innovadoras del maquinismo aplicado a la producción, que descansaba principalmente, a principios del siglo XIX, en el hierro y el carbón mineral, y en la segunda mitad de ese siglo al cobre, el petróleo, la electricidad, la plata, el oro, el zinc, el plomo, que fue muy útil para el desarrollo de la industria tipográfica hasta avanzado el siglo XX. Con ello también se impulsaron las industrias del acero laminado, el hormigón armado, el vidrio.

El industrialismo impulsó la máquina de vapor en barcos y la industria de los ferrocarriles, impulsando las vías de comunicación, internas en los países, y hacia el exterior ampliando los mercados y generando nuevas riquezas.

Todo este proceso se vio favorecido por el desarrollo de los bancos y los centros financieros, que también fue una base muy poderosa para el impulso industrial, la proyección del llamado capital financiero, y el desarrollo de las nuevas relaciones capitalistas internacionales desde finales del siglo XIX.

En general, los metales llamados preciosos fueron la mercancía más codiciada de los países, que como centros industriales empezaron a surgir, algunos de ellos fortaleciendo sus sistemas coloniales para dominar las regiones de materias primas fundamentales para ese proceso industrial al tiempo que, con ese sistema de dominación colonial, garantizaban la explotación humana de forma barata y en las condiciones de una nueva esclavitud moderna, la de la clase obrera. Del mismo modo, esas regiones explotadas por el colonialismo las convertían en áreas de colocación de las materias primas transformadas en productos u objetos de venta caros.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX surgieron, de esa manera, las grandes empresas de ese proceso industrial financiero, las empresas que hacen surgir la sociedad imperialista como una forma desarrollada del capitalismo, los monopolios, los oligopolios, los trusts y los carteles, que de distintas maneras llegan hasta el día de hoy, en las condiciones internacionales de una nueva etapa de la producción mundial, con base en el alto grado de desarrollo de la ciencia, la tecnología y las ciencias informáticas, bajo el manto de la Globalización y de los Tratados de Libre Comercio, procesos que han roto las fronteras, las han ampliado y han impuesto otros modelos de dominación internacional.

A la par de ese proceso industrial se desarrollaron nuevos grupos sociales, especialmente urbanos, los trabajadores fabriles, los de la industria, en todas sus formas, así como los trabajadores del desarrollo urbano, de las ciudades en el siglo XIX, de los nuevos medios de trasporte y de la modernización de puertos.

Las fábricas se convirtieron en la expresión más dura del trabajo, para quienes laboraban en ellas, por las condiciones de trabajo brutales que existían en su interior. Hombres, mujeres y niños tenían pequeñas diferencias en el duro trabajo, en sus jornadas, y grandes diferencias en el pago que recibían. Los niños, por ejemplo, eran usados para limpiar el interior de las chimeneas de las fábricas, sus paredes, de la acumulación de carbón, hollín, cenizas y otros restos tóxicos que quedaban en su interior, materiales que impedían la circulación del aire por las chimeneas. Su trabajo les dañaba seriamente su salud, con diversas enfermedades, e infecciones, y les perjudicaba en su expectativa de vida. La vida de estos niños era infernal. Su trabajo iniciaba entre los tres y cuatro años y duraba hasta los diez o doce, si lograban sobrevivir. Desde 1817 se conocen denuncias en el parlamento inglés sobre estos trabajos. En las fábricas no importaba quien hiciera el trabajo, hombres, mujeres o niños, jóvenes o adultos. En 1833 se prohibió que los menores de 9 años trabajaran en las fábricas y factorías textiles, y en 1842 se aprobó que los menores de 10 años no bajaran a laborar en el interior de las minas.

En el caso de las mujeres, en su condición de trabajadoras, eran obligadas a probar el maltrato físico a que se les sometía, a las condiciones de acoso o abuso laboral y sexual que les imponían, bajo diversas formas de violación. En 1847, con el decreto de “Ten Hours”, en Inglaterra se redujo la jornada prohibiéndose que las mujeres y los niños trabajaran, en cualquier labor, más de 10 horas al día, leyes que en la práctica no se cumplían.

Las condiciones de trabajo, por jornada o a destajo, eran muy precarias, afectando a los trabajadores con enfermedades, accidentes de trabajo, o por su vejez. Los trabajadores no tenían ningún amparo ni protección. No había seguros médicos ni estatales. Los llamados males sociales, como se les decía en Costa Rica, abundaban entre los trabajadores, alcoholismo, prostitución, drogas, malas y pésimas viviendas, “chinchorros” como se les decía a finales del siglo XIX en el Costa Rica, poca educación y un alto porcentaje de analfabetismo.

La exclusión, la discriminación y la marginación social, y los métodos y prácticas de explotación laboral, eran símbolos evidentes en la sociedad industrial y capitalista que empezaba en el siglo XIX. En aquellos años apenas se descansaba laboralmente medio día, o un día a la semana.

Los sistemas republicanos con sus leyes, sin legislación social importante, afirmaban los valores del proceso político y económico que surgía. Dentro de los sistemas republicanos, se exaltaban los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa, con sus sistemas electorales que excluían y marginaban amplios sectores de la población, entre ellos las mujeres, de cualquier participación y representación política.

Durante la Revolución Francesa la mujer tomó conciencia, por primera vez y de manera colectiva, de su condición y situación social. Marchando hacia Versalles, junto a los hombres, las mujeres parisinas reclamaron la igualdad social bajo el lema «libertad, igualdad y fraternidad». Las mujeres también tomaron conciencia que, en aquel momento, la lucha de clases no contemplaba la lucha de género, esto es, la plena igualdad social de la mujer por la que debían luchar.

Durante la Revolución Francesa se produjeron las primeras peticiones formales de los derechos políticos y de la ciudadanía para la mujer.

Los salarios eran altamente diferenciados en estos grupos sociales, con relación a lo que se pagaba a los hombres por las mismas tareas y la misma jornada de trabajo. Las fábricas eran insalubres, con poca ventilación, oscuras, sucias, lo que producía, al mismo tiempo, un deterioro importante de la salud de los trabajadores.

Estas condiciones de vida y de trabajo, son las que van a impulsar los Seguros Sociales, como una institución orientada a proteger a los trabajadores, como mano de obra, en la salud, a cargo del Estado, a finales del siglo XIX, por el Canciller Otro von Bismark, Ministro entonces de Prusia, considerado el fundador de la Alemania Moderna, para asegurar la reproducción de ellos como trabajadores, señalando que la gente sana trabaja y produce mejor, y puede reproducirse como clase trabajadora.

Dentro de ese proceso de producción y de organización política republicana empezaron a surgir corrientes políticas, ideológicas, con distintos intereses y grados de organización.

En la producción empezaron a desarrollarse, al calor de Roberto Owen, las cooperativas como la forma revolucionaria alternativa, en ese momento, de organizar los factores de la producción, los medios de producción y los factores humanos, los trabajadores y los dueños del capital, para mejorar los procesos productivos y evitar ser aniquilados por el desarrollo de las empresas capitalistas en el mercado de la competencia. Entre las cosas que impuso Owen, en su modelo de trabajo, fueron jornadas de trabajo de 10 horas, lo que se consideraba en Inglaterra un privilegio. En Francia, en la industria de la seda se trabajaba desde las 5 de la mañana hasta las 11 de la noche.

Con el maquinismo, en las fábricas y en el proceso industrial, el trabajo se dividió más y se especializó, debilitando a los trabajadores como grupo social.

Florecieron en el campo político teorías políticas que justificaban el naciente capitalismo industrial del siglo XIX, así como los que lo criticaban. Junto al liberalismo político clásico que venía desde la Revolución Francesa, hasta las distintas corrientes de socialismos utópicos, y a mediados el siglo XIX, el socialismo científico, el socialismo cristiano y el anarquismo fueron también banderas en esos años.

A mediados del siglo XIX se reconocían las siguientes corrientes socialistas: el reaccionario en sus formas de socialismo feudal, socialismo pequeño burgués, el socialismo alemán o verdadero” socialismo, el socialismo burgués o conservador y el socialismo y el comunismo crítico utópico.

Los planteamientos socialistas, entre otros planteamientos, empezaron a agitar la igualdad social, la superación de la división social, la participación electoral de los trabajadores. También, surgió la idea de la toma del poder para los trabajadores.

Los trabajadores empezaron a movilizarse, organizarse y a luchar contra esa explotación social, las malas condiciones de trabajo y de vida, por la higienización de las fábricas, por la seguridad laboral y social.

Especial bandera de lucha durante todo el siglo XIX fue la lucha para rebajar la extensa jornada de trabajo, que podía llegar en algunas ocasiones hasta las 20 horas de trabajo diario. Lo usual eran jornadas que gravitaban entre las 12 y las 16 horas. A mediados del siglo XIX el promedio era de 14 horas diarias en la mayoría de las fábricas.

A la lucha por la reducción de la jornada se ligó la del aumento del salario. Desde entonces, esos han sido los ejes más importantes de las luchas obreras, reducir la jornada y aumentar los salarios. Los patronos y los empresarios, al contrario, su lucha ha sido por disminuir los salarios y aumentar las jornadas.

Aparecieron las organizaciones de defensa de los intereses de clase, de los trabajadores, los sindicatos, las federaciones y confederaciones sindicales, de la mala situación de los trabajadores. A uno de esos movimientos se le llamó cartista por las cartas que enviaban los trabajadores a los diputados y parlamentarios, informándoles de su situación, especialmente entre 1838 y 1848. El cartismo fue un antecedente importante de los sindicatos.

Al surgimiento, en el plano nacional de cada país, luego se impulsaron las organizaciones internacionales, y las movilizaciones internacionales con igual propósito, sobre la consideración de que si las clases industriales y dominantes políticamente, se relacionaban y actuaban solidariamente internacionalmente, así también tenían que hacerlo los trabajadores para la mejor defensa de sus intereses. Una lucha muy importante, en este sentido, como experiencia de lucha y de organización, fue la realización, organizada desde 1890, de los Primeros de Mayo, en recuerdo y solidaridad con los Mártires de Chicago, de 1886, como un día de lucha, de balance de las luchas realizadas en el año trascurrido hasta el primero de mayo, y de plataforma de nuevas luchas a partir de esa fecha.

En este momento, hoy, se está viviendo una situación tensa en este extremo. En algunos países europeos los trabajadores han logrado una jornada semanal de 35 y 36 horas, superando las jornadas de 48 horas semanales, rebajando de esa manera también la jornada diurna de trabajo. En otros países, Costa Rica, es uno de ellos, se trata de imponer un régimen de trabajo de 48 horas semanales divididas en 4 días de 12 horas de trabajo diario y no, como existe oficialmente la jornada, desde 1920, de 8 horas diarias siguiendo la tradición histórica, de las luchas, de los obreros de Chicago de 1886 y 1890, que impusieron esta jornada, que se generalizó en todo el mundo, adoptada por los Convenios Internacionales de la OIT desde 1919. Hoy la OIT también apoya la reducción de las jornadas semanales a 36 y 35 horas, según lo dispongan los países que así lo establezcan.

Durante los días de la Revolución de 1848, en París, las mujeres se sumaron a las luchas populares, junto a los trabajadores de las fábricas, en las barricadas, demandando igualdad de derechos sociales y laborales, y abanderadas de las corrientes del socialismo utópico, enarbolaban la emancipación de la mujer, realizando intensas labores de agitación y propaganda de sus demandas.

A finales del siglo XIX habían surgido nuevas situaciones políticas importantes para los trabajadores en general, como fueron la Comuna de París, de 1871, cuando los trabajadores parisinos dieron una gran batalla, por casi 75 días, que se hicieron del poder, resultado de la miseria y explotación que vivían y contra la cual protestaron y se sublevaron.

Durante los días de la Comuna de París, 1871, en la lucha política que ella significaba de toma del poder para los trabajadores, las mujeres reivindicaron el derecho de voto, el derecho de desempeñar cargos públicos, exigieron el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.

Otro suceso fue el desarrollo de la Asociación Internacional de Trabajadores, de 1864, conocida como I Internacional, y la II Internacional que le siguió, desde 1889, hasta el inicio de la I Guerra Mundial. Estas organizaciones internacionales fueron originadas por Carlos Marx y Federico Engels, con el propósito de darle unidad internacional a las luchas de los trabajadores por un nuevo régimen social.

Posteriormente, al calor de la Revolución Rusa, impulsada por Lenin, surgió la llamada III Internacional, con el propósito de fortalecer los sindicatos, como instrumentos de lucha de los trabajadores, y de impulsar partidos comunistas, como su máxima expresión de organización para la toma del poder. De los siete Congresos que realizó la III Internacional, en los primeros cuatro se tomaron importantes acuerdos por las luchas de las mujeres, destacándose como tema la “Cuestión de la Mujer”.

En 1938 se creó una nueva organización de este tipo, la IV Internacional, impulsada por León Trotski, un importante líder bolchevique obligado a salir de la Unión Soviética a finales de la década de 1920.

Las luchas obreras y políticas de los trabajadores hicieron que a finales del siglo XIX se empezaran a aprobar leyes que reglamentaban el trabajo de las mujeres y de los niños, especialmente asociadas a la reducción de jornadas e igualdad de salarios.

Las mujeres estaban marginadas de la vida política y social en general. La mujer era considerada más como un objeto que como un ser humano, no podía tomar ciertas decisiones por cuenta propia, puesto que tenía que requerir aval de su esposo, no podía participar de procesos electorales cuando estos sistemas se fueron ampliando a los hombres y trabajadores. A la mujer se le considera más como una ama de casa, una esposa obediente, una mujer que debía cuidar de su familia, de su esposo y de sus hijos debiendo estar a su servicio.

Esta idea se defendió, por parte de la Iglesia Católica, a principios del siglo XX, en Costa Rica, cuando se impulsó la coeducación, de niños y niñas, en el aula escolar. La Iglesia se enfrentó a esa política educativa, diciendo que ese proceso educativo llevaría a la masculinización de las mujeres y a la feminización de los hombres, porque el verdadero sitio de la mujer era cuidar el corazón del hombre. En este sentido, cuando la mujer se fue abriendo camino en labores productivas se destacó su participación en la educación. El impacto de su inserción en el proceso educativo hizo surgir en 1919, en Europa, la Federación Internacional de Mujeres Universitarias.

Desde la Revolución Francesa se habían levantado las banderas por la igualdad de mujer. A la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en 1789, le siguió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, de 1791, proclamada por Olympe de Gouges, revolucionaria de esos días, filósofa, importante precursora y defensora de los derechos de las mujeres, curiosamente era una Declaración, que en su texto es idéntica a la de 1789, pero que no se le da el vuelo y altura que tiene la de 1789. Es uno de los primeros documentos históricos que propone la emancipación femenina en el sentido de la igualdad de derechos o la equiparación jurídica y legal de las mujeres con relación a los hombres así como el sufragio femenino.

La Declaración, de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, dirigida a las madres, las hijas, las hermanas, representantes de la nación, era contundente. Destacaba, entre otros aspectos, el olvido o el desprecio de los derechos de la mujer como las únicas causas de las desgracias públicas y de la corrupción de los gobiernos, que no reconocían los derechos naturales, inalienables, y sagrados de la mujer.

Entre los Derechos que exalta la Declaración están la igualdad con el hombre, la libertad, la propiedad, la seguridad, y sobre todo, la resistencia a la opresión, que soberanía, la cual reside esencialmente en la Nación, no es más que la reunión de la Mujer y del Hombre, todas las ciudadanas y los ciudadanos deben participar personalmente, o por sus representantes, en su formación: todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, siendo iguales ante sus ojos, deben tener el mismo acceso a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus capacidades, y sin otras distinciones que aquellas de sus virtudes y sus talentos, que las mujeres tengan libertad de opinión puesto que si tiene el derecho de subir al cadalso; ella debe tener igualmente el derecho de subir a la Tribuna. Se enfatiza que la libre comunicaci6n de pensamientos y de opiniones es uno de los derechos más preciados de la mujer, ya que esta libertad asegura la legitimidad de los padres con los hijos, del mismo modo, el derecho de pedir cuentas, a todo agente público, de su administración.

En el Epílogo de la Declaración se afirma: “Mujer, despierta, el arrebato de la razón se hace escuchar en todo el universo; reconoce tus derechos”.

En el siglo XIX con las organizaciones de trabajadores surgieron las luchas obreras de las mujeres, palmo a palmo, a la par, de igual a igual, sobre la visión de que para alcanzar la igualdad de la mujer había que luchar por una sociedad plenamente igual y justa, sin separar las luchas de las mujeres de las de los hombres, ni de hacer las luchas de las mujeres unas luchas contra los hombres. Este planteamiento lo sostuvo, en la década de 1920, en Costa Rica, Carmen Lyra.

Se conocen huelgas de mujeres, las cigarreras, en España desde 1830, por salarios, por mejores condiciones de trabajo y por la readmisión de mujeres despedidas. La huelga de la Fábrica de Tabacos de la Coruña, en 1857, marca las luchas emancipadoras de la mujer en España. Otros hitos fueron las ebanistas en 1880 y en 1902, las cigarreras de Gijón en 1903, la marcha de más de 20.000 mujeres en Barcelona, el 10 de julio de 1910, encabezada por las pioneras feministas españolas Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Ángeles López de Ayala y Rosalía de Castro.

Así, desde 1857, un 8 de marzo, en New York, las mujeres de la industria textil, que eran conocidas como las “garment workers” hicieron una huelga reclamando salarios justos, condiciones laborales más humanas. Fueron brutalmente reprimidas, con un saldo de 120 mujeres fallecidas. Su lucha, por igual salario que los hombres y por condiciones más humanas de trabajo, en ese momento no se logró. Diez años después formaron un sindicato para pelear por sus derechos, considerado el primer sindicato de mujeres.

En 1867, en marzo, se llevó a cabo una huelga de planchadoras de cuellos en New York, que ya estaban sindicalizadas, pidiendo aumento de salarios.

En Inglaterra fueron las mujeres que trabajaban en la industria de cerillos o fósforos, en 1888, quienes protestan contra las malas condiciones de trabajo.

Con el desarrollo de los movimientos y partidos socialistas, y recién fundados partidos comunistas, a principios del siglo XX, las luchas de las mujeres adquirieron una dimensión mayor.

A principios del siglo XX creció la organización sindical de mujeres y el movimiento sufragista, que enfrentaba a los socialistas, en Europa, Estados Unidos y en América Latina. Los socialistas y comunistas comenzaron a demandar protección especial para el trabajo de las mujeres, seguros para las madres y sus hijos, derechos políticos para las mujeres y la defensa de sus intereses.

En los partidos socialistas y comunistas la dicotomía o dialéctica mujer/trabajadora se interiorizaba como parte de su conciencia e ideario político, lo que llevó a apreciar más el papel de los partidos políticos y de la organización política como partidos defensores de la clase trabajadora, y de la mujer trabajadora, como parte de ella, para luchar por sus necesidades. Eso impulsó que otros partidos dentro de sus organizaciones crearon frentes o comités femeninos bajo sus banderas. En Costa Rica diversos partidos políticos desarrollaron, como parte de sus estructuras organizativas, frentes o secretarías femeninas.

A las peticiones laborales se dieron las demandas por legislación del trabajo femenino, contra la prostitución y el trabajo infantil, la demanda por los derechos políticos para las mujeres, la campaña contra la subida del costo de la vida, por un salario para las amas de casa o las trabajadoras domésticas, se empezó a distinguir entre el doble y triple trabajo de la mujer como trabajadoras, esposas y madres.

En Costa Rica desde 1889 se empezó a plantear la necesidad de “reconocer” el voto de la mujer, por iniciativa de quien ejerció la Presidencia de la República, José Joaquín Rodríguez, con motivo del papel de las mujeres en las movilizaciones políticas en defensa del resultado electoral de 1889. Interesante es llamar la atención de que señaló la necesidad de “reconocer” el voto, partiendo de la idea que ese derecho existía y lo tenían las mujeres pero no se les “reconocía”.

En 1903 se fundó en Estados Unidos la Liga Nacional de Mujeres Sindicalistas.

El 8 de marzo de 1908, una marcha de 15.000 mujeres, en New York, exigen aumento de salarios, disminución de las jornadas de trabajo, prohibición del trabajo infantil y derecho al voto.

El 3 de mayo de 1908, en el teatro Garrick, de Chicago, el Partido Socialista de los Estados Unidos, encabezado, en estas luchas, por sus dirigentes Corinne Brown y Gertrude Breslau-Hunt, organizan un acto que llamaron “Día de la Mujer”. En este día, entre otros temas, se agitó la necesidad del sufragio, la lucha contra la esclavitud sexual y la defensa de los derechos laborales de las trabajadoras.

Pocos meses después, el 28 de febrero de 1909 las mujeres socialistas del Partido Socialista de los Estados Unidos, realizaron en New York, una celebración en honor a la huelga de trabajadoras textiles de 1908, reclamando reducción de jornadas, mejores salarios y derecho al voto. Ese 28 de febrero de 1909 se celebró en todos los Estados Unidos. Por iniciativa del Partido Socialista así se siguió celebrando hasta febrero de 1913.

En noviembre de 1909 la huelga de las trabajadoras de la industria de camisas, de New York, dirigida por Clara Lemlich, fue apoyada por la Liga Nacional de Sindicatos de Mujeres. 20.000 mujeres dieron apoyo a las huelguistas, que desde el 28 de setiembre estaban en la lucha, huelga que se extendió, sin éxito, hasta el 15 de febrero de 1910. El incumplimiento de lo pactado, se dijo, había sido la causa del incendio del 25 de marzo de 1911, que produjo 146 fallecidas.

Al mismo tiempo, la II Internacional Socialista, que había sido fundada por Carlos Marx, con gran número de sindicatos y partidos obreros ya existentes, reunida en Dinamarca, en Copenhague, en 1910, con participación de más de 100 delegadas, de 17 países, principalmente europeos, proclamó el Día de la Mujer, con un carácter internacional.

En esta Conferencia de Mujeres Socialistas la dirigente comunista Clara Zetkin propuso que se estableciera el 8 de marzo, como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, con el objetivo de promover y exaltar la lucha de las mujeres por sus derechos, qué se venía dando, y para contribuir a conseguir el sufragio femenino universal.

En esta Conferencia se destacaron, en igual sentido, otras dirigentes comunistas como fueron Rosa Luxemburgo, Alexandra Kolontai, la esposa de Lenin, Nadezhda Krupskaya y la francesa Inessa Armand.

En 1911 empezó a celebrarse el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Ese año se celebró el 19 de marzo en Alemania, Austria, Dinamarca, Suiza y Prusia, donde se movilizaron casi dos millones de personas bajo las demandas del derecho de voto, el de ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, el derecho a la formación profesional y a la no discriminación laboral.

El 25 de marzo de 1911 en la fábrica de camisas de New York, Triangle Shirtwaist, se produjo un incendio que provocó la muerte de 146 mujeres, y de 71 mujeres heridas, la mayoría eran migrantes. El incendió, que conmocionó a los Estados Unidos, provocó modificaciones en las leyes laborales de ese país.

Con motivo de la crisis europea de 1913 y 1914, en vísperas de la I Guerra Mundial, las mujeres de Rusia, en 1913, realizaron la celebración de esta fecha y, en 1914, de nuevo en Rusia, Suecia y Alemania se celebró esta fecha, el 8 de marzo, protestando contra la guerra y por la paz, reivindicando también los derechos de las mujeres. Las demandas que se agitaban eran contra la guerra, el militarismo, la paz y el derecho al sufragio.

En 1915, en Dinamarca, se realizaron movilizaciones de mujeres contra la Primera Guerra Mundial.

En 1917, ante la nueva situación política que se producía en Rusia, las mujeres impulsadas por el Partido Comunista, Bolchevique, el último domingo de febrero, el 23, de acuerdo con el viejo Calendario Juliano, correspondiendo con el Calendario Gregoriano al 8 de marzo, se lanzaron a las calles, en huelga, demandando “pan y paz”, dos de las consignas políticas que Lenin agitaba, por la situación de hambre que había y por la muerte de más de dos millones de soldados rusos, innecesariamente enviados a la guerra.

En febrero de 1917 se produjo en Rusia un momento político que se conoció como la Revolución de Febrero, impulsada por los comunistas bolcheviques, que marcó decisoriamente los pasos que siguieron hasta octubre cuando finalmente triunfaron. En estos días del mes de febrero dada la intensidad de luchas sociales y política el Zar abdica y se integra un Gobierno Provisional.

El 23 de febrero, o el 8 de marzo, según estos calendarios de 1917, se llevaron a cabo una serie de actos y manifestaciones con el motivo del Día Internacional de la Mujer, momento que aprovechó Lenin para proclamar este día en su dimensión internacional con que se siguió celebrando.

Ese 8 de marzo de 1917, según León Trotski, fue el “día de las obreras, una fecha memorable en la historia. Ese día las mujeres rusas levantaron la antorcha de la revolución”.

En la Constitución Política de Rusia, y en la de la Unión Soviética, desde su primera Constitución, se estableció el derecho al sufragio y otros derechos de las mujeres.

En 1921, se realiza, en Moscú, la Conferencia de las Mujeres Comunistas que acuerda instituir el 8 de Marzo como Día de la Mujer Comunista. Esta fecha tendrá un gran auge en la Rusia soviética y en el resto de los países del socialismo real, que surgieron con la constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y luego con los países que surgieron con carácter socialista al terminar la II Guerra Mundial.

La dirigente comunista Alejandra Kolontai, como parte de esas luchas, y como Comisaria del Pueblo, en la Revolución Rusa, logró que se aprobara en Rusia el voto para la mujer, que el divorcio fuera legal lo mismo que la interrupción del embarazo, y que se estableciera el 8 de marzo como fiesta nacional oficial de la Unión Soviética, desde 1922. En China ese mismo año se comenzó a celebrar.

Con el desarrollo de los partidos comunistas, a partir de la III Internacional, en 1919, se estimuló esta celebración en aquellos países donde habían partidos comunistas, al principio como una fecha que solo la celebraban y recordaban los comunistas y socialistas en general. A partir de esta proclamación del Día Internacional de la Mujer, por Lenin, los partidos comunistas empezaron a convocar esta celebración, que durante muchos años solo ellos la convocaban.

Durante el período de la II Guerra Mundial, 1939-1945, con el desarrollo del nazifascismo en Europa, estas celebraciones del Día Internacional de la Mujer, se paralizaron. Durante ese período sobresalió la alianza internacional contra el nazifascismo y la lucha por la paz.

Después de la II Guerra Mundial, con la Federación Democrática Internacional de Mujeres, impulsada por el movimiento comunista internacional, se retoma la celebración del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.

Al sobrevenir la derrota del nazifascismo, en 1945, cuando se constituyó la organización de las Naciones Unidas, con nuevos países socialistas, además de la URSS, se empezó a dar la lucha en el interior de las Naciones Unidas para que se reconociera esta fecha dentro de celebraciones internacionales. Así, en 1975, la ONU empezó a conmemorar esta fecha como Día Internacional de la Mujer, mismo año que la ONU, denominó Año Internacional de la Mujer.

En 1977 la ONU proclamó esta fecha, el 8 de marzo, como como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional, con lo cual también se oficializó para los países integrantes de la ONU, que la fueron estableciendo como parte de sus celebraciones nacionales. Los Estados Unidos celebra y reconoce este día desde 1994.

En 1985, las Naciones Unidas, en la Declaración y Plataforma de Beijing, impulsó una hoja de ruta, que aprobaron 189 gobiernos en ese momento, para materializar los derechos de las mujeres.

En el año 2011 se celebró el Centenario del Día Internacional de la Mujer. También comenzó a operar la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, organización conocida como ONU Mujeres.

En el 2014 la 58 Sesión de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW58), que es la reunión anual de Estados para abordar cuestiones relativas a igualdad de género, se centró en los «Desafíos y logros en la aplicación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para las mujeres y las niñas».

En el 2015, la ONU, celebró este día Día Internacional de la Mujer bajo el llamado de «Empoderando a las Mujeres, empoderando a la Humanidad: ¡Imagínalo!» 

En el 2020, la ONU, llamó a la movilización para lograr la igualdad de género.

Los orígenes del Día Internacional de la Mujer están ligados a los partidos socialistas de Estados Unidos y Europa, en particular al protagonismo de las mujeres del Partido Socialista Norteamericano que, desde 1908, instauraron unas jornadas de reflexión y acción denominadas Woman’s Day.

La historia del 8 de marzo se mezcla por situaciones y hechos que muestran un escenario más complejo y rico en acontecimientos marcados por la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la lucha por el sufragio femenino, las pugnas entre socialistas y sufragistas, y el creciente auge del sindicalismo femenino durante las primeras décadas del siglo XX en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, por la luchan por la paz y contra el militarismo.

El Día Internacional de la Mujer surge para defender los derechos laborales de las trabajadoras y manifestarse contra la guerra, y para hacer propaganda y luchar a favor del sufragio femenino.

Dentro de las luchas de la mujeres trabajadoras, por sus derechos, por el sufragio y por la paz, han surgido otras corrientes organizadas de mujeres, que se reconocen por los llamados movimientos feministas, donde otros temas se han establecido como parte de la agenda de las mujeres. Entre ellos, los 17 objetivos del desarrollo hasta el año 2030, por construir condiciones efectivas de igualdad de género, porque se legisle contra la violencia doméstica e intrafamiliar, contra la violación, torturas, asesinatos, mutilaciones de las mujeres por sus parejas, exparejas, familiares y desconocidos, porque se proteja su vida, su libertad, su dignidad, contra el abuso sexual realizado contra niñas en edad escolar y colegial, contra la trata de mujeres destinada al tráfico sexual, por mayor protección de la mujer embarazada, contra el matrimonio de mujeres menores de edad e infantes, contra la mutilación genital que se realiza en más de 30 países, por el derecho a decidir de las mujeres, contra el mal uso y abuso de las mujeres en la publicidad gráfica, televisiva y en redes sociales y en plataformas informáticas, contra las formas patriarcales y machistas que aún existen, así como la eliminación de jerarquías y desigualdades entre los sexos. para hacer propaganda a favor del sufragio femenino.

Me permito hacer un repaso cronológico básico de algunas de las luchas organizadas de las mujeres trabajadoras, de sus luchas y de las luchas feministas en diversos países.

En cuanto al sufragio femenino en América Latina en 1929 Ecuador fue el primer país que puso en práctica el sufragio femenino en unas elecciones. para hacer propaganda a favor del sufragio femenino.

En 1930, en Uruguay, mujeres sindicalistas realizan actividades el 8 de marzo para enviar ayuda a los republicanos españoles.

En 1931, en Cuba, a propuesta de las activistas Panchita Batet y Josefina Madera, tuvo lugar la celebración del primer Día Internacional de la Mujer, para hacer propaganda a favor del sufragio femenino. 

En 1931, ya fundado el Partido Comunista de México, se convoca a celebrar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, día de las mujeres en el frente de lucha del proletariado.

En 1935, en México, las mujeres del Partido Nacional Revolucionario (PNR), actual Partido Revolucionario Institucional (PRI), y el Partido Comunista, celebraron el 8 de marzo, para hacer propaganda a favor del sufragio femenino. 

En 1936, en Chile, el movimiento Pro Emancipación de la Mujer (Memch) realiza un homenaje por el Día Internacional de la Mujer.

En 1944, en Venezuela, se realizó la primera celebración del 8 de marzo. En Chile, a su vez, la celebración del día Internacional de la Mujer originó la Federación Chilena de Instituciones Femeninas (FECHIF), bajo la dirección de Amanda Labarca.

En 1945, en Inglaterra, el 8 de marzo, bajo la presidencia de Lady Megan Lloyd George, se reunieron delegadas de 20 países en el Albert Hall de Londres, y aprobaron el proyecto de la Carta de la Mujer que se presentaría en la Conferencia de las Naciones Unidas en San Francisco, que dio origen a la ONU.

En 1946, en Uruguay, la Unión Femenina, se responsabilizó de organizar las actividades del 8 de marzo.

En 1964, en México, el 8 de marzo, se divulgó el “Llamamiento a la Mujer Mexicana” para crear una organización unitaria de mujeres.

A principios de la década de 1970 empezaron a aparecer nuevas corrientes de organización de mujeres, especialmente las que se agruparon alrededor de las llamadas luchas feministas. Su impacto ha sido tan fuerte que el 8 de marzo empezó a asociarse más a sus temas centrales, que a los histórico laborales, entre ellos el tema de la sexualidad, que no formaba parte de las luchas obreras, ni de las mujeres sindicalizadas y militantes de los partidos socialistas y comunistas, de la II y III Internacional.

En 1972 el Partido Independentista de Puerto Rico, con su Frente Femenino, realiza la primera celebración del 8 de marzo en la Isla.

En 1974, en Uruguay, se realiza la celebración del 8 de marzo en la clandestinidad, en casas particulares.

En 1975, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en New York, establece el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.

En 1976, en Puerto Rico, mediante una ley, el gobierno oficializa el Día Internacional de la Mujer, declarándolo día festivo.

En 1976, en Bélgica, en el Palacio del Congreso de Bruselas, se lleva a cabo, del 4 al 8 de marzo, el I Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres, en el que participa activamente la Liga de Derechos de la Mujer, de Simone de Beauvoir, quien en su discurso destacó la trascendencia del Tribunal, considerándolo como “el inicio de la descolonización de la mujer”.

En 1978, en Chile, en el teatro Caupolicán de Santiago, diversas organizaciones de mujeres se reúnen para conmemorar el 8 de marzo, acto que constituye la primera celebración bajo la dictadura de Augusto Pinochet.

En Brasil, Sao Paulo, durante el Día Internacional de la Mujer se realiza el Congreso de la Mujer Paulista, que permite la creación del Frente de Mujeres y la Casa de la Mujer Paulista.

En 1980, en Roma, Italia, se realiza la celebración del 8 de marzo, de manera unitaria entre mujeres de los movimientos feministas y las militantes de la Unión de Mujeres Italianas, dirigidas por los comunistas.

En Islandia se realiza por primera vez una huelga general bajo la consigna de que “cuando las mujeres paran, todo para”.

En 1982, en Francia, bajo el Gobierno de François Mitterand se establece como fiesta nacional el 8 de marzo.

En 1983, en Perú, en Lima, se realizó el Festival Canto a la Vida, en su primera versión, que reunió miles de personas en torno a una gran feria de arte y exposición, que mostró el trabajo activista de las diferentes organizaciones feministas y del movimiento social de mujeres, además de presentarse un espectáculo de fuegos artificiales y la actuación de cantantes, bailarinas y una exposición de artistas plásticas. El festival se ha continuado realizando hasta el presente.

En 1984, en Argentina, en Buenos Aires, por primera vez, después de la apertura democrática, un conjunto de organizaciones sociales de mujeres, de partidos políticos, sindicatos y núcleos feministas autónomos, reunidos en la Multisectorial de la Mujer, realizaron a una manifestación unitaria en la plaza de los Dos Congresos, para celebrar el Día Internacional de la Mujer.

En Uruguay, en Montevideo, en 1984, la Coordinadora de Mujeres, integrada por representantes de los partidos políticos, los sindicatos, los grupos feministas, las organizaciones estudiantiles, entre otros, convocaron a marchar de forma silenciosa lo que fue prohibido por la policía. Ante esta prohibición, la Coordinadora escribió y publicó una carta abierta de protesta. Como demostración de rechazo depositaron flores ante la Estatua de la Libertad.

En Brasil, en 1984, en Sao Paulo, 300 mujeres de diversos sectores del movimiento social de mujeres y feministas se reunieron a la entrada de la Cámara municipal para exigir «elecciones directas ya», y sanciones para los maridos golpeadores.

En 1985, en Uruguay, en el primer año de la apertura democrática, miles de mujeres celebraron el Día internacional de la Mujer bajo el lema: «Las mujeres no sólo queremos dar la vida, queremos cambiarla».

En México, en 1987, el 8 de marzo aparece el primer número de Doble Jornada, un suplemento feminista ideado por un grupo de mujeres periodistas del diario La Jornada, del Distrito Federal.

En 1987, en Brasil, desafiando la prohibición del gobierno de San Paulo de celebrar el Día Internacional de la Mujer, mujeres de diversas organizaciones y feministas realizan un mitin en la plaza central de la ciudad, que es cercada por la policía.

En 1989, en Francia, los movimientos feministas realizan una marcha y una asamblea para analizar la Condición de la Mujer, convocada por la Alliance des Femmes pour la Démocratie.

En 1989, en Holanda, se organiza el Partido de las Mujeres, “un partido de las mujeres para todos, y no un partido de las mujeres para las mujeres”. En Brasil, en Río de Janeiro, los actos de celebración terminaron con una liturgia, al estilo de una misa católica, en donde uno de los cánticos decía: “Gloria a Dios en las alturas y a la madre de Dios en la cocina”.

En 1990, en Costa Rica, en el marco del Día Internacional de la Mujer, el presidente Oscar Arias Sánchez firma, en la Plaza de la Cultura, y bajo la presencia de organizaciones de mujeres, la Ley de Promoción e Igualdad Social de la Mujer. Desde entonces el país ha impulsado una serie de medidas, leyes, decretos, actos administrativos y políticas de Estado que han fortalecido la igualdad real de la mujer en toda la vida social y política. Desde entonces, en Costa Rica, se han dictado más de 25 Leyes y Decretos relacionados directamente con las mujeres y sus diversas temáticas, procurando entre otros aspectos la mayor igualdad y equidad jurídica, sobresaliendo, especialmente, las del campo político electoral y las de igualdad, en la paridad, de representación en las distintas instancias.

En 1992, en Francia, la dirigente feminista Antoinette Fouque funda el Club Paridad 2000, durante el foro sobre mujeres y política realizado en Marsella.

En 1992, en EE.UU, en Nueva York, un grupo de funcionarias de las Naciones Unidas declara que el 8 de marzo no puede ser motivo de celebración, dentro de ese organismo, porque incumple “los principios de igualdad en el proceso de selección de los cargos”.

En 1993, en Camboya, en Phonm Penh, la capital, la organización de mujeres Khemara, durante la marcha del Día Internacional de la Mujer, pide a los partidos políticos mayor participación y reconocimiento de sus derechos como mujeres y como ciudadanas.

En 1993, en Suiza, mujeres protestan delante del Palacio de Naciones Unidas por las violaciones a las mujeres de Bosnia-Herzegovina, cometidas por los ejércitos serbios y croatas, solicitando que esos actos sean considerados “crímenes contra la humanidad”. Igual petición se hizo por mujeres en Alemania, Italia y Argelia.

En 1994, en Alemania, se realiza la primera huelga de mujeres protestando por la política discriminatoria del gobierno respecto de la crisis del desempleo femenino.

En 1995, en Dinamarca, en Copenhague, durante la Cumbre sobre Desarrollo Social, de las Naciones Unidas, y en el Día Internacional de la Mujer, organizaciones de mujeres de diferentes países del mundo lanzan la campaña “180 Días/180 Vías de Acción”, como antesala a la IV Conferencia Internacional de la Mujer a realizarse en Beijing, China.

En 1995, en Argelia, la Unión de Mujeres Demócratas organiza, en el Día Internacional de la Mujer, un tribunal contra el integrismo musulmán.

En 1997, en EE.UU, la Coalition for the Women´s Peace Petition, impulsa una campaña de firmas y una declaración denominada Petición de las Mujeres del Mundo a los Gobiernos a favor de la Paz, para que anualmente, en los siguientes cinco años, hasta el 2002, al menos el 5 por ciento de los gastos militares nacionales sea orientado a programas de salud, educación y empleo.

En 1998, el Parlamento Europeo hace un llamado a la comunidad internacional en apoyo a las mujeres afganas, bajo la consigna “Una flor para las mujeres de Kabul”.

En 1998, en Perú, con el lema “Mujer, dale poder a tu firma”, como iniciativa del grupo Mujeres por la Democracia, se realiza una jornada nacional de búsqueda de adhesiones con el fin de lograr un referéndum para oponerse a la reelección del Presidente Fujimori.

En 1998, en Chile, miles de mujeres desfilan por el Día Internacional de la Mujer, repudiando el acceso de Pinochet a una senaduría vitalicia.

En el 2000, bajo el nombre de Marcha Mundial de las Mujeres, «Dos mil razones para marchar», organizaciones sociales de mujeres y feministas de más de 90 países del mundo lanzaron una campaña internacional para demandar la eliminación de la pobreza y la violencia contra ellas.

La Campaña Internacional por un Salario para el Trabajo en el Hogar convoca a la Primera Huelga Mundial de Mujeres el 8 de marzo 2000, bajo la consigna «Paremos el mundo para cambiarlo». Participaron mujeres de 64 países del mundo.

Desde el año 2011 las Naciones Unidas comenzó a poner consignas dedicadas a las jornadas del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Así denominaron los siguientes años:

1996 Celebrating the past, planning for the future 

1997 Women and the peace table 

1998 Women and human rights 

1999 World free of violence against women 

2000 Mujeres uniéndose para la paz

2001 Derechos de la mujer y la paz internacional

2002 La situación actual de la mujer afgana: realidades y oportunidades

2003 La igualdad de géneros y los objetivos de desarrollo del milenio

2004 La mujer y el VIH/sida

2005 La igualdad entre los géneros más allá de 2005: construyendo un futuro más seguro

2006 La mujer y la toma de decisiones: enfrentar los retos y generar el cambio

2007 Poner fin a la impunidad de la violencia contra las mujeres y las niñas

2008 Invertir en las mujeres y en las niñas

2009 Las mujeres y los hombres unidos para eliminar la violencia contra la mujer y la niña

2010 La igualdad de derechos, igualdad de oportunidades: progreso para todos

2011 La igualdad de acceso a la educación, la capacitación y la ciencia y la tecnología: Camino hacia el trabajo decente para la mujer

2012 Habilitar a la mujer campesina: acabar con el hambre y la pobreza

2013 Una promesa es una promesa: Acabemos con la violencia contra la mujer

2014 «Igualdad para las mujeres: progreso para tod@s»

2015 «Empoderando a las Mujeres, empoderando a la Humanidad: ¡Imagínalo!»

La celebración del día Internacional de la Mujer, durante años, solo la realizaron movimientos anarquistas, socialistas, comunistas y algunos sectores identificados con las luchas sociales, en los diversos países. Su sola celebración muchas represiones y persecuciones causó.

Poco a poco el significado de las luchas de las mujeres de todo el mundo, ya no solo por la paz, sino también por el reconocimiento de sus derechos políticos, económicos, laborales, ciudadanos y humanos, caló en la conciencia universal. Ello fue lo que hizo que la ONU en el año de 1975 lo declarara Año de la Mujer, a partir del cual la celebración de la fecha se institucionalizó en sus países miembros. Luego vinieron el Decenio de la Mujer y las conferencias internacionales de México, Copenhague, Nairobi, entre otras, hasta Beijin.

Sin embargo, en la realidad de muchos países, esos derechos son letra muerta en el papel, a pesar de la Convención, de la ONU, sobre la eliminación de todas formas de discriminación contra la mujer, aprobada en 1979, ratificada por Costa Rica en 1984.

Permitió esta lucha que todos los problemas de nuestra cotidianidad, en Costa Rica, se vean desde la perspectiva de las mujeres y se valore, cada vez más, su presencia en la sociedad de un modo visible.

En este sentido desempeña importante papel la legislación nacional que se ha ido adoptando y el notable desarrollo de organizaciones de mujeres, encabezadas por el Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia, y el actual Instituto Nacional de las Mujeres. Junto a éste, las oficinas ministeriales especializadas, como son las acciones, entre otras, del Despacho de la Primera Dama y los encuentros regionales en que participa, la Defensoría de la Mujer, la presencia de más de 30 ONGs que llevan a cabo inmensa cantidad de acciones y proyectos. Igualmente, la existencia de gran cantidad de organizaciones locales, desde sus precursoras, y las más importantes, para mí, por sus luchas políticas, como la Unión de Mujeres Carmen Lira y la Alianza Nacional de Mujeres, la Agenda Política de Mujeres Costarricenses las Socias de la Liga Internacional de Mujeres pro Paz y Libertad-Costa Rica.

Actualmente, en Costa Rica hay más de 30 organizaciones, agrupaciones y colectivos femeninos que se preocupan y sostienen actividades sobre diversos temas de la mujer, y de las llamadas agendas femeninas.

La distinción que se hace con la celebración del Día Internacional de la Mujer, en esta fecha 8 de marzo, debe servir para hacer un balance de las luchas y de los logros obtenidos en el año transcurrido, y debe servir para hacer un planteamiento de luchas y logros que deben continuarse, lo que no se acostumbra realizar.

Hoy es un día de lucha en todo el mundo. No es de fiesta. Es para exigir, para demandar, para luchar por mejores condiciones de equidad, de derechos y de libertad para las mujeres como personas, para tratar de superar las desigualdades que por su condición de mujeres sufren o se les imponen. Es un día por la igualdad de derechos y oportunidades. No es solo para lograr más leyes, es para lograr en la práctica su plena emancipación e igualdad social y política. Es también un día de solidaridad internacional por las mujeres en sus diferentes luchas, en sus distintos países. Hoy de nuevo adquiere un valor la lucha por la paz y por detener la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial, como pareciera pintarse en el escenario europeo y medio oriental, y por los distintos conflictos militares que hoy se dan en diversas regiones.

La celebración simplona del Día de la Mujer, como un día para festejar el amor por ellas, o su “felicidad”, no debe servir para celebrarlo como una droga, como un narcótico, como el opio, como el adormecimiento suyo, y del conjunto social, proponiendo con ese tipo de celebración un mundo ilusorio, de sueño, de fantasía, sustitutivo de la realidad de violencia, discriminación, desigualdad, de desempleo que viven las mujeres.

La Celebración y Conmemoración que se realiza debe servir para elevar la conciencia de las mujeres trabajadoras, y de todas la mujeres, para que se incorporen organizadamente en la lucha por un mundo y un futuro mejor para todos y para todas.

La celebración debe contribuir a unir a todas las mujeres, y a todos los hombres, bajo las banderas de la causa común de las clases trabajadoras, y de las mujeres como parte esencial de ellas, y de la humanidad, siendo las mujeres la mitad de la población, para lograr una plena emancipación femenina, sí, pero sobre todo, una verdadera liberación política y social, con un mundo y un futuro mejor, donde se aseguren para las mujeres los derechos a la Educación, a la Salud, al Desarrollo, al Trabajo, a la Participación Política, a una Vida Libre de Violencia, sus derechos Sexuales y Reproductivos.

Termino, con un fragmento de uno de los poemas de mi gran amigo, de juventud, Jorge Debravo:

Mujer, toda mi sangre está presente
contigo en esa lucha que sostienes.
Contigo está mi amor incandescente
y en tu llanto y tu duelo me contienes.
Es un día de lucha