Que la factura que paguemos, no nos violente la paz

Licenciado Miguel Ureña Cascante.

Miguel Ureña Cascante

Este martes 23 de julio se reabrió el paso sobre el puente La Amistad, camino a Guanacaste, acceso primario a Nicoya, puente que le costó a Costa Rica miles de toneladas de atún, y por una cantidad importante de años, y a pesar del pago, una obra que se deterioró y fue necesario intervenir.

En los procesos de negociación, siempre uno observa cuánto invierte y cuánto gana, sin duda, se deteriora por diversas razones, hasta el clima mismo ayuda, la sismicidad, la humedad, la sequía, en fin, todo se invierte, se hace, a cambio de una utilidad para el país mismo.

Nosotros seguimos con dudas, de cuánto hipotecamos, a cambio de tan necesario puente.

Hoy después de una inversión millonaria, que no la paga el presidente, la pagamos todos los ticos, se reabre y se pone al servicio de la economía regional, reduciendo el tiempo de llegada a esa linda porción de tierra tica.

Menos combustible, menos tiempo de conducción, menos desgaste vehicular, en fin, eso nos trae beneficio, pero cuánto más pagaremos todos, en ese análisis costo beneficio para tener vigente el uso de tan necesario instrumento.

El Río Tempisque, icono de la región, es sin duda la antesala de las maravillas naturales que resguarda esta tierra tocada y tallada por la mano de Dios, tierra de longevos, zona azul le dicen, porque sus habitantes logran con facilidad como guayacanes superar las expectativas de vida misma.

Tramar de las marimbas, el silbido o grito de un sabanero, palmoteando la coyunda, con el 28 en el cinto, su cutacha y la cubierta en la cintura, con el pañuelo seca su rostro ante su jornal quehacer.

Ni que se diga del potrillo o yegua, para colgar las alforjas y trasladarnos por largas distancias y descansar a la sombra del frondoso árbol de guanacaste, y comerse el gallo pinto con torta de huevo, envuelto en hoja de plátano, y el maduro con natilla y al final el agua dulce o un peinado paz tras.

Manjares de mi tierra, instrumentos para el desarrollo y transporte, que aunque traigan más inversión en turismo, algo se queda como gota de sudor que sacrifica su pueblo, algo debemos pagar, trae desarrollo cuesta, grandes condominios, las lapas y loras deben cuidarse de las hélices de las avionetas, el venado ya no duerme tranquilo, su hábitat esta invadido por el desarrollo. Algo debemos pagar…

Algo debemos pagar, para asegurarnos que las tanquetas de los contenedores viajen menos quizás con rumbo a Peñas Blancas o al mismo aeropuerto para trasladar mercadería para afuera o para adentro.

Algo debemos pagar, no importa si usted está en Limón o en Cartago, la factura llega a Hacienda, y de ahí se pagan los “cincos” de esa reparación.

No hay almuerzo gratis dicen los ancianos, pero cuánto deberemos pagar si son días, meses o años.

Quien diantres lo sabrá, por eso, cuando mire el listón patriótico de la reinauguración, pregúntese qué paga usted, qué paga él, qué pagan ellos, qué pagamos todos.

Adelante Guanacaste, tierra querida y adorada, el folclorista y el gui pi pía, el uyuyuy bajura, el tronar de los cascos de la bestia sobre el pavimento, hoy se hacen notar más que antes, cuando las calles eran de tierra o barro.

Pero nos debemos preguntar, cuando éramos felices y nadie lo sabía, hoy vamos camino al desarrollo, pero ojalá sin combustible en el arroyo, para tener agua limpia y cristalina, y no una factura para toda la vida.

Felices 200 años, feliz reinauguración del Puente La Amistad, que la factura que paguemos, no nos violente la paz.