(Bloque Verde, 29-3-2019). Es contundente que a nivel global este el glifosato está siendo rechazado por de la opinión pública, incluso en algunos países se ha sido prohibido; al mismo tiempo se está condenando en tribunales de justicia estadounidenses a Monsanto-Bayer a pagar indemnizaciones millonarias por negligencia sobre sus efectos crónicos en la salud; pese a esto la industria mundial produce el doble de la demanda global, de la cual 80% es formulado en China.
Las consecuencias del uso del glifosato son graves y están relacionadas específicamente con problemas de la salud humana y ambiental, ser precursor de ciertos tipos de cáncer, erosión de la biodiversidad, perdida de fertilidad del suelo, contaminación de alimentos y fuentes de agua, todas afectaciones documentadas y respaldadas con rigurosidad. Una prohibición de este agrotóxico traería beneficios para la población.
Actualmente el Gobierno de Costa Rica analiza la posibilidad de restringir el uso del herbicida glifosato en el territorio nacional, pero esa no es la única acción contra el herbicida más vendido del mundo. Hay en el territorio nacional 16 declaratorias municipales, universitarias e institucionales contra la aplicación del glifosato en áreas públicas. Además, hay un recurso de amparo con el expediente 19-001 662-007-CO interpuesto en la Sala Constitucional, por parte de personas de organizaciones de Bagaces, Guanacaste, que se encuentran afectadas por este plaguicida que algunos lo señalan como causante de la Enfermedad de Insuficiencia Renal Crónica (EIRC).
Hay evidencia de sobra. Incluso científicos argentinos se dieron a la tarea de recopilar 830 documentos con evidencia científica sobre el impacto de este herbicida. Se trata de un compilado entre informes de investigaciones clínicas, experimentales, de laboratorio, revisiones, contestaciones y resúmenes de congresos, que han sido publicados en revistas científicas (Rossi, 2018). Es decir, existe evidencia importante de que las consecuencias del uso de glifosato son mayores que sus beneficios.
En esta coyuntura es importante hacer el ejercicio de pensar en un futuro sin glifosato para que, como sociedad costarricense, podamos tomar una decisión informada.
Según el Instituto Regional de Sustancias Tóxicas (IRET) de la Universidad Nacional “el glifosato es un herbicida altamente hidrosoluble, con la capacidad de contaminar rápidamente aguas de escorrentía y superficiales como ríos y lagunas; se adsorbe a las partículas del suelo y puede, de esta forma, estar biodisponible para organismos que se alimentan por filtración de sedimentos. Es muy tóxico para organismos acuáticos como peces, algas y helechos; medianamente tóxico para anfibios, crustáceos y lombrices de tierra” (IRET 2015).
Según el ingeniero agrónomo Fernando Ramírez, del IRET “el cultivo que más glifosato consume porcentualmente, de acuerdo con el uso total en Costa Rica, es la palma africana (24,9%), le sigue arroz (7,8%), café (5,4%), banano (5,2%), cítricos (4,6%), pastos (3,7%) y frijol (2%). Para otros cultivos perennes como mango, aguacate, mora, rambután, cacao, etc., se estimó un uso en conjunto del 1,1%. Tubérculos como yuca, tiquizque, ñame, ñampí y otros suman un uso del 0,4% y las hortalizas que incluyen papa, zanahoria, repollo, cebolla, chile, tomate junto con melón y sandía suman el 0,4% (Ramírez, 2017).
Ramírez además señala que un 37,1% es usado en labores no agrícolas, esto significa en zonas públicas como calles, parques, aceras, acción ilegal por no estar permitido el uso del glifosato para estas labores.
El glifosato contra la agricultura
Se reportan numerosos efectos negativos de este herbicida en el desarrollo de los cultivos en los que se emplea. Pero sobresalen efectos que tiene que ver con la nutrición de las plantas y con la calidad nutricional de los alimentos que se producen. Para traerlo al plano nacional, en el cultivo del café se sabe que el glifosato está causando intoxicaciones crónicas de la planta, lo que lleva a hacerlas más susceptibles a enfermedades y a bajar su productividad. Lo mismo está pasando en palma aceitera, donde el uso de este herbicida está dañando las raíces del cultivo con grandes pérdidas para el sector.
Por otro lado, se reporta un efecto directo en la fijación de nitrógeno de las leguminosas por la acción del glifosato (Watts, 2016), haciendo que estas plantas no puedan incrementar la cantidad de este elemento en el suelo, fundamental para técnicas de asociación de cultivos utilizadas en prácticas culturales como el asocio de la milpa.
Se sabe que el glifosato inmoviliza nutrientes del suelo, evitando que las plantas puedan absolverlos. “Las partículas de glifosato pueden unirse a los metales (por ejemplo Fe y Mn) y formar complejos glifosato-metal poco solubles en los tejidos vegetales y o en la rizósfera de las plantas. El glifosato retarda la etapa de emergencia de la plántula, deformaciones en las hojas primarias (cotiledones), aumenta la formación de antocianinas en los cotiledones (rasgos de falta de luz), desarrollo desproporcionado de la raíz, senescencia tardía de los cotiledones (retraso en el crecimiento de las plantas) y deformación de las hojas, en comparación a las plantas donde no se aplica el glifosato” (Civeira, 2012).
Un futuro sin glifosato sería una oportunidad para incrementar la productividad agrícola (puesto que ya no se contaminarán los suelos); para transitar a formas de producción de alimentos sostenibles; para disminuir la incidencia de plagas; para aprovechar las tecnologías de cobertura de suelo; para la rotación de cultivos; para el manejo manual de plagas (lo que ayudaría a paliar el desempleo rural). Además, se prevendría la incidencia de enfermedades crónicas para humanos; tendríamos menos riesgo de estar en contacto con agua y alimentos contaminados, entre otros beneficios.
Las alternativas al glifosato ya son una realidad y se están utilizando. Existen prácticas culturales, rotación de cultivos, uso de coberturas, deshierba mecánica y manual, uso de tecnología a base de aire caliente o fuego, entre otros.
En Costa Rica desde el año 2017 se desarrolla un movimiento social para desintoxicar Costa Rica y dejar de ser el país más fumigado del mundo. Es así como personas y organizaciones impulsaron las declaratorias de cantones libres de herbicidas en áreas públicas. Todo un esfuerzo desinteresado que ha dado el fruto de tener hasta el momento 22 territorios libres de estas sustancias.
Contacto: 8826 2270
Notas:
Fernando Ramírez. (2017) Uso del herbicida glifosato en Costa Rica en el periodo 2007 a 2015
http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/uniciencia/article/view/9045/10549
Eduardo Martín Rossi. (2018) Antología toxicológica del glifosato
http://www.biodiversidadla.org/Documentos/Antologia_toxicologica_del_glifosato2
Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET). (2015). Base de datos de ingredientes activos importados en Centroamérica. Universidad Nacional. Costa Rica. http://plaguicidasdecentroamerica.una.ac.cr/
Gabriela Civeira, Ms. Sc. Ing. Agr. (2012)Recopilación sobre los efectos del Glifosato en agroecosistemas http://www.suelos.org.ar/adjuntos/glifosato_en_agroecosistemas.pdf
Meriel Watts, et al. PAN (2016) https://spip.ecologistasenaccion.org/IMG/pdf/informe-pan-glifosato.pdf
Foto: http://www.vocesnuestras.org/
Enviado por Bloque Verde.
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