Racismo y Esclavismo en el contexto de la Campaña Nacional
(Conferencia dada por Vladimir de la Cruz de Lemos, Historiador, Secretario de la Academia Morista Costarricense, en la Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano”, con motivo de la celebración de la Semana Morista, el miércoles 30 de setiembre del 2020)
El Destino Manifiesto fue la manifestación política realizada por los Estados Unidos, desde sus inicios en el siglo XIX, durante este siglo e inicios del siglo XX, particularmente, para expresar sus afanes expansionistas, de manera especial sobre los territorios de la América hispana, desde que empezaban a surgir y desarrollarse los Estados y las Repúblicas en la América, y el Estado mismo de los Estados Unidos, aún con su débil estructura federal, desde una perspectiva geopolítica de la época, que se proyectó a partir de allí, sobre el continente, de diversas maneras hasta nuestros días.
Se justificaba esta doctrina en la idea de que la Providencia, Dios, había dado esa misión a los Estados Unidos. Era también la idea de llevar la “civilización” en punta de lanza por el continente, expandiéndose territorialmente, a la vez que era una forma de enfrentar, confrontar y debilitar las relaciones comerciales que se estaban estableciendo por los países recién independientes del continente con Europa, con Francia e Inglaterra particularmente, y mejorar las relaciones comerciales de los Estados Unidos con esos países.
Desde 1823 se empezó a perfilar la idea, en lo que se conoce como la Doctrina Monroe, que se le debe a John Quincy Adams, de que cualquier intervención europea en el continente se consideraría un acto de agresión, por parte de los Estados Unidos.
Lo que inicialmente era una política contra el colonialismo europeo en la región, frente a los procesos independentistas, se convirtió en la práctica en una doctrina geopolítica de proyección y control de los Estados Unidos en la región. El Presidente Jefferson señaló, luego, que América, los Estados Unidos, tenía un continente para sí misma, desembocando en la política expansionista de los Estados Unidos.
La Doctrina Monroe impulsaba a disponer de más territorio, de extenderse hacia el oeste, y de expandirse, si fuera del caso, con aplicación de la fuerza. Con la adquisición de Texas, 1844-1848, se puso de manifiesto esta intención.
Los líderes de la Independencia latinoamericana reaccionaron contra esta tesis. Al principio favorablemente respecto a la tesis de Monroe, y luego por el líder independentista centroamericano, José Cecilio del Valle, y el venezolano, Simón Bolívar, con el Congreso Anfictiónico de Panamá, de 1826, donde se empezó a esbozar el sentimiento panamericano, enfrentado a la Doctrina Monroe que empezaba a verse como un medio de expresión de la política de los Estados Unidos, lo que se manifestó, poco tiempo después, con la adquisición de los territorios de México, y en el conflicto de Estados Unidos con Inglaterra que también tenía intereses en Centroamérica. Igualmente, Francia tenía intereses en esta región. Al terminar esta década, de 1850 y 1860, se consolida más en la región la presencia estadounidense y se repliegan los ingleses.
Por su parte, los Estados Unidos realizaba las incursiones, como la de William Leslie Cazneau, en Bahía Samaná, en 1854, en República Dominicana, y la de William Walker en Nicaragua y Centroamérica. Anteriormente, en 1833, las había tenido Inglaterra con la ocupación de las Islas Malvinas, y la misma ocupación de la costa de los Mosquitos en Nicaragua. También las potencias europeas se proyectaban en la región, y en el Caribe, particularmente Inglaterra y Francia.
William Walker va a ser una expresión de la Doctrina Monroe. Ya en 1852 Francia e Inglaterra habían invitado a Estados Unidos a celebrar un Tratado para coordinar mejor sus intereses en el Caribe, especialmente hacia Cuba, donde tenían deseos anexionistas.
Parte de esta idea de expansión comprendía llevar también la esclavitud, como sistema de organización económica, a las regiones que fueran anexando o apropiando. La presidencia de James Buchanan, en Estados Unidos, desde 1857 a 1861, estimuló y favoreció el anexionismo.
También pesó en la época la idea de la construcción de un canal interoceánico, por Nicaragua o por Panamá, donde los franceses estuvieron interesados, proyecto que les fracasó.
Se planteó, frente al desarrollo de las explotaciones mineras de California, la posibilidad de un ferrocarril transoceánico en Panamá, entre 1850 y 1855, que resultó también importante para el intento de la construcción del canal. La idea del canal francés se materializó en 1839 con una concesión que se abandonó tras casi 30 años de pensarla, hasta que la retomó Ferdinand de Lesseps en 1879, sin poderla concluir, priorizando, a partir de ese momento, la idea del canal por Nicaragua, lo mismo que por el Istmo de Tehuantepec, en México.
El Canal por Panamá quedará para inicios del siglo XX, donde los Estados Unidos toman la iniciativa, e intervienen favoreciendo la Independencia de Panamá en 1903.
El canal era una necesidad para todo el mundo por el comercio internacional y por el acortamiento de distancias. Estados Unidos lo ve con Colombia, desde 1824 y luego en 1846 cuando tienen previsto Panamá, lo mismo que en Nicaragua desde 1849, cuando firman los Tratados Hise Squier, así como la renuncia, a realizar ese canal, por los Estados Unidos e Inglaterra establecida en el Tratado Clayton Bulwer de 1850, aunque era urgente buscar el paso rápido hacia California, considerada la tierra del oro. En su lugar, mientras no se tuvo el canal, fue que se organizó la Compañía del Tránsito.
La esclavitud se había impuesto especialmente en los Estados sureños de los Estados Unidos, con el desarrollo de las actividades agrarias, principalmente, mientras en los Estados del norte, que iban surgiendo en los Estados Unidos, poco a poco, se impusieron, por el desarrollo industrial de estos Estados, relaciones de producción de mano de obra libre.
Esta dualidad, de estos dos sistemas económicos, dentro del desarrollo político de los Estados Unidos condujo a la Guerra de Secesión, iniciada en 1861 que culminó, en 1865, al triunfar los Estados norteños y establecer la abolición de la esclavitud, y la XIII Enmienda Constitucional en Estados Unidos, que la garantizaba.
Los Estados del sur pretendían de esa manera fortalecer su relación interna con la expansión sobre estos territorios.
De los 34 Estados, que en ese momento formaban parte de los Estados Unidos, en 1861, siete Estados del sur eran esclavistas, e intentaron imponerse organizándose en los Estados Confederados de América, lo que produjo esta guerra interna. Algunos Estados que no formaban parte de esta Confederación mantenían la esclavitud legalizada.
Desde antes de la Independencia de los Estados Unidos los negros, que representaban casi el 20% de la población de las colonias inglesas, cuando se iniciaba el proceso de rebelión independentista, antibritánico, y que llegaban a los 600.000 esclavos, luchaban también por la abolición de la esclavitud, y había quienes, en su nombre también lo hacían, sin lograrlo de manera efectiva, a pesar de que también desempeñaron un papel importante en el proceso independentista norteamericano.
Los Estados del sur eran los que concentraban la mayor cantidad de negros y mantenían las relaciones de producción, sociales y políticas bajo el signo de la esclavitud. Se ha llegado a afirmar que el valor de los negros, considerándolos “propiedad”, o “bienes”, en ese momento, eran más de un cuarto de un billón de dólares, lo cual, desde el punto de vista esclavista era una gran inversión y negocio.
La lucha por la Independencia, y por la Libertad, en los Estados Unidos, por su naturaleza, por su esencia revolucionaria, se oponía, y atacaba la esclavitud.
La esclavitud era fuerte en la década de 1850 especialmente en los Estados del sur. Desde los días de la Independencia de las colonias inglesas se venía discutiendo sobre la esclavitud y su abolición, sobre todo por el papel que en esa lucha también desempeñaron los negros, muchos de ellos obteniendo su libertad por su participación en esa lucha, mientras los Estados que iniciaban tenían posiciones diferentes sobre la esclavitud sin que aún se impusiera una política federal.
En los Estados del sur era más fuerte el esclavismo. Dentro del proceso de Independencia estos Estados acentuaron los controles sobre los esclavos.
En el enfrentamiento de Inglaterra y las colonias inglesas actuaba a favor de los esclavistas la circunstancia de que Inglaterra no levantaba banderas anti esclavistas o abolicionistas en su lucha, porque era, a la vez, un gran traficante y comerciante de esclavos.
Históricamente en 1850 el Partido Republicano recién fundado fue antiesclavista, mientras el Partido Demócrata defendía la esclavitud.
La esclavitud era el tema central de la política interna de los Estados Unidos. El desarrollo económico de la dinámica interna de los Estados Unidos en gestación, se desenvolvía en dos dimensiones, el sur agrarista y esclavista, el norte industrial y antiesclavista. El desarrollo de la industria y del capitalismo moderno necesita mano de obra libre y asalariada, no esclavos, hombres libres.
Por ello, los Estados sureños, todavía a mediados de la década de 1850-1860, apoyaron las avanzadas esclavistas y anexionistas que quiso realizar William Walker, llegando a Nicaragua, el 16 de junio de 1855, al puerto de El Realejo, y estableciéndose allí, donde declaró de nuevo la esclavitud, ese año de 1855, provocando la llamada Guerra de 1856 y 1857, donde el ejército de Costa Rica, jefeado por el Presidente de la República, Juan Rafael Mora Porras, avanzó sobre el suelo nicaragüense para liberar a Nicaragua, e impedir la anexión de las tierras centroamericanas y que Walker sometiera a la esclavitud a los pueblos centroamericanos.
Exitosa, táctica y estratégicamente, fue la guerra desarrollada por Costa Rica, a la que se sumaron, en la segunda parte de esa guerra, superada la crisis provocada por la peste del cólera, después de la Batalla de Rivas, el 11 de abril de 1856, las fuerzas militares de los otros estados centroamericanos, siempre bajo la guía táctica y estratégica del Presidente Juan Rafael Mora, de su hermano el General José Joaquín Mora, y de su Estado Mayor.
Abraham Lincoln en 1858 propuso detener la expansión de la esclavitud. La Corte Suprema había declarado en 1857 que los esclavos eran inferiores y que no tenían derechos. La esclavitud fue el móvil por el control de territorios. Con el mantenimiento de la esclavitud se aseguraba la no igualdad racial y a los esclavos como factores económicos. En Texas se afirmaba que la raza negra era inferior y dependiente. En los Estados del sur se sostenía la tesis del derecho a mantener la esclavitud.
En la composición de los Estados que iban surgiendo se estableció un equilibrio entre estados esclavistas y no esclavistas para igualarse con los representantes, ante el Senado, donde había un número igual de senadores por cada Estado.
Mediante esta política se justificaba la expansión territorial, por la vía de la apropiación a la fuerza, la anexión y la compra de territorios. El proceso de expansión de las 13 colonias, hacia el oeste, en una dinámica paralela hacia el norte y hacia el sur, procurando equilibrio, condujo a que los Estados Unidos se volcaran sobre los territorios mexicanos, algunos de estos anexados por la complacencia del General Antonio López de Santa Anna, que facilitó la venta de territorios.
Así México perdió Texas, en 1845, que inicialmente declaró su Independencia, y California, en 1848. Por la llamada guerra México Estados Unidos, de 1846, se apropian de los territorios de Colorado, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah, los territorios de Wyoming, Kansas y Oklahoma, correspondiente todo esto a casi el 60% del territorio mexicano de esa época.
En la guerra mexicanoamericana de 1846-1848, que definió parte de la frontera, el problema de la esclavitud estuvo presente, por el reclamo que entonces hacía Texas, como estado esclavista que era, de territorios. De esta guerra con el Tratado Guadalupe Hidalgo Estados Unidos se aseguró los territorios mexicanos y se impuso la idea de que los mexicanos eran personas inferiores y la tesis de que cada Estado de la Unión definiría su situación respecto a la esclavitud. Esta expansión en 1848 también se quiso llevar a las Antillas.
En 1853 México vendió parte de sus territorios a los Estados Unidos para que se construyera la ruta ferrocarrilera hacia california. En 1867 Rusia vendió Alaska a los Estados Unidos, como parte de este proceso expansionista. Igual va a suceder con La Louisiana, en 1812, y la Florida, en 1845, compradas a Francia y a España respectivamente.
Por esta visión política los Estados Unidos, además, intervinieron en 1824 en Puerto Rico, en 1845 y 1847 en México, en Nicaragua en 1855, y en Centroamérica, bajo la sombra de los filibusteros de William Walker desde ese año hasta 1857, cuando fue derrotado y expulsado de Centroamérica, intentando regresar luego, hasta que en 1860 fue capturado en Honduras y fusilado.
En la ruta hacia California, en el Pacífico, se estableció la ruta de Oregón, en 1842, que facilitó el traslado de colonos, que se impusieron, hacia 1851, sobre las comunidades indígenas sioux y apaches. Los indígenas de New York, Michigan y Florida eran igualmente trasladados hacia el Medio Oeste, y en 1851 establecieron las Reservaciones Indígenas por ley.
El descubrimiento de las minas de oro y plata en California, a principios del siglo XIX, produjo un movimiento masivo de personas desde la costa este de los Estados Unidos hacia esa zona. Por tierra el proceso fue violento, lento y cruel.
El enfrentamiento con las comunidades indígenas, y su liquidación hasta donde se pudo, y la exterminación y cacería de búfalos fue parte de la leyenda, y de la historia, que se tejió alrededor de esa expansión hacia el oeste.
No se había aún construido el ferrocarril transcontinental, que atravesara los Estados Unidos, obra que culminó hacia 1865, lo que obligaba a buscar otras rutas. Así desarrollaron la ruta del Tránsito, que debe su nombre a la Compañía Accesoria del Tránsito, surgida con ese propósito, desde 1850, que hacía viajes desde la costa este, en el Atlántico, hasta California, en el Pacífico, bajando toda la costa de los Estados Unidos, desde New York, pasando por New Orleans, siguiendo el Golfo de México, continuando el recorrido por la costa mexicana y centroamericana hasta llegar a la desembocadura del Río San Juan, en ese entonces, una región dominada por los ingleses, hasta el puerto de San Juan del Norte, o Georgetown, donde se adentraban por el río San Juan hasta el Gran Lago de Nicaragua, para cruzar el Estrecho de Rivas, y desde allí, en San Juan del Sur, tomar de nuevo la ruta naviera hacia California. En este movimiento se llegó a movilizar alrededor de 1000 personas por mes. Cornelius Vanderbilt estuvo al frente de esta Compañía, que durante la presencia de Walker en la región no se prestó a servirle a sus intenciones, por lo que le anuló, siendo Presidente de Nicaragua, los derechos de la Compañía, de trabajo, otorgándoselos a otra empresa formada por Walker y otros, el 16 de febrero de 1856.
Desde 1847 gobiernos latinoamericanos como los de Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú se preocupaban por esta presencia de los Estados Unidos en la región.
En este contexto aparece William Walker, médico, periodista, abogado, norteamericano, organizador de filibusteros, a modo de mercenarios, que movilizaba para ocupar territorios en el continente. Sus primeras incursiones de conquista de territorios las hace en México, en Sonora y Baja California, donde llegó a fundar, en 1853, la República de Sonora.
Aprovechando conflictos internos en Nicaragua, llegó en 1855, para sumarse en las fuerzas que combatían al Presidente Fruto Chamorro Pérez. Su presencia y participación le llevó a asumir en 1855 el poder siendo electo Presidente de Nicaragua. Su condición de Presidente le fue reconocida por el gobierno de Estados Unidos.
En esta situación visualizó la idea que traía de impulsar el dominio de todos los territorios de Centroamérica, para desarrollar aquí la esclavitud y el anexionismo a los Estados Unidos.
Walker imbuido de la Doctrina del Destino Manifiesto justificaba la anexión de Centroamérica, por cualquier medio que fuera, incluida la lucha militar, aprovechando el poder que ya tenía en Nicaragua.
Para sus planes reclutó filibusteros, que entre 1840 y 1860 se desarrollaron como mercenarios, como grupos militares privados, que se contrataban para guerras particulares y privadas, no oficiales de gobierno alguno, que provocaban conflictos con Estados Unidos. Así, en 1852, 1854 y 1857 filibusteros operaron en Sonora, donde fueron derrotados y algunos dirigentes de ellos fueron fusilados.
Así, también, William Walker llegó a Sonora y Baja California, estimando que ante la ocupación francesa de México era mejor que fuera la ocupación norteamericana. En 1853 proclamó la República de Baja California, y luego en 1854 se proclamó Presidente de Sonora, ignorando los pactos realizados en 1853 por el General Santa Anna.
En su propósito arrastró a la organización de una lucha, contra su presencia en territorio nicaragüense, por parte de Costa Rica, a los países centroamericanos que también se sumaron contra él, por el peligro que para ellos también significaba.
Los países centroamericanos recién acababan de separarse de la República Federal de Centroamérica. Intentos de separación desde 1838 habían acabado con el proyecto unionista. Intentada de nuevo la Unión, en 1842, con Francisco Morazán, gobernando desde Costa Rica, fracasó nuevamente con su fusilamiento ese año.
En 1848 los países que se reunían en la República Federal prácticamente ya se habían separado, y declarado, cada uno, en República, totalmente independientes. Así empezaron a tener relaciones diplomáticas propias y reconocimientos oficiales como Repúblicas Independientes de la Federación, y proyectar también de mejor forma sus propias relaciones económicas y comerciales internacionales.
La separación de la República Federal agudizó, en algunos de los países, las contradicciones internas, como fue el caso de Nicaragua, situación que fue aprovechada por William Walker para llegar allí, a participar activamente del lado de uno de los bandos políticos, y hacerse con el Poder político en 1855, desde donde pretendía impulsar su sueño de control y dominio de todos los cinco países, y de establecer la esclavitud y la anexión a los Estados Unidos.
En noviembre de 1855 restableció la esclavitud en Nicaragua, la que había sido abolida desde el 17 de abril de 1824, por disposición de la República Federal Centroamericana, por impulso del prócer salvadoreño José Simeón Cañas y Villacorta, declarándose, en 1824, que en adelante nadie que naciera en Centroamérica sería esclavo.
La presencia suya, de gobernante extranjero, esclavista y anexionista, alertó a los países vecinos, principalmente a Costa Rica.
La capacidad militar de Costa Rica para enfrentar a los filibusteros norteamericanos de Walker resultaba de la preparación que el país venía haciendo, con su Ejército, para enfrentar un eventual conflicto militar con Nicaragua, que reivindicaba como suyo los territorios del Partido de Nicoya, que se habían adherido a Costa Rica el 25 de julio de 1824.
Las reclamaciones constantes de Nicaragua en los organismos políticos de la Federación Centroamericana siempre afirmaron los derechos de anexión del Partido de Nicoya y de Costa Rica. Por eso, los gobiernos de Costa Rica, especialmente, el de Juan Rafael Mora Porras, a partir de 1849, enfatizó en la preparación militar nacional para un evento militar de esa naturaleza.
Con William Walker renacía de nuevo la idea de la Unión Centroamericana bajo su dominio y bajo su esclavismo. A Walker en Estados Unidos lo veían como un patriota del sur, de los estados sureños. Quería introducir la esclavitud y el tráfico de esclavos, quería extender los territorios de la Unión Americana.
En ese momento, a inicios de la década de 1850, los países centroamericanos no solo estaban realizando sus primeros pasos en el reconocimiento diplomático internacional, como Repúblicas totalmente independientes cada una, separadas ya de la República Federal, sino que también estaban afirmando sus nuevas relaciones comerciales propias e insertándose de esa manera, independiente, en los mercados europeos.
La declaración de la esclavitud en Nicaragua, hecha por Walker, hizo que el Presidente Juan Rafael Mora llamara al pueblo a prepararse para la guerra, a finales de 1855, en su Primera Proclama, la del 20 de noviembre de 1855, en la cual advirtió claramente que “una gavilla de advenedizos, escoria de todos los pueblos, condenados por la justicia de la Unión americana, no encontrando ya donde hoy están con qué saciar su voracidad, proyectan invadir a Costa Rica para buscar en nuestras esposas e hijas, en nuestras casas y haciendas, goces a sus feroces pasiones, alimento a su desenfrenada codicia”, llamando, además, a los filibusteros, “horda de aventureros apóstatas de su patria”, e indicando que “aquí no encontrarán jamás los invasores, partido, espías ni traidores. ¡Hay del nacional o extranjero que intentare seducir la inocencia, fomentar discordias o vendernos!”, llamamiento que apoyó el Obispo Anselmo Llorente y la Fuente, que llamó a los católicos a prepararse para luchar contra el “bárbaro protestante”, y en defensa de la fe católica, con su Pronunciamiento, el 22 de noviembre de 1855, a apoyar al Gobierno en su lucha contra los filibusteros.
En enero de 1856 el Gobierno de Costa Rica rechazo emisarios de Walker, lo que hizo que Walker invadiera el territorio nacional afincándose en la Hacienda Santa Rosa, en Guanacaste. El Presidente Mora ya había tomado la decisión de ir a enfrentar en Nicaragua a Walker.
A principios de marzo, con la Segunda Proclama, del 1 de marzo de 1856, marcha hacia el norte del país. Claramente el Presidente Mora tenía el convencimiento de que Nicaragua estaba sometido y bajo la esclavitud.
Esa Segunda Proclama es contundente, en su llamado: “¡A las armas! Ha llegado el momento que os anuncié. Marchemos a Nicaragua a destruir esa Falange impía que la ha reducido a la más oprobiosa esclavitud. Marchemos a combatir por la libertad de nuestros hermanos.”
Con claridad igual advierte que los filibusteros “nos desafían audazmente e intentan arrojar sobre nosotros las mismas ensangrentadas cadenas” … “No vamos a lidiar por un pedazo de tierra: no por adquirir efímeros poderes; no por alcanzar misérrimas conquistas, ni mucho menos por sacrílegos partidos. No, vamos a luchar por redimir a nuestros hermanos de la más inicua tiranía: vamos a ayudarlos en la obra fecunda de su regeneración, vamos a decirles: Hermanos de Nicaragua, levantaos: aniquilad a vuestros opresores. Aquí venimos a pelear a vuestro lado por vuestra libertad, por vuestra patria.” … “Paz, justicia y libertad para todos. Guerra sólo a los filibusteros”.
Llamaba el Presidente Mora a combatir “por nuestra patria idolatrada y la independencia hispanoamericana”, para él claramente amenazada.
De allí la importancia de esta Guerra Nacional y Centroamericana, que de manera definitiva ponía en juego la rotunda Independencia, y afirmaba las independencias, establecidas desde el 15 se setiembre de 1821, detonadas por Guatemala, en El Salvador el 21 de setiembre, en Honduras el 28 de setiembre, en Nicaragua el 28 de setiembre y ratificada el 11 de octubre, en Costa Rica el 29 de octubre, afirmadas de nuevo por las Provincias Unidas de Centroamérica, pero amenazadas por Walker, desde Nicaragua, a la que ya tenía sometida.
La Guerra Nacional así se inscribe en la definitiva afirmación y consolidación de la Independencia, de la Soberanía y la Libertad de las Repúblicas de Centroamérica y en asegurar la Libertad plena de los pueblos de Centroamérica amenazados de ser sometidos a la esclavitud.
Los filibusteros después de su fracaso negociador con el Gobierno de Juan Rafael Mora, a principios de 1856, para someternos a sus designios, deciden invadir Costa Rica, empresa que realizan en marzo de 1856, donde llegan a instalarse en la Hacienda Santa Rosa, en Guanacaste.
La tropa costarricense movilizada desde principios de marzo, se empieza a concentrar en Liberia, el 17 de marzo, conociendo la situación de entrada de los filibusteros y preparando su ataque.
El 20 de marzo logran derrotar a los filibusteros en Santa Rosa infringiéndole una gran derrota moral. Se ordena limpiar toda la parte fronteriza con Nicaragua de la presencia filibustera y de tomar el Río San Juan, paralizándose durante la guerra, de esa forma, la vía comercial del Tránsito, que llegó a ser dominada por Costa Rica, al tiempo que los filibusteros trataban de dominarla como vía de abastecimiento.
El 10 de abril de nuevo se derrota a los filibusteros en la Batalla de Sardinal, donde confluye el Río Sardinal con el Río Sarapiquí. Con ello se terminó de expulsar a los filibusteros del territorio nacional.
Pocas horas después se produciría la Batalla de Rivas, del 11 de abril de 1856, donde nuevamente les infringimos a los filibusteros, una derrota demoledora, en una batalla de muchas horas y muy sangrienta, resultado de la cual se produjo unos días más tarde la peste del cólera, que obligó a la tropa y el ejército costarricense a replegarse al territorio nacional, con un efecto catastrófico por la diseminación y expansión de la peste del cólera, que también tuvo repercusiones a el Salvador y Honduras. Superada esa situación volvimos rápidamente al escenario de la guerra, para continuar el esfuerzo de expulsión y liquidación definitiva de los filibusteros en suelo nicaragüense y centroamericano, logrando su rendición el 1 de mayo de 1857.
En el curso de la guerra contra los filibusteros también se movilizaron, al lado de los ejércitos centroamericanos, junto a los diferentes grupos sociales que se integraron militarmente, o en el apoyo logístico, indígenas, ladinos y mestizos, de Nicaragua y El Salvador
Cornelius Vanderbilt, en este escenario de guerra, no se plegó a los intereses de William Walker, y tuvo apoyo del Presidente Juan Rafael Mora para sus proyectos en el río San Juan.
Inglaterra por su parte movilizó una escuadra a San Juan del Norte. Los ingleses no veían con buenos ojos a Walker, por lo que en su último intento de volver a Centroamérica, en 1860, cuando lo capturan los ingleses, lo entregan al gobierno de Honduras que lo fusila el 12 de setiembre de 1860.
Con la idea de la esclavitud William Walker también imponía el racismo, considerando que los estadounidenses eran superiores a los habitantes de estas regiones, para él de mestizos, y resultantes de las mezclas raciales que venían desde la colonia española.
De conformidad a estas teorías racistas los mestizos debían ser “regenerados” e imponerles los ideales de libertad y democracia que estaban en marcha en Estados Unidos.
Como práctica ideológica el racismo defendía y justificaba la superioridad de la raza blanca, en este caso, sobre las castas y manifestaciones raciales centroamericanas, consideradas por Walker como inferiores. La idea de raza superior también estaba determinada, según los filibusteros, por la Providencia, y destinada a desplazar a razas débiles, o asimilar y moldear otras.
Si en los Estados Unidos el racismo era una expresión de dominación, y de sometimiento a la esclavitud, sobre la población negra, aquí, para Walker, lo era sobre la totalidad prácticamente de la población, que incluía negros, indígenas y sus distintas mezclas raciales.
El racismo suponía una mezcla de sangres, puesto que la colonia española había posibilitado y permitido un amplio espectro de castas o grupos sociales resultantes de esas mezclas. Dentro del orden colonial español, en todo el continente, se llegaron denominar cerca de 20 grupos resultantes de estas mezclas, obviamente todos ellos en inferioridad social respecto a los españoles, fueran peninsulares o criollos, a los blancos, que ejercían el control de la vida política, económica y cultural en general.
Para la mentalidad esclavista de Walker la población era de sangre impura, aunque en la América española se podían considerar sangres puras la blanca, la negra y la indígena. Las mezclas de estos grupos humanos producían distintos grupos raciales o castas. Aun así indígenas y negros estaban en situación de inferioridad frente a los españoles y europeos.
La distinción racial impuesta por los españoles derivaba también de las distinciones que en España se habían hecho respecto a la presencia judía, musulmana y los grupos que resultaron de sus procesos de conversión.
Las categorías raciales reconocidas habían impuesto en la vida colonial una pirámide de relaciones sociales, donde en la cima estaban los grupos blancos, peninsulares y criollos, y hacia abajo la colocación del resto de los grupos sociales dependiendo el grado de mestizaje.
El racismo se impuso en América desde el momento mismo de la llegada de los europeos, desde 1492, y con el desarrollo de formas esclavistas que fueron dándose, distinguiéndose los europeos de los demás, e imponiéndose ellos como superiores y dominadores, y obligando por ello, también, a las relaciones de trabajo y de producción que caracterizaban esta distinción racial, de poder y de dominio, justificada desde ese entonces no solo por las leyes que los españoles impusieron, y obligaron a acatar, sino también por valores morales y religiosos que así, de igual manera, lo justificaron, y también impusieron.
En los Estados Unidos, los colonos ingleses cuando llegaron de igual modo actuaron. El racismo fue usado para justificar la esclavitud, que en el caso estadounidense, fue principalmente sobre población negra, y como se dijo en una ley de 1775, sobre aquella población que no fuera cristiana, y en la liquidación y sometimiento de las comunidades indígenas.
Aun cuando en 1865 se llegó a abolir la esclavitud permaneció por más de un siglo la segregación racial, una forma brutal del racismo en los Estados Unidos. Ese mismo año, 1865, surgió en los Estados Unidos, una de las organizaciones más tenebrosas y criminales de estas políticas racistas, el Ku Klux Klan, aún vigente en ese país.
Todavía hoy hay manifestaciones brutales y violentas hacia la población negra, afroamericana, por parte de sectores blancos de la sociedad norteamericana, donde parte de este racismo se expresa en las nuevas manifestaciones que se agrupan, entre otras formas, en las llamadas corrientes y grupos de supremacistas blancos, que sostienen la superioridad de las personas blancas sobre otros grupos sociales.
Bajo el racismo se agrupan todas las teorías que justifican la existencia de razas superiores e inferiores, que implica subordinación de unos a otros. Se agrupan también todas las formas de intolerancia racial entre personas, grupos étnicos y pueblos. En los sistemas coloniales sirvió para justificar la explotación despiadada de miles de trabajadores. Se expresa también el racismo con discriminación social, segregación social, exclusión y marginación social.
En el siglo XIX con el desarrollo de la ciencia y de la biología también se dio el racismo justificado en estudios biológicos, donde se llegó a establecer cuatro razas humanas, a partir del color de la piel, la raza blanca, la raza negra, la raza amarilla y la raza cobriza. Esto incluso llegó a servir para justificar el colonialismo, el jingoísmo o la violencia sobre otras naciones de una forma ultranacionalista y expansionista, como lo realizaron los británicos o ingleses en distintas partes de América, África, Asia y Oceanía, que permitió también la repartición de territorios por parte de las potencias europeas, especialmente en África.
También sirvió para desarrollar teorías de selección natural, siguiendo la selección de las especies, para distinguir cuáles grupos raciales están más evolucionados que otros, de manera que los estadounidenses se consideraban más evolucionados.
Incluso con los hallazgos arqueológicos y antropológicos se llegó a elaborar la teoría de la superioridad europea, blanca, en este sentido, sobre los otros grupos humanos, hasta que empezaron a descubrirse los restos humanos más antiguos en Africa, creando entonces nuevos enfoques sobre el origen del hombre, orientados a la posibilidad simultánea del origen en diversas partes del mundo.
Hoy estas corrientes están más debilitadas en la ciencia biológica y en las ciencias antropológicas, pero siguen teniendo sus seguidores.
Finalmente, en el aspecto coyuntural de la década 1850-1860, como marco en el que se desenvuelve la presencia filibustera de William Walker en Centroamérica hasta su fusilamiento, se producen, entre otros los siguientes acontecimientos:
En 1850 Inglaterra y Estados Unidos firman el Tratado Clayton Bulwer asegurándose mutuamente la ruta canalera en Centroamérica.
En 1852 se produce un grupo expansionista en Estados Unidos llamado La Joven América.
En 1852 Inglaterra invade islas hondureñas, dependencia de Belice, para impulsar una colonia en Bay Islands.
En 1853 Estados Unidos alega ante España derechos sobre la Isla de Cuba.
En 1853 William Walker es derrotado intentando adueñarse de territorios en México.
En 1853 un senador norteamericano señala que los Estados Unidos está destinado a hegemonizar a los países del continente y rechazan la presencia inglesa en Belice.
En 1854 se produce un enfrentamiento militar entre Estados Unidos e Inglaterra por disputas territoriales en Nicaragua.
En 1854 se prepara la expedición filibustera de William Walker.
En 1854 Estados Unidos bombardea San Juan del Norte, en Nicaragua.
En 1855 llega Walker a Nicaragua, lo que provoca un nuevo enfrentamiento de Estados Unidos con Inglaterra. Walker habla de la raza pura americana contrastada con la raza mestiza hispano india de México y Centroamérica. En San Juan del Norte dos militares norteamericanos, Kinney y Fabens, se adueñan por un corto período de San Juan del Norte, estableciéndose Kinney como Presidente de ese sitio.
Entre 1856 y 1857 se produce la Guerra Nacional Centroamericana contra la presencia filibustera en Nicaragua.
En 1856 con el Tratado Dallas Clarendon Estados Unidos acepta que Inglaterra se apropie del territorio guatemalteco de Belice.
En 1856 Walker cesa los contratos de Vanderbilt y se los da a los banqueros Morgan y Garrison.
En 1856 el representante norteamericano en Nicaragua, Wheeler, reconoce a Walker como Presidente de ese país.
En 1856 se le infringen a Walker las derrotas de Santa Rosa, Sardinal, Rivas y en la Hacienda San Jacinto.
En 1856 Walker se proclama Presidente de El Salvador y Honduras y restablece la esclavitud.
En 1856 Walker incendia la ciudad de Granada, en Nicaragua.
En 1856 el Presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce recibe al Presbítero Andres Vigil como representante oficial de Walker, en medio de una protesta del cuerpo diplomático latinoamericano en Washington.
En 1856 se hacen gestiones centroamericanas de ayuda ante Francia e Inglaterra.
En 1856 los esclavistas del sur de Estados Unidos atacan a los abolicionistas del norte, acusándolos de estar atados “al socialismo y al comunismo”.
En 1856 el Ministro de Guatemala en Washington propone una Conferencia Americana Defensiva, ante todos los diplomáticos latinoamericanos, a realizarse en Río de Janeiro, para evitar “ser oprimidos por Estados Unidos como por Inglaterra”.
El 18 de noviembre de 1856 se firma el pacto defensivo hispanoamericano en Washington, por representantes de Nueva Granada, Guatemala, El Salvador, México, Perú, Costa Rica y Venezuela.
En 1857 Perú denuncia la agresión de Estados Unidos a Centroamérica.
En 1857 un barco norteamericano bombardea San Juan del Norte y provocan un incendio en la ciudad.
En 1857 Chile, Perú y Ecuador firman un Tratado para protegerse de aventuras militares como la de Walker en Centroamérica.
1 de mayo de 1857 se rinde Walker, sale de Centroamérica, pero es recibido como un héroe en Estados Unidos.
En 1858 Estados Unidos le impone el Tratado Cass Irisarri con el cual asegura el libre tránsito por cualquier parte de su territorio, con derecho a la intervención civil, militar y económica.
En 1858 el Presidente Buchanan declara que Centroamérica caerá algún día por la gravitación natural de las cosas bajo la jurisdicción de los Estados Unidos. Buchanan consideraba que deberían intervenir los tres istmos, el de Tehuantepec, el de Nicaragua y el de Panamá.
En 1860 Estados Unidos interviene en Honduras.
En setiembre de 1860 William Walker es capturado por ingleses que lo entregan las autoridades hondureñas que lo fusilan el 12 de setiembre de 1860.
En 1862 Costa Rica propuso limitar el intervencionismo con un Tratado de respeto mutuo.
Con motivo de una fecha como la de hoy, 30 de setiembre de 1860, cuando fue asesinado el Presidente Juan Rafael Mora Porras, y dos días después, de igual manera, el General José María Cañas Escamilla, evocamos a los Héroes Nacionales, conductores, y grandes estrategas y tácticos, para exaltarlos como nuestros grandes defensores de la Independencia Nacional, de la Soberanía Nacional y de la Libertad del pueblo costarricense y de los pueblos centroamericanos.
De su asesinato de Estado está pendiente todavía en el país el Funeral de Estado que se les debe a estos Héroes nacionales.
Sus asesinos, quienes tomaron la decisión de su fusilamiento, fueron José María Montealegre, Julián Volio, Francisco María Iglesias, Vicente Aguilar Cubero y Máximo Blanco.
En la perspectiva de la celebración del Bicentenario de la Independencia debemos impulsar la realización de este Funeral de Estado, tarea que la Academia Morista Costarricense promoverá y mantendrá izada esta Bandera hasta su realización.
La Campaña Nacional de 1856 – 1857 es uno de los episodios más trascendentales de Nuestra Historia Patria, de nuestra Independencia, Soberanía Nacional y Libertad.
Un elemento importante de la Guerra Nacional contra los filibusteros, y sus afanes anexionistas y esclavistas, es que al término de la guerra, el 15 de abril de 1858, Costa Rica y Nicaragua firmaron el Tratado Cañas Jerez, poniendo fin a la disputa territorial que Nicaragua reclamaba sobre el Partido de Nicoya, al aceptarlo como parte integral costarricense de la frontera común que tenemos, pero hizo surgir otro problema constantemente alimentado por los nicaragüenses cual es el de la libre navegación por el Río San Juan.
La memoria que podamos rescatar de ella, de la Guerra Nacional contra los filibusteros, refresca nuestra visión cotidiana y nos permite estar alerta ante el porvenir.
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