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Etiqueta: abstencionismo electoral

Oteando las elecciones municipales

Vladimir de la Cruz

Apenas terminó el proceso de las elecciones municipales, en los 84 cantones, el domingo pasado, casi de inmediato, a partir de las 8 de la noche, el Tribunal Supremo de Elecciones empezó a dar los primeros resultados, provisionales, pero definitivos en sus proyecciones.

La última palabra la dará en pocos días cuando revise más detenidamente la papelería electoral, los informes de las Juntas y analice, con cuidado, voto por voto, aquellos resultados donde se acredita un ganador por pocos votos de diferencia. Cuando esto sucede lo que ocurre es que los fiscales de los partidos interesados revisan esos votos con lupa, con la intención de anular votos o de rescatar votos, de los que fueron anulados, porque de ello depende que suban o resten los votos originalmente reportados, y ello pueda dar origen a un cambio en el resultado declarado provisionalmente.

El lunes, como sucede en todos los procesos electorales de Costa Rica, el país amaneció con una paz y calma de cementerio, relajado tranquilo, como si nada hubiera pasado el domingo 4 de febrero.

Calma porque todos los votantes se dieron por satisfechos del proceso electoral, independientemente de los resultados, de ganadores y perdedores, porque así se ven los resultados, de electos y no electos a los puestos de gobiernos municipales. No hay muertos ni heridos, durante las votaciones, ni como resultado de ellas, como ocurre en enfrentamientos dolorosos en otros países del vecindario. Ni qué decir de Nicaragua o de lo que está moviéndose como aguas turbulentas en Guatemala, con la elección de Bernardo Arévalo, o como ocurre un poquillo más al sur, en Venezuela, donde se privan derechos de participación y se inhabilitan candidatas.

Calma porque los abstencionistas, con su ausencia en las urnas, avalaron la decisión tomada por los que se presentaron a ejercer su derecho al sufragio, que no es obligado en el país. De hecho, los abstencionistas se suman en silencio apoyando al grupo, al partido, al candidato o a las personas electas.

De cementerio, porque el resultado de los votos tumba emocionalmente a los que no fueron electos, como personas, como grupos alrededor de los candidatos y a sus mismos partidos, a quienes se les pone visualmente esa marca de funeraria, cuando no de hospital, en sus salas de enfermos de cuidados intensivos, según se interpreten los resultados electorales, que también se comparan, como con los expedientes clínicos hospitalarios de los pacientes, de cómo avanzan progresivamente recuperándose de sus males o cómo se les agudizan sus signos de enfermedades y males, que pueden ser fatales.

El abstencionismo se mantuvo alto, un 68.04%, aunque tuvo un leve descenso.

Con ese entorno daré algunos vistazos sobre los resultados provisionales. En ocho cantones el abstencionismo fue inferior al 50%.

Curiosamente donde hay más concentración urbana y poblacional hubo más abstencionismo. ¿Qué ha pasado con las municipalidades que no se sienten en esas comunidades? ¿Es solo un problema de las municipalidades o del Gobierno Central? ¿Los servicios municipales no se atienden como se debiera para motivar a la ciudadanía en sus deberes cívicos y electorales?

Los cantones con mayor abstencionismo son los siguientes: Desamparados: 78,56%, Alajuelita: 77,62%, San José: 76,97%, Heredia: 76,76%, Goicoechea:76,62%, Coronado: 75,55%, La Unión: 74,8%, Curridabat: 74,58%, Tibás: 74%, Moravia: 73,19%, Montes de Oca: 73%, Pococí: 72,65%, Liberia: 72,1%, Alajuela: 71,25%, Aserrí: 70,84% y Buenos Aires: 70,57%.

En el caso de la municipalidad de San José, con un alcalde que ha estado allí más de 30 años, ¿qué ha hecho para dañar tanto la participación ciudadana? Pero no ha sido solo un problema del alcalde. También lo ha sido del partido de ese alcalde, principalmente Liberación Nacional. Esto es lo que hay que ver.

Si hay desidia electoral se debe en mucho a los mismos partidos políticos, que no realizan ninguna actividad política, en sus cantones a cargo, para fortalecer la educación cívica, la formación ciudadana, la cultura electoral y democrática. Poco les importa la participación ciudadana. Esto es lo que está haciendo el Presidente Chaves, educando, especialmente los miércoles en sus sesiones de prensa, a su manera, a los ciudadanos que atentamente le siguen, que les genera confianza porque se identifica con ellos. Se desilusionarán de él si no ven frutos concretos, pero puede llevar su tiempo. Le quedan 27 meses de gobierno.

1.- En esta elección hubo dos nuevos cantones, llegándose a la suma de 84 pequeñas repúblicas, como las he venido señalando. Recordemos que los cantones son divisiones territoriales en el interior de las siete provincias de todo el territorio nacional. Como territorios tiene cada uno sus propios límites, su propia población, que puede ser alta o baja, en número de habitantes y de votantes. Tiene cada uno su propio gobierno y con ello sus propias autoridades, que fue lo que se eligió el domingo. Esas autoridades se representan en los alcaldes y vicealcaldes, en sus concejos municipales y distritales, con sus regidores y síndicos propietarios y suplentes, y los intendentes donde los hay.

Como se realizan las elecciones a nivel presidencial, el que se impone con mayoría de votos gana la alcaldía y, por proporción de votos, se integran los concejos municipales y distritales, como ocurre con la Asamblea Legislativa.

Con este primer resultado se tienen partidos y candidatos ganadores de las alcaldías y se tiene la integración de los concejos con representantes de varios partidos. En lo que se ha informado hasta ayer, no hay un solo concejo que lo haya ganado un solo partidos, ni siquiera de los últimos cantones, que son minúsculos en votantes. De esta manera, hay gobiernos compartidos.

De esto queda por definir, que el primero de mayo próximo al integrarse oficialmente los concejos municipales y distritales, quienes son nombrados presidentes de ellos, lo que cuenta en el haber de los partidos políticos para significar su mayor importancia, por la mayor cantidad de presidencias municipales y distritales que puedan tener, que son resultantes naturales de alianzas, de ese día, entre las fuerzas políticas que se representan en esos concejos.

Cuando hay gobiernos y partidos de gobiernos fuertes esto es importante para el gobierno y su partido, como para el Presidente, porque le permite medir el impacto de su gestión. En el caso actual, el gobierno de la república carece de partido, de partido fuerte que así mismo se reconozca como partido gobernante. Lamentablemente no se pudo medir el impacto de la gestión presidencial en esta ocasión. Hubiera preferido que se hubiera podido medir con la participación de sus partidos municipales. Su resultado hubiera sido sorpresivo y un buen espejo para el resto de los partidos políticos.

El propio Presidente de la República está como el niño perdido de La Llorona, sin partido propio, sin partido fuerte, sin haber podido participar de manera certera con los partidos que intentó inscribir desde la Casa Presidencial con sus alfiles políticos, con sus oficiales, con sus obispos, más no con sus caballos, que son iguales en puntos de equivalencia…, pero el caballo siempre será caballo y eso fue lo que aparentaron los que dirigieron los movimientos ajedrecísticos de la Casa Presidencia al inscribir sus partidos, al mover sus piezas, en el ajedrez político de estas elecciones.

Volviendo al cuento de La Llorona, que es un cuento de terror, de origen mexicano, que aquí también lo tenemos en la versión costarricense, a La Llorona se le reconoce la existencia de tres hijos, así como la casa de gobierno tuvo tres hijos, que los perdió, el partido Progreso Social Demócrata, y los partidos Pueblo Soberano y Aquí Manda Costa Rica, que fueron casi partidos no natos, casi perdidos… Los hijos de La Llorona desaparecieron en medio de una tragedia que la madre no pudo atender…Los partidos del presidente se perdieron por tragedias que los directores de sus orquestas partidarias, y el propio presidente, no pudieron resolver, de sus partituras políticas, que debían seguir, que no las entendieron o poco les importaba su existencia.

2.- Hubo una renovación forzada de liderazgos cantonales impuesta por la ley, que prohibió que 46 alcaldes y autoridades municipales que llevaran dos ejercicios de gobierno no podían aspirar a ser electos para un nuevo período. Así hubo necesidad de cambiar casi el 50% de los alcaldes. De los 30 que podían reelegirse 23 lo lograron, algunos de ellos cambiando de partido político. Diecinueve alcaldes reelectos lo hicieron por los partidos que los habían elegido, incluidos partidos cantonales como Alianza por Sarchí (APS), La Gran Nicoya (LGN) o Auténtico Santacruceño (PASC). Estos 23 no jugarán para las elecciones de alcaldes del 2028. De los alcaldes reelectos 4 cambiaron de partido y 4 crearon nuevos partidos. De los reelectos Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana reeligieron 7 alcaldes cada uno. Esto coloca a las actuales alcaldías y sus respectivos concejos con una evidente renovación personal, de género y también generacional.

Personal por cuanto a la fuerza se impusieron, con el apoyo de los ciudadanos, los nuevos alcaldes que sustituyeron a los que no tuvieron oportunidad de reelección.

Por género, porque la ley se aplicó con fuerza para exigir la paridad vertical y horizontal de postulación de candidatas mujeres. Aun así, no era una garantía de un resultado igualitario, por la propia decisión de los votantes al escoger sus candidatos de una oferta amplia de partidos y de postulaciones. Obligadamente los partidos tuvieron que igualar sus candidaturas. El único que lo logró plenamente, en los 84 cantones, fue Liberación Nacional que llevó 42 candidatas mujeres y 42 hombres. Le siguió la Unidad Social Cristiana con 31 mujeres y 41 hombres; Nueva República 35 hombres y 34 mujeres; el Liberal Progresista con 29 hombres y 17 mujeres; Progreso Social Democrático con 23 hombres y 12 mujeres; el Frente Amplio con 14 mujeres y 13 hombres y Acción Ciudadana con un hombre y 3 mujeres.

3.- Setenta y siete partidos participaron en las elecciones entre nacionales, 16; provinciales, 7, y municipales, 54. En las últimas elecciones nacionales del 2020 participaron 25 partidos nacionales e igual número a nivel provincial. En alguna provincia hubo dos partidos más y en otra uno menos. Así, en estos dos años, después de la elección nacional, desaparecieron 9 partidos nacionales y 18 provinciales. Hubo, en esta ocasión, un amplio espectro de partidos cantonales, de los cuales 12 eligieron alcaldes, uno menos que en la elección del 2020.

De los partidos nacionales que están representados en la Asamblea Legislativa Liberación Nacional sufrió un enorme revés, de 43 alcaldes que eligió en el 2020 solo obtuvo 29. Perdió 14; la Unidad Social Cristiana aumentó de 15 a 20 del 2020 a esta elección; el Liberal Progresista obtuvo 3 alcaldías, en su primera participación; el Progreso Social Demócrata obtuvo 2 alcaldías en su primera participación; Nueva República logró 2 alcaldías en este proceso; el Frente Amplio logró una alcaldía en estas elecciones.

Los otros partidos que lograron alcaldías fueron Nueva Generación que repitió sus 4 alcaldías, Unidos Podemos, que para mí fue una gran sorpresa, pasó de 1 alcaldía en el 2020 a 9 ahora; Acción Ciudadana que había sido eliminado de la presentación legislativa en el 2020, ahora fue eliminado de las 4 alcaldías que tenía en el 2020; el Republicano Social Cristiano mantuvo sus dos alcaldías. Los partidos provinciales y cantonales que habían electo, en el 2020, 13 alcaldías, ahora eligieron 12. En el 2020 participaron 86 partidos, en el 2024 lo hicieron 77. Hubo una reducción de 9 partidos.

Antes de la eliminación de su participación electoral el partido Aquí Costa Rica Manda había sido el tercer partido en inscribir más candidatos, 4.460. Por eso hubiera sido importante haber visto el impacto de su participación. Le seguía hacia arriba la Unidad Social Cristiana con 5.229 y Liberación Nacional con 6.178.

Si el partido Aquí Costa Rica Manda aprendió su lección, de trámites de inscripción electoral, y si corrige lo correspondiente, que es más fácil, hacia la elección nacional del 2026, puede resultar una gran sorpresa. Este esfuerzo organizativo que hicieron fue importante y grande. Hay que atenderlo desde el análisis. No hay que subestimarlo porque no participó. Hay que ponerle atención a los focos y luces que lanza el gobierno sobre regiones, poblaciones, habitantes y ciudadanos, grupos organizados de todo tipo, con miras hacia las elecciones nacionales. Si esto no se aprende, bien podría suceder otro Rodrigo Chaves, guste o no guste, otro outsider o un insider, todavía no a la vista. El pueblo está para esos cambios, buscando esperanzas, promesas, realizaciones, soluciones

4.- Los partidos Unidad Social Cristiana, Unidos Podemos y Liberal Progresista, en su conjunto, representan el espectro más a la derecha del dial político. Los tres tuvieron crecimiento importante.

La Unidad Social Cristiana proporcionalmente más que Liberación Nacional, con quien ha sido parte del llamado bipartidismo histórico nacional. Evidentemente ha tenido un recambio interno que se siente. Su presidente, Juan Carlos Hidalgo, y su Secretaria General, Raquel Carballo, parecieran ser la yunta de trabajo que ha fortalecido a esta organización y la tiene en este éxito político, en estas elecciones. Con discreción, pero con peso, se hace sentir la experiencia del expresidente Miguel Ángel Rodríguez, que ilumina caminos, aunque no le sigan pero deja su huella indeleble, sobre todo estratégica, a mi modo de ver. En esta elección este es un partido que se puede considerar ganador.

Unidos Podemos, de la Ministra de la Presidencia del actual gobierno, Natalia Díaz, es también otro partido ganador. Sorpresivamente pega 9 alcaldías. Este es un gran trabajo organizativo, político y emocional de identificación con Natalia, quien ha podido sostener y mantener su partido, con efectiva discreción y mesura política, pero con constancia evidente. Perfila fuerte su presencia política nacional. Bien puede a sus atributos políticos sumar la posibilidad de que su partido sea el taxi del relevo del próximo candidato presidencial del actual gobierno, si no es ella misma, con su experiencia y sus atributos personales políticamente fortalecidos.

El partido Liberal Progresista es el tercer partido ganador en tanto nuevo que es. Logra demostrar mayor capacidad organizativa que el Frente Amplio, con casi 20 años de existencia política, al igual que Unidos Podemos, al elegir 3 alcaldes y presentarse en 46 cantones. Su principal dirigente, Eli Feinzaig, muy conservador en la Asamblea Legislativa, casi el cabús del gobierno, disputando esta posición con la Unidad Social Cristiana, ha logrado demostrar capacidad organizativa nacional importante. Candidato a la Presidencia que será ya sentó su base organizativa principal.

A nivel nacional ha impactado el triunfo del Alcalde Diego Miranda, colega historiador, en San José, que derrotó por una diferencia importante de 2.200 votos al candidato oficial de Johnny Araya, que por casi 30 años había estado al frente del Municipio Capitalino, la Municipalidad políticamente más importante del país, en cierta forma la más abandonada. Para el Alcalde Miranda fue la derrota de una dictadura, de trampas que le colocaron. Fue el triunfo del cambio político “por el bien de San José”, para lograr una “municipalidad sin corrupción”, según sus palabras, y una “gestión transparente”.

5.- La izquierda política del país sigue sin luces, sin ruta, sin guía política. No muestra una ruta y vocación por el poder político. Esa vocación hace mucho tiempo se perdió. Su expectativa fundamental es elegir diputados si se puede, y regidores si también se logra. Tener alguna voz en estos escenarios públicos es suficiente satisfacción.

La excelente fracción parlamentaria que tiene actualmente el Frente Amplio no tuvo ninguna repercusión organizativa que se viera manifestada en esta justa electoral. Con 18 años de participaciones electorales solo logró una alcaldía, lo que evidencia su falta de aparato político organizativo, el Partido político, como instrumento de organización, de agitación, de movilización y de lucha, que no se siente.

Los otros grupos de izquierda nacionales, que participaron o no en las municipales, que apoyaron al Frente Amplio, a última hora, poco sumaron en esa dirección, por la misma razón. Carecen de esa visión nacional necesaria de sumar fuerzas para lograr grandes cambios políticos. Unidad en la acción, aunque haya diversidad de opinión, es la clave.

Lo importante en la participación política de la izquierda es tener claro la necesidad de sumar sectores, para lo cual deben superarse sectarismos, dogmatismos, resentimientos personales, que siguen siendo un gran lastre para estos sectores. Y, falta mucho una buena visión de la realidad política nacional, de sus problemas principales y de las posibilidades de aliados alrededor de la solución de esos problemas.

Por ahora estas primeras observaciones del proceso electoral pasado.

La tanda de las elecciones municipales: caliente pero crudo, como en las panaderías de pueblo

Abelardo Morales-Gamboa

No fue ninguna sorpresa que el abstencionismo volviera a ganar y por tandeada en estas estas elecciones municipales de 2024. El partido Liberación Nacional que obtuvo la mayor cantidad de alcaldías y de votos es el gran perdedor al ver caer un número considerable de alcaldías respecto a 2020, arrebatadas por otros partidos nacionales y locales. Los feudos locales en torno a un caudillo liberacionista se comienzan a desdibujar debido precisamente a la imposibilidad de la reelección y la incapacidad de renovación de sus candidatos. La derrota en el cantón de San José, la capital del país es la gran noticia. No obstante, su hegemonía local aún se mantiene en feudos importantes.

El ascenso de Unidos Podemos, uno los partidos neoliberales aliado al gobierno y desprendido del Movimiento Libertario, así como las alcaldías ganadas por el Liberal Progresista y la relativa recuperación de la Unidad Socialcristiana, son las principales novedades. Cómo se repartieron los votos de los partidarios del presidente Rodrigo Chaves es también un enigma. Otros partidos desaparecen del mapa electoral.

Difícilmente alguien pueda celebrar con genuino triunfalismo los resultados de un proceso que muestra, además del abstencionismo, las fracturas del sistema político local y un difuso mosaico donde más que las ideologías, los programas de gobierno o la lealtad a una organización política, los comicios podrían estar mostrando el peso de los cacicazgos, de las fidelidades territoriales y los protectorados locales, lo que seguramente explica por ejemplo la reelección de Mario Redondo en Cartago. Otra subjetividad política se cuece entre los excesos de autoritarismo y anti-institucionalismo, por un lado, y una nueva geografía social de los poderes locales, por la otra.

Es muy temprano para hacer un balance objetivo de esta contienda electoral, pero los datos muestran las puntas de una situación política que se mueve entre el desasosiego y la pérdida de ilusión de la población costarricense en las representaciones formales de la democracia. Todo se reduce a esa percepción ciudadana de que ir a votar no sirve, el voto como poder ciudadano se ha perdido, lo han neutralizado, nada cambia o cambia siempre por algo peor.

Así que el abstencionismo se recarga con la energía de la desconfianza social y de las incertidumbres diarias. Es más importante comer, poder comprar los zapatos escolares de los niños, pagar el alquiler y los servicios básicos, en varios cantones además lo es poder tomar agua limpia, que las promesas de los políticos locales que no hablan de eso. Pese a lo que señala el Código Municipal, casi no hay cantón en el país donde se hayan elaborado planes de desarrollo local pues la política municipal prácticamente se reduce a recoger basura, limpiar el alcantarillado y a cobrar impuestos y patentes. Esa es la esencia de la municipalidad neoliberal, reducida al mínimo de sus funciones.

La opción de los electores por lo alternativo no fueron las propuestas de la izquierda, ni siquiera hacia la socialdemocracia de corte liberal que asoma en algunas tendencias del Frente Amplio. La ruptura de algunos pactos locales en los que participaba afectó las posibilidades de este partido que solo ganó una alcaldía. Una tendencia hacia el conservadurismo, ya no solo neo-pentecostal sino neoliberal, fue posible también precisamente por la imposibilidad del oficialismo de participar en estas elecciones. Este vacío no fue llenado por un cambio progresista.

Así entonces se puede ir redibujando un cuadro de dominación política ideológica marcada por un afincamiento conservador en la política local representada por los partidos neoliberales, por una hegemonía cada vez más feudalizada de los partidos tradicionales y la retirada de los movimientos sociales, de las luchas populares por derechos ciudadanos en los barrios o en las comunidades.

Frente a este dato y el del abstencionismo, no hay ganadores, todos perdemos.

En la participación está la posibilidad del cambio verdadero

José Luis Pacheco Murillo

En muchas ocasiones los ciudadanos deciden no meterse en nada y alejarse de todo aquello que pueda implicar compromisos o asumir responsabilidades sobre lo que pasa en el país en general o en su cantón en particular.

Esos ciudadanos se escudan en frases como: “esto no lo salva nadie”, “todos son iguales”, “que otros sean los que se metan”. Y así se olvidan de su responsabilidad cívica y social. Precisamente por eso es que estamos como estamos.

Es necesario que la gente asuma con responsabilidad sus obligaciones ciudadanas y sea partícipe en la toma de decisiones. Se involucre en aquello que pueda beneficiar a su país y a su comunidad.

El abstencionismo en elecciones nacionales y aún más en municipales es un fiel reflejo de esa indiferencia y de esa irresponsabilidad. Y precisamente por ello es por lo que los que ostentan el poder se benefician manteniéndose por años en esos puestos de dirección sin que los resultados sean beneficiosos para todos.

Es necesario que esto cambie de una vez por todas y que los ciudadanos en general asuman su rol y participen activamente. Si a algo temen los mismos de siempre es a la participación seria y decidida de los ciudadanos. Hombres y mujeres, jóvenes y adultos y adultos mayores deben asumir con valentía la decisión de participar y hacer, con su ayuda, que las cosas cambien para bien.

Los niños y jóvenes de hoy merecen que en el futuro sus oportunidades de crecimiento y de calidad de vida estén intactas para un desarrollo óptimo y que les permita disfruta de mejores condiciones que las que hoy tenemos en educación, en vivienda, en empleo, en deporte, cultura, medio ambiente, seguridad, justicia, transparencia y honradez en el manejo de los bienes y dineros públicos y muchas cosas más, y eso que queremos para ellos en el futuro tenemos que construirlo hoy y solo lo lograremos si decidimos participar y tomar acción para que esto mejore para todos.

Dios quiera que lo entiendan y lo asuman los que hasta hoy han sido indiferentes y les ha importado poco el futuro de las nuevas generaciones.

Este será un año electoral

José Luis Pacheco Murillo

Se avecinan las elecciones municipales y con ellas las actividades proselitistas de los diferentes partidos políticos. Este será un año de prueba para la ciudadanía en cuanto al avance en su madurez política y en cuanto al entendimiento sobre lo importante de su participación.

Si algo ha caracterizado a las elecciones municipales es la indiferencia de esa ciudadanía y por ello la cifra triste y vergonzosa de un 70% y más de abstencionismo. Ese es el reto para esa ciudadanía indiferente y de alguna manera irresponsable de cambiar la actitud y asumir el compromiso con su cantón para elegir a quienes hagan las mejores propuestas y presenten a las mejores personas para los cargos de elección popular.

Se debe entender por parte de esa ciudadanía que esta elección, para efectos de su calidad de vida, es más importante que la presidencial. Son las autoridades municipales, alcaldes, alcaldesas. Regidores municipales, síndicos y consejos de distrito los que tomarán las decisiones que impactarán directamente en esa calidad de vida que tanto requerimos mejorar.

Es necesaria esa participación ciudadana en forma tal que se escojan a los mejores para la administración de los impuestos que pagamos y que deben ser utilizados para el desarrollo cantonal y no solo para pagar dietas y salarios.

Es importante que se entienda que existen municipalidades en las que las autoridades principales han estado por más de veintitantos años en esos puestos y en el entorno cantonal no ha cambiado nada para bien. Las mismas calles llenas de huecos, los distritos sin aceras donde transitar con seguridad, los mismos puentes para carrera que existen desde hace más de 80 años y que se convierten en cuellos de botella para el tránsito vehicular. Cobros excesivos y abusivos de tasas e impuestos y en muchos casos por servicios que no se prestan, lo que los convierten en verdaderas estafas al ciudadano.

Desde ya el llamado a esa ciudadanía a que asuma su responsabilidad y que deje de lado la desidia y la indiferencia y se haga sentir no solo con su voto sino con las denuncias y opiniones sobre el acontecer cantonal.

Es evidente que el desarrollo cantonal debe ser el inicio, la base fundamental para el desarrollo del país en general y por eso la importancia de estas elecciones municipales que se avecinan, en donde son muy necesarias las lecciones para algunos partidos políticos, como sucedieron en las presidenciales pasadas, que teniendo la oportunidad de hacer mucho y bien no hicieron lo bastante y lo que hicieron lo hicieron mal. Aparte de la corrupción galopante que existe en muchas municipalidades y que ya se han descubierto muchos casos en los que están denunciadas muchas de esas autoridades.

Dios quiera que la ciudadanía entienda lo importante de hacer palpable la responsabilidad que tenemos para con nuestros Barrios, distritos, cantones y el país en general, a través de una participación masiva y decidida en las próximas elecciones municipales.

Viejos somos, sabios no

Freddy Pacheco León.

Por Freddy Pacheco León

Viejos somos, sabios no, pero al menos nosotros cumplimos ese requisito que dan los años. En campaña política se dicen muchas cosas efectistas, pues en eso consisten. Ahora el tono de los dos contendientes ha sido muy conciliador, y ese mensaje también ha de ser el nuestro. El alto abstencionismo en las provincias de mayor pobreza, y el voto en contra de los que sí votaron, sin fijarse mucho en los detalles, se suma a los miserables de todo el país que viven desesperanzados.

Esperamos que el mensaje de Chaves a favor de los más humildes, resaltado ayer, sea una guía en las acciones de los próximos años. La desigualdad en Costa Rica sigue creciendo, al punto que, sin calificarlos, hay 85 multimillonarios que acumulan una fortuna de US $12 BILLONES que convierte al país en el segundo de Latinoamérica con menos personas con billeteras abultadas, donde la ostentación es vecina de los tugurios. Si los gobernantes tuvieran presente esa situación en sus decisiones cotidianas, ya sería un gran paso en el sentido correcto. Sería un alivio para los miles y miles de niños que en los tugurios sufren por el sistema que oprime a sus familias. 

 

Fuente imagen: Óleo de Constanza Meza.

Nuestra democracia: luces y sombras

Por Arnoldo Mora

En esta campaña electoral, que aún no ha terminado, el pueblo costarricense ha sido el protagonista de un acontecimiento que profundiza un proceso que se viene desarrollando desde hace varias décadas; razón por la cual amerita una amplia reflexión como corresponde a  un evento que no dudo en catalogar como “histórico”.  Ciertamente, nuestro pueblo se hizo allí presente; pero hay dos maneras de hacerlo: por lo que hace y por lo que se niega a hacer, por lo que dice y por su silencio. El pueblo se hizo presente y se convirtió en protagonista de dos maneras: hablando por medio del voto y callando recurriendo a la abstención; y lo hizo por partes prácticamente iguales: la mitad del padrón electoral fue a votar, la otra mitad se quedó en casa. Lo que el pueblo dijo mediante el voto debe calificarse como las “luces” de nuestra democracia, su preocupante y voluminoso abstencionismo refleja las “sombras” de nuestra democracia. Inspirándonos en los ciclos de la madre Naturaleza, el domingo 6 de febrero tuvimos un día de  24 horas: 12 de luz y 12 de oscuridad. Para entender el porqué de lo acaecido es preciso tener conciencia de que se ha operado un cambio cualitativo en la manera de elegir a nuestros gobernantes. Tradicionalmente sólo había una elección cada cuatro años, donde se elegía a  todos los que habrían de fungir como miembros de los tres poderes sujetos a elección popular: los poderes legislativo y  ejecutivo, que representan a la nación como un todo, y las municipalidades que encarnan al poder local. Durante la segunda mitad del siglo pasado, la mayoría de los ciudadanos votó por los candidatos que habían sido seleccionados  por la cúpula de los partidos que se disputaron la guerra civil de 1948, lista que era confeccionada mediante métodos dudosamente democráticos. Pero en la práctica, el poder era monocolor, pues quienes perdían sólo tenían el derecho a hacer oposición; de la cual, incluso, fueron excluidos quienes combatieron al lado  de Manuel Mora y  bajo el mando de Carlos Luis Fallas en 1948, luchando hasta la muerte en defensa del Estado Social; no sería sino hasta la Administración socialdemócrata de Daniel Oduber (1974-1978)  que se reformaría la Constitución de 1949 para que los derechos de TODOS los costarricenses fueran reconocidos.  En todo este período histórico el poder se concentró en torno a la presidencia de la República, excepto en los gobiernos no liberacionistas presididos por Mario Echandi (1958-1962) y por José Joaquín Trejos (1966-1970) en que Liberación logró la mayoría en la Asamblea Legislativa.

La causa de que el pueblo costarricense se viera sometido a esta “democracia” restringida y tutelada se debe a razones geopolíticas. En efecto, durante la Guerra Fría la geopolítica mundial el poder imperial imponía a los países periféricos regirse por un bipartidismo anticomunista, dando prioridad a la defensa y promoción de los intereses de las trasnacionales, so pena de que se les impusieran regímenes dictatoriales, como ocurrió con el golpe de estado en  la vecina Guatemala (1954); eso mismo sucedió en la década de los 70s.en otros países, como castigo al exitoso  intento de forjar una democracia popular en el Chile de la Unidad Popular (1970-73) bajo la presidencia del socialista Salvador Allende. Este modelo político entró en crisis con el triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua (1979) y la instauración del gobierno de los nueve comandantes durante la década siguiente. En Costa Rica triunfa Oscar Arias, conspicuo vástago de la oligarquía, que logra que su plan de paz sea aceptado por los otros gobiernos de la región, impidiendo así que Reagan ocupara  militarmente toda la región; todo lo cual hizo posible  que la oligarquía criolla prolongara su hegemonía, pero a condición de ceder en el aislacionismo tradicional de Costa Rica, ya que el sucio capital oligárquico de los países del Triángulo del Norte se incrustó en las finanzas domésticas, como se refleja en los grandes  y modernos centros comerciales de Escazú y Alajuela-Aeropuerto. El siglo XXI asiste al declive vertiginoso de la hegemonía multisecular de los imperios de Occidente, gracias al auge  indetenible como potencia mundial de China y al revivir de Rusia. Con ello se derrumba el bipartidismo local; en las dos anteriores elecciones triunfa un partido un tanto improvisado que, a pesar de no ser nunca grande, logró, sin embargo, escalar a la presidencia de la República al ser aceptado en la segunda vuelta por la mayoría de los costarricenses como ”el mal menor”. Hoy todo ese tinglado se  acaba de derrumbar como se evapora una gota de agua en el desierto. Es dentro de este panorama  político que Costa Rica acaba de tener elecciones para elegir diputados e irá de nuevo a las urnas el 3 de Abril, para escoger al  próximo presidente de la República entre los dos candidatos que lograron un mayor porcentaje de votos, debido a que  ninguno logró llegar al 40% requerido por ley. Dos novedades se dan en esta elección. La primera es la súbita y sorpresiva ascensión de un partido nuevo, encabezado por un candidato hasta hace poco desconocido por haber vivido la mayor parte de su vida pública muy lejos de nuestro país, pero que ha logrado  aglutinar en torno suyo  un movimiento (difícilmente puede calificarse de ”partido”) novedoso por representar un sentimiento antisistema, que refleja el rechazo de un numeroso y creciente grupo de ciudadanos hacia la clase política tradicional. La otra novedad de estas elecciones es la extinción (¿definitiva?) de 19 partidos, algunos de ellos liderados por conocidas figuras del ámbito político. De manera particular, mucho se ha comentado el estrepitoso derrumbe (¿defunción?) del partido gobernante, que ni siquiera pudo llevar un  solo e íngrimo diputado a la Asamblea Legislativa.  Al estar compuesta por seis  sólidos partidos, pero con al menos seis diputados cada fracción, la próxima  Asamblea Legislativa  sale fortalecida, si bien los dos partidos tradicionales poseen  las más fuertes bancadas.

Pero el panorama se vuelve sombrío si reconocemos que el gran ganador fue un abstencionismo, que en cada elección crece. Esto no es más que la señal de que el pacto socio-político (“contrato” diría Rousseau) con que se cerró la turbulenta década de los 40s.y que se plasmó  en la Constitución de 1949 actualmente vigente, entre una oligarquía abierta al proyecto modernizador y los sectores medios en ascenso, da muestras de estar periclitando. Amplios sectores de la clase  media se sienten actualmente vulnerados en sus intereses económicos y en sus ideales políticos, debido a la tendencia acaparadora de una  voraz oligarquía cada vez más reducida en número pero más poderosa financieramente. Por su parte, los sectores populares se empobrecen cada vez más, sobre todo en los populosos barrios suburbanos de la Gran Área Metropolitana y en las tres provincias, que se reparten las costas bañadas por los dos océanos que nos abrazan. El descontento de estos amplios sectores de la población se viene manifestando en el abstencionismo, pero si la situación no cambia en su favor,  podrían impacientarse aún más y dar origen en un futuro no lejano a una caótica ingobernabilidad nutrida en fuentes económicas putrefactas, como sucedió en el México que antecedió al ascenso al poder de López Obrador, o parece estar sucediendo en Colombia, nuestros poderosos vecinos al Norte y al Sur de nuestras vulnerables fronteras. Allí radica el verdadero reto que inexorablemente deberá asumir el próximo gobierno, hayamos o no participado en su elección.

Evitemos caer en el juego

José Luis Pacheco

Por muchos años, quienes han ostentado el poder, con sus actuaciones, con sus incumplimientos, con sus formas de comportarse ante las necesidades de las personas, con su indiferencia ante las injusticias, lo que han ido logrando es que el pueblo, los y las votantes, las personas que debemos de elegir, decidamos no participar y hacer más grande el número del abstencionismo y ese es el propósito que han tenido en la mira esos que han ingresado a la política para servirse y no para servir.

Entre menos gente partícipe es mucho mejor para ellos. Entre más abstencionismo haya es una forma de decirles “hagan lo que quiera, nosotros no nos metemos” y eso es lo que ha sucedido, se les deja el camino libre pues no solamente no se participa sino que después hay una enorme indiferencia con relación a lo que pasa y por eso la corrupción y la impunidad están a la orden del día.

Eso es lo que debemos revertir este año electoral. Debemos participar y debemos decidir. Debemos informarnos sobre lo que cada candidato propone y elegir al que consideremos, luego del análisis, el que consideramos que es el que represente lo mejor para el país. 

No les hagamos el juego y no permitamos que nos convenzan de quedarnos sin participar. Si hay por quién votar, hay 25 candidatos, es cuestión de informarnos sobre sus fortalezas y debilidades. Sobre sus planes y proyectos, sobre sus conductas en la vida privada para tener un parámetro sobre lo que harán en su vida pública. 

Hay frases que se escuchan y que justifican el Abstencionismo: “todos son iguales”, “no hay por quién votar”, “prefiero votar en nulo”. Eso no justifica nunca la indiferencia y el desinterés por el país. 

Si amamos a nuestro país debemos y tenemos que hacer lo necesario para que su futuro sea mejor de lo que hemos tenido hasta ahora. Por nosotros y por las nuevas generaciones hagamos lo necesario para escoger lo mejor para Costa Rica en las próximas elecciones.

Dios bendiga a Costa Rica e ilumine a cada uno de los que va a elegir.

Un abrazo

Este proceso electoral debe cambiar el rumbo para no hundirnos en el lodazal de la corrupción

José Luis Pacheco

Hoy arranca nuevamente la campaña política en nuestro país, con miras a las elecciones presidenciales y diputadiles el próximo 6 de febrero. Un evento a todas luces trascendental para el futuro del país.
Tenemos una cantidad de candidatos a la presidencia sin precedentes, como si se tratara de un concurso en el que pueden participar por participar, lo que disminuye, desgraciadamente, la importancia del puesto o puestos que se van a elegir. Esa es una debilidad de la democracia que deberá ser revisada más adelante. Hoy es el resultado de lo deteriorado que está el sistema y que desde luego, deberá restaurarse.
El resultado a tan sólo un mes y unos pocos días es incierto. Hay muchísima incertidumbre respecto a la toma de decisión de la ciudadanía. Sin embargo, lo que es urgente que se tenga presente es que hay que salir a votar. Dos cosas exigen esa decisión de votar: primero, el elevar el porcentaje de participación y por ende bajar el abstencionismo. Eso legitimaría la elección cualquiera que sea. Y en segundo lugar, evitar que con pocos votos se elija en primera ronda a alguno de los candidatos. Si ya de por sí es complicada la elección, el no salir a votar lo complicaría mucho más.
El nuevo año nos trae responsabilidades enormes para con el país, para con nuestra Patria. Están en juego los siguientes cuatro años de la administración política de este país, una responsabilidad que todos delegamos con nuestro voto.
Esa es la ”llave” dice el Tribunal Supremo de Elecciones y es totalmente cierto, el voto abrirá o cerrará puertas a quienes pretenden llegar y esa decisión corresponde a cada uno de nosotros. No nos descuidemos, prestemos atención y analicemos nuestra decisión.
Dios quiera que nos ilumine y que estemos anuentes a asumir la responsabilidad que tenemos en este proceso electoral, cuyo resultado hará que los próximos 4 años sean de cambiar radicalmente el rumbo que llevamos o de continuar hundiéndonos en el lodazal de la corrupción, de la impunidad y de pobreza. Otros países han transitado ese camino y deberían servirnos de ejemplo.
Dios proteja a Costa Rica.

El abstencionismo electoral. ¿Cómo considerar esta expresión?

Vladimir de la Cruz

Las sociedades democráticas, en sus diversas modalidades institucionales, han establecido mecanismos o sistemas electorales para elegir sus autoridades políticas, desde las más altas esferas del Poder hasta los organismos más básicos de la convivencia ciudadana, de sus propios municipios.

La sociedad latinoamericana, en términos generales, estableció elecciones desde la escogencia de los Diputados a las Cortes de Cádiz, en 1812, aun cuando la mayoría de los ahora Estados o Repúblicas, eran parte del sistema colonial, cuando procedieron a elegir sus representantes ante las Cortes, con las reglas que para ese efecto se dictaron. Desde allí se podrían considerar los procesos electorales en el continente hasta hoy.

Independientes los países latinoamericanos procedieron a desarrollar sus formas de gobierno y sus estructuras institucionales, y establecieron a esos efectos, mecanismos de elección de sus gobernantes, cuando no procedía ese poder de la propia lucha independentista, que mantuvo por años en el Poder a sus principales caudillos y líderes militares, no alejados de las intrigas políticas y de cambios de gobernantes no por procesos electorales.

En el caso costarricense, no muy alejado del entorno centroamericano, se establecieron formas de elección, mecanismos y sistemas, que garantizaban el acceso al Poder de una minoría, políticamente definida, y de una mayoría excluida de la toma de decisiones políticas y de la participación electoral directa. Así se restringió el voto, por exclusión, a los analfabetos, a las mujeres, a ciertas minorías étnicas, se impuso un voto por nivel económico, se ejerció el voto público y de segundo grado escogiendo en una primera ronda electores que eran los que decidían en la segunda vuelta. Obviamente se impuso una edad mínima para adquirir el derecho de ciudadanía y poder tener la capacidad de elegir y ser electos.

En el caso costarricense, de nuevo, hasta 1912 se mantuvo el voto indirecto de electores, estableciéndose para las elecciones de 1913 el voto directo, hasta 1924 se estableció el voto secreto y con la Constitución Política de 1949 se reconoció el voto de la mujer, haciéndose universal. En las elecciones de 1974 los jóvenes de 18 años pudieron votar al haberse cambiado las leyes de la ciudadanía que establecían la mayoridad a los 21 años, con facultad para participar en procesos electorales. Aun cuando estos sistemas electorales nos parezcan abominables, poco democráticos, eran los que funcionaban, y los que marcaban el carácter democrático de las sociedades, entonces existentes, bastante bien, y definían las relaciones en el campo político para nuestras sociedades.

En Costa Rica, por ejemplo, para las elecciones de 1889 había 912 electores sobre una población de 340.000 habitantes, el 0.3% de la población era la que tenía la capacidad de votar. ¿Era eso democrático? Con los ojos de hoy no, pero era la forma democrática que venía operando y que hacía funcionar el sistema político. En ese año se estableció el régimen de partidos políticos, mediante y solo a través de ellos se podía participar en política, con ánimos de aspirar a ser electos en cargos públicos. Esta fórmula, que sigue existiendo, fue en cierta forma también restrictiva, porque los ciudadanos que deseaban aspirar a algún cargo tenían que ser miembros de un partido político y este partido escogerlo para el cargo al que aspiraba, convirtiéndose así en una forma sutilmente restrictiva de participación. Esto sigue funcionando. Hoy incluso, para aspirar a algún puesto de elección algunos partidos exigen un pago de inscripción para participar en la escogencia, pago por lo demás bien alto, que se justifica para los partidos políticos en los costos de las campañas electorales internas que tienen los partidos y para contribuir de esa manera, también, en los gastos generales de la campaña electoral a enfrentar.

La mayoría de los países han alcanzado estos niveles de participación electoral, voto universal, secreto, y algunos países, muy pocos, con la ciudadanía reconocida a los 16 años para ejercer el voto. Todos tienen el sistema de partidos políticos, aún en gobiernos monárquico-constitucionales tienen sistemas de partidos políticos, bajo la forma de regímenes presidencialistas o parlamentarios. Los partidos políticos de hecho se han impuesto en casi todo el mundo.

Las restricciones de participación se establecieron también con el desarrollo de gobiernos autoritarios, dictaduras, tiranías, satrapías, y con los gobiernos militares que restringieron la participación electoral de partidos y de ciudadanos en algunos casos, con la represión y la liquidación física de opositores, con la nulidad de cartas de ciudadanía y de inscripción electoral, con la expulsión o salida obligada de ciudadanos de sus países, con la inhabilitación de ciudadanos y de partidos políticos, como se acostumbra hoy en algunos países, para garantizar la estancia en el Poder, o evitar fuerzas políticas opositoras reales y vigorosas que puedan desplazar del Poder a quienes lo ostentan por la fuerza, o mediante mecanismos de control electoral que les facilita o permite su permanencia.

La exclusión histórica de masas de ciudadanos de las elecciones, condujo en la realidad a que muchos de esos ciudadanos se mantuvieran en la exclusión, en la marginación de la participación electoral, aun cuando se les habían reconocido sus derechos de participación. Sicológicamente se había predispuesto esa población para entender que el sistema electoral, sin su participación, era válido, y que de su resultado se podían esperar más cosas buenas que malas de quienes asumieran las riendas del gobierno en sus instancias legislativas y ejecutiva. En el caso costarricense a los comunistas se les impidió participar, como partido político, bajo cualquier forma de nominación que adquiriera desde 1948 hasta 1974. Los comunistas como personas podían votar por cualquier otra alternativa política pero no por ellos mismos. Esto explica, en cierta forma, el desarrollo del bipartidismo histórico que se desarrolló en el país, hasta 1998, cuando se ha empezado a cuestionar la vigencia de este control bipartidista de la sociedad y del Estado.

Bastaba echar una mirada al proceso histórico para entender las líneas de evolución de la sociedad y de su progreso. De hecho ninguna época actual parecía peor que la anterior, aun cuando existieran limitaciones.

La lucha por el Poder Político en general hoy se materializa en los procesos electorales, con participación de partidos políticos y con los ciudadanos que son los que emiten sus votos, el pueblo electoral.

La Política es el escenario donde se dilucidan las controversias de las relaciones de los distintos grupos de ciudadanos, organizados en partidos políticos, sindicatos, asociaciones de distintas naturalezas, económicas, empresariales, culturales, sociales, para tener acceso al Poder y, desde allí, influir en beneficio de las grandes mayorías o de los grupos que realmente se mueven, con poder de decisión, alrededor de los Poderes públicos. De allí que la Política sea importante, inevitable, y de obligada atención y participación ciudadana.

En todos los procesos electorales ha habido abstencionismo electoral, gente o ciudadanos que de una u otra forma no participan directamente, no llegan a emitir su voto. Unos porque históricamente fueron violentamente omitidos, impedidos de ejercer su voto, otros por desilusión de sus partidos, de sus candidatos y de sus líderes, otros, asqueados de las malas formas de gobernar y de la corrupción institucional que establecen algunos funcionarios para hacer de ella su modo de vida. Esto conduce a un rechazo de esos partidos, y sus dirigentes, caudillos y líderes.

Hoy peligrosamente en este rechazo se mete a la Democracia, como modo o sistema de vida, a todos los partidos políticos, a todos los dirigentes políticos, a todas las estructuras de gobierno y por ello a todos los gobernantes y funcionarios públicos. Más aún, se mete a la Política como tal, la que hay que rechazar, y se induce a la búsqueda de líderes mesiánicos, autoritarios, fuertes, dictadores institucionales que resuelvan problemas sensibles para las gentes o la población. Peligrosamente este rechazo conduce a alimentar los populismos de cualquier signo político que puedan surgir. Se induce inclusive a mecanismos de acceso al Poder que nieguen los mecanismos democráticos de participación ciudadana. El abstencionismo es la máxima expresión que se evidencia de este posible rechazo, o que al menos tiende a justificarlo. ¿Es válido esto? Es discutible.

Para mí el abstencionismo tiene dos expresiones importantes. El que se manifiesta del todo con no ir a las urnas electorales, y el que en urnas electorales se manifiesta no votando por ninguna de las alternativas existentes ofrecidas, o anulando el voto.

El que del todo no asiste a las urnas bien podría deducirse que no es que está en contra de todos los partidos y de todos los candidatos, sino que le es indiferente cuál de ellos pueda ganar el proceso electoral, porque siente que ninguno de ellos le altera, al elector abstencionista, su modo de vida, su estilo de vida, o no lo ve como una amenaza para su relativa comodidad o existencia, sea cual sea, y porque piensa, o deduce instintivamente, que cualquiera de los candidatos y partido que gane le puede producir más beneficio que perjuicio. Esa masa de abstencionistas, al término de las elecciones, contados los votos, se suma de manera pasiva a los votos del partido y candidato ganador, dándole fortaleza a su triunfo y mayor estabilidad al gobierno que se asumirá, y confianza al mismo proceso electoral. Así este abstencionista es un votante pasivo.

Está el votante que se presenta a las urnas y vota en blanco, devuelve la papeleta electoral en blanco o la anula de alguna manera, votando por todos, haciendo inválido su voto al no poderse deducir una voluntad clara a favor de alguno de los partidos o candidatos. Este es el abstencionista activo, que rechaza a todos los partidos y candidatos porque no le parece ninguno, por la razón que sea.

A los efectos prácticos de los resultados electorales, los sistemas electorales han establecido no reconocer, a sus efectos contables los votos de esta forma emitidos. Solo valen aquellos que están expresamente dados a una casilla electoral, de un partido o de un candidato, los que se consideran votos válidamente emitidos. Sin embargo, el que asiste a la urna y expresa su voluntad negándole el voto a cualquiera de las alternativas, de hecho y de derecho está expresando su voluntad de voto, está emitiendo válidamente su voluntad expresada en ese voto abstencionista, que a los efectos del resultado electoral no lo toman en cuenta, y que sí debe ser tomado en cuenta, al menos eso es lo que creo.

El voto abstencionista en urna debe tomarse como un voto válidamente emitido, no a favor de un candidato, lo que es obvio, sino a favor del mismo proceso electoral y democrático que debe reconocer de esa manera el voto en blanco, nulo o disidente, con el mismo valor porcentual que se le asigna al resto de los votos válidamente emitidos.

Los procesos electorales han establecido segundas rondas, o vueltas electorales cuando en la primera ronda no se saca el número de votos o porcentaje necesario para ser electo, 40%, como en Costa Rica, o 50% como en otros países, segunda vuelta que se resuelve con los dos que hayan sacado el mayor número de votos o mayor porcentaje, siempre inferior al necesario para elegir. La segunda vuelta, en todos los casos se resuelve con el mayor número de votos, sin porcentaje, lo que es absolutamente lógico para provocar un resultado electoral válido. Pues bien, si los votos en blanco se contabilizaran provocaría que el resultado electoral, sea por número de votos o por porcentaje se vuelva más difícil. Posiblemente facilitaría más el desarrollo de segundas vueltas electorales, pero a la vez los partidos políticos tendrían que preocuparse por mejorar sus imágenes públicas, las de sus líderes, caudillos o dirigentes, tendrían que ser más responsables en la gestión pública en que participan, tendrían que estar obligados a procesos de rendición de cuentas ante sus afiliados, seguidores y ciudadanos.

El reconocimiento real y efectivo de los votantes abstencionistas enriquecería más la democracia política y los procesos electorales. La situación más extrema en este dilema sería cuando el abstencionismo en urnas sea mayor que la suma de los votantes de los partidos inscritos, lo que inevitablemente obligaría a nuevas postulaciones para la segunda ronda, sin lugar a dudas, o a un proceso reconstituyente nacional, de manera automática se convoque a un Nuevo Pacto Nacional, a una Nueva Asamblea Nacional Constituyente, que redefina la nueva situación política nacional.