Este proceso electoral debe cambiar el rumbo para no hundirnos en el lodazal de la corrupción

José Luis Pacheco

Hoy arranca nuevamente la campaña política en nuestro país, con miras a las elecciones presidenciales y diputadiles el próximo 6 de febrero. Un evento a todas luces trascendental para el futuro del país.
Tenemos una cantidad de candidatos a la presidencia sin precedentes, como si se tratara de un concurso en el que pueden participar por participar, lo que disminuye, desgraciadamente, la importancia del puesto o puestos que se van a elegir. Esa es una debilidad de la democracia que deberá ser revisada más adelante. Hoy es el resultado de lo deteriorado que está el sistema y que desde luego, deberá restaurarse.
El resultado a tan sólo un mes y unos pocos días es incierto. Hay muchísima incertidumbre respecto a la toma de decisión de la ciudadanía. Sin embargo, lo que es urgente que se tenga presente es que hay que salir a votar. Dos cosas exigen esa decisión de votar: primero, el elevar el porcentaje de participación y por ende bajar el abstencionismo. Eso legitimaría la elección cualquiera que sea. Y en segundo lugar, evitar que con pocos votos se elija en primera ronda a alguno de los candidatos. Si ya de por sí es complicada la elección, el no salir a votar lo complicaría mucho más.
El nuevo año nos trae responsabilidades enormes para con el país, para con nuestra Patria. Están en juego los siguientes cuatro años de la administración política de este país, una responsabilidad que todos delegamos con nuestro voto.
Esa es la ”llave” dice el Tribunal Supremo de Elecciones y es totalmente cierto, el voto abrirá o cerrará puertas a quienes pretenden llegar y esa decisión corresponde a cada uno de nosotros. No nos descuidemos, prestemos atención y analicemos nuestra decisión.
Dios quiera que nos ilumine y que estemos anuentes a asumir la responsabilidad que tenemos en este proceso electoral, cuyo resultado hará que los próximos 4 años sean de cambiar radicalmente el rumbo que llevamos o de continuar hundiéndonos en el lodazal de la corrupción, de la impunidad y de pobreza. Otros países han transitado ese camino y deberían servirnos de ejemplo.
Dios proteja a Costa Rica.