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Etiqueta: AECO

Matarán a las personas, pero no a sus ideas

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Al interpretar su hermosa canción “El padre Antonio y su monaguillo Andrés”, el salsero panameño Rubén Blades recuerda siempre el destino de los defensores de derechos humanos que han sido asesinados en el contexto latinoamericano.

“Podrán matar a las personas pero nunca a sus ideas”, dice Blades mientras la historia del asesinato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero va desarrollándose en un ritmo sentido:

“Antonio cayo, ostia en mano y sin saber por qué
Andrés se murió a su lado sin conocer a Pelé
Y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez
Estaba el Cristo de palo pegado a la pared
Y nunca se supo el criminal quién fue
Del Padre Antonio y su monaguillo Andrés”.

El 7 de diciembre de 1994 fueron asesinados en Costa Rica Jaime, María del Mar y Oscar. Líderes ambientalistas de entonces libraban una férrea batalla contra los intereses privados y sus socios en el Estado costarricense.

A finales de ese año se lograría detener la acción de la Ston Forestal, que intentaba implantar sus intereses forestales, madereros y de tráfico de drogas en el sur del país, una región rica por su biodiversidad.

Seis meses después fue hallado otro ecologista y poeta muerto en circunstancias aún no aclaradas. David Maradiaga, el Rey David como lo llamábamos en el mundo poético costarricense y centroamericano, también fue asesinado.

Una semana antes de su muerte coincidiríamos en un viaje desde Heredia hacia la Universidad de Costa Rica. Allí me contaría lo contentos que estaban quiénes habían quedado de la lucha contra la transnacional forestal. Pero también me revelaría su miedo, un miedo preciso y latente que pude ver en sus ojos: “me andan siguiendo para matarme”, me diría.

Una semana después abriría el periódico y confirmaría el hecho: lo mataron.

Treinta años después la vigencia de las ideas de estos cuatro defensores de la vida permanece y se hace fuerte. La narrativa sobre el paraíso ambientalista y ecológico que acompaña a Costa Rica en los foros internacionales, se desvanece ante la impunidad que persiste en estos cuatro asesinatos.

Recordemos que la fragilidad de los defensores de la vida en Costa Rica y la región continúa: Jairo, Bertha, Sergio, Jerhy. Los mataron, pero sus ideales y luchas continúan presentes.

En otras columnas recientes hemos hablado de la memoria como recurso contra el olvido. Que las ideas de justicia y dignidad que marcaron la vida y obra de estos héroes no se vayan nunca de nuestras reflexiones.

Quisiera terminar este ejercicio de recuerdo con uno de los textos más hermosos que ha parido la poesía centroamericana, justamente en la palabra de David, mi querido David:

Animal Lluvioso

Soy un andante en el dédalo del tiempo
animal lluvioso
que agarra la palabra y la blande frente al hastío
Vivo en medio de estos montes
ni dichoso ni infeliz
en cruel comercio de gases con mis vecinos de piedra
Tengo las manos del jardín
deshechas por flores muertas
una estación de trenes en el encierro
un desordenado cuarto en armonía con el caos
Tengo una plantacalamar
que me abraza y me oscurece y me libera
La hierba azucarada y la cena de bengalas
para golondrinas y tortugas
Tengo Baúles abiertos
Bocanadas de clarín
que arrinconan a los belcebúes de la casa
Pongo a crecer el vuelo y asesino el muro
Grito para me oigan en épocas dobladas como bodoques
y puestas como cuñas en los resquicios del tiempo
Amo a las mujeres pintadas en rotos almagestos
Idolatro sextantes herrumbrados
astrolabios y pirámides
Busco arcángeles para sembrar sobre baldosas cotidianas
Manos para dejar en ruinas la ruina
Gallos para matar la muerte
Animal lluvioso me declaro
seguro del sol
que un día nacerá
de mis pálidas gotas

Conmemoración de las vidas de las personas defensoras ambientales: Óscar Fallas, María del Mar Cordero, Jaime Bustamante y David Maradiaga

7 de diciembre de 2024

¿Qué conmemoramos?

Han pasado 30 años desde aquel 7 de diciembre de 1994, cuando Óscar Fallas Baldí, Jaime Bustamante Montaño y María del Mar Cordero Fernández perdieron la vida en un incendio que destruyó la casa donde vivían los dos primeros. Los orígenes del incendio nunca fueron esclarecidos por las autoridades correspondientes. Tampoco se ha aclarado el crimen ocurrido siete meses después, el 14 de julio de 1995, cuando David Maradiaga, compañero de lucha y organización, fue encontrado muerto en el parque Los Mangos de Barrio Luján, varias semanas después de su desaparición.

En ese momento, los cuatro eran miembros activos de la extinta Asociación Ecologista Costarricense (AECO) y estaban al frente de una importante campaña contra la transnacional *Stone Container*. Tres días antes del incendio, celebramos una victoria en conjunto con las comunidades del Golfo Dulce en Puerto Jiménez, luchando contra la construcción de un muelle industrial para procesar y exportar astillas de melina, una especie invasora en la zona. Esta campaña, que logró su objetivo en menos de dos años, fue una victoria importante para el movimiento ecologista.

Durante esta campaña, varios ecologistas recibieron amenazas y sufrieron actos de violencia, como el aflojamiento de las tuercas de las llantas del vehículo de la AECO. Después del incendio del 7 de diciembre, comenzaron a llegar llamadas anónimas a nuestra oficina, diciendo: «La lista no ha terminado», amenaza que se cumplió meses después con la muerte de David Maradiaga. Más detalles sobre estos hechos se encuentran en “Una memoria que se transforma en lucha: 30 años de criminalización del movimiento ecologista en Costa Rica”.

Por todo esto, nos reuniremos, en memoria de estos compañeros y compañera, sus amistades, familiares, compas, ecologistas y personas autoconvocadas, para recordar y celebrar la continuidad de sus vidas en nuestras vidas durante estos 30 años.

¿Cómo vamos a conmemorar?

Un pequeño grupo de personas nos hemos encargado de buscar sinergias y voluntades para llevar a cabo esta jornada de memoria. Hemos logrado conseguir un local que generosamente nos ha sido cedido: se trata de la Casa Cultural Sendero, un «Vivero Urbano de Industrias Creativas», ubicada en Barrio Escalante.

Nos convocamos a partir de las 4 de la tarde para crear un altar con sus fotos, flores y velas, para traerlos al presente y rendirles homenaje. A las 4:30 p.m., algunas personas cercanas nos compartirán palabras, poesía, anécdotas y todo lo que deseen recordar sobre nuestros compañeros caídos. Este momento se prolongará hasta las 6:00 p.m., cuando haremos una pausa para preparar el sonido del concierto de “Cantos de Batalla”, que forma parte de la memoria histórica musical del movimiento ecologista. El concierto comenzará a las 7:30 p.m.

Durante la pausa, de 6:00 p.m. a 7:30 p.m., las personas podrán visitar la feria navideña que se celebrará en el local, o disfrutar de una cena en el Jardín de Lolita.

¿Cómo puedo colaborar?

Esta actividad se está llevando a cabo sin fondos disponibles, mediante trabajo voluntario y con las donaciones de personas y organizaciones ecologistas. Por lo tanto, está abierta a quienes deseen contribuir trayendo bocadillos, vino o cualquier otra cosa para compartir.

Asimismo, invitamos a todos a participar en la creación del altar y en la jornada de la memoria. Todos los aportes, como flores, fotos o recuerdos, serán bienvenidos. El evento también será un espacio abierto para compartir testimonios, recuerdos y sentimientos.

¿Dónde queda Sendero?

La casa Cultural Sendero se encuentra a 50 metros al este de la esquina sureste de la Antigua Aduana, en la línea del tren, frente al Jardín de Lolita.

La entrada al concierto y al evento es gratuita y todas las personas son bienvenidos.

Entrevista con Jorge Polimeni sobre el legado de la AECO

El Dr. Giovanni Beluche V., conversa con el biólogo ecologista Jorge Polimeni, acerca del legado de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO), como homenaje al cumplirse 30 años del «misterioso» incendio en que murieron Oscar Fallas Baldí, María Del Mar Cordero y Jaime Bustamante en el contexto de la lucha de AECO y las comunidades del sur de Costa Rica contra la empresa Stone Forestal.
Compartimos la entrevista:

AECO: 29 años de un crimen contra los defensores del ecosocialismo, María del Mar, Óscar, Jaime y David

Partido Vanguardia Popular

Este 7 de diciembre de 2023, se cumplieron 29 años de un vil asesinato no esclarecido hasta la fecha. En un día como hoy, pero del año 1994, en Guadalupe, se perpetró un crimen que nunca se esclareció. Tres integrantes de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO), organización príncipe del ecosocialismo en nuestro país, Oscar Fallas Baldi, María del Mar Cordero y Jaime Bustamante Montano, en las circunstancias más sospechosas son víctimas de un atentado que cobró sus vidas.

Seis meses después, de esa tragedia que enlutó a todas las organizaciones ecologistas, de derechos humanos, partidistas, sindicales y barriales, el poeta David Maradiaga corrió esta magra suerte. Es asesinado en condiciones extrañas que tampoco fueron esclarecidas; apareció muerto en el Parque de los Mangos, en Zapote, David Maradiaga. Poeta, ecologista, luchador, compañero incansable de la vida. La impunidad cabalga todavía.

Es importante recordar, para recuperar la memoria de estos cuatro luchadores que, todos compartían intereses comunes, poetas, ecologistas, bohemios y trashumantes de la vida, luchadores barriales incansables, solidarios, ensayistas y de un gran nivel de interpretación de la coyuntura política. En fin, sujetos que resultaban incomodos al statu quo y a las burguesías apátridas y las transnacionales. Por su compromiso social inclaudicable, por eso los asesinaron en condiciones tan extrañas.

Su narrativa siempre los situó a la par de los más pobres, de los excluidos. Ciertamente, es a finales de 1994 que la AECO había ganado una dura batalla contra intereses forestales, madereros y narco-traficantes en la zona sur.

La Stone Forestal, bajo los sucios subterfugios gubernamentales, tenía como interés inmediato la construcción de un muelle astillero en pleno Golfo Dulce. Un ecocidio absoluto, contra una de las regiones más ricas en diversidad en fauna y flora.

La impunidad y la corrupción son ese viejo fantasma que corroe a la centenaria democracia costarricense. Hoy, a tres días de conmemorar la declaración de los Derechos Humanos; el pueblo de Costa Rica se vuelve a quedar sorprendido por la decisión de la fiscalía, que aunando a esta gran descomposición del derecho y la justicia, deja impunes a los asesinos de Sergio Rojas Ortiz. La venda de la justicia ya no puede ser más errática que nunca.

La lucha de estos cinco personajes, que son parte consustancial del quehacer popular, que situaron el interés de sus vidas por el buen vivir,

por la autonomía de las comunidades. Tal y como lo expresaron los documentos que circularon en su debido momento, cuando indican que, “su lucha tenía que ver con la libertad, con la armonía entre los seres humanos y con su entorno, pero muy especialmente, su lucha tenía que ver con los más desposeídos y buscaron, siempre, las oportunidades” que los gobiernos de turno y sus burguesías reaccionaria les han arrebatado.

Vale en esta pequeña reseña apuntar las palabras de Ítalo Fera, cuando refiere a Jaime Bustamante a las y los compañeros de AECO. Dice al respecto nuestro amigo y sociólogo lo siguiente: “Jaime llegó de Cochabamba y tomó nuestras instalaciones como Hogar y centro de trabajo. Fue el encargado de nuestro centro de documentación de entonces. Y los ampos, los recuperaba de los basureros callejeros, provenían de expedientes de la Asamblea Legislativa, que se botaban en los alrededores del Parque Nacional y nacía el oeste. Ahí tuvimos nuestro primer local y también fuimos allanados en 1982 por la seguridad nacional y detenidos. El obispo Cornelius Wilson, de la Iglesia Episcopal y ustedes desde Méjico, fueron los que denunciaron de inicio esa represión y detención. Fuimos liberados con ayuda, también del Lic. Otto Castro y la denuncia nacional. Luego Jaime continuaría con nosotros en nuestras nuevas oficinas en Bo. Luna Park y luego con instalaciones más amplias propias, al inicio, en Bo. Sagrada Familia”. Por esa suerte que tiene el destino de los grandes luchadores sociales, a los cuatro camaradas de AECO, los unió la lucha por el buen vivir y el ecosocialismo. Esas ideas también estuvieron presentes en Sergio Rojas, que defendió el Derecho a la tierra, como un derecho humano fundamental.

CAMARADAS, PRESENTE, LA LUCHA SIGUE Y SIGUE Y USTEDES ESTÁN SITUADOS EN NUESTROS CORAZONES, EN LA MEMORIA VIVA DEL PUEBLO

Por un hipocampo colectivo de dignidad y amor

Por Mauricio Álvarez Mora, docente UCR-UNA y ecologista.

Hace 28 años, el 7 de diciembre, Óscar Fallas Baldí, Jaime Bustamante Montaño y María del Mar Cordero Fernández, murieron en su casa destruida por un incendio, del que nadie pudo escapar. Es extraño que no pudieran salir, María del Mar -guerrera defensora del golfo Dulce- luchó hasta el final y pereció tratando de abrir la puerta, sin llave y con los rasguños cercanos a la cerradura que evidencia que la puerta no abrió o alguien no lo permitió. Óscar y Jaime murieron en unas camas.

Según el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), no hubo resultado de las investigaciones que indicaran mano criminal; no obstante, tampoco se pudo hallar otra causa del incendio. Todo se enrareció y se justificó con la práctica del fumando y la bohemia.

Sin embargo, como ecologistas, veníamos de una importante campaña contra la transnacional Stone Conteiner, justamente tres días antes del incendio celebramos la victoria en conjunto con la gente de las comunidades del Golfo Dulce en Puerto Jiménez.  Una campaña que en menos de dos años logró articular a las comunidades con organizaciones nacionales y hasta redes globales como Greenpeace, otras europeas y de Estados Unidos, por la defensa del valioso ecosistema del pacífico sur de Costa Rica que alberga patrimonio natural y cultural para la humanidad como los es el Humedal Térraba-Sierpe y el Parque Nacional Corcovado , contra la intención de construir un muelle industrial para procesar y exportar astillas para hacer papel de las plantaciones de melina que invadió la zona. 

Durante la campaña persona ecologistas recibimos amenazas y actos de violencia, como  el hecho de aflojarle las tuercas a las llantas del vehículo de la AECO (Asociación Ecologista Costarricense) y se recibieron llamadas anónimas a la oficina después, de lo que consideramos, el asesinato de Oscar, Jaime y María del Mar, diciéndonos “la lista no ha terminado”, amenaza que cumplida meses después, cuando apareció muerto el compañero David Maradiaga. 

Tantos años después la memoria sigue vida, a veces se nubla, se evapora pero vuelve a condensarse para dar paso a momentos elegidos, que se amontonan desordenadamente y como una tonada sin rima se activan por reflejos,  se gatillan en un juego de estímulos inesperados: un aroma, un lugar, una frase o una gota de agua en la espalda desde donde puede emerger la memoria de lo sencillo, lo trivial de los mejores momentos y también los de gran dolor. Así han venido siempre los recuerdos durante 28 años continuos, con el empuje de los vientos alisios y los atardeceres de bronce.

El hipocampo es el lugar del cerebro que alberga la memoria, la de episodios pasados y la memoria espacial. Su nombre proviene de agregar los términos griegos «hippos» y «kampos», que significan respectivamente «caballo» y «monstruo», debido a su parecido con un caballito de mar. Entre las principales funciones del hipocampo estan en la generación y recuperación de recuerdos, por lo que es clave en nuestros aprendizajes y la generación del conocimiento. También está implicado en las emociones, debido los sentimientos que nos generan los recuerdo. Además, es el lugar donde se enquista la enfermedad del Alzheimer provocando la pérdida de memoria y desorientación.

¿Qué activa las conexiones de las neuronas que nos devuelven los recuerdos?, ¿cómo los mezclamos con los sueños, deseos, pasiones y dolencias para sembrar la memoria en nuestro hipocampo? ¿dónde y cómo constituir un hipocampo colectivo si no intencionamos, escribimos y reivindicamos cada 7 de diciembre?

Ya pasaron muchos años y sigue la necesidad de escribir todos los años para recordar, para vencer el olvido y la impunidad. ¿Cómo contar algo que no está nombrado y llorado?, ¿cómo puede la memoria ser una duda torturante, un recuerdo de amor, miedo y sufrimiento?, ¿cómo aliviar el peso de nuestro hipocampo con uno más colectivo para distribuir los sufrimientos?

La vida nos va llevando por otros senderos de tiempos y espacios que van y vuelven cíclicamente, vamos cambiando y con ello algunos sentimientos se atenúan, otros tienden a desplomarse, los que están atorados o incendiados nos causan las mismas sensaciones, los mismo fríos y dolores.

En todos estos años, donde se ha sumado más violencia a las estadísticas, he percibido una especie de efecto Coriolis, no la rotación de un cuerpo en movimiento en distintos hemisferios, es otro efecto humano de indiferencia, lo he observado cuando he expuesto sobre la criminalización y la violencia política , la respuesta es desviar la mirada a la derecha o a la izquierda según su lado de cuerpo dominante o “diestricidad”, una vez vuelta la mirada, dejan de escuchar y cortan la atención. No sé si sea alguna reacción del lenguaje corporal o simple mecanismo de evasión o negación, pero cuando uno cuenta algo doloroso, la gente comunica muchos gestos de empatía, solidaridad, incredulidad, descalificación y el peor de todas es la Coriolis emocional. ¿Cuál será el gesto suyo a esta altura de texto?

Para el excepcionalismo tico y cuento de país verde y feliz, estos hechos son una distorsión, un error en la postal, donde el futuro nos alcanza y una amenaza a nuestro papel en la debacle ambiental del planeta. Nuestro país siempre ha jugado a ser esa esperanza, ese papel de vitrina, de laboratorio de cuentos tan buenos y curados que los termínanos creyendo, repitiendo y hasta reproduciendo. Es así, pero a veces quisiera hacer Coriolis y desconectar el interruptor para mal vivir con la misma indiferencia. Para mantener el excepcionalismo hay que castrar la memoria e invisibilizar todos los errores del guion.  

Para la región latinoamericana la pérdida de Oscar, María, Jaime y David inauguró una oleada de represión y criminalización algo distinta, pareciendo menos masiva y más selectiva que el saldo de las dictaduras y ejército con su masivo y sangriento monopolio del terrorismo de Estado. Sólo parece distinta pues se privatizó parte del monopolio de la violencia y ahora los intereses trasnacionales y privados han perpetrado más directamente la represión en la última tres décadas contra personas activistas, indígenas, mujeres y campesinas defensores de la tierra.

Para muestra las 1733 personas defensoras de tierra y derechos humanos en todo el mundo que han sido asesinadas en los últimos diez años (2012-2022), esto de acuerdo con el informe más reciente de Global Witness (setiembre 2022), organización que desde 2012 documenta este tipo de violencias. El 68 % de esos ataques se han registrado en países de América Latina. Las comunidades indígenas concentran el 39 % de los ataques registrados, pese a que representan menos del 5 % de la población mundial. Las mujeres como María del Mar Cordero suman 11 % de esta inmunda lista en 10 años.

A pesar de que Oscar, María, Jaime ni David estan en esa estadística, si lo están Jairo Mora, Diego Saborío, Sergio Rojas y Jhery Rivera, casos casi todos conocidos y la mayoría en la impunidad. Todas estas cifras y números estan además subregistrados y son la superficie de un ciclo de violencia en cuyas aristas hay amenazas de muertes, atentados, agresiones, judicializaciones y muchas otras formas de violencia que no siempre terminan en la estadística por terror al terror.

La impunidad, miedo y olvido son el Alzheimer que carcome nuestro hipocampo social, oxida toda la estructura de evasión, tiñe todo el pacto social de indiferencia, para dar paso zonas grises llenas de consumismo narcotizante, donde se extingue la vida y el fututo del planeta.

El año pasado 2021 al menos 200 personas defensoras de tierra y derechos humanos fueron asesinadas, por estas y todas las personas activistas asesinadas, sus familias y los tejidos comunitario rotos y por la naturaleza que también muere con ellas, extendemos un abrazo colectivo de justicia y verdad para hacer entre todas y todos un hipocampo colectivo donde recordemos con amor y dignidad a las personas que ponen el cuerpo y la vida para defender el planeta y otros futuros posibles.

Nota: Gracias a la edición de Rebeca Arguedas Ramírez

Sembrar memoria contra la impunidad y el olvido

Por Mauricio Álvarez Mora. Docente Escuela de Geografía, Ciencias Políticas, Programa Kioscos Socio ambientales UCR, IDELA-UNA

Han pasado 27 años desde aquel 7 de diciembre de 1994 donde Óscar Fallas, María del Mar Cordero y Jaime Bustamante murieron juntos, cuando un incendio destruyó la casa donde vivían los dos primeros.

Esa semana nos pagaron el aguinaldo y fuimos de compras en la tarde con María del Mar que estaba armando nido con Oscar. Hubo una invitación para esa noche, pero pudo más la responsabilidad de la propuesta que teníamos que presentar al otro día en el IMAS, para financiar un campamento de verano con jóvenes de la comunidad de Los Guidos organizado por el Programa de Juventud de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO). Ese 6 de diciembre Oscar y María nos dejaron la llave de la oficina y fue la última vez que los veríamos con vida.

Eran tiempos de celebrar porque le habíamos ganado el pulso a las intenciones de industrializar el Golfo Dulce, recién el 3 de diciembre, tuvimos una actividad con la gente de las comunidades.

Cuatro días después, la casa de Óscar y María del Mar, en Guadalupe, fue destruida por un incendio. Nadie pudo escapar. Encontraron a María del Mar carbonizada mientras trataba de abrir la puerta, sin llave. Las rasgaduras en la puerta evidenciaron que trató de luchar hasta el final por salir, pero algo o alguien le impidió salir. Mientras Óscar y Jaime murieron sin incorporarse de las camas.

La investigación oficial del Organismo de Investigación Judicial no encontró causa oficial del incendio y que no hubo evidencias de “mano criminal”, mientras la construcción mediática fue cruel y despiadada al enfocar que la “fiesta” fue la responsable de las muertes, ya se venía construyendo una estigmatización mediática del ecologismo como unas personas “comunistas recicladas, bohemias, opuesta al desarrollo y subversivas.” Esa estigmatización sumada a lo inédito del acontecimiento sirvió para invisibilizar el contexto que estaba sucediendo como las amenazas y ataques al vehículo de la AECO y que se recibieron llamadas anónimas después de las muertes para asegurar que “la lista de asesinatos no había terminado.”

Sobre el contexto, desde finales de 1992 se llevó a cabo una campaña para frenar la construcción de un muelle y una planta astilladora en medio de la Reserva Forestal Golfo Dulce, en la península de Osa y en la parte más interior del golfo en el sector de Mogos.

A la cabeza de la campaña estuvo Óscar Fallas Baldi y María del Mar Cordero y muchos otros que integrábamos en ese momento AECO conformamos una alianza de vecinos de la península, ecologistas, grupos de mujeres, estudiantes, campesinos, científicos y redes internacionales. Esta coalición permitió llevar a cabo una de las más importantes luchas ecologistas del país, contra la Ston Forestal S.A. subsidiaria del gigante papelero Stone Container Corporation.

La parte industrial del proyecto se ubicaría en Punta Estrella, cortando el corredor biológico entre Corcovado y el Parque Nacional Esquinas. La intención era procesar y transportar la producción de 24.000 hectáreas de melina sembrada en la zona. Para esto se construiría un muelle para barcos de hasta 70.000 toneladas, y se esperaba un tránsito de 184 tráileres diarios en promedio uno cada cuatro minutos.

Lo que argumentábamos en contra del proyecto de Ston Forestal era, entre otras cosas, que la industrialización afectaría la biodiversidad del Golfo Dulce y de importantes áreas boscosas y protegidas, que el muelle traería contaminación a un sector prácticamente prístino y se llenaría de barcos con su contaminación donde habitan delfines, ballenas y una gran diversidad marina.

Después de poco más de dos años de lucha, la AECO y la gente de las comunidades lograron que se cambiara el sitio de la construcción y las condiciones del proyecto. Fue la primera campaña del ecologismo social que se gestionó en el país partiendo de la articulación con las comunidades, formación de comités locales, giras con periodistas y autoridades nacionales, gestiones de incidencia ante entidades estatales, denuncias ante la Defensoría de los Habitantes, manifestaciones, recursos de amparo, debates y un factor decisivo fue la articulación internacional con organizaciones como Greenpeace, Amigos de la Tierra y muchas otras.

Con el cambio de gobierno el primer reto ambiental de la administración Figueres fue resolver el conflicto con la Ston. Pronto se dan las primeras reuniones entre la AECO y el nuevo ministro de Ambiente, René Castro, para buscar una salida al problema. En ese momento se forma un comité de análisis y replanteamiento de la autorización concedida a Ston Conteiner y sus subsidiarias, en el que participa la AECO y otros actores institucionales. Luego de un proceso de negociación, en octubre de 1994 se logra un acuerdo histórico y la Stone Container acepta la reubicación del proyecto en Cerro Partido o Punta Purrujas, cerca de Golfito. El acuerdo fue precipitado porque la Contraloría rechazó el contrato entre Ston Forestal y el gobierno costarricense por la construcción del muelle en sector de Mogos.

Estos hechos marcaron para siempre muchas vidas, tuvieron repercusiones a todos los niveles y dimensiones. Por un lado, la campaña exitosa fue semilla de muchas otras más que vinieron y que usaron de modelo de inspiración y por otro lado terminó de desmembrar a AECO para dar paso a otro tipo de organicidad social, para las familias hubo muchos impactos que hoy siguen presentes. Un gran dolor, incertidumbre, miedo y luto envolvió a gente muy cercana que simplemente no pudo superar estos hechos.

Hoy, 27 años después, se les sigue queriendo y recordando de muchas formas, siguen presentes siempre multiplicando la vida.

Que 20 años es mucho… en el aniversario de la muerte sin esclarecer de Oscar, María, Jaime y David

COECOCEIBA – Amigos de la Tierra Costa Rica

Que 20 años es mucho

El 7 de diciembre de 1994, murieron debido a un incendio en su casa de habitación, Oscar Fallas y María del Mar Cordero. Sufrió la misma suerte Jaime Bustamante quien estaba de visita esa noche. Siete meses y siete días después, el 14 de julio de 1995, David Maradiaga apareció muerto en el parque Los Mangos en Barrio Luján. Todos/as eran integrantes de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO) desde donde dieron luchas de gran importancia para el país.

En ese momento, hace 20 años, las comunidades de la Península de Osa en conjunto con la AECO ganaron la campaña contra la Ston Forestal salvando así no solo uno de los lugares más bellos de este país sino también, dejando un legado de enorme importancia que podríamos resumir en dos aspectos: se sientan las bases para que el ecologismo se empiece a percibir como un actor social que realiza un trabajo político junto a comunidades afectadas y deja un legado que seguimos percibiendo hoy en cómo hacer ese trabajo desde y junto a las comunidades.

20 años después, los conflictos ambientales han aumentado gracias sobre todo a la acción de un Estado promotor de políticas neoliberales. Vemos que ha habido un deterioro ambiental, que los gobiernos que desde ese momento hemos tenido en el país han profundizado las desigualdades, favorecido al sector privado y sacrificado al ambiente a través por ejemplo, de tratados de libre comercio. No es que sean sordos frente a las innumerables denuncias y luchas ecologistas que hemos visto a lo largo de estos 20 años. Es que han decidido no escuchar.

En aquel momento hace 20 años, la población del país apenas empezaba a ver lo ambiental como algo de importancia. Hoy en día, este tema es de los que más opinión genera y es de los aspectos en los que la sociedad como un todo dice dice generarle mayor simpatía. Si bien esto no implica que las relaciones de poder que provocan la degradación ambiental, van a cambiar pronto, sí constituye un avance en el sentido en que en varias oportunidades, la lucha ambiental adquiere una dimensión política inmensa como sucedió con la minería.

Hace 20 años teníamos a María, a Oscar, a Jaime y a David. Y era muy lindo saberles y sentirles cerca, trabajar con ellos y con ella, salir de gira, salir de noche, disfrutar la vida. Saber que se trabajaba no para salir en la foto o ganar premios o más financiamiento, sino porque había que hacerlo porque el compromiso era con las comunidades para construir un movimiento ecologista que ayudara a tener un país mejor. Hoy 20 años después nos siguen haciendo mucha falta y el dolor sigue siendo infinito. Nunca podremos olvidar que todavía hoy, no sabemos con certeza por qué se dio ese incendio, qué pasó con David. Nunca vamos a olvidar que el compromiso esta vivo y es hasta más lindo. No olvidamos que hay muchas comunidades, organizaciones locales y nacionales, que trabajan día a día para seguir construyendo un país mejor.

20 años después seguimos recordando que en este oficio del ecologismo, se es parte de un colectivo. Que hay que soñar mucho mucho pero empujar todavía más para que las cosas cambien. En estos 20 años hemos disfrutado mucho Oscar, María, Jaime y David. Nos hacen mucha falta y con todo y todo, hemos tratado de hacer las cosas lo mejor posible.

Porque no olvidamos, éste 7 de diciembre les decimos nuevamente presente que esto sigue y lo seguimos disfrutando.

COECOCEIBA

Enviado a SURCOS Digital por Coecoceiba Prensa.

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