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Etiqueta: comunidad

Experiencias comunitarias en defensa del agua – este viernes 16 a las 6 pm

El programa Alternativas y la Alianza por una Vida Digna le invitan a ser parte de este foro sobre Experiencias comunitarias en defensa del agua.

El panel invitado estará integrado por Óscar Beita, Esteban Barquero y Raquel Bolaños.

En el afiche puede ver todas las posibilidades que tendrá para conectarse, compartir y comentar.

La chambonada de los incineradores de basura

Freddy Pacheco León

Los incineradores aeróbicos que funcionan a temperaturas menores a los 500 ºC, inevitablemente producen compuestos químicos orgánicos, persistentes, que podrían llevar dolor a las comunidades, aunque Johnny Araya y otros alcaldes, parecen pensar diferente.

Desde hace unos 5 años, alcaldes unidos en una federación, propusieron construir en varios cantones, incineradores para quemar basura y generar, de paso, ciertas cantidades (insignificantes, diríamos) de electricidad, sin importar que los mismos producirían DIOXINAS y FURANOS, reconocidos como causantes de cáncer, enfermedades inmunológicas, trastornos hormonales, diabetes y malformaciones congénitas. ¡Todo como parte del negocio del mal llamado «tratamiento de residuos sólidos»!

Y lo proponen, demagógicamente, con el falso pretexto, de que constituyen un negocio, público – privado, que permitiría vender la energía que se produciría, ocultando que ello sería a costa de la salud de los habitantes de sus propios cantones y del país en general.

Como aparentan desconocer sus fatales efectos, sería bueno que alguien les informara y explicara al alcalde Araya y a los ocurrentes, presidente ejecutivo y el gerente de electricidad del ICE (al que están metiendo en la danza), que más de 150 países ya se han manifestado por medio del Convenio de Estocolmo, contra esos incineradores criminales y que, en muchos países, están siendo prohibidos.

Pero como Costa Rica es «tan especial», hay inescrupulosos, que sueñan con un supuesto “buen negocio», pensado, eso sin duda, para grandes botadores de basura, como el ubicado en la comunidad de La Carpio, en el cantón central de San José.

Llamamos pues la atención, principalmente a los habitantes de La Uruca, a la Fundación del Parque de Diversiones, a los habitantes de la comunidad de Cariari, de Guachipelín de Escazú y Lomas de Pavas, para que estén alerta. Habitantes que sin duda, ya han tenido «suficiente» con el botadero de basura y la planta de aguas negras Los Tajos, como para tolerar, además, un INCINERADOR DE BASURA que fuere a afectar a sus familias, pese a que la legislación ambiental costarricense también prohíbe tales prácticas.

En fin, estamos ante una nueva amenaza ambiental, inaceptable, que pese al maquillaje de amigable con el ambiente, conque es presentada, es desastrosa.

Nos duele, lo reconocemos, que siendo el Instituto Costarricense de Electricidad una empresa especialmente preocupada por mitigar los impactos ambientales de sus proyectos se esté sumando, innecesariamente, a una chambonada semejante.

Hospital San Vicente de Paúl: ¡Misión cumplida!

Freddy Pacheco León

En enero de 1866, ante los problemas de salud propios de la época, los heredianos unieron esfuerzos formales por contar con un centro hospitalario local, por lo cual suscribieron un contrato para ello. Por la escasez de recursos, se frustró el proyecto, pero no el espíritu emprendedor de sus promotores.

Dos años después se retomó la idea, coincidiendo con propuestas para alquilar un local, fundar la Junta de Caridad y buscar contribuciones, entre otros. Nuevamente, los esfuerzos fueron en vano.

Pero acaecería un acontecimiento que, dichosamente trajo consigo el ansiado sueño. El 6 de agosto de 1872, se inauguró la línea de ferrocarril que enlazaba las ciudades de Heredia y Alajuela, y el edificio que servía a la estación local, por diversas circunstancias, fue donado el 26 de mayo de 1875, hace cerca de 178 años, para que allí se ubicara el ansiado hospital.

Notables heredianos se esmeraron en que, ¡ahora sí!, el hospital fuera una realidad. Entre ellos, hemos de destacar al Dr. Cirilo J. Meza, quien fundó en 1880, a la edad de 33 años, una Sociedad Médica integrada por los médicos de la provincia.

Además, el Dr. Meza fundó las Conferencias de San Vicente y el Hospicio de Huérfanos herediano. Más adelante, en 1898, se aprobaron los Estatutos de la Hermandad de Caridad y el Hospital San Vicente de Paúl, propiedad del gobierno municipal.

Dicha Hermandad tuvo una función determinante para la consolidación del trascendental proyecto, pues, su principal tarea era la de sostener, conservar y mejorar, tanto el hospital como el cementerio.

Después de tres años de mejoras estructurales, el 8 de diciembre de 1926, el presidente Ricardo Jiménez, inauguró el entonces nuevo edificio, remodelado y con nuevos pabellones, que, por disposición de don Eduardo González Flores, presidente de la junta directiva que gobernó la construcción, su operación fue asistida por las Hermanas de Caridad.

Ahora, en abril del 2023, con el derrumbe de la vetusta estructura, de esos pasillos, salas y paredes que han sido testigos de infinidad de hechos, relacionados con el bienestar del pueblo herediano, con su demolición, se cumple un paso histórico más que se ha de recordar con especial agradecimiento, para los antepasados que hicieron posible tanta bondad imperecedera.

Comunidad o Barbarie

Esteban Beltrán Ulate.

Esteban Beltrán Ulate
esbeltran@yandex.com

Existen diferentes formas de caracterizar la barbarie, pero todas tienen el mismo fin, la destrucción de lo humano y el daño del entorno viviente. Sí, el humano no será capaz de destruir la vida, pero lamentablemente si tiene la posibilidad de limitar ciertos tipos de vida, incluso la de su propia especie. La barbarie, como forma suprema de aniquilamiento, se encuentra acechando nuestros vecindarios, con esto quiero decir que la barbarie también esta en los detalles, ¿Cómo resistir a ello?

La barbarie no solamente ser descubre desde las formas estructurales de orden global que intervienen en las formas de producción y distribución, así como en las asimetrías producto de las dinámicas patriarcales; también en lo específico está la barbarie presente, y se manifiesta como una alteración social que encuentra tierra fértil en las formas egoístas de vivir. Con lo anterior, quiero expresar que, hay una mala hierba que crece en el seno de los pueblos y que se alimenta del individualismo, de la cosificación de los otros, de la instrumentalización de la naturaleza, del tratamiento economicista de la vida. La sociedad fragmentada se vuelve estéril, no hay tecnología que pueda solventar la ausencia de diálogo, no hay redes sociales que puedan recobrar el cara a cara, ya que, hace falta algo más, que no todas las personas están dispuestas a dar. No es lo mismo ofrecer el rostro como una frontera, que ofrecer la común unidad, ser comunidad, es reconocer que la individualidad no es más que una herramienta para actuar en el mundo, pero que nuestra condición primera es la vida en interrelación, donde cada acto tiene una relevancia en la realidad del entorno viviente.

La común unidad, es una forma de reconocerme como un otro en el nosotros, donde la pluralidad es un rasgo necesario de mi condición humana. Somos ineludiblemente convivientes, de ahí que el problema acontece cuando la relación de vida comunitaria se trunca con el egoísmo de quienes desprecian el ser otro en el nosotros, para autoproclamarse como un “Yo” aislado, dueño del mundo, ser supremo entre la vida y frontera de la naturaleza. El Yo, como forma egoísta de vida, quebranta el diálogo de la vida, se separa a la sombra, y construye un discurso que quebranta el equilibrio de las especies. No obstante, esto no se supera ahí, sino que se reproduce como sentido común, a partir de la potencialización de la comunicación que le ofrece ocupar lugares en las estructuras sociales piramidales, de modo que amplifica el discurso egoísta. El egoísmo crece como mala hierba…

El egoísta, el individualista, quiere vivir la vida que merece, mientras la comunidad trabaja por la buena vida, la diferencia es radical; por un lado, el Yo que quiere, y por otro, el “nosotros que es” en un buen vivir. El ser del nosotros es la comunidad, una tarea diaria, donde ser otro entre nosotros es comprometerse con la vida, misma que siempre es interrelación, diálogo, y disposición de encuentro. La barbarie se expande, pero la comunidad puede germinar en cada lugar, donde vos y yo ofrezcamos nuestra común unidad.

Un gesto cobarde

Por Memo Acuña (sociólogo y escritor costarricense)

La lucha contra la discriminación es continua y no se detiene. Plantea desafíos improrrogables y la tarea pareciera no concluir, dados los acontecimientos que lo confirman en lo cotidiano.

En Costa Rica esa disputa contra discursos y prácticas discriminatorias no cesa. Son cientos de ejemplos de cómo nacionalidad, género, color de piel, preferencia sexual y clase resultan categorías definitorias de un proceso irreversible, en franco deterioro en las interrelaciones sociales y la convivencia.

Hemos dicho en esta columna que toca refundarnos. Volver a redactar la letra menuda de un contrato social que debiera integrarnos a todos y todas. Esa actitud debe pasar justamente por un ajuste en el que debiéramos empezar por el principio.

Convendría entonces revisar nuestros vínculos. Asumirnos como comunidad de distintos en la diversidad. Eso es justamente lo que nos falta. La ausencia declarada de horizontalidad.

Un reciente juego de futbol de primera división desarrollado en el Pacífico costarricense tuvo que ser intervenido dos veces con el protocolo indicado por actos de homofobia y racismo. Dos veces.

La implicación social de este acontecimiento no es menor si se considera la asistencia de niños, niñas y jóvenes al evento. Irán naturalizando estas prácticas y del acto simbólico al físico sólo habrá un paso.

Un grito homofóbico y un insulto racista en un juego de fútbol sólo expresan la decadencia a la que asistimos. El contexto también es importante ya que la zona pacífica del país es objeto en la actualidad de una violencia generalizada propiciada por grupos criminales que pugnan por el control de sus territorios. Pobreza, desigualdad y fractura social son rasgos que caracterizan esa región.

Pero un grito homofóbico y un insulto racista también señala la cobardía de un gesto que escudado en el anonimato del colectivo encuentra su mejor forma para desarrollarse.

Es necesario no solo parar un partido de fútbol por estos actos. Es necesario detenerlos y cambiarlos por acciones formativas en materia sociocultural.

La tarea sigue siendo necesaria.

Taller de monitoreo de ríos en La Gamba

El pasado miércoles 25 de febrero de 2023 de 9:00 a.m. a 2:00 p.m. se llevó a cabo un taller de monitoreo de ríos en la Quebrada La Gamba de macro invertebrados. El objetivo principal de este taller y actividad fue capacitar a los miembros de la comunidad para proteger y conservar el agua, con el fin de mantenerlas limpias, y que los ríos lleguen sanos al mar. La actividad fue coordinada con gestores ambientales de la Asociación Ambientalista y Cultural Sulá Kaska con Osa Conservación. 

La Asociación para la Preservación de la Biodiversidad y la Cultura Sulá Kaska, con domicilio en Puntarenas, Golfito, busca contribuir con el estudio, investigación, preservación y estudio de la biodiversidad costarricense, con énfasis en la región sur del país. Adicionalmente, busca promover el estudio, la educación, preservación y la investigación de las culturas, manifestaciones y expresiones de los pueblos originarios asentados en el territorio costarricense, especialmente en la Zona Sur.  

El vídeo titulado “Sulá Kaska… lugar de destino”, en la plataforma de Facebook, presenta una recopilación de imágenes de la flora y fauna costarricense, junto con lugares destino o turísticos, si desea observarlo puede hacerlo al siguiente link: https://fb.watch/iWAWI45PyT/?mibextid=2Rb1fB

 

Información compartida con SURCOS por Renier Canales.

El sutil recurso al “derecho de admisión”

Por Memo Acuña (sociólogo y escritor costarricense)

No hace mucho en varios lugares de consumo como bares y restaurantes en Costa Rica, se dejaban observar ciertos rótulos con la ordenanza decimonónica de “en este lugar se prohíben las escenas amorosas”.

Durante buena parte de los candorosos años setenta, en aquellos grandes y viejos salones de baile de la capital costarricense, era terminantemente prohibido bailar swing por considerarse ordinario, populachón, arrabalero.

Ambos casos, distanciados en el tiempo, denotan una política de la prohibición y la discriminación no formulada, pero que terminaba siendo asumida y practicada como natural por el conjunto de la sociedad.

Era la dinámica jurídica traducida en el orden social.

Recientemente esas formas de “reservarse la admisión” han variado y se han intensificado en forma y fondo. Lo que ha cambiado en los tiempos modernos sea acaso la candorosidad aquella, que ha migrado a una sistemática y continua acción de negación, limitación y rechazo.

Varios ejemplos recientes lo confirman.

Al iniciar el año, un joven denunció haber sido discriminado al intentar entrar con varios amigos negros en un bar ubicado en el centro de la capital. La persona de seguridad, indicó el joven, simplemente les negó la entrada a todos sin mediar ninguna explicación.

En un centro educativo de secundaria, una persona estudiante y su madre trans libraron una batalla legal para que se le reconociera la identidad de género autopercibida y la persona fuera llamada por sus pronombres masculinos y no femeninos como insistía la institución.

Recientemente terminaron negándole la matrícula por “motivos de procedimientos que la madre no cumplió”, según el colegio. La madre alegó represalias y discriminación contra su hijo.

Bajo el argumento de que se encontraban drogadas, un parque de diversiones ubicado en la capital prohibió el ingreso de un grupo de personas trans.

Este fue el último capítulo, ocurrido no hace mucho, donde el recurso al derecho de admisión toca fibras sensibles sobre identidades, grupos sociales y discriminación.

Al recordar un triste y reciente episodio de racismo vertido en una escuela de primaria por una persona docente, no podemos más que llamar la atención sobre estas formas de invisibilización y negación de los otros, de las otras.

Si en otros países no muy lejos del nuestro, la consigna es quitar ciudadanías para aniquilar al sujeto, en el caso costarricense estamos ante mecanismos sutiles de invisibilización y rechazo social maquillados bajo el uso ingenioso del derecho a permitir o no la presencia de la diferencia y la disidencia cultural. Esta es otra forma de aniquilar al sujeto, de matarlo.

Esto, nos parece, es ya una alerta. Deberíamos pagarnos a ver todos y todas en nuestra pretendida psique hegemónica blanca, heterosexual y dominante. Es esto lo que hay que intervenir en crisis, como una tarea necesaria para construir convivencias saludables, que tanto necesita una sociedad como la nuestra.

Deroguemos pues ese odioso derecho de admisión que nos distancia. Apliquemos más bien una, otra política donde el afecto sea el motivo de construcción de una comunidad amplia e inclusiva.

Segregaciones y segmentaciones que si se ven. ¿Y las que no?

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En 2022 la zona pacífica costarricense sufrió constantes embestidas de mal tiempo durante el invierno. Fueron frecuentes las inundaciones, deslizamientos y desplazamientos de población afectada por las dinámicas de eventos naturales que, aunados a la mala planificación territorial, el extractivismo y la rampante actividad económica, convergen en el impacto y la vulnerabilizacion para amplios sectores de población.

La antesala de lo ocurrido hace unos días en Punta Leona, zona ubicada justamente en el Pacífico central costarricense, debe ubicarse en ese contexto previo. El deslizamiento de construcciones ubicadas prácticamente en acantilados debe llamar la atención sobre la intervención técnica y política requirida en contextos sociales, económicos y culturales caracterizados por el cambio y la transición. 

El enfoque de la gestión del riego no es un asunto meramente teórico. Es determinante para trabajar procesos de prevención, participación comunitaria y y una intervención viva y horizontal con las poblaciones.

Hace unos años trabajamos en los inicios de un proyecto sobre migración ambiental en Costa Rica. Visitamos la comunidad de Calle Lajas en Escazú, en el centro de la capital, devastada por una cabeza de agua que una noche de intensas lluvias mató 25 personas debido a un feroz deslizamiento. Las personas sobrevivientes fueron reubicadas en un terreno cercano al que le denominaron Lajas Compartir.

Los testimonios recogidos en esas primeras visitas de campo nos asombraron no solo porque los recuerdos de esa noche estaban presentes sino porque la realidad de un desplazamiento es quizá de las experiencias más duras que una persona y una comunidad pueden experimentar.

En Costa Rica, bajo una mirada analítica que aborda la segmentación, la segregación y la desintegración social, sabemos qué hay cientos de territorios desconectados y al borde de la tragedia.

Esos territorios no se ven porque justamente están segregados, pero contienen en sí mismos el riesgo latente de nuevas tragedias socio ambientales si la acción de planificación local y la participación comunitaria no accionan ya estrategias para mitigar los impactos que se avecinan en los próximos inviernos.

La discusión de fondo sobre lo acontecido en Punta Leona recientemente en construcciones notablemente visibles y expuestas al ojo mediático, no solo debería expresar variables sociales o categorías despectivas. Eso es tema para otra columna.

De fondo y de por medio se debe puntualizar la desidia política sobre el territorio y lo que es más grave, sobre las poblaciones que lo habitan. Eso es lo urgente.

Analizarán logros del Comité Cívico de Limón

Convocatoria

Se convoca a todos los exmuelleros y a la sociedad civil en general, a una reunión este viernes 3 de febrero en el Gimnasio Eddy Bermúdez, a partir de las 10am.

Se analizarán los resultados de la agenda del Comité Cívico, así como acciones de lucha a seguir.

No falten el futuro lo forjamos juntos.

Convoca Bloque Cívico del Cantón Central de Limón.

Información compartida con SURCOS por María Miranda.

Comunicación y diálogo cercano sin intermediarios tecnológicos

José Luis Pacheco Murillo

Se supone que todos los adelantos tecnológicos que hemos tenido en los últimos 30 o 40 años deben o deberían servirnos para tener hoy una mejor calidad de vida, una mayor y mejor comunicación y por ende una mayor cercanía. Sin embargo, como que ese objetivo no se ha logrado.

Si bien es cierto, hoy nos comunicamos al instante e incluso con video instantáneo, eso no ha logrado que tengamos una “mejor” comunicación.

El asunto es que es muy fácil ahora, simplemente marcar o enviar un mensaje en cualquiera de las redes sociales,, decir lo que deseamos o transmitir nenes o postalitas con mensajes de saludos s toda hora del día, hasta oraciones y llamados a una mayor espiritualidad, sin embargo, nada de eso cumple el propósito de la cercanía.

No hay nada para fortalecer los lazos familiares y de amistad como la presencia. Esa cercanía que ha sido atacada despiadadamente por la pandemia a la que se le dio más importancia que a la fortaleza de las relaciones.

Esta sociedad y este mundo no llegarán a esos niveles de desarrollos deseables mientras que la comunicación y el diálogo no sean intensamente cercanos y ojalá sin intermediarios. Esto para todos los ámbitos de la vida social, política y económica.

Debo reconocer mi falta de consecuencia en esta práctica y asumo el reto de cambio como una prioridad para este 2023: más presencia, más cercanía, más ver s los ojos y más ayudar a que eso sea factible en otros que lo quieran, sin presiones ni obligaciones.

Es un buen tiempo para entender que todo adelanto tecnológico debe estar y así debemos asumirlo que lo está, para mejorar nuestra calidad de vida y nuestra comunicación, para hacerla más profunda y más cercana.

Que Dios nos ayude a disfrutar de la manera más sana y sensata de todo adelanto tecnológico y que sean para nuestro servicio y no para esclavizarnos a ellos.