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Etiqueta: COVID-19

Contexto del COVID 19 en Guatemala: de las luces a las sombras

José Pablo Menchú Jiménez

Cada sociedad vive la pandemia del Covid 19 de manera diferente, ya sea por el contexto específico de cada país o por la capacidad y responsabilidad del gobierno de turno, por lo tanto no es lo mismo vivirla en el centro de África que en Islandia. En el caso de Guatemala hay condiciones particulares que hace que la pandemia tenga efectos muy sensibles, por ejemplo tiene la inversión pública más baja en salud de toda Centroamérica (2.1% del PIB cuando lo recomendado es 6%), más del 60% de los guatemaltecos vive de la economía informal (lo que implica que vive al día y no posee protección social) y la mitad de la población vive en condiciones de pobreza, sin mencionar la cultura de corrupción que impera en el Estado. Esto implica grandes desafíos para un gobierno que recién tomó posesión en enero de este año.

El primer caso se registró el 13 de marzo y el gobierno de Alejandro Giammattei (por cierto médico de profesión) tuvo el buen criterio de tomar las acciones correctas de manera pronta, por ejemplo habilitar hospitales temporales, implementar una política de distanciamiento social, imponer la obligatoriedad del uso de mascarillas, la elaboración de programas de apoyo económico (como transferencias a la familias más vulnerables y kit de alimentos) y suspender varias actividades que no resultaban esenciales. Aunado a que se aprobó una ampliación de presupuesto de más de Q29 mil millones financiados con deuda (equivalente el 5% del PIB) para poner en marcha los programas de fortalecimiento del sistema de salud y de ayuda económica para las personas. Pero como todo gobierno tiene sus luces y sombras, y en este caso lo que empezó siendo una luz poco a poco se fue apagando.

Conforme pasan las semanas la pandemia empieza a revelar la realidad estructural de Guatemala y un gobierno que no está preparado para asumir este reto. Lo que empezó siendo luz con la instalación de hospitales temporales se fue apagando con un gobierno que se rehúsa a masificar los test por considerarlo innecesario (de esa manera manteniendo las cifras de contagio en un rango favorecedor a la opinión pública), un sistema hospitalario que a dos meses del primer caso y con más de mil contagios ya se ve superado, al punto de que los mismos médicos alegan no tener equipo suficiente para hacer frente a la situación. Y en el ámbito económico algo común es ver a mujeres y niños en la calle con una bandera blanca indicando que necesitan alimentos para sobrevivir, esperando la ayuda de los ciudadanos ya que a pesar de que el gobierno anunció hace más de un mes sus programas de ayuda estos no han sido bien ejecutados. A esto se suma el interés del gobierno de ocultar información, para mantener sus índices de popularidad, o hacer parecer que todo es un éxito mediante discursos del presidente donde hay más demagogia que realidad.

Hoy la desconfianza en la autoridades va en aumento, se pone en duda veracidad de lo que el presidente dice en sus conferencias de prensa y se cuestiona el uso de la deuda pública ya que estas ampliaciones no se han visto reflejadas en paliar la situación económica de las familias guatemaltecas ni en mejorar el sistema de salud. En esta situación las sombras del gobierno van aumentando y si no cambia esta realidad, la situación futura de Guatemala no se ve muy alentadora.

Guatemala, mayo del 2020

En los siguientes audios el autor da detalles importantes que explican la situación de Guatemala en medio de la pandemia:

 

¿Cuáles son las medidas tomadas por el gobierno? ¿Son consistentes?
¿Cuáles son los tres problemas que afectan la atención de la pandemia en Guatemala?

Foto de cabecera es de La Prensa Libre de Guatemala.

Proteger la vida para mejor recuperar la economía

Covid-19 en Costa Rica. A propósito de los controles sanitarios en frontera

Grupo Economía Pluralista*

La pandemia del Covid-19 obliga a establecer un orden de prioridades que no admite vacilaciones: por encima de todo está la protección de la salud y de las vidas humanas. En los países donde esto no ha estado claro –Estados Unidos, Brasil o Rusia, por ejemplo– las consecuencias son devastadoras. Tristemente, es posible que el caso de nuestra vecina Nicaragua sea incluso peor.

Esta emergencia sanitaria, por sus alcances excepcionales, no permite ampliar el funcionamiento de la economía, si para ello se recurre al aflojamiento de las medidas sanitarias. Plantearlo de esa forma es formular una dicotomía falaz. El orden de las cosas es otro: hay que proteger la salud y la vida, para entonces disponer de una base sólida, desde la cual recuperar la economía e impulsar la creación de empleos.

Imaginar que se puede lograr mejoras en el campo económico, descuidando la parte sanitaria, puede ser un peligrosísimo bumerang. Porque si ello conduce a un agravamiento de la pandemia, y, con ello, un incremento en el número de personas enfermas y, dolorosamente, en el número de muertes, es muy seguro que deba recurrirse a medidas de confinamiento de la población, incluso más severas que las que han sido aplicadas.

Es por completo inaceptable incurrir en tal devastación humana, cuando, por otra parte, ello simplemente conduciría, no solo a la agudización, sino a la prolongación de la crisis económica.

Es importante que la población en general, y el empresariado en particular, comprendan esto. Especialmente en esta oportunidad, aplica el dicho popular de “despacio porque precisa”. La impaciencia no solo podría ser una mala consejera, sino, sobre todo, un gravísimo error.

Como país y comunidad nacional, debemos avanzar paso a paso, midiendo con rigor y cuidado, cada movimiento que se haga. Si por intentar apresurar las cosas en lo económico, dejamos la puerta de atrás abierta para que la pandemia entre a nuestra casa, las consecuencias posteriores podrían ser devastadoras: en el plano humano, en primera instancia, pero también desde el punto de vista económico. Debemos así garantizarnos mantener bajo control la pandemia y lograr que, con el transcurso de las semanas, el peligro decrezca de forma gradual pero sostenida.

En la medida en que ese cometido se cumpla exitosamente, podremos avanzar, sobre bases firmes, en el plano económico. Un avance que necesariamente comporta una reinvención de la “normalidad” en que vivamos: hacia una sociedad más justa y solidaria; hacia una economía asentada sobre bases más sólidas; hacia formas de producir y consumir mucho más cuidadosas y responsables con la naturaleza.

Por ello, hemos manifestado que, en una primera etapa, que aún no hemos superado, el énfasis de las políticas económicas, debería estar en aliviar la gravedad de la recesión económica y, sobre todo, aminorar sus impactos sociales y humanos, especialmente en las poblaciones más vulnerables y carenciadas, como las mujeres jefas de hogar, entre otros grupos que requieren una especial atención. Debemos así, crear bases más firmes para poder avanzar, en una segunda fase, con políticas que promuevan de forma vigorosa, la recuperación económica y la creación de empleos.

Reconocemos y aplaudimos el magnífico trabajo que realiza nuestra institucionalidad pública en el combate del Covid-19: la excelencia y compromiso de la Caja del Seguro Social y del Ministerio de Salud, y el amor y el coraje que su personal pone en esta lucha. Asimismo, reconocemos el liderazgo lúcido y enérgico, científicamente fundamentado, que han ejercido los doctores Daniel Salas y Román Macaya, ministro de Salud y presidente de la Caja, respectivamente.

Apoyamos totalmente las medidas de control sanitario que nuestras autoridades han decidido aplicar en fronteras, así como las disposiciones adoptadas para que el comercio de mercancías por vía terrestre se realice en condiciones que protejan la salud de la población. Son absolutamente inaceptables las propuestas que pretenden relajar esos controles. Es importante que el comercio fluya, pero bajo condiciones de estricta protección de la salud.

Nuestro llamado, respetuoso y vehemente, al empresariado, y a los propios trabajadores del transporte, para que comprendan la importancia que esto tiene y lo valioso que resulta su compromiso y colaboración. Proteger la salud beneficia a todos y a todas, sin excepción.

Y al gobierno de la República, nuestra excitativa para que se mantenga firme y no ceda a las presiones. Hacemos nuestras las palabras del ministro Salas: “nadie puede decir que cargas comerciales valen más que la vida”.

Y agregamos: nadie puede decir que priorizar las cargas comerciales a la vida permitirá avanzar en la recuperación económica. Todo lo contrario, más bien.

* El grupo Economía Pluralista reúne a 25 economistas que provienen de diversos ámbitos de la academia y del ejercicio profesional de la economía, tanto en el sector público como en el privado.

(23 de mayo de 2020)

Foto: Presidencia de Costa Rica

Igualdad de oportunidades en la educación en contexto de la pandemia

Luis Muñoz Varela[1]

En marzo de 2020, de un día para otro la vida cotidiana costarricense amaneció enmarcada en un cuadriculado de emergentes temores, ansiedades, incertidumbres, restricciones. Había llegado una amenaza invisible de la que, según lo apuntaron la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las autoridades sanitarias de diversos países del mundo y los informes de investigación de distintos centros e institutos científicos especializados, nada se sabía. Un virus al que se le dio por nombre Covid-19, originado por zoonosis y cuyas causas se atribuyen a los desequilibrios provocados en la naturaleza por la depredación de los recursos naturales y la destrucción humana de los ecosistemas. A cien años de la “gripe española”, la pandemia del coronavirus Sars Cov-2 se había instalado planetariamente.

En Costa Rica, al tiempo que se establecieron las medidas sanitarias y diversas restricciones dictadas por el gobierno (confinamiento en casa, restricción a la movilización vehicular, cierre de diversos establecimientos comerciales, paralización de múltiples actividades económicas y productivas, el teletrabajo), también llegó, lógicamente, la pérdida de empleos, la reducción de la jornada laboral, la clausura de ingresos para pequeños negocios y empresas; la crisis económica.

La llegada de la pandemia trastocó y puso en estado de quiebra toda la “normalidad” en la que se vivía hasta inicios de marzo. Las primeras reacciones estuvieron determinadas por una ambivalencia entre cuidarse de los contagios y respetar las medidas sanitarias, o si aventurarse a seguir en las mismas dinámicas de la vida cotidiana tal como se hallaban definidas y estructuradas hasta ese momento. Pronto dicha ambivalencia quedó resuelta, al irse tomando conciencia de la gravedad de la situación y, sobre todo, a partir del momento en que las autoridades de gobierno establecieron medidas drásticas cuyo desacato implicaba penalizaciones de diversa magnitud.

Trascurridos poco más de dos meses desde la aparición del primer contagio de Covid-19 en Costa Rica, los acontecimientos ocurridos en este tiempo han revelado con claridad varios aspectos importantes y, por cierto, algunos de ellos también bastante preocupantes.

En primer lugar, seguramente quepa destacar las capacidades de respuesta desplegadas por las instituciones del sistema de salud del país; capacidades de organización hospitalaria, de competencias y solidez profesional del personal médico y de enfermería; de acervo de conocimiento científico y de capacidad tecnológica instalada en materia de salud; la seriedad asumida por las autoridades de salud en el ámbito de la gestión para controlar y contener la propagación de los contagios. La pandemia, en resumen, ha puesto de manifiesto el valor y la importancia de contar con un sistema de salud pública bien articulado y con capacidades de cobertura universal. La sociedad costarricense despertó de una especie de modorra y de indolencia en la que estaba, para empezar de pronto a comprender que hay instituciones a las que se debe proteger, cuidar y defender.

Asociado a este aspecto positivo, la pandemia también vino a transparentar, por otra parte, una realidad nacional de profunda desigualdad social y económica. Aunque ya claramente se percibía esta situación desde hace mucho tiempo, sin embargo, había pasado a quedar marginada de la sensibilidad social e institucional del país; se había normalizado. La pandemia no solo ha venido a poner de manifiesto de manera clara y contundente la magnitud de las desigualdades sociales prevalentes en Costa Rica, sino que, además, las profundiza aún más y las coloca en un plano de incremento y de reproducción en una proyección de largo plazo.

Al respecto, valga la ocasión para hacer una pequeña exposición de las cifras que dan cuenta de las desigualdades sociales en Costa Rica. Según informa el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), al año 2019, la tasa de pobreza en el país abarca al 20,98% de los hogares, distribuida en 15,14% de hogares en condición de pobreza no extrema y de 5,84% en pobreza extrema. La zona rural es la que presenta la mayor tasa de hogares en pobreza: un 24,17% frente a un 19,77% en la zona urbana. Por regiones de planificación, la distribución de las tasas de pobreza es como se presenta en la siguiente tabla:

Tabla 1: Tasas de pobreza de los hogares en Costa Rica, año 2019

Región de planificación

No pobres

Pobres

Total

Pobreza no extrema

Pobreza extrema

Central

83,01

16,99

12,68

4,32

Chorotega

79,74

20,26

14,84

5,42

Pacífico Central

70,21

29,79

20,67

9,11

Brunca

69,65

30,35

21,11

9,24

Huetar Caribe

70,76

29,24

20,34

8,90

Huetar Norte

72,41

27,59

18,70

8,89

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos. Encuesta Nacional de Hogares, 2019a.

El término pobreza indica que los hogares están en una situación tal “cuando su ingreso per cápita es menor que el costo per cápita de una canasta de bienes y servicios, requeridos para mantener un nivel mínimo de subsistencia”. (INEC, 2020, p. 35). Se trata de una canasta básica de bienes y servicios de necesidad elemental para la subsistencia: alimentación, salud, agua potable, energía, vivienda, educación. Por su naturaleza básica, esta canasta no incluye bienes y servicios tales como dispositivos tecnológicos, computadoras, tabletas, conectividad a internet.

El término pobreza extrema, por su parte, salvando la obviedad, indica un estado socioeconómico en el que los hogares se encuentran en una situación de carencias múltiples que les impide el acceso a vivienda, alimentación, salud, higiene, servicios de agua potable y electricidad. Se trata de hogares en los que, lógicamente, el acceso a la educación y a la permanencia en el sistema educativo presentan serias y ostensibles limitaciones.

La población tipificada como no pobre, por otra parte, está conformada por hogares que, en general, cuentan con una solvencia económica al menos suficiente para tener cubiertas las necesidades básicas de alimentación y salud, vivienda, educación. Sin embargo, esta es una población altamente heterogénea, desigual en la disposición de ingresos y en el acceso a bienes de índole tecnológica como una computadora o la conectividad de internet, así como a los diversos servicios que hoy son indispensables para solventar los requerimientos de la vida actual.

Por diversas razones (monto de los ingresos, lugar de residencia, estabilidad del empleo), el hecho de tipificar como un hogar no pobre no significa que se cuente con suficientes bienes y servicios. En este mayoritario grupo social de los hogares no pobres está incluida una importante cantidad de ellos en los que las probabilidades de pasar a formar parte de los hogares en condición de pobreza son bastante altas.  

De conformidad con las cifras expuestas en la tabla 1, las regiones más afectadas por la pobreza y la pobreza extrema son, en orden de mayor a menor, la Brunca, la Pacífico Central, la Huetar Caribe y la Huetar Norte. Todas estas regiones se caracterizan por ser mayoritariamente rurales y, salvo en el caso de la Huetar Norte, por ser también costeras. Con las obvias diferencias, puede decirse que, en general, en estas regiones, las actividades económicas están básicamente definidas por la agricultura, la ganadería, la agroindustria de monocultivo, la pesca, el turismo y los servicios.

Sobre la base de los principios de igualdad de oportunidades, calidad de la educación, inclusión y no discriminación, establecidos en las políticas educativas costarricenses del último cuarto de siglo, puede decirse que, en general, en todo el territorio nacional se hace necesario desarrollar acciones de política, institucionales y programáticas, para que la aplicación de estos principios conduzca, en efecto, a crear las capacidades que se requieren para reducir las desigualdades sociales y avanzar en el establecimiento de condiciones para el logro del bienestar social y el buen vivir.

Las anteriores diferencias por regiones de planificación indican que las acciones y esfuerzos por emprender no pueden ser desarrollados por medio de políticas, programas y estrategias de aplicación homogénea. Cada región amerita la atención que de manera específica demandan las propias realidades sociales, económicas, culturales e institucionales que les caracterizan. Esto también vale de manera especial para la educación.

A fin de complementar la información anterior y contar con un panorama un poco más amplio acerca de la situación socioeconómica en que se encuentran los hogares en Costa Rica, en la siguiente tabla se presentan las estadísticas sobre ocupación, desempleo, subempleo y de empleo informal.

Tabla 2: Tasas de ocupación, desempleo, personas ocupadas con subempleo, personas ocupadas con empleo informal, por regiones de planificación, año 2020.

Región de planificación

Tasa de ocupación[2]

Tasa de desempleo[3]

Porcentaje de personas ocupadas con subempleo

Porcentaje de personas ocupadas con empleo informal[4]

Central

58,7

12,3

11,4

45,8

Chorotega

46,8

15,2

12,8

44,6

Pacífico Central

52,4

9,1

16,3

54,1

Brunca

45,7

16,1

15,0

53,9

Huetar Caribe

50,9

12,0

9,9

43,4

Huetar Norte

54,7

11,7

18,6

53,7

            Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos, Encuesta Nacional de Hogares 2020.

Tal como se puede observar, estas cifras develan, aún con mayor claridad, la magnitud crítica de la desigualdad social y de la precariedad e inestabilidad socioeconómica en la que se encuentra una significativa proporción de los hogares costarricenses.

La región Brunca sigue siendo la que presenta la situación más desfavorable, al exhibir la menor tasa de ocupación y la mayor de desempleo. Sin embargo, en este caso, la región Chorotega, que en los datos de la tabla 1 ocupaba la segunda mejor posición, registra ahora como la segunda de las regiones más afectadas por los bajos niveles de ocupación y los mayores de desempleo. La explicación de esta diferencia puede que resida en el hecho de que, al ser las tasas una representación de magnitudes promedio, no pueden dar cuenta de la intensidad específica en la que se distribuyen las desigualdades sociales al interior de cada región.

En general, incluso en un caso como el de la región Central, que en todos los aspectos considerados en las estadísticas del INEC aparece siempre ocupando las mejores posiciones, cabe presuponer que la magnitud de las desigualdades sociales intrarregionales es aún mayor y más intensa de lo que reflejan las cifras estadísticas.

En el actual contexto de la pandemia y de la crisis económica devenida y agudizada por ella, en materia de empleo, desempleo, pobreza y pobreza extrema, la información difundida por distintas fuentes oficiales señala la configuración de una situación que pasa a ser dramática en todo el territorio nacional. Las repercusiones económicas de la crisis sanitaria vienen a incrementar la crítica situación en la que ya de por sí se estaba antes de que ella apareciera y, en este momento, se incrementan por miles los hogares que afrontan múltiples dificultades para poder agenciarse la subsistencia del día a día.

En su informe anual 2019, Unicef- Costa Rica señaló que 470 mil niñas, niños y adolescentes viven en condición de pobreza en nuestro país. La crisis económica que ya enfrentábamos se agrava ahora por los efectos del COVID- 19 ante el aumento drástico del desempleo. (Guardia, 2020).

Según es obvio, se trata de una situación que, al mismo tiempo, desencadena afectaciones múltiples en lo que concierne a la educación. Una vez declarada la pandemia, las autoridades del Ministerio de Educación Pública (MEP) tomaron la decisión de suspender el curso lectivo presencial en todos los centros educativos del país, para pasar a implementar la modalidad de educación virtual a distancia.

A tal efecto, a fin de identificar de manera aproximada cuáles son las posibilidades que tienen las distintas poblaciones estudiantiles del país para hacer frente a los requerimientos que plantea la dinámica de la educación virtual a distancia, se presentan en la tabla 3 los porcentajes de viviendas que, por regiones de planificación, cuentan con disposición de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) de necesidad básica para atender la educación virtual a distancia.

Tabla 3: Porcentajes de viviendas que cuentan con diferentes TIC, por regiones de planificación, año 2019

Región de planificación

Con teléfono residencial

Con teléfono celular

Computadora

Tableta

Servicio de internet en la vivienda

Central

39,1

96,2

55,1

21,9

88,3

Chorotega

20,7

95,8

38,0

9,2

82,5

Pacífico Central

20,0

96,1

36,0

9,8

88,1

Brunca

15,5

96,3

37,9

6,8

83,6

Huetar Caribe

11,6

96,4

29,1

8,3

82,8

Huetar Norte

16,1

96,1

29,9

7,7

80,3

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos. Encuesta Nacional de Hogares 2019b.

Tal como refieren las estadísticas, el teléfono celular es el dispositivo TIC que en mayor proporción existe en los hogares de Costa Rica. Todas las regiones de planificación registran una tasa de más de 95% de las viviendas que cuentan con al menos un teléfono celular. Caso contrario lo es el de la telefonía residencial o fija, cuyas tasas son muy inferiores y la más alta de ellas ocurre en la región Central (39,1%), siendo ésta prácticamente el doble de la que presentan las regiones Chorotega y Pacífico Central, las dos regiones que, en este aspecto, ocupan la segunda y tercera posición.

Las estadísticas sobre la disposición de internet en las viviendas, por su parte, indican que, en todas las regiones de planificación, más del 80% de los hogares cuenta con acceso a este servicio. Las mayores proporciones las tienen la región Central y la Chorotega. Sin embargo, este dato es inespecífico; no refiere si la conexión es por la vía del servicio celular de datos móviles, o por la de la conexión fija. Es muy probable que sea lo primero.

En lo que respecta a la disposición de computadoras en los hogares, las cifras son bastante bajas y únicamente la región Central presenta una proporción ligeramente superior a la mitad de las viviendas. En las regiones Huetar Caribe y Huetar Norte, en más de las dos terceras partes de los hogares no se cuenta con una computadora. Y en lo referente a tabletas, que constituye otra herramienta de necesidad básica para atender los requerimientos de la educación virtual a distancia, las cifras son aún menores. Únicamente en la región Central superan levemente el 20% de los hogares, mientras que en las demás regiones se ubican por debajo del 10%.

Costa Rica ha desarrollado legislación, diseñado políticas y establecido programas para asegurar los principios de igualdad de oportunidades, calidad de la educación, inclusión y no discriminación. Las poblaciones estudiantiles cuentan con el acceso a los servicios de los programas de Alimentación y Nutrición (PANEA) y de Transporte Estudiantil (PTE), así como a los apoyos que brindan el Fondo Nacional de Becas (Fonabe) y el Programa de Transferencias Monetarias Condicionadas Avancemos. Asimismo, de más reciente creación, también está la estrategia “Yo me apunto con la educación”, que tiene por finalidad brindar atención especial a los centros educativos de las comunidades que afrontan mayores niveles de pobreza, desigualdad, exclusión y marginación social.

Este conjunto de iniciativas y de acciones está asociado con el principio fundamental de la solidaridad, que junto con los de igualdad de oportunidades y de inclusión y no discriminación es constitutivo de los derechos humanos y, en particular, del derecho humano a la educación. En su enunciado formal, el principio de solidaridad establece que, en su conjunto, la institucionalidad del Estado y de la sociedad tienen el deber y la responsabilidad ineludibles de proporcionar las condiciones y proveer la dotación de los recursos necesarios para garantizar una educación de calidad que cumpla con los principios de “acceso universal”, “no discriminación” y de “igualdad de oportunidades y de trato”. En este sentido, declara la UNESCO (2016): “ningún país que se comprometa seriamente con la educación para todos se verá frustrado por falta de recursos en su empeño por lograr esa meta”.

Más allá incluso de la dotación de recursos, que son imprescindibles, el principio de solidaridad remite esencialmente a la creación y facilitación de las condiciones que permitan el acceso a la educación en igualdad de oportunidades y no discriminación. En situaciones especiales causadas por desastres naturales, guerras, crisis sanitarias, crisis económicas, el principio de solidaridad involucra la creación y sustentación de las condiciones que faciliten a las comunidades y a las poblaciones estudiantiles más afectadas poder protegerse de los daños y pérdidas que acontezcan en el marco de la coyuntura de crisis.

Se trata de afectaciones que, de no atenderse con la prontitud, alcance de cobertura y calidad que se requiere, pueden pasar a convertirse en pérdidas cuyo impacto en el incremento de la inequidad y la desigualdad social tendrá efectos que se proyectarán a largo plazo, con todas las implicaciones negativas que harán derivar para el conjunto en general de la sociedad.

La pandemia llegó de repente y obligó a las autoridades de gobierno a tomar medidas de emergencia. El establecimiento de estas medidas representó una quiebra abrupta de la “normalidad” de la vida cotidiana y de todas las actividades asociadas a ella. En materia de educación, la suspensión del curso lectivo en su modalidad presencial y su conversión a educación virtual a distancia dejó en condiciones claras de desventaja a una diversidad de poblaciones y sectores estudiantiles. Además, al tiempo que se suspendía el curso lectivo, las medidas sanitarias establecidas para contener y frenar la propagación de la pandemia (confinamiento, distanciamiento social, restricción vehicular, cierre de lugares públicos), afectaron diversas actividades económicas y productivas, de la misma manera que una cantidad significativa de familias han visto restringidas o incluso canceladas las posibilidades para agenciarse la subsistencia.

En este momento, aún cuando no existan evaluaciones de por medio respecto del trabajo que se le asigna a la población estudiantil para realizar en sus hogares, lo cierto es que hay un sector mayoritario de estudiantes que, al carecer de las condiciones necesarias para atender los requerimientos de la educación virtual, ha quedado en una clara desventaja en relación con otros sectores que sí cuentan con esas condiciones. Esta es una situación que obliga a hacer un esfuerzo amplio de análisis, en articulación y convergencia interinstitucional y multisectorial, a fin de identificar y definir las acciones inmediatas y estratégicas que permitan dar contención a las afectaciones y allegar los apoyos que contribuyan a atender y solventar en la mayor medida posible las carencias.

Las desventajas no tienen que ver únicamente con la no disposición del equipo y la conectividad. También intervienen en ellas factores como el desempleo de las jefaturas de familia, la necesidad de contribuir con la búsqueda de lo necesario para satisfacer las necesidades básicas; la carencia de una alfabetización adecuada en el hogar, que imposibilita brindar acompañamiento a las hijas e hijos en sus menesteres escolares. Se trata de carencias y desventajas “corrosivas” (Nussbaum, 2012) que, de no tomarse en consideración, inevitablemente repercutirán en un deterioro presente y a futuro del bienestar social para muchas familias y de oportunidades para distintos sectores de estudiantes.

Este panorama crítico plantea la necesidad urgente de que los diversos actores involucrados en el campo de la educación (académicos, institucionales, organizaciones de la sociedad civil, municipalidades, organizaciones productivas, colectivos de mujeres, asociaciones locales) contribuyan a buscar alternativas de atención y respuesta a esta difícil y problemática situación. La academia universitaria, en particular, la comunidad investigadora vinculada al campo de la educación se encuentra interpelada para desarrollar las acciones de investigación, análisis y reflexión sobre lo que acontece, a fin de identificar posibles soluciones y a hacer que éstas se canalicen y se pongan a disposición de las autoridades del MEP y de las demás instituciones que puedan estar convocadas a participar en la articulación y la convergencia de los esfuerzos.

La medida adoptada de establecer la modalidad de educación virtual a distancia requiere ser evaluada de manera urgente. En esta evaluación deben participar estudiantes, docentes y madres y padres de familia. Es preciso realizar consultas localizadas, contextualizadas, en cada una de las comunidades y regiones del país. Es imprescindible conocer de qué manera las poblaciones estudiantiles, la planta docente y las familias han asumido los requerimientos de la educación virtual a distancia; cómo se ha llevado a cabo la dinámica de la “mediación pedagógica” y con qué disposición de equipo se ha contado.

Esta evaluación es necesaria y muy importante, en la medida que sus resultados permitirán identificar las dificultades que se hayan tenido, hacer los ajustes pedagógicos que se requiera, brindar capacitación a la planta docente que se haya visto más limitada para el desarrollo de su trabajo, coordinar con las instituciones y empresas prestadoras de servicios de internet para asegurar la plena cobertura nacional de este servicio.

Según se ha indicado por parte del MEP, la proyección es retornar al curso lectivo presencial a partir del próximo mes de agosto, después de concluido el período de vacaciones de medio año. El cumplimiento de esta proyección, sin embargo, depende de diversos factores y la mayoría de ellos son externos al sistema educativo y a las competencias del MEP. El comportamiento de la pandemia es incierto y el regreso a los centros educativos, además, no se podrá llevar a cabo sin el establecimiento de diversas medidas de control y vigilancia sanitaria. Este es otro aspecto en el que las autoridades educativas habrán de implementar capacitaciones al personal docente y administrativo, para lo cual desde ya se tendrían que estar desarrollando las acciones correspondientes.

De igual manera, la decisión de retornar al curso lectivo presencial, ya sea en agosto próximo o después, es una decisión que requiere de un análisis minucioso acerca de todos los factores implicados, especialmente aquellos que tienen que ver con la disposición de ingresos de los hogares, el empleo, al menos una mínima estabilidad económica de las familias.

Esta es una dimensión de la situación de crisis que no puede ser obviada y que exige una atención cuidadosa. De no tratarse con el cuidado y la atención que amerita, se estaría empujando a una proporción amplia y diversa de sectores estudiantiles a una situación de mayor desigualdad que la que ya existía antes de la llegada de la pandemia. Esta decisión, en último término, debe estar basada en un plan de contingencia y de recuperación que, como ya se indicó, demanda una formulación de políticas que puedan ser ejecutadas por medio del accionar de una plataforma de articulación y convergencia multisectorial e interinstitucional.

Referencias bibliográficas

Asamblea General de las Naciones Unidas. (1989). Convención sobre los Derechos del Niño. Madrid: UNICEF. Recuperado de: https://www.un.org/es/events/childrenday/pdf/derechos.pdf

Guardia Donato, Diana. (2020). ¿Qué pasa con la infancia costarricense durante la cuarentena? Semanario Universidad, 06 de mayo de 2020. Recuperado de: https://semanariouniversidad.com/opinion/que-pasa-con-la-infancia-costarricense-durante-la-cuarentena/?fbclid=IwAR0Iz_GV18pQxGgpiZykAyHZyLQFg_x6B3Wte9RoODJvFGikFZsZMJAtpc0

Instituto Nacional de Estadística y Censos. (2019a). Encuesta Nacional de Hogares. San José: INEC. Recuperado de: https://www.inec.cr/pobreza-y-desigualdad/pobreza-por-linea-de-ingreso

Instituto Nacional de Estadística y Censos. (2019b). Encuesta Nacional de Hogares. San José: INEC. Recuperado de: https://www.inec.cr/otros-temas-ciencia-y-tecnologia/tecnologias-de-informacion-y-comunicacion-en-hogares

Instituto Nacional de Estadística y Censos. (2020). Anuario estadístico 2016/2018. Compendio de estadísticas nacionales. San José: INEC. Recuperado de: https://www.inec.cr/sites/default/files/documetos-biblioteca-virtual/reanuario2016-2018.pdf

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Instituto Nacional de Estadística y Censos. (2020). Encuesta Nacional de Hogares. San José: INEC. Recuperado de: https://www.inec.cr/empleo

Programa Estado de la Nación. (2019). Informe Estado de la Nación 2019. San José: Servicios Gráficos AC. Recuperado de: https://estadonacion.or.cr/wp-content/uploads/2019/11/informe_estado_nacion_2019.pdf

Nussbaum, Martha C. (2012). Crear capacidades. Propuesta para el desarrollo humano. Barcelona: Paidós. Recuperado de: https://es.scribd.com/document/361404680/Crear-Capacidad-Martha-Nussbaum

 

[1] Investigador del Observatorio de la Educación Nacional y Regional (OBSED), Instituto de Investigación en Educación (INIE), Universidad de Costa Rica. Mayo de 2020. C.e.: luis.munoz@ucr.ac.cr

[2] “Porcentaje de la población ocupada respecto a la población en edad de trabajar.” (INEC, 2020). La población en edad de trabajar es la que tiene 15 años y más.

[3] “Porcentaje de la población desempleada respecto a la fuerza de trabajo. (INEC, 2020).

[4] “Porcentaje de la población ocupada con empleo informal respecto al total de ocupados.” (INEC, 2020).

Foto del Semanario Universidad. Estudiante de Sixaola, Limón.

¡Benditas leyes sociales!

“Colocándonos en un punto de vista cristiano, creemos que para asegurar las bases de la paz futura del pueblo costarricense, es necesario consignar en la Constitución el principio que crea los seguros sociales como un derecho inalienable de los trabajadores administrados por la Caja Costarricense del Seguro Social. Es principio junto con el que crea el salario mínimo, la jornada mínima de ocho horas, el derecho de sindicalización para patronos y trabajadores, la protección del anciano, la madre y el niño como un deber social del Estado”. Mensaje del Presidente Rafael Ángel Calderón Guardia dirigido al Congreso el primero de mayo de 1942)

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

            Sin duda, abundan los testimonios de la generación que nació entre los años 1920 y 1930, de las penurias que vivieron por la pobreza doméstica, intensificada por el impacto social y económico de la gran depresión de 1929. Esta generación también experimentó la transición hacia mejores condiciones de vida, después de la aprobación de las leyes sociales de los años 1940. De ahí el valor de esta fuente testimonial a la que hacemos referencia, destacando dos historias.

            Los jornaleros regresaban cabizbajos y tristes porque el patrón nuevamente les había quedado debiendo el jornal. Manuel, que se había atrasado, se los topaba y le decían que se devolviera que era viaje perdido. Testarudo, como lo fue siempre, siguió su camino pensando que el patrón esta vez no se podía salir con la suya. Primero, iría donde su amigo Lalo para que le ayudara a convencerlo; sabía que era ingenioso. Así sucedió, se le pagó su jornal y hasta se le agradeció reconociéndole que era uno de los mejores jornaleros. De regreso, pasó donde Lalo para agradecerle, y este le contó su artimaña: le había dicho al hacendado que Manuel llevaba el apellido materno Vega, pero que era de los Camacho de San Ramón, quienes donde ponían el ojo ponían la bala o el puño, y que ahora venía decidido a todo con tal de llevarse su jornal. Habiendo vivido en carne propia las injusticias de que eran víctimas los jornaleros de esos tiempos, y también los cambios que se dieron después de aprobadas las leyes sociales, se hizo un fiel calderonista hasta que el partido perdió los estribos, como acostumbraba a decir. Una vez, le preguntó a su amigo don Porfirio porqué los ulatistas perseguían a los calderonistas, siendo de la misma ideología, a lo que el ingenioso don Porfirio le respondió: son los ladrones persiguiendo a los sinvergüenzas. ¡Maldita corrupción, tan antigua como dañina!

            Con mi suegro de 82 años, en estos días de compañerismo a distancia, viajamos a tiempos de su niñez, en una tertulia que nos llevó a los convulsos años de 1940, pero socialmente promisorios. Cuando tenía un año de edad estuvo al borde de la muerte, como muchos niños de la Costa Rica descalza; sufría de raquitismo y bronconeumonía. Su madre sabía que el doctor Rafael Ángel Calderón Guardia atendía a los pobres y no les cobraba. La atendió gratuitamente y hasta le regaló los medicamentos, que curaron a su hijo de ambas enfermedades. Ya adulto, conociendo aquella historia, se hizo calderonista. Cosas de la vida, siendo un jovenzuelo le correspondió ir a arreglar una fuga de agua en la casa de la viuda del doctor, doña Rosario, a quien retribuyó ingeniándoselas para evitar romper las paredes, de la antigua oficina del Presidente, enchapadas con finas losetas. Hoy, vive eternamente agradecido con el doctor y los servicios de la Caja Costarricense de Seguro Social. Hace seis años fue sometido a una compleja, pero exitosa, cirugía de un aneurisma de la aorta, en el Hospital Calderón Guardia. Además, disfruta de una modesta pensión con la que vive con dignidad al lado de su esposa, sus 6 hijos, nietos y bisnietos.

                Las historias de vida se siguen escribiendo, y dentro de unas décadas abundaran los testimonios de lo que significó la Caja del Seguro Social para muchos pacientes que salieron airosos, después de haber contraído el virus COVID 19, gracias a la inteligencia, sabiduría y generosidad de los trabajadores de la salud de esta insigne institución pública ¿Habrá alguien, todavía, pensando en privatizarla? ¡benditas leyes sociales!

¿Un nuevo mapa del mundo?

Con el título ¿Un nuevo mapa del mundo? Reacomodos del poder en la pandemia se realiza este sábado 23 de mayo a las 5 de la tarde hora de Costa Rica (6 pm hora de Ciudad de México) este conversatorio mediante Facebook Live. Es organizado por Jóvenes ante la Emergencia Nacional, de México.

Puede ver los detalles en este afiche:

Información compartida con SURCOS por Alberto Gutiérrez Arguedas.

UCR: ¿El COVID-19 o la COVID-19? Los hablantes deciden

El uso del nuevo término oscila entre los dos géneros gramaticales. Al respecto, las entidades que estudian la lengua han dado sus recomendaciones

Una lengua es un sistema de comunicación verbal que está (o estuvo) sujeto a transformaciones (léxicas, gramaticales, sintácticas, etc.). No en vano, se discute sobre las lenguas “vivas” (aquellas que cuentan con numerosos hablantes nativos y se usa en una comunidad de hablantes), “muertas” (las que ya no se aprenden como una lengua materna), “en peligro” (pues sus usuarios son escasos), en “estado de resistencia”, “declinación” u “obsolescencia”, así como sobre fenómenos de desplazamiento, revitalización y estados de vitalidad.

Tener presente ese carácter cambiante de un idioma es fundamental para entender —más allá de la normativa— los procesos de creación de nuevas palabras o expresiones (neologismos), que surgen por la necesidad de nombrar una nueva situación. Así han nacido en el español términos relacionados con la medicina, la ciencia y la tecnología, por ejemplo. Luego, el uso regular de esas palabras pasa a formar parte del repertorio del idioma.

La actual emergencia sanitaria, causada por el virus SARS-CoV-2, es una de esas “nuevas realidades” que motiva el uso cotidiano de palabras no empleadas antes con regularidad, así como el surgimiento de nuevos términos. Tal es el caso de COVID-19. ¿O deberíamos decir la COVID-19 o covid-19?

Debido a que este es un nombre nuevo, genera muchas dudas en cuanto a su género gramatical y escritura (en mayúsculas o minúsculas). Por el momento, podemos decir que COVID-19 es ambiguo; es decir, acepta tanto el femenino como el masculino. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, serán los hablantes quienes decidan cuál género gramatical se va a mantener.

El español o castellano es un idioma con millones de hablantes nativos en el mundo, de manera que el uso del léxico, en general, no es homogéneo, cada país tiene sus variedades lingüísticas. En cuanto al término COVID-19, medios internacionales han privilegiado el uso del género gramatical femenino, tal es el caso de El País de España, aunque allí también se observa (en menor medida) el masculino gramatical. Igualmente, en las noticias escritas de la Deutsche Welle DW en español (www.dw.com), se advierte la alternancia de los géneros gramaticales. Así pues, en un mismo medio de comunicación, unos reportajes emplean el femenino, mientras que otros prefieren el masculino.

En Costa Rica, el uso predominante ha sido el género gramatical masculino, por ejemplo en la careta o cortina virtual que antecede a las conferencias de prensa, así como en las publicaciones de Casa Presidencial, el Ministerio de Salud y otras carteras. Por su parte, en los periódicos comerciales se detectan ambas posibilidades y en el Semanario Universidad prevalece el masculino.

Ahora bien, cabe volver a ver las respectivas recomendaciones de entidades que estudian la lengua. En este caso, la Real Academia Española (RAE) y la Fundación del Español Urgente (Fundéu). Ambas han dado sugerencias que son útiles para correctores de textos, traductores, periodistas y otros comunicadores. De ahí la pertinencia de consultarlas.

En el caso de la primera institución, esta menciona que habitualmente se usa el género gramatical masculino por “influjo del género coronavirus y de otras enfermedades víricas” como el ébola y el zika, las cuales “toman por metonimia el nombre del virus que las causa” (www.rae.es). De hecho, en el sitio web de esta academia, encontramos notas que emplean el masculino gramatical: “Crisis del COVID-19: apuntes sobre pandemia en la lengua española” y “Crisis del COVID-19: apuntes sobre cuarentena en la lengua española”.

Por su parte, la Fundéu recomienda referirse a “la COVID-19”, aunque menciona que el masculino también es válido. La razón por la cual dicha fundación privilegia el uso femenino es porque el acrónimo COVID-19 se forma por la unión de las palabras inglesas coronavirus disease (enfermedad del coronavirus). Puesto que el núcleo del acrónimo es disease (enfermedad), se propone que el género gramatical sea femenino. Sin embargo, cabe pensar que esa palabra inglesa tiene también un equivalente masculino en español: “mal”, la cual tiene la acepción de enfermedad.

En suma, ambas entidades españolas exponen diferentes razonamientos y consideran, sobre todo la RAE, que tanto el uso masculino como femenino son válidos. La Fundéu, aunque se inclina por el artículo femenino, señala que el masculino “no se considera incorrecto” y que “la vacilación en la elección del artículo es habitual en casos como este en los que el componente principal no queda claro para los hablantes” (www.fundeu.es).

En relación con la escritura en mayúsculas o minúsculas, se emplea la primera, pues se trata de un acrónimo recientemente establecido que, según la RAE, no se ha lexicalizado (no ha pasado a formar parte del sistema léxico de la lengua). Además, influye que la Organización Mundial de la Salud lo escribe con mayúsculas y guion antes de los dígitos, al igual que se escriben otras enfermedades contempladas en la Clasificación Internacional de Enfermedades (www.fundeu.es).

La escritura en minúsculas la observamos en los escritos donde se desea lexicalizar el término, convertirlo en el nombre común de la enfermedad. Tal lexicalización ya sucedió, por ejemplo, con la palabra sida (antes SIDA).

En todo caso, como se mencionó, son los hablantes o usuarios de la lengua quienes decidirán la manera en que se emplee el nombre abreviado de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), causada por el virus SARS-CoV-2. Ahora bien, a pesar de que los fenómenos lingüísticos responden a la colectividad, conviene —en los medios de comunicación— decantarse por alguna de las posibilidades y mantenerla en los materiales y productos, con el fin de darles unidad. En el presente sitio web, se prefirió el género gramatical masculino (por su predominante uso en Costa Rica) y la escritura en mayúsculas. Esa escogencia responde a una decisión de estilo y no a un deseo prescriptivo.

 

Imagen: Coronavirus. Imagen de uso libre facilitada por The Associated Press (AP).

Amanda Vargas Corrales
Filóloga, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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LA NUEVA NORMALIDAD EN COSTA RICA POS COVID 19

Teletrabajo, virtualización y autocuidado personal y familiar destacan como prioridad

EPPPS-UNA: Escenarios Costa Rica: Hacia una nueva normalidad

Bajo la premisa: ¿cuáles son los diez ámbitos donde tendrá mayor efecto la emergencia sanitaria (COVID 19) que vivimos?; se llevó a cabo una consulta a más de setenta personas de diferentes sectores y segmentos de la sociedad costarricense, cuyo objetivo fue dar una mirada del futuro de la ciudadanía ante los embates provocados por la pandemia.

La consulta realizada del 6 de abril al 12 de mayo del 2020 (I Fase) tomó en cuenta la participación de: gobierno, funcionarios públicos, docentes, empresa privada, personas generadoras de opinión y del ámbito de la investigación y el desarrollo, así como al sector municipal, social y del área internacional. (Figura 1).

El equipo académico de la Escuela de Planificación y Promoción Social de la Universidad Nacional-EPPS-UNA (Costa Rica) informó que la metodologia empleada en esta primer fase, donde se construyen los escenarios bajo el enfoque de la Prospectiva Estratégica, permitió ordenar las 720 ideas recibidas en ocho dimensiones estratégicas.

Tal y como se observa en la imagen (figura 2) las dimensiones estratégicas responden al orden de lo político, económico, social, tecnológico, ambiental, legal, cultural, institucional y se denotan los valores relativos a cada dimensión.

De las 720 observaciones, se evidencia que los mayores efectos en relación con la emergencia sanitaria se ubican en las dimensiones: económica, social, tecnológica e institucional. En este sentido, de dichas observaciones se identificaron un total de 57 factores de cambio que serán la materia prima para la fase siguiente del proyecto.

Cabe destacar que los factores de cambio, entendidos como agentes dinamizadores, (en inglés se les conoce como (“drivers”) se constituyen en factores con capacidad de generar “nuevas normalidades” y nuevas dinámicas en la sociedad. De ahí que dentro de los factores surgidos en esta indagación con mayor potencial de cambio son “el autocuidado personal y familiar” en lo cultural y la virtualización del trabajo, las compras, la educación y la medicina. Se deduce que en la nueva normalidad la virtualización de mucho de lo que hacemos hoy será un actor institucional con una presencia relevante.

Para el Máster Juan Carlos Mora Montero, académico EPPS-UNA y coordinador del proyecto, ahora el equipo académico de la Escuela pasará a una tercera fase, lo que denominan como “análisis convergente”. En esta fase, se agrupará al conjunto de personas que han colaborado en la primera etapa, de acuerdo con su mayor experticia, especialización y trayectoria, de esta manera, se les consultará específicamente, por el movimiento que visualizan sobre los diferentes dinamizadores (en promedio 10 para cada grupo) mencionados y que les corresponderá analizar. Esta consulta se realizará por medio de una consulta en línea y los datos serán sistematizados conforme vayan ingresando.

Información:
angel.ortega.ortega@una.cr

juan.mora.montero@una.cr

Equipo académico:
M.Sc Ángel Ortega Ortega

M.Sc Juan Carlos Mora Montero
Dr. Guillermo Zuñiga Arias
M.Sc Gonzalo Ramírez Guier
MBA Alejandra Ávila Artavia
M.Sc Giovanni Rodríguez Sánchez
M.Sc José Ángel Castro Granados
M.Sc Efraín Cavallini Acuña

21 mayo de 2020

 

Enviado por M.Sc. Efraín Cavallini Acuña, Asesor Comunicación, Rectoría, UNA.

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UNA aporta 5 mil millones de colones para Fondo Solidario que atiende pandemia

Institución solicitará, además, autorización para destinar 700 millones para la atención de estudiantes en condición de vulnerabilidad afectados por la pandemia.

Consejo Universitario aprobó este 21 de mayo la transferencia de 5 mil millones al Fondo Humanitario y Solidario creado por el Gobierno de la República, para apoyar a personas en vulnerabilidad por su situación laboral ante la emergencia generada por la covid-19, y en forma solidaria, además, trasladar 700 millones de colones para atender las necesidades de la población estudiantil universitaria afectada por la covid-19. Los 5700 millones de colones en su totalidad, cita el acuerdo, estaban destinados a la construcción de un edificio de gobierno universitario.

La propuesta fue presentada al Consejo Universitario Alberto Salom, rector de la Universidad Nacional (UNA) y Pedro Ureña, vicerrector de Administración previo acuerdo del Consejo de Rectoría.

Cabe señalar, que el Consejo Universitario delegó a la Comisión de Asuntos Económicos de este órgano la revisión de la propuesta, cuya redacción final estuvo a cargo del José Carlos Chinchilla Coto, miembro de este Consejo. De esta manera, la propuesta de del Consejo de Rectoría de transferir 5 mil millones al Fondo Humanitario y Solidario creado por el Gobierno de la República, fue aprobada de forma unánime por el resto de los representantes del Consejo Universitario de la Institución.

Salom deberá solicitar a las autoridades del Gobierno, la autorización para trasladar los 700 millones de colones, que se destinarían a becas estudiantiles, de la partida de inversión a la de gastos corrientes, una medida que, de acuerdo con Salom, ya se ha utilizado para la atención de la pandemia.

El pasado 3 de abril, el Consejo Nacional de Rectores en sesión extraordinaria, en atención a lo solicitado por Rodrigo Chaves Robles, ministro de Hacienda, acordó contribuir con recursos de las universidades estatales y el CONARE, al Fondo Humanitario y Solidario del Gobierno, destinado para atender la emergencia sanitara y económica producida por la covid-19.

Solidaridad

Los oficios UNA-R-OFIC-967-2020 y UNA-VADM-OFIC-574-2020, ambos del 24 de abril de 2020, suscritos por Salom y Ureña, relacionados con la propuesta de aporte de la UNA al Fondo Solidario Estatal para la atención de la pandemia COVID-19, detallan lo siguiente:

“En el contexto actual tanto a nivel mundial como regional y nacional, resulta claro y evidente que debe privar la solidaridad con los menos favorecidos ya que esta pandemia entre otros efectos ha generado una fuerte desaceleración de la economía y un fuerte aumento en el desempleo que de por sí desde antes de esta pandemia ya representaba un serio problema para nuestro país.

Igualmente, no debe olvidarse que las universidades públicas costarricenses son uno de los pilares fundamentales del modelo de desarrollo y movilidad social de nuestro país, cuya misión histórica cobra vigencia y un carácter prioritario en la Estrategia Nacional para salir de esta crisis. Hoy más que nunca se hace necesario, que trabajemos con todo nuestro potencial en la consecución, eficiente, eficaz y oportuna de nuestros objetivos y metas sustantivas, en un marco que requiere entre otras cosas de adaptabilidad, innovación, apertura al cambio. En este sentido debemos indicar que cada colón del presupuesto asignado por el estado para el 2020, está destinado y es imprescindible para el logro de objetivos y metas institucionales.

Consecuente con el espíritu que nos mueve a contribuir con el fondo solidario para atender las necesidades surgidas producto de la pandemia que vivimos, proponemos que las Universidades Públicas planteen una excitativa al Gobierno de la República, para que, vía trámite excepcional, cualquiera sea la figura que se decida (ej. Decreto ejecutivo), se autorice a las Universidades para que puedan destinar parte de su superávit libre, a la atención de necesidades específicas (pago de créditos, compra de equipo, facilidades tecnológicas y otras) de los estudiantes universitarios durante el tiempo que persistan los efectos de esta pandemia. El propósito de este aporte será garantizar la permanencia de los estudiantes en la universidad y la calidad del proceso de enseñanza aprendizaje”.

*Se adjunta acuerdo completo.

** Más información con la Oficina de Comunicación al 8998-2182.

 

Enviado por UNA Comunicación.

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Cosmovisión de los pueblos indígenas ante la pandemia COVID-19

Cosmovisión de los pueblos indígenas desde la Madre Tierra ante la pandemia del coronavirus

Sábado 23 de mayo. 10 a.m. hora Centroamérica

Del 16 de mayo al 5 de julio se estará transmitiendo a través de Facebook Live, Fundación Justicia y Género, una serie de conferencias acerca de la Cosmovisión de los Pueblos Indígenas ante la pandemia del COVID-19.

 

Imagen ilustrativa, UCR.

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UNA utiliza Facebook y Whatsapp para evitar deserción estudiantil

Trabajadores sociales de la Universidad Nacional implementan una estrategia de acercamiento a estudiantes con el objetivo de aminorar las posibilidades de deserción ante pandemia covid-19.

Con ojos y oídos muy atentos, trabajadores sociales del Departamento de Bienestar Estudiantil de la Universidad Nacional (UNA), escucharon el clamor de los estudiantes, quienes, ante la falta de condiciones adecuadas para rendir académicamente desde la modalidad remota, expresaron sentir ansiedad, depresión, ataques de pánico e incluso ideas suicidas. Muchos estudiantes no cuentan con todas las facilidades tecnológicas y el espacio para estudiar. También hay quienes sufren carencias económicas en sus hogares.

Esto llevó a los especialistas a idear una estrategia de acercamiento con todos los estudiantes para dar un mensaje que favorezca su salud mental y sientan el acompañamiento de la universidad ante la crisis de la covid-19. El objetivo principal es favorecer la permanencia y buscar su bienestar integral.

Nosotros estamos en contacto permanente con los estudiantes y escuchamos sus dificultades para sobrellevar esta crisis. Nos expresan que han sufrido ataques de pánico, ideas suicidas, dificultad para manejar el encierro. Los estudiantes han presentado cambios en sus dinámicas de estudio, en el hogar, y esto ha afectado su salud mental. Esto nos motivó a desarrollar estrategias que favorecen el manejo del estrés y ayudarles a controlar de las emociones”, explicó la trabajadora social del Departamento de Bienestar Estudiantil UNA, Tatiana Roldán.

La campaña “Yo Elijo Bienestar” se desarrolla en las redes sociales de dicho departamento, concretamente en el Facebook: Vida Saludable UNA (https://www.facebook.com/vidasaludableuna), e inició en marzo con mensajes, recomendaciones, infogramas, cápsulas y videos para propiciar el bienestar y la vida saludable.

El trabajador social del Departamento de Bienestar Estudiantil, del programa Vida Saludable UNA, Luis Gustavo Delgado, indicó que los estudiantes también colaboran con videos de diversos temas como: autocuidado, manejo del tiempo o mejora de la postura corporal. La campaña se ha desarrollado por etapas, primero mensajes claves y ahora con webinars.

El Whatsapp también resulta una herramienta muy útil para estar en un contacto cercano con los estudiantes. Ellos mismos divulgan la información entre sus pares, de esta manera los mensajes positivos han ampliado el alcance. El departamento también implementó el uso de Whatsapp para la inscripción a seminarios web, logrando así un alto número de participantes interesados.

 “La etapa siguiente tiene como objetivo dirigirse específicamente a los estudiantes de primer ingreso para evitar la deserción, crear con ellos un vínculo con la universidad y buscar su bienestar. El acercamiento a los estudiantes es indispensable para contribuir a la permanencia en la institución”, comentó Marcela Bagnarello, trabajadora social del Departamento de Bienestar estudiantil UNA. La meta es alcanzar 1000 personas en los webinar dedicados a la población de primer ingreso; estos nuevos seminarios serán en junio.

Bagnarello agregó que “es una necesidad atender la salud mental de los estudiantes, ante la ansiedad, el estrés y la carga académica de las clases remotas. Es importante mantener el vínculo con la universidad y poder canalizar de forma positiva sus emociones ante esta crisis”.

El Consejo Nacional de Rectores (Conare) declaró el 2020: “Año de las universidades públicas por la salud mental”, de ahí que para las universidades públicas es determinante desarrollar estrategias para la promoción de la salud ante la situación actual.

Para más información comuníquese al 8832-2614.

 

Imagen UNA Campaña Yo Elijo Estar Bien.

Enviado por UNA Comunicación.

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