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Etiqueta: COVID-19

El Covid-19 en Costa Rica: Opciones frente a la crisis económica

Luis Paulino Vargas Solís
Economista
Director Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo
(CICDE-UNED)
Versión PDF de este artículo puede ser descargada desde esta dirección: https://www.academia.edu/42740458/El_Covid-19_en_Costa_Rica_Opciones_frente_a_la_crisis_econ%C3%B3mica

Este breve ensayo tiene básicamente dos propósitos: caracterizar las implicaciones fundamentales que nos trae la crisis económica surgida de la emergencia sanitaria del covid-19, y, sobre esa base, revisar, con espíritu constructivo, las diversas propuestas que han sido formuladas, desde diversos ámbitos de la ciudadanía y la academia.

Solo marginalmente menciono las que el gobierno de Carlos Alvarado ha venido impulsando, y dejo de lado los planteamientos de la ortodoxia económica, los cuales permanecen atrapados dentro de las redes de sus conocidos prejuicios ideológicos. Los planteamientos de la UCCAEP y sectores afines, sumamente cercanos a los de esa ortodoxia, no son considerados, dado el carácter estrechamente gremialista, el tono ideologizado y el énfasis negativo que les caracteriza. O sea: me remito a propuestas que tengan un tono innovador y constructivo, y que asuman una perspectiva amplia.

Por otra parte, este artículo se limita a examinar las opciones de corto plazo, orientadas a tratar de aliviar el impacto inmediato de la crisis. En un escrito posterior, espero abordar la discusión sobre los aspectos de mediano y largo plazo, relacionados, prioritariamente, con el esfuerzo de recuperación que, en su momento, deberemos emprender.

  1. Introducción: ¿qué significa la crisis económica que enfrentamos?

La crisis sanitaria del covid-19 nos trae, desde el punto de vista económico, un bajón abrupto, el cual implica un empobrecimiento repentino.

La caída es, con seguridad, algo sin precedentes, al menos desde la crisis que el país vivió a inicios del decenio de los ochenta, y puede que, en el plazo inmediato, sea incluso peor. Sin embargo, quiero ser optimista y decir que, si se hacen bien las cosas, si existe la necesaria voluntad de diálogo y liderazgos lúcidos y comprometidos, la recuperación podría ser mucho más rápida.

¿Qué magnitud alcanzará la contracción que la economía experimente en estos meses? No lo sé, pero seguramente será de dos dígitos: por encima del 10%, o más. Al menos así será durante algunos meses. Imaginemos metafóricamente que la producción nacional total, equivalía, hasta el mes de febrero pasado, a 1000 kilos de gallopinto, los cuales debían distribuirse entre la población para que todas y todos comiesen. Sabemos que alguna gente se hartaba y a otras personas solo les llegaban unos granitos. Pero, bueno, el caso es que disponíamos de esos 1000 kilos. Con la crisis del covid-19, nos enfrentamos a la cruda realidad de que 150 o quizá 200 kilos se esfuman en el aire.

Es una pérdida terrible que se visibiliza de muy diversas formas. Para las personas que pierden su trabajo y cuyo salario desaparece, la pérdida es real y se siente de forma cruda y directa. Cuando el sector público –según las propuestas impulsadas por el gobierno de Carlos Alvarado y aprobadas por la Asamblea Legislativa– decide posponer el pago de diversos impuestos y reducir cuotas del seguro social, se está haciendo cargo de una parte de esa pérdida, lo cual luego se visibilizará en un mayor déficit fiscal, y en una complicada situación financiera para la Caja.

Pero, en fin, dada que la pérdida no solo es real, sino además severa ¿cómo la vamos a sobrellevar?

Existen cuatro opciones básicas:

  1. Buscamos la forma de repartir la pérdida, es decir, buscamos ver cómo se reduce la cuota de la producción nacional que correspondía a cada quien, visto que el total de ésta ha disminuido. O sea, asumimos que el golpe está dado, que es real y que toca ver como apechugamos. Nada garantiza a priori que ese reparto de la pérdida sea equitativo. Por un imperativo ético y moral, pero también porque sería políticamente lo más sensato, debemos proponernos lograr que sea un reparto realmente justo y equitativo. Y, de hecho, desde el punto de vista económico eso sería, asimismo, lo más conveniente, ya que, de hecho, ello suavizaría el bajón de la economía.
  2. Buscamos las posibles “buchacas” que tengamos guardadas, o sea, algunos ahorros de los cuales echar mano, para sobrellevar la situación. Al recurrir a este procedimiento, procuraríamos que no se sienta la pérdida sufrida, o que se sienta lo menos posible, en cuyo caso esos ahorros de nuestra buchaca deberían beneficiar a quienes la crisis golpea más, no a quien no sufre su efecto o lo sufre en grado poco significativo. De alguna manera, hacer esto equivale a gastar los ahorrillos disponibles, aunque también las cosas podrían organizarse de forma que, al invertirlos con prudencia y sentido de prevención, razonablemente podamos esperar su recuperación posterior, aunque sea parcial. Pero, nuevamente, poner a circular esos ahorros –que de otra manera habrían permanecido inactivos– traerá beneficios para la economía, en términos de atenuar la reducción de la demanda y, entonces, de la producción.
  3. Recurrimos a alguna forma de crédito, o sea, de deuda, que nos permita, o por lo menos, nos ayude a “cruzar el río”, esto es, que nos ayude a sobrellevar el golpe sin que éste se sienta, o, en todo caso, se sienta lo menos posible. O sea –para ser más preciso– sin que lo sientan, o siquiera lo sientan menos, los grupos sociales a quienes la crisis afecta más. O por lo menos, así deberían ser las cosas, si queremos salir moralmente fortalecidos de la crisis, y si nos interesa preservar la paz social. Deberían ser entonces créditos lo más blandos posible, en cuanto a tasas de interés y plazos, pero, también en este caso habría que tratar de crear condiciones que permitan contar con capacidad futura de pago, para cumplir las obligaciones adquiridas, sin que éstas se conviertan en un nuevo problema. Esos créditos y esa deuda podrían activar sectores de la economía que de otra manera podrían quedar paralizados, y, por lo tanto, brinda otro elemento atenuante de la recesión económica.4. Llevamos a cabo una cuidadosa reasignación de recursos, desde usos relativamente prescindibles, o abiertamente despilfarradores o suntuosos, hacia la atención de cuestiones en este momento son prioritarias. De hecho, la actual situación de cuarentena está generando ahorros en el sector público (horas extras, combustibles, viáticos, etc.), que son potencialmente aprovechables para fines hoy urgentes. Otros rubros, que sí son claramente prescindibles (publicidad, dietas de juntas directivas y similares) podrían generar más ahorros. El esquema progresivo de tributos y subsidios a que hago referencia en el punto 1), deseablemente debería ser un mecanismo que opere en el mismo sentido: como una transferencia de ingresos de usos menos prioritarios –o francamente superfluos– hacia otros que lo sean en mayor grado.

Veamos con más detalle, cada uno de los puntos indicados

  1. La pérdida está ahí: ¿cómo la repartimos?

Si realmente existe el propósito de que el reparto sea justo y equitativo, para ello debemos recurrir a un esquema progresivo de impuestos y subsidios, mediante un recargo temporal a algunos impuestos, y, quizá, la aplicación transitoria de otros tributos actualmente inexistentes. Esta idea, sobre la que he venido insistiendo en mis publicaciones en redes sociales y que adelanté en un artículo previo (Vargas Solís 2020), es asimismo respaldada por un colectivo de organizaciones vinculadas a la economía social y solidaria (Comisión Consultiva del Consejo Presidencial de Economía Social 2020), como también por el diputado Welmer Ramos (Ramos 2020).

Que los recargos tributarios sean progresivos significa una cosa: lo pagarán quienes puedan pagarlos, y pagarán más quienes más capacidad de pago tengan, sin hacer ningún distingo entre lo público y lo privado. Todos y todas quienes puedan, deberán hacerlo. El diseño de estos tributos, sin embargo, debe hacerse de forma que se tenga en cuenta la situación de crisis que vivimos. Por ello, enfatizarán los ingresos, rentas y patrimonios personales y familiares, y solo accesoriamente la actividad empresarial. De tal modo, darán una contribución adicional las empresas que sigan teniendo ganancias, no las que están siendo golpeadas por la crisis, a las cuales deberán concedérsele los apoyos necesarios. No obstante, lo cual es obvio que deberán mirarse con especial rigor aquellas empresas que, sospechosamente, por años han reportado ganancias cero. Sería un crimen imperdonable que se reitere ese tipo de comporta

Proceder de esta forma es lo correcto, desde el punto de vista moral y ético, pero también es políticamente lo más sensato, puesto que ello contribuiría a preservar la paz social. Pero, además, es una medida económicamente conveniente, ya que los ingresos serán transferidos desde sectores con mayores tasas de ahorro, hacia grupos que, por sus desventajosas condiciones sociales (incluyendo, en lugar prioritario, a las mujeres solas, jefas de hogar), de seguro los consumirán en su totalidad, lo que contribuirá a atenuar la contracción económica.

Otra propuesta (aparte las que ya he mencionado) que retoman la idea un esquema de tributos y subsidios, es la de Francisco Esquivel (Esquivel Villegas 2020), si bien Esquivel establece un umbral muy alto para la imposición de un impuesto adicional sobre ingresos del trabajo, y claramente omite toda referencia a rentas pasivas y grandes patrimonios. Por su parte, la organización CIBICO (CIBICO 2020), si bien parte de una posición que explícitamente rechaza todo posible incremento de impuestos, al especificar su propuesta se incluye el cobro de “contribuciones no reembolsables”, que, al parecer, se cobrarían sobre las tasas de interés (o pagos por intereses) que se aplican a los créditos que conceda cualquier entidad financiera. Este sería simplemente una forma de impuesto indirecto, posiblemente de carácter regresivo, o sea, gravoso en mayor grado para el pequeño que para el gran deudor. Señalo esto intentando advertir que un impuesto no deja de serlo tan solo porque se le ponga otro nombre, y que tenerlo conceptualmente claro es siempre importante y necesario.

En el anexo, formulo una propuesta de posibles recargos temporales a varias categorías de impuestos, a fin de ilustrar adicionalmente este punto.

  1. Recurrimos a posibles ahorros (buchacas) disponibles

Cuando la economía nacional sufre un abrupto desplome y cuando, en consecuencia, la masa de ingresos que circulan también se contrae, una forma de suavizar el impacto de tan severa caída es recurrir a posibles “buchacas” que tengamos guardadas, o sea, ahorros que la actual situación de crisis eventualmente nos obligaría a utilizar.

El expresidente Figueres Olsen, en sus propuestas presentadas en videos por medio de Facebook (Figueres Olsen 2020), plantea recurrir a algunas de tales “buchacas”. Dos de las que menciona son las siguientes: los recursos disponibles en FONATEL (₡175 mil millones, aunque algunas notas de prensa ubican la cifra en ₡204 mil millones), para llevar fibra óptica y conexión de banda ancha a todo el país, y fondos de la banca para el desarrollo para constituir un fondo de garantías por ₡75 mil millones, que permita movilizar créditos por ₡750 mil millones, en beneficio de unas 50.000 micro, pequeñas y medianas empresas. En este segundo caso, la idea tiene una doble faceta: aprovechar un ahorro disponible para poner en marcha un mecanismo de crédito y deuda.

Las reservas en moneda extranjera en poder del Banco Central, son, claramente, otro ahorro que la sociedad costarricense ha hecho a lo largo de los años. Ello inspiró la propuesta formulada inicialmente por el exgerente del BNCR, don William Hayden (Delgado 2020). La idea es retomada por alguna otra gente, incluyendo a Esquivel (Esquivel Villegas 2020), la Maestría en Planificación de la Escuela de Planificación y Promoción Social de la UNA (Maestría en Planificación-UNA 2020), y el propio Figueres Olsen (Figueres Olsen 2020). Consiste en utilizar $1000 millones, o poco más, de las reservas en moneda extranjera del Banco Central, para constituir un fondo de ₡600 mil millones, que permita conceder, durante 4 meses, un subsidio mensual de ₡250.000 a 500.000 familias en necesidad. En principio, es una idea que goza de innegable atractivo.

El economista y banquero Gerardo Corrales (Corrales 2020), critica esta propuesta apelando a una argumentación de manual de economía, tan antojadiza y burda como simplista[1]. No obstante, lo cual permanece un punto que tendría que ser considerado: si se quisiera apelar al uso de las reservas del Banco Central para los fines indicados, debería haber razonable certeza acerca de los flujos netos (entradas menos salidas) de divisas con que estimamos que podremos contar en próximos meses. El caso es que, bajo las actuales circunstancias de crisis, al país no le conviene, en absoluto, que el precio del dólar pudiera desestabilizarse.

Recurrir a estas “buchacas” es razonable, en vista de las duras circunstancias actuales. Conviene también contemplar mecanismos que permitiesen su recuperación futura, siquiera parcial. En las propuestas de Figueres Olsen, se ofrecen algunas opciones con ese fin. En particular, y en lo que se refiere al uso de las reservas del Banco Central, propone que les sean devueltas mediante los recursos obtenidos a partir de un impuesto de ₡3 por cada mil colones transados o movidos en el sistema financiero. Se trataría entonces de un impuesto proporcional, no tan justo ni equitativo como uno desearía.

El uso de superávits de once instituciones públicas para fortalecer los fondos de lo que el gobierno de Carlos Alvarado ha llamado “Plan Proteger”, implica la utilización de un ahorro disponible, con el fin de paliar los efectos de la crisis. Y siendo que la prioridad en este momento es clara y no admite discusión, en todo caso es cierto que, en algún momento futuro, habrá que ocuparse de las posibles implicaciones que ello pueda tener para las instituciones concernidas.

  1. Recurrir a deuda

El uso de crédito, y por lo tanto de deuda, adquiere formas muy diversas, que el sentido común no siempre capta en su verdadera naturaleza. Hay un crédito y una deuda, cada vez que hoy se dispone de algo, que será pagado –total o parcialmente– en el futuro. De hecho, la banca contemporánea de continuo crea dinero al conceder crédito, de una forma tal que equivale a “jalar dinero del futuro” para su uso hoy, suponiendo que el futuro, quien recibió el crédito, generará el dinero necesario para pagar lo adeudado.

Desde la moratoria temporal concedida a las empresas para el pago de diversos impuestos, a las posibles reestructuraciones de créditos, entran en esta categoría. Pero, de hecho, y para mencionar otro ejemplo, la reducción en los pagos de las cuotas del Seguro Social, tiene la misma consecuencia. En la práctica es un subsidio que la Caja concede a empresas y personas, lo cual hoy abre una brecha financiera en su contabilidad, y que la misma Caja –o mejor dicho el país en su conjunto– deberá financiar en el futuro de alguna forma. Por lo tanto, es una deuda que, a través de la Caja, asumimos como colectividad ciudadana costarricense.

El uso del financiamiento externo por $500 millones, proveniente de la Corporación Andina de Fomento (CAF), como parte de los recursos que el gobierno contempla en su Plan Proteger, tiene, muy explícitamente, ese mismo carácter.

La propuesta de Figueres Olsen, a la que ya he hecho referencia, para un programa de crédito por ₡750 mil millones de colones destinado a beneficiar a 50.000 micro, pequeñas y medianas empresas, combina la utilización de un ahorro disponible (₡ 75 mil millones provenientes de fondos en manos de la banca para el desarrollo), con la generación de deuda.

La propuesta de concesión de créditos en condiciones blandas destinados a micro, pequeñas y medianas empresas, y emprendimientos de la economía social y solidaria –una respuesta frente a la crisis que apela al uso de deuda–, goza de mucha aceptación, y, por ejemplo, es también mencionada por el colectivo de organizaciones de la economía social y solidaria a que he hecho referencia anteriormente (Comisión Consultiva del Consejo Presidencial de Economía Social 2020), así como también por la Maestría en Planificación de la UNA (Maestría en Planificación-UNA 2020).

En cada caso, la decisión de asumir una deuda tiene una doble faceta: ayuda a sobrellevar y aliviar la urgencia, y pone en movimiento recursos que de otra manera quedarían desaprovechados, con lo que también alivia el retroceso de la economía. Pero, además, y en lo posible, el asunto debería ser ubicado en una perspectiva más amplia: hay que pensar cómo lo pagaremos mañana. Y ello implica interpelarse, en primera instancia, acerca de cómo llevaremos adelante el proceso de recuperación de la economía una vez la crisis sanitaria se supere, y, en plazos más largos, qué tipo de economía queremos construir. El crédito y la deuda que hoy se movilicen, deberían entonces satisfacer al menos tres requerimientos básicos: paliar el golpe de la crisis, contribuir a distribuir equitativamente sus costos, y generar hoy condiciones que faciliten mañana la recuperación de la economía. Porque seguramente vamos a requerir de una economía más productiva, más inclusiva y equitativa, lo cual es indispensable para que las deudas que la emergencia nos obliga a asumir, puedan ser cubiertas sin dar lugar a nuevas situaciones de crisis.

  1. Reorientación de recursos hacia usos prioritarios

La idea es muy simple: recursos que hoy están siendo destinados a usos relativamente suntuarios, prescindibles o accesorios, serían reorientados hacia los usos prioritarios que la crisis impone.

Es fácil pensar en el sector público: reducir, por ejemplo, pagos de consultorías, publicidad y viajes al extranjero. Incluso dietas que se pagan a juntas directivas. Las anteriores, entre tantas otras posibilidades. En la propuesta de CIBICO se le da mucha relevancia a esta posibilidad, a la cual se le designa como “operación sombrero” (CIBICO 2020). Lo cual es ciertamente correcto. Sin embargo, se plantean cifras sumamente abultadas (alrededor de ₡1 billón, cerca del 3% del PIB), sin explicar de dónde salen.

En todo caso, la crisis ha hecho redundantes algunos gastos en el sector público, no porque fuesen destinados a usos “prescindibles”, sino porque la alteración del normal funcionamiento institucional hace que esos recursos queden “parqueados”, siendo entonces susceptibles de reasignación a usos que hoy son urgentes. Por ejemplo, es seguro que se está dando una importante reducción en gastos de combustibles, horas extras y viáticos. Incluso en rubros como electricidad y servicios telefónicos, que las personas asumen por su cuenta, al tener que trasladar su sitio de trabajo a sus propias casas.

Pero si realmente interesa reasignar recursos de usos prescindibles y accesorios –incluso suntuarios– hacia lo realmente prioritario, ello vale en general, y no solo para el sector público. El problema que enfrentamos –de una magnitud excepcional– es nacional en el pleno sentido de la palabra, y ello desde al menos dos puntos de vista: concierne y afecta a todo el país, y siendo además un problema de alcance planetario, condiciona desde fuera nuestros márgenes de maniobra. Por ello lo superfluo o suntuario no debe ser buscado solo en el sector público. También existe, y muy abundantemente, en el sector privado. Reasignar recursos de esos usos claramente prescindibles, hacia lo urgente, es justificado.

En el sector público, se puede hacer mediante decisiones administrativos y, en algunos casos, decisiones políticas. Pero tratándose del sector privado probablemente habrá que recurrir a lo que planteé en el primer punto: una reforma tributaria justa y progresiva –siquiera temporal– que traslade ingresos gastados en lo superfluo y suntuario hacia la atención de lo prioritario y urgente. Y ello incluye desde el consumo de cigarrillos y bebidas alcohólicas, hasta las expresiones de consumo extravagante y suntuoso que caracteriza el estilo de vida de los muy ricos.

 

ANEXO

Algunos ítems a considerar dentro de una reforma tributaria progresiva que alimente un Fondo Nacional Solidario y algunas otras necesidades urgentes

  1. Recargo progresivo a los salarios netos suficientemente elevados, tanto en el sector público como en el privado. Podría ensayarse una escala progresiva de este tipo: 5% por encima de ₡1,5 millones mensuales; 10% por encima de ₡2,5 millones; 15% por encima de ₡5,0 millones; 20% por encima de ₡6,0 millones; 25% por encima de ₡10,0 millones.
  2. Recargo del 10% en el impuesto sobre la renta a empresas grandes (el cual, como es obvio, y en virtud del diseño mismo del impuesto, lo pagarán solo las empresas que tengan ganancias).
  3. Recargo progresivo al impuesto sobre rentas y ganancias de capital. Podrían establecerse alícuotas marginales en el orden del 20, 25 y 30%, para montos lo suficientemente elevados, de modo que se los pequeños ahorristas y propietarios queden protegidos.
  4. Incremento de un 50% en los impuestos de consumo sobre bebidas alcohólicas, cigarrillos, perfumes importados, u otras formas de consumo suntuoso o prescindible.
  5. Incremento temporal, durante el año 2020, del impuesto sobre autos de lujo, o cualquier otro tipo de vehículo de transporte (yates, helicópteros, etc.) de tipo suntuario. Podría ensayarse una escala de este tipo: 5% por encima de ₡10 millones; 7,5% por encima de ₡20 millones; 10% por encima de ₡50 millones.
  6. Incremento temporal, durante 2020, del impuesto sobre casas de lujo. Por ejemplo: un incremento del 50% en todas las tasas actualmente vigentes de este impuesto (en cuyo caso, por ejemplo, casas cuyo valor exceda de ₡1.978 millones de colones, cuya tasa hoy día es del 0,55%, pagarían un 0,825%).
  7. Impuesto del 0,5% sobre cualquier transacción en divisas (a fin de desestimular la exportación de capitales).

Bibliografía

CIBICO. «CIBICO (blog).» Ciudadanos por el Bien Común ante la crisis. San José, 4 de abril de 2020.

Comisión Consultiva del Consejo Presidencial de Economía Social. Resumen de propuestas iniciales para enfrentar la crisis sanitaria, social y económica de la Covid-19 desde una perspectiva social y solidaria. San José, 2 de abril de 2020.

Corrales, Gerardo. «La Revista.» Un llamado a la cordura en «Los tiempos del COVID-19». San José, 3 de abril de 2020.

Delgado, Gustavo. «William Hayden propone alternativa para que el gobierno no recurra a impuestos solidarios.» elmundo.cr, 28 de marzo de 2020.

Esquivel Villegas, Francisco. «La Pluma CR.» Hacia un programa fiscal-monetario, con enfoque distributivo, para enfrentar la presente crisis. San José, 6 de abril de 2020.

Figueres Olsen, José María. «Facebook.» Propuesta de José María Figueres Olsen para combatir los efectos del COVID19-3a parte. San José, 1 de abril de 2020.

Maestría en Planificación-UNA. «Propuesta para la atención de los efectos inmediatos y posteriores a la emergencia que enfrenta el país a causa de la pandemia provocada por la enfermedad Covid-19 en Costa Rica.» Heredia, 2020.

Ramos, Welmer. «20 medidas urgentes para afrontar la crisis económica del coronavirus.» San José, 2020.

Vargas Solís, Luis Paulino. «Soñar con los Pies en la Tierra (blog).» Costa Rica: apuntes para un programa económico urgente frente a la crisis del Covid-19. Alajuela, 27 de marzo de 2020.

 

Tomado del blog: https://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/

Enviado por el autor.

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Política anticapitalista en tiempos de COVID-19

… las únicas medidas políticas que van a funcionar, tanto económica como políticamente, son bastante más socialistas que cualquier cosa que pudiera proponer Bernie Sanders…

David Harvey (*)

David Harvey, profesor de Antropología y Geografía en el Graduate Center de la City University of New York (CUNY) analiza la pandemia del COVID-19 en el contexto del capitalismo.

El documento fue publicado por la revista Sin Permiso (*). Harvey, autor de numerosos libros, revisa el comportamiento de distintos países frente a la pandemia, refiere a episodios de crisis anteriores, visualiza el comportamiento del consumismo en distintos escenarios y comenta el impacto de la crisis actual en el capitalismo.

SURCOS les comparte el PDF desde este enlace:

* https://www.sinpermiso.info/textos/politica-anticapitalista-en-tiempos-de-covid-19

Compartido con SURCOS por Marino Marozzi.

Los Derechos Humanos y su aplicación

Por José Rafael Quesada / pressenza.com

“Si a modo de crónica cotidiana tomáramos lo ocurrido en este campo en los últimos tiempos, tendríamos que replantear la pregunta y formularla así: “¿Qué pasa con el juego hipócrita de los gobiernos en el manejo de los derechos humanos?”, Silo, Cartas a mis Amigos. Novena Carta.

Luego de la Declaración Universal de los Derechos Humanos hecha en el marco del nacimiento de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), inició un serio proceso de construcción de conceptos, elaboración de desarrollo técnico de cada uno de los derechos con los que la población mundial consideraba suyos o por lo menos que se discutían más en muchos foros de todo el planeta, como fueron: Derecho a elegir los gobernantes, derechos de participación de las mujeres en la política local o de igualdad de género, los derechos de la niñez, acceso a la salud, a la educación y otros más.

Casi de inmediato al lanzamiento de la Declaración, comenzó la ONU a crear y encontrar mecanismos de financiamiento de las distintas Agencias ONU para lograr el cumplimiento de los Derechos Humanos en todo el mundo, donde aparecieron importantes esfuerzos para que organizaciones como UNICEF, FAO, OMS y otras, pudieran cumplir con el objetivo preciso de lograr que toda la población mundial tuviera un acceso efectivo a cada uno de sus derechos individuales y sociales.

Tal esfuerzo en muchos casos muy eficaces y en otros lugares del mundo de difícil acceso o por las circunstancias de conflictos sociales o de guerras de liberación colonial como la India (1948) y las sucesivas guerras de independencia de muchos nuevos Estados africanos a partir de los años 50 del siglo XX. En muchos países las diferencias culturales impidieron la correcta aplicación o al menos interpretación de la aplicación de los derechos humanos de sus poblaciones, solo enunciemos que el acceso de la población a los derechos de igualdad de género o de los niños y niñas, se convirtieron en tareas aún pendientes en la diferenciada cultura en el mundo árabe o islámico. Y así podemos señalar las fuertes disputas con diferentes etnias africanas con respecto a las viejas creencias y culturas sobre elementos como la mutilación genital femenina o en las culturas del sur de Asia donde es habitual aún el matrimonio de niñas con adultos y adultos mayores.

Y en otros casos, sobre todo en las décadas de los años cincuenta hasta los años 80, el creciente número de Gobiernos militares o de tendencia de control militar de las poblaciones, hizo que la ONU y el cumplimiento de los Derechos Humanos, cediera ante la negativa de estos estamentos militares de aplicar y siquiera discutir el concepto de la aplicación de los DDHH.

En los años 90 y ya con la caída del Muro de Berlín, se amplía la égida de Estados Nacionales que se adherían al estilo de vida y los modelos de desarrollo que la cultura occidental promovía para la nueva civilización, que según diversos autores emergería sobre la ruinas del mundo socialista y que sobrevendría un mundo de paz, libre expresión, democracia y libre mercado, que de alguna manera garantizaría el cumplimiento de los Derechos Humanos para cada persona en este nuevo mundo unipolar.

Somos testigos y miles de millones de seres humanos víctimas de este “nuevo mundo” y su preconizada democracia y economía neoliberales. No se pueden cumplir los Derechos de cada persona en este nuevo mundo, donde la ideología imperante es “sálvese el que pueda” y que supone que cada ser humano debe valerse por sí mismo en este agresivo mundo de la libre competencia (jamás regulada) y que deja realmente totalmente desprotegidas a las poblaciones en cada territorio a lo largo y ancho del planeta. La pandemia del COVID-19 terminó por desnudar este modelo increíblemente deshumanizado y muchas veces criminal de ejercer la administración de los recursos del planeta, sólo a favor de las mismas elites depredadoras asociadas cual red delincuencial, en cada país. Salvamos de este juicio histórico a algunos gobiernos y países (muy pocos) que propician sistemas de gobierno más o menos protectores de las mayorías en sus territorios.

Entonces, somos testigos epocales del fracaso constante de la intención de ver realizados los Derechos Humanos de millones de seres humanos, postrados ante la violencia de un sistema injusto, donde las organizaciones, instituciones y gobiernos, fingen que cumplen y fingen que defienden los derechos. Muchas instituciones han fracasado en este papel de consolidar y defender los Derechos Humanos y es posible que sea la hora de fundar y refundar muchas de estas organizaciones.

En fin, se trata entonces de como garantizar en esta época el cumplimiento de los Derechos Humanos a cada persona en cualquier circunstancia y en cualquier lugar del planeta, se trata pues de poner al Ser Humano como valor principal. Y esto significa poner el Estado, las instituciones, las distintas unidades de administración al servicio del cumplimiento del Derecho que todo ser humano tiene para gozar de una calidad de vida o mejor dicho, gozar de la vida tal como lo merece un ser humano en cualquier parte, sólo por el hecho de haber nacido.

Entonces constituir espacios en los territorios partiendo de los ayuntamientos o municipios, se podrían instalar servicios de trazabilidad de cada derecho humano que no se le haya cumplido o garantizado a cada persona en cualquier etapa de su vida. Sistemas que amparen a la persona en cualquier lugar y que la institución prestataria del servicio de protección de los derechos en cada territorio logre “representar” a cada persona, asistiéndola, haciendo compañía y controlando el proceso de defensa de su derecho en cada momento desde que se inicia el proceso de atención, denuncia y acceso al cumplimiento efectivo del derecho de la persona.

La tecnología actual y futura, se convierte en el aliado específico, oportuno y directo, para que el ciudadano (la persona), pueda ver su derecho cumplido, defendido y apoyado, y que el funcionario asignado, pueda convertirse en un “defensor del habitante” directo y seguro para que la persona se ampare y logre este cumplimiento efectivo ante la desidia y fuerte deshumanización de las instituciones que desalienta a la persona a defenderse del “sistema” antihumano, en cada momento de su vida.

Si una mujer es violentada psicológica, física y estigmatizada socialmente, va a las unidades más cercanas para que le apoyen en su defensa y cumplimiento del derecho a no vivir en violencia, y normalmente el proceso de defensa se suspende en algún momento o sencillamente el trámite se paraliza y vuelve a la indefensión usual, provocando desánimo, nueva angustia o suma a la angustia tenida, desilusión y sobre todo de desesperanza. Y el sufrimiento reaparece una y otra vez, cargado del dolor físico de la agresión y violencia recibidas.

Entonces si esta persona desde su municipio o ayuntamiento y organizaciones sociales, recibe apoyo en la defensa de sus derechos, la tecnología de trazabilidad, convertiría al defensor en un “personaje incómodo” para todo aquel funcionario, policía, fiscal, juez y gobernante, que se negara por decisión o por inopia a responder a la persona, a ese sujeto de carne y hueso que osa defender su derecho como ser humano a vivir y en las condiciones que su intención lo lleve a ser.

Si tal como lo señalara el Maestro Silo: “Siempre el tema más importante consiste en saber si se quiere vivir y en qué condiciones hacerlo”, entonces estamos hablando de una metodología que realmente conduciría a la realización de cada uno de los derechos humanos que cada ser humano tiene y desea para sí mismo, donde todos y todas queremos recibir ese trato. Por lo tanto vale la pena construir este tipo de herramientas que como experiencia personal llamaremos la Casa de los Derechos, que servirán para que miles puedan realizar sus derechos en forma efectiva, directa y evaluada como cierta.

Será de esos instrumentos que la humanidad necesita entre múltiples opciones de carácter humanista, construir para garantizar el cumplimiento real de los Derechos Humanos, independiente de las épocas, los gobiernos, las crisis y las formas antihumanistas que aún puedan persistir a pesar el crítico momento actual que vivimos desde nuestras casas.

Como dijimos en otro momento “Lo que queda es afirmar que el nuevo mundo entonces será Humanista o no lo será…”, y así podrá ser, si logramos construir instrumentos, organizaciones e instituciones que puedan trabajar por realizar ese mundo humanista, donde sus funcionarios actuando con coherencia, tiendan a trabajar por la construcción de ese mundo Humanista que ya se avizora en lontananza.

 

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A planear conscientemente el futuro

Cristóbal Pérez-Jerez

De la vida espontánea hacia la planificación

Cada día que pasa nos trae incertidumbre, temor y aislamiento social escandaloso. Los humanos estamos sufriendo una resaca de casi 50 años de crecimiento acelerado y consumo siniestro de los recursos de la Tierra. El auge de la medicina, las telecomunicaciones, la productividad económica, las políticas sociales y los modernos transportes nos convirtieron en amos y señores del universo. Nuestro consumo y la búsqueda de propiedad es infinita. Hace 12 mil años éramos un millón de humanos, en 1800 éramos ya una muchedumbre de 107 millones, en 1900 133 millones; y hoy la increíble suma de 7,790 millones. Un crecimiento que implica exterminar los recursos de la tierra, eliminar todas las otras especies y contaminar atmósfera, ríos, lagos, mares y bosques.

Nuestra mayor esperanza es que el ser humano recupere su capacidad de ser consciente. Que en lugar de producir masiva, alegre e intensivamente bienes y servicios innecesarios, reconstruya la sociedad basándose en un ser humano que recupere su ser natural, que produzca para sobrevivir, respetando el derecho de animales, plantas y recursos a vivir libremente, sin presiones del humano, en por lo menos la mitad del planeta.

Las alternativas, sí el coronavirus es derrotado, serán una sociedad planificada para generar la existencia en el planeta de unos 4 mil millones de humanos, viviendo en paz, cooperación y respeto a la naturaleza; o continuar nuestra vida espontánea de crecimiento económico, poblacional y tecnológico que nos acerque siempre a nuevas pandemias, que naturalmente, eliminen a los humanos sobrantes.

Todos los países debieran de generar una estrategia conjunta, que permita la unidad regional y mundial, para enfrentar los siete problemas capitales mencionados:

Uno, el gran peligro de destruir la vida en los océanos, lo que sería el inicio del fin de nuestra vida, de lo cual es un triste ejemplo el mar de basura en las costas de Honduras y Guatemala.

Dos, el deterioro del agua disponible en el planeta, ya en todos los países de la región no existen ríos sin contaminación.

Tres, los conflictos por el agua, que empezarán a ser continuos y cada vez más peligrosos sí no avanzamos una propuesta de negociación y estrategia regional.

Cuatro, la degradación de los suelos, que ya no soportan cultivos intensivos, ni efectos de agroquímicos.

Cinco, la deforestación, los bosques húmedos tropicales, una delicia del alma de cualquier centroamericano en la época en que eran abundantes.

Seis, el consumo desquiciado de energías de todo tipo.

Siete, lo más triste, la pérdida de la biodiversidad, la aniquilación del resto de seres vivos de la creación.

Queda poco tiempo para actuar. Salvar la naturaleza mide el valor de una nación.

Una propuesta de solución imposible

Engels nos motiva a proponer una solución inalcanzable. Inalcanzable pues el humano es producto de sus instintos no de su inteligencia científica. Nuestro instinto sigue las leyes del desarrollo o evolución planteadas certeramente por Darwin y Smith. El humano es egoísta y en búsqueda de su propio placer no tiene límites para depredar todos los sistemas de vida y de recursos naturales.

Diría el filósofo Engels: “Si nos preguntamos… qué son, en realidad, el pensamiento y la conciencia y de dónde proceden, nos encontraremos con que son productos del cerebro humano y con que el mismo hombre no es más que un producto de la naturaleza que se ha formado y desarrollado en su ambiente y con ella.”  Podríamos interpretar que al ser el humano y su organización social productos de la naturaleza, tienen que seguir una lógica similar a cualquier otro ser de la naturaleza, es decir, los humanos tendríamos que comprender que nuestra sociedad y existencia nacieron en determinado momento, se han desarrollado y tienen que morir.

El asunto anterior es un problema de consciencia. El ser humano al comprender que tiene que desaparecer, en un momento dado, de la Tierra lo puede hacer de una manera benigna y cariñosa con el medio que le dio la vida, es decir podríamos construir sociedades con menor cantidad de humanos, con menor consumo y con espacios libres para que el resto de seres vivos puedan continuar su existencia. O, de acuerdo a las leyes de la evolución podríamos acelerar la muerte del humano y su sociedad, provocando el sufrimiento y desaparición del resto de seres vivos. Esa es nuestra disyuntiva.

La solución inalcanzable es:

  1. Detener el crecimiento de la población humana, determinando un porcentaje de humanos por cantidad de espacio en todo el planeta.
  2. Establecer que en la mitad del territorio de todos los países del mundo quede prohibido el acceso de seres humanos, para permitir la libertad, felicidad y vida del resto de especies que comparten el planeta con el depredador.
  3. Establecer la racionalidad en el consumo y la expectativa de vida del ser humano

Imagen: https://www.lavanguardia.com/natural/20190730/463772770926/consumo-cambio-climatico-sobreexplotacion-recursos-planeta.html

Lo que cambiará post-pandemia

Óscar Madrigal, abogado

Muchas cosas cambiarán después de esta pandemia, pero esas cosas y los asuntos sociales y de Estado no lo harán automáticamente, de manera mecánica, sino que requieren del empuje de los movimientos sociales y políticos para que el país avance. Cuando no se genera una fuerza innovadora, las sociedades se estancan, se inmovilizan y tienden inercialmente por volver al viejo estado de cosas. En estas circunstancias, como lo ha mostrado la historia, por regla general ocurre una descomposición social, que se traduce en más pobreza, desigualdad y desesperación.

De aquí surge la imperiosa necesidad de la articulación del movimiento social y del movimiento progresista para desarrollar un programa que permita a la sociedad costarricense planear y avanzar en un nuevo concepto de sociedad.

Esa nueva alternativa de sociedad deberá fundamentarse en nuevos conceptos. Pienso en los siguientes:

1-. Ciudadanía. La ciudadanía debe concebirse de manera activa, contralora y propositiva. Los ciudadanos dejan de ser solo sujetos de momentos electorales, para asumir el poder ciudadano desde la sociedad misma para pedir cuentas, exigir cumplimiento de promesas o censurar a todos los ciudadanos que ocupan puestos de dirección en el Estado.

2-. Nación. La globalización como ha sido concebida ha mostrado ser insuficiente para afrontar los problemas globales. El concepto de Nación debe ser retomado para asumir el compromiso de desarrollo económico nacional y para exigir normas internacionales que resguarden los intereses laborales y económicos de todos los países.

3-. Soberanía. Solo mediante un concepto de soberanía que recupere el poder de decisión nacional en cuanto al apoyo a la producción nacional, así como la capacidad del país de mantener una política internacional independiente, sea manteniendo una neutralidad y respeto por a la autodeterminación de los países.

4-. Producción. El desarrollo productivo seguido hasta ahora debe cambiar de paradigma. El crecimiento económico desmedido sin considerar a la Naturaleza y la igualdad social es insostenible. El crecimiento del PIB no debe ser un único parámetro de medición de la riqueza social o natural. El respeto por la Naturaleza debe sustentarse en el apoyo y desarrollo de un fuerte movimiento ecologista para revertir los daños que estamos ocasionando a nuestro Planeta.

5-. Igualdad. La brecha social que cada vez se agranda más entre unos cada vez más ricos y otros cada vez más pobres, debe revertirse inmediatamente. La distribución de la riqueza, que es producida por los trabajadores, debe hacerse de manera equitativa. La igualdad de derechos humanos y patrimoniales entre hombres y mujeres es la única forma de mantener un desarrollo realmente humano.

6-. Solidaridad y humanismo. La sociedad debe fundamentarse en nuevos conceptos de solidaridad para que el desarrollo se vea como responsabilidad de todos, pero también para beneficio de todos. El humanismo es el fundamento del respeto a los derechos humanos de todas las personas como un atributo natural: creencias religiosas, preferencias sexuales, políticas, etc., la política es la no discriminación.

La democracia es el mecanismo político que permitirá el acceso de todos los grupos sociales y partidos políticos, en un plano de igualdad, a los medios de comunicación y a los procesos electorales.

Estos son algunos conceptos que debemos asumir para la sociedad post-pandemia. No son, lógicamente, los únicos, ni tal vez lo mejor elaborados, pero pueden ser una base de pensamiento.  De ellos se deducirán medidas concretas, como debe ser.

Pssst passt Milennials !!!…soy yo! El viejo encuarentenado!

Dr. Oscar Aguilar Bulgarelli

Aaahhh, hola, me alegra que me atendiera y no pasara indiferente a mi llamado, como se ha hecho costumbre. Estoy aquí, como todo costarricense responsable, pasando la cuarentena en mi oficinita de profesor pensionado, acompañado de mis libros y este chunche con el que le escribo, espero tenga un chancecito de leerlo en estos días de poco hacer.

Acabo de escuchar una canción muy linda que interpretó Juan Manuel Serrat, desde su casa en Barcelona, para todos los que como él respetamos la cuarentena; entonces recordé que él y yo por lo menos tenemos una cosa en común, somos modelo 1943, el de diciembre y yo de julio; pero ambos éramos igualmente dos güilas cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, por eso pasamos nuestra niñez y juventud en  el mundo de la post guerra; él soportaba la dictadura de Franco y yo, a pesar de ser de familia mariachi, era posible sobrevivir el 48 con alguno que otro sobresalto, pero mi padre trabajaba en lo suyo y ya era bastante,

¿Pero por qué te traigo a cuento todo esto? Sencillamente porque nos tocó vivir una generación impresionante que, aquí en Costa Rica, jugamos trompo, bolitas de vidrio, fuimos a pozas, cafetales y mejengueamos en plazas de pueblo y La Sabana, que hasta finales de los 70 trató de seguir los pasos de la generación de nuestros padres, para  hacer una sociedad más justa y más libre y que aquí, desde 1940 se había creado Estado Social de Derecho, o el Estado Benefactor, como lo han llamado sus detractores liberales.

 Si, mis compañeros de escuela y colegio vimos cómo se desarrolló la Universidad de Costa Rica que luego con su “Lucem Aspicio” nos abrió el mundo del conocimiento a la que después se unieron el TEC, la UNA, la UNED; también crecimos con la Caja, el ICE, el INS, Código de Trabajo, INVU, obras de una generación que  creó una sociedad distinta, sino totalmente equitativa y sin pobreza, si más justa, menos egoísta, en la que la riqueza estaba menos desigualmente repartida, menos ególatra y más humana.

Nos gloriábamos que el hijo del pobre y del rico se encontraban en las aulas del colegio público y sino, en las de la Universidad; los enfermos sin importar su condición social recuperaban su salud en los hospitales de la Caja cuando antes era solo por caridad y de la Junta de Protección Social, pues el que tenía unos chuminos de más, alquilaba una habitación en la Pensión Echandi del San Juan; el ICE iluminaba y comunicaba el país para todos y en sus lomos condujo el progreso de Costa Rica; el CNP y sus estancos equilibraban la producción agrícola con el suministro nacional, y en las épocas de crisis ahí estaba para sostener al campesino y al obrero, y tantas y tantas cosas más, que nos trajeron paz y progreso; sentíamos orgullo de lo que éramos, conocíamos nuestro pasado con sus grandezas y pequeñeces, al punto que para sostener la incipiente industria allá por los años 60, acuñamos una frase: compre y use lo que Costa Rica produce!, eso era signo de calidad, trabajo duro pero honrado… y orgullo nacional.

Pero a finales de los años 70 algunos vivillos,  miembros fundamentalistas de una logia neoliberal que tenía como Gran Maestro a Milton Friedman y su templo en la Facultad de Economía de la Universidad de Chicago y sus “ Chicago Boys”, que adoraban a un nuevo dios: el mercado y a sus becerros de oro; en Costa Rica conquistaron los bolsillos, la ambición y un poco las limitadas entendederas de algunos de mi generación, que hicieron creer a la de tus padres y la de mis hijos, que todo  aquello era malo porque el Estado, es casi el moderno Leviatán.

Siguiendo las reglas que dictaba otro de sus santos de palo en aquel templo, Mr. Ronald Reagan, aceptaron como frase profética aquella que dijo en el discurso a La Nación de 1981: “…el gobierno no es la solución a nuestros problemas…el problema es el gobierno…”, por lo tanto, siguiendo esas nuevas reglas del juego diseñadas en el Consenso de Washington impusieron sus normas que, en síntesis, son: privatizar, desregular, disminuir el tamaño del Estado, cerrar instituciones y dar mano libre al sector privado, que crearía toda la riqueza para que después, una mano invisible, la haría correr por todos los estratos sociales llevando riqueza y felicidad…ah pecadito!.

Especialmente a partir de 1986 empezó el jolgorio, los bancos del Estado fueron dejados a la competencia de capitales extranjeros, quitaron poder a las instituciones, seguimos las reglas del FMI y el Banco Mundial que nos vigilaban y exigían no invertir pues una represa del ICE o una carretera era un gasto no una inversión!, urgían en reducir el gasto público y lo mejor era privatizar para pagar la deuda externa; les aprobamos tratados de “libre comercio” y muchas otras cosas.

Políticos como Oscar Arias nos prometieron que en veinte años seríamos un país del primer mundo. Pero faltaba la fresa con la copa del helado: el TLC o tratado de libre comercio de Centro América con Estados Unidos, que si no lo aprobábamos nos iríamos al averno, pues papá USA  nos iba a dar una fajeada y nos volvería la espalda…por el contrario, si le abríamos la puerta, hasta nos ofrecían cambiar la bicicleta por una moto y el viejo Hyundai por un reluciente Mercedes Benz; además, en el 2021 celebraríamos la Costa Rica del Bicentenario entre los países ricos del primer mundo, y eso lo cumplieron ya vamos para la OCDE, a la que vamos a pagar 1500 millones de colones al año para sentarnos a la par de Mr. Trump, aunque ocultemos los tugurios de Lomas y vayamos en vestido de etiqueta alquilado y calzoncillos de manta.

Muchos nos opusimos, no creíamos aquellos cantos de sirena, veíamos los resultados de los anteriores 20 años que habían sido un engaño y nos preguntábamos…ah carachos, ¿comoesques?

Aquellas advertencias nunca fueron escuchadas, entre el miedo infundido por un memorandum salido de las entrañas de la Presidencia de la República; el deseo incontenible de latrocinio del país por un pequeño, pero poderoso, grupo empresarial refugiado en los sindicatos patronales y La Nazi-On; la corrupción galopante patrocinada e impulsada por ellos mismos, la ambición, el egoísmo, la indiferencia del “qué me importa a mi” que nos metieron hasta el tuétano de los huesos gracias a medios de comunicación corruptos, y otras razones más, era imposible frenar aquel tsunami de ambición que terminaría ganando el plebiscito del 7 de  octubre del 2007 y  destruyendo nuestro país.

A eso debemos sumar que, a cambio de un estadio “regalado” para un pueblo incauto o domesticado, como dijo don Pepe, y regalos evidentes para la clase político-empresarial del país, le abrimos las puertas a la China de ese régimen tan extraño de ideología capitalista/comunista, que ya embobaba al mundo de la mediocridad intelectual y la mendicidad moral.  

Desde hace algún tiempo voces aquí y acullá lo venían diciendo: las ideas neoliberales y la globalización eran un fracaso o iban por ese camino, pero los oídos de los intereses de siempre no escucharon las advertencias de la sensatez. Cuando la desigualdad creada por  el sistema de libertad comercial y eliminación de controles hizo aguas en el 2008, salvo unos pocos privilegiados como los grandes banqueros, nadie quedó totalmente sin daño; algunos para lograrlo incrementaron los niveles y sistemas de corrupción. Echaron mano a cuanto truco tuvieron a disposición para evadir impuestos a granel, se valieron de los paraísos fiscales para ocultar sus dineros corruptos y culparon de las desgracias financieras del Estado a otros, para evitar que los culparan por el robo que a diario hacían al fisco.

El asunto empezó a ponerse más complejo cuando hace pocos meses, organismos internacionales denunciaron que el mundo había llegado a tal grado de desigualdad que el 1% de la población era el dueño del 99% de la riqueza en el mundo y como, mucho de eso, se debía a la creación de un polo mundial de producción en la China Comunista donde, aunque parezca mentira, se podía contar con millones de trabajadores que con bajos salarios y casi esclavos, sin sistemas básicos de protección, etc. lograban producir a costos inmensamente inferiores a los existentes en el mundo occidental capitalista. Por lo tanto, las ambiciosas  grandes corporaciones en casi todos los campos, instalaron sus huestes de producción en aquel país, desde sencillos elementos como las pieles de conejo para abrigos de invierno hasta lo más sofisticados de la industria de alta tecnología. Dicho en otras palabras: ¡pusieron los huevos en la misma canasta!

Pero el coronavirus, nos hizo caer de la cama y despertar no en un bello amanecer, sino en una terrible pesadilla. En dos semanas, todo el montaje hecho a base de  la creación egoísta de riqueza, cayó como un castillo de naipes. Ese virus desconocido y todavía de origen incierto, del que muchos dicen ya se conocía en China desde Octubre del año pasado, de pronto salió desde Wuhan para infestar el mundo en muy pocos días y paralizarlo por entero, al extremo que aparte de las dolorosas cifras de infectados y fallecidos que vemos aumentar todos los días, nos dejó a todos en casa y las más portentosas industrias y cadenas comerciales a nivel mundial cerradas, y las calles de Roma, París, Madrid, Washington, Nueva York, Buenos Aires o San José desiertas como símbolo real de un mundo clausurado, cosa que jamás lo hubiéramos imaginado hace pocas semanas

Con ello quedó demostrado algo muy viejo…los huevos no se pueden poner todos en la misma canasta, y ahora se considera que si no va a desaparecer la globalización, si se va resquebrajar y reaparecerán aspectos sobre la importancia y conveniencia de lo local.

Por otro lado, de pronto, parar nuestra diaria carrera en pos de la rutina ha permitido, aunque parezca mentira, que tengamos un reencuentro con la dignidad humana, en varios sentidos: la familia en primer término, la lectura, música, juegos, cocina y talvez lo más importante y no nos damos cuenta: el ocio!; si ese ocio creador que ya en la antigua Grecia se dedicaba a pensar en la ciencia, la política, el arte y su filosofía, que nos pone ante la realidad pura y simple del ser humano: vida o muerte, cómo vale la pena vivir la vida? Vivíamos sí, pero los lujos y bienes materiales nos dieron calidad de seres humanos, ¿o simplemente fuimos objetos de consumo para el enriquecimiento de unos pocos, muy pocos?; en esa situación empezamos a preguntarnos: ¿qué va a pasar después?

Esa pregunta tiene dos respuestas. Una para los conformistas y cobardes que no se atreven a ver para otro lado, será frustrante y degradante ver que las cosas nunca volverán a ser igual; que aquel 1% de ricos del mundo y el porcentaje que corresponda a cada país que concentró la riqueza, saldrá mucho menos rico, pero como siempre tendrá más que los que lo perdieron todo; pero si no entienden que deben empezar a repartir o redistribuir buena parte de lo que les queda y se quedarán todavía con mucho, terminarán por perderlo todo y de eso no se trata, tampoco. El verdadero empresario debe tomar el camino de producir, es lo que sabe hacer, pero ahora sin el egoísmo de antes, sabiendo compartir, pues esta cruda experiencia hace saltar a primer plano una palabra casi olvidada: ¡solidaridad!

La segunda pregunta se responde con optimismo; claro que se va a cambiar y muchas cosas van a pasar; pero para ello el primer cambio va en el pensamiento de cada uno de nosotros. La Historia de las Mentalidades nos enseña que las grandes trasformaciones se logran, cuando cambiamos nuestra visión del mundo y de las cosas, lo demás vendrá casi por añadidura.

Luego debemos revisar profundamente la estructura política de Costa Rica, en donde la democracia deber convertirse en realidad en una democracia participativa renovada, pero esto tiene un requisito fundamental y radical: la mediocracia existente debemos erradicarla ya del poder en todos los campos en dónde existe: político, económico, mediático, empresarial, sindical, etc.; combinar correcta y equilibradamente la relación entre el Estado, lo privado y la equidad, sobre todo sobre la base de la honradez generalizada y sin la manipulación mediática como se ha hecho hasta ahora.

 Se impone la necesidad de renovar, para ello debemos desarrollar de la investigación en todos los campos que permita, entre muchas cosas, desarrollar el conocimiento que nos interesa, no el que nos importan los sectores interesados. Así debemos cambiar muchos de los intereses directos para lograr la efectiva y real defensa del ambiente, cambios en la educación no para hacer una sociedad de borregos sino de seres humanos pensantes que sepan valorar nuestra herencia y el patrimonio nacional; la distribución efectiva de la riqueza en que el sistema tributario no tenga fugas como si se trata de una vieja cañería; la recuperación de la producción nacional en todos los campos y la lista sería extensa; pero déjeme terminar con un aspecto más: la ética y la moral, que con la autoridad necesaria, elimine la corrupción que ha carcomido la sociedad costarricense hasta sus cimientos, pues ha caído en manos del cinismo de los poderosos, como acertadamente lo calificó el pensador español Javier Benegas.

Ya me extendí demasiado, va a perdonar joven Milennials, sé que ustedes en la época del twitter o como se llame, solo permiten frases de reglón y medio pero, ydiai, cómo le hago? Mi deseo es que tomen conciencia que será usted y su generación, los que tomarán las riendas de ese cambio; la mía ya tiene muy arrugado el pellejo para estos trotes; la de sus padres, salvo honrosas excepciones, tienen el cerebro lavado por los neoliberales y como dice Naomy Kleim esta transformación EXIGE romper con todas las reglas ideológicas.  Para terminar, le quiero  recordar la frase de Milton Friedman en 1982, que utilizó como  caballo de batalla para imponer sus ideas y ahora se les devuelve como boomerang, sobre todo por si se encuentra un neoliberal recalcitrante que no quiera entender y que vea como el gran gurú se los había advertido:

  •  “Solo una crisis-real o percibida como tal- produce un verdadero cambio. Cuando ocurre una crisis, las acciones que se emprenden dependen de las ideas existentes en aquel momento…”

Estamos en la posibilidad de seguir montados en ideas obsoletas o mirar el futuro en forma diferente, puesto que vivimos una crisis real, muy real y dura, por lo que nuestra mente y espíritu deben estar abiertos a aceptar e iniciar ese cambio.

Jóvenes se pronuncian ante COVID-19

Plataforma de Acción Cívica Centroamericana
Pronunciamiento

La Plataforma de Acción Cívica Centroamericana (PACC), misma que conforman jóvenes representantes de movimientos sociales, estudiantiles y políticos de los países hermanos de la región, de cara a la actual crisis global por la pandemia del Coronavirus (COVID-19) y como resultado de un proceso de análisis y reflexión del contexto de la crisis en cada uno de estos países a la población general, autoridades gubernamentales, y comunidad internacional, expresa lo siguiente:

1- En Nicaragua se evidencia la falta de respuesta Estatal a la grave crisis de salud que enfrentamos. Exigimos que las empresas, zonas francas y centros de estudios que se responsabilicen por la salud y la vida de sus trabajadores. De igual manera exigimos al Estado dar respuesta eficaz para controlar la propagación del virus y un manejo adecuado de la información.

2- En Guatemala, ha quedado en evidencia la influencia del sector empresarial en todas las medidas y disposiciones tomadas por el gobierno central para enfrentar la pandemia del Covid19, priorizando a la economía sobre la salud y el bienestar de la población. Exigimos que se congelen y difieran los pagos de servicios básicos y que se garanticen los derechos laborales de todas las personas mientras dure la crisis. Así mismo, que se priorice en la entrega de ayuda económica y de apoyo alimentario a los grupos sociales con más vulnerabilidad y marginación. Que los préstamos y ampliaciones millonarias destinadas a la reactivación económica post crisis, se destinen primordialmente a agricultores, pequeños empresarios y a las personas que viven de la economía informal en el país.

3- En Honduras, se han revelado los resultados y naturaleza consecuente del saqueo y abandono a las instituciones de salud y educación por más de 10 años de gobiernos sumidos en corrupción y pobre administración del Estado. Hacemos público el conocimiento de la población sobre la autorización de 21,485,000,000 lempiras (873,373,983.74 USD) para el manejo de la crisis por el COVID-19. Exigimos la participación de la sociedad civil en sus formas de organización durante la gestión de estos recursos, lo que incluye verificación de las necesidades y priorización de las mismas durante la crisis, el máximo aprovechamiento de recursos en términos del contexto, transparencia y competencia objetiva en la contratación de personal calificado, implementación de medidas adecuadas, comunicación pública e intersectorial efectivas, fortalecimiento lógico de las instituciones de acuerdo a su rol y en la coordinación intersectorial. Exigimos al Gobierno de Honduras hacer partícipe a la sociedad civil de la gestión y la auditoría de insumos en los servicios de primer y segundo nivel, fortalecer una matriz de producción agropecuaria, estímulo económico de microempresas sin garantías hipotecarias, viéndose amenazada la ya frágil Seguridad Alimentaria y Nutricional de la población, así como su Soberanía Alimentaria.

4- En Costa Rica, consideramos que la respuesta del sistema de salud pública ha estado a la altura, y la ciudadanía ha sido cívicamente responsable -en su gran mayoría- de atender las disposiciones oficiales con respecto a las medidas de aislamiento social en contra del coronavirus COVID-19. Lo anterior es resultado de un pueblo que, durante su historia, ha dado relevancia a la inversión en desarrollo humano, por encima de otras políticas, como las relacionadas al armamentismo o la defensa. Sin embargo, hemos de denunciar, una ausencia total de liderazgo por parte del presidente de la República, don Carlos Alvarado Quesada, para dar soluciones oportunas y realistas a los diferentes sectores, en medio de esta histórica pandemia, principalmente, a las clases sociales medias y bajas. Es así como el mandatario, ha demostrado su renuencia a discutir proyectos legislativos en contra de la usura, aquella que asfixia al pueblo costarricense a través de los altos interés en sus tarjetas de crédito, o devolverle al pensionado poder sobre su ahorro en el Régimen Obligatorio de Pensiones (¡Operadoras ricas, trabajadores pobres!). Ello sin importar, que ambas propuestas darían liquidez financiera a las familias costarricenses golpeadas por esta calamidad, y las cuales han sido torpedeadas por el Poder Ejecutivo, a solicitud de la banca financiera, la cual pareciera tutelar más los intereses de los adinerados, sobre el bienestar social de los trabajadores costarricenses.

5- En El Salvador, estamos conscientes que la respuesta fue temprana, rápida y bien intencionada, sin embargo, mal gestionada a falta de un plan estratégico definido que desarrolle dichas indicaciones creando confusión tanto en la población como en las entidades del sector público. Llamamos la atención al Gobierno sobre la brecha de desigualdad en cuanto a acceso a información se refiere, siendo una gran parte de la población la que no tiene acceso a Internet y sus redes de comunicación, plataformas principales donde se desarrollan las políticas informativas del actual gobierno. También hacemos un llamado de atención sobre la arbitrariedad aparente con que se realizan y podrían realizar detenciones a ciudadanos que violen la cuarentena domiciliar, quedando a la discrecionalidad de los policías los criterios para este proceso, violentando ciertos derechos fundamentales de las personas. Sobre el acceso desigual a la ayuda de trescientos dólares a un millón quinientas mil familias, consideramos que este es limitado para llegar a la gente, el proceso ha sido altamente improvisado y no está llegando a las familias que realmente lo necesitan debido a que desde hace 14 años no existe un censo que establezca parámetros necesarios pare ejecución del plan de forma efectiva. Exigimos al presidente Nayib Bukele, frenar los procesos intencionales de polarización de la sociedad y la opinión pública, especialmente el cese de sus ataques a organizaciones de DDHH.  6- Como PACC, hacemos un llamado a la solidaridad entre ciudadanos, a la calma y a adoptar actitudes objetivas y de compromiso a mantenerse informados y tomar las medidas necesarias, esto con el objetivo de frenar no solo la propagación del virus, sino mitigar los efectos que esta crisis tendrá en la economía, política y el panorama psicosocial de la región y el mundo. Reiteramos nuestro compromiso como ciudadanos al fortalecimiento de la democracia, la justicia social y los procesos de desarrollo humano para nuestras sociedades.

Plataforma de Acción Cívica Centroamericana.

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Las desigualdades que enfrentan los hogares en cuarentena

Pamela Jiménez Fontana, Natalia Morales Aguilar y Rafael Segura Carmona (PEN)*

Este texto es una producción del Programa Estado de la Nación escrito por las personas que se indica. SURCOS lo comparte por la calidad y pertinencia del artículo.

Durante estos días, las familias costarricenses enfrentan las disposiciones sanitarias implementadas por el Gobierno para evitar un crecimiento exponencial en el número de personas contagiadas por la pandemia COVID-19. Entre las principales medidas de acatamiento obligatorio en todo el territorio nacional se encuentra la restricción en la operación de locales comerciales, cierre de fronteras y limitación en la circulación de vehículos, las cuales pretenden que la población se mantenga en sus casas durante las próximas semanas. Sin embargo, dadas las brechas sociodemográficas y económicas que persisten en el país, los hogares podrían estar enfrentando en maneras muy distintas la cuarentena.

Por ejemplo, el distanciamiento físico en períodos de larga estancia no es lo mismo para gran parte de la población. De los poco más de 1.600.000 hogares de Costa Rica, un 9% reside en viviendas en mal estado y un 2% posee hacinamiento (más de 3 personas por dormitorio). Los espacios reducidos también dificultan la situación. Aproximadamente un 15% de las casas mide menos de 40 metros cuadrados (m2), en contraste, un 27% supera los 100 m2 (INEC, 2019). Además, se estima que 104.000 viviendas (7%) no tienen acceso a servicios básicos como agua, luz y manejo de residuos sólidos.

Los efectos negativos del distanciamiento físico que está experimentando la población podrían ser compensados por una mayor conectividad remota a través de herramientas digitales; sin embargo, esto no es una posibilidad para todas las familias costarricenses. Mientras que un 79% de los hogares de mayores ingresos (quintil 5) tiene una computadora en la vivienda, en las familias de menores recursos (quintil 1) este indicador es de un 25%. Además, es importante considerar que un 40% de las viviendas en el país no tiene acceso a internet ni por cable coaxial, fibra óptica, o teléfono fijo.

Durante estas semanas de “quedarse en casa”, no todas las familias han tenido las mismas posibilidades de abastecerse de alimentos o de hacer uso de servicios de comida a domicilio para satisfacer sus necesidades. Aproximadamente 335.900 hogares (21%) se encontraban en condiciones de pobreza antes de la crisis, de los cuales 93.500 ni siquiera tenían los ingresos mínimos para cubrir las necesidades básicas alimentarias. Las limitaciones económicas que viven muchas familias de bajos recursos contrastan con la cuarentena que están viviendo aquellas de mayor ingreso. En Costa Rica, el 10% de los hogares más ricos tiene un ingreso 25 veces superior que los más pobres (PEN, 2019).

Una de las principales advertencias del Ministerio de Salud, es que aunque el COVID-19 puede afectar a toda la población, existen grupos con mayor riesgo. La tasa de mortalidad del virus es más alta en personas adultas mayores, los cuales representan un 9% de la población total. En casi una quinta parte de los hogares en Costa Rica reside al menos una persona de 65 años o más, lo cual significa que una gran parte de las familias deberían estar implementando medidas especiales para proteger a este grupo más vulnerable.

Las medidas sanitarias y de distanciamiento físico que ha implementado el Gobierno en las últimas semanas son fundamentales para evitar un colapso del sistema de salud y tener el menor número de personas fallecidas posible por COVID-19. Sin embargo, las brechas sociodemográficas entre los hogares costarricenses generan que las formas de enfrentar la cuarentena y acatar las disposiciones sanitarias sean distintas según dónde, cómo y con quién viva usted. Por lo tanto, más allá del fuerte impacto económico que va significar esta pandemia en la historia del país, es fundamental considerar en paralelo como parte del plan de atención y recuperación, el impacto social y en la salud mental que está teniendo esta crisis sobre las familias.

Fuentes:

INEC. 2019. Encuesta Nacional de Hogares. San José: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

CCP-INEC. 2013. Estimaciones y proyecciones de población por sexo y edad 1950-2050. San José: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

PEN. 2019. Informe Estado de la Nación 2019 en Desarrollo Humano Sostenible. San José: Programa Estado de la Nación.

* Publicado en: https://estadonacion.or.cr/las-desigualdades-que-enfrentan-los-hogares-en-cuarentena/

Ilustraciones: SURCOS.

La Universidad, el COVID-19 y la crisis humanitaria

Vivimos momentos difíciles para nuestra universidad, nuestro país y la humanidad como un todo. Desde la aparición del primer caso de COVID-19, hemos tomado decisiones e impulsado procesos para hacerle frente a una situación excepcional de manera responsable. No conozco ninguna universidad del mundo, ni tampoco ningún sistema de salud, que estuviera totalmente preparado para resolver, sin dificultades, vicisitudes repentinas y cambiantes.

Como a muchas personas, me alegra constatar que nuestras autoridades nacionales, sobre todo del campo de la salud, han actuado con buen juicio y oportunamente. A la ciudadanía y a las instituciones públicas, nos toca apegarnos a sus directrices por el bien de todas las personas; y, además, contribuir con nuestro ingenio y nuestras capacidades.

A lo interno, debido quizá a la novedosa y alta complejidad de la situación actual, observamos una fase inicial de dubitaciones que ha cedido su lugar a un gran compromiso con la migración a mediaciones pedagógicas asistidas por la tecnología, al tiempo que trabajamos en conjunto con otras instituciones nacionales para avanzar hacia una disminución de la brecha digital que afecta tanto al país como a nuestra institución. En ambos aspectos – mediación pedagógica y brecha digital -, hemos dado pasos significativos que superan en magnitud lo realizado en el pasado. Pronto podremos observar la materialización de estos esfuerzos.

Celebramos las iniciativas de diferentes unidades académicas que contribuyen a superar necesidades imperiosas en la atención de la crisis sanitaria. También reconocemos las múltiples propuestas para orientar las decisiones políticas y económicas hacia opciones solidarias.

Todo esto significa que hemos vuelto la mirada hacia afuera, sin descuidar nuestras obligaciones internas. Este ejercicio de compromiso institucional no puede realizarse con una universidad cerrada, sino con una universidad que, tomando en serio las medidas sanitarias correspondientes, pueda garantizar el flujo de procesos básicos que apoyen la posibilidad y buena marcha de las actividades solidarias con la población nacional y el trabajo conjunto con instituciones públicas y empresas privadas. Es la hora de combinar la responsabilidad, la solidaridad y la cooperación.

La Universidad de Costa Rica constituye un eslabón de muchas cadenas de procesos esenciales para la sociedad costarricense, por ejemplo, en el aseguramiento de la calidad de los medicamentos, en la certificación de granos y semillas, en la determinación de la inocuidad de alimentos para humanos y animales, así como en muchas otras actividades que abundan en cantidad y méritos. Somos un elemento imprescindible en procesos y acciones que benefician a toda la comunidad.

En estas circunstancias, no podemos ignorar que nos encontramos ante una crisis humanitaria de inmensas proporciones que abarca a todo el planeta. Estimaciones estadísticas vienen y van, y difieren entre sí en los cálculos específicos, pero en un tema coinciden: el desempleo afectará a muchos millones de personas, la pobreza aumentará considerablemente y todo ello producirá hambre. Tendremos un escenario que intensificará las tensiones nacionales, regionales e internacionales.

La crisis humanitaria no podrá ser resuelta por la vía de propuestas aisladas. En el seno de cada país, se requerirán esfuerzos colectivos e integrales, con participación de todos los sectores, tanto públicos como privados. Nadie – ninguna persona, institución o empresa – deberá quedarse fuera, ni en dar ni en recibir, según sus posibilidades y necesidades, con justicia y equidad.

En la dimensión internacional, una economía entrelazada en múltiples aspectos no podrá salir adelante sin la cooperación entre los Estados. La misma crisis sanitaria demuestra sin ambages que la interconexión multitudinaria, en todas las direcciones y latitudes, nos incorpora en una especie de burbuja planetaria, de la cual somos parte.

Creo que es también la hora de la compasión: de identificarnos con el sufrimiento de los otros; y es la hora de la generosidad. Pablo Neruda encontró una bella manera de expresarlo:

No hay soledad inexpugnable. Todos los caminos llevan al mismo punto: a la comunicación de lo que somos. Y es preciso atravesar la soledad y la aspereza, la incomunicación y el silencio para llegar al recinto mágico en que podemos danzar torpemente o cantar con melancolía; más en esa danza o en esa canción están consumados los más antiguos ritos de la conciencia: de la conciencia de ser hombres y de creer en un destino común.

En la misma ocasión, Neruda advirtió la ignominia de la cual debemos librarnos:

Hay que mirar el mapa de América, enfrentarse a la grandiosa diversidad, a la generosidad cósmica del espacio que nos rodea, para entender que muchos escritores se niegan a compartir el pasado de oprobio y de saqueo que oscuros dioses destinaron a los pueblos americanos.

La Universidad de Costa Rica, y toda su comunidad académica, debemos ser parte de esa responsabilidad ética que compartimos con todos los sectores de la sociedad costarricense: contribuir a vencer el virus y el hambre.

Dr. Henning Jensen Pennington
Rector, Universidad de Costa Rica

 

Información de la Rectoría, UCR.

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