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Etiqueta: COVID-19

UNA lanza cuestionario de acceso a tecnología para sus estudiantes

Dada la emergencia sanitaria por el COVID-19, la UNA solicita a sus estudiantes responder la encuesta formulada por esta universidad para conocer las posibilidades de acceso a tecnologías, para así poder obtener apoyo en clases remotas.

ENLACE: http://bit.ly/encuestaUNA

 

Imagen ilustrativa.

Enviado por M.Sc. Efraín Cavallini Acuña, Asesor Comunicación, Rectoría, UNA.

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Proyecto de ley que autoriza reducción de jornada laboral por emergencia nacional precariza las condiciones de trabajo

El Proyecto de ley responde en exclusiva a los intereses económicos del sector empresarial, su contenido adolece de una serie de falencias que terminan perjudicando, aún más, al sector obrero.

La Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), en conjunto con el Sindicato de Trabajadores de Plantaciones Agrícolas (SITRAP), se pronuncian sobre la propuesta de legislación que está presentando el Gobierno de la República mediante el proyecto de ley denominado “Ley que autoriza la reducción de jornadas ante la declaratoria de emergencia nacional por emergencia sanitaria ocasionada a causa de una pandemia”, el cual afecta considerablemente a la clase obrera.

Es importante resaltar que esta misma propuesta había sido ya planteada en el proyecto de ley 18.080 denominado “Ley que garantiza la aplicación de medidas temporales para la protección del empleo en los tiempos de crisis”, mismo que se tramitó, sin éxito, en la Asamblea Legislativa durante la Administración de Laura Chinchilla Miranda, con el apoyo decidido de las cámaras empresariales.

Ahora, aprovechando el contexto de la actual crisis que vive el país a causa de la pandemia del Covid-19, el empresariado nacional y su Gobierno, retoman la iniciativa de ley que nos la presentan como una medida “necesaria” para proteger el empleo.

La ANEP y el SITRAP ven con buenos ojos cualquier medida tendente a proteger el empleo, pero hace ver que, en orden de prioridad, se debe proteger a los trabajadores y a las trabajadoras. Desde esta perspectiva, criticamos este proyecto de ley, precisamente, porque lejos de proteger a las personas trabajadoras, no hace otra cosa que precarizar las condiciones de trabajo, pero sí favorece los intereses económicos de las empresas

En nuestra opinión, el Gobierno debería dirigir sus esfuerzos por ayudar a las empresas, especialmente a las micro, pequeñas y medianas; dándoles facilidades para que puedan enfrentar la crisis, pero sin cargar la factura a los trabajadores y a las trabajadoras que es lo que, a la postre, hace este proyecto de ley. Además, de que el contenido de este último adolece de una serie de falencias que terminan perjudicando, aún más, al sector obrero.

Para empezar, como es ya estilo en todas las propuestas de reforma legal al marco jurídico que regula las relaciones laborales del país que promueven los grupos de poder económico y las cámaras empresariales; el proyecto omite, por completo, tener en cuenta la negociación colectiva como instrumento idóneo para resolver los problemas del mundo del trabajo.

La propuesta de ley parte de la visión autoritaria y unilateralista de las relaciones de trabajo, donde la participación de los trabajadores y de las trabajadoras, así como la representación sindical, no tienen cabida.

El proyecto de ley no prevé, si quiera, la posibilidad de que la reducción de la jornada sea negociada con los trabajadores y con las trabajadoras en aquellas empresas donde existe organización sindical que, si bien es cierto son pocas en el país, las hay. Es la visión antisindical que prevalece en el Gobierno.

A parte de lo anterior, nos preocupa puntualmente ver que los requerimientos exigidos en el artículo 3 del proyecto para la autorización de la reducción de la jornada, son muy laxos.

Basta con que el empresario presente una declaración jurada manifestando afectación en sus ingresos y que aporte “los datos correspondientes”, para que el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), otorgue la autorización. Si bien el artículo prevé que dichos datos pueden ser verificados por el MTSS, la consabida limitada capacidad de gestión que tiene este ministerio, nos permite entender que el sistema de control no funcionará y las autorizaciones serán dadas de manera automática.

Consideramos pertinente que, cuando menos, se exija al empresario solicitante de la autorización que, aparte de la declaración jurada, deberá demostrar la reducción de los ingresos mediante un estudio contable debidamente certificado por un profesional competente, y que éstos sean debidamente verificados por la autoridad competente, previo a emitir la autorización.

De igual forma, echamos de menos en el proyecto la participación del Consejo Nacional de Salarios (CNS). Al considerar que la reducción de la jornada implica, en esencia, una reducción drástica de los salarios pues esto constituye el corazón de la medida; y dado que el proyecto no posibilita la participación obrera por medio alguno, cuando menos debería dársele participación al CNS a fin de que este órgano, que es de conformación tripartita, sea el que emita los lineamientos que deben seguirse para la implementación de una medida como la planteada; y que estos lineamientos respondan a criterios más técnicos y según la realidad puntual que tenga cada sector productivo frente a la crisis.

Nos preocupa, también, que se establezca la posibilidad de reducir la jornada en un 75 % en aquellos casos en los que se aduzca la reducción de ingresos al 60 %. Llama la atención ver cómo los proponentes del proyecto, en la versión definitiva del texto, han socado aún más el torniquete sobre el cuello de los trabajadores y de las trabajadoras, pues en la versión original del proyecto, la medida quedaba limitada al sector turismo y la reducción de la jornada no sobrepasaba el 70 %. Ahora, se propone como regla general que aplicaría a favor de cualquier empresa y reduciendo el salario de los trabajadores apenas al 25 %.

Esta medida, a todas luces desproporcionada, no toma en cuenta que reducir el salario de los trabajadores y de las trabajadoras a una cuarta parte, implicaría condenar a los perjudicados a una situación calamitosa, pues con el ingreso percibido no podrían atender siquiera las necesidades más elementales de subsistencia.

Esta medida, violenta de manera grosera las medidas de protección al salario previstas en la legislación laboral, y viola el derecho fundamental que tiene toda persona trabajadora a devengar un salario que le permita una existencia digna, según lo ordena el artículo 57 de nuestra Constitución Política.

Una reducción del salario como la que se plantea en este proyecto de ley, ni siquiera permitiría a la persona trabajadora sufragar los gastos que le demanda la actividad laboral como lo son la alimentación, el transporte o la vestimenta.

Mucho más preocupante es ver cómo el proyecto de ley ni siquiera establece excepciones a la reducción de la jornada, como medida para proteger a las personas más vulnerables, o a aquellas en estado de necesidad especial.

Permitir que sea el empleador quien, de manera autoritaria, unilateral y discrecional, decida a qué contratos se le aplica la reducción de la jornada sin condicionamientos de ningún tipo, es poner en manos del empleador una potestad desproporcionada que puede fomentar todo tipo de abusos.

Por las mismas razones antes expuestas, consideramos inaceptable que en el proyecto de ley se establezca, como se hace en el artículo 7, la posibilidad de aplicar la reducción de la jornada incluso a trabajadores aforados o trabajadoras aforadas, pues tal medida socava y deja sin efecto la protección especial que el ordenamiento jurídico prevé para este tipo de personas trabajadoras.

Piénsese en la grave situación en que quedarían, por ejemplo, las trabajadoras en estado de embarazo o en período de lactancia, mismas que verían sus ingresos reducidos drásticamente cuando sus familias, mayor seguridad y estabilidad económica requieren.

En definitiva, en nuestra opinión, este proyecto de ley, lejos de darnos una solución al problema que enfrenta el país, viene a agravarlo, por cuanto no hace más que trasladar a los trabajadores y a las trabajadoras los riesgos de empresa frente a una crisis que ni es culpa de ellos ni de ellas; sino que, además, frente a tal crisis son estas personas trabajadoras las más vulnerables y, por tanto, quienes mayor protección requieren por parte del Estado.

Finalmente, apuntamos una omisión que no por obvia resulta innecesaria. El proyecto de ley no contempla ninguna medida compensatoria a favor de los trabajadores perjudicados y de las trabajadoras perjudicadas con la rebaja de sus salarios.

Si la intención real del proyecto es proteger el empleo, resulta absolutamente indispensable establecer medidas especiales y reales de protección a favor de los trabajadores y de las trabajadoras, como lo podría ser la prohibición del despido injustificado a las personas que se les aplique la reducción de la jornada y su consecuente rebaja de salario; o limitar las facultades del ius variandi, de manera que el empleador, a parte de la reducción de la jornada, no pueda introducir en paralelo ninguna otra modificación a las condiciones de trabajo que hagan más gravosa la condición del trabajador o de la trabajadora.

En concordancia con lo anterior, nos preguntamos: ¿por qué no pensar, también, en medidas de carácter económico como podría ser la suspensión de pagos por deudas crediticias o readecuación de cuotas a todas aquellas personas trabajadoras que tienen créditos y se vean afectadas con la pérdida de salario que acarrea la reducción de la jornada que plantea el proyecto de ley, entre otras? En fin, existe infinidad de posibilidades para lograr una propuesta más balanceada. Desde esta perspectiva, hay que decir que el desequilibrio de intereses que se plasma en el proyecto de ley resulta algo más que odioso.

Por lo anterior, hacemos un llamado a las autoridades políticas y de Gobierno para que desistan de esta iniciativa de ley. En su lugar, se convoque a los representantes del sector productivo y sindical a discutir mejores alternativas que nos permitan enfrentar la crisis con medidas más justas y equitativas, que protejan los intereses de todas las partes y no sólo los de índole económica.

Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

Didier Leitón Valverde, Secretario General SITRAP

Con la asesoría profesional del:

Dr. Esteban Calvo Rodríguez, Especialista en Derecho Laboral

 

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De la pandemia, la FANAL, y la ingratitud

Dr. Jorge D. García, Ph.D.
Cédula 1 0403 1429

Sin mascarillas ni gel hidroalcohólico…Así es como luchan contra el coronavirus médicos y enfermeras franceses, quienes se sienten desamparados, estresados y enfadados.” Este es el recuento de un medio digital nacional para describir lo que viven actualmente muchos trabajadores de salud en Francia.

En contraste, y si por algo debemos sentirnos afortunados, es de que nuestros trabajadores de salud no sufran las mismas estrecheces, particularmente en lo que se refiere a solución alcohólica desinfectante, de probada eficacia para inactivar el coronavirus. Damos por un hecho, y ni siquiera pensamos, en que FANAL rutinariamente surte las necesidades de alcohol de toda la Caja Costarricense de Seguro Social, A PRECIO DE COSTO.

Se dice que, si algo permite separar el grano de la paja, es una crisis. La pandemia en curso ha permitido a los costarricenses aquilatar el espíritu de servicio de los servidores públicos, y ver de primera mano cómo responden a las necesidades de la población. Irónico contraste con la campaña infame de desprestigio mantenida por el poder mediático en su contra durante los últimos años. En esta ocasión, han sido los trabajadores de FANAL, con total dedicación, los primeros que han dado ejemplo de entrega y sacrificio para dotar de antiséptico protector a quienes lo solicitan. Y ello ha sido claro y patente para todos. Pero hay quienes, engolosinados ante la perspectiva de hacerse del negocio de los licores y lucrar con él, y vitoreando anticipadamente la venta o concesión, encuentran insufrible la idea de que FANAL sea vista con alivio y agradecimiento por los costarricenses.

Como es costumbre, esos intereses no encuentran mejor manera de expresar su enojo ante la renovada y positiva percepción popular de la FANAL, que enlodar a la institución, acusándola, una vez más, de ser un fardo de añejas deudas y de no valer gran cosa. Insólito caso de FANAL, editorializan, y arrastran por el barro su gestión. Pero lo que es realmente insólito es que el mismo Consejo Nacional de Producción (al que FANAL está adscrita), haga más fácil el ataque y no salga a defender el papel que FANAL juega en el país. Cuánto más, porque la realidad histórica apunta a que las deudas y pérdidas de FANAL ni siquiera se originaron en su propia gestión institucional. Pero haría falta una investigación técnica, honesta y objetiva, para demostrarle al país el verdadero origen de las pérdidas señaladas. Desprestigiar a FANAL ha sido una constante durante los últimos años. Pero que lo hagan en la presente circunstancia, cuando la institución brilla por mérito propio, es el colmo de la ingratitud y la mezquindad. Por lo menos el proverbial borracho en la vela podía después disculparse aduciendo obnubilación. Ellos lo hacen con pleno conocimiento de causa. ¿Habrán oído acaso que es de bien nacidos ser agradecido?

Cooperativa pide a INFOCOOP acciones integrales en momentos de crisis

Coopaseguros R.L señala en un documento enviado al INFOCOOP “el vital aporte del sector cooperativo a la estabilidad social y económica del país y la necesidad de reforzar los protocolos de actuación con un objetivo prioritario: garantizar la seguridad, salud y bienestar tanto de los cooperativistas como de la población en general”.

Asimismo, destaca “la imprescindible labor del sector cooperativo en el abastecimiento al mercado de productos y servicios, que garanticen la salud y seguridad alimentaria del país”. La cooperativa del sector seguros señala por ello el instituto que rige al cooperativismo, la necesidad de una serie de medidas con el apoyo FECOOPSE, que es la federación que agrupa a “más de 33 asociaciones cooperativas de diversas zonas del país”.

El documento, firmado por José Luis Barrientos León, gerente general de Coopaseguros R.L. propone estas medidas urgentes:

1- Que el Infocoop establezca una serie de medidas excepcionales de apoyo a los sectores cooperativos afectados económicamente por la propagación del coronavirus COVID-19. En donde se considere flexibilización de los términos contractuales de los créditos vigentes en cuanto a las tasas de interés, plazos, intereses de mora, costos administrativos por atrasos, comisiones y multas.

2- Que el Infocoop establezca una serie de programas crediticios especiales por la condición de emergencia que afecta al sector, en donde se consideren aspectos económicos y financieros flexibles y se establezcan condiciones de análisis, trámite, garantías, formalización y desembolso excepcionales de apoyo a las cooperativas que se vean afectadas económicamente por la propagación del coronavirus COVID-19.

3- Que el Infocoop establezca líneas de crédito especiales para las cooperativas de ahorro y crédito con el fin de que, por medio de ellas se estructuren programas crediticios especiales a sus asociados que mantengan la economía nacional dinámica y activa.

4- Que las cooperativas de ahorro y crédito, especialmente las asociadas a FECOOPSE, para contribuir con medidas de apoyo a la economía nacional y a las familias de asociados más expuestas al impacto económico de la pandemia, ponga en marcha líneas de financiación especial de préstamos personales con los recursos que facilite el Infocoop, para que sus asociados puedan gestionar su liquidez y garantizar el pago de sus compromisos y obligaciones.

5- Que el Infocoop, permita la presentación de una solicitud para la modificación de términos y condiciones establecidas en los contratos de crédito en donde se permita la interrupción y el cómputo del plazo en mora hasta que los efetos económicos de la propagación del COVID 19 se hayan superado.

6- Que el Infocoop, permita la readecuación de cuotas para aquellas cooperativas que se encuentran en zonas de alta vulnerabilidad social, cuya situación especial por afectación en sus ingresos este generando una disminución importante en sus flujos de efectivo, poniendo en riesgo su operativa normal, con la posible generación de desempleo.

7- Que el Infocoop permita a las cooperativas de ahorro y crédito directamente supervisadas por la institución mediante el sistema de alerta temprana, flexibilizar los términos de las reservas financieras y valoración de sus instrumentos financieros, de tal forma que no genere un impacto inmediato en los resultados de excedentes producto de la estimación de reservas. Y que en caso de que estas cooperativas deban mostrar necesariamente perdidas por irrecuperabilidad, las mismas puedan diferirse al menos en un plazo de 36 meses. En este caso, el saldo diferido deberá ser expuesto en las notas de los estados contables.

8- Que el Infocoop establezca la constitución de un fideicomiso de avales y garantías en donde se incorporen las propiedades en desuso o en condición de bienes temporales del Instituto, de tal forma que las cooperativas puedan hacer uso de estos avales para la formalización de créditos de capital de trabajo. De la misma forma que este fidecomiso pueda ser utilizado por las Cooperativas para la obtención de recursos de capital por medio del Sistema de Banca para el Desarrollo, para lo cual el Infocoop deba negociar una alianza estratégica especial con SBD.

9- Además, con el propósito de aportar a la superación de la crisis causada por esta pandemia, Coopaseguros R.L ratifica su intención de “Participar en mesas de trabajo que se generen para buscar alternativas desde la institucionalidad pública y cooperativa, para que de manera conjunta y solidaria podamos encontrar soluciones que nos permitan superar los efectos negativos de la pandemia COVID 19”.

La moción promovida por Coopaseguros R.L, enviada además del INFOCOOP a la federación citada y al Consejo Nacional de Cooperativas, fue propuesta en la sesión de consejo de administración por el presidente de la organización Gerardo Incera Villalta y aprobada por unanimidad.

En el documento se explica que “el sector cooperativo nacional es sumamente vulnerable” a los efectos negativos que generan las medidas extraordinarias tomadas a causa del COVID19. “La estructura y conformación de las cooperativas y las zonas económicas y geográficas en las que desarrollan las actividades” son factores que provocan esa vulnerabilidad, se expone en el escrito.

“El sector cooperativo es un factor esencial en el desarrollo y reactivación de la economía, por la cantidad de asociados que aglutina y por la diversidad de sus actividades económicas, aunado al espíritu de solidaridad que lo identifica”, dice también el llamado.

El cooperativismo se sustenta en valores y principios de ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad. “Estos deben verse expresados en sus representantes y organizaciones que reúnen y promueven el cooperativismo como lo son el Infocoop y Fecoopse”, se señala.

Pandemia y suspensión de los contratos de trabajo

Manuel Hernández

Varios medios informaron que a raíz de la pandemia, que lamentablemente ya cobró su primera víctima mortal en el país, una considerable cantidad de empresarios están haciendo fila, solicitando al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social autorización administrativa de suspensión parcial o total de los contratos de trabajo, sin responsabilidad patronal, al amparo del artículo 73 y 74 Código de Trabajo (CT).

La pregunta que corresponde plantearse, desde el punto de vista legal, es si resulta procedente la suspensión colectiva de los contratos de trabajo, ya sea parcial o total, sin responsabilidad del patrono, por los emergentes motivos, de orden económico, invocados por los empresarios.

El artículo 74 CT elenca las causales de suspensión colectiva de los contratos de trabajo, a saber:

i.- La falta de materia prima para realizar los trabajos, siempre que no sea imputable al patrono.

ii.- La fuerza mayor o el caso fortuito, siempre que tengan como consecuencia directa, inmediata y necesaria la suspensión del trabajo.

iii,. Finalmente, la muerte o la incapacidad del patrono, cuando tenga la misma consecuencia anterior.

Como se puede advertir, los motivos de orden económico argüidos por los empresarios, no están expresamente contemplados en la ley.

Las pérdidas económicas que puedan sufrir las empresas, a consecuencia de la pandemia, no es un motivo que esté previsto –ex profeso- en la legislación, ni tampoco por si mismo se puede reconducir a la figura de la fuerza mayor o el caso fortuito, contemplada en el artículo 74 CT; que, además, es necesario agregar que en nuestro ordenamiento laboral, la noción de fuerza mayor y caso fortuito, tiene un alcance más restrictivo que el tradicional del derecho civil.

No deja de ser importante acotar que existen otras legislaciones, a diferencia de la nuestra, que establecen motivos objetivos de suspensión de los contratos de trabajo, fundados en razones de orden técnico, productivo, económico y organizativo de las empresas.

En realidad, hay que hacer una lectura muy forzada del texto legal, una interpretación muy patronal, invirtiendo el principio “in dubio pro operario”, para sostener que estas contingencias económicas, aunque sea a consecuencia de la pandemia, salvo que el cierre del establecimiento sea por orden sanitaria, tengan la virtud jurídica de suspender los contratos de trabajo, con el efecto de escamotear temporalmente a los trabajadores el disfrute de su salario.

Por este motivo, las autoridades de trabajo que les compete atender las solicitudes patronales y dictar las resoluciones administrativas, deben ser muy estrictas en la apreciación legal de las causas invocadas, para declarar la pertinencia o no de la suspensión colectiva de los contratos de trabajo, con las consecuencias tan serias que implican para las personas trabajadoras y sus familias.

Y no solamente las causas, sino que la autoridad administrativa debe ponderar, siempre con el mismo rigor, el alcance personal de la medida, en orden a la definición de los puestos y la cantidad de trabajadores que necesariamente puedan resultar afectados por la suspensión de los contratos.

Los trabajadores y trabajadoras no tienen por qué soportar todos los riesgos y consecuencias económicas de la emergencia sanitaria, que ya el sacrificio impuesto en los últimos años ha sido muy fuerte y desproporcionado.

El antivirus costarricense

En realidad la abundancia de facilidades educacionales, o culturales, o normativas, debiera ser el objetivo final del desarrollo económico; y la igualdad de oportunidades de mejoramiento individual debiera ser el móvil principal de las luchas sociales.

José Figueres Ferrer, Cartas a un ciudadano.

Álvaro Vega Sánchez. Sociólogo

Podría resultar una necedad seguir insistiendo en que no hay mejor inversión que la que ha hecho el país en salud y educación. No lo es, por dos razones. Primero, porque desde la década de 1980 y hasta hoy se ha tenido que librar una ardua y combativa lucha por sostener un sistema público de salud y de educación de alcance universal y de calidad. Segundo, porque los trabajadores públicos de la salud y la educación han venido siendo objeto de críticas odiosas e injustas, y sometidos públicamente a un juicio mediático lapidario.

Los logros y avances en salud y educación, que nos han colocado entre los países con mejores índices de desarrollo humano en América Latina -y que nos hacen sentirnos orgullosamente costarricenses-, no han sido producto de una concesión gratuita y voluntarista de la clase política que nos ha gobernado en las últimas cuatro décadas. Todo lo contrario, esta ha venido cediendo a la avidez privatizadora de la oligarquía neoliberal. Ha sido, más bien, la resistencia de una ciudadanía defensora del Estado Social de Derecho, que ha puesto frenos a este cogobierno decidido a desmantelar la institucionalidad social del país.

A pesar de ello, hoy celebramos los excelentes logros obtenidos, pero debe quedar muy claro a quiénes pertenecen los méritos y a quiénes no. Los méritos y reconocimientos les pertenecen a los trabajadores de la educación de nuestras escuelas, colegios y universidades que han sabido asumir, como un apostolado, su labor docente, investigativa y de acción social, para preparar al más alto nivel científico-técnico y cultural-humanístico a ese batallón –perdón por la imagen militar, pero de eso se trata en tiempos del coronavirus– de abnegadas y abnegados trabajadores de la salud, que hoy salvan vidas arriesgando las propias.    

Somos testigos de que si no hubiese sido porque este país apostó sabiamente por invertir, sin mezquindad, en educación para la salud y salud para la educación, no contaríamos con el valioso recurso profesional, de equipo e infraestructura que nos va a permitir enfrentar esta pandemia, como ya se está haciendo con algunas medidas asertivas, y poder salir airosos.

Saber leer los signos de los tiempos es un imperativo ético fundamental. Requiere, eso sí, humildad para la autocrítica y disposición para rectificar, cuando sea necesario y de manera oportuna. Nada hacemos con mostrar ante las cámaras y en el discurso gran sensibilidad, y hasta claridad respecto de los derroteros a seguir y aquellos a rectificar, si no actuamos con decisión, contundencia y a tiempo.

Más allá de medidas paliativas coyunturales, es el momento oportuno para hacer cambios de más largo aliento y estructurales. El gran desafío es revitalizar el Estado Social de Derecho. No permitir que se devalúe nuestro sistema público de salud y educación. Más aún, brindarle todo el apoyo que requiere para elevar sus niveles de calidad y competencia.

Una coyuntura propicia para que los poderes Ejecutivo y Legislativo den muestras concretas de buena voluntad, en la dirección anotada, conteniendo el avance de proyectos y medidas que están significando un golpe más al debilitado Estado Social de Derecho, tales como la regla fiscal, la posible venta de instituciones públicas como FANAL, la política de salarios decrecientes en el sector público, los inhumanos proyectos de privatización de los régimen de pensiones, que ya están golpeando más que el coronavirus a las personas mayores, entre otras.

Y también para detener la campaña mediática, avalada por el gobierno, de desprestigio y violencia simbólica contra los trabajadores y pensionados del sector público. No se puede continuar pisoteando la dignidad de los trabajadores de la salud y la educación, cuando han dado muestras contundentes de gran generosidad y compromiso, y hoy lo ratifican asumiendo el desafío que representa una pandemia que nos convierte a todos en víctimas potenciales.

Ojalá se atienda con sabiduría a los signos de este tiempo, para rectificar el rumbo. Cabe recoger lo señalado, con gran acierto, por don Pepe: poner el desarrollo económico al servicio de la educación y la salud y ofrecer igualdad de oportunidades a las hijas e hijos de esta patria, que supo apostar por la solidaridad, el derecho y la justicia social ¿Acaso no es el mejor antivirus?

UCR, Psicóloga Ana María Jurado: “No podemos pretender que todo sea normal, porque no lo es”

Docente de la Escuela de Psicología-UCR llama a abrazar las emociones que surgen en las circunstancias que plantea el COVID-19

Académica asegura que los sentimientos de soledad, miedo o tristeza son lógicos en las nuevas circunstancias que enfrenta el país y el mundo. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

La presencia del COVID-19 en el país y las medidas de aislamiento solicitadas por el Ministerio de Salud para evitar su propagación trasladaron la vida cotidiana al espacio privado, lo cual puede generar en las personas emociones distintas a las que acostumbra a experimentar.

La docente de la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica (UCR) en temas de razonamiento y emociones, Ana María Jurado afirmó que “no podemos pretender que todo sea normal, porque no lo es” y asegura que este proceso involucra el reconocimiento de nuevas circunstancias.

Aceptar los sentimientos que surjan

Según Jurado, el traslado del espacio colectivo al individual puede generar sentimientos de soledad, que recomienda aceptar y frente a los que resulta vital comprender que se trata de una condición temporal, que tendrá un inicio y un fin.

“Aceptemos y abracemos los sentimientos de soledad, miedo o tristeza, son lógicos en estas circunstancias, uno no está enfermo ni está loco por sentirse así. Comprendamos que nos estamos enfrentando a una situación excepcional”, aseguró la psicóloga.

La académica enfatiza que, pese a las condiciones de distanciamiento social que exige el contexto, “debemos seguirnos atendiendo como grupo humano”. Por eso, señaló la importancia de mantener comunicación con redes de apoyo de forma virtual.

Mantener la comunicación con familiares y amigos a través de la tecnología hará más llevadero el proceso de aislamiento, pero, además, facilitará que, si ocurre algo inesperado, alguien se percate de la ausencia de una persona y pueda acudir a brindarle apoyo.

Adaptarse y trabajar colectivamente

Cuando el traslado al espacio privado involucra la convivencia con otras personas puede generar situaciones de estrés, pues según Jurado, “muchas veces estamos más acostumbrados a lidiar con los compañeros de trabajo que con nuestra propia familia”.

La psicóloga afirma que el diálogo y la colaboración son aspectos claves para que los diversos miembros de la familia o las personas que conviven en determinado espacio puedan atender sus responsabilidades académicas, laborales y del hogar.

“Se requiere colaboración grupal y unión. Todas las personas deben colaborar para atender las labores de la casa o asistir a las personas adultas mayores, no se vale recargarle el trabajo a una solo persona”, aseguró la docente.

Reconocer la incertidumbre como parte de la vida

A las situaciones descritas se suma un contexto cambiante, donde el consumo de información desde diversas plataformas enfrenta a las personas a sentimientos de incertidumbre, que en muchas ocasiones dan paso al miedo y la angustia.

Jurado recordó que la incertidumbre es parte de la vida, aunque en pocas ocasiones se percibe de esta manera, y asegura que, en este caso, aprender de la experiencia internacional frente al COVID-19 ayuda a sobrellevar la incertidumbre que genera lo desconocido.

“La incertidumbre es algo permanente, pero como seres humanos partimos de falsas sensaciones de certeza. Lo que sí sabemos es que el futuro dependerá de la forma en que respetemos las medidas de contención y de que implementemos lo que ha funcionado en otros países”, narró.

La psicóloga agregó que “esa misma experiencia internacional nos dice que esto no va a ser para siempre, que es algo temporal y vamos a salir adelante, pero mientras tanto debemos tener paciencia y abrazar la incertidumbre, como una parte de la vida”.

Limitar el consumo de información al contenido que divulgan las autoridades nacionales en la materia y apoyar a los miembros de la familia que carecen de educación digital, para que omitan noticias que carecen de fuentes o veracidad, también ayudará a mantener la calma colectiva en el complejo contexto actual.

 

Andrea Méndez Montero

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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El Día Después

Álvaro Salas Chaves, Expresidente Ejecutivo CCSS

¨Llegará el día en que un estornudo en oriente provocará un cataclismo en occidente¨. Así se expresaba la Dra. Libia Herrero en una charla sobre virus en la Universidad de Costa Rica hace algunos años. Pues amigos y amigas, ese día llegó.

Después de esta pandemia del coronavirus, nada volverá a ser lo que fue. Todos los órdenes existentes sobre la tierra: el político, social, económico, religioso, militar, habrán cambiado para siempre. Si el ataque y destrucción de las torres gemelas de New York cambiaron la organización y los esquemas de seguridad del transporte aéreo mundial, la pandemia del coronavirus trastornará los sistemas políticos y sociales, los esquemas económicos como la globalización y los sistemas de suministros y transporte de personas y carga del mundo. 

La pandemia del coronavirus ha venido a demostrar la absoluta vulnerabilidad de todas las sociedades del mundo, grandes y pequeñas, poderosas y débiles, de un signo político o del otro. Tendremos que repensar lo que creíamos que era estable y perenne. Quedó claro una vez más que ¡Nada es para siempre!

Los personajes más poderosos de la tierra reyes, príncipes y princesas, presidentes, generales jefes de ejércitos, actores de cine, primeros ministros, sacerdotes, médicos, enfermeras, cantantes, pobres y ricos, absolutamente todos, tenemos las mismas probabilidades de enfermar y morir por esta enfermedad como nos cuentan los medios informativos continuamente.

La pandemia, sin estar o estando, en la agenda secreta de los poderosos de Washington, Moscú o Beijín, ha venido a transformarlo todo. Este planeta fue uno antes de la pandemia y será otro después de la pandemia.

Un ejemplo concreto de esta situación es la cuaresma, la época más sagrada de toda la cristiandad, suspendida en todos los pueblos y ciudades del mundo católico. Igualmente ha sucedido con el peregrinaje y las celebraciones hacia la Meca. Aquellos millones de musulmanes caminando en círculos en los sitios sagrados del Islam han desaparecido en las pantallas de televisión. De igual manera, las celebraciones ancestrales del judaísmo han sido canceladas y podrán ser seguidas por la televisión religiosa y el internet.   

En Ciudad del Vaticano, todas las actividades religiosas masivas de la Semana Santa han sido canceladas, además de la ausencia del Papa Francisco en todas, nos demuestra que aquí están pasando cosas muy graves. Pero es claro, Su Santidad es un anciano muy enfermo con solo un pulmón que toda la gente quiere tocar, abrazar y recibir su bendición. Se convierte así en la persona más vulnerable sobre la tierra. Esa no es la situación de Donald Trump, nadie quiere acercarse y menos ser tocado por él y sin embargo se tuvo que realizar la prueba del coronavirus por un cuadro gripal que sufría.

Todo cambió en un segundo. Las actividades religiosas se podrán seguir, únicamente, por medio de la televisión religiosa, páginas web, los podcasts de cada una de las órdenes religiosas, sean estas cristianas, judías, o musulmanas. Para ello habrá necesidad de rediseñar y simplificar la liturgia que lo acompañe. Pero sin duda, habremos ganado mucho haciendo la actividad religiosa mucho más espiritual, mucho más íntima y menos una obra de teatro.

La cancelación de todos los cursos presenciales en las universidades europeas, americanas y, las nuestras en Costa Rica, demuestra que en adelante, los cursos tendrán que rediseñarse con un gran componente de elementos pedagógicos a distancia, desde la casa, el kiosco o la biblioteca, no por los libros que contiene, sino que por los espacios y la conectividad. Las enormes ciudades universitarias, los costosos y vistosos auditorios y las salas magnas, serán historia del pasado.

Los innovadores de cursos y carreras, técnicas y profesionales a distancia están teniendo en este momento una enorme vigencia y gran apoyo político académico para salvar la educación superior y también las finanzas universitarias, del presente y del futuro. Todo tendrá que ser rediseñado, repensado, innovado o desaparecer. Se requerirán un nuevo set de habilidades y destrezas educativas para lograr remontar este momento.

Los servicios de salud serán, en un alto porcentaje, organizados en forma ambulatoria y a distancia igualmente. Los pioneros de la telemedicina sienten hoy que es su oportunidad, que les llegó el momento que tanto esperaban. Se habían abierto camino casi a codazos en la tradicional y ancestral forma presencial de hacer medicina.

Grandes contingentes de pacientes podrán ser diagnosticados, tratados y seguidos clínicamente vía la televisión especializada, páginas web especializadas, y otros medios que todavía no existen ni conocemos, para desarrollar el componente capacitación y educación a pacientes. Vendrán nuevos desarrollos de algoritmos, aplicaciones y equipos sencillos adaptables a los teléfonos y las computadoras desde sus casas o centros de trabajo.

Como dijo el presidente Emmanuel Macron de Francia: queda claro que los servicios de salud y de salud pública no pueden ser un producto del mercado. La Salud y la Salud Pública para todos, deben estar organizados y financiadas por el estado. Este es el único que tiene la capacidad de respuesta, de oportunidad y de estar preparados para entrar en la batalla. El gobierno español ha decretado la integración de los sistemas de salud públicos y privados de Madrid para poder copar con la inmensa demanda insatisfecha que se ha generado.

Las empresas de entrega de comida y paquetes a domicilio evolucionarán a transporte autónomo en base a drones especializados en el traslado de muestras de laboratorio y entrega de medicamentos delicados que ya existen pero que se han desarrollado en forma tímida hasta ahora. Toda la información biomédica entre médicos y pacientes será canalizada por la web de cada institución de salud y de seguros.

Por supuesto que esto generará otro sinfín de nuevos problemas. Si los pacientes, especialmente los ancianos, permanecen en sus casas, muchos de ellos viven solos, habrá que pensar en las nuevas formas de cuidarlos. ¿Quién les dará de comer, quien les ayudará en el aseo personal, quién o qué les lavará la ropa y les limpiará las casas? Surgirán, sin duda, nuevas propuestas inteligentes para hacerlo.

O sea, todas las empresas de telecomunicaciones y apps médicas y de laboratorio estarán desarrollando cientos de nuevos dispositivos para los teléfonos, las tabletas y las computadoras para evitar el traslado masivo de personas a los hospitales y centros de salud.

El transporte público, ahora sí, ya no lo podrán contener más, será autónomo, con vehículos que no contaminen más. Lo que está sucediendo en Beijín no tiene parangón en la historia de la humanidad. El cielo azul se empieza a ver nuevamente. Ese color amarillo sucio, denso, mal oliente está siendo barrido por el viento y por primera vez en muchos años, los chinitos empiezan a entender por qué China era conocida como el Reino Celeste.

¿Qué haremos con el desempleo que se generará? A pensar señores, llegó el tiempo de pensar, de investigar, de tratar, de imaginar, de soñar, todo se vale.

La economía sufrirá los cambios más intensos de todos los sectores. La globalización llegó a su término. Las cadenas de abastecimientos mundiales han demostrado su inoperancia en estos casos de paralización mundial del transporte aéreo, marítimo y terrestre. Los suplidores únicos de productos intermedios o finales para toda la industria, llegó a su fin.

Los mercados de valores tendrán que buscar nuevas alternativas. Llevamos ya dos semanas de las peores pérdidas en bolsa desde la segunda guerra mundial. Las empresas aéreas reportan pérdidas billonarias, los aviones están en tierra costando una fortuna mantenerlos sin que exista siquiera una fecha aproximada para reiniciar las operaciones. El fantasma del desabastecimiento de productos básicos alimenticios y de uso doméstico se observa en todos los países. Las personas acaparan como si no fuera a existir el día después.

Imagen alusiva: Semanario Universidad.

UCR: La planificación es clave para el éxito del trabajo remoto

Es importante organizar las tareas diarias y contar con un espacio adecuado para realizar el trabajo remoto.

Una de las medidas que ha implementado la Universidad de Costa Rica para enfrentar la emergencia nacional en relación al COVID-19 es el trabajo remoto para personal docente y administrativo.

Ante esta situación se hace necesario realizar acciones concretas que le permitan a la persona trabajadora organizarse, así como a la unidad de trabajo continuar con la mayoría de sus labores, dentro de lo posible.

Katalina Alfaro Miranda, coordinadora de la Unidad de Calidad de Vida de la Oficina de Recursos Humanos compartió algunos consejos para aquellas personas que esta semana se incorporaron a esta modalidad.

Como primer paso se requiere planificar las actividades, para ello se sugiere hacer una lista de las tareas a realizar, así como con los documentos probatorios. También utilizar las bitácoras o reportes, ya que esto facilita la trazabilidad en el cumplimiento de las labores acordadas, así como determinar los apoyos requeridos para concretarlas.

Igualmente hay que tratar dentro de los posible de acondicionar de la mejor manera el espacio donde se llevarán a cabo las tareas de trabajo remoto y contar con el equipo adecuado.

Es importante mantenerse en contacto tanto con la jefatura como con los demás miembros del equipo de trabajo. De esta manera habrá fluidez y así se identifican problemas o necesidades que puedan presentarse. Además estar disponible por los medios acordados, alimenta la confianza en el ambiente laboral y no se pierde el sentido de grupo.

Un reto muy importante es el balance entre el trabajo y la vida personal.

“El trabajo remoto supone un reto en cuanto a la organización de vida diaria. Por un lado, nos permite ahorrar el tiempo de traslado, pero por otro nos puede implicar autodisciplina extra. Actividades como el tiempo de estudio o el cuido de los hijos, no deben superponerse con nuestras responsabilidades laborales”, señaló Alfaro.

En este sentido hay que evitar que otras actividades distintas a las labores se superpongan mientras se cumple con el horario de trabajo. Asimismo hay que explicarle a los miembros de la familia esta situación para que entiendan que aunque la persona está en la casa no significa que está disponible. Esto aporta sentido de organización y prevención del estrés.

Por último, hay que tener en cuenta que es debido a la coyuntura actual que se establece esta modalidad de trabajo, por lo que será temporal. No obstante, eso significa que hay que mostrar un alto sentido de responsabilidad con la labor asignada y seguir las recomendaciones del Ministerio de Salud acerca de la realización de actividades de ocio, reuniones y diligencias personales.

“Esta conciencia nos permite manejar la frustración o delimitar la motivación que podría implicar distanciarnos físicamente del centro de trabajo”, comentó Alfaro.

Las personas funcionarias que se acojan a la modalidad de trabajo remoto deben firmar una adenda a su contrato de trabajo que se encuentra en www.portal.ucr.ac.cr en la sección “Relación laboral”.

 

Andrea Marín Castro

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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Una vista superficial al fenómeno social por el COVID-19

Marlín Oscar Ávila

16 de marzo de 2020

Hasta donde hemos logrado conocer de las reacciones en nuestra sociedad al Covid-19, hay diversas formas y motivos de hacerlo. Desde las clases políticas en el poder, son pocas las que reaccionan con la responsabilidad que debieran. Desde las diferentes sociedades civiles y empresariales la diversidad también existe con respecto a la responsabilidad que moralmente se debiera. Pero habría que incluir a las religiones con sus líderes, como otra categoría.

En la primera categoría hay desde muy responsables hasta absurdamente irresponsables. El de Inglaterra, sin ambages declara darle prioridad a la economía y dejar que el virus elimine a la población muy vulnerable en su estado físico y los que lo superen, queden inmunes (lo cual ya se comprobó que los pulmones quedan dañados en un 20%). Luego, se exhibe Nicaragua con un desfile oficial contra el Covid-19, pero su histórica responsabilidad con la salud de su pueblo, le salva del exabrupto.

Esto pasa por Honduras, quien en la década de gobernar con el mismo partido, no construyó una sola clínica pública, pero sí se lanzó a la privatización de todo el sistema de salud, pero ahora logra más de $500 millones «para el Covid-19» , y dice que construirá 95 hospitales en menos de dos años.

Al otro lado, con mayor responsabilidad, vemos a los gobiernos de Argentina, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Venezuela, y allá lejos a Japón, India, Irán, Irak, los nórdicos de Europa, además de los asustados de la Unión Europea, con actitudes responsables hacia el bienestar social, siguiendo los protocolos definidos por OMS.

Ahora, en la ciudadanía en general, lo que más se ha notado es pánico. Más creado por intereses particulares de empresarios y religiosos inescrupulosos, involucrando a los medios de desinformación. Ese pánico caló más en las clases medias occidentales, quienes «asaltaron» los centros comerciales para abastecerse hasta de lo innecesario. Desde luego, dejando ver su elevado egoísmo consumista, sin pensar en la demás población. Los dueños de las cadenas comerciales felices por su éxito mediático.

No obstante, más temprano que tarde, esa clase media, se han venido enterando de su ignorancia con respecto a las reales medidas de prevención para evitar el contagio. La primera semana que se suspendieron algunas labores salieron de paseo, a vacacionar. Lo que provocó la mayor dispersión de contaminación. La mejor muestra ha sido el caso Italiano, pero muchos más hicieron, y hacen, algo parecido.

Hay otros actores sociales involucrados en política y señalados como delincuentes históricos, que han aprovechado para «lavarse la cara», pero no gastaremos tinta en ellos.

Algunas religiones, sus líderes, han estado aprovechándose del pánico para «llevar agua a su molino», lo que ya se sabe con cuál propósito. Los peores son los que hacen alianza con los políticos inescrupulosamente, para sus mesquindades, especialmente su dios dinero.

Después de décadas de privatizar los servicios públicos, algunos protagonistas se han enterado de lo esencial que son los servicios públicos. Esto aún no les penetra en el cerebro deformado dentro de los centros de estudios superiores, particularmente los privados, a algunos actores, como diputados, que insisten en la privatización.

Sin duda, nuestra ciudadanía está llamada a acatar los protocolos establecidos por las Naciones Unidas, ante el ataque global de un virus y posiblemente más de uno, el cual, se escucha cada vez con mayor volumen, su sepa ha sido sembrada por la inteligencia militar en medio de una guerra comercial y política entre líderes de gran poder. Es decir, aún ésta crisis en nuestra salud está a medio camino.

Aprovechemos lo positivo que siempre aparece de una crisis y aprendamos las lecciones que nos muestre por errores cometidos. Unámonos cómo ciudadanía con el sentido solidario que habíamos olvidado.

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